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ECONOMIA

Esto es lo que tiene que valer el dólar en la Argentina, según el índice Hot Sale

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Entre los muchos indicadores posibles para aportar al debate sobre si el tipo de cambio está en equilibrio o atrasado, hay algunos que resultan particularmente ilustrativos, como por ejemplo el evento de venta online Hot Sale, que acaba de realizarse a inicios de mayo.

Ya con el cepo cambiario sin efecto, el dólar promedio que rigió mientras se realizaron las transacciones fue de $1.140, lo que implica una cotización un 28% encima de la cotización oficial vigente hace un año.

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Los organizadores del evento, aunados en la Cámara del Comercio Electrónico, destacaron como un éxito el hecho de que la facturación total ($566.765 millones) haya crecido en términos nominales un 63% respecto del año pasado. Como la inflación acumulada en ese lapso es de 47,3%, esto implica que las ventas tuvieron un incremento real de 10,6%.

Nada mal, si se considera que el evento de hace un año ya había sido un éxito de ventas, con un crecimiento en pesos de 301% -ante una inflación anual de ese momento en 289%- y cuando -a seis meses de la devaluación con la que se inició la gestión Milei- ya se había instalado la idea de que Argentina había pasado a ser un país «caro en dólares».

Por eso, hace un año llamaba la atención el hecho de que no solamente se había acrecentado las ventas en volumen y en pesos, sino también en dólares: u$s389 millones en 2024 frente a u$s358 millones vendidos en el 2023.

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Pero este año el resultado es más ilustrativo que nunca: a pocas semanas de haberse producido una liberación cambiaria que provocó un salto cambiario, igual las ventas superaron con creces las de los años precedentes.

Hablando en plata, en el Hot Sale 2025 hubo una facturación de u$s497 millones, un impactante 27% encima de la facturación del año anterior, cuando ya se hablaba con insistencia del tipo de cambio atrasado.

¿En cuánto debería estar el dólar?

¿Qué nos dice esto sobre el tipo de cambio? Sin dudas, que Argentina está más cara -medida en dólares- hoy que hace un año, y que los compradores de los eventos online son plenamente conscientes de ello. 

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No faltarán las interpretaciones cercanas al discurso oficialista, que ven en estas ventas la consecuencia de una mejora en el salario. Y efectivamente, el índice del Indec marca que, para el sector de trabajadores registrados, hubo una suba «punta a punta» de 10% real anual hasta marzo. Coincidentemente, es una cifra similar a la suba real de las ventas del Hot Sale.

Pero cuando todo esto se pasa por el tamiz del dólar, la cosa cambia radicalmente: una suba de 10% en volumen tuvo como correlato una suba de 27% en dólares.

Dicho de otro modo, para que la facturación real fuera la misma del año pasado, más un 10,6% de crecimiento, entonces eso significaría u$s389 multiplicado por 1,106, lo que dejaría una cifra de ventas por u$s430 millones. ¿Cuánto tendría que ser la cotización del tipo de cambio para que la facturación del Hot Sale 2025 diera u$s430 millones?: la cuenta da $-$566.765 millones dividido u$s430 millones, igual a un dólar de $1.318.

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Es decir, de acuerdo a ese cálculo, el tipo de cambio debería subir todavía un 15% para estar a tono con el nivel de hace un año.

¿Y si el cálculo se hiciera tomando como referencia el Hot Sale 2023? En ese caso, la suba de volumen vendido es de 14% acumulado en 10 años. En dólares, eso implicaría una facturación de u$s408 millones. Y, para que la facturación de este año diera esa cifra, se necesitaría que el tipo de cambio actual fuera de $1.389.

En síntesis, el tipo de cambio promedio al que se realizó el último Hot Sale fue de u$s1.140, mientras que -corregidos por inflación y por mejora en las ventas-, la edición del año pasado fue con un dólar equivalente a $1.318 de hoy. Y la edición 2023 fue con un tipo de cambio oficial equivalente a $1.389 de hoy.

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Peor que en los años precedentes

Tanto el año pasado como el caótico e inflacionario 2023 tuvieron un consenso respecto de que el nivel de dólar oficial se encontraba muy por debajo del de equilibrio. Las respectivas brechas entre el paralelo y el oficial lo reflejaban con claridad.

Y entre los que más duramente argumentaban sobre ese atraso cambiario se encontraban los funcionarios del Fondo Monetario Internacional, que habían marcado como una condición para la asistencia financiera que el gobierno no permitiera una continuación de la inflación en dólares.

En 2023, ese tironeo derivó en el salto devaluatorio de 22% posterior a las elecciones primarias de agosto. El año pasado, el cambio oficial se mantuvo en su «tablita» de 2% mensual, ayudado por el ingreso de divisas del blanqueo de capitales. Pero el FMI ya había hecho saber que consideraba el esquema cambiario como insostenible y, en un documento de abril pasado, estimaba que la suba necesaria se encontraría en el entorno de 25%.

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Si el levantamiento del cepo hubiese venido acompañado por un salto cambiario como el que insinuaba el FMI, actualmente el dólar oficial cotizaría a $1.330. Casualmente, un valor cercano al que se refleja en las transacciones del Hot Sale.

¿Si flota no se atrasa?

Hoy, en cambio, el nuevo régimen de flotación entre bandas ha reducido esa brecha a una cifra apenas marginal -el blue está 2% encima del dólar mayorista y no llega a 1% respecto del que vende el Banco Nación-.

Sin embargo, este nuevo régimen ya sin cepo y con flotación no es una garantía de que el cambio no se atrase. Al menos, ese es el tema que actualmente se debate entre los economistas. El gobierno argumenta que, como el BCRA no interviene dentro de la banda, entonces el dólar está cayendo a su punto de equilibrio. Pero no todos opinan lo mismo, dado que hay varias formas indirectas de intervención, como por ejemplo al «achatamiento» de la curva en el mercado de futuros.

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Los argumentos sobre un atraso cambiario son muchos, empezando por el crucial dato del déficit en la cuenta corriente -son más los dólares que salen que los que entran a la economía-. Ese número va en franco crecimiento, empujado por rubros como el turismo y la importación de productos de consumo.

No por casualidad, entre los rubros preferidos del Hot Sale figuran la indumentaria deportiva, la cosmética, la electrónica y el turismo -aunque a la cabeza del ranking se ubicó alimentos y bebidas-.

A un ritmo de u$s700 millones netos por mes, el rubro de turismo y compras del exterior con tarjeta es uno de los que crece a mayor velocidad. En este caso, al atractivo del abaratamiento cambiario se le agrega la eliminación del impuesto PAIS, que gravaba las operaciones con un 30%.

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Esos niveles de gasto de turismo emisivo son compatibles con los años récord, como el 2017 y el 2022, que derivaron más tarde en crisis inflacionarias. Como para cubrirse por anticipado de las críticas y advertencias en este sentido, el Banco Central se preocupa de aclarar todos los meses que aproximadamente un 60% esos gastos con tarjetas son realizados con dólares propios de los usuarios. En otras palabras, que no implican en su totalidad un sacrificio de reservas del BCRA.

Se quejan, pero compran

En definitiva, igual que como había ocurrido en la CyberWeek de noviembre del año pasado -cuando hubo un movimiento de u$s434 millones-, el primer gran evento de ventas online de este año vuelve a dar señales sobre los precios locales, el tipo de cambio y el poder adquisitivo de los argentinos.

Lo paradójico es que en la actual edición del Hot Sale se registraron más quejas que lo habitual respecto de que ofertas engañosas o de rebajas que se habían hecho sobre precios previamente aumentados. Así y todo, la promoción resultó lo suficientemente atractiva como para que las ventas se incrementaran un 10,6% en volumen y un 27% en dólares.

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Según el cristal como se mire, este dato puede ser tomado como un motivo de festejo por la recuperación de los salarios argentinos medida en dólares o como una nueva fuente de preocupación por una política de ancla cambiaria que podría terminar de manera parecida a la que terminaron todas en la historia reciente.

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ECONOMIA

Estos son los 7 «pecados capitales» del ahorrista argentino al invertir pesos o dólares

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En la economía argentina, la historia no se repite, pero rima. Cada movimiento del dólar o de tasas renueva un ritual conocido: la búsqueda de refugio, la desconfianza y la carrera por anticiparse al mercado. En un país donde en una semana pueden ocurrir más cambios que en varios meses de otras economías, lo que hoy parece una estrategia segura puede convertirse mañana en fuente de pérdidas.

Detrás de esas decisiones hay algo más profundo que los números: patrones que se repiten, impulsos y viejos hábitos que moldean la forma en que los argentinos ahorran o invierten. Por eso, seleccionamos siete pecados capitales del ahorrista argentino, un recorrido por los errores más comunes del año que, con disciplina y perspectiva, aún se pueden corregir.

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Pecado N° 1: no tomar en cuenta el contexto

Si hay algo que distingue al ahorrista argentino del resto del mundo es su capacidad de reacción. Lo que a menudo falta no es reflejo, sino perspectiva. En un país donde las variables cambian casi a diario, tomar decisiones sin mirar el panorama completo puede transformar una buena intención en una pérdida segura.

El primer punto de inflexión llegó en abril, con el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por u$s20.000 millones y el levantamiento del cepo cambiario. A partir de ese momento, el mercado vivió una reconfiguración profunda: el dólar oficial y el blue convergieron por primera vez en años, borrando prácticamente la brecha. Desde entonces, incluso se puede ver el fenómeno inverso, un dólar paralelo más barato que el oficial, reflejo de un mercado que opera bajo nuevas reglas. Los ahorristas debieron adaptarse a tomar decisiones donde el tipo de cambio responde a otras fuerzas.

En septiembre, las elecciones legislativas provinciales reintrodujeron la incertidumbre política y contagiaron a los mercados. El escándalo que involucró a un candidato oficialista tensó el clima y elevó la demanda de cobertura. Como suele ocurrir, el miedo se tradujo en compras de dólares y tasas al alza. En esos días, los inversores más atentos aprovecharon las oportunidades que dejó la sobre-reacción, mientras otros, movidos por la costumbre del refugio inmediato, se perdieron el rebote posterior.

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El 22 de septiembre, la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones y el respaldo público de Scott Bessent, jefe del Tesoro de EE.UU., marcaron otro punto importante. El anuncio fue recibido con entusiasmo, pero la euforia duró poco: al no materializarse los beneficios esperados, muchos que compraron activos vinculados al agro o apostaron por una entrada masiva de divisas terminaron con rendimientos negativos. Otra vez, el contexto, y no el titular, fue el factor determinante.

Un mes después, el 20 de octubre, el Banco Central anunció un acuerdo de estabilización cambiaria con el Tesoro estadounidense por hasta u$s20.000 millones, una señal clara de respaldo externo que redujo el pánico y estabilizó al dólar. El ahorrista que entendió el alcance del acuerdo se mantuvo en pesos o aprovechó tasas atractivas, mientras que quien reaccionó por impulso, temiendo una devaluación inminente, perdió margen justo antes de que llegaran las elecciones nacionales. El 26 de octubre, el oficialismo dio vuelta el resultado de septiembre y ganó las legislativas. Al día siguiente, el mercado respondió con alivio: el dólar bajó, las acciones subieron y el riesgo país retrocedió. La calma había vuelto, al menos por un rato.

El año deja una enseñanza evidente: el contexto no solo influye, sino que define. Los precios, las tasas y el dólar se mueven según la historia que los rodea, y no leer esa trama es el primer pecado capital del ahorrista argentino. En una economía donde cada noticia puede cambiar el tablero, el error no es moverse, sino moverse sin brújula.

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El año 2025 deja una enseñanza evidente: el contexto no solo influye, sino que define

Pecado N° 2: dolarizarse por completo

Durante años, dolarizarse fue casi un reflejo automático. En 2025, sin embargo, quedó claro que refugiarse en el billete verde no siempre garantiza protección, y que lo que parece seguro puede resultar menos rentable.

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A lo largo del 2025, el dólar mostró relativa estabilidad gracias a las medidas anteriores, con menos sobresaltos y una inflación en desaceleración. Quien compró dólares obtuvo un rendimiento de 14,63%, apenas un respiro frente a la inflación; mientras que quien permaneció en pesos, aprovechando instrumentos conservadores, llegó a ganar hasta un 30,22 por ciento.

El año también premió a los que se animaron a diversificar. Quienes combinaron posiciones, una parte en pesos invertidos y otra en dólares financieros o activos dolarizados, lograron rendimientos cercanos al 57% en términos de pesos. En otras palabras, no fue necesario asumir grandes riesgos, sino entender que las oportunidades aparecen cuando uno no se encierra en una sola moneda.

Este comportamiento refleja un patrón típico del argentino: la búsqueda de seguridad inmediata, aun cuando esa seguridad implique perder rentabilidad. En un año donde el tipo de cambio se movió menos de lo que muchos esperaban, dolarizarse por completo fue más un acto de fe que una decisión racional.

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Pecado N° 3: comprar caro y vender barato

En los mercados, hay una diferencia sutil pero crucial entre tomar decisiones a tiempo y creer que podemos adivinar el tiempo perfecto. Ese es uno de los pecados más persistentes del ahorrista: confundir intuición con estrategia.

A comienzos de enero, el Merval marcó un máximo histórico, impulsado por la euforia y las expectativas de un nuevo ciclo económico. Muchos entraron tarde, comprando en pleno auge. Semanas después, el escándalo de la criptomoneda $LIBRA borró gran parte de esas ganancias: una corrección de hasta 10% bastó para que la confianza se transformara en miedo.

El mismo patrón se repitió durante el año. Cada pico de entusiasmo fue seguido por una toma de ganancias o una corrección, y quienes reaccionaron con el pulso, no con el análisis, quedaron atrapados en la montaña rusa. Incluso tras las elecciones provinciales de septiembre, cuando el índice se desplomó por debajo de 1.800.000 puntos, hubo quienes vendieron justo antes del rebote.

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Porque tras la victoria oficialista de octubre y el acuerdo con EE.UU., el Merval se disparó por encima de 2.500.000 puntos. El mercado volvió a premiar a los pacientes, no a los ansiosos.

Pecado N° 4: no medir el riesgo

Ignorar el riesgo puede ser costoso: incluso instrumentos que parecen «seguros» pueden sorprender con su volatilidad. Medir el riesgo es clave para no quedar expuesto a pérdidas inesperadas.

Las cauciones son un buen ejemplo: protegen el capital frente a incumplimientos, pero la rentabilidad depende de la liquidez del sistema. La tasa a un día puede caer al 2% anual cuando sobra dinero y escalar hasta 148% en solo 48 horas. La seguridad no siempre equivale a estabilidad, y el inversor que no evalúa este riesgo puede encontrarse con rendimientos que desaparecen o se multiplican de manera extrema.

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Pecado N° 5: avaricia

La avaricia en las inversiones surge cuando el deseo de obtener más ganancias nubla el juicio. Quien no sabe cuándo tomar ganancias corre el riesgo de ver cómo su capital se evapora, persiguiendo máximos hipotéticos o ignorando señales de alerta del mercado.

Controlar la avaricia implica fijar objetivos claros, gestionar el riesgo y mantener disciplina. Tomar ganancias parciales y respetar límites evita que la búsqueda de «más y más» se transforme en pérdidas reales, asegurando que el éxito alcanzado no se disuelva por decisiones impulsivas.

Pecado N° 6: soberbia financiera

La soberbia financiera aparece cuando la confianza excesiva en la propia intuición o en los buenos resultados previos, reemplaza al análisis y la planificación. Este exceso de seguridad suele traducirse en errores repetidos: operar sin asesoramiento, ignorar comparaciones de tasas, no diversificar y pasar por alto el calendario económico.

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Creer que se puede «ganarle al mercado» sin preparación convierte pequeñas decisiones en grandes pérdidas; reconocer los límites propios y apoyarse en información y asesoría es clave para no caer en este pecado.

Pecado N° 7: gastos hormiga

Muchas personas creen que no tienen suficiente dinero para invertir y terminan dejando pasar la oportunidad, mientras que pequeños gastos diarios se comen silenciosamente su presupuesto. En Argentina, donde el gasto social y cotidiano suele ser alto, esto es común: compartir un café tres veces por semana, a u$s2,70 cada uno, representa casi u$s32 al mes, aproximadamente $50.000 que podrían invertirse.

No hace falta un gran capital para empezar: incluso montos pequeños, invertidos de manera consistente, pueden generar un impacto significativo con el tiempo. La clave es tomar conciencia del consumo diario, ajustar hábitos y redirigir, aunque sea una parte hacia inversiones, demostrando que todos podemos empezar a crecer financieramente, paso a paso.

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En definitiva, este año mostró cómo cualquier inversor, incluso los más atentos, pueden caer en alguno de los «7 pecados»: desde la avaricia que nos hace postergar ganancias, hasta la soberbia que nos lleva a decisiones impulsivas o el descuido del riesgo que creíamos controlado. Cada uno de estos errores deja enseñanzas claras: el timing importa, la diversificación protege, el contexto es clave y la disciplina es más valiosa que cualquier intuición momentánea.

Reconocer estos pecados no es un reproche, sino una oportunidad para mejorar. Identificar cómo, cuándo y por qué podemos caer en ellos permite tomar decisiones más conscientes, ajustar hábitos y, sobre todo, construir un camino de inversión más sólido y seguro, empezando incluso por pequeños pasos, evitando que errores del pasado se repitan en el futuro.

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ECONOMIA

Qué recomiendan los grandes inversores tras la baja del dólar de ayer y el freno a la suba de las acciones

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Se frenó el rally de acciones y los inversores apuestan por otros instrumentos.

Tras el rally bursátil que dominó la escena poselectoral, reapareció en el mapa de los inversores locales el comportamiento de los mercados internacionales. De hecho, lo que afecta hoy a la región también involucra a la Argentina y modifica la forma de operar de los agentes financieros.

Hasta hace poco, la plaza local solo atinaba a cubrirse en dólares frente a la incertidumbre por los comicios legislativos. Sin embargo, ahora, al observar la caída de las bolsas de Nueva York por la advertencia de los grandes bancos de que las acciones de empresas de inteligencia artificial pueden estar sobrevaluadas, los operadores locales desaceleraron su entusiasmo por las inversiones de riesgo.

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De esta manera, emularon el modo de actuar que los países emergentes, donde el ETF, que mide el comportamiento de sus bonos y acciones, cayó 1,8%, mientras que el de Brasil perdió 1,5%.

En tal sentido, el Bitcoin llegó a caer por debajo de los USD 100.000 y los analistas dudaban si su piso podría ser de USD 95.000, cuando hasta hace poco cotizaba por encima de USD 120.000. Como contrapartida, los bonos del Tesoro de Estados Unidos subían ante la cobertura de los inversores y su rendimiento bajaba a 4,09%. El oro no reaccionaba como cobertura y bajaba a medianoche a USD 3.944 (-0,4%).

La alteración de los mercados internacionales hizo que los inversores locales comenzaran a tomar ganancias en la Bolsa. El S&P Merval de las acciones líderes tuvo una caída de 0,8% en pesos y 0,2% en dólares. Entre los papeles que cerraron positivos se destacaron Cresud (+5,8%), BYMA (+4,2%) y Ternium (+2,2%).

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Los ADR -certificados de tenencias de acciones argentinas que cotizan en las Bolsas de Nueva York al precio del dólar contado con liquidación (CCL)- tuvieron bajas generalizadas imitando a casi todas las Bolsas del Mundo. Cresud con 3,8% y Edenor con 3,7% fueron los certificados que más cayeron.

Los bonos soberanos no fueron la excepción y operaron en equilibrio y con cautela. Los de plazos más cortos tuvieron alzas de hasta 0,4% pero los más largos bajaron casi 3%. El riesgo país tuvo una leve baja de 5 unidades (-0,8%) a 660 puntos básicos.

Un informe de Adcap Grupo Financiero señaló que “conviene extender duración, canjeando Global 2030 por Global 2035, con un rendimiento objetivo del 24% ante la compresión de spreads” y agrega que “con la volatilidad cambiaria contenida, las estrategias de carry trade recuperan atractivo“. En esta tónica, proyectaron que los bonos en pesos “superen a la deuda en moneda dura entre un 7% y un 18% hacia mediados de 2026, liderados por los bonos indexados a la inflación de mayor duración como el Boncer TZXD6 y TZXD7”.

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En tanto, el dólar, tras la suba de poco mas de 1% del día anterior, perdió una parte de la recuperación y el MEP bajó $5 (-0,3%) a $1.495,58 mientras el CCL cedió $8,75 (-0,4%) a $1.513,25. El “blue” subió $15 (+1%) a $1.460. En el Mercado Libre de Cambios (MLC) se operaron USD 418 millones y el dólar mayorista sin intervención de ninguna clase bajó $28 (-1,9%) a $1.454.

Según la consultora F2, que dirige Andrés Reschini, “el tramo más corto de la curva pesos continuó comprimiendo rendimientos y terminó en el orden del 2,3% efectivo mensual. Esto indica que el mercado ha reaccionado favorablemente ante la inyección de pesos post electoral dado que las tasas han descendido abruptamente y el tipo de cambio no ha sufrido una disparada. Las tasas reales (ex ante) van normalizándose y, aunque aún podrían comprimir un poco más, esto puede significar un buen primer paso para iniciar el ciclo de recompras de reservas que ya adelantó el BCRA”.

El análisis agrega que “los futuros operaron un volumen de 1.117.951 contratos contra los 731.783 de la rueda anterior y en bonos dollar linked el volumen de operaciones también marcó un crecimiento. Los ajustes de la curva de futuros fueron a la baja, en la misma dirección que el mayorista, pero las implícitas terminaron corridas al alza“.

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A la vez, remarcó que el interés abierto “agregó 37,4 millones que se explican, principalmente por los 48 millones que agregó el contrato que vence a fin de febrero, un incremento que, para esa posición, no estábamos acostumbrados a ver”. “Los sintéticos quedaron más arbitrados luego del mayor atractivo que mostraron al cierre anterior. Todo parece indicar que el mercado tomó nota y se inclinó por el carry trade”, concluyó.

La licitación de hoy paralizó al mercado porque es donde el Tesoro marca el rumbo de la política monetaria y de las tasas de interés. La idea es renovar los bonos más largos a menor tasa.

Un reporte de Cocos remarcó: “El Tesoro enfrenta una licitación en la que vencen alrededor de $7,7 billones. En esta ocasión, el Tesoro adoptó una estrategia más agresiva al no ofrecer instrumentos cortos. Si bien el equilibrio que se debe administrar es todavía frágil. La política monetaria viró hacia un sesgo más laxo”.

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Y continuó: “Tras la última licitación se volcaron a la calle aproximadamente $6 billones la semana pasada y se relajó el cómputo de encajes a promedio mensual en lugar de saldo diario. Esto tuvo su correlato en una suba de 2,8% del tipo de cambio desde el viernes (llegando a operar a 3% de la banda superior), al mismo tiempo que la curva pesos operó mixta en las últimas ruedas”.

Asimismo, los analistas subrayaron que “dado el contexto y la estrategia llevada adelante por la Secretaría de Finanzas, consideramos que el Tesoro no debería seguir volcando liquidez a la plaza”. Además, sumaron que de corto plazo, “nos inclinamos por la TZXM6 (bono indexado por CER) que, a estos precios, brinda un mejor rendimiento ante un escenario de moderada desinflación hacia marzo de 2026, en comparación a la tasa fija”.

De esta manera, finalizó otra rueda con relativa calma y donde la subasta de la Secretaría de Finanzas enviará nuevas señales al mercado. Pero hay que estar atento a lo que sucede en el ámbito internacional. En el after market las Bolsas de Nueva York operaban con leves bajas.

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ECONOMIA

La City alerta que las bandas cambiarias están «agotadas» y parte del mercado habla de dolarización

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Financistas y empresarios del mundo de la producción coinciden: el Gobierno debería definir pronto si aplica modificaciones en el régimen cambiario. Hay coincidencia en que la Casa Rosada ganó tiempo desde el triunfo del 26 de octubre, pero el sistema de bandas -tal como está- sigue resultando poco confiable para el «círculo rojo». Y a medida que pasan los días desde las elecciones, crece la incertidumbre por lo que pueda venir.

A diferencia de lo que sucede en el negocio bursátil -las acciones siguen con fuertes mejoras-, en el mercado cambiario persisten las dudas.

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Ya no existe una corriente dolarizadora como la que hubo durante septiembre y octubre, pero en la City manda el sentimiento conservador.

La toma de riesgos son muy medidos, a la espera de las próximas definiciones.

En la primera sesión de la semana, la cotización del dólar mayorista volvió a escaparse y amagó con tocar el techo de la banda cambiaria.

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El mayorista cerró en $1.482, con un alza del 2,56% versus el viernes. Esta suba fue acompañada con un repunte del volumen de negocios en el mercado cambiario: u$S58 millones durante la jornada contra u$s359 millones del viernes último. El tipo de cambio quedó a tan sólo 1% del techo de la banda.

En la City creen que el Gobierno debe definir pronto el próximo esquema cambiario para evitar presiones sobre el dólar y generar incertidumbre.

¿Dolarización o neo convertibilidad?

Muestra de las presiones cruzadas a las que puede estar sometido el Gobierno, durante el último fin de semana aparecieron versiones desde distintas fuentes acerca de la posibilidad de que la administración Milei adopte una dolarización.

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También la voz de Domingo Cavallo, proponiendo una convertibilidad entre el peso y el dólar, volvió a abrir la puerta a posibles definiciones en las próximas jornadas.

Sobre la dolarización hubo una información concreta: según el Financial Times, la Casa Blanca indagó con el experto Steve Hanke acerca de la posibilidad de llevar esa medida a distintas economías emergentes.

Y donde se tomó como referencia a la economía argentina.

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Hanke es bien conocido en el país: durante la década del ‘90 trajo su idea dolarizadora, en medio de la convertibilidad. En aquellos años, la chance de una dolarización quedó desarticulada ante el desinterés del propio Estados Unidos.

Justamente, el gran cambio en esta época, tomando como veraz la explicación del propio Hanke al Financial Times, radica en que -a diferencia de los años ‘90-, ahora sería la propia Casa Blanca quien está interesada en llevar adelante una dolarización.

De todas formas, antes de tomar una decisión tan decisiva para el futuro, habrá que analizar los pro y contras de semejante movida.

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Una dolarización ataría a la economía a la suerte de la dinámica de los Estados Unidos. Sin chance de tener una política monetaria propia.

El problema: no hay dólares que alcancen

Tras las elecciones de la semana pasada, la gran cuestión que debe definir ahora el Gobierno es la cuestión cambiaria.

Los últimos registros oficiales dan cuenta de un gran nivel de dolarización por parte de los argentinos, que tiene picos durante las épocas electorales. Sin embargo, la necesidad de dólares que requiere la economía para funcionar luce elevada.

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Está claro que de acá hasta marzo, la oferta de divisas será limitada. Sobre todo este mes de noviembre: las cerealeras prevén liquidar algo así como u$s400 millones durante todo el mes (tan solo u$s20 millones por día).

La dinámica podría cambiar algo hacia diciembre-enero, con la cosecha fina. Pero la oferta de divisas recién se va a robustecer hacia marzo-abril, con la llegada de la cosecha gruesa.

«Pasó lo del bono dólar linked y el cierre de futuros y el dólar sigue subiendo. Insistimos con lo que dijimos la semana pasada. El dólar se mantiene en estos niveles elevados porque no hay oferta privada (el agro adelantó todas sus ventas)», sintetizó el economista Juan Manuel Tellechea para explicar la situación actual.

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La clave sobre la posible modificación del esquema cambiario lo da la necesidad del Gobierno de recomponer las reservas del Banco Central.

Ya lo dijo el vice del Banco Central, Vladimir Werning: habrá compra de dólares para las reservas, y esa será una forma de remonetizar la economía.

Milei también abordó la cuestión, pero evitó hablar del timing para poner en práctica la medida. Dejó entrever que ese objetivo se cumplirá «en la medida que la demanda de dinero acompañe la estabilización macroeconómica».

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En definitiva: la decisión está, pero se desconoce el momento en que se tomará la decisión de embolsar esos dólares.

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