ECONOMIA
Alarma en la balanza comercial: vuela la importación para el consumo y no alcanzan los dólares

Los indicadores de comercio exterior confirmaron los temores del mercado: que por más que el Banco Central haya recibido una inyección de u$s12.000 millones del FMI, no hay motivos para relajarse en el plano cambiario. Más bien al contrario, cada vez se pone más en duda el optimista pronóstico que había realizado el gobierno en su proyecto de presupuesto, donde preveía un holgado superávit de u$s20.000 millones.
El saldo comercial del mes fue de apenas u$s204 millones, con lo cual el acumulado del primer cuatrimestre es de u$s1.265 millones. Ya las cifras de por sí resultan preocupantes, porque aun con el aporte de la exportación agrícola de los próximos meses resultará difícil que se pueda compensar esa tendencia negativa.
Primero, porque la cuenta corriente registra una creciente salida de capitales en el rubro servicios -sólo por turismo y compras en el exterior se están yendo u$s700 millones al mes, una cifra que hace recordar años récord de turismo emisivo, como 2017 y 2022-.
Pero además, porque cuando se pone la lupa sobre cómo se componen las exportaciones e importaciones, también se encienden alarmas.
En cuanto a las compras, es cierto que la recuperación es una condición necesaria para que la economía retome el crecimiento. Es sabido que entre los economistas argentinos es aceptada la «regla del tres a uno», que implica que por cada punto del PBI que crece la economía, se necesita que las importaciones suban tres.
Esto se ha justificado históricamente con el argumento de que las industrias locales necesitan la importación de bienes de capital, insumos y componentes que ayuden a sostener la producción. Por eso, hace un año los economistas miraban con preocupación el hecho de que el superávit comercial del que se enorgullecía el gobierno se lograra sobre la base de un desplome importador.
¿Quién financiará las importaciones?
Este año ocurre la situación opuesta, ya que las importaciones crecen seis veces más rápido que las exportaciones. Y, siguiendo la «regla del tres a uno» la tasa de 35,7% de suba interanual de las importaciones seria compatible con una economía que crece en torno de 10% -el doble de lo que proyecta el mercado-.
Pero aquí hay que hacer un paréntesis. Porque esa importación no está liderada por los rubros que utilizan las empresas argentinas para incrementar su producción. Más bien, al contrario, el rubro de mayor crecimiento es el de bienes de consumo final, que crece a una espectacular tasa de 77%.
Y estos números son hasta abril, por lo que todavía no reflejan plenamente el proceso de apertura comercial que está implementando el gobierno, como las medidas de rebaja arancelaria para celulares y productos de tecnología.
Cuando se observa la porción de las importaciones totales que se destinan a los bienes de consumo, ya alcanzan el 15%. Si a esta categoría se le suma de la de autos terminados, entonces ocupan un 21% del total, el doble de lo que se registraba hace dos años.
Y es ahí donde surge la pregunta inevitable: ¿cómo se financiará esa avalancha importadora destinada al consumo? En principio, lo que resulta claro es que los dólares del FMI están vedados para ese propósito, ya que su sentido principal no es el saneamiento del balance del Banco Central y no la compra de celulares importados.
En teoría, si se cumplieran las proyecciones realizadas por Toto Caputo y su equipo, no debería haber inconveniente en que con los propios recursos de la economía argentina se pueda financiar estas compras, dado que la balanza de bienes más la de servicios debería dejar un robusto superávit de u$s20.000 millones.
Sin embargo, en el mercado hay un escepticismo cada vez mayor sobre esas cifras. Más bien, las proyecciones apuntan a que la cuenta corriente deje un déficit de u$s8.000 millones, sobre todo por el rojo en el rubro servicios.
¿Con el petróleo no alcanza?
Y en la balanza comercial la situación no es mucho mejor. Ocurre que si hoy no hay déficit es gracias al cambio de signo del rubro energético, que pasó de significar un motivo crónico de déficit a uno de los nuevos aportantes de divisas. Es decir, gracias al aumento en la exportación petrolera y a la reducción en la compra de gas, por el avance en las obras de infraestructura gasífera y por las mejoras de productividad de Vaca Muerta.
De hecho, si no fuera por el rubro energético, ya se habría acumulado en el año un resultado comercial negativo por u$s1.419 millones.
Sin embargo, la apuesta a que la energía sea la salvadora en el desbalance de las divisas puede tener sus riesgos. Para empezar, porque si bien Argentina ha disminuido notablemente su dependencia del gas licuado que llega en buques –en 2022 llegó a representar un 16% del total importado-, eso no significa que la necesidad de importar haya desaparecido.
De hecho, se prevé que en los meses invernales haya un incremento, porque la red de transporte por caño todavía no permite que corra la cantidad suficiente de gas en el invierno, cuando se produce los picos de mayor demanda hogareña. Es así que se prevé para los próximos meses la salida de más de u$s600 millones, más que duplicando el promedio mensual registrado en lo que va del año.
Podría pensarse que esta situación se compensará con creces por el incremento de la exportación petrolera, que sigue creciendo a toda velocidad. Sin embargo, también aquí hay una serie de advertencias: el rubro petrolero se está viendo impactado por los cambios a nivel geopolítico, y en un sentido perjudicial para Argentina.
Por causa del «efecto Trump» los precios están cayendo. De hecho, este es un efecto buscado deliberadamente por el presidente estadounidense, quien ya cuando estaba en campaña había prometido una baja en el precio de las naftas, para compensar la inflación que podría producirse en otros rubros.
Y a su famoso lema «drill, baby, drill» que pronunció en su discurso de asunción, se suma ahora el incremento en las cuotas de producción de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), que ya el año pasado había generado un excedente de más de casi un millón de barriles diarios por su aumento en la producción.
Hace algunas semanas el precio internacional del barril tocó un mínimo de u$s56, el valor más bajo desde la pandemia, y actualmente oscila en torno a u$s60. Esto ocurrió luego de que Arabia Saudita, que lidera la estrategia de la OPEP, decidiera acelerar la producción, de manera que la oferta de crudo podría incrementarse en hasta 2,2 millones de barriles diarios hacia el último trimestre de este año. El anuncio implica no sólo que este país subirá su producción sino que, además, aplicará sanciones a otras naciones petroleras que se mostraban renuentes a subir su cuota.
El impacto en Argentina ya se sufre con claridad: en abril se aumentó el volumen exportado en comparación con el de hace un año. Sin embargo, los precios sufrieron un desplome de 14%. El resultado: los u$s851 millones que ingresaron por el petróleo argentino implican una caída de 10% respecto de lo que había entrado hace un año.
Mientras tanto, la soja
Como siempre, queda la expectativa de que la cosecha agrícola termine arreglando los problemas, con su aporte de u$s30.000 millones en el año. Pese a los temores iniciales por la falta de agua en algunas regiones del país, finalmente las proyecciones mejoraron y se espera una cosecha que supere en 9% la del año pasado. Pero esto, claro, es hablando en volumen.
La situación cambia cuando se consideran los precios porque también aquí se siente el cambio en la situación geopolítica, que se refleja en un empeoramiento en los precios globales.
La soja, principal producto de exportación, sigue en el entorno de u$s380 la tonelada, y sin muchas expectativas de mejora. En cambio, hace un año, la tonelada de soja cotizaba a u$s450, y en 2023 superaba los u$s530.
La expectativa del gobierno es que durante mayo y junio acelerarán las ventas, porque los productores querrán aprovechar la ventana de oportunidad en que las retenciones serán menores. Sin embargo, este hecho de por sí no asegurará un cambio de actitud de los productores, que siguen con mucho stock en los silobolsas, atentos a cualquier movimiento del mercado cambiario.
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ECONOMIA
Alarma en la industria del juguete: en el mes de las Fiestas, advierten por el bajo consumo y las importaciones récord

(Adrián Escandar)
La industria del juguete en la Argentina enfrenta este fin de año una de sus situaciones más complejas desde hace décadas, según advirtió este lunes el sector. La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) alertó que el contexto actual se caracteriza por un crecimiento extraordinario de las importaciones, un consumo que cae de manera sostenida y una competencia considerada desleal tanto por vía del ingreso formal como por el contrabando. Todo esto se da en un escenario agravado por los profundos cambios demográficos, el avance de canales digitales y la irrupción de artículos inseguros sin certificación adecuada.
El comunicado sectorial denuncia una “avalancha sin precedentes” de productos extranjeros, en especial provenientes de China, que concentra casi la totalidad del volumen importado. Entre enero y octubre, las importaciones de juguetes alcanzaron USD 91,3 millones FOB y 17,5 millones de kilos, con aumentos interanuales del 59,5% en valores y 94% en volumen. China explica el 85,7% del valor y el 94,4% del volumen de los ingresos.
Además, si se agregan juegos de mesa, artículos para aire libre y productos de fiesta, el total supera los 28 millones de kilos, por lo que el 2025 se perfila como el mayor año de importaciones en dos décadas, incluso por encima del récord previo en 2018. La diferencia central es que mientras el mercado recibe más productos que nunca, el consumo se mantiene en franco descenso.

Matías Furió, presidente de la CAIJ, subrayó la gravedad de la concentración importadora: “A pesar de la alineación con occidente, China pasó a explicar casi el 95% del volumen importado. La concentración es la más alta de los últimos 20 años”. El salto de operadores resulta igualmente contundente: en un año la cantidad de importadores pasó de 199 a 530, con casi 340 firmas nuevas encontrando negocio en la importación de juguetes, mientras la caída en el consumo se profundizaba.
La presión sobre la plaza local no proviene solo de las cifras de importación. El documento advierte sobre la superposición de stock acumulados del año anterior, resultado de una ola de compras tanto nacionales como extranjeras realizadas cuando el dólar oficial se ubicaba en valores considerablemente bajos. Esta situación lleva a una sobreoferta de productos, caída de precios, distorsión de valores de referencia y una competencia que perjudica tanto a quienes producen localmente como a quienes importan bajo condiciones establecidas.
El sector denuncia, además, una desventaja estructural frente al gigante asiático. El ecosistema manufacturero chino presenta costos laborales, ambientales y energéticos muy inferiores, y las empresas acceden a incentivos a la exportación, lo que crea una situación donde la industria local no puede igualar precios sin resignar calidad o sostenibilidad. Así, la competencia calificada como “desleal” profundiza la insostenibilidad del sector argentino.
A las dificultades comerciales y la presión extranjera se suman cambios estructurales en el mercado interno. El comunicado señala una baja sostenida de la tasa de fecundidad, que descendió de 2,4 a 1,4 hijos por mujer desde 2015, una caída del 42% que reduce la base demográfica de niños y limita la demanda potencial.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
Según estimaciones basadas en datos del Indec, en 2022 la población de 0 a 14 años se ubicaba en algo más de 10 millones; para 2025 la proyección marca un descenso a 9,5 millones, tendencia que continúa hasta 2040. Este recorte estructural, sumado a la creciente exposición a dispositivos digitales y pantallas desde edades más tempranas, resta tiempo e interés a la interacción con juguetes tradicionales.
Respecto de este tema, el gerente de Relaciones Institucionales de la cámara, Julián Benitez, precisó, en diálogo con Infobae en Vivo, que “el uso intensivo de las pantallas acortó las edades de los usuarios de juguetes y preocupa mucho el impacto en el desarrollo de los chicos”. “Articulamos con la Sociedad Argentina de Pediatría, pediatras, neurocientíficos y oftalmólogos infantiles sobre lo que perjudican las pantallas para el desarrollo visual y cognitivo, efectos nocivos como el sedentarismo, la obesidad, la ansiedad. Es muy importante dedicar el tiempo para el juego, porque los chicos terminan agradeciendo y valorando el tiempo compartido”, agregó.

En términos comerciales, el consumo en jugueterías de cercanía, cadenas y supermercados no mostró signos de recuperación y el canal de e-commerce, aunque avanza, solo representa el 25% de la facturación. El comercio electrónico también implica desafíos logísticos, financieros y de promoción que muchas PyMEs no logran sortear de manera eficiente, mientras crecen las compras puerta a puerta y el contrabando. precisó el comunicado.
El escenario se agrava por el incremento del contrabando, que representa alrededor del 30% del mercado y afecta, según el comunicado, a distintas regiones del país. Los informes mencionan casos de polirrubros y bazares que organizan viajes frecuentes a zonas limítrofes para abastecerse de mercadería sin control aduanero. Esta práctica, advierte la CAIJ, no solo evade impuestos y distorsiona la competencia, sino que implica mayores riesgos para las familias: los artículos ingresados ilegalmente no cumplen ninguna norma de seguridad.
La cámara sectorial expuso su preocupación por la presencia de juguetes inseguros. Alertó sobre la oferta de productos “internacionales” en plataformas de e-commerce, algunos con antecedentes de retiro del mercado en Estados Unidos, como así también la venta de productos presentados como “certificados” que, tras ensayos en laboratorios, no cumplen la normativa vigente. En el plano regional, organismos de países cercanos detectaron la presencia de metales pesados y sustancias prohibidas en algunos juguetes, lo que muestra la necesidad de revisar e intensificar controles fronterizos y asegurar la trazabilidad en toda la cadena comercial.
El cuadro de situación arroja indicadores de deterioro acelerado. Las ventas permanecen estancadas, los comercios acusan el impacto de la sobreoferta y la llegada masiva de nuevos agentes importadores. Las jugueterías sufren márgenes negativos por adicionales en tarifas energéticas y la presión del canal digital, mientras las fábricas recurren a créditos no para expandir su producción, sino para afrontar sueldos y compromisos mínimos.

La capacidad ociosa se volvió un problema central: “La industria tiene 6 de cada 10 máquinas paradas sin producir”, sostuvo Furió. La reducción arancelaria, implementada con el objetivo de traer precios más bajos, no generó impacto en los valores de venta al consumidor final: “El arancel se redujo un 15%, pero los juguetes importados no bajaron de precio”, puntualizó el dirigente.
El deterioro del mercado también se reflejó en el cierre de locales históricos. El comunicado enumera el caso de Rossier en Escobar, que cerró en octubre tras casi 40 años de actividad; Halago’s en Quilmes; y Lilián en Trelew, con medio siglo de trayectoria. Según la cámara, el mayor temor para los próximos meses es la continuidad misma del ecosistema nacional de jugueterías y, en el extremo, de la producción local.
La estacionalidad marca una caída generalizada en los tickets y una intensa búsqueda de precios bajos. El ticket promedio en los comercios de barrio ronda los $22.000, mientras que en grandes cadenas trepa a $49.000, donde más del 90% del stock es importado, lo que sitúa un promedio general cercano a $35.000. Las posibilidades son variadas: desde juguetes económicos, como masas de modelar o autos plásticos desde $3.000, hasta productos premium que pueden superar los $350.000. El 85% de las ventas se concretan mediante tarjeta de crédito.
El fenómeno no es exclusivo del segmento juguetes. La industria local del árbol navideño, que supo exportar a mercados internacionales, ahora compite con una oferta cada vez mayor de importaciones. Los precios varían según lugar y formato. Un árbol completo puede conseguirse desde $30.000 a $35.000 en versiones básicas, hasta más de $100.000 en presentaciones grandes y premium. La demanda prioriza precios y practicidad, empujando a la industria nacional a buscar alternativas para mantener la actividad.
A pesar del escenario adverso, la CAIJ promueve un paquete de iniciativas para sostener al comercio y promover la demanda, como campañas de descuentos, acciones de visibilización y contenidos educativos dirigidos a destacar el juego físico sobre el uso de pantallas. Entre el 8 y el 24 de diciembre, la cámara impulsa propuestas que apuntan a movilizar la mayor cantidad posible de compras en el período navideño.
“Estamos desde la Cámara convocando a una nueva noche de las jugueterías el 11 de diciembre en todo el país. Va a ser el punto inicial a la ruta de las jugueterías, un mapa donde la gente podrá encontrar la juguetería de cercanía, descuentos, promociones, actividades lúdicas”, aseguró Benitez.
ECONOMIA
Los bonos y CEDEARs que la City aconseja vender cuanto antes y qué alternativas recomienda

El reacomodamiento que siguió al rally de octubre y noviembre generó movimientos casi históricos en bonos y acciones, dejando a varios inversores en posiciones que ya no ofrecen el mismo atractivo. La compresión del riesgo país, que llevó al EMBI local a niveles impensados meses atrás, comprimió rendimientos y redujo el potencial de suba de algunos títulos hard dollar, especialmente en el tramo más corto de la curva.
Esa dinámica obligó a repensar qué conviene mantener y qué es mejor vender, dado que el ratio riesgo/retorno cambió por completo.
En ese contexto, distintas voces de la City coinciden en que ciertos activos ya quedaron sin upside mientras otros sectores -castigados o rezagados- vuelven a ofrecer valor.
Los bonos que conviene vender: GD29 y GD30
Uno de los primeros en encender la alerta fue Martín Torre, analista financiero de Balanz, quien recomendó revisar posiciones en GD29 y GD30, dos de los bonos hard dollar cortos más populares entre los inversores locales.
Torre explicó que con la compresión del riesgo país, estos papeles perdieron casi todo su margen de mejora: «Si tenés estos bonos en cartera -GD29 y GD30-, tras la fuerte compresión del riesgo país el ratio riesgo/retorno dejó de ser atractivo. Recomiendo desarmar posiciones en el tramo corto de la curva hard dollar y rotar hacia alternativas con mejor relación riesgo/retorno«, afirmó.
Su lectura coincide con los números que muestra la tabla de compresión de spreads. Para un escenario de riesgo país en 500 pb, el upside potencial de estos bonos es prácticamente nulo.
Y si el riesgo país bajara a 400 pb, la situación no mejora demasiado: el GD29 muestra una variación estimada entre -0,23% y 1,63%, mientras el GD30 da margen apenas superior pero todavía insuficiente frente a otras alternativas de la curva.
Lo que sí vale dentro de hard dollar
El contraste lo aportan los papeles largos bajo legislación argentina. En particular, la tabla ubica al AE38 entre los principales candidatos, con un upside potencial cercano al 12% si el riesgo país converge a 400 pb.
Rocco Abalsamo, asesor financiero, destaca lo mismo:
- Para un escenario constructivo con Argentina, no tener GD29 y GD30.
- En cambio, sí tener títulos largos y ley local, que todavía conservan espacio para compresión de spreads.
En otras palabras, el mercado no está premiando liquidez corta, sino duration. Y la apuesta, según los analistas, es que, si el ciclo continúa mejorando, la ganancia estará en los bonos largos.
Bonos en pesos: qué no tener y qué mantener
Abalsamo también compartió una hoja de ruta para la renta fija en pesos, marcando diferencias entre perfiles conservadores y agresivos, y brindando definiciones sobre qué conviene evitar:
Tramo corto y medio
- Si el inversor es conservador, no tener tasa fija (T15D5 ni S16E6).
- En su lugar, mantener exposición a TAMAR y CER, que brindan cobertura real con menor volatilidad.
- Si el inversor es agresivo y apuesta a un escenario de fuerte desinflación, la tasa fija puede convertirse en la alternativa más rentable.
Tramo largo
- Si se busca baja volatilidad, no tener tasa fija ni TAMAR.
- El recomendado es el CER largo, con foco en el TZX28, que aparece como la preferida dentro de ese universo.
- Para inversores con mayor tolerancia al riesgo, si la tesis de desinflación firme se sostiene, los bonos a tasa fija como el T30A7 podrían ofrecer retornos superiores.
Por primera vez en varios meses, la City muestra diferencias marcadas entre perfiles, pero coincide en un punto y es que la tasa fija corta no ofrece atractivo si la inflación no afloja con mayor contundencia.
Los CEDEAR que conviene vender
El rally internacional también dejó papeles con valuaciones muy ajustadas. Torre señala especialmente a Walmart, que opera en máximos históricos con múltiplos de precio-beneficio que superan ampliamente la media de su industria.
La acción cotiza a un P/E de 38,7 y un forward P/E de 37,3, niveles difíciles de justificar en un sector que históricamente premia estabilidad, pero no necesariamente crecimiento explosivo. Esa prima, que el mercado suele pagar por la marca y su rol dominante en consumo masivo, hoy resulta excesiva.
Dentro del sector salud, también aparece entre los «caros» Eli Lilly (LLY), cuya valoración quedó demasiado por encima de su rango histórico. Si bien el negocio de tratamientos para la obesidad impulsó el papel en los últimos años, la acción ya descuenta un futuro extremadamente optimista.
Ambas compañías comparten el hecho de que son empresas extraordinarias, pero a precios poco razonables para nuevas entradas.
Las oportunidades de inversión
A diferencia de los sectores considerados «caros», Torre destaca dos nombres que hoy cotizan con múltiplos atractivos y que podrían beneficiarse del próximo ciclo de valor internacional.
META (Facebook)
Dentro del universo tecnológico, META aparece como la opción con mejor combinación entre potencia de crecimiento y múltiplos razonables. La empresa opera con un forward P/E de 21,8x, uno de los más bajos dentro de las Big Tech, incluso inferior a su promedio histórico.
Esa relación precio/expectativas luce especialmente atractiva en un momento donde la inteligencia artificial tracciona ingresos y refuerza barreras de entrada. Para inversores que buscan exposición a tecnología sin pagar valores extremos, META se posiciona como una alternativa competitiva.
UnitedHealth Group (UNH)
En salud, Torre señala una oportunidad interesante debido a que, el sector, se encuentra en mínimos de valuación de los últimos 30 años, lo que genera un punto de entrada inusual para empresas defensivas de alto flujo.
UNH presentó un 3Q25 por encima del consenso, con ingresos por $113,2B, crecimiento del 12% YoY, y un EPS de $2,92, unos $0,11 por encima de lo esperado. Además, su CEO, Stephen Hemsley, subrayó que la firma continúa fortaleciendo su estructura para un crecimiento acelerado en 2026 y los años siguientes.
La hoja de ruta de la City
Activos a evitar / vender
- T15D5 y S16E6
- GD29 y GD30
- Walmart (WMT)
- Eli Lilly (LLY)
Activos con potencial
- AE38 y bonos largos ley local
- META
- UnitedHealth Group (UNH)
- TZX28
La compresión de spreads comprimió oportunidades, dejó sin recorrido a los bonos duros cortos y obligó a rotar hacia tramos más largos de la curva. Algo similar sucede en acciones del exterior: algunos papeles defensivos quedaron demasiado caros, mientras sectores como salud y tecnología ofrecen puntos de entrada más razonables.
La City hoy coincide en un mensaje claro: vender lo que quedó sin upside, reforzar posiciones en activos rezagados y privilegiar calidad en sectores castigados. La estrategia no pasa por moverse mucho, sino por moverse bien.
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ECONOMIA
Debate por una tasa a la emisión de gases vacunos: qué le respondió un dirigente rural a la diputada que ideó el proyecto

La diputada Lucía Klug impulsa un proyecto para crear la Tasa Ambiental sobre el Metano en Buenos Aires (TAMBA), destinada a gravar las emisiones generadas por la ganadería. La iniciativa despertó un rechazo inmediato de la la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
En este marco, Klug y el presidente de Carbap, Ignacio Kovarsky, debatieron en Infobae en Vivo y expusieron su visión de la problemática ambiental y el impacto que puede generar en el sector.
Klug, de UxP, señaló que se trata de un tema ampliamente discutido en convenciones internacionales y respaldado por estudios científicos: el metano es la cuarta emisión antropogénica más relevante y genera una problemática ambiental creciente.
“El debate es complejo porque no estamos frente a una emisión ‘artificial’, sino ante procesos que, aunque naturales, se ven potenciados por la producción ganadera, que además es la base de alimentación de la mayoría de la población. Ahí aparece una tensión permanente entre el derecho a la alimentación y una producción que también tiene impactos ambientales negativos”, explicó.
“En muchos de los comunicados —como el de CARBAP, por ejemplo— se puso el foco casi exclusivamente en la cuestión tributaria. Pero este proyecto no es una medida fiscalista. No apunta a recaudar por recaudar, sino que es una herramienta ambiental”, indicó.
“Lo que buscamos es promover mecanismos de responsabilidad extendida del productor, que ya se aplican en numerosos sectores. La lógica es simple: aquello que producís y ponés en el mercado, si genera un impacto, tiene que ir acompañado de medidas para mitigarlo. Eso puede tomar la forma de una tasa, sí, pero también de otras acciones que reduzcan emisiones. Y existen muchos ejemplos. Uno muy exitoso es el de un feedlot en Coronel Rosales —una de las actividades que más gases genera— que logró reconvertirse en una planta de biogás», dijo Klug.
“Ese es el camino: fomentar la adopción de tecnologías y prácticas que reduzcan las emisiones de metano. El objetivo final es mejorar el ambiente, algo que incluso beneficia a la propia actividad ganadera, porque los efectos del calentamiento global también perjudican la producción de alimentos. Si no empezamos a actuar, entramos en un ciclo sin salida”, agrego.
En contraposición, Kovarsky planteó: “Cuando hablamos de emisiones de gases de efecto invernadero, suele mencionarse que el agro en su conjunto —no solo la ganadería— aporta alrededor del 20% del total. Dentro de ese porcentaje, la ganadería bovina representa aproximadamente entre el 10 y el 12%. Si miramos el escenario global, el sector agropecuario explica entre el 20 y el 22% de las emisiones, mientras que el resto —industria, energía y transporte— supera el 70%“.
“Lo llamativo es que, aun siendo el sector que menos aporta en esa comparación, el foco termina puesto sobre los productores ganaderos, que son los que generan el porcentaje menor”, consideró.

Kovarsky detalló: “Hay un trabajo, de hace años, que instaló la idea de ‘la vaca como problema’. Pero la vaca hace algo que es un proceso natural y evolutivo de millones de años: transforma materia vegetal en proteína animal de altísimo valor biológico. Esa conversión no ocurre por ningún otro mecanismo. Gracias a los microorganismos de su sistema digestivo, el animal puede comer pasto —que es prácticamente inutilizable para otras especies— y convertirlo en alimento de calidad. En ese proceso se emite metano».
El dirigente especificó que el metano bovino tiene una vida media de entre nueve y doce años en la atmósfera. Luego se descompone, mediante la acción del radical hidroxilo, en dióxido de carbono y vapor de agua. Ese CO₂ es, a su vez, el insumo esencial para que las plantas, mediante la fotosíntesis, vuelvan a producir materia vegetal. Es un ciclo biológico cerrado.

En cambio, el CO₂ que emiten los combustibles fósiles, la industria o la energía permanece décadas o incluso siglos en la atmósfera y no puede ser reabsorbido en la misma escala.
“Por eso, conceptualmente, estamos discutiendo lo incorrecto: hay que analizar el balance de carbono y no solo la emisión bruta”, dijo el dirigente.
“Las vacas, además de ser las que menos emiten, son las únicas capaces de participar de un sistema que reabsorbe lo que generan, porque forman parte de un ciclo que se renueva. La industria, el transporte o la energía no pueden ‘reabsorber’ lo que emiten, y menos aún el tipo de gases que liberan”, sostuvo.
“En Argentina, además, el sistema ganadero es distinto al de los países donde se hicieron muchos de estos estudios. Acá la producción está basada en pastizales, y en promedio un animal pasa solo unos 100 días en engorde a corral dentro de un ciclo de dos años. Algunos feedlots avanzan hacia modelos de economía circular con plantas de biogás, pero son una minoría. La enorme mayoría de la ganadería argentina se desarrolla a pasto, lo que nos diferencia de otros países que tienen poca superficie y trabajan con animales encerrados prácticamente desde los seis meses”, indicó.
“Por eso digo que hay mucho desconocimiento sobre cómo funciona el sistema ganadero argentino, sobre el equilibrio del carbono en nuestros campos y sobre el tiempo de permanencia de los gases emitidos por el bovino en comparación con otros sectores. Ese es el debate que realmente deberíamos estar dando”, añadió.
Klug respondió: “Es una de las industrias que menos impacto tiene en términos relativos, pero eso no significa que no tenga impacto. Una cosa no quita la otra. Hay actividades mucho más nocivas que la ganadería, pero eso no invalida que la ganadería también genere efectos y que, en Argentina, hoy no exista ningún tipo de regulación al respecto. Muchos países ya están estudiando cómo avanzar hacia un equilibrio o balance en estas emisiones, y nosotros todavía no iniciamos ese camino”.
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* De 18 a 21: Jesica Bossi, Diego Iglesias, María Eugenia Duffard y Federico Mayol. Actualidad, charlas y protagonistas, en vivo. Seguinos en nuestro canal de YouTube @infobae.
Mirá el debate completo entre la diputada Lucía Klug y el presidente de Carbap, Ignacio Kovarsky
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