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ECONOMIA

Dólar fogonea la inflación y a Caputo se le complica presionar a empresas para que den marcha atrás con aumentos

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Toto Caputo no tendrá tiempo para festejar el IPC de julio, que según coinciden las consultoras volverá a ubicarse debajo del 2%. Más bien, su preocupación está centrada en el dato de inflación de agosto, que se dará a conocer en pleno cierre de la campaña electoral y tiene altas chances de quebrar el sendero desinflacionario.

Es por eso que el ministro volvió a una de las prácticas que han caracterizado su gestión: un extraño «control de precios libertario» consistente en ejercer una presión informal sobre cadenas de supermercados y grandes fabricantes de productos de consumo masivo.

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Además, una agresiva comunicación política que trata de explicar por qué no hay motivos para un «contagio» de la reciente devaluación a los precios y una arenga a los consumidores para que no convaliden los incrementos que consideren injustificados. En la jerga económica, el gobierno apuesta a que se aplique el «principio de imputación de Menger», que postula que no son los costos los que determinan los precios, sino que es al revés.

Javier Milei suele sintetizar ese postulado teórico en una expresión mucho más gráfica respecto de en qué parte de la anatomía de los comerciantes se guardarán los stocks de mercadería no vendidos.

Marcha atrás en precios y lupa en salarios

Pero todo indica que esta vez resultará más difícil revertir los aumentos, porque hay condiciones de mercado que complican a las empresas más que en las situaciones previas.

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El primer episodio de esa «marcha atrás» había ocurrido bien al inicio de la gestión, cuando el dólar paralelo se estabilizaba en torno de $1.000 y la inflación empezó a bajar. En aquel momento, Caputo se reunió con grandes empresarios y les pidió que revisaran sus aumentos, porque no se correspondían a un aumento real de los costos.

Según el ministro, los empresarios se habían dejado llevar por los pronósticos catastrofistas de sus consultores, que les había dicho que se dispararía el tipo de cambio. Fue entonces que Caputo presionó por una rebaja nominal de precios de lista. En algunos casos se logró «por las buenas» mientras que en otros, como los de medicina prepaga, hizo retrotraer los aumentos por decreto.

Así lo justificaba Caputo a inicios de 2024: «Entiendo perfectamente el productor que remarcó los precios pensando el escenario que los economistas pronosticaban y la reacción natural de no querer bajarlos por las dudas. ‘Mejor hago una promoción’, dicen, y es normal, pero tiene consecuencias porque después el INDEC no capta eso y dice que la inflación es tanto y cuando toca negociar las paritarias se toma un salario que no es. Ahí todo se distorsiona».

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La sola alusión a «un salario que no es» y la posibilidad de que una paritaria pueda distorsionar la economía llamó la atención del mercado. Sonaba contradictoria con el discurso liberal de no interferir en las libres contrataciones entre partes del ámbito privado.

Pero Caputo demostró su pragmatismo al intervenir sin camuflaje en las negociaciones salariales, y al vetar de hecho -por la vía de la no homologación en la secretaría de trabajo- los aumentos salariales que se consideraban desalineados con la inflación proyectada desde la Casa Rosada.

La victoria de la pelea post cepo

El segundo round en el que Caputo jugó y ganó la pulseada de los aumentos fue en abril pasado, tras el levantamiento del cepo cambiario. En una situación análoga a lo que había ocurrido un año antes, hubo empresas que realizaron «aumentos preventivos» porque suponían que el tipo de cambio saltaría al techo de la banda de flotación, en ese momento fijado en $1.400.

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Pero cuando el dólar oficial y los paralelos confluyeron a un nivel intermedio de menos de $1.200, Caputo esgrimió que no había motivos para los aumentos. Una vez más habló con cadenas supermercadistas y con las grandes productoras de alimentos, pero también con líderes de otros rubros industriales, como el automotor.

En aquel momento, celebró su victoria de haber contenido las expectativas y de haber hecho un lobby efectivo. Fue así que el IPC de abril bajó a 2,8% después de haber tocado 3,7% en marzo y luego bajó a su mínimo de 1,5% en mayo.

Al tiempo que presionaba por los precios, Caputo también mantenía firme su control sobre las paritarias. De hecho, la CGT realizó un paro general en abril en el que denunció que había una extendida práctica de revisión de negociaciones salariales ya cerradas entre sindicatos y cámaras empresariales.

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Lo cierto es que Caputo, en muchos de los gremios más representativos, había logrado su objetivo de que los aumentos salariales no sobrepasaran un 1,5% mensual, y lo máximo que aceptó fue la inclusión de cláusulas de revisión si subía la inflación. Es ilustrativo el caso de los empleados públicos de la administración central, que acordaron ajustes que arrancaron en 1,3% en junio y terminan en 1,1% para noviembre.

Por qué esta vez es más difícil

Pero en este tercer intento por retrotraer aumentos ya decididos, todo indica que las cosas serán más complicadas para el ministro. A diferencia de las veces anteriores, ahora no puede alegar que no hubo un aumento del tipo de cambio. A lo sumo, podrá argumentar que el dólar se estabilizará en su nivel actual, a unos cinco puntos de distancia del techo de la banda de flotación.

Es por eso que, al hablar en los programas oficialistas de streaming y radio, su argumento preferido era que lo que iba a contener los precios era el superávit fiscal y el refuerzo de las reservas en el Banco Central, por la entrada de dólares del FMI.

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Sin embargo, los industriales y comerciantes no se están mostrando persuadidos por esos argumentos. Afirman que, diga lo que diga el gobierno, no pueden dejar de mirar al dólar, sobre todo en aquellos rubros en el que el principal insumo se mueve con la divisa estadounidense.

Un ejemplo paradigmático es el de los panificados, fideos y otros productos que utilizan el trigo. Desde la Federación de la Industria Molinera ya avisaron que, dado que el trigo implica el 80% del costo de la harina, resulta imposible no hacer un traslado a precios tras una suba del dólar de 17%.

Pero ese no es el único argumento que juega en contra de Caputo. Hay algunos rubros en los que se achicó el margen de rentabilidad, por la caída en las ventas. De manera que, a diferencia de lo que ocurría el año pasado, no tendrán la posibilidad de absorber una suba de costos sin compensar, al menos parcialmente, con un retoque en precios.

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¿Caputo se queda sin herramientas?

En definitiva, la consecuencia de la escapada del dólar -y también de la turbulencia en las tasas de interés, que encarece el crédito- es que se están comunicando subas de precios de hasta 9% en empresas de consumo masivo.

¿Qué hará Caputo ahora? Ese es el gran interrogante del mercado, dado que ya no tiene margen para aplicar herramientas que usó en otras oportunidades: ya intervino en las paritarias para que el costo salarial no se «desbordara», ya bajó aranceles de importación para estimular la competencia y ya alivió impuestos en algunos rubros pero no puede avanzar en ese tema sin que se comprometa el superávit fiscal.

Con ese panorama, la única medida realmente efectiva sería la de forzar una baja del dólar, pero no parece que el mercado esté dispuesto a aceptarlo. Y, aun cuando se produjera el retroceso, ya está instalada la expectativa de una corrección devaluatoria post elecciones.

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Entre las pocas medidas que quedan a mano están la de posponer aumentos en servicios y precios regulados, para que compense por la probable suba de alimentos en agosto.

Para el gobierno, el mantenimiento de la inflación baja es fundamental, tanto por motivos económicos como políticos. En lo económico, compensa por la volatilidad del dólar y las tasas de interés, y garantiza que no habrá un freno súbito en la actividad productiva y comercial.

Y, en lo político, porque las encuestas revelan que es el gran logro que sostiene la imagen de Javier Milei en términos relativamente altos -48,1% de apoyo según el sondeo de la consultora Giacobbe-.

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Hace dos años, cuando se le preguntaba a la gente cuál era su principal preocupación, la respuesta mayoritaria -55% de menciones- era «la inflación», mientras que ahora ni un 15% habla de la suba de precios, según otra encuesta de la Universidad de San Andrés.

Pero claro, la contracara es que ahora la preocupación más mencionada -con casi 40%- es el bajo nivel salarial. De manera que el gobierno no puede permitirse, además, un alza de precios, que erosionaría su principal activo político y llevaría en plena campaña electoral a un pedido generalizado de subas salariales.

 

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ECONOMIA

Inversores en alerta por el salto del riesgo país: cuáles son las acciones y bonos más afectados

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El riesgo país pegó un salto hasta los 829 puntos básicos tras los ruidos políticos y económicos de los últimos días, hecho que cambia el humor en el mercado y enciende su preocupación, debido a que empiezan a verse afectadas varias inversiones domésticas. Por eso, analistas consultados por iProfesional detallan cuáles son las acciones y bonos más afectados y en qué posicionarse ahora.

Es que las escuchas telefónicas que desataron el escándalo de casos de presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), que salpica a los principales funcionarios del Gobierno, más la escalada de días anteriores de las tasas de interés de hasta el 60% anual en algunas referencias y la suba del precio del dólar, encendieron diversos ruidos en la City.

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Sobre todo, se teme que este escenario impacte de lleno en los resultados de las elecciones legislativas de medio término, que tendrán un primer test fuerte ahora en septiembre en la provincia de Buenos Aires, y donde se teme que el Gobierno sufra algunas «heridas» que pongan en riesgo su plan de gestión para los próximos meses.

En consecuencia, toda esta situación incierta en la política y economía generó que este martes haya un salto en el riesgo país de 8% (62 unidades), y que toque los 829 puntos básicos, para ubicarse entre los niveles más altos de la región.

Por ende, tocó la cifra más alta desde el 14 de abril pasado, cuando había llegado a los 896 puntos básicos, en plena negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y salida del cepo cambiario.

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«El contexto político (cisne negro) y la volatilidad cambiaria generan inquietud en los inversores, generando un incremento a la aversión al riesgo. Estamos en un periodo eleccionario y esto castiga a los activos financieros en su totalidad. Es una situación coyuntural que, seguramente, se compondrá pasada las elecciones», resume Juan Diedrichs, analista de Capital Markets, a iProfesional.

Al respecto, detalla Gustavo Neffa, economista y analista de RfT, a este medio: «La suba del riesgo país es la consecuencia. No es que si sube el riesgo país las acciones o bonos pueden bajar, sino que es porque bajan los bonos que sube el riesgo país. Es decir, es un spread de riesgo, que es el rendimiento de un bono respecto a los bonos sin riesgo, con lo cual en la diferencia entre ambos se tiene la consecuencia, que es la percepción de conflicto de Argentina en los precios de los bonos, que disparan una tasa de retorno (TIR) muy alta».

Por eso, Pablo Repetto, jefe de Research en Aurum, concluye: «Después de todas las correcciones de tasas y volatilidad ya se había creado un caldo de cultivo complicado para los activos argentinos, a lo que se sumó todo este hecho de las escuchas telefónicas, que le metieron más ruido a todo esto. La realidad es que, hoy por hoy, los activos argentinos están muy castigados y están todos afectados».

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Riesgo país e inversiones afectadas

Respecto a cómo quedan posicionadas las acciones y los bonos con esta tensión en el riesgo país, los analistas consultados por iProfesional son contundentes en el impacto en el mercado.

«Hoy las inversiones en renta fija del tramo más corto, obviamente, rinden más que el tramo más largo, por lo que la curva está invertida tanto en dólares como en pesos. En dólares, arranca en 17% y termina en 13% en ley de Argentina; mientras que en ley extranjera entre 16% y 12% anual, aproximadamente», refleja Neffa. 

A ello suma Esteban Castro, economista y CEO de Inv.est: «La suba del riesgo país golpea primero a los bonos soberanos largos en dólares, como los globales al año 2035 (GD35) o al 2041 (GD41); y a las acciones bancarias, que son las más sensibles al humor inversor». 

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Para José Bano, economista y analista financiero, el riesgo país está vinculado a los bonos hard dolár, como todos los AL y los globales (GD), ya que se calcula por el spread entre lo que pagan esos títulos y lo que rinde un bono del Tesoro de Estados Unidos.

«Todos esos bonos van a ir cayendo de precio a medida que vaya subiendo el riesgo país ahora, porque tienen una volatilidad distinta los más cortos, que son los emitidos al 2029 (AL29 y GD29) y 2030 (AL30 y GD30), que podrían tener una baja de precio de 5 puntos porcentuales, por lo que hoy darían igual una tasa a lo largo de un año de 10% de tasa, aún soportando ese escenario negativo. En cambio, los bonos más largos son muchos más volátiles, y podrían dar alguna pérdida», resume Bano.

En cuanto a las acciones, Neffa considera que los bancos son los más golpeados, porque «la suba de encajes al 53% obviamente hace que les dé un costo muy alto de oportunidad que no genera préstamos al sector privado. Y la contrapartida, es que se obliga a los bancos a volver a comprar títulos públicos».

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De esta manera, se considera que hasta que no se conozcan los resultados de septiembre en las elecciones en la provincia de Buenos Aires, la volatilidad seguirá latente hasta ese próximo paso.

Oportunidades de inversión

En cuanto a las oportunidades y recomendaciones de inversión ante este escenario de tanta incertidumbre, los analistas consultados por iProfesional llaman a la cautela.

«En el mientras tanto, recomiendo mantener la paciencia, la racionalidad y evitar el trading emocional», sugiere Diedrichs.

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A ello acota Neffa: «En pesos, a corto plazo recomiendo no arriesgarse hasta que no pasen las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Lo mismo que en acciones. En tanto, en bonos en dólares, propongo seguir con los Bopreales al 2026 y 2027«.

Por su lado, Castro considera que esta situación también «abre oportunidades, sobre todo en los bonos Badlar (BDC28 y PBY26), que hoy rinden cerca de 60% anual, con cupones trimestrales que permiten ingresos frecuentes en pesos, mientras que las Obligaciones Negociables en dólares bajo ley extranjera, como las de IRSA (IRCF0) o YPF (YM34O), funcionan como cobertura en moneda dura». 

En acciones, opina que el sector energético (YPF, Pampa, Vista) «resiste mejor» a esta situación, por tener ingresos dolarizados y el potencial exportador de Vaca Muerta.

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«Al tener valuaciones menores por las últimas bajas, hay mejores precios de entrada, pero, muchas veces las empresas buenas quedan caras rápido. Por eso, es una oportunidad para posicionarte en las compañías más sólidas, como Vista y Pampa Energía, que son empresas interesantes para estar», concluye Bano.

En definitiva, según las palabras de Repetto, la oportunidad «va a estar dada en la medida en que políticamente el Gobierno pueda recomponerse y tener un resultado electoral lo suficientemente sólido que, hoy por hoy, es menos probable de lo que se vislumbraba hace dos meses atrás, cuando el dólar estaba recontra planchado y el riesgo país cayendo. Pero hoy está todo eso al revés, así que es un buen momento para estar con algún grado de cobertura, como ON en dólares de compañías energéticas».-

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ECONOMIA

Esta es la estación de subte en la que más se usa QR para pagar el boleto

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La creciente implementación de nuevos medios de pago con tarjetas de crédito y débito, dispositivos con tecnología NFC y código QR que se registra desde fines de año pasado ha tenido un doble impacto en los servicios del Subte y Premetro.

Por un lado, los viajes abonados con esas modalidades —que actualmente les permiten a los usuarios acceder a bonificaciones del 30% al 100% en el costo del boleto— ya representan casi de 40% de los ingresos diarios de la empresa concesionaria Emova. 

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Boleto de subte: crecen los pagos con tarjeta de crédito y QR de billeteras virtuales

Por otro lado, las estaciones donde se verifican los mayores porcentajes de uso de los nuevos medios de pago son las ubicadas en el microcentro y en las zonas de alta densidad residencial, en contraposición a las que se encuentran en las terminales ferroviarias de Constitución, Retiro, Once y Lacroze donde se dan los niveles más bajos.

El último informe del Observatorio de Tarifas y Subsidios del IIEP (UBA-CONICET) reveló que «en algunas estaciones los pagos abiertos pueden explicar más del 50% de las validaciones registradas durante ciertas horas del día».

Al analizar los lugares de la red de subtes donde más se utilizan los nuevos medios de pago que conviven con la tarjeta SUBE, el informe señaló que el primer puesto corresponde a la estación Catedral, con 42,1% del total de las validaciones diarias.

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Luego se ubican las estaciones Perú con 40,3%, Catalinas (39,8%), Emilio Mitre (39,2%), Echeverria (39,1%), Puan y Florida (39,0%), Tribunales (38,7%) y María Moreno e Independencia (38,2%).

Completan el ranking de las estaciones con niveles más altos Correo Central (37,9%), General Belgrano (37,7%), Agüero (37,5%), Bolívar (37,4%), Carabobo (37,2%) y Pueyrredón (37,0%).

En tanto, el listado de las 16 estaciones donde menos se verifican pagos con tarjetas, NFC y QR está encabezado por Palermo (26,7%), Entre Ríos (26,4) y Pasco (25,7%). A continuación, aparecen Patricios con 25%, Avenida de Mayo (24,1%), Lavalle (23,8%), Plaza de los Virreyes (23,1%), San Pedrito (21,7%) y Pueyrredón línea B (20,4%).

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En los últimos lugares figuran Hospitales (18,2%), Federico Lacroze 17,1%, Once (16,3%), Plaza Miserere (15,6%), Las Heras (14,5%), Retiro (13,3%) y Constitución (10,6%).

Tras indicar que funcionan en los 275 molinetes que hay en todas las líneas de subte, el trabajo del Observatorio del IIEP destacó que las alternativas de pago «no modifican el costo fiscal de las compensaciones al transporte público que afronta el Tesoro de la Ciudad, dado que los agresivos descuentos son afrontados por las tarjetas, los bancos y billeteras digitales».

«Lo que sí modifican es la composición del financiamiento del sistema, reduciendo parcialmente la carga sobre los usuarios», indicó el trabajo.

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Según los cálculos que hicieron que los especialistas del Observatorio, en los primeros seis meses de 2025, la inversión realizada por las empresas y operadoras de los medios alternativos de pago en promociones y descuentos a los usuarios alcanza aproximadamente a unos $ 7.500 millones. Sobre la base de esa estimación, el informe señaló que los pagos abiertos «contribuyen a financiar un 5% de los costos del Subte de Buenos Aires, mientras que el Estado porteño lo hace en un 65% y el 30% restante corresponde a los usuarios».

Transporte: ¿qué sucede con los colectivos y trenes? 

En el caso de los colectivos que prestan servicios urbanos y suburbanos, el proceso de incorporación de nuevos medios de pagos se inició en 2024, al sumar otras alternativas al sistema SUBE.

La ampliación de posibilidades de pago incluyó tarjetas de débito, crédito y prepagas de las marcas Visa y Mastercard; celulares y relojes con tecnología NFC y códigos QR generados desde aplicaciones como las billeteras virtuales, Mercado Pago y Modo.

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Las tarjetas habilitadas son las de tipo sin contacto y pueden ser de débito, crédito o prepagas, emitidas por cualquier banco, tanto en el país como en el exterior.  

En el caso de QR, el pago puede concretarse con la app BNA+, la app de Mercado Pago o directamente desde la app SUBE, seleccionando la opción correspondiente y presentando el código ante el lector del validador.

Los pagos con estos medios no permiten incluir los beneficios y bonificaciones del Régimen de Tarifa Social de la red SUBE. Para acceder al descuento del 55% de ese régimen tarifario especial, los beneficiarios tienen que abonar sus viajes con la tarjeta SUBE física o digital.

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En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), las líneas que están bajo la órbita de la administración porteña que aceptan los nuevos medios son las siguientes:  4, 7, 12, 23, 25, 26, 34, 39, 42, 44, 47, 50, 61, 62, 64, 65, 68, 76, 84, 90, 99, 102, 106, 107, 108, 109, 115, 118, 132 y 151.

A ellas se añaden las siguientes líneas metropolitanas que pertenecen a la jurisdicción nacional: 1, 2, 8, 9, 10, 15, 17, 20, 21, 22, 24, 28, 29, 31, 37, 41, 53, 56, 67, 70, 71, 80, 85, 91, 92, 95, 96, 98, 100, 101, 103, 105, 110, 114, 117, 123, 124, 126, 129, 134, 135, 136, 143, 145, 146, 150, 160, 161, 163, 164, 166, 168, 178, 181, 182, 185 y 188.

A su vez, entre las líneas que pertenecen a la provincia de Buenos Aires se encuentran las siguientes:  203, 205, 238, 252, 271, 283, 288, 297, 299, 311, 312, 314, 322, 324, 327, 329, 336, 338, 354, 373, 384, 392, 406 y 422.  

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En tanto, en las líneas municipales de Conurbano figuran, entre otras, las siguientes:  500D (Merlo), 500 (General Rodríguez), 501G (Moreno), 503A (Merlo), 501E, 504C y 505 (Florencio Varela), 515 (Almirante Brown), 523 (Lanús), 570 (Avellaneda) y 583 (Quilmes).

En el interior del país, la aceptación de los nuevos medios de pago está vigente en las ciudades de Tornquist, Tandil, Azul, Mar del Plata, Rosario, Rafaela, Córdoba, Río Cuarto, Villa Allende y Villa María.

También se encuentran habilitados pagos sin contacto y QR en Mendoza, San Rafael, San Luis, San Miguel de Tucumán, San Martín de los Andes, Bariloche y en varias líneas provinciales de Jujuy, Catamarca y Neuquén.

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A diferencia de colectivos y subes, en los trenes metropolitanos y regionales de pasajeros no es posible abonar los boletos con tarjetas bancarias, teléfonos y QR. Hasta ahora solo se admite la tarjeta del sistema SUBE y no hay una fecha cierta para el debut de otros medios de pago.

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ECONOMIA

Esto necesitás gastar para mudarte a un departamento: totalmente equipado o solo con lo necesario

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Mudarse solo es una mezcla de emoción y vértigo: además de los trámites y las despedidas, la independencia viene con una lista interminable de compras que van desde lo básico —una cama, una heladera— hasta esos detalles que hacen la vida más cómoda, como un sofá mullido y un televisor para ver series.

Ahora bien, ¿cuánto dinero hace falta para cumplir el objetivo? iProfesional relevó precios en sitios oficiales de cadenas de retail y electrodomésticos como Frávega, Musimundo, Cetrogar, Megatone, Carrefour, Easy, Sodimac y Mercado Libre, y armó dos canastas de referencia: una «para empezar» y otra «full».

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Cuánto sale equipar solo un departamento con electrodomésticos

Los precios se tomaron de productos de gama media, accesibles —no marcas prémium ni artículos de lujo—, lo que hace que los montos sean más representativos del mercado masivo.

Aun así, la diferencia de valores es muy amplia según la marca, el modelo y el local: en casi todos los rubros aparecen rangos de precios que sorprenden. Y si bien la mayoría de las cadenas ofrecen financiación en cuotas sin interés, el total a pagar puede estar muy por encima de las posibilidades de un trabajador promedio en la Argentina.

La canasta «para empezar»: lo indispensable

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La canasta con lo indispensable para mudarse solo

Incluye lo mínimo para sobrevivir sin pedirle prestado nada a nadie: cama, heladera, mesa con sillas, microondas y algunos básicos de cocina y limpieza.

Un sommier de una plaza y media con colchón arranca en $230.000 en Mercado Libre, mientras que uno de mayor calidad trepa a $380.000. Un juego de sábanas, frazada y almohada cuesta entre $56.000 y $96.000 en Carrefour y Musimundo.

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Para sentarse a comer, una mesa pequeña con 2 a 4 sillas va de $360.000 a $600.000, según Easy o Sodimac. Una heladera bajo mesada o mediana, típica de departamentos chicos, está entre $320.000 y $500.000. El microondas, infaltable en cualquier hogar joven, arranca en $140.000 y llega a $240.000.

Un set básico de ollas y sartén ronda entre $40.000 y $100.000; platos, vasos, cubiertos y tazas (mínimo dos de cada uno) van de $23.000 a $50.000. Elementos de limpieza (escoba, balde, repasadores y toallas) suman entre $34.000 y $83.000. A eso se le agregan un ventilador ($70.000 a $100.000) y un calefactor ($40.000 a $60.000).

La cuenta final sorprende: entre $1.313.000 y $2.209.000 para arrancar.

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La canasta «full»: instalarse más cómodo de entrada

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La canasta ‘full’ con todo lo necesario para equipar un departamento desde cero

Para quienes quieran instalarse con todo —cama grande, lavarropas, televisor smart y escritorio para home office—, la canasta «full» asciende a un rango de $2.932.068 a $6.064.642.

El sommier de dos plazas con colchón de buena calidad cuesta entre $280.000 y $430.000. Un Cannon, por ejemplo, supera los $400.000. Dos juegos de sábanas y un acolchado oscilan entre $109.000 y $220.000.

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Una mesa de comedor con 4 sillas va de $280.000 a $600.000. Un sofá de dos cuerpos cuesta desde $380.000 en Mercado Libre (tapizado en chenille) hasta $600.000 en Sodimac. El home office requiere escritorio y silla ergonómica, que juntos arrancan en $100.000 y trepan a $220.000.

La heladera no frost mediana (~300 L) va de $597.999 a $950.000; el microondas se mantiene en $140.000 a $240.000. Una pava eléctrica o cafetera oscila entre $31.999 y $334.599: la diferencia entre una Philips básica y una Nespresso de cápsulas de alta gama es abismal.

El lavarropas automático mediano cuesta entre $479.999 y $922.099. El televisor Smart de 43 pulgadas o más va de $304.999 a $429.999. En cocina, un juego de ollas de buena calidad ronda entre $42.999 y $199.999; utensilios básicos como cuchillos, cucharón y colador, entre $20.000 y $49.999.

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También aparecen extras como un set completo de vajilla para 4 a 6 personas ($30.225 a $175.699), tuppers para guardar comida ($23.000 a $140.000), escoba y trapos ($13.450 a $62.059) o un par de lámparas de pie o mesa ($26.399 a $296.000). En cuanto a climatización, un ventilador de pie cuesta entre $40.000 y $130.000, y un calefactor portátil entre $31.999 y $64.189.

Sin pagar en cuotas, se hace difícil

En la mayoría de los comercios y tiendas online se puede pagar en cuotas sin interés, lo que ayuda a descomprimir el costo inicial. Pero en una economía con ingresos deprimidos a veces ni la financiación es suficiente y se deben postergar decisiones de compra por algo sencillo: no hay plata.

En junio, el RIPTE —que mide el salario promedio de los trabajadores registrados estables— fue de $1.468.135,75, con una suba mensual del 2,8%. Este indicador, que sirve de referencia para jubilaciones, topes de aportes e indemnizaciones, refleja la evolución de los ingresos formales de quienes tienen al menos 13 meses continuos de aportes.

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Ese promedio es más alto que el ingreso real de la mayoría, porque deja afuera a informales, cuentapropistas y temporarios

Algunos precios de las canastas pueden sonar bajos —un sofá a $380.000, un sommier a $230.000—, pero la explicación es que se tomaron opciones de gama media en sitios de venta masiva. Los valores pueden dispararse según la marca y el modelo: un sillón de diseño italiano supera el millón de pesos, y un colchón prémium trepa todavía más.

Además, la inflación en equipamiento y mantenimiento del hogar trepó alrededor del 39% interanual, de acuerdo con el informe de junio del Indec, en línea con el nivel general de precios. Eso significa que postergar una compra puede implicar pagar bastante más apenas semanas después.

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Por eso, cada vez más jóvenes optan por comprar lo mínimo indispensable y sumar muebles o electrodomésticos de a poco, incluso recurriendo al mercado de segunda mano para abaratar. La decisión depende tanto del bolsillo como del deseo de comodidad inmediata. La independencia cuesta, y no poco.

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