El derbi que Roma le ganó 1-0 a Lazio en el Olímpico por la Serie A no mostró un buen nivel, es verdad, pero por momentos, como se dice ahora, se picó. Había bastante en juego -la clasificación a las copas europeas- y el siempre honor que, junto con la victoria, aparece en un partido así.

Paulo Dybala había sido protagonista con la asistencia -corner- para el gol de Gianluca Mancini a los 42′. Y en el ST también apareció, pero no con su zurda mágica (al menos la del pie).

Cuando el equipo visitante buscaba el empate, Matteo Guendouzi desbordó por la derecha hasta el fondo y fue interceptado por Dybala y un compañero, que fueron fuerte al suelo, recuperando la pelota.

Resultó un quite habitual, pero también, depende la coyuntura, puede provocar lo que provocó. Aunque resultó el cordobés quien encendió la mecha -con un insulto- contra Guendouzi, al que apuntó y se armó. Ambos terminaron tomándose de los cuellos por detrás de las nucas generando que el árbitro tuviera que intervenir para separarlos. El trío, rápidamente, se convirtió en una buena cantidad de jugadores, sobre todo de la Roma, que encararon al ruloso francés.

Enseguida Dybala levantó los brazos y abrazó al árbitro, como con gestos de que ahí había terminado todo, pero el francés seguía bastante caliente. Así se acercaron otra vez y Dybala se sacó la canillera, que en el frente luce una imagen de la Copa del Mundo que Argentina le ganó a Francia en la final del Mundial. Guendouzi -como el argentino, jugó el Mundial– le seguía diciendo de todo.

Minutos después, el mismo Dybala discutió con un rival… argentino, el mendocino Valentín Castellanos -entró al inicio del ST-, aunque no pasó de eso, sin el contacto físico anterior ni la evidencia de la copa del mundo para enrostrarle, por una cuestión de colores, claro.

En un partido sin tarjetas rojas, Dybala se fue reemplazado poco después por Tammy Abraham (a los 75′) y hasta ahí llegó el clásico para él. Lógicamente, se fue con una sonrisa… Pero tuvo tiempo, ya con el buzo de suplente puesto, de encarar de nuevo a Guendouzi y gritarle el triunfo en la cara. Evidentemente, donde hubo fuego…