ECONOMIA
Caputo informó que agosto terminó con superávit fiscal y acusó a la oposición de querer “romper” el equilibrio en las cuentas

El Gobierno finalizó agosto con superávit fiscal después de haber finalizado julio en rojo debido a fuertes pagos de intereses de deuda, según informó este jueves el ministro de Economía Luis Caputo a través de su cuenta de X. En lo que va del año el Sector Público Nacional mantuvo un saldo positivo en las cuentas públicas, principal ancla de la gestión actual.
El Sector Público Nacional (SPN) registró un resultado primario positivo de $1.556.864 millones, antes del pago de deuda, y un verde financiero de $390.301 millones.
“El superávit primario en el mes se incrementó casi 30% en términos reales frente a igual mes de 2024, con erogaciones primarias que se redujeron 6,4%. No obstante, el gasto en prestaciones sociales creció 2,9%, destacándose el incremento en jubilaciones y pensiones contributivas por 9,1%, en tanto las transferencias a universidades aumentaron 9,3% interanual”, detalló Caputo.
En los primeros ocho meses del año se registró un superávit primario de aproximadamente 1,3% del PIB y un superávit financiero de 0,4% del PIB, según los datos de Economía. El superávit financiero de $390.301 millones contrasta con el déficit de $384.505 millones registrado en agosto de 2023, equivalente a más de $1.720.000 millones ajustado por inflación.
“Frente a los intentos de parte del arco político de romper el equilibrio fiscal, el Gobierno continuará garantizando el orden en las cuentas públicas, ya que es condición necesaria para continuar mejorando la calidad de vida de los argentinos. Desde el año pasado, el orden fiscal ha sido un pilar fundamental para estabilizar la macroeconomía y reducir la presión tributaria. Sólo en 2025, la devolución de recursos al sector privado por la eliminación del impuesto PAIS y la baja en derechos de exportación y aranceles de importación se estima en alrededor de 1,4% del PIB”, escribió Caputo.
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ECONOMIA
Fausto Spotorno: “La economía argentina salió de terapia intensiva, pero no del hospital”

La economía volvió a mostrar señales de vulnerabilidad desde abril, principalmente por las consecuencias de las decisiones políticas y la ausencia de consensos, más que por insuficiencias en la gestión para revertir el prolongado ciclo de alta inflación, aumento del déficit fiscal y pérdida de competitividad externa.
Los principales indicadores macroeconómicos exhibieron avances durante los primeros 21 meses de la presidencia de Javier Milei, con una reducción de la pobreza del 41,7% al cierre del gobierno anterior al 31,6% en el primer semestre de 2025, tras un pico de 52,9% doce meses atrás. Sin embargo, empresarios y dirigentes opositores perciben que estas mejoras aún no impactan en la microeconomía -es decir, en pymes y trabajadores-.
Además, a la escasa acumulación de reservas en el Banco Central, consecuencia de la prioridad oficial por atender pagos a importadores y bonistas en un mercado internacional todavía cerrado, se suma el impulso legislativo de iniciativas que elevan el gasto público sin financiamiento genuino, así como un resultado adverso para el oficialismo en las elecciones legislativas locales de la provincia de Buenos Aires. Estos factores provocaron inestabilidad en los mercados cambiarios, de bonos y acciones, y pusieron en riesgo la estabilidad del plan económico.
El firme respaldo que Milei y su equipo económico recibieron por parte del gobierno de Estados Unidos, con gestiones del presidente Donald Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, permitió en los últimos días un cambio de tendencia y preparó el terreno para un clima político y financiero más favorable, tanto de cara a las próximas elecciones legislativas de medio término como para profundizar el programa de ordenamiento macroeconómico y reformas estructurales en la segunda mitad del mandato.
“Las preguntas sobre la sostenibilidad del programa no vinieron tanto por el lado de cómo se financiarían los desbalances, sino por el riesgo de que, si el apoyo político se debilitaba, se volviera a déficits difíciles de financiar”
En este contexto, Infobae entrevistó a Fausto Spotorno, economista y director del Centro de Estudios Económicos de OJ Ferreres y del Instituto de Economía de la UADE, además de profesor en UADE y Ucema y miembro de la Fundación Norte y Sur, para analizar la coyuntura y sus expectativas para los próximos meses.
— Desde mediados de julio, la confianza en los mercados se deterioró, acentuándose en agosto y empeorando tras el resultado electoral en Buenos Aires. ¿A qué factores atribuye este cambio en el clima de los mercados?
— Lo que se generó en los mercados es lo que se llama una crisis de confianza. Las crisis de confianza ocurren cuando el mercado asume que el rumbo económico que antes consideraba sostenible ya no podrá mantenerse. Generalmente, esto sucede ante desbalances macroeconómicos que requieren financiamiento y, por determinadas razones, (cambios en los mercados, crisis financieras, etc.) se asume que ese financiamiento dejará de estar disponible.
Esto puede provocar salida de capitales, caída de activos y devaluación de la moneda. En este caso, la particularidad reside en que las dudas surgieron desde el aspecto político. Las preguntas sobre la sostenibilidad del programa no vinieron tanto por el lado de cómo se financiarían los desbalances, sino por el riesgo de que, si el apoyo político se debilitaba, se volviera a déficits difíciles de financiar, o incluso a una eventual reestructuración de la deuda.

— Muchos analistas atribuyen la reciente inestabilidad a factores políticos, pero al mismo tiempo destacan “errores” de política económica. ¿Por qué cree que ponen el foco en las decisiones económicas incluso cuando el trasfondo parece político?
—Hay un vínculo. Está claro que algunos efectos del programa tuvieron impacto negativo sobre una parte de la sociedad y sectores económicos. Eso no es sorprendente: los planes de estabilización suelen tener efectos negativos o costos en términos de actividad económica en algún momento.
Adicionalmente, se puede argumentar que algunos efectos recesivos se intensificaron por determinadas decisiones de política económica, como la forma de eliminar las LEFI o el intento de forzar hacia abajo el tipo de cambio al momento de unificar el mercado cambiario. No existe un plan de estabilización perfecto y, de ninguna manera, esas medidas explican la volatilidad total de los mercados.
“Algunos efectos recesivos se intensificaron por determinadas decisiones de política económica, como la forma de eliminar las LEFI o el intento de forzar hacia abajo el tipo de cambio”
Pero sí es cierto que los impactos negativos de un plan de estabilización, como el enfriamiento de la economía o la apreciación cambiaria en un contexto complicado para muchas personas y empresas, pueden derivar en efectos políticos.
Por eso, es fundamental contar con solidez política para respaldar el programa cuando se sienten sus costos de corto plazo, especialmente si la oposición política no es constructiva o, peor aún, es destructiva y tiene un historial de manejo irresponsable de la economía.
— En casi dos años de gestión, algunos indicadores macroeconómicos muestran mejoras: aumento del superávit comercial, reducción de la deuda pública, descenso de la inflación, baja en la pobreza y crecimiento del PBI. ¿No son estos logros suficientes para inspirar confianza en los mercados?
—Al parecer, no. A pesar de todo ello, es necesario completar el programa; aún restan desafíos. La inflación bajó pero no se eliminó, la economía se estabilizó aunque no crece, la inversión sigue baja, el problema de las Leliqs persiste, los dividendos de las empresas siguen “encepados”, el salario real recuperó niveles de finales de 2023 pero continúa debajo de los valores de 2017. Queda mucho por avanzar y los desafíos para Argentina aún son grandes. La economía salió de terapia intensiva, pero no del hospital.

Lo que está en juego ahora es la continuidad y sostenibilidad de estos logros, así como el avance en la resolución de los problemas que todavía persisten. Dado un gobierno políticamente frágil y una oposición que no presenta propuestas claras, más allá de oponerse, resulta razonable que existan dudas sobre la continuidad de todo el programa.
Los inversores en industrias y servicios analizan el futuro y, en este contexto, es esencial que el Gobierno, ganando elecciones o vía acuerdos, pueda al menos dar garantías de que se intentará avanzar hacia ese futuro.
— Han surgido críticas por la falta de acumulación de reservas internacionales. Sin embargo, el Gobierno privilegió el pago atrasado de deudas, la eliminación de restricciones como las SIRA y la capitalización del BCRA. ¿Considera que esa estrategia fue errónea o hay otros factores más relevantes?
—La situación en ese aspecto no es sencilla de resolver. Las alternativas eran pocas. El pedido de acumular reservas responde a que estas son una garantía para el pago de la deuda externa y ayudan a reducir la volatilidad del mercado de cambios. Sin embargo, la forma más genuina y tradicional de acumularlas es a través de un aumento en la demanda de dinero, provocado por ingreso de capitales, algo que se vio muy poco.
La otra opción es a través de superávit fiscal para evitar emisión monetaria, aunque lograr un mayor superávit es muy difícil, aunque se avanzó algo en esa dirección.
“La forma más genuina y tradicional de acumular reservas es a través de un aumento en la demanda de dinero, provocado por ingreso de capitales, algo que se vio muy poco”
La única alternativa posible para el Gobierno es comprar reservas con emisión monetaria, lo que traería más inflación de la esperada, menos crecimiento, porque se restringen dólares para importaciones, y un tipo de cambio más alto.
La cuestión actual es si esto puede hacerse de forma moderada, de manera que la inflación se desacelere más despacio y que el impacto negativo sobre la actividad por menos importaciones pueda compensarse con mejora en las actividades exportadoras o no transables, de modo que el efecto sea imperceptible.
Algunos consideran que es posible con una política muy cauta, como la subasta diaria. Otros piensan que es muy riesgoso, especialmente porque puede comprometer el proceso de desinflación debido a los rezagos de la emisión sobre la inflación.

Hay que tener en cuenta que quienes poseen títulos argentinos preferirían ver más reservas, que “garanticen” el pago de la deuda, mientras que probablemente el Gobierno prefiere un proceso de desinflación lo más rápido posible.
— ¿Ve factible una recuperación de reservas en un contexto de tipo de cambio real alto, pero con la aprobación de leyes que incrementan el gasto, debilitan el flanco fiscal y pueden llegar a acelerar tanto la inflación como la pobreza?
— Sí, es posible. Si resulta necesario acumular más reservas y se tiene un tipo de cambio real más alto, lo más probable es que la actividad económica se vea perjudicada, porque los insumos importados se encarecerán y, como sabemos, hay una fuerte correlación entre la expansión de la actividad y las importaciones.
Aunque si suponemos que la operación es tan delicada que la sola expansión de las exportaciones compense este efecto, lo que pondría en riesgo la ecuación sería que se inestabilice la situación fiscal. Para financiarlo, se requeriría aumentar tasas de interés o emitir más moneda: es decir, recesión o inflación, ambos escenarios negativos, sobre todo para los sectores más pobres.
— ¿El aval del Tesoro de Estados Unidos para ayudar al país a cumplir con los vencimientos de deuda en 2026 sería suficiente para estabilizar los mercados?
— De aquí a las elecciones, seguro ayudará. Pero en el fondo, Argentina necesita consolidar credibilidad en los mercados. Estos programas de asistencia son solo un puente hasta que los mercados internacionales vuelvan a confiar en el país como destino seguro para invertir, donde no se asumen riesgos innecesarios y se cumplen las reglas.
“Los programas de asistencia son solo un puente hasta que los mercados internacionales vuelvan a confiar en el país como destino seguro para invertir”
— ¿Qué impacto cabe esperar de la sorpresiva decisión de eliminar las retenciones para los cereales y oleaginosos hasta el 31 de octubre, en términos de reservas y recaudación?
— En números, la baja temporal de retenciones le costará al Gobierno unos USD 1.000 millones, considerando después el Impuesto a las Ganancias sobre las cerealeras. En cuanto a reservas, debería impulsar una acumulación inmediata de unos USD 7.000 millones, dada la velocidad de la liquidación reciente. Pero, esta liquidación ahora representará faltantes a futuro.
Pienso que ante la necesidad de estabilizar el mercado de cambios, se tomaron decisiones rápidas y se generó mucho ruido. Ese es uno de los riesgos de las medidas transitorias. Sin embargo, resulta clave entender que es necesario avanzar en la eliminación de retenciones a las exportaciones.
— Con la actual incertidumbre, que se mantendría al menos hasta las elecciones de medio término, ¿tiene sentido analizar los supuestos macroeconómicos presentados en el Presupuesto 2026?
— Algunos sí. Nosotros somos algo menos optimistas en general. Pero al final, si no es optimista el Gobierno, ¿quién lo será? El problema es que a veces un exceso de optimismo puede llevar a suponer que habrá recursos que finalmente no estarán.
— Desde su perspectiva, ¿la economía argentina ya entró en un nuevo ciclo recesivo y le costará salir?
— La economía llegó a un techo que no logra superar desde hace más de una década. Con la suba de tasas y los cambios en la estructura, hay sectores muy golpeados. Probablemente veamos un estancamiento de algunos trimestres, en vez de una recesión profunda.

Puede haber dos trimestres de caída, lo cual técnicamente es una recesión, pero pensamos que en la práctica será estancamiento con leves fluctuaciones, hasta que se termine de ordenar la macroeconomía y clarificar el horizonte.
— El Gobierno implementó baja de impuestos y retenciones, redujo aranceles de importación, promovió mayor apertura y mejoró el tipo de cambio real. ¿Por qué estas medidas no alcanzaron para mejorar el clima de negocios, en particular en el sector industrial?
— El principal inconveniente es que sectores que funcionan con márgenes altos, bajos volúmenes y fuerte protección necesitan transformaciones profundas para adaptarse a una economía con menor inflación y mayor apertura. Así como los mercados financieros no perciben con claridad que el proceso tendrá éxito, por desorden político y dudas sobre el consenso social, lo mismo se observa a nivel productivo.
“Transformar un negocio requiere inversión y decisiones de largo plazo, pero si existe incertidumbre sobre el futuro, las empresas retrasan esas transformaciones”
Transformar un negocio requiere inversión y decisiones de largo plazo, pero si existe incertidumbre sobre el futuro, las empresas retrasan esas transformaciones.
— Los indicadores sociales y de calidad de vida, como la pobreza y la creciente informalidad laboral, siguen mostrando cifras muy preocupantes. ¿Qué efecto cree que tendrá la coyuntura sobre estos indicadores y sobre la vida cotidiana de la población?
— Si la inflación continúa descendiendo, veremos mejoras en algunos indicadores, como la pobreza, sobre todo para quienes perciben ingresos más bajos. Sin embargo, los sectores medios podrían verse perjudicados por la baja del empleo industrial y cierto estancamiento del salario real formal.

Es crucial avanzar con una reforma laboral, ya que una economía con baja inflación exige otras reglas y nuevas demandas laborales. Algunas industrias cambiarán drásticamente y, por lo tanto, su requerimiento de trabajadores también. Eso puede causar tensión en el mercado laboral y una reforma es fundamental para suavizar esa transición.
— Mirando hacia la segunda parte del mandato de Milei, ¿cuáles son, desde su perspectiva, los escenarios más probables para la economía argentina y qué debería hacer el Gobierno?
— Creo que el Gobierno tiene que avanzar en cuatro ejes:
- Reformas laboral y tributaria, para permitir una mayor competitividad y facilitar transformaciones productivas.
- Fortalecimiento político, logrando consensos claros para avanzar.
- Mejorar la gestión en aspectos que no son prioritarios hoy pero lo serán, como infraestructura y procesos estatales ligados al sector productivo, lo que implica mejorar de forma definitiva la institucionalidad (Presupuesto, autonomía del Banco Central, etc.).
- Acceder a los mercados financieros internacionales es clave, además de eliminar lo que resta del cepo cambiario.
— Para cerrar, ¿podría compartirnos una reflexión final sobre el panorama económico y político argentino?
— Argentina está ante un proceso de estabilización y transformación. Lograr la estabilización no significa mantener la misma economía de siempre, pero sin inflación. Significa que muchas cosas van a cambiar: este país fue adicto al déficit fiscal, la emisión monetaria y el proteccionismo, prácticas que no benefician el desarrollo ni el crecimiento de la sociedad.
“Este país fue adicto al déficit fiscal, la emisión monetaria y el proteccionismo, prácticas que no benefician el desarrollo ni el crecimiento de la sociedad”
Pero no resulta fácil abandonar esos hábitos, ya que forman parte de características profundas del sistema político y económico local. Eso requiere transformaciones y cambios que pueden tener costos económicos iniciales para algunos sectores, pero que son indispensables si queremos alcanzar una economía más ordenada y pujante.
La cuestión de fondo es si, finalmente, habrá un consenso político y social suficiente para llevar adelante estas transformaciones.
ECONOMIA
Todavía quedan el volante y dos pedales: la electrónica le dice adiós a la palanca de cambios

La adopción de las cajas de velocidades automáticas en los autos de nueva generación permitió en poco tiempo un cambio de paradigma en la movilidad, convirtiendo una tecnología que sólo ofrecían los autos más caros en una nueva normalidad en el equipamiento de serie de las marcas generalistas.
En gran medida esto se debe a que con las nuevas cajas de variador continuo, las conocidas cajas CVT, implementar ese tipo de transmisión es más económico para los fabricantes generalistas. Se ahorran componentes internos y externos e incluso todo un mecanismo que desaparece como es el comando del pedal de embrague y sus conexiones.
Simultáneamente, y a un ritmo cada vez más acelerado, consecuencia directa de tener vehículos automáticos, hay otro elemento que está perdiendo protagonismo: la palanca de cambios.

“En los años ’70 hubo algunos intentos por reemplazar la palanca de cambios en algunos modelos, utilizando un sistema de mangueras de vacío para hacer el cambio de tracción por medio de un rotor o una tecla en algunos modelos de Jeep. Pero el mecanismo era complejo y no fue muy exitoso”, comentó Luis Toso, especialista en tecnología automotriz a Infobae, a modo de introducción.
Hubo otros intentos en los años ’90 que tampoco perduraron. El problema recién se empezó a solucionar con la llegada de comandos electromecánicos al proceso de cambio de marcha o de transmisión de un vehículo 4×4.

Este tipo de solución permitió eliminar parte del varillaje mecánico que accionaba las palancas tradicionales a través de una tecnología llamada TCM (Transmission Control Module), pero tenía todavía un problema que podía ocurrir si el conductor dejaba colocada la marcha y se bajaba del vehículo, lo que ocasionó varios accidentes, algunos con personas fallecidas inclusive.
Todo esto se resolvió únicamente cuando se cambió por completo el concepto de los autos convirtiéndolos en lo que hoy se denomina como vehículos SDV (Software-defined vehicle), que en castellano significa Vehículo definido por software. Esa fue la condición definitiva que permitió eliminar la palanca de cambios y en su lugar colocar distintos modos de seleccionar el sentido de marcha o de estacionamiento para los conductores.
Además, la electrónica no sólo permite hacer el cambio de dirección en el que va a circular un vehículo sin comandos mecánicos, sino también permitir que se pueda programar el sistema de modo tal que apenas se abre la puerta del conductor, el modo pasa automáticamente a Parking.

Existen sistemas como el Rotary Shifter de Ford, que ha incorporado un comando rotador horizontal en la consola central que permite seleccionar con un movimiento entre Drive, Retroceso, Neutro y Parking, y que tiene una tecla central “S” para accionar las marchas más cortas sin que se cambien automáticamente.
Mercedes-Benz ha optado por un mando detrás del volante, que podría representar una palanca más como la de luz de giro, limpiaparabrisas o luces reglamentarias. También Volkswagen fue por ese tipo de solución en varios modelos, incluido el recientemente presentado Volkswagen Tiguan. En este caso, esa palanca se baja y se sube de posición para seleccionar el sentido de marcha o el estacionamiento del vehículo.

Otra alternativa es la que mostró Peugeot en su nuevo 3008, de reciente llegada al mercado argentino. En este caso el vehículo tiene un comando tipo llave vertical en el centro del tablero, debajo de la pantalla principal, por medio del cual se pasa por las cuatro opciones de las cajas automáticas convencionales.
Incluso Stellantis llevó esa misma ubicación sobre el tablero a una botonera en el Jeep Avenger, tanto para las versiones con motor de combustión interna como para el híbrido y el eléctrico puro. Lo que diseñaron es un conjunto de botones o teclas como las que tienen otros modelos de Peugeot para la climatización, por medio de las cuales se seleccionan los mismos cuatro tipos de modo que se pueden elegir.
En ese escenario, la mayoría de las marcas todavía mantienen una palanca en el lugar original, aunque ahora con una leva corta, del tamaño de una mano, que se acciona hacia adelante o atrás para cambiar de modo, en un intento por conservar parte de dinámica de conducción para las personas.

“Esta tecnología es la que permitió que se puedan desarrollar también otros modos de hacer los cambios, como son las levas detrás del volante, conocidas también como Paddle Shift. Estos mandos permiten un control manual relativo de las marchas, y digo relativo porque si se pretende hacer algo ilógico el sistema no lo permite para preservar la mecánica del vehículo. Así, el conductor sugiere el cambio pero lo decide finalmente la electrónica”, comentó Toso.
Así, aunque la idea generalizada sea que los autos sin palanca de cambios son sólo los eléctricos, que no tienen tampoco una caja de velocidades, la realidad es que la electrónica hizo posible adoptar esta solución también para los térmicos convencionales e incluso los vehículos híbridos, donde la electrónica juega un papel aún más preponderante para la combinación de un motor de gasolina y uno o varios eléctricos en el movimiento de las ruedas.
Sin pedal de embrague primero, sin palanca de cambios después, con los motores eléctricos mucho más simples y pequeños que los de combustión interna, los autos de nueva generación parecen transitar un camino hacia la eliminación de la mecánica definitivamente.

La dirección por cable es uno de los próximos desarrollos que llegarán y ya están golpeando las “puertas de la industria”. Cuando se combine con la propulsión a las ruedas, probablemente sólo con movilidad eléctrica, permitirá que el radio de giro de las ruedas sea mucho más amplio e incluso que puedan rotar sobre su eje vertical 90 grados, lo que solucionará el estacionamiento en las grandes ciudades.
Queda claro que los beneficios de la electrónica no sólo tienen relación con las pantallas y la conectividad, aunque hay un debate para dar. El auto es un medio de transporte por sobre todas las cosas y la mecánica es parte de su funcionamiento esencial. Habrá que ver cuál es el límite.
ECONOMIA
El Tesoro de EEUU haría un primer desembolso de USD 5.000 millones, mientras el Gobierno sondea a un banco clave de Wall Street como asesor financiero

(Desde Washington, Estados Unidos) La Secretaría del Tesoro de Estados Unidos estaría dispuesta a enviar 5.000 millones de dólares al Banco Central de la República Argentina como primer desembolso del swap anunciado por 20.000 millones de dólares, pero aún no decidió si lo hará antes de las elecciones del 26 de octubre.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, conoce la historia fallida del crédito concedido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a Mauricio Macri, que debía haber servido para evitar un posible triunfo del peronismo, y por ahora optó por ejecutar desembolsos calzados con los vencimientos de la deuda con los bonistas.
El Ministerio de Economía debe cancelar cerca de 4.000 millones de dólares de amortización de capital de los bonos que se arrastran de la gestión Macri, y ese vencimiento está previsto para enero de 2026.
En este contexto, acorde a las prevenciones que asume Bessent, el primer desembolso debería ocurrir a fin de este año. Pero la administración Milei explicó en Washington que los mercados argentinos tienen memoria histórica y que sería mejor “adelantar” esos 5.000 millones de dólares como prueba de vida.
El verbo adelantar denota que a Balcarce 50 le gustaría un comienzo de ejecución del Swap a tres semanas de las elecciones de medio término.

Cuando Bessent decida la fecha del primer desembolso, se ejecutará un mecanismo financiero que pondrá a prueba la elasticidad política del Presidente.
Los fondos del Tesoro de Estados Unidos se envían al Banco Central de la República Argentina, pero la deuda se cancela desde la cartera de Economía.
Milei rechaza las Letras Intransferibles -una deformación financiera que aprovechó Néstor Kirchner-, pero no habría otro método para que la autoridad monetaria remita los 5.000 millones de dólares al Palacio de Hacienda.

Mientras Milei cumplía su agenda oficial en Manhattan, Caputo y José Luis Daza -viceministro de Economía- fueron a Wall Street para sondear ciertos bancos de inversión que podrían actuar como agente financiero de la Argentina, cuando llegue el momento de cancelar la deuda con los bonistas.
El tercer banco más importante de los Estados Unidos estaría dispuesto a trabajar con la administración de la Libertad Avanza. Ese banco conoce el track record del país: fue clave en épocas de Carlos Menem y las privatizaciones de las empresas públicas.
En las conversaciones que protagonizan los equipos técnicos de Bessent y Caputo se manejan dos hipótesis de trabajo frente al vencimiento de enero de 2026.
Se analiza un canje de bonos o una oferta temprana (Tender Offer).
Pero en cualquiera de los dos casos, hay un obstáculo técnico de difícil resolución: en enero no vencen bonos completos, si no amortizaciones de capital.
Entonces, aún no está resuelto cómo hacer un canje o una oferta temprana sobre una parte y no el todo.
En el diseño de la hoja de ruta para dar señales positivas a los mercados, el staff de Bessent y los asesores de Caputo desean resolver los plazos del primer desembolso y la utilización –o no- de las letras intransferibles antes que inicie la reunión anual del FMI, prevista para mediados de octubre.

Al margen de los detalles técnicos que negocia Caputo con Bessent, existe un canal político que conecta la Casa Blanca con la Casa Rosada. Sin ese backchannel, Trump no le hubiera ordenado a Bessent que articule el salvataje financiero del Gobierno.
Rob Citrone es cofundador de Discovery Capital, Matthew Dell Orfano es director de Discovery Capital y experto en Argentina, Barry Bennett es un influyente estratega político republicano y Soledad Cedro es la CEO de Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC).
Los cuatro -cada uno en su órbita de poder- llegan directo al Salón Oval, al Ala Oeste, a la Secretaría del Tesoro y al Departamento de Estado. Y los cuatro trabajaron en bloque para lograr que Bessent tenga luz verde de Trump.

El Presidente asume que la Casa Blanca considera fundamental que Balcarce 50 recupere su política de alianzas con la oposición, ante la necesidad de aprobar en el Congreso las reformas estructurales que Argentina prometió al Fondo Monetario Internacional.
Trump tiene sintonía ideológica y personal con Milei, pero también ejecuta una agenda en America Latina que implica limitar la influencia geopolítica de China.
Desde esta perspectiva, Milei es un leading case regional que es observado con muchísima atención en Brasil, Bolivia, Chile, Colombia y Honduras por sus procesos electorales, y en Venezuela, Cuba y Nicaragua por sus regímenes dictatoriales, a los que el presidente condena en todo momento.
La administración republicana hará su faena para respaldar a Milei, y el jefe de Estado deberá articular una alianza con la oposición para cumplir su parte con Trump y Bessent.
En Washington consideran que Milei podría utilizar la elección de medio término para remozar el gabinete y cerrar un amplio pacto democrático que contenga las aspiraciones políticas de Cristina Kirchner y sus socios peronistas.
Diplomacy / Foreign Policy,North America,NEW YORK CITY
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