ECONOMIA
«Kristalina o Cristina»: por qué el kirchnerismo cree que el FMI será «piantavotos» para Milei en las legislativas

En el peronismo ya se entusiasman con la frase «Cristina o Kristalina» como eslogan de campaña para las legislativas de octubre, emulando al histórico eslogan «Braden o Perón» de 1946. Lo cual confirma que, a pesar de todos los cambios en la forma de hacer política, ciertas cosas no cambian: en Argentina, siempre es redituable acusar al rival de ser, en realidad, un empleado de Estados Unidos o del capital internacional.
Es probable que Kristalina Georgieva no haya sido totalmente conciente de las consecuencias políticas de su frase -en la que dijo que era fundamental «que no se descarrile la voluntad de cambio» y su recomendación a los argentinos para «mantener el rumbo»-. Después de todo, en ningún país los directores del Fondo Monetario Internacional son figuras conocidas por el gran público, ni nadie los acusa de tener la capacidad para influir en una elección.
Pero esto es Argentina. Y quedó en evidencia que a la directora del FMI la habían notificado sobre el escándalo político que se había generado tras la frase que podía ser interpretada como un llamamiento a votar por el oficialismo en las legislativas. Además, es posible que le hayan recordado a Kristalina que hay en el código de ética del FMI se prohíbe expresamente que los funcionarios se manifiesten en favor de un determinado candidato o partido en las disputas electorales de los países miembros del organismo.
Todo esto quedó en evidencia cuando, al día siguiente, Kristalina intentó limitar el daño con una aclaración: que su frase iba en el sentido de que, ahora que tenía dinero de respaldo, el gobierno de no debería relajar su esfuerzo fiscal. Es decir, que su advertencia no era sobre a quién debían votar los argentinos sino hacia el propio Javier Milei. Y que lo que la había motivado a hacer esa advertencia era el antecedente histórico de gobiernos que, en tiempos electorales, suspenden las reformas estructurales y se ponen en modo gastador.
La oposición encuentra un eslogan
Fue una aclaración que no terminó de satisfacer a los críticos, dado que su frase: «Insto a Argentina a mantener el rumbo» no parecía una advertencia destinada a Milei sino un pedido a que el electorado argentino confirmara su apoyo político a la agenda de reformas liberales.
En todo caso, la aclaración y la frase previa ya son una anécdota: lo que importa en términos de política doméstica es que la oposición encontró una nueva bandera. Después de haber intentado, con poco éxito, movilizar a las minorías sexuales y al feminismo para repudiar el discurso «anti woke» de Milei en Davos; después de que se diluyera el escándalo por la estafa de la criptomoneda Libra y después de pasado el pico de la protesta por las jubilaciones, todo indicaba que el gobierno se estaba fortaleciendo.
De hecho, en las últimas semanas las encuestas mostraron una recuperación de cinco puntos en la imagen de Milei, en coincidencia con la firma del acuerdo con el FMI. El optimismo del oficialismo se hizo evidente por la relativa calma del dólar, que no confirmó los pronósticos escépticos sobre que el tipo de cambio se pegaría al techo de la banda -en lo que habría sido un salto devaluatorio del 30%-
El síntoma más elocuente de la mejora en el humor del gobierno fue el tono revanchista de Milei en entrevistas y redes sociales. Al presidente, además de haberle molestado los pronósticos sobre que no habría apoyo financiero del FMI, le irritaron particularmente las críticas y comentarios irónicos sobre su viaje a Mar a Lago, para el evento donde supuestamente se encontraría con Donald Trump. El fiasco inicial de la entrevista frustrada se compensó luego con la confirmación, hecha por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, sobre una línea crediticia del propio gobierno, habilitada para el caso de que un shock externo pusiera en riesgo la estabilidad de la economía argentina.
El «romance» Macri-Lagarde
De manera que la frase de Kristalina fue un inesperado regalo para la oposición. Justo cuando Milei, Toto Caputo y sus funcionarios se jactaban de que los indicadores mostraban datos positivos e imponían el nuevo mantra TMAP –»todo marcha acorde a lo planeado»-, aparece un elogio en forma de boomerang.
Como sabe todo político argentino, hay personas cuyo apoyo es bienvenido y hay otras que son «piantavotos». En este caso, no se trata de una cuestión personal vinculada a Georgieva, a quien incluso los funcionarios de la anterior gestión peronista veían con simpatía, sino de lo que representa el FMI en el imaginario argentino.
Nadie tiene más claro este tema que Cristina Kirchner. Durante su gestión, aprovechó cada foro internacional -incluyendo las reuniones del G20- para criticar las políticas del Fondo y pedir un cambio en su rol en las finanzas globales. Ninguno de sus pedidos tuvo eco, pero las críticas le daban rédito político ante el ala más radicalizada de su electorado.
El momento en que el FMI hizo el mayor favor involuntario al peronismo fue en 2018, cuando Christine Lagarde -precedesora de Georgieva- aprobó el acuerdo con el mega préstamo para el gobierno de Mauricio Macri.
Fue ese momento en que el peronismo acusó al FMI de financiarle al líder el PRO la campaña electoral más cara de la historia. Había argumentos concretos para esa crítica, como por ejemplo que el monto aprobado para Argentina excedía el máximo permitido por el reglamento y, sobre todo, que se le había dado al Banco Central el permiso de vender dólares para defender el tipo de cambio, algo expresamente prohibido en el estatuto del Fondo.
El propio Macri contribuyó a que esa imagen de connivencia. En un acto público ante inversores, con una sonrisa pícara, llegó a hablar de un «enamoramiento» de los argentinos con Christine Lagarde. La ex directora del FMI mostró correspondencia a esa corriente de afecto y, ante la elección presidencial de 2019, tras elogiar el esfuerzo reformista de Macri, dijo: «Sería una tontería darle la espalda al trabajo que se está haciendo».
El boicot de Cristina al acuerdo de Alberto
No fue la única vez que Cristina Kirchner entendió el poder «piantavotos» del FMI. Ni bien comenzó la gestión de Alberto Fernández, impulsó una denuncia judicial contra los funcionarios que habían tomado la deuda en 2018, y además una ley que impedía tomar deuda sin el permiso previo del Congreso.
Y, cuando en 2022 llegó la ineludible situación de renegociar la deuda con el Fondo, no dudó en oponerse y votar en contra, lo cual terminó por concretar la fisura entre el kirchnerismo y el sector que apoyara a Alberto. Fue una situación extraña en la que el entonces presidente, para lograr el nuevo stand by, tuvo que pedir los votos del macrismo en el Congreso, apenas un año después de haber denunciado a Macri en la justicia por el acuerdo previo.
Pero no fue la única paradoja en la relación de Argentina con el FMI. Porque luego, ya con Sergio Massa en su rol de «super ministro», ocurrieron situaciones que hoy, apenas transcurridos tres años, resultan difíciles de creer. En el kirchnerismo se recelaba de la buena relación que Massa mostraba con Kristalina, y había empezado a imponerse en el ámbito político la idea de que el directorio del Fondo veía con simpatía la candidatura del entonces ministro, porque lo veía como una figura confiable.
El «romance» Kristalina-Massa
De hecho, antes de julio de 2023 -cuando se anunció un apoyo de u$s7.500 millones para reforzar las reservas del BCRA- Massa se había esforzado por mostrar su compromiso con el equilibrio fiscal.
Ya en plena campaña llegaría el plan platita y su descontrol fiscal. Pero a inicios de 2023, cuando todavía pugnaba por ser candidato, Massa anunciaba subas en las tarifas de servicios públicos, hacía trasferencias a los gobernadores provinciales por debajo de la inflación y había aceptado la recomendación del FMI para que el gasto social bajara del 3,8% del PBI al 2,9%. Era, además, el momento en que la fórmula de indexación hacía perder a las jubilaciones un 14% real interanual por efecto de la licuación inflacionaria.
No por casualidad, en las frecuentes manifestaciones con «acampes» en la avenida 9 de Julio, las organizaciones piqueteras desplegaban pancartas con el elocuente mensaje: «Basta de ajuste. Fuera el FMI». Desde su punto de vista, Massa estaba cumpliendo con una exigencia del Fondo al recortar la nómina de beneficiarios del plan Potenciar Trabajo, que asistía a un millón y medio de personas y era el más costoso para el fisco.
Y mientras Massa le prometía al Fondo que, contra todas las críticas y a pesar del pésimo año del agro, reduciría el rojo fiscal a 1,9% del PBI, también obtenía algunos guiños por parte del organismo. Por ejemplo, el FMI dio una inusual muestra de flexibilidad al no protestar cuando, ante una corrida cambiaria producida en abril, Massa echó mano a los dólares de las reservas para intervenir en el mercado y de esa manera frenar la escalada del dólar blue.
En aquel momento, Massa no hablaba en contra del Fondo, sino de los economistas vinculados a Macri, a quienes acusó públicamente de estar boicoteando las negociaciones.
«Hoy un funcionario del Fondo, en un zoom que compartimos a la mañana, me contaba que hubo economistas de la oposición de la Argentina que en los últimos días se comunicaron y les decían: ‘No les den nada, pídanles todo, la Argentina tiene que pasarla mal ahora, exíjanle al máximo’. ‘Esto tiene que estallar’, le llegó a decir uno. Y me decía, sorprendido, ‘qué poco patriotas tus colegas de la oposición’», contó Massa en un acto.
Los economistas negaron las acusaciones, y uno de ellos, Luciano Laspina, contraatacó al decir que el peronismo usaba al FMI como excusa para ocultar sus errores. «Nos mienten en la cara. Ya lo han hecho varias veces. Mintió Massa ya con el gasoducto, diciendo que el Fondo no quería el gasoducto, y el Fondo lo había puesto como prioridad», dijo entonces el diputado.
El argumento renovado
En todo caso, lo que sonaba contradictorio era que los mismos miembros del gobierno de Alberto que acusaban al macrismo de boicot eran los que habían advertido al FMI en 2019 que no siguieran realizando desembolsos para sostener el plan económico de Macri porque la situación del país era tan insostenible que resultaría inevitable un default.
Seis años y dos recambios gubernamentales después, los nombres cambiaron pero las argumentaciones siguen siendo las mismas. El kirchnerismo, que ya antes de que el Congreso hubiera aprobado el DNU de Milei advirtió al FMI que no reconocería los términos del acuerdo, ahora encontró un involuntario estímulo por parte de Kristalina.
En un comunicado del Partido Justicialista, en el que se repudia la «intromisión electoral» de la directora del FMI, se recuerda que con las declaraciones «confirman además loque señalemos desde un primer momento: se trata de otro préstamo político, similar al otorgado a Mauricio Macri en 2018″.
Quedará para estudio de los politólogos si este tipo de debate ayuda electoralmente a Milei, al kirchnerismo o si le resulta indiferente al electorado. Pero, por lo pronto, queda en evidencia que Cristina tendrá más material para debatir con Milei sobre uno de sus temas favoritos a medida que se acerque la fecha de las legislativas.
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ECONOMIA
El plan de Milei en el Congreso: polarizar con el kirchnerismo y forzar a los gobernadores a tomar partido

Javier Milei parece resignado a que su derrota en el debate parlamentario sea total y que no pueda sostener los vetos ante la ofensiva opositora. Es por eso que su discurso televisado en cadena nacional no estuvo dirigido a los legisladores peronistas ni a los gobernadores provinciales que pujan por más recursos: fue un pedido a la población para que en octubre cambie la composición de fuerzas en el Congreso.
Los anuncios para «amurallar el déficit cero y la política monetaria» fueron la excusa formal para plantear el verdadero mensaje político de Milei: que la oposición kirchnerista es el verdadero «riesgo país» y que toda la agenda de reformas quedará en riesgo si el oficialismo no obtiene una victoria contundente en las urnas.
No es la primera vez que el presidente se enfrenta a una situación de debilidad, en la que su agenda reformista choca contra la falta de apoyo parlamentario. Sin embargo, en otras ocasiones tuvo mayor margen para negociar y, finalmente, conseguir su objetivo.
En el verano de 2024, cuando su primera versión de la ley bases fue «licuada» en el Congreso, se apuró a aclarar que tenía un plan B para evitar el déficit fiscal y que, por lo tanto, los recursos que se le negaban por ley serían tomados de otras fuentes.
Fue así que consiguió que, tras un duro recorte en la asistencia fiscal a las provincias, logró que los gobernadores dieran su apoyo a la reinstauración del impuesto a las Ganancias. Además, la mayoría firmó el Pacto de Mayo -con dos meses de retraso- en un compromiso, más bien simbólico, de ponerle un tope al gasto público. Lo cierto es que las provincias hicieron un esfuerzo fiscal y terminaron el año con un superávit del 2,6% de los ingresos totales -un 0,1% del PBI-.
Hubo otros momentos de zozobra, como cuando, en la segunda mitad del año pasado, se aprobaron leyes para reformar la indexación jubilatoria y para aumentar el presupuesto universitario. Pero, otra vez tras negociar con los gobernadores, logró que su veto se mantuviera. Y, de esa manera, logró el objetivo de terminar el 2024 con superávit fiscal primario por 1,8% del PBI.
La pelea por la caja reduce el margen político
Pero, esta vez, la situación luce más complicada para Milei. Ya no se trata de pelear únicamente contra el kirchnerismo, sino que ha perdido el apoyo de sectores dialoguistas del peronismo y de ex miembros de la coalición Cambiemos. Pero, sobre todo, no logra conciliar con los gobernadores provinciales que en otros momentos fueron «dadores de gobernabilidad» para un gobierno en minoría parlamentaria.
Este año, la mayor ayuda de los gobernadores fue la de apoyar el nuevo acuerdo con el FMI, algo que Milei había pedido al inaugurar el año legislativo. Ese mismo día había prometido una regla que impediría nada que se pareciera a un «plan platita» pero hizo un guiño a las provincias al prometer una reforma federal para el manejo de los recursos tributarios.
Pero ese acuerdo hoy aparece muy lejano, y en un año electoral, muchos de estos jefes provinciales ponen en juego su futuro político, por lo que ya dejaron en claro que no están dispuestos a sacrificarse en las urnas para preservar el superávit fiscal de Milei. En definitiva, hay una pelea por una caja equivalente a un 0,12% del PBI, que al día de hoy significarían u$s840 millones.
La pulseada es por el manejo de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), un fondo que se compone por el 1% de la masa coparticipable neta, más el 1% de lo recaudado por Bienes Personales. Su creación tiene el objetivo de atender situaciones de emergencia o de desequilibrio financiero imprevisto. Por caso, fue echando mano a estos fondos que el ex ministro Sergio Massa ayudó a que varias provincias con problema de caja pudieran pagar sueldos y aguinaldos en 2023.
Si la reforma se produce tal como lo proponen los gobernadores, habrá un impacto sustancial en las cajas provinciales. Por ejemplo, Buenos Aires pasaría a recibir en este segundo semestre unos $70.971 millones, contra un promedio de $3.636 millones recibidos semestralmente desde que Milei asumió la presidencia. En el total nacional, se pasaría de $65.000 millones por semestre a $334.000 millones distribuidos a las provincias, sin necesidad del visto bueno de Toto Caputo.
La discusión radica en quién maneja ese fondo y cómo se atribuyen las transferencias. Hubo años en que se repartió la totalidad de lo recaudado -por ejemplo, durante la pandemia- pero en otros momentos casi no se transfirieron recursos. El promedio de lo que se transfirió en los últimos años es de 26%. Pero el año pasado se marcó un mínimo de 7%, según datos de Fundación Mediterránea.
Además, las provincias quieren compensar la parálisis de la inversión en la obra pública mediante la transferencia automática de lo que se recauda por el impuesto a los combustibles -aproximadamente un 2,3% del total de los ingresos fiscales-.
La apuesta a polarizar con el kirchnerismo
Ante esa pulseada por los recursos, Milei se enfrenta a la perspectiva de que en los próximos días el Congreso voltee los decretos que permitieron aplicar la «motosierra» -entre los que destaca la eliminación de la Dirección Nacional de Vialidad-, después de haber sufrido la aprobación de la reforma jubilatoria y la media sanción para el aumento del financiamiento universitario y la declaración de emergencia pediátrica.
El presidente calcula que los proyectos impulsados por la oposición tendrán un costo fiscal de 2,5% del PBI -en términos anualizados-, algo que echaría por tierra el superávit primario de 1,6% comprometido con el Fondo Monetario Internacional para este año.
Es por eso que, una vez más, defendió la tesis ortodoxa de que el origen de la inflación no es otro que la financiación monetaria del déficit fiscal y que no hay ninguna conexión entre la suba del dólar y los aumentos de precios -que es la postura defendida por el kirchnerismo-.
En definitiva, todo el discurso de Milei puede sintetizarse en la frase de la pancarta que exhibió en su visita a La Matanza –»kirchnerismo nunca más»-, con la que dio inicio a la campaña electoral en el corazón del territorio adversario.
El discurso forma parte de la estrategia de transformar la debilidad en fortaleza: ante su situación de minoría en el Congreso, explicar que el país está en riesgo de dar marcha atrás y volver a una inflación como la que dejó el gobierno de Alberto Fernández.
No por casualidad, Milei comenzó su exposición con un repaso de las estadísticas sociales, como la que indica que desde el inicio de su gestión hubo seis millones de personas que salieron de la indigencia. Ese discurso tiene el objetivo de refutar las críticas por el costo social del ajuste fiscal, que están en la base argumental de los proyectos que impulsa la oposición.
Medidas para cambiar el foco del debate
Las medidas anunciadas por el presidente tendrán un impacto más simbólico que real. La no asistencia del Banco Central al Tesoro es algo que ya se está aplicando desde el inicio de la gestión, como reconoció el propio Milei. No solamente no hay transferencias directas para pagar los gastos corrientes, sino que además se eliminaron los pasivos remunerados por los que el BCRA absorbía los pesos excedentes que generaba el gasto público.
Ya en febrero del año pasado Milei le había comentado a Gita Gopinath, vicedirectora del FMI, su idea de aprobar una ley para penar con cárcel a los funcionarios que emitan dinero para financiar al Tesoro.
Ahora, agregó la innovación de un proyecto que prohibirá que el Congreso apruebe leyes en las que se incremente el gasto público sin que se señale con qué recorte presupuestario se compensará. Y eso incluye la prohibición de que, al debatir los proyectos anuales de presupuesto nacional, se incluyan reformas que lo transformen en deficitario.
En definitiva, la medida que Milei puede tomar por su cuenta ya se está aplicando. Y las demás, requieren que sean convertidas en ley por el mismísimo Congreso que hoy está haciendo lo opuesto a lo que propone el Presidente -o sea, incrementar el gasto público-.
De manera que hay cero posibilidades de que este proyecto sea aprobado antes de las elecciones. Aunque, un detalle no menor, sí hay chances de que llegue a ser debatido. Y ahí es cuando la estrategia política del presidente cobra sentido.
El solo hecho de que se discuta el tema en el Congreso y pueda ser sometido a votación implicará, para Milei, una forma de hacer campaña, así como un intento de desviar el eje de la agenda política nacional, que hoy está centrada en el costo social del ajuste. En ese eventual debate, el oficialismo intentará dejar en evidencia la vocación del kirchnerismo por usar el déficit fiscal como estímulo del consumo, o forzarlo a argumentar por la elevación de retenciones al agro.
Finalmente, tampoco es un detalle menor el hecho de que Milei haya definido que no hay posibilidad de «terceras vías». En un debate parlamentario como el que propone, forzará a los sectores de centro -los que más directamente se vinculan a los gobernadores provinciales- a tomar una postura en esa discusión polarizada.
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ECONOMIA
Quién es el favorito de Trump para reemplazar a Jerome Powell al frente de la FED

Si bien el actual titular de la Reserva Federal tiene mandato hasta 2026, el presidente norteamericano ya eligió a su posible sucesor
08/08/2025 – 19:37hs
En medio de las especulaciones sobre quién sucederá a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), el presidente Donald Trump ya tendría a su principal favorito: Christopher J. Waller. Su eventual nombramiento se produciría cuando concluya el mandato de Powell, previsto para mayo de 2026.
Si bien Powell respondió en repetidas ocasiones que no piensa dejar su puesto antes de ese plazo, desde su llegada al poder Trump lo criticó cada vez que tuvo la oportunidad. Además, la renuncia por sorpresa de la gobernadora de la Fed, Adriana Kugler, efectiva desde el viernes, ofreció una vacante para que Trump la cubra en el consejo de la Fed.
El perfil de Christopher Waller, el elegido por Donald Trump para reemplazar a Powell en la FED

Cristopher Waller es el candidato de Donald Trump para reemplazar a Powell
Waller forma parte de la Junta de Gobernadores de la Fed desde el 18 de diciembre de 2020, luego de que el Senado aprobara su designación por un estrecho margen. Su actual mandato se extiende hasta enero de 2030. Antes de ocupar ese cargo, fue vicepresidente ejecutivo y director de investigación del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, función que asumió en 2009.
En el ámbito académico, se desempeñó como profesor en la Universidad de Notre Dame y tuvo cargos en la Universidad de Kentucky y en la Universidad de Indiana, además de trabajar como investigador afiliado en instituciones europeas.
La estrategia monetaria de Waller se apoya en tres principios clave:
- Impacto de los aranceles: los considera choques inflacionarios temporales que no justifican cambios estructurales en la política monetaria.
- Movimientos anticipados de tasas: defiende la necesidad de actuar antes de que el deterioro económico sea evidente, evitando reacciones tardías.
- Decisiones basadas en proyecciones: prioriza el análisis de datos y tendencias futuras por encima de las cifras actuales, alejándose del enfoque tradicional.
En julio de 2025, esa postura lo llevó a disentir con la mayoría de sus colegas en la Fed. Waller se opuso a mantener sin cambios la tasa de referencia y planteó un recorte inmediato de 25 puntos básicos, una decisión que no pasó inadvertida en los mercados ni en la Casa Blanca.
El apoyo de Donald Trump y su visión de la independencia de la FED
De acuerdo con reportes, asesores cercanos a Trump valoraron su profundo conocimiento del funcionamiento interno de la Fed y su disposición a guiarse por previsiones. Este respaldo se reflejó también en las plataformas de apuestas, como Kalshi, donde las probabilidades de que Waller se convierta en el próximo titular del organismo superan el 50%.
Pese a su afinidad con Trump en ciertas visiones económicas, Waller ha subrayado la importancia de preservar la autonomía de la Reserva Federal. En septiembre de 2024 declaró que, si bien el presidente tiene derecho a opinar, eso no implica que el banco central deba actuar en consecuencia.
Analistas como Michael Feroli, de JP Morgan, lo describen como un funcionario «muy razonable» y menos vulnerable a presiones políticas. Para los mercados, su perfil representa un equilibrio entre continuidad y flexibilidad, algo que podría favorecer la estabilidad financiera. Además, su trayectoria técnica y prolongada dentro de la Fed lo diferencia de otros nombres que suenan para el cargo y que mantienen vínculos más directos con la Casa Blanca, como Kevin Hassett o Kevin Warsh.
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ECONOMIA
Los bancos que más plata te dan por tu plazo fijo y que son ideales para hacer carry trade

El precio del dólar está cayendo más de 3% en todo agosto, mientras que las tasas de interés que los bancos ofrecen por los plazos fijos tradicionales se encuentran al alza. El resultado de este movimiento que sucede en el mes es que se está favoreciendo a posicionarse en pesos, hacer carry trade, por la rentabilidad atractiva y la mayor ganancia que brinda, al convertirse esta ganancia en moneda estadounidense. Algo que analistas consultados por iProfesional ponen bajo la lupa.
En concreto, tras el salto de las tasas registrado hace una semana, en los últimos días, impulsados por la escasez de pesos en la calle, tras la suba de encajes establecida por el Banco Central, varios bancos volvieron a incrementar la renta que ofrecen a los ahorristas, entre 1 a 3 puntos porcentuales, para que seducir a que haya nuevos depósitos a un mínimo de 30 días y poder captar pesos.
Incluso, el viernes se llegaron a operar cauciones a 7 días, a una tasa nominal anual (TNA) superior al 42%.
En el caso de los plazos fijos tradicionales, bancos chicos, como Reba, llegaron a ofrecer hasta 39% de TNA. Es decir, 3,45% mensual, una ganancia más que atractiva.
Y no muy lejos, se ubicaron las propuestas de los bancos líderes, donde los ahorristas recibieron para sus depósitos en pesos hasta 37% anual, como fueron los casos de Banco Provincia, Banco Nación y Galicia.
Por lo que en 30 días, que es el tiempo mínimo de encaje requerido por el sistema financiero, un plazo fijo tradicional llega a pagar 3,04% mensual.
Entonces, si se invierte un capital inicial de $1 millón durante las 30 jornadas solicitadas, se generará luego de ese período cerca de $1.030.410. Es decir, más de 30.400 pesos extras en un mes.
Muy cerca se ubican otros bancos privados, como BBVA (35%) y Santander, con 34%.
Plazo fijo le gana a dólar e inflación
En resumen, las inversiones en pesos brindan un porcentaje mensual que supera tanto lo esperado en el avance del dólar como al de la inflación, por lo que se posicionan como una alternativa seductora para hacer carry trade.
Al tomar en cuenta un plazo fijo tradicional, en los primeros 8 días de agosto, a una tasa de 37% de TNA, representa en ese período una ganancia de 0,81% en ese tiempo.
En cambio, el precio del billete estadounidense minorista cae 3,3% en todo agosto.
Y si se hace la proyección, en base a las operaciones en el mercado de futuros y opciones del Matba-Rofex para fines de agosto, donde se negoció el viernes un tipo de cambio mayorista de $1.357, el resultado es que en todo el mes podría descender alrededor de 1,2%.
Por el lado de la inflación, los economistas privados están proyectando una inflación en torno al 2% para todo agosto.
Incluso, en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que acaba de publicar el Banco Central, en base a una encuesta a unos 40 economistas, se estima que el índice de precios al consumidor (IPC) puede ser de 1,7% en el corriente mes.
¿Momento de carry trade?
De acuerdo a los analistas consultados por iProfesional, la situación luce muy favorable para hacer carry trade, pero solo para un lapso muy corto. En concreto, desde ahora hasta antes de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, puede haber un breve lapso de tensa calma.
Cabe recordar que carry trade consiste en vender dólares en momentos de calma cambiaria para hacerse de pesos, luego invertir a estos últimos en la atractiva tasa de interés para generar una renta seductora, y después adquirir una mayor cantidad de billetes estadounidenses de la que se tenía al inicio.
«Todo está dándose para que los incentivos estén puestos en hacer carry trade», afirma Fernando Baer, economista de la consultora Quantum.
También se suma Nahuel Bernues, CFA, asesor financiero y fundador de la Consultora Quaestus: «Para inversores agresivos, que tengan algo de plazo para esperar, sin dudas, puede ser una gran alternativa hoy hacer carry trade. Ya de enero en adelante, por ejemplo, tenemos un diferencial relevante en la tasa fija en pesos contra el dólar. Aunque no es para todo el mundo».
En ello coincide la economista Natalia Motyl: «Sí, hoy está para hacer carry trade, por lo menos, en el mes de agosto. Un dólar más estable y este nivel de tasas favorecen para hacer rendimiento en pesos. Ya más cerca de las elecciones, habría que cubrirse en dólares».
Al mismo tiempo, agrega que «habrá que estar atentos a cómo viene el vencimiento de pesos de agosto, si el Gobierno logra renovar la deuda, o no, para que un nuevo excedente de pesos no presione sobre el precio del dólar».
Igualmente, ciertos expertos advierten que puede jugar en contra en las próximas semanas la tensión política por las elecciones legislativas y algunas variables económicas que no resulten tal como se espera en el Gobierno.
«Es un poco complicado el contexto con las elecciones de provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre, y la volatilidad de las tasas de interés. Son momentos para ser algo cautelosos. Es decir, el carry puede funcionar, pero de muy corto plazo», reflexiona Pablo Repetto, jefe de Research en Aurum, a iProfesional.
Por eso, para un lapso más extenso que el corriente mes, Esteban Castro, economista y CEO de Inv.est, es contundente: «No considero que sea un momento oportuno para armar un carry trade, principalmente, por la elevada volatilidad que históricamente atraviesa Argentina en los meses previos a las elecciones«.
Además, indica que el último desembolso del FMI fue «utilizado rápidamente para contener la presión sobre el tipo de cambio, lo que evidencia la fragilidad del esquema actual».
En este contexto, sostiene que prefiere mantener una cartera de inversión equilibrada, con un 50% en instrumentos en pesos y un 50% en dólares, priorizando la diversificación y la cautela.
En resumen, el carry trade es atractivo para el corto plazo, pero el consejo es diversificar y ser precavido con el armado del portafolio.
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