El Real Madrid se metió en los cuartos de final del Mundial de Clubes tras el triunfo 1-0 ante Juventus y Miami se llenó de festejos madrileños. Uno de los más destacados fue Federico Valverde, quien no solo llevó la cinta de capitán, sino que también fue elegido como la figura del partido. Una actuación que lo llevó a finalizar rodeado de micrófonos… y frente a una pregunta difícil: ¿Peñarol o River?

La pregunta puede parecer extraña, pero el vínculo de Federico Valverde con River es más cercano de lo que aparenta a simple vista. El mediocampista de la selección uruguaya está en pareja con Mina Bonino, periodista argentina y fanática del club de Núñez.

De hecho, durante la última edición de la Copa Libertadores, Bonino bromeó en redes sociales con la posibilidad de un «divorcio» si Peñarol y River llegaban a una hipotética final del torneo. Sin embargo, ese escenario no se dio, ya que ambos equipos fueron eliminados: Peñarol por Botafogo y River por Atlético Mineiro.

Ya con los micrófonos y las cámaras encima, el Pajarito no dudó en responder, ni siquiera temiendo la reacción de su esposa. «Yo soy hincha de Peñarol, pero se me hace muy difícil porque en casa la patrona es muy dura y muy crítica», bromeó Valverde, haciendo referencia a su pareja, fanática de River.

A su vez, completó: «Es verdad que empecé el torneo de una forma que no quería, errando un penal en el primer partido, pero lo importante es seguir luchando. Y el capitán tiene que ser el primero en hacerlo». Así, el uruguayo dejó en claro que asume su rol y la responsabilidad de llevar la cinta en el equipo dirigido por Xabi Alonso.

Valverde fue elegido MVP del partido tras una actuación brillante ante la Juventus, tanto con como sin la pelota. A pesar de haber fallado un penal clave en el último minuto del debut frente al Al Hilal, el uruguayo resulta una pieza fundamental en el equipo de Xabi Alonso, quien incluso lo comparó con Steven Gerrard en la previa del encuentro.

«Le puedo ver en muchos sitios, como me podía pasar con Steven. Pero por lo que necesitamos y por cómo jugamos, partiendo desde un doble seis… puede llegar, porque tiene aceleración, capacidad para atravesar líneas fácilmente. Lo estamos cuando ahí, ahora, pero ya veremos adelante. Su mayor cualidad no es recibir de espaldas y girarse, sino jugar con más campo hacia adelante. Porque tiene esa capacidad para acelerar», comentó el exentrenador de Bayer Leverkusen.

Hay dos fotografías icónicas de Lamine Yamal siendo bebé: en 2007, Lionel Messi lo tiene en sus brazos, y en otra ayuda a bañarlo. Fue parte de una campaña para un calendario benéfico. La actual estrella del Barcelona y de la selección de España utilizó la primera de esas imágenes para reiterar un deseo pendiente que está a punto de concretarse: tener la camiseta número 10.

El posteo en la story de Instagram lo hizo después de una foto de la presentación de Ansu Fati en el Monaco. Esto, porque su ex compañero deja vacante ese número. La última semana usó una imagen de Maradona, quien en la década del 80 uso ese número. Después, una de Ronaldinho.

Usar ahora esta foto de Leo es la señal de que cerrando el círculo. Que la 19 será parte del recuerdo. Messi debutó en el Barcelona, en 2004, con la número 30.

Aquellas imágenes fueron tomadas por el fotógrafo Joan Monfort, de la agencia AP.

Desde aquella fallida frase de Mbappé ninguneando las eliminatorias sudamericanas que se debate con énfasis a la hora de choques entre europeos y sudamericanos. Cuánta diferencia hay, por qué pasa lo que pasa, las dinámicas de juego y más. Y en el medio, los mismos protagonistas opinan sobre el asunto, como ahora el caso de Alexis Mac Allister, sentenciando sin sonrojarse: “El sudamericano, hoy por hoy, no tiene chance. Lo igualan con la pasión, con las ganas, con pegar patadas… pero a la larga no lo ganan con eso”. Y como un torneo de selecciones no es como el de clubes, algo de eso a la larga sucede.

Como las grandes figuras del mundo se van para Europa por poderío económico (lo remarcó Luis Enrique), lo coherente es que los Bayern, los Real Madrid, los PSG, los Chelsea, a la larga lleguen más lejos. Como esto es fútbol, puede haber sorpresas y esas ganas y esa pasión pueden funcionar como motor más allá de las distancias futbolísticas. Y más jugándose el Mundial de Clubes en el final de la temporada europea, cuando los equipos están en la cuenta regresiva de las vacaciones.

Por caso, el Fluminense sí pudo lo que no River cinco días antes: le ganó a un rival agotado mentalmente y no se notó la diferencia física, con un equipo brasileño que viene compitiendo, en ritmo, en el siempre bravo Brasileirao. Hay tanto debate como certeza: los equipos europeos, no así las selecciones, son más, tienen más. Independientemente de excepciones como las de Inter o el City perdiendo con el Al Hilal. Otros talentos, otro ritmo de juego, otro recambio.

Con los sudamericanos y de otros continentes, de hecho el PSG le hizo precio al Inter de Messi. Pueden darse excepciones, como Botafogo con PSG, Flamengo con Chelsea (también exigió al Bayern). Y Boca se lo devoró con Benfica y le dio pelea al Bayern, con enjundia, coraje, ganas. Por eso eso, como dice Mac Allister, la lógica, como en la Intercontinental, es que al final estos torneos los ganen los europeos.