ECONOMIA
Jornada financiera: las ventas del Tesoro de EEUU tuvieron efecto parcial en el mercado y el dólar volvió a subir

Las ventas de dólares del Tesoro de EEUU tuvieron efecto efímero en el mercado de cambios. Aunque la noticia llevó inmediatamente a una caída de las cotizaciones al promediar la ronda de negocios, todas las cotizaciones recuperaron la tendencia alcista hacia el cierre.
El dólar mayorista finalizó a $1.380, con un alza de 20 pesos o 1,5%, otra vez con importante volumen de negocios por USD 850,9 millones en el segmento de contado.
Pasadas las 13, el secretario del Tesoro de los EEUU, Scott Bessent, confirmó que por la mañana la institución “compró pesos” en el mercado abierto argentino, declaración que llevó al dólar mayorista a ser operado debajo del cierre anterior de 1.360 pesos.
Operadores coincidieron en que hubo un aporte importante de ventas de divisas a cuenta del Tesoro norteamericano dado el monto operado en el spot, el más alto del mes, aunque sin precisiones sobre la cifra.
Nicolás Merino, operador de ABC Mercado de Cambios, detalló que “el dólar mayorista abrió la jornada con fuerte demanda en torno a $1.385, mostrando desde el inicio una firme presión compradora. Durante las primeras horas alcanzó un máximo intradiario de $1.393, en un contexto de cautela tras la reunión mantenida ayer entre el Gobierno argentino, Donald Trump y el secretario del Tesoro de Estados Unidos, que dejó ciertas dudas y un escenario más ajustado para la administración local”.
“El volumen del día fue de USD 851 millones -el más alto del mes- y ya se mostró elevado desde temprano, y pasado el mediodía se confirmó la venta de dólares por parte del Tesoro norteamericano, junto con versiones que apuntan a que el rescate financiero podría ampliarse hasta los USD 40.000 millones. A partir de ese momento, el mercado se descomprimió bruscamente, llevando la cotización hasta un mínimo de $1.355, donde pareció encontrar soporte. Desde allí, la demanda genuina del mercado volvió a impulsar al tipo de cambio hasta su cierre en $1.380″ precisó Merino.

Dado el límite superior del régimen de bandas cambiarias del Banco Central, a $1.488,10, el dólar mayorista quedó a 108,10 pesos o 7,8% debajo de ese limite.
El Tesoro de los EEUU había comunicado tras el cierre de la operatoria cambiaria del jueves 9 de octubre la compra de pesos en forma directa en el mercado de cambios argentino, una noticia que empujó a una revitalización de la oferta y la consecuente baja de 5% para el dólar mayorista en la rueda del lunes de esta semana, que cedió a $1.349, un piso desde el 26 de septiembre. En esta segunda ocasión el efecto sobre los precios se diluyó en un par de horas.
El dólar al público finalizó con alza de 20 pesos o 1,4%, a $1.405 para la venta en el Banco Nación, con un rango intradiario que fue de 1.395 a 1.415 pesos. El Banco Central informó que en las entidades financieras el dólar minorista promedió $1.408,02 para la venta (alza de $15,61 o 1,1%) y $1.354,61 para la compra.
La puja de precios también se trasladó a las operaciones de dólar futuro, donde se realizaron negocios por el equivalente a USD 2.25,8 millones, un monto relevante, que expandió el interés abierto en esta plaza a USD 8.518,7 millones, según datos de A3 Mercados.
El Banco Central es el principal oferente en este mercado, pues vende contratos para ponerle un tope a la suba esperada para el dólar. El reglamento interno de A3 Mercados indica que el ente monetario puede estar vendido en dólar futuro por hasta el equivalente a 9.000 millones de dólares.
Los contratos más negociados, con vencimiento a fin de mes -y pasadas las elecciones- subieron 33,50 pesos o 2,4% a $1.428,50, frente a un techo de las bandas cambiarias previsto en los 1.501 pesos. A partir de las posturas de diciembre, que terminaron a $1.538 (+1,3%) los contratos quedaron por encima de la banda superior del BCRA, que prevé un techo de $1.531 para fin de año.
La cotización blue del dólar avanzó 30 pesos o un 2,1%, a $1.450 para la venta, luego de anotar un máximo intradiario en los 1.465 pesos.
Las reservas internacionales del Banco Central cayeron en USD 164 millones, a USD 41.732 millones. Fuentes de la entidad indicaron a Infobae que “las reservas bajan por pagos totales por USD 225 millones, repartidos entre CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe) y BIRF (Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento)”.
Además de confirmar una nueva “compra de pesos” en el mercado argentino, Scott Bessent adelantó a periodistas en Washington que la administración de Donald Trump está “trabajando en una línea de crédito de USD 20.000 millones que sería complementaria de nuestra línea de intercambio de divisas, con bancos privados y fondos soberanos, que creo que estaría más orientada al mercado de deuda. Así que eso sería un total de USD 40.000 millones para la Argentina”.
“Mientras Argentina siga implementando buenas políticas, tendrá nuestro apoyo”, subrayó esta tarde el secretario del Tesoro norteamericano.

Estas declaraciones mejoraron el ánimo de los operadores financieros, después de la reunión del martes entre los presidentes de Argentina y Estados Unidos, Javier Milei y Donald Trump, en la Casa Blanca, sin los anuncios esperados.
Los ADR de compañías argentinas negociadas en dólares en Wall Street operaron con alzas encabezadas por Central Puerto (+11%). Grupo Galicia ascendió un 3,3%, mientras que YPF rebotó un 1,7 por ciento.
El índice S&P Merval de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires subió un 1,5% en pesos, a 1.912.739 puntos.
Por otra parte los bonos Globales de Argentina -en dólares con ley extranjera- avanzaron un modesto 0,2% en promedio. Vale recordar que el martes los ADR se hundieron hasta 8% y los títulos públicos, hasta un 7 por ciento. El riesgo país de JP Morgan marcó al cierre de los mercados del martes más de 1.000 puntos básicos.
“Si bien la noticia de USD 20.0000 millones extra es un gran dato, y debería haber marcado mayores subas, creemos que el mercado esta un poco cansado de tanto tuit, idas y venidas, y espera alguna confirmación oficial de todo lo conversado para terminar de convalidar en precios este nuevo escenario, el cual, reiteramos, que si se confirma, es un ‘bombazo’, ya que el mercado no estaba esperando 40.000 millones de dólares de ayuda financiera”, evaluó Nicolás Cappella, analista de IEB.
Este miércoles el Gobierno tuvo el primer test en el mercado después de la visita a Donald Trump: una licitación de deuda en pesos con vencimientos de $4 billones donde ofrecía dos Lecap/Boncap y dos dollar linked con vencimiento el próximo noviembre y enero 2026.
Y la expectativa del mercado estaba puesta en la decisión de la Secretaría de Finanzas: ¿convalidar tasas altas para llegar con cierta estabilidad cambiaria hasta los comicios del 26 de octubre o comenzar a recortarlas para impulsar el crédito y con eso la actividad?.
El resultado fue ambiguo, el secretario de Finanzas comunicó que se adjudicaron $1,755 billones habiendo recibido ofertas por un total de $2,602 billones. Lo que significó un rollover de 45,68% sobre los vencimientos del día de la fecha.
“Hoy el Tesoro declaró desiertas las dos LECAPs que ofrecía, dejando $2,1 billones en la calle. El Tesoro lo atribuyó a que consideraron el nivel de tasas ofrecidas muy elevado. En nuestra opinión ya se venía anticipando en los últimos días con tasas de interés de mercado en niveles muy altos, reflejando muy baja liquidez en el sistema tras las sucesivas subas de encajes y la venta de bonos en el secundario”, marcaron en el equipo de Puente.
Un dato clave, que destacó el economista Federico García Martínez, es que fue la primera licitación de la gestión de Javier Milei en que la composición colocada fue 100% en dollar linked. Lo que se da en un contexto de cuestionamientos a la continuidad del régimen cambiaría después del 26 de octubre.
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ECONOMIA
¿Alcanza el apoyo de EEUU para hacer sostenible al esquema cambiario y monetario? La opinión de cuatro especialistas

En una semana signada por movimientos intensos en los distintos precios del dólar, las intervenciones del Tesoro de Estados Unidos no lograron contener las tensiones ni en el mercado oficial ni en el financiero local.
La suba del billete verde, tanto en su versión minorista como en las cotizaciones bursátiles, convivió con sucesivos anuncios, confirmaciones y compras directas de pesos por parte del Gobierno del presidente Donald Trump en respaldo a la gestión económica de Javier Milei. Persistió, así, una inquietud que se acrecentó mientras se acerca el turno electoral: ¿es suficiente el apoyo norteamericano para sostener el esquema cambiario y monetario que implementa el equipo económico de Argentina?
Estas inyecciones del Tesoro estadounidense buscaron estabilizar la plaza cambiaria local en medio de una fuerte dolarización de carteras. Operadores estimaron que el organismo norteamericano realizó compras casi 500 millones de dólares en tres intervenciones, lo que permitió, de forma puntual, contener la presión sobre el peso. Sin embargo, la demanda de divisas no afloja y la volatilidad se mantiene elevada a días de las elecciones legislativas.
La demanda de divisas no afloja y la volatilidad se mantiene elevada a días de las elecciones legislativas
Aún tras la confirmación explícita del apoyo por parte del secretario del Tesoro Scott Bessent, el dólar minorista en el Banco Nación trepó hasta $1.475, con incrementos similares en las variantes financieras. El MEP alcanzó a $1.522 y el contado con liquidación superó los $1.500, mientras que los bonos de referencia retrocedieron hasta 4,6% durante la jornada. Estos movimientos dieron testimonio de una desconfianza persistente que trasciende la llegada de fondos externos.
Al cierre de la semana, la plaza cambiaria argentina navegaba un equilibrio riesgoso. El informe de CREA, citado por Reuters, describió: “El anuncio de un acuerdo con el Tesoro de Estados Unidos logró estabilizar transitoriamente la situación, pero no disipó la incertidumbre ni la presión cambiaria que reaparecieron rápidamente esta semana”. En paralelo, los negocios a futuro reflejaron expectativa de niveles superiores de tipo de cambio para fin de año.
El tablero político sigue alterando las expectativas del mercado local. La derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires generó dudas sobre el alcance del respaldo parlamentario que podrá obtener Milei después del 26 de octubre. Además, la plaza financiera mostró respuestas disímiles: en la Bolsa porteña, algunas acciones subieron, pero los bonos continuaron debilitándose. Mientras tanto, JP Morgan, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup mantenían conversaciones con el Tesoro de Estados Unidos para mecanismos de asistencia financiera adicionales, en la antesala del test político clave.
En este contexto, la opinión de los economistas consultados permite indagar hasta dónde puede sostenerse el tipo de cambio y la política monetaria actual, aun con el aporte estadounidense en marcha.
Para Miguel Kiguel, director de Econviews y ex Secretario de Finanzas, ni la llegada del Tesoro norteamericano resolvió los problemas estructurales. “Antes del apoyo americano te diría que era claro que sí, porque lo que pasaba, a menos que después de las elecciones hubiera un cambio radical en la percepción del programa económico, que es algo muy difícil”, afirmó el economista en diálogo con este medio.
Kiguel remarcó que el mercado se muestra cauto ante las perspectivas para el plan de gobierno: “Aunque le vaya muy bien al Gobierno, la gente va a seguir mirando a ver qué puede pasar con las reformas estructurales, cómo se acomoda el Gobierno, cómo hace alianzas con la oposición, si eso… Yo creo que no va a ser algo que se va a resolver de la noche a la mañana”.
Aunque le vaya muy bien al Gobierno, la gente va a seguir mirando a ver qué puede pasar con las reformas estructurales, cómo se acomoda, cómo hace alianzas con la oposición (Kiguel)
La inquietud de fondo, explicó Kiguel, radica en la incapacidad del Banco Central para acumular reservas: “Desde el principio del programa, el Gobierno no pudo juntar reservas internacionales. No ha habido un poco lo que esperaba el mercado, que era que acumulara diez, veinte mil millones de dólares para que estemos todos tranquilos y la presión sobre el dólar no exista más”.
Observó que el esquema de tasas de interés elevadas, combinadas con la continua intervención oficial, muestra tensión: “La tasa llegó a niveles realmente, en algunos momentos, estratosféricos y en otros momentos muy altos, pero la tasa de caución hace dos días estaba a ciento veinte por ciento. Tasas de descubierto en cuenta corriente para empresas, doscientos cincuenta por ciento. Eso no está funcionando bien”.
Miguel Kiguel agregó: “No funciona bien incluso con el apoyo del Tesoro americano. Los bonos caen con el apoyo del Tesoro americano”. Respecto a las tasas y la operatoria, evaluó que “si vos para mantenerlo tenés que estar interviniendo en los mercados, subiendo la tasa, pidiéndole al Tesoro que te ayude porque vos te quedaste sin dólares para intervenir, me parece que eso no puede seguir así. Estamos lejos de un equilibrio”.
El economista jefe de BlackToro y docente del IAE Business School, Fernando Marengo, trazó un diagnóstico menos inquietante sobre la sostenibilidad del esquema. “El nivel de monetización de la economía es muy bajo para términos históricos y el Banco Central tiene dólares líquidos por casi USD 27.000 millones”, explicó.
El nivel de monetización de la economía es muy bajo para términos históricos y el Banco Central tiene dólares líquidos por casi USD 27.000 millones (Marengo)
Según Marengo, “el Banco Central tiene liquidez, tiene dólares suficientes para financiar de nuevo una caída en la monetización que te lleve al nivel mínimo en veinticinco años”. El apoyo del Tesoro estadounidense, para él, fortalece una posición que ya era sostenible: “Independientemente del apoyo del tesoro americano, el esquema monetario es sostenible. Era sostenible desde antes de los anuncios del apoyo”.
Marengo explicitó, no obstante, la centralidad de un problema reputacional que afecta la estabilidad. “El mercado claramente está viendo un país que tiene un problema reputacional. Tenemos el récord mundial de reestructuraciones de deuda, al mismo tiempo que el Congreso… todo el tiempo está con medidas que atentan contra el superávit fiscal”.
Sobre el vínculo entre apoyo externo y clima político, analizó: “El mercado lo que está planteando es: hay que ver el resultado de la elección porque el mercado interpreta que el apoyo americano estaría supeditado al resultado de la elección”.
En cuanto a los efectos de la desconfianza, Fernando Marengo sostuvo: “Cuando hay desconfianza, la gente deja de consumir, deja de invertir, cae actividad económica, cae empleo, los salarios en términos reales se contraen… y curiosamente, te mejoran las cuentas externas porque la caída de demanda agregada hace que caigan las importaciones y te mejoren las cuentas externas”.
El economista diferenció tres caminos de ajuste del esquema cambiario:
- mantener la banda,
- la intervención discrecional, y
- la flotación libre.
Consideró que la incertidumbre sobre el tipo de cambio futuro impacta de modo directo en la demanda de dólares și en la dinámica de la actividad.
Fernando Baer, director de Quantum Finanzas, relativizó la obsesión con la compra de reservas y apuntó al diseño de la política monetaria. “Lo que estamos viendo es una demanda precautoria habitual en procesos electorales, que se subió a una situación de debilidad política, pero que no está totalmente fundamentada en los fundamentos macro que tiene hoy la economía”, destacó.
Baer argumentó que “es un tipo de cambio que está un poco más adelantado de lo que debería ser, una medida más de tranquilidad”.
Respecto al objetivo de acumular reservas, el economista dijo a Infobae: “El objetivo del Gobierno era otro en ese momento y yo no tengo tan claro que necesariamente Argentina tiene que comprar reservas. Si hay equilibrio fiscal y acceso a dólares, que ahora por lo menos para pagos de deuda están garantizados, no hay mucho sentido para que el Gobierno salga a emitir pesos para comprar dólares”.
Si hay equilibrio fiscal y acceso a dólares, que ahora por lo menos para pagos de deuda están garantizados, no hay mucho sentido para que el Gobierno salga a emitir pesos para comprar dólares (Baer)
Baer sostuvo que, superada la tensión electoral, debería producirse una redefinición del esquema monetario: “Vamos a ver seguramente después de la elección… una redefinición del esquema monetario seguro y el esquema cambiario… Hay que ver si con este esquema de bandas y a este ritmo, el nuevo esquema monetario lo hace consistente o no”.
En relación a posibles cambios, Baer consideró: “El Gobierno va a apostar a que se descomprima, que baje el riesgo país, y que eso con un nuevo mercado monetario, reacomode el esquema cambiario, que seguramente en algún momento va a requerir algún retoque, pero no necesariamente salir del esquema ahora”.
Por su parte, Sebastián Menescaldi, economista de EcoGo, caracterizó el aporte estadounidense como una solución temporal. “Hubo en el año dos rescates porque el enfoque monetario y cambiario era insostenible. Esto ayuda… lo que ayuda para mí es un puente para poder corregirlo”, explicó.
Menescaldi advirtió que, sin cambios, “si se persiste con este esquema, nuevamente, otro rescate, está bien, no será en el 2026, será en el 2027, puede ser a fin del 2027. Pero está claro que no es el esquema que sirve, al menos para Argentina”.
Menescaldi definió el programa de asistencia como una herramienta que da tiempo para ajustar el diseño. “No sostiene el esquema actual, sino que da respaldo para cambiarlo sin tragedias”, definió.
Respecto a los cambios necesarios, argumentó: “Hay que armar un esquema tal que acumule reservas, emitir pesos y monetizar la economía para que haya que dar crédito y crecimiento”.
Hay que armar un esquema tal que acumule reservas, emitir pesos y monetizar la economía para que haya que dar crédito y crecimiento (Menescaldi)
Sebastián Menescaldi también destacó la importancia de contar con un programa financiero: “Se necesita un programa financiero donde se pueda hacer los logaritmos de la deuda, en pesos y en dólares”.
Para el economista, la coyuntura impone que el respaldo externo “es un puente. No se necesita que el tipo de cambio se vaya a $2.500 para que todo funcione de vuelta. Eventualmente, está ese puente que puede salvar al país. En el medio, hay que hacer los arreglos que hay que hacer para poder funcionar y ser ganador en 2027″.
Corporate Events,LEGACY: Financials (TRBC),Financials (TRBC level 1),South America / Central America
ECONOMIA
Sebastián Galiani, exviceministro: “El riesgo de retroceder al populismo económico está siempre”

A una semana de las elecciones de medio término, los mercados parecen decididos a mantener prácticas de cobertura frente a un resultado desfavorable para el Gobierno que lo lleve a disponer un giro en su política económica, en particular en los planos cambiario y monetario, pese a las reiteradas declaraciones del presidente Javier Milei y de su ministro de Economía, Luis Caputo, de que “todo seguirá igual”, excepto que se avanzará en la búsqueda de consensos para impulsar reformas estructurales, como tributaria y laboral, principalmente.
Sobre esa base, el Gobierno recibió la ratificación y profundización de un inédito respaldo financiero y geopolítico por parte de los EEUU, aunque no exento de dudas al poner como condicionamiento que no ocurra un resultado que revele un marcado rechazo a las políticas de cambio. Estas políticas posibilitaron la eliminación del déficit fiscal, el saneamiento de la hoja de balance del Banco Central de la República Argentina, con baja de impuestos, de retenciones y de regulaciones que posibilitaron sendas disminuciones de la inflación y pobreza y reactivación de la economía, como promedio general.
En particular, “los mercados” y cada vez más analistas de consultoras privadas manifiestan que la política cambiaria de flotación con bandas que se abren sin intervención del Banco Central, como el corsé monetario “están agotados” y por tanto aconsejan una paridad más alta para acumular reservas, alentar exportaciones y revertir el creciente saldo deficitario de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
“Al inicio de un programa de estabilización y reformas, el tipo de cambio de equilibrio suele apreciarse: baja el índice de riesgo país, se reconfiguran los portafolios y se revalorizan los activos domésticos”
Con ese escenario, Infobae entrevistó al economista Sebastián Galiani, exsecretario de Política Económica y viceministro de Hacienda entre enero de 2017 y junio de 2018. Actualmente profesor de Economía en la Universidad de Maryland, Galiani cuenta con un doctorado en Economía de la Universidad de Oxford, trabaja ampliamente en el campo de la Economía del Desarrollo, es miembro de la NBER y Bread, y editor asociado de Journal of Development Economics, Journal of Economic Behavior and Organization y Latin American Economic Review. Desde Estados Unidos, analiza la realidad argentina y sus expectativas para la segunda parte del gobierno de Javier Milei.
— Dos cuestiones que generan fuerte debate entre los economistas son la necesidad de acumular reservas en el BCRA y el posible atraso cambiario. ¿Cuál es su opinión al respecto?
— En materia de reservas, mi visión es clara: la Argentina necesita un sendero sostenido de acumulación en el BCRA. Si uno mira a la región y al mundo, los bancos centrales operan con colchones mucho más altos que el nuestro. Ahora bien, de eso no se sigue que pudiera lograrse en pocos meses. Poner el foco en que, durante la última cosecha, el BCRA compró menos de lo previsto con el FMI es engañoso: cuando cae la demanda de dinero por riesgo electoral, si el objetivo es frenar una corrida se requieren muchas más reservas que las que razonablemente pueden acumularse en un trimestre.
Y, aunque se acumule un nivel razonable de reservas, hay que ser muy cuidadosos con su uso: no están para evitar una depreciación cuando la economía enfrenta shocks reales (términos de intercambio, sequías, cambios de precios relativos), sino para suavizar episodios de volatilidad transitoria y desorden financiero. Su función es de seguro de liquidez, no de ancla para fijar precios relativos.

Sobre el “atraso cambiario”, es un clásico del debate argentino, pero conviene precisar. Al inicio de un programa de estabilización y reformas, el tipo de cambio de equilibrio suele apreciarse: baja el índice de riesgo país, se reconfiguran los portafolios y se revalorizan los activos domésticos. Si, además, el programa eleva la riqueza del país medida en bienes transables, al final del proceso también puede observarse una apreciación real.
No niego que pueda haber atraso; sostengo que es difícil afirmarlo con seriedad en tiempo real. Las comparaciones históricas simples (promedios del TCR, “tablitas” de referencia) hoy dicen poco: los cambios macro y, sobre todo, los estructurales que separan los dos “proyectos de país” en disputa son demasiado profundos como para extrapolar linealmente el pasado.
— ¿Cuál sería, en su opinión, el mejor indicador para determinar un tipo de cambio que contribuya efectivamente a la acumulación de reservas: la productividad de los sectores exportadores, el ingreso medio de la población, u otro parámetro?
— Pasadas las elecciones de medio término, el BCRA debería acordar un cronograma realista de acumulación de reservas, tomando en cuenta la remonetización esperada de la economía, y transitar hacia una flotación cambiaria crecientemente menos intervenida, usando las reservas sólo para amortiguar episodios de volatilidad y no para fijar precios relativos.
— En el contexto actual, donde la economía arrastra grandes desequilibrios estructurales, ¿ve viable implementar un régimen de tipo de cambio único y libre, sin intervención del BCRA?
— Sí, es viable implementar un tipo de cambio único y flotante sin demoras largas: con dos años de equilibrio fiscal ya no hay razón para postergar; puede hacerse en un horizonte corto (meses, no años). La intervención del BCRA debe limitarse a suavizar la volatilidad nominal con reglas transparentes, no a fijar un tipo de cambio real, que debe determinarse libremente.
“La intervención del BCRA debe limitarse a suavizar la volatilidad nominal con reglas transparentes, no a fijar un tipo de cambio real”
La unificación operativa -un solo mercado mayorista, desarme rápido de regulaciones que fragmentan oferta y demanda, límites prudenciales a posiciones cambiarias-, junto con una macro consistente (tasa real positiva, remonetización en curso y uso prudente de reservas como seguro de liquidez), completa el marco.
— Se habla mucho de la “cultura del dólar” en Argentina. ¿Piensa que debería incentivarse un cambio en el comportamiento de ese 10% de argentinos que compra dólares, para no perjudicar al resto de la sociedad? ¿O el problema es más profundo?
— No lo veo como un problema “cultural”, sino de incentivos y expectativas. En contextos de déficit fiscal y emisión para financiarlo, el dólar funciona como resguardo de valor; pretender “reeducar” al 10% que compra dólares es atacar el síntoma, no la causa. En cambio, con equilibrio fiscal, un BCRA que no financia al Tesoro ni acumula deuda remunerada para esterilizar excesos, una política monetaria orientada a la estabilidad de precios y tasas de interés reales no reprimidas, no hay razones económicas para dolarizar carteras -más aún cuando, por la propia política fiscal de EEUU, el dólar tampoco es invulnerable como activo-.
Lo que persiste en la Argentina es el riesgo de reversión política: el miedo a un retorno del kirchnerismo y del desorden macro.
— En las últimas semanas hubo mensajes de respaldo por parte del Tesoro de Estados Unidos y elogios a la gestión económica argentina por parte de la directora gerente del FMI. ¿Cómo interpreta usted ese apoyo y sus posibles implicancias?
— El respaldo reciente de Washington y los elogios del FMI deben leerse, ante todo, como señales geopolíticas: las grandes potencias apoyan a sus aliados cuando perciben alineamiento estratégico y consistencia macro. No es “neocolonialismo”; es política internacional estándar: apoyo que cataliza financiamiento (multilateral y privado), mejora el riesgo soberano y facilita rollover y acceso a mercados. Ese apoyo, sin embargo, no es un cheque en blanco: viene con condicionalidades y se sostiene en la medida en que el programa mantenga credibilidad y resultados.

Para la Argentina, las implicancias son concretas: si el Gobierno preserva el equilibrio fiscal, avanza en reformas pro-productividad y consolida un régimen cambiario más limpio, este respaldo externo puede acelerar la remonetización, la acumulación de reservas y la baja del costo de financiamiento. Lo decisivo no es la foto del elogio, sino la persistencia del rumbo que lo hizo posible.
La apuesta de Milei fue nítida: alineamiento con EEUU e Israel y un programa macro consistente. Le salió bien -y el apoyo lo refleja-. Que algunos lo presenten como “sumisión” o añoren una diplomacia de “selfies” con autócratas es, en el mejor de los casos, confundir consignas con geopolítica. En política internacional, como en economía, mandan los resultados.
— ¿Detecta usted mayor preocupación en esos organismos por la política cambiaria y la falta de reservas, o por la necesidad de consolidar estabilidad macroeconómica mediante reformas estructurales de fondo?
— Diría que, aunque reservas y política cambiaria importan, hoy la preocupación principal de Washington y de los organismos es política: que el Gobierno llegue fuerte a las legislativas de medio término, no se frene la inversión y no se reabra la puerta a un retorno del populismo económico en 2027. Aprendieron de abril de 2019: entonces se aferraron al “librito” técnico, subestimaron el riesgo político y terminaron condicionados por el giro posterior. Ahora leen el caso argentino con un lente más estratégico.
“Aunque reservas y política cambiaria importan, hoy la preocupación principal de Washington y de los organismos es política”
En ese marco, el dólar y las reservas son variables operativas; la estabilidad macro de fondo depende de la continuidad del ancla fiscal, la profundidad de las reformas pro-productividad y reglas estables para invertir. Si esos pilares se sostienen, la remonetización, la acumulación de reservas y la baja del riesgo país llegan por añadidura.
Traducido: piden señales claras y consistentes hasta las elecciones -un cronograma realista de acumulación de reservas, un régimen cambiario más limpio y predecible, y sobre todo la persistencia del programa-. No buscan fuegos artificiales; buscan gobernabilidad para que el capital no se ponga en pausa y el ciclo político no se lleve puesto lo conseguido.

— En materia de política económica, ¿cree que el Gobierno debe ocuparse activamente del nivel de actividad en todos los sectores, incluidos los menos eficientes, o focalizarse en lograr una macroeconomía estable e inducir a que cada sector se adapte al nuevo escenario?
— El Gobierno debe concentrarse en estabilidad macro, reglas de juego capitalistas claras e instituciones eficientes; ésa es la verdadera política “pro-actividad”. Con ese marco, la economía tiene que salir a competir: abrir mercados, exportar más e importar más, reasignar recursos hacia donde la productividad sea mayor. No se trata de sostener a los sectores menos eficientes, sino de remover distorsiones y dejar que los precios relativos hagan su trabajo.
El Estado, sí, debe proveer bienes públicos y cuellos de botella específicos cuando sean costo-efectivos (infraestructura logística, energía, conectividad, normas técnicas, certificaciones), además de políticas horizontales de capital humano y financiamiento. Y durante la transición, redes de protección y reconversión laboral bien diseñadas -temporales y evaluables- para acompañar a quienes necesiten adaptarse, sin petrificar la ineficiencia.
— El éxito de reformas tributarias y laborales requiere apoyo legislativo, pero pareciera no haber una preocupación similar en todas las provincias. ¿Qué posibilidades ve usted para que esas reformas incentiven inversiones y reviertan el estancamiento del empleo privado formal?
— Lo veo como un proceso gradual, gobernado por la política. Una buena elección de medio término puede operar como dispositivo de coordinación: reduce la incertidumbre sobre la continuidad del rumbo y da al Presidente un horizonte de seis años efectivos para negociar. En ese escenario, es más probable que los gobernadores se alineen detrás de una agenda tributaria y laboral pro-crecimiento, porque leerán que el costo de oponerse sube y el beneficio de acordar también.
Si el resultado es ambiguo, la convergencia será más lenta y fragmentada, con reformas parciales hasta que el oficialismo consolide mayorías, si lo logra hacer. En cuanto al efecto sobre inversión y empleo formal, las chances son buenas si las reformas apuntan a lo esencial: previsibilidad y menor litigiosidad en lo laboral (mecanismos de seguros y fondos de cese que sustituyan pasivos inciertos; negociación más descentralizada donde tenga sentido) y simplificación y baja de distorsiones en lo tributario (menos impuestos cascada, reglas claras y estables, cumplimiento más barato y digital).
“La Argentina llega muy rezagada respecto de la frontera internacional -e incluso regional-, lo que paradójicamente nos da margen para un “catch up” rápido si hacemos las cosas básicas bien»
Con ese marco, los sectores transables y de servicios basados en conocimiento reaccionan primero; luego se acelera la formalización. La heterogeneidad provincial seguirá pesando: habrá jurisdicciones “pioneras” que compitan con seguridad jurídica, ventanillas únicas y estabilidad fiscal, y otras que lleguen después. Pero si la macro estable se sostiene y el Congreso aprueba un paquete razonable, la inversión sube y el empleo privado formal sale del estancamiento -no de un día para el otro, pero de manera creíble y acumulativa-.
— Finalmente, ¿le gustaría dejar una reflexión para los lectores de Infobae sobre los desafíos y oportunidades de la economía argentina actual?
— Una reflexión final. Cada vez que un país ordena la macro, fija reglas de mercado previsibles y empuja reformas pro-productividad, se abre una ventana de crecimiento. La Argentina llega muy rezagada respecto de la frontera internacional -e incluso regional-, lo que paradójicamente nos da margen para un “catch up” rápido si hacemos las cosas básicas bien: estabilidad fiscal y monetaria, competencia, apertura, infraestructura y capital humano.
Además, vivimos en una región sin conflictos geopolíticos relevantes: eso es un activo que el mundo valora cuando decide dónde invertir a diez o veinte años.
El riesgo, en cambio, es el de siempre: retroceder al populismo económico. Si volvemos a tirar por la borda la estabilidad y las reglas, esta vez el mundo probablemente nos baje el pulgar por un buen rato; la paciencia internacional con la Argentina no es infinita. La oportunidad está ahí, al alcance de la mano. Depende de nosotros transformar un año de orden en una década de crecimiento.
ECONOMIA
Clima de Negocios: El argentino detrás del mega data center de OpenAI habla de su financiación y de las polémicas que generó

Fue una joven hacker que se hizo emprendedor en temas de ciberseguridad, vendió su empresa y cuando buscó qué hacer imaginó y llevó adelante Satellogic, una empresa que cotiza en Wall Street con un valor de unos USD 500 millones. Tiene una constelación de unos 50 nanosatélites con los que genera imágenes satelitales de alta resolución de la Tierra para gobiernos y empresas.
Además, Emiliano Kargieman (50) es el argentino que anunció, por medio de su empresa, Sur Energy, la mega inversión de OpenAI, el gigante detrás de ChatGPT, de hasta USD 25.000 millones para hacer un data center en la Patagonia. Un proyecto que diseñó junto a Mat Travisano, un físico y también inversor tech que era su amigo y que falleció trágicamente en un accidente de montaña días atrás, justo antes de anunciarlo.
Kargieman habló con Infobae sobre los detalles de este muy ambicioso anuncio, cómo será el esquema de financiamiento que usarán y las polémicas ecológicas que surgieron con la presentación.
— ¿Qué alcance tendrá el proyecto que anunciaron?
— OpenAI y Sur Energy firmaron una Carta de Intención para la puesta en marcha de Stargate Argentina. El proyecto contempla un centro de datos de 500 MW en Patagonia, diseñado para alojar la próxima generación de cómputo de IA. Sur Energy será el desarrollador energético y de infraestructura, formando un consorcio con un operador global de cloud computing. OpenAI, por su parte, actuará como offtaker, utilizando la infraestructura para entrenamiento y despliegue de modelos avanzados de IA. El proyecto está impulsado por Sur Energy, con el respaldo y la colaboración de OpenAI en el marco del programa OpenAI for Countries. Además, firmamos dos memorandos de entendimiento con las compañías líderes en generación energética de Argentina: Genneia y Central Puerto, que permitirán que el data center opere con energía competitiva, limpia y confiable, asegurando sostenibilidad y atracción de inversiones de largo plazo.

— ¿Cómo se acercaron y negociaron con OpenAI?
— El acercamiento se dio a través de vínculos directos entre el equipo fundador de Sur Energy y ejecutivos de OpenAI. La semana pasada, una delegación oficial de la compañía viajó a Buenos Aires para reunirse con el presidente Javier Milei y miembros clave del gabinete económico. En ese encuentro se presentó formalmente la propuesta Stargate Argentina.
— ¿Me puede detallar cómo será el esquema de financiación que planean usar?
— El proyecto Stargate Argentina se concibe bajo un modelo de inversión escalonado (multi-fase), estructurado con criterios típicos de infraestructura energética y tecnológica a gran escala. El monto total estimado será de hasta USD 25.000 millones en distintas etapas de desarrollo, con desembolsos progresivos conforme se completen los hitos de permisos, construcción, conexión energética y operación. En los proyectos de infraestructura, un offtaker es quien firma un contrato de compra a largo plazo (por ejemplo, de energía, capacidad de cómputo o servicios), garantizando así la demanda futura que sustenta el financiamiento. En este caso, OpenAI actuaría como offtaker de capacidad computacional del futuro data center local de Stargate.
— De inmediato hubo cuestionamientos por temas ambientales. ¿Será un negocio sustentable?
— Es un proyecto de muy bajo impacto ambiental, alimentado de energías limpias y sustentables. Es tecnología totalmente novedosa para el país, desarrollada para alimentar la IA a partir de energías renovables.

— ¿Puede dar detallar cómo es el uso del agua en este tipo de instalaciones y en este proyecto en especial? ¿Cuánta agua se necesita para refrigerar una instalación así?
— Los data centers de última generación con sistemas de enfriamiento “direct-to-chip”, como el que se planea construir, utilizan agua para el enfriamiento en un circuito cerrado por lo que no consumen agua de manera constante. El consumo de agua esperado es el de los baños del personal. De cualquier manera, se presentarán estudios previos de impacto antes del inicio de las obras de infraestructura y el proyecto va a cumplir con todos los controles y requerimientos. Es un proyecto 100% sustentable.
Kargieman es un nerd. Hijo de psicoanalistas, creció en Palermo y fue la clase de nenes que rompía todo para ver las cosas por dentro. A mediados de los ’90, ya como un adolescente hacker y activista, integraba el grupo HBO, “Hacked by Owls”. Era bueno, muy bueno.
A los 17 ya trabajaba en los sistemas de seguridad de la AFIP y pocos años después fundó Core Security, una empresa de seguridad informática basada en EEUU, con facturación millonaria y clientes como Amazon y Mastercard. Intentó ser inversor y también se aburrió. Hasta que en 2010 fue a Singularity University, a estudiar al Ames Research Center de la NASA, en California, y se convenció de que podría reinventar la vetusta industria satelital. Así nació Satellogic.

— ¿Por qué Argentina y por qué este momento?
— Argentina reúne una combinación poco común de factores estratégicos que la vuelven especialmente atractiva para un proyecto como Stargate. El país tiene un potencial excepcional en energías renovables con recursos de calidad mundial. La ubicación ofrece condiciones climáticas frías y estables en el sur, ideales para data centers energéticamente eficientes. Además, Argentina cuenta con una comunidad tecnológica y académica sólida (IA, física, matemáticas, ciencia de datos) y una población joven altamente digitalizada. Es uno de los países con mayor adopción per cápita de ChatGPT en el mundo y alta producción de software e investigación en IA.
— Será un proyecto RIGI.
— Sí. El nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) crea un marco jurídico y fiscal previsible por 30 años, una condición fundamental para proyectos de infraestructura tecnológica y energética de largo plazo. Dado el impacto que se espera que tenga la Inteligencia Artificial en las próximas décadas, que fue comparado con las revoluciones tecnológicas de mayor impacto del pasado, la infraestructura y la tecnología de IA son, hoy, activos estratégicos para el posicionamiento y diferenciación competitiva de los países. En este contexto, las decisiones de inversión, exportación y colaboración en tecnología e infraestructura de IA sirven para definir rieles de alineamiento geopolítico globales.
— ¿Cuánto tuvo que ver el momento con la relación entre el país y EEUU?
— Sin duda el alineamiento actual de Argentina con Estados Unidos ayuda, en este momento, para tener el apoyo del gobierno estadounidense y poder tomar esta decisión de inversión. No hay que perder de vista, de todas maneras, que estas inversiones tienen impactos positivos a largo plazo, en el curso de veinte a treinta años.

— ¿Qué es un data center de IA, cómo está compuesto y para qué servirá?
— Un data center de inteligencia artificial es una infraestructura física y tecnológica diseñada para alojar, entrenar y operar modelos de IA a gran escala. Es el cerebro físico de la inteligencia artificial: un complejo de hardware, energía y conectividad donde se produce el procesamiento que permite que modelos como ChatGPT “piensen”. A diferencia de los datacenters que usan para servir aplicaciones de internet, por ejemplo, basados en tecnologías de CPUs, los datacenters de IA se construyen hoy con tecnología de GPUs, lo que hace que consuman significativamente más energía, y también los hace más costosos y complejos.
— ¿Qué aportará a la economía argentina?
— El proyecto Stargate Argentina representa una inyección estimada de hasta USD 25.000 millones en distintas fases, lo que lo ubicaría entre las tres mayores inversiones privadas en la historia del país. El flujo de capital externo tendrá un efecto multiplicador sobre el PBI y sobre las cuentas externas, al ingresar divisas genuinas con destino a infraestructura productiva. Por lo general, se estima que un 20% del costo de construcción es ejecutado localmente a través de compañías locales. Durante la vida operativa se suma el flujo de divisas para la compra de la energía, al flujo de divisas proveniente de la exportación de los servicios del datacenter. En los 20 años de vida útil promedio de estos datacenters, estos valores superarán con creces la inversión de capital inicial.
“El país tiene un potencial excepcional en energías renovables con recursos de calidad mundial”
— ¿Cuánto tuvo que ver Travizano en el proyecto?
— Mat Travizano fue el primero en identificar esta oportunidad para Latinoamérica, y nos convocó junto con Stan Chudnovsky para ayudarlo a llevarla a cabo. En particular, Mat fue clave en acercar al presidente Javier Milei a Silicon Valley y ayudarlo a presentar el potencial de la Argentina para posicionarse en el centro de la infraestructura digital de la región.
— ¿Quién era y qué relación tenían?
— Mat era como un hermano para mí: hace muchos años que caminamos por caminos paralelos y su pérdida es realmente inconmensurable. Era un ser humano increíble, un emprendedor nato y un visionario. Trabajó en proyectos de innovación tecnológica, comunicaciones, fintech y energía en Estados Unidos, Europa y América Latina. Él es el alma mater de este proyecto, fue quien lo ideó y lideró las conversaciones más importantes para que se concretara. Para Stan y para mí, continuar con este proyecto es una manera de honrar y continuar materializando su legado.
— ¿Qué aspectos podrían demorar el proyecto?
— Están dadas las condiciones para que avancen muy rápidamente. Por la magnitud de las obras y el financiamiento puede que existan algunos cuellos de botella por la evolución económica y financiera global, pero no vemos grandes retrasos.
“Mat es el alma mater de este proyecto, fue quien lo ideó y lideró las conversaciones más importantes para que se concretara”
— ¿Cuánto tuvo que ver el viaje de Milei a Silicon Valley para la definición del proyecto?
— Fue clave, fue el origen de las conversaciones. En ese sentido Demian Reidel fue el conector intelectual y político y -junto con Mat- acercaron al presidente a los líderes tecnológicos de Silicon Valley para transmitirles su visión de tratar a la inteligencia artificial y la energía como política de estado.
— ¿Cómo se imagina la evolución del proyecto y en qué instancia podría estar en 5 años?
— Primero hay una etapa de diseño y estructuración, luego una construcción inicial y por último se daría el escalamiento. Proyectamos estar en esta última etapa en 5 años.
— ¿Qué rol va a tener usted y cómo matchea con su puesto de CEO de Satellogic?
— El proyecto encarna la posibilidad de que la Argentina deje de ser espectadora y se convierta en protagonista de la revolución de la inteligencia artificial. Mi rol como socio de Sur Energy y ante la ausencia de Mat, es en este momento el de coordinar estratégicamente a las distintas partes, asegurar el financiamiento y terminar de construir el equipo que se va a encargar de la ejecución. Mi trabajo del día a día es como CEO de Satellogic, en donde estamos en un momento de crecimiento increíble, y donde planeo seguir enfocado al 100%.
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