ECONOMIA
La presión tributaria nacional es la menor en 18 años: qué cambió y cómo repercute en la economía

El proyecto de Presupuesto 2026 prevé que la presión tributaria nacional finalizará este año con una baja significativa: pasará del 22,5% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2024 al 21,3% en 2025, lo que representa una caída de 1,2 puntos porcentuales del PBI. Según el análisis del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), se trata de la presión tributaria más baja en los últimos 18 años, y casi cinco puntos por debajo del pico alcanzado en 2015, cuando llegó al 26,1 por ciento.
La disminución responde principalmente a la eliminación del Impuesto PAIS, que representaba 1,08% del PBI, y la reducción parcial de los derechos de exportación al agro -retenciones-, que restaron otros 0,19 puntos del PBI. En menor medida, también incidieron las bajas en Impuestos Internos y en los derechos de importación a las economías regionales.

“El Presupuesto 2026 proyecta una pérdida de 1,4% del PBI en recaudación por la reducción o eliminación de tributos”, destacó el informe del Iaraf. Esa disminución de ingresos se compensaría parcialmente con un leve aumento de los aportes y contribuciones a la seguridad social, que subirían 0,44 puntos del PBI.
En términos reales, la recaudación total crecería apenas 0,5% respecto de 2024, un resultado que refleja la tensión entre el menor peso impositivo y la falta de dinamismo económico. Entre los tributos que más avanzan en términos reales figuran los aportes y contribuciones a la Seguridad Social, el impuesto a los combustibles y el monotributo, mientras que caen Bienes Personales y Derechos de Exportación.
“El Impuesto a las Ganancias tendría una variación real positiva del 6,1%, mientras que el IVA crecería apenas 1%”, detalló el Iaraf, que también advirtió que las proyecciones oficiales para el último tramo del año lucen optimistas. Por ejemplo, la recaudación de Ganancias debería aumentar 23% real entre septiembre y diciembre para cumplir con la pauta anual, una dinámica que el instituto considera “poco razonable”.

Los economistas advierten que la menor presión tributaria no se está reflejando en la economía real, ni en precios, ni en actividad, ni en inversión.
Osvaldo Giordano, presidente del Ieral (Fundación Mediterránea) y exsecretario de Seguridad Social, contó a Infobae que el esfuerzo fiscal de la Administración Central fue importante, pero los efectos sobre la producción aún son mínimos.
“La baja de la presión tributaria es fundamentalmente por dos cosas: la eliminación del Impuesto PAIS y la reducción parcial de los derechos de exportación. Los dos son cambios positivos y significaron un enorme esfuerzo desde el punto de vista presupuestario, porque se mantuvo el equilibrio fiscal sacrificando estos ingresos. Pero, desde el punto de vista de quien tiene que decidir invertir y producir, el cambio es muy poco perceptible”, señaló.
Según Giordano, el problema radica en la estructura general del sistema impositivo.

Giordano agregó: “Las retenciones siguen siendo altísimas y perjudican la producción. Y si encima le agregás los impuestos provinciales y municipales, que en algunos casos incluso han subido, en realidad no te cambia tanto. Por eso no me sorprende que no se vean resultados: el problema es demasiado grande para un cambio tan moderado”.
El economista advirtió también que, más allá de la baja reciente, Argentina necesita una reforma tributaria más profunda para mejorar la competitividad y promover la inversión.
El presidente del Ieral resaltó: “La estrategia gradualista de baja de impuestos no resuelve el problema de fondo. Hay que sustituir los malos impuestos por los buenos. Por ejemplo, reemplazar Ingresos Brutos y tasas municipales por un IVA más alto pero único, que no castigue la producción ni las exportaciones.”
Hay que sustituir los malos impuestos por los buenos. Por ejemplo, reemplazar Ingresos Brutos y tasas municipales por un IVA más alto pero único, que no castigue la producción ni las exportaciones (Giordano)
Desde su perspectiva, los tributos más distorsivos -como Ingresos Brutos, Sellos, tasas municipales, Derechos de Exportación y el Impuesto al Cheque- representan alrededor de 8 puntos del PBI, y eliminarlos o reformarlos sería la única vía realista para lograr un cambio estructural.
“No se puede bajar el gasto en esa magnitud de manera rápida. Por eso, la clave es sustituir malos impuestos por buenos y avanzar en un esquema más simple y eficiente”, agregó Giordano.
Martín Kalos, economista jefe de Epyca Consultores, coincidió en que la baja de impuestos aún no genera un impacto tangible, pero hizo hincapié en a quién beneficia la reducción tributaria.

Kalos dijo a Infobae: “No toda baja de impuestos tiene el mismo efecto. En el gobierno de Milei, hasta ahora, se les han quitado impuestos a quienes tienen riqueza, a través de la reducción de Bienes Personales y las retenciones. Pero estas últimas han sido temporales, y no se traducen en mejoras estructurales en la cadena de valor.”
El economista explicó que los cambios recientes no se trasladan a precios ni a salarios. “Cuando las rebajas son puntuales o de corto plazo, como ocurrió con la baja de retenciones de pocos días en octubre, los beneficios quedan concentrados en unas pocas empresas. No se traducen en más ingresos para los trabajadores ni en mayor consumo o producción. Por eso, el impacto macroeconómico termina siendo neutro.”
El verdadero desafío está en lograr una reducción tributaria progresiva y sostenible, que incentive la inversión y mejore el poder adquisitivo de los hogares (Kalos)
Según Kalos, “El verdadero desafío está en lograr una reducción tributaria progresiva y sostenible, que incentive la inversión y mejore el poder adquisitivo de los hogares”.
La mejora fiscal registrada en los últimos meses no logró revertir el cuadro de estancamiento económico que atraviesa el país. El nivel de actividad continúa en terreno negativo y la inflación, aunque desacelerada, sigue afectando el consumo.
José Vargas, economista y director de Evaluecon, consideró que la menor presión tributaria es “una buena noticia en el plano fiscal”, pero reconoció que no alcanza para reactivar la economía.

Vargas consideró: “Es un buen dato que el Presupuesto muestre una menor presión tributaria, pero también está claro que 2025 fue un año bastante malo para la actividad. Si uno desagrega los sectores, apenas tres o cuatro muestran una mejora interanual; el resto registra caídas significativas.”
Según el economista, “el alivio impositivo podría generar efectos positivos, pero solo si se combina con una coordinación macroeconómica más sólida”.
El alivio impositivo podría generar efectos positivos, pero solo si se combina con una coordinación macroeconómica más sólida (Vargas)
“Con menor presión tributaria y buena coordinación de políticas económicas, es probable que la macro muestre signos positivos en el mediano plazo. Siempre la menor presión tributaria es una buena señal, pero habrá que ver si se puede mantener en el tiempo”, sostuvo el director de Evaluecon.
El Iaraf también advierte que sostener el equilibrio fiscal será un desafío: “La caída de ingresos por la eliminación de tributos podría tensionar las cuentas públicas si la actividad no se recupera al ritmo esperado. En los últimos años, la presión tributaria actuó como amortiguador frente a la volatilidad económica, y su reducción obliga a un ajuste más fino en el gasto”.
La baja de impuestos es, en definitiva, un paso hacia un esquema más liviano, pero todavía no un cambio estructural. Como resume Osvaldo Giordano, “el esfuerzo fiscal fue enorme, pero desde el punto de vista del contribuyente es casi imperceptible”.
El 2026 se perfila como un año clave para definir si la estrategia gradualista del Gobierno logrará consolidar una estructura impositiva más simple y competitiva, o si la presión tributaria volverá a subir para sostener las cuentas públicas. Por ahora, los números muestran el alivio más grande en casi dos décadas, pero la economía real aún no experimenta sus efectos.
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ECONOMIA
Sebastián Galiani, exviceministro: “El riesgo de retroceder al populismo económico está siempre”

A una semana de las elecciones de medio término, los mercados parecen decididos a mantener prácticas de cobertura frente a un resultado desfavorable para el Gobierno que lo lleve a disponer un giro en su política económica, en particular en los planos cambiario y monetario, pese a las reiteradas declaraciones del presidente Javier Milei y de su ministro de Economía, Luis Caputo, de que “todo seguirá igual”, excepto que se avanzará en la búsqueda de consensos para impulsar reformas estructurales, como tributaria y laboral, principalmente.
Sobre esa base, el Gobierno recibió la ratificación y profundización de un inédito respaldo financiero y geopolítico por parte de los EEUU, aunque no exento de dudas al poner como condicionamiento que no ocurra un resultado que revele un marcado rechazo a las políticas de cambio. Estas políticas posibilitaron la eliminación del déficit fiscal, el saneamiento de la hoja de balance del Banco Central de la República Argentina, con baja de impuestos, de retenciones y de regulaciones que posibilitaron sendas disminuciones de la inflación y pobreza y reactivación de la economía, como promedio general.
En particular, “los mercados” y cada vez más analistas de consultoras privadas manifiestan que la política cambiaria de flotación con bandas que se abren sin intervención del Banco Central, como el corsé monetario “están agotados” y por tanto aconsejan una paridad más alta para acumular reservas, alentar exportaciones y revertir el creciente saldo deficitario de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
“Al inicio de un programa de estabilización y reformas, el tipo de cambio de equilibrio suele apreciarse: baja el índice de riesgo país, se reconfiguran los portafolios y se revalorizan los activos domésticos”
Con ese escenario, Infobae entrevistó al economista Sebastián Galiani, exsecretario de Política Económica y viceministro de Hacienda entre enero de 2017 y junio de 2018. Actualmente profesor de Economía en la Universidad de Maryland, Galiani cuenta con un doctorado en Economía de la Universidad de Oxford, trabaja ampliamente en el campo de la Economía del Desarrollo, es miembro de la NBER y Bread, y editor asociado de Journal of Development Economics, Journal of Economic Behavior and Organization y Latin American Economic Review. Desde Estados Unidos, analiza la realidad argentina y sus expectativas para la segunda parte del gobierno de Javier Milei.
— Dos cuestiones que generan fuerte debate entre los economistas son la necesidad de acumular reservas en el BCRA y el posible atraso cambiario. ¿Cuál es su opinión al respecto?
— En materia de reservas, mi visión es clara: la Argentina necesita un sendero sostenido de acumulación en el BCRA. Si uno mira a la región y al mundo, los bancos centrales operan con colchones mucho más altos que el nuestro. Ahora bien, de eso no se sigue que pudiera lograrse en pocos meses. Poner el foco en que, durante la última cosecha, el BCRA compró menos de lo previsto con el FMI es engañoso: cuando cae la demanda de dinero por riesgo electoral, si el objetivo es frenar una corrida se requieren muchas más reservas que las que razonablemente pueden acumularse en un trimestre.
Y, aunque se acumule un nivel razonable de reservas, hay que ser muy cuidadosos con su uso: no están para evitar una depreciación cuando la economía enfrenta shocks reales (términos de intercambio, sequías, cambios de precios relativos), sino para suavizar episodios de volatilidad transitoria y desorden financiero. Su función es de seguro de liquidez, no de ancla para fijar precios relativos.

Sobre el “atraso cambiario”, es un clásico del debate argentino, pero conviene precisar. Al inicio de un programa de estabilización y reformas, el tipo de cambio de equilibrio suele apreciarse: baja el índice de riesgo país, se reconfiguran los portafolios y se revalorizan los activos domésticos. Si, además, el programa eleva la riqueza del país medida en bienes transables, al final del proceso también puede observarse una apreciación real.
No niego que pueda haber atraso; sostengo que es difícil afirmarlo con seriedad en tiempo real. Las comparaciones históricas simples (promedios del TCR, “tablitas” de referencia) hoy dicen poco: los cambios macro y, sobre todo, los estructurales que separan los dos “proyectos de país” en disputa son demasiado profundos como para extrapolar linealmente el pasado.
— ¿Cuál sería, en su opinión, el mejor indicador para determinar un tipo de cambio que contribuya efectivamente a la acumulación de reservas: la productividad de los sectores exportadores, el ingreso medio de la población, u otro parámetro?
— Pasadas las elecciones de medio término, el BCRA debería acordar un cronograma realista de acumulación de reservas, tomando en cuenta la remonetización esperada de la economía, y transitar hacia una flotación cambiaria crecientemente menos intervenida, usando las reservas sólo para amortiguar episodios de volatilidad y no para fijar precios relativos.
— En el contexto actual, donde la economía arrastra grandes desequilibrios estructurales, ¿ve viable implementar un régimen de tipo de cambio único y libre, sin intervención del BCRA?
— Sí, es viable implementar un tipo de cambio único y flotante sin demoras largas: con dos años de equilibrio fiscal ya no hay razón para postergar; puede hacerse en un horizonte corto (meses, no años). La intervención del BCRA debe limitarse a suavizar la volatilidad nominal con reglas transparentes, no a fijar un tipo de cambio real, que debe determinarse libremente.
“La intervención del BCRA debe limitarse a suavizar la volatilidad nominal con reglas transparentes, no a fijar un tipo de cambio real”
La unificación operativa -un solo mercado mayorista, desarme rápido de regulaciones que fragmentan oferta y demanda, límites prudenciales a posiciones cambiarias-, junto con una macro consistente (tasa real positiva, remonetización en curso y uso prudente de reservas como seguro de liquidez), completa el marco.
— Se habla mucho de la “cultura del dólar” en Argentina. ¿Piensa que debería incentivarse un cambio en el comportamiento de ese 10% de argentinos que compra dólares, para no perjudicar al resto de la sociedad? ¿O el problema es más profundo?
— No lo veo como un problema “cultural”, sino de incentivos y expectativas. En contextos de déficit fiscal y emisión para financiarlo, el dólar funciona como resguardo de valor; pretender “reeducar” al 10% que compra dólares es atacar el síntoma, no la causa. En cambio, con equilibrio fiscal, un BCRA que no financia al Tesoro ni acumula deuda remunerada para esterilizar excesos, una política monetaria orientada a la estabilidad de precios y tasas de interés reales no reprimidas, no hay razones económicas para dolarizar carteras -más aún cuando, por la propia política fiscal de EEUU, el dólar tampoco es invulnerable como activo-.
Lo que persiste en la Argentina es el riesgo de reversión política: el miedo a un retorno del kirchnerismo y del desorden macro.
— En las últimas semanas hubo mensajes de respaldo por parte del Tesoro de Estados Unidos y elogios a la gestión económica argentina por parte de la directora gerente del FMI. ¿Cómo interpreta usted ese apoyo y sus posibles implicancias?
— El respaldo reciente de Washington y los elogios del FMI deben leerse, ante todo, como señales geopolíticas: las grandes potencias apoyan a sus aliados cuando perciben alineamiento estratégico y consistencia macro. No es “neocolonialismo”; es política internacional estándar: apoyo que cataliza financiamiento (multilateral y privado), mejora el riesgo soberano y facilita rollover y acceso a mercados. Ese apoyo, sin embargo, no es un cheque en blanco: viene con condicionalidades y se sostiene en la medida en que el programa mantenga credibilidad y resultados.

Para la Argentina, las implicancias son concretas: si el Gobierno preserva el equilibrio fiscal, avanza en reformas pro-productividad y consolida un régimen cambiario más limpio, este respaldo externo puede acelerar la remonetización, la acumulación de reservas y la baja del costo de financiamiento. Lo decisivo no es la foto del elogio, sino la persistencia del rumbo que lo hizo posible.
La apuesta de Milei fue nítida: alineamiento con EEUU e Israel y un programa macro consistente. Le salió bien -y el apoyo lo refleja-. Que algunos lo presenten como “sumisión” o añoren una diplomacia de “selfies” con autócratas es, en el mejor de los casos, confundir consignas con geopolítica. En política internacional, como en economía, mandan los resultados.
— ¿Detecta usted mayor preocupación en esos organismos por la política cambiaria y la falta de reservas, o por la necesidad de consolidar estabilidad macroeconómica mediante reformas estructurales de fondo?
— Diría que, aunque reservas y política cambiaria importan, hoy la preocupación principal de Washington y de los organismos es política: que el Gobierno llegue fuerte a las legislativas de medio término, no se frene la inversión y no se reabra la puerta a un retorno del populismo económico en 2027. Aprendieron de abril de 2019: entonces se aferraron al “librito” técnico, subestimaron el riesgo político y terminaron condicionados por el giro posterior. Ahora leen el caso argentino con un lente más estratégico.
“Aunque reservas y política cambiaria importan, hoy la preocupación principal de Washington y de los organismos es política”
En ese marco, el dólar y las reservas son variables operativas; la estabilidad macro de fondo depende de la continuidad del ancla fiscal, la profundidad de las reformas pro-productividad y reglas estables para invertir. Si esos pilares se sostienen, la remonetización, la acumulación de reservas y la baja del riesgo país llegan por añadidura.
Traducido: piden señales claras y consistentes hasta las elecciones -un cronograma realista de acumulación de reservas, un régimen cambiario más limpio y predecible, y sobre todo la persistencia del programa-. No buscan fuegos artificiales; buscan gobernabilidad para que el capital no se ponga en pausa y el ciclo político no se lleve puesto lo conseguido.

— En materia de política económica, ¿cree que el Gobierno debe ocuparse activamente del nivel de actividad en todos los sectores, incluidos los menos eficientes, o focalizarse en lograr una macroeconomía estable e inducir a que cada sector se adapte al nuevo escenario?
— El Gobierno debe concentrarse en estabilidad macro, reglas de juego capitalistas claras e instituciones eficientes; ésa es la verdadera política “pro-actividad”. Con ese marco, la economía tiene que salir a competir: abrir mercados, exportar más e importar más, reasignar recursos hacia donde la productividad sea mayor. No se trata de sostener a los sectores menos eficientes, sino de remover distorsiones y dejar que los precios relativos hagan su trabajo.
El Estado, sí, debe proveer bienes públicos y cuellos de botella específicos cuando sean costo-efectivos (infraestructura logística, energía, conectividad, normas técnicas, certificaciones), además de políticas horizontales de capital humano y financiamiento. Y durante la transición, redes de protección y reconversión laboral bien diseñadas -temporales y evaluables- para acompañar a quienes necesiten adaptarse, sin petrificar la ineficiencia.
— El éxito de reformas tributarias y laborales requiere apoyo legislativo, pero pareciera no haber una preocupación similar en todas las provincias. ¿Qué posibilidades ve usted para que esas reformas incentiven inversiones y reviertan el estancamiento del empleo privado formal?
— Lo veo como un proceso gradual, gobernado por la política. Una buena elección de medio término puede operar como dispositivo de coordinación: reduce la incertidumbre sobre la continuidad del rumbo y da al Presidente un horizonte de seis años efectivos para negociar. En ese escenario, es más probable que los gobernadores se alineen detrás de una agenda tributaria y laboral pro-crecimiento, porque leerán que el costo de oponerse sube y el beneficio de acordar también.
Si el resultado es ambiguo, la convergencia será más lenta y fragmentada, con reformas parciales hasta que el oficialismo consolide mayorías, si lo logra hacer. En cuanto al efecto sobre inversión y empleo formal, las chances son buenas si las reformas apuntan a lo esencial: previsibilidad y menor litigiosidad en lo laboral (mecanismos de seguros y fondos de cese que sustituyan pasivos inciertos; negociación más descentralizada donde tenga sentido) y simplificación y baja de distorsiones en lo tributario (menos impuestos cascada, reglas claras y estables, cumplimiento más barato y digital).
“La Argentina llega muy rezagada respecto de la frontera internacional -e incluso regional-, lo que paradójicamente nos da margen para un “catch up” rápido si hacemos las cosas básicas bien»
Con ese marco, los sectores transables y de servicios basados en conocimiento reaccionan primero; luego se acelera la formalización. La heterogeneidad provincial seguirá pesando: habrá jurisdicciones “pioneras” que compitan con seguridad jurídica, ventanillas únicas y estabilidad fiscal, y otras que lleguen después. Pero si la macro estable se sostiene y el Congreso aprueba un paquete razonable, la inversión sube y el empleo privado formal sale del estancamiento -no de un día para el otro, pero de manera creíble y acumulativa-.
— Finalmente, ¿le gustaría dejar una reflexión para los lectores de Infobae sobre los desafíos y oportunidades de la economía argentina actual?
— Una reflexión final. Cada vez que un país ordena la macro, fija reglas de mercado previsibles y empuja reformas pro-productividad, se abre una ventana de crecimiento. La Argentina llega muy rezagada respecto de la frontera internacional -e incluso regional-, lo que paradójicamente nos da margen para un “catch up” rápido si hacemos las cosas básicas bien: estabilidad fiscal y monetaria, competencia, apertura, infraestructura y capital humano.
Además, vivimos en una región sin conflictos geopolíticos relevantes: eso es un activo que el mundo valora cuando decide dónde invertir a diez o veinte años.
El riesgo, en cambio, es el de siempre: retroceder al populismo económico. Si volvemos a tirar por la borda la estabilidad y las reglas, esta vez el mundo probablemente nos baje el pulgar por un buen rato; la paciencia internacional con la Argentina no es infinita. La oportunidad está ahí, al alcance de la mano. Depende de nosotros transformar un año de orden en una década de crecimiento.
ECONOMIA
Clima de Negocios: El argentino detrás del mega data center de OpenAI habla de su financiación y de las polémicas que generó

Fue una joven hacker que se hizo emprendedor en temas de ciberseguridad, vendió su empresa y cuando buscó qué hacer imaginó y llevó adelante Satellogic, una empresa que cotiza en Wall Street con un valor de unos USD 500 millones. Tiene una constelación de unos 50 nanosatélites con los que genera imágenes satelitales de alta resolución de la Tierra para gobiernos y empresas.
Además, Emiliano Kargieman (50) es el argentino que anunció, por medio de su empresa, Sur Energy, la mega inversión de OpenAI, el gigante detrás de ChatGPT, de hasta USD 25.000 millones para hacer un data center en la Patagonia. Un proyecto que diseñó junto a Mat Travisano, un físico y también inversor tech que era su amigo y que falleció trágicamente en un accidente de montaña días atrás, justo antes de anunciarlo.
Kargieman habló con Infobae sobre los detalles de este muy ambicioso anuncio, cómo será el esquema de financiamiento que usarán y las polémicas ecológicas que surgieron con la presentación.
— ¿Qué alcance tendrá el proyecto que anunciaron?
— OpenAI y Sur Energy firmaron una Carta de Intención para la puesta en marcha de Stargate Argentina. El proyecto contempla un centro de datos de 500 MW en Patagonia, diseñado para alojar la próxima generación de cómputo de IA. Sur Energy será el desarrollador energético y de infraestructura, formando un consorcio con un operador global de cloud computing. OpenAI, por su parte, actuará como offtaker, utilizando la infraestructura para entrenamiento y despliegue de modelos avanzados de IA. El proyecto está impulsado por Sur Energy, con el respaldo y la colaboración de OpenAI en el marco del programa OpenAI for Countries. Además, firmamos dos memorandos de entendimiento con las compañías líderes en generación energética de Argentina: Genneia y Central Puerto, que permitirán que el data center opere con energía competitiva, limpia y confiable, asegurando sostenibilidad y atracción de inversiones de largo plazo.

— ¿Cómo se acercaron y negociaron con OpenAI?
— El acercamiento se dio a través de vínculos directos entre el equipo fundador de Sur Energy y ejecutivos de OpenAI. La semana pasada, una delegación oficial de la compañía viajó a Buenos Aires para reunirse con el presidente Javier Milei y miembros clave del gabinete económico. En ese encuentro se presentó formalmente la propuesta Stargate Argentina.
— ¿Me puede detallar cómo será el esquema de financiación que planean usar?
— El proyecto Stargate Argentina se concibe bajo un modelo de inversión escalonado (multi-fase), estructurado con criterios típicos de infraestructura energética y tecnológica a gran escala. El monto total estimado será de hasta USD 25.000 millones en distintas etapas de desarrollo, con desembolsos progresivos conforme se completen los hitos de permisos, construcción, conexión energética y operación. En los proyectos de infraestructura, un offtaker es quien firma un contrato de compra a largo plazo (por ejemplo, de energía, capacidad de cómputo o servicios), garantizando así la demanda futura que sustenta el financiamiento. En este caso, OpenAI actuaría como offtaker de capacidad computacional del futuro data center local de Stargate.
— De inmediato hubo cuestionamientos por temas ambientales. ¿Será un negocio sustentable?
— Es un proyecto de muy bajo impacto ambiental, alimentado de energías limpias y sustentables. Es tecnología totalmente novedosa para el país, desarrollada para alimentar la IA a partir de energías renovables.

— ¿Puede dar detallar cómo es el uso del agua en este tipo de instalaciones y en este proyecto en especial? ¿Cuánta agua se necesita para refrigerar una instalación así?
— Los data centers de última generación con sistemas de enfriamiento “direct-to-chip”, como el que se planea construir, utilizan agua para el enfriamiento en un circuito cerrado por lo que no consumen agua de manera constante. El consumo de agua esperado es el de los baños del personal. De cualquier manera, se presentarán estudios previos de impacto antes del inicio de las obras de infraestructura y el proyecto va a cumplir con todos los controles y requerimientos. Es un proyecto 100% sustentable.
Kargieman es un nerd. Hijo de psicoanalistas, creció en Palermo y fue la clase de nenes que rompía todo para ver las cosas por dentro. A mediados de los ’90, ya como un adolescente hacker y activista, integraba el grupo HBO, “Hacked by Owls”. Era bueno, muy bueno.
A los 17 ya trabajaba en los sistemas de seguridad de la AFIP y pocos años después fundó Core Security, una empresa de seguridad informática basada en EEUU, con facturación millonaria y clientes como Amazon y Mastercard. Intentó ser inversor y también se aburrió. Hasta que en 2010 fue a Singularity University, a estudiar al Ames Research Center de la NASA, en California, y se convenció de que podría reinventar la vetusta industria satelital. Así nació Satellogic.

— ¿Por qué Argentina y por qué este momento?
— Argentina reúne una combinación poco común de factores estratégicos que la vuelven especialmente atractiva para un proyecto como Stargate. El país tiene un potencial excepcional en energías renovables con recursos de calidad mundial. La ubicación ofrece condiciones climáticas frías y estables en el sur, ideales para data centers energéticamente eficientes. Además, Argentina cuenta con una comunidad tecnológica y académica sólida (IA, física, matemáticas, ciencia de datos) y una población joven altamente digitalizada. Es uno de los países con mayor adopción per cápita de ChatGPT en el mundo y alta producción de software e investigación en IA.
— Será un proyecto RIGI.
— Sí. El nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) crea un marco jurídico y fiscal previsible por 30 años, una condición fundamental para proyectos de infraestructura tecnológica y energética de largo plazo. Dado el impacto que se espera que tenga la Inteligencia Artificial en las próximas décadas, que fue comparado con las revoluciones tecnológicas de mayor impacto del pasado, la infraestructura y la tecnología de IA son, hoy, activos estratégicos para el posicionamiento y diferenciación competitiva de los países. En este contexto, las decisiones de inversión, exportación y colaboración en tecnología e infraestructura de IA sirven para definir rieles de alineamiento geopolítico globales.
— ¿Cuánto tuvo que ver el momento con la relación entre el país y EEUU?
— Sin duda el alineamiento actual de Argentina con Estados Unidos ayuda, en este momento, para tener el apoyo del gobierno estadounidense y poder tomar esta decisión de inversión. No hay que perder de vista, de todas maneras, que estas inversiones tienen impactos positivos a largo plazo, en el curso de veinte a treinta años.

— ¿Qué es un data center de IA, cómo está compuesto y para qué servirá?
— Un data center de inteligencia artificial es una infraestructura física y tecnológica diseñada para alojar, entrenar y operar modelos de IA a gran escala. Es el cerebro físico de la inteligencia artificial: un complejo de hardware, energía y conectividad donde se produce el procesamiento que permite que modelos como ChatGPT “piensen”. A diferencia de los datacenters que usan para servir aplicaciones de internet, por ejemplo, basados en tecnologías de CPUs, los datacenters de IA se construyen hoy con tecnología de GPUs, lo que hace que consuman significativamente más energía, y también los hace más costosos y complejos.
— ¿Qué aportará a la economía argentina?
— El proyecto Stargate Argentina representa una inyección estimada de hasta USD 25.000 millones en distintas fases, lo que lo ubicaría entre las tres mayores inversiones privadas en la historia del país. El flujo de capital externo tendrá un efecto multiplicador sobre el PBI y sobre las cuentas externas, al ingresar divisas genuinas con destino a infraestructura productiva. Por lo general, se estima que un 20% del costo de construcción es ejecutado localmente a través de compañías locales. Durante la vida operativa se suma el flujo de divisas para la compra de la energía, al flujo de divisas proveniente de la exportación de los servicios del datacenter. En los 20 años de vida útil promedio de estos datacenters, estos valores superarán con creces la inversión de capital inicial.
“El país tiene un potencial excepcional en energías renovables con recursos de calidad mundial”
— ¿Cuánto tuvo que ver Travizano en el proyecto?
— Mat Travizano fue el primero en identificar esta oportunidad para Latinoamérica, y nos convocó junto con Stan Chudnovsky para ayudarlo a llevarla a cabo. En particular, Mat fue clave en acercar al presidente Javier Milei a Silicon Valley y ayudarlo a presentar el potencial de la Argentina para posicionarse en el centro de la infraestructura digital de la región.
— ¿Quién era y qué relación tenían?
— Mat era como un hermano para mí: hace muchos años que caminamos por caminos paralelos y su pérdida es realmente inconmensurable. Era un ser humano increíble, un emprendedor nato y un visionario. Trabajó en proyectos de innovación tecnológica, comunicaciones, fintech y energía en Estados Unidos, Europa y América Latina. Él es el alma mater de este proyecto, fue quien lo ideó y lideró las conversaciones más importantes para que se concretara. Para Stan y para mí, continuar con este proyecto es una manera de honrar y continuar materializando su legado.
— ¿Qué aspectos podrían demorar el proyecto?
— Están dadas las condiciones para que avancen muy rápidamente. Por la magnitud de las obras y el financiamiento puede que existan algunos cuellos de botella por la evolución económica y financiera global, pero no vemos grandes retrasos.
“Mat es el alma mater de este proyecto, fue quien lo ideó y lideró las conversaciones más importantes para que se concretara”
— ¿Cuánto tuvo que ver el viaje de Milei a Silicon Valley para la definición del proyecto?
— Fue clave, fue el origen de las conversaciones. En ese sentido Demian Reidel fue el conector intelectual y político y -junto con Mat- acercaron al presidente a los líderes tecnológicos de Silicon Valley para transmitirles su visión de tratar a la inteligencia artificial y la energía como política de estado.
— ¿Cómo se imagina la evolución del proyecto y en qué instancia podría estar en 5 años?
— Primero hay una etapa de diseño y estructuración, luego una construcción inicial y por último se daría el escalamiento. Proyectamos estar en esta última etapa en 5 años.
— ¿Qué rol va a tener usted y cómo matchea con su puesto de CEO de Satellogic?
— El proyecto encarna la posibilidad de que la Argentina deje de ser espectadora y se convierta en protagonista de la revolución de la inteligencia artificial. Mi rol como socio de Sur Energy y ante la ausencia de Mat, es en este momento el de coordinar estratégicamente a las distintas partes, asegurar el financiamiento y terminar de construir el equipo que se va a encargar de la ejecución. Mi trabajo del día a día es como CEO de Satellogic, en donde estamos en un momento de crecimiento increíble, y donde planeo seguir enfocado al 100%.
ECONOMIA
Ni el Tesoro americano logró frenar al dólar: el mercado apuesta a la finalización del esquema de bandas cambiarias

La voracidad de los argentinos por cobertura cambiaria le ganó la pulseada al gigante. Ni siquiera la intervención del Tesoro norteamericano logró frenar la presión alcista sobre el dólar. Tampoco fue efectivo el posteo en redes sociales de su titular, Scott Bessent, reafirmando su apoyo a la Argentina, incluso anunciando que también comenzó a intervenir en el contado con liquidación.
El cierre del mercado el viernes resultó elocuente. El dólar mayorista finalizó a $ 1.450, cada vez más cerca del techo de la banda cambiaria, que ahora llega a 1.490. Los dólares financieros volvieron a superar los $ 1.500 con comodidad y el CCL (donde ya interviene el gobierno norteamericano) terminó la semana en $ 1.539.
Aunque no hay cifras oficiales, se estima que el Tesoro habria vendido en total unos USD 400 millones. Se trata a todas luces de una cifra ïnfima para el Gobierno norteamericano, pero a su vez insuficiente para dominar al mercado local.
En octubre la demanda de divisas podría batir todos los cálculos previos y con USD 5.000 millones marcar un récord histórico
No hace falta mucha imaginación para proyectar que todo se pondrá mucho peor esta semana, la previa a las elecciones legislativas. La demanda de dólares viene batiendo récords y es esperable que en estos cinco días se llegue a niveles históricos de demanda.
Las estimaciones que circulan en consultoras privadas hablan de una demanda de divisas que habría batido todos los cálculos previos en octubre: USD 5.000 millones, un récord histórico.
Luis “Toto” Caputo volvió ayer de Washington, tras participar con su equipo económico en varias conferencias con inversores, en el marco de la reunión anual del FMI y Banco Mundial. La ayuda financiera conseguida sería incluso superior a los USD 40.000 millones, contando el swap de monedas con el Tesoro y los préstamos que facilitarían una serie de bancos norteamericanos.
Pero ni la promesa de nuevas ayudas financieras ni la intervención directa del Tesoro logró apaciguar la demanda de dólares. La incertidumbre preelectoral tiene mucho que ver con este comportamiento, que sorprendió incluso al presidente del Banco Central. Santiago Bausili consideró como algo “inusual” que el equivalente a más de 40% del agregado M2 (que incluye al circulante y los depósitos a la vista) se haya aplicado a la compra de dólares.
La contrapartida es una alarmante escasez de pesos, con tasas de corto plazo que esta semana tocaron el 190% anual. El Tesoro no tuvo otro remedio que refinanciar solo el 45% de los vencimientos de letras que afrontó esta semana para volcar un poco más de pesos y aflojar las tasas. No pudo evitar, eso sí, que parte de ese dinero se destine a la compra de dólares.
El equipo económico está convencido, y a su vez lo convencieron a Bessent, que todo es parte de un fenómeno transitorio que se revertirá una vez superadas las elecciones legislativas. La demanda de dinero, que cayó a valores mínimos en los últimos meses, debería recuperarse poniendo en marcha un círculo virtuoso: estabilización cambiaria, aumento del crédito y recuperación de la economía.
El equipo económico está convencido, y convenció a Bessent, de que todo es parte de un fenómeno transitorio y se revertirá pasadas las elecciones
Pero nada asegura que el proceso vaya a suceder de esta forma. El banco de inversión Morgan Stanley aseguró que incluso en un buen escenario electoral para el Gobierno el tipo de cambio a fin de año no bajaría de los 1.700 pesos. Y si la elección es regular o mala no bajaría de los $ 2.000. Esa misma cifra es la que estimó Carlos Melconian, que esta semana advirtió sobre los serios problemas estructurales que presenta el esquema cambiario implementado por el Gobierno. “Es insostenible que la demanda de dólares haya sumado USD 30.000 millones desde abril para atesoramiento y viajes con este tipo de cambio”, aseguró.
REUTERS/Shannon Stapleton/File Photo
Es claro que el mercado piensa lo mismo y actúa en consecuencia. El consenso de los pequeños ahorristas y también de los grandes operadores es que el sistema de bandas cambiarias tendría sus días contados, más allá de las promesas oficiales y de las propias declaraciones de Bessent apoyando el mismo.
La cobertura en moneda dura puede obedecer en realidad a tres grandes aspectos: por un lado quedar dolarizado en la previa a las elecciones y esperar con mayor tranquilidad el resultado. Luego está también el temor a un flojo resultado electoral del Gobierno, que complique la gobernabilidad en los próximos dos años. Pero a esto se le suma la perspectiva de un cambio de sistema cambiario.
Si efectivamente se opta por una mayor flotación junto a una salida total del cepo, entonces el peligro es que el tipo de cambio de equilibrio sea mucho más alto que el actual. Al respecto, Lucas Llach consideró que sería el mejor momento para avanzar en esa dirección: “El peligro de una liberación cambiaria es que se produzca un overshooting del tipo de cambio que complique el proceso de baja de la inflación. Pero con el Tesoro americano presente ese riesgo es mucho menor, porque es la mejor oportunidad para hacerlo”
Un informe de la consultora Delphos plantea cuál sería la situación del Gobierno de cara a las elecciones legislativas: “La Libertad avanza (LLA) habría dejado atrás el peor momento en el sentir público, remontando algunos puntos desde su piso electoral, que estimamos se encuentra en 30%. Creemos que hoy LLA se encuentra a más de 5pp debajo de FP+aliados genuinos, pero les queda aún una semana de campaña”.
Este razonamiento resume bien el pesimismo que hoy impera entre los inversores, que esperan una elección relativamente floja del Gobierno. Se trata más bien de una presunción a partir del flojo resultado obtenido en provincia de Buenos Aires, ante la falta de encuestas creíbles.
En las filas oficiales insisten con su optimismo para después de las elecciones, incluyendo una apreciación cambiaria sino también por una fuerte reducción del riesgo país a partir de los próximos anuncios que realizará el Tesoro americano. El objetivo es dejar la incertidumbre electoral atrás y encarar una nueva etapa que incluya recuperación económica, mejora de ingresos y reformas estructurales.
El Gobierno argentino y el Tesoro americano están decididos a demostrar que es posible mejorar la competitividad de la economía argentina sin una nueva devaluación.
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