ECONOMIA
Alerta dólar: se aceleró el boom de importaciones y hay un dato que preocupa al mercado

Junio suele ser el último mes en el que la balanza comercial trae alegrías. Hay una cuestión estacional por la liquidación de la cosecha agrícola, que además este año tuvo un componente extra: el Gobierno puso un alivio de las retenciones a la exportación que vencía, precisamente, el último día de junio. Teniendo en cuenta esos factores a favor, el último dato comercial difundido por el Indec no deja mucho margen para el optimismo.
El saldo de u$s906 millones sigue luciendo insuficiente para el nivel de salida de divisas que está teniendo la economía, y el pronóstico es que en los siguientes meses pueda verse reducido a niveles mínimos.
Muy lejos del optimista pronóstico que había hecho el Gobierno en el proyecto de presupuesto 2025, no habrá un holgado superávit de u$s20.000 millones por bienes y servicios. De hecho, los economistas que participan en la encuesta REM del Banco Central vienen corrigiendo a la baja sus pronósticos.
A inicios de año, la expectativa del mercado era que la balanza comercial dejara un saldo positivo de u$s12.144 millones. Pero, mes a mes, los expertos fueron retocando a la baja su previsión de exportación, al tiempo que corregían al alza la de importación, en el marco de una política de revaluación del peso.
En definitiva, en menos de un semestre la previsión de saldo comercial se redujo a la mitad: u$s6.133 millones, producto de ventas por u$s81.541 millones e importaciones por u$s75.408 millones.
Y, si bien ya no es sorpresa la velocidad que están tomando las importaciones -que, además del tipo de cambio, tienen el incentivo de bajas arancelarias y desregulaciones-, lo que sí llama la atención es el pobre desempeño exportador. Si no fuera por el rubro petrolero, que crece a una impactante tasa de 74% interanual, las exportaciones habrían caído respecto del año pasado, y el superávit total sería de apenas u$s156 millones en el mejor momento del agro.
Últimos cartuchos de la soja
A pesar de que el volumen de producción del campo fue mejor que el del año pasado y que la cuestión impositiva apuró los embarques, la venta de productos primarios tuvo una mejora marginal de 2,6%, mientras que las manufacturas de origen agropecuario -el principal rubro de exportación- se mantuvo estancado. Jugaron en contra los precios del mercado internacional, que para el caso de los cereales se redujeron en torno de 1,9% interanual.
No es una situación que sorprenda, desde ya: el precio de la soja en el mercado de Chicago viene luchando para no caer debajo de los u$s370 por tonelada, muy lejos de los u$s430 de hace un año. Era algo previsto por una combinación de factores productivos y geopolíticos: por un lado, la sobreproducción estadounidense y brasileña y, además, el «factor Trump» que había llevado a un incremento en los acopios de importadores asiáticos.
Lo cierto es que no hay grandes expectativas sobre el aporte del campo argentino para el segundo semestre. Es probable que julio todavía tenga buenas cifras, dado que se liquidaron unos u$s2.700 millones que se habían anotado antes de que venciera la rebaja temporal de retenciones. Pero el efecto posterior será el de un bajón significativo, como ya se está sintiendo en los volúmenes embarcados en los puertos de Rosario.
¿Quién lidera las importaciones?: el dato que preocupa al mercado
Mientras tanto, las importaciones vuelan: el crecimiento interanual es de 35,9%, cuatro veces más que las exportaciones. En junio, las compras desde el exterior sumaron u$s6.370 millones, y las proyecciones de los economistas es que ese nivel se mantenga durante el resto del año.
Ahí es donde se genera la polémica política: ¿es un dato para festejar o para preocuparse? El Gobierno argumenta que un alto nivel de importación es un síntoma de reactivación económica, porque la mayor parte de las compras son insumos y bienes de capital para la industria.
Y, efectivamente, la importación de bienes de capital viene creciendo a buen ritmo -un 100% de variación interanual en junio-, lo cual es consistente con la previsión de un crecimiento del PBI de 5,5% en el año.
Pero, aun así, hay algo que llama la atención de los economistas. Hay una vieja regla aceptada por el mercado, según la cual, por cada punto de crecimiento del PBI, se necesita que suban tres puntos las importaciones. Si ese fuera el caso, las compras deberían estar subiendo a una tasa interanual del 17%, pero lo están haciendo en torno de 35%.
Y ahí aparece el dato que contradice a Toto Caputo: los rubros que más están impulsando las importaciones -y agrandando el déficit de la cuenta corriente- no son los insumos de la industria, sino los productos de consumo final y los automóviles. En junio crecieron, respectivamente, a un ritmo interanual de 90,9% y de 248,5%.
Esos dos rubros sumados ya representan un 22% de las importaciones totales, superando a los bienes de capital, que tienen una participación de 19%. Hace un año, los bienes de consumo y los autos, sumados, apenas representaban el 14% de la «torta» importadora.
El petróleo, volátil
Con ese panorama, la gran apuesta del gobierno para equilibrar las cuentas externas se llama Vaca Muerta. Con el aporte de la exportación de petróleo y gas, se espera que ese rubro, que históricamente había sido un dolor de cabeza -durante la guerra de Ucrania obligó a sacrificar reservas por la inédita cifra de u$s12.868 millones- ahora deje un superávit de unos u$s8.000 millones.
De todas formas, no hay certeza sobre que esas proyecciones se cumplan. También aquí juega el «efecto Trump», con una caída en la cotización del mercado petrolero global. Irónicamente, lo que hace tres años habría sido la mejor noticia posible, ahora juega en contra de los intereses argentinos.
Ya se descartó que el conflicto israelí-iraní pueda provocar un alza sostenida en el precio del crudo. Para empezar, porque no se produjo el temido cierre del estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del petróleo comercializado a nivel global.
Pero, además, hubo una confirmación en la suba de producción de la OPEP, en un mercado que ya venía mostrando un exceso de oferta. Y, para completar el cuadro, Trump está dispuesto a cumplir su promesa de campaña, en el sentido de bajar el precio doméstico de la nafta, sobre la base de un impulso a la producción del «shale oil».
Hablando en plata, el precio del barril, que a inicios de año rondaba los u$s80, hoy lucha por sostenerse en torno de u$s67 -después de haber tocado en mayo un mínimo de u$s56, un valor que no se veía desde la pandemia.
La esperanza de Vaca Muerta
Aun con ese panorama externo poco favorable, la perspectiva de la «carta petrolera» es buena. En junio se exportaron u$s1.064 millones, lo que implica un crecimiento de 74% respecto del año pasado, un logro que se valora aun más si se considera que en ese lapso los precios cayeron un 17,2%.
El acumulado anual de la exportación petrolera llega a u$s5.337 millones. Y si se netea las compras de gas, el saldo del primer semestre queda en u$s3.761 millones.
A pesar de recientes altibajos en la producción, la previsión de los expertos del área energética es que en el segundo semestre podría haber mejores cifras de exportación, con lo cual -de no mediar imprevistos en el mercado internacional- no puede descartarse que el rubro energético deje un aporte neto en torno de u$s8.000 millones.
El problema, claro, es si eso alcanzará para disimular la dificultad de financiar las crecientes importaciones, por no mencionar la salida de divisas por el rubro de turismo y servicios.
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ECONOMIA
Delegaciones de EEUU y China negociarán en Malasia sobre tierras raras antes de la reunión entre Trump y Xi Jinping

El representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, anunció que viajará este miércoles a Malasia junto al secretario del Tesoro, Scott Bessent, para mantener conversaciones con funcionarios chinos tras lo que calificó como medidas “increíblemente agresivas” y “desproporcionadas” por parte de Beijing destinadas a frenar las exportaciones de minerales de tierras raras. En declaraciones a CNBC, Greer remarcó que aún existe margen en la agenda para que el presidente Donald Trump se reúna con el mandatario chino, Xi Jinping, aunque señaló que el encuentro, previsto al margen de una conferencia económica en Corea del Sur la próxima semana, dependerá de una decisión conjunta entre ambos líderes.
El funcionario estadounidense sostuvo ante CNBC que las restricciones implementadas por China violan un acuerdo alcanzado meses atrás, en el que ambas partes se comprometieron a mantener el suministro de tierras raras, fundamentales para la industria tecnológica. No obstante, Greer subrayó que sigue existiendo “una buena zona de aterrizaje” que permitiría a Estados Unidos y China establecer un comercio más equilibrado si se logran nuevos consensos.
Las tensiones comerciales entre ambas potencias se han profundizado tras una etapa de relativa calma, luego de que Trump anunciara aranceles adicionales del 100% a productos chinos que entrarán en vigor el 1 de noviembre, posteriormente a la decisión de Beijing de imponer controles a la exportación de la mayoría de las tierras raras. Tanto Greer como Bessent enfatizaron que no existe intención de separar la economía estadounidense de la china ni de elevar el conflicto, aunque insistieron en la necesidad de reequilibrar la relación comercial después de décadas de restricciones para el acceso de empresas estadounidenses a los mercados chinos.
Durante su intervención en CNBC, Greer recalcó que hay posibilidades de aliviar las tensiones comerciales y de alcanzar términos más justos para ambas naciones. Aseguró que “teóricamente existe una buena zona de aterrizaje para Estados Unidos y China en la que comerciamos de una manera más equilibrada, en bienes no sensibles y con una relación constructiva”.

El representante comercial también argumentó que Estados Unidos ha mantenido una postura abierta hacia China, mientras que las políticas de Beijing han promovido la exclusión de empresas estadounidenses y el exceso de capacidad productiva en territorio chino, factores que según su valoración resultan perjudiciales para su país. Advirtió que Estados Unidos “necesita un camino alternativo” ante este escenario.
Greer anticipó que, además de las restricciones en minerales estratégicos, la delegación estadounidense abordará con China asuntos del sector agrícola, como la suspensión de compras de soja y sorgo estadounidenses. Según afirmó, estas medidas tienen la intención deliberada de afectar a los agricultores de Estados Unidos. Agregó que China mantiene obligaciones pendientes de adquisición de productos agrícolas e industriales estipuladas en un acuerdo comercial firmado durante el primer mandato de Trump, y subrayó que Washington seguirá planteando este incumplimiento en los próximos encuentros.
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ECONOMIA
El Gobierno ratifica que la reforma laboral incluirá «salarios dinámicos» y paritarias por empresas

La Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados retomó este miércoles por la mañana el debate del proyecto de ley enviado por el Poder Ejecutivo en su capítulo laboral, con la participación del secretario de Trabajo, Julio Cordero, quien expuso los principales lineamientos de la futura reforma laboral que el Gobierno busca implementar en la segunda mitad del mandato de Javier Milei.
Durante la reunión, Cordero respondió a las críticas de la oposición sobre el aumento de la informalidad, el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo, y remarcó que «hace dos meses que estamos trabajando en una reforma laboral junto a los que firmaron el Pacto de Mayo».
Reforma laboral: paritarias, salarios dinámicos y convenios por empresas
El funcionario negó demoras en la homologación de paritarias y defendió el accionar de su secretaría: «Hay que proteger al sector privado, porque si no se lo protege, se retira», afirmó. En ese sentido, destacó que «hay un diálogo permanente, esta es una secretaría de puertas abiertas donde buscamos un equilibrio entre los sindicatos y los empresarios».
El secretario de Trabajo Julio Cordero habló sobre la reforma laboral
Respecto de los incrementos salariales de apenas 1% acordados en algunas actividades, explicó que «al modificarse la matriz económica que permite que los argentinos cuenten con una moneda estable, que no tengan el impuesto inflacionario, se ha generado una dinámica distinta en la paritaria. Hoy no se trabajan de la misma manera, que es correr contra la inflación».
Cordero enfatizó que el Gobierno trabaja en una reforma profunda que modificará el esquema actual de negociación colectiva: «Estamos trabajando en los convenios por empresa, que permitirían una situación distinta porque podrían negociar con el sindicato si la paritaria nacional quedó muy por encima», adelantó. Según explicó, ese nuevo sistema «genera un diferencial salarial siempre hacia arriba».
En la misma línea, el secretario sostuvo: «Tenemos un plan de incremento salarial dinámico. Estamos trabajando hace dos meses. Eso es lo que marca la diferencia entre los salarios de convenio y los salarios reales, que estos últimos son muy superiores y deben serlo». Y añadió: «Queremos que los salarios generen este diferencial por mérito. Si todo es lo mismo, se apunta hacia abajo».
El esquema que impulsa el oficialismo, apoyado por el PRO y la UCR, busca introducir el concepto de salario dinámico, un modelo que vincula la remuneración con la productividad individual y no con los convenios colectivos. De esa manera, se reducirían los pisos salariales básicos y cada empresa podría negociar directamente con su representación sindical interna.
Cordero defendió también la eliminación de las multas a empresas por incumplimientos laborales que dispuso la Ley Bases. «Las personas siempre tienen sus derechos laborales, las multas iban para el Estado, no para el trabajador», sostuvo. Y agregó: «Haber eliminado multas apunta a un desarrollo que lleve a la conclusión de la informalidad. Por supuesto que falta, pero lo que se hizo fue el comienzo, es una base».
Finalmente, el funcionario destacó que desde su cartera trabajan con las cámaras empresariales «para que no trasladen a precios esos aumentos y que los trabajadores puedan contar con este diferencial».
Alerta en los gremios y cómo puede impactar en paritarias
Las organizaciones sindicales y los especialistas en derecho laboral observan con preocupación la propuesta de los «salarios dinámicos», ya que consideran que podría derivar en una flexibilización encubierta de las condiciones laborales.
Según fuentes gremiales, el sistema «nivela hacia abajo los derechos y salarios de millones de trabajadores», ya que transformaría los pisos convencionales en techos de negociación individual, debilitando la fuerza de los convenios colectivos.
El esquema recuerda a los modelos de pago por rendimiento, utilizados históricamente para disciplinar o sobreexigir a los empleados más que para incentivar su productividad. Además, al desvincular el salario de la inflación, se corre el riesgo de que el poder adquisitivo se deteriore aún más en un contexto de precios en alza.
«Con este modelo, el riesgo económico se traslada del empleador al empleado», advirtieron fuentes sindicales. Si el proyecto avanza, las paritarias podrían cambiar de forma sustancial. En lugar de negociar aumentos generales por rama o sector, los ajustes salariales se definirían según el rendimiento o la productividad individual.
Esto, según los gremios, debilitaría la negociación colectiva y aumentaría la desigualdad entre trabajadores dentro de una misma empresa, al depender de evaluaciones subjetivas o criterios empresariales.
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ECONOMIA
Ricardo Arriazu: “Si las elecciones salen mal, se acaba la ayuda de EEUU y el dólar se va a cualquier nivel”

El economista Ricardo Arriazu, considerado una de las voces más influyentes para el presidente Javier Milei, aunque él aclara que no mantiene trato personal con el mandatario; planteó tres posibles escenarios post elecciones, en medio de la incertidumbre en los mercados. Además, criticó tanto los pedidos de devaluación como las bandas cambiarias.
Arriazu, de Estudio Arriazu Macroanalistas, disertó en la 2° Cumbre Aseguradora Argentina, que tiene por objetivo debatir, analizar y proyectar el futuro de esa industria en el país. El evento tomó lugar en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y fue organizada por el Comité Asegurador Argentino, integrado por ADEAA, ADIRA, AACS, AVIRA y UART.
“La economía tiene equilibrio macroeconómico, pero hay una gran pulseada con respecto al dólar. ¿Cuáles son los escenarios? En primer lugar, con las elecciones en tres días, no hay duda de que el gobierno va a hacer lo imposible para que el tipo de cambio no se mueva, porque esa es la clave del programa económico», comenzó Arriazu.

“Después de las elecciones pueden darse dos escenarios. En el primero, el Gobierno obtiene al menos un tercio de los escaños en alguna de las cámaras, lo que le permitiría evitar un juicio político y sostener sus vetos. Con ese respaldo y el apoyo de Estados Unidos —que merece una mención especial—, la economía cambia de la noche a la mañana», consideró.
En el segundo escenario, si el oficialismo no alcanza ese tercio y el Congreso impulsa tanto el equilibrio fiscal como un eventual juicio político, es probable que Washington retire su respaldo. Ese apoyo, aclaró, no está destinado a financiar el gasto, sino a facilitar la resolución de los compromisos de deuda de corto plazo.
En tanto, Arriazu mencionó y respondió las preguntas que tiene el mercado. “¿Puede aguantar una corrida? Sí, con recursos propios. Obviamente, con la ayuda de Estados Unidos es un paseo. ¿Pueden pagar los vencimientos de deuda? Tenemos una de las deudas de mercado más bajas del mundo, el 19% del PBI. Pero como somos estafadores seriales, todo el mundo quiere que le mostremos la plata. No le piden eso a ningún otro país. A nosotros sí por ser estafadores».
Asimismo, consideró: “¿Qué pasaría si el oficialismo no logra su objetivo? Bueno, lo dejo en manos de ustedes pensarlo. ¿Vale la pena ganar la pulseada? Con recursos propios, sería muy dolorosa. Pero mi respuesta es, definitivamente, sí. De los últimos 44 años, 20 tuvimos crecimiento negativo. Cada año con crecimiento negativo fue por una corrida cambiaria, por gente queriendo cambiar pesos a dólares porque no confía en el peso. Y siempre la ganaron. Alguna vez hay que ganársela, para que la gente dude antes de comenzar una corrida».
Al mismo tiempo, enfatizó: “Si las elecciones salen mal, se acaba la ayuda de Estados Unidos, ¿y a cuánto se va el dólar? Cualquier nivel. Si las elecciones salen bien y hay ayuda de Estados Unidos, baja, pero ¿a dónde baja? a $1.300-$1.350″.
“Pero la incertidumbre tiene costos. El riesgo país argentino es 10 veces superior al de Uruguay y Paraguay y tenemos números macroeconómicos infinitamente mejores”, añadió.
Desde una perspectiva más general, Arriazo aseguró: “Yo soy enemigo de la banda cambiaria porque Argentina es una economía bimonetaria y una economía bimonetaria funciona totalmente distinto a una economía de una sola moneda. Los pesos en la Argentina se usan exclusivamente para pagar sueldos, pagar impuestos y unos pocos gastos menores, todo el resto es en dólares”. Criticó el declive de la economía luego de la implementación de ese esquema y la no acumulación de reservas.
En paralelo, se opuso a una devaluación: “Cada vez que subió el tipo de cambio real fue por una crisis política o por salida de capitales. En cuanto la situación se normaliza, el tipo de cambio real cae. ¿Qué significa esto? Que el Gobierno no controla el tipo de cambio real, sino el nominal, y por lo tanto no puede fijarlo a voluntad. Además, cada vez que el tipo de cambio subió, la actividad económica cayó“.
A criterio de Arriazu, en relación a la industria del seguro, si se deja de modificar las reglas y de crear nuevos impuestos, se facilita la operatoria y pueden volver los fondos de pensión. Todo eso permitiría generar capital de largo plazo, elevar la tasa de ahorro y, en consecuencia, favorecer el crecimiento de la Argentina.
“El riesgo argentino no es un kuka, el riesgo argentino es un riesgo argentino. Son los argentinos los que pensamos sin sentido común. Yo presenté una charla en Tucumán que se llamaba Soñando con una Argentina posible. Y lo primero que dije, el título no es casualidad”, sostuvo el economista.
“Si miramos largo plazo y miramos energía, minería, industria de conocimiento, agro, todo es lejos de Gran Buenos Aires. La posibilidad de crecimiento es enorme. Fácilmente podemos ir al 5,5% por año. Pero la palabra sueño es porque los argentinos somos campeones en desaprovechar todas las oportunidades”, concluyó Arriazu.
A su turno en la cumbre, Alejandro Simón, presidente del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Seguro (CIDES) y CEO de Sancor Seguros, dijo: “Creo que tenemos como sector asegurador una gran oportunidad de transformarnos en uno de los motores principales del crecimiento de la economía argentina. Somos un viabilizador de de la actividad económica, pero también de las inversiones de largo plazo”.
Por otra parte, en relación al futuro, destacó que “la inteligencia artificial y la inteligencia artificial generativa es una gran oportunidad y un desafío al mismo tiempo, con un desarrollo exponencial a nivel mundial en todo lo que tiene que ver con áreas de suscripción, la gestión de siniestros, de prevención de fraude y de personalización de la oferta”.

A su vez, el directivo sostuvo que el avance hacia la computación en la nube obliga a las aseguradoras a reducir el control directo sobre sus propios recursos tecnológicos, lo que plantea nuevos desafíos regulatorios. Señaló que no basta con imitar los modelos de los países más desarrollados, ya que existe un debate internacional sobre cómo abordarlos.
Agregó que la ciberseguridad se volvió un eje crítico: “La inteligencia artificial está disponible tanto para nosotros como para los hackers, que son cada vez más sofisticados”. Por eso, remarcó la necesidad de contar no solo con barreras de protección, sino también con protocolos de acción rápida que minimicen los daños una vez ocurrido un ataque.
En otro tramo, Simón advirtió sobre los cambios demográficos. Indicó que la tasa de natalidad en la Argentina cayó de 2,1 hijos por mujer —nivel de reemplazo poblacional— a 1,4 desde la pandemia, un valor similar al promedio europeo.
Por último, se refirió a la informalidad laboral y a la necesidad de una reforma que reduzca la litigiosidad. Citó el caso de Brasil, donde una modificación legal permitió disminuir en 80% los juicios laborales.
Explicó que el esquema se basó en tres ejes: limitar el financiamiento compulsivo a los sindicatos, dar prioridad a los acuerdos colectivos por sobre leyes generales y establecer que, si un reclamo judicial resulta infundado, el trabajador deba asumir los honorarios antes de presentar una nueva demanda.
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