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ECONOMIA

Mientras Milei disfruta su revancha, el mercado ve riesgos ocultos en la estrategia de dejar caer al dólar

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Javier Milei sorprendió al mercado, al adoptar una de las estrategias más arriesgadas para estabilizar la economía. Así como luego de asumir decidió bajar las tasas de interés, contradiciendo a la ortodoxia -y le salió bien-, ahora está favoreciendo la baja del dólar cuando todos esperaban un salto devaluatorio.

Pero esta vez se trata de un arma de doble filo, porque así como le permitirá corregir problemas y mejorar expectativas, también le crearán problemas potenciales en el mediano plazo.

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Lo cierto es que, por más que el presidente y el equipo económico defiendan el argumento de que no son ellos los que bajan el tipo de cambio sino que son las fuerzas del mercado en el libre juego de oferta y demanda, el dólar no bajaría si no fuera por una política deliberadamente diseñada al respecto.

El propio Toto Caputo y sus funcionarios lo han explicado: al tiempo que se liberó el cepo, se propenderá a una fuerte restricción monetaria. Es decir, se buscará cumplir con el pronóstico que había hecho el ministro, en el sentido de que iba a llegar el momento en el que el dólar iba a ser la moneda abundante y el peso la moneda escasa.

La forma de lograr esto es mediante el manejo de las tasas de interés, y no resulta inocua para la economía. Ya en los primeros días se vio ese efecto: al subir el premio por quedarse en títulos en pesos y al desplomarse la curva del dólar futuro, se generan otra vez las condiciones para un «carry trade». Y, para el segmento de los pequeños ahorristas de plazo fijo, hubo una drástica suba de tasas de interés, liderada por el Banco Nación.

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El hecho de que el dólar baje hasta el nivel previo al levantamiento del cepo ha generado sorpresa, pero mucho más sorprendente es la decisión de que el Banco Central no intervenga dentro de la banda de flotación, y que recién se compren divisas cuando el tipo de cambio caiga al piso de $1.000.

No es algo que haga por obligación, dado que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional prevé expresamente que se compren dólares dentro de la banda para acumular reservas -en definitiva, el objetivo que más le importa al organismo, porque asegura el repago de las deudas-.

Con la inflación como meta prioritaria

¿Por qué Milei se niega a comprar dólares, arriesgando incluso que el tipo de cambio no llegue al piso de la banda y se quede sin comprar reservas? La respuesta es clara: quiere influir sobre las expectativas del mercado para que los inversores se convenzan de que el dólar no será negocio, al menos en el corto plazo.

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La primera razón es obvia, y de peso: el gobierno se puso el objetivo de retomar el sendero desinflacionario. El inesperado 3,7% que dejó el IPC de marzo cayó como un manto de desconfianza sobre el plan económico. De hecho, las principales consultoras económicas corrigieron al alza sus proyecciones, y previeron que también en abril, mayo y junio se registrarán inflaciones por encima de 3%.

El temido fantasma del «pass through» se estaba manifestando en toda su crudeza -por más que Milei niegue su misma existencia-. Pero lo cierto es que ya el mismo viernes en el que se anunció el levantamiento del cepo hubo comerciantes que suspendieron las ventas -a la espera de saber cuál sería su costo de reposición-.

Y luego vino la saga de remarcaciones de precios y su posterior marcha atrás, en la pulseada pública que jugaron las grandes firmas alimenticias con los supermercados, y el mismísimo Toto Caputo haciendo de árbitro contra los aumentos.

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Como suele repetir Milei, su «job description» marca, como tarea primordial, la baja de la inflación. Y desde ese punto de vista, -más aun considerando que este es un año electoral– fomentar una revaluación del peso es una medida que tiene sentido.

¿Más presión sobre los sojeros?

Pero la inflación no es el único problema de Milei. Además, necesita imperiosamente que los productores agrícolas cambien su actitud y empiecen a liquidar sus tenencias.

 El gobierno ya había hecho un mal cálculo cuando en enero pasado anunció una baja temporaria de las retenciones -en el caso de la soja, de 33% a 26%- y esperaba que eso impulsara liquidaciones por más de u$s5.000 millones.

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Eso nunca ocurrió, y las primeras reacciones de los productores tras el levantamiento del cepo estuvieron lejos del entusiasmo. Sigue habiendo quejas por un precio interno que no llega a cubrir los costos. E incluso para algunos la situación empeoró con el nuevo esquema cambiario, dado que, al desaparecer el «dólar blend», se encarecieron los insumos respecto del producto.

Según un cálculo de Marianela de Emilio, técnica del Inta y docente de Agroeducación, hay un potencial de ingreso de u$s8.964 millones desde ahora hasta el final de junio, cuando vuelven a subir las retenciones. Esa es la cifra a la que se llegaría si se produjera una liquidación en la misma proporción que la verificada a esta altura del año pasado.

Implicaría la venta de 14 millones de toneladas de soja -3 de la campaña del año pasado y 11 de la nueva-; más 10,6 millones de toneladas de maíz y 3 millones de toneladas de trigo.

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Pero en las primeras jornadas post cepo se embarcaron un promedio diario de apenas 43.000 toneladas de soja, mientras que el promedio de la semana anterior había sido de 61.000 toneladas.

Con esos datos sobre la mesa, una política de caída del dólar podría incentivar a los productores a apurar las ventas, dado que la perspectiva es un precio peor a futuro para quienes guarden su stock en silobolsas. Ese es, al menos, el razonamiento que se hace en el gobierno.

El éxito no está asegurado, desde ya, porque puede haber productores que vean este tipo de cambio como un fenómeno apenas pasajero y esperen hasta ver una suba del dólar. No sería la primera vez, por cierto: ha sido la estrategia comercial -y política- del campo de los últimos 20 años.

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La revancha contra los «econochantas»

Hay, finalmente, un tercer motivo de peso para que Milei se niegue a intervenir y celebre la caída del dólar. Tiene que ver con el ego que motiva a los economistas en los debates con sus colegas.

Después de haber publicado dos artículos en los que planteaba argumentos teóricos sobre por qué «el disco rayado del atraso cambiario» es un error conceptual, y después de varios discursos con dedicatorias personales a los «mandriles» y «econochantas», el presidente está disfrutando el momento.

No pierde ocasión de recordar los informes de consultoras que hablaban sobre un tipo de cambio de equilibrio sensiblemente por encima del actual, y se mofa de los pronósticos sobre que, tras el levantamiento del cepo, habría una corrida que llevaría al dólar sobre el techo de la banda y obligaría al BCRA a gastar las reservas prestadas por el FMI.

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Esta pelea no sólo involucra a los habituales críticos de Milei, como Carlos Melconian, Roberto Cachanosky, Diego Giacomini y Marina dal Poggetto, sino que también alcanza a figuras cercanas al gobierno, como el ex ministro Domingo Cavallo y a expertos del exterior, como Robin Brooks, ex economista jefe en el Instituto de Finanzas Internacionales y estratega de divisas en el banco de inversiones Goldman Sachs, que pronosticaba una inevitable crisis devaluatoria.

«Argentina tiene un fetichismo extraño con su tipo de cambio del $/ARS. Se devaluó en diciembre, pero inmediatamente volvió a fijar el peso frente al dólar», afirmaba el economista, para furia del gobierno.

Más aun, la satisfacción de Milei es demostrarle su argumento al propio FMI. Al principio, las críticas se acotaban a ex funcionarios del organismo, como Alejandro Werner, experimentado ex director del FMI, quien escribió en un reporte: «Esta apreciación representa un riesgo significativo para el programa de estabilización basado en el tipo de cambio, especialmente considerando las reservas netas negativas del Banco Central y la lenta acumulación de reservas internacionales».

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Milei festejó cuando se separó de las negociaciones a Rodrigo Valdés, el «villano» del staff del Fondo, quien supuestamente era el que presionaba por una devaluación. Pero, ya con Valdés fuera del equipo, el FMI siguió publicando documentos en los que, detrás del lenguaje diplomático lleno de elogios a los avances contra la inflación, planteaba los «desafíos» de una mayor coordinación fiscal, monetaria y cambiaria. El mensaje entrelíneas era que hasta la propia Gita Gopinath entendía que no se podía seguir con el crawling peg en el que el mercado ya no creía.

Los riesgos de dejar caer al dólar

Por primera vez en varios meses, Milei recuperó la euforia. El cepo se levantó sin que se produjera una corrida, el dólar cae, los supermercados retraen los aumentos «preventivos» y los «econochantas» de Argentina y del exterior se muerden ante la nueva catarata de burlas presidenciales.

Sin embargo, la estrategia del presidente no está exenta de riesgos. Y probablemente no tardarán en materializarse.

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El primero es evidente: los problemas de competitividad para la industria pueden agravarse, lo cual se reflejará en un freno a la recuperación de la actividad y un eventual incremento del desempleo.

Por otra parte, como la contracara del dólar barato son las tasas altas, resultará inevitable un encarecimiento del crédito, justo cuando el gobierno estaba celebrando la acelerada recuperación de la financiación bancaria. Con tasas activas más caras, puede también aparecer un freno en el consumo y en la inversión.

Y, sobre todo, un dólar que se cae puede acentuar el talón de Aquiles del modelo económico: el déficit de la cuenta corriente. Ya van 10 meses acumulados en los que la cantidad de dólares que salen de la economía son más que los que entran. Es un indicador que históricamente ha sido asociado a crisis que terminaron en devaluaciones violentas.

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Por lo pronto, un factor que alimentará ese déficit será el turismo emisivo. Con un dólar a $1.000, los argentinos saldrán masivamente a pasar sus vacaciones al exterior. Y muchos de los que se queden comprarán a través de Amazon ropa y artículos electrónicos más baratos que los del mercado local. Los antecedentes como el de 2017 -durante la gestión de Macri- indican que esa salida de dólares puede llegar hasta u$s10.000 millones en el año.

Y, finalmente, está el interrogante que se deben estar haciendo los funcionarios del FMI. Si el dólar queda en niveles bajos pero nunca toca el piso de $1.000, ¿significa entonces que el BCRA no comprará divisas para aumentar sus reservas? El acuerdo firmado le pide un aumento de u$s4.400 millones antes de mitad de año.

Milei parece convencido de que podrá hacer esas compras al módico precio de $1.000 por dólar. Pero el mercado puede cambiar de opinión en cualquier momento.

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ECONOMIA

Efecto Whirlpool: ya hay despidos y cierres entre sus pymes proveedoras del Parque Industrial de Pilar

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La fábrica que cerró Whirlpool había sido inaugurada en 2022.
REUTERS/Anindito Mukherjee/File Photo

El cierre de la fábrica de lavarropas Whirlpool desencadenó un efecto dominó en Parque Industrial de Pilar, donde empresas proveedoras vinculadas a su cadena de valor comenzaron a cesar sus actividades y a despedir personal.

La firma logística Translog anunció el cierre de sus operaciones y desvinculó a casi todo su personal. La noticia se suma a los despidos en Novax, proveedor de piezas plásticas para los lavarropas que fabricaba Whirlpool. En este caso, la empresa reconoció que por lo menos 38 puestos de trabajo están en riesgo, según informó Pilar a diario.

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La logística Translog despidió a 17 de sus 20 empleados y reubicó a los 3 restantes en otra filial de la empresa. Había iniciado sus actividades en Pilar en octubre de 2022, coincidiendo con la apertura de la planta de Whirlpool en la localidad de Fátima. Su centro de distribución, de 15.000 metros cuadrados, se instaló específicamente para gestionar los productos de la multinacional, incluyendo lavarropas y otros electrodomésticos de línea blanca.

Según fuentes consultadas por Pilar a Diario, en los momentos de mayor actividad se movilizaban hasta 80.000 piezas diarias y se trabajaba durante toda la semana. El flujo de productos seguía un circuito definido: desde la fábrica de Fátima, los lavarropas se trasladaban al depósito de Translog en la calle Frondizi y, desde allí, a cadenas de electrodomésticos e hipermercados.

La situación comenzó a deteriorarse a mediados de este año, cuando se comunicó a los trabajadores de Translog que las operaciones con Whirlpool tenían fecha de finalización. A fines de agosto, se despacharon los últimos lavarropas, mientras la multinacional avanzaba con la construcción de un centro de distribución propio de 45.000 metros cuadrados en Fátima, frente a la planta que cerraría. Translog intentó sostener su actividad mediante contratos transitorios con otras empresas, pero estos acuerdos concluyeron recientemente. El viernes pasado, 17 empleados recibieron la notificación formal de su despido y se prevé que las indemnizaciones se depositen en los próximos días.

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Parque Industrial Pilar
Parque Industrial Pilar

En el último tramo de la crisis de Whirlpool, el presidente de Novax, Máximo Donzino, expresó al medio local su intención de limitar los despidos, aunque reconoció: “Es claro que nos sobra mucha gente”. Novax, dedicada a la fabricación de piezas plásticas para los lavarropas de Whirlpool, enfrenta la posible pérdida de 38 empleos tras el cierre de una de sus líneas de producción. A estos casos se suman los 220 despidos ya concretados en Whirlpool y la expectativa de que otras compañías de transporte y comercios locales sufran consecuencias indirectas por la caída del consumo de los trabajadores afectados.

Los casos de Translog y Novax se suman a una cadena de proveedores y prestadores logísticos que, al perder a su principal cliente, ven amenazada su continuidad. El fenómeno podría ampliarse a empresas de transporte y, de manera más difusa, a comercios y servicios locales, afectados por el contexto.

La decisión de la multinacional Whirlpool de cerrar su planta de lavarropas ubicada en el Parque Industrial Pilar fue sorpresiva pero no tanto. Hacía tiempo ya que la compañía no andaba bien, que los números no le cerraban y que no había podido alcanzar el objetivo del proyecto original, que era producir 300.000 unidades por año y exportar el 70 por ciento.

¿Cómo fue que la compañía pasó de inaugurar una planta último modelo para producir lavarropas de carga frontal de última generación y exportar a decidir cerrarla en apenas tres años (se inauguró en octubre de 2022)? En el sector recuerdan que no es la primera vez que la compañía de origen norteamericano toma esta decisión en la Argentina. Ya lo había hecho en 2003, cuando decidió cerrar su planta de heladeras que tenía en San Luis y dedicarse a importar. Ahora pasó lo mismo: el negocio no anduvo y la decisión, liderada desde la filial de Brasil de la cual depende, fue abandonar la producción local, despedir a sus 220 trabajadores, y dedicarse a la importación.

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Tras la noticia, fuentes de la empresa dialogaron con Infobae y explicaron que fueron dos los motivos por los cuales se optó por este camino: por un lado, los altos costos argentinos que hacían inviable exportar a un precio competitivo -de hecho, estaban mandando muchos menos lavarropas al exterior que el plan original- y, por otro, la apertura total de la economía, que hizo que se desplomaran los precios de los electrodomésticos por la mayor competencia de productos importados. En el caso de los lavarropas, en octubre se vendieron 20% más baratos que el mismo mes del año pasado, según datos de la consultora NielsenIQ.

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ECONOMIA

Netflix compró Warner Bros. Discovery por USD 82.700 millones: incluye sus estudios de cine y televisión, HBO Max y HBO

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El logotipo de Netflix se muestra en uno de sus edificios en el barrio de Hollywood de Los Ángeles, California, Estados Unidos, 2 de diciembre de 2025 (REUTERS/Mike Blake)

Netflix anunció la compra de Warner Bros. Discovery por 82.700 millones de dólares, una operación que transformará de manera profunda el panorama de la industria del entretenimiento y los medios. Este movimiento, que se produce tras una serie de ofertas mejoradas por parte de los principales actores del sector, plantea interrogantes sobre el futuro modelo de negocio de Netflix y el impacto regulatorio que podría acarrear la operación, especialmente por el alcance global de la plataforma.

La adquisición representa una de las mayores operaciones en la historia del entretenimiento, con un valor total de empresa de aproximadamente USD 82.700 millones (valor de capital de USD 72.000 millones). El acuerdo, que se concretará tras la escisión previamente anunciada de la división Global Networks de Warner Bros. Discovery —Discovery Global— en una nueva compañía cotizada, está previsto para el tercer trimestre de 2026. Esta fusión promete redefinir el panorama audiovisual global al unir el alcance internacional de Netflix con el legado centenario de Warner Bros.

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Según detalló David Zaslav, presidente y CEO de Warner Bros. Discovery, la integración de ambas compañías permitirá que las historias más influyentes lleguen a nuevas audiencias: “El anuncio de hoy une a dos de las mayores empresas de narración del mundo para llevar a más personas el entretenimiento que más disfrutan ver”, afirmó Zaslav.

Destacó que Warner Bros. ha cautivado al público y moldeado la cultura durante más de cien años, y que la alianza con Netflix garantizará que las historias más emblemáticas sigan presentes en la vida de las próximas generaciones.El acuerdo, valorado en USD 27,75 por acción de Warner Bros. Discovery (sujeto a ajustes según lo estipulado en el contrato), permitirá que franquicias y títulos emblemáticos como The Big Bang Theory, The Sopranos, Game of Thrones, El mago de Oz y el Universo DC se sumen al catálogo de Netflix, que ya incluye éxitos como Wednesday, La casa de papel, Bridgerton, Adolescence y Extraction.

Esta combinación ampliará la oferta de contenidos para los suscriptores y consolidará la posición de Netflix como líder en el sector del streaming.Ted Sarandos, codirector ejecutivo de Netflix, subrayó la magnitud de la operación: “Nuestra misión siempre ha sido entretener al mundo. Al combinar la increíble biblioteca de Warner Bros.—desde clásicos atemporales como Casablanca y El ciudadano Kane hasta favoritos modernos como Harry Potter y Friends—con nuestros títulos que definen la cultura como Stranger Things, KPop Demon Hunters y El juego del calamar, podremos hacerlo aún mejor. Juntos, podemos ofrecer al público más de lo que ama y ayudar a definir el próximo siglo de narración”, declaró Sarandos.

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Charles Foster Kane (Orson Welles),
Charles Foster Kane (Orson Welles), en una escena clásica de Ciudadano Kane

Por su parte, Greg Peters, también codirector ejecutivo de Netflix, remarcó el impacto a largo plazo de la adquisición: “Esta adquisición mejorará nuestra oferta y acelerará nuestro negocio durante décadas. Warner Bros. ha contribuido a definir el entretenimiento durante más de un siglo y lo sigue haciendo gracias a sus extraordinarios ejecutivos creativos y capacidades de producción. Con nuestro alcance global y modelo de negocio probado, podemos presentar a una audiencia más amplia los mundos que crean, ofreciendo a nuestros miembros más opciones, atrayendo a más fanáticos a nuestro servicio de streaming de primer nivel, fortaleciendo toda la industria del entretenimiento y generando más valor para los accionistas”.

En el tramo final de las negociaciones, Paramount expresó su descontento con el proceso, señalando en una carta dirigida al director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, David Zaslav, que la compañía había “iniciado un proceso miope con un resultado predeterminado que favorece a un solo postor”, en referencia a Netflix. Además, Paramount advirtió en una comunicación previa a los abogados de Warner Bros. Discovery que una venta al gigante del streaming probablemente “nunca se concretaría” debido a los posibles obstáculos regulatorios tanto en Estados Unidos como en el extranjero, dada la posición dominante de Netflix en el mercado global.

La decisión de Warner Bros. Discovery de entablar conversaciones exclusivas con Netflix se produce después de recibir propuestas de compra de varias compañías. Paramount había manifestado su interés en adquirir la totalidad de la empresa, incluyendo las cadenas de cable como CNN, TNT y TBS, mientras que Comcast buscaba hacerse únicamente con los estudios y el negocio de streaming HBO Max. Según las fuentes citadas por The Wall Street Journal, las tres empresas presentaron ofertas mejoradas esta semana, pero fue Netflix quien avanzó con una propuesta mayoritariamente en efectivo.

Un aviso de la serie
Un aviso de la serie de Netflix «Stranger Things» en Hollywood, Los Angeles (REUTERS/Mike Blake)

De acuerdo con Bloomberg, la operación se enmarca en la estrategia de Warner Bros. Discovery de dividirse en dos entidades: una que agruparía los activos de estudios y streaming, y otra que concentraría las operaciones globales de cable, antes de cerrar el acuerdo con Netflix.

La integración de los activos de Warner Bros. Discovery en Netflix ha generado inquietudes entre legisladores y autoridades de Estados Unidos, quienes temen que la adquisición de HBO Max otorgue a Netflix un poder excesivo en el mercado del streaming, según reportó The Wall Street Journal. Analistas del sector han señalado que la fusión plantea dudas sobre la evolución del modelo de negocio de Netflix, ya que Warner Bros. Discovery suele estrenar sus películas en salas de cine mucho antes de llevarlas a plataformas digitales, mientras que Netflix produce principalmente para nutrir su propio servicio de suscripción.

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Actualmente, el estudio de televisión de Warner Bros. vende sus programas a diversas cadenas y servicios de streaming, incluidos competidores tanto de HBO Max como de Netflix. Por su parte, Netflix ha mantenido históricamente sus producciones dentro de su propia plataforma, lo que podría cambiar si se concreta la adquisición.La exclusividad de las negociaciones representa un revés para las aspiraciones del director ejecutivo de Paramount, David Ellison, quien asumió el control de la compañía a principios de este año y buscaba fusionar dos marcas emblemáticas del entretenimiento.



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ECONOMIA

De cara a la reforma, los expedientes por juicios laborales casi llegan a 640.000

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El Gobierno convocó a sesiones extraordinarias y tratará la reforma laboral.

Además de la reforma laboral que enviara el Gobierno durante las sesiones extraordinarias, la discusión sobre la legislación y sus impactos en la economía tomaron nuevo impulso en las últimas semanas con un caso particular. Cuando un juzgado dictó una indemnización de $250 millones en favor de un mozo con 26 años de antigüedad vinculado a un restaurante. El caso abrió el debate sobre la sustentabilidad del régimen de indemnizaciones y sus efectos sobre empresas y aseguradoras.

Pare el origen del conflicto reside en la forma en que la normativa laboral operó durante la emergencia sanitaria. La prohibición de despidos en el período de pandemia multiplicó el valor de las indemnizaciones en los juicios, al combinarse con el criterio judicial que consideró las propinas como parte del salario para el cálculo final. Ese enfoque arrojó, para el caso mencionado, un valor de $9,4 millones en 2020. A ese monto, el tribunal aplicó la actualización por Índice de Precios al Consumidor (IPC) más 3% anual, una fórmula definida por el entonces Gobierno de Alberto Fernández, que resultó en la cifra actual de $250 millones.

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Este fallo reciente encendió alarmas en sectores empresariales y en el sistema de aseguradoras, al proyectar un posible efecto multiplicador sobre futuras sentencias. El fenómeno no resulta exclusivo de los despidos individuales. Operadores del sector destacaron que un proceso similar afecta a las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART), como lo evidencia la inhibición impuesta por la Superintendencia de Seguros de la Nación a una de las compañías de mayor peso en ese mercado. En esa oportunidad, el disparador fue la presión financiera de los juicios acumulados y sus actualizaciones, que absorbieron una porción significativa de los ingresos y complicaron la operatoria habitual de la aseguradora.

Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) con base en datos aportados por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, expuso que el universo de litigios laborales incluye un volumen extraordinario de expedientes. El stock de juicios por riesgos del trabajo alcanza los 308.082 casos actualmente en trámite. El segmento de despidos, la otra gran fuente de litigiosidad, suma 329.248 expedientes adicionales. Considerados de manera conjunta, el total de causas en curso por ambas vías judiciales trepa a 637.330 procesos pendientes de resolución.

En la última versión de
En la última versión de la reforma se habría eliminado la limitación al financiamiento de los gremios y a su rol en la negociación de los convenios, pero sumó un fondo para despidos con aporte del sector patronal

La magnitud cobra otra dimensión al relacionar el stock de juicios con los asalariados registrados en el sector privado, que suman alrededor de 6,3 millones. La relación indica que los litigios pendientes representan cerca del 10% del empleo formal, proporción que inquieta a especialistas y destaca el peso del pasivo pendiente sobre las cuentas empresariales y el sistema judicial.

La legislación laboral vigente habilita mecanismos de actualización que, en el contexto inflacionario y con las reformas implementadas durante la emergencia sanitaria, transformaron el universo de pasivos judiciales en cifras de difícil cobertura. Las propias reglas utilizadas por la justicia en distintas jurisdicciones, incluyendo la capitalización de intereses y la indexación por inflación, generan montos “históricos” que comprometen la sostenibilidad de las empresas afectadas.

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Desde la óptica de quienes siguen la evolución de estos expedientes, la dimensión del stock de juicios amenaza el funcionamiento normal del sector asegurador y de múltiples empresas de servicios y comercio. Al respecto, se señalan que los sistemas de actualización aprobados o sugeridos en las normas actuales convierten en una deuda impagable la suma de pasivos judiciales acumulados.

La preocupación oficial y privada coincide en que la única forma de controlar hacia adelante esta problemática consiste en eliminar o acotar los elementos que potencian la litigiosidad, aunque ese enfoque solo impactaría en los casos futuros. Resta resolver cómo enfrentar el pasivo ya generado con las reglas que tensionan financieramente a los distintos actores.

“El Código Civil y Comercial de la Nación, en su artículo 768, habilita al Banco Central a fijar una tasa de intereses moratorios de referencia para uso de los tribunales en la actualización de deudas. Extremar la prudencia en la definición de esta tasa de interés es la única manera de hacer viable el pago de los juicios acumulados”, destacaron en el informe de Idesa.

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En respuesta a este escenario, el Banco Central abrió una consulta pública sobre la nueva Tasa de Intereses Moratorios (TIM). La propuesta contempla calcular la tasa como un promedio ponderado entre la tasa pasiva de depósitos y la tasa activa de préstamos, estableciendo un rango entre un piso y un techo definidos por CER más 3% anual. El planteo busca preservar el valor real de los créditos judiciales, evitando “arbitrariedades” y escaladas mayores o pérdidas severas en los montos finales. El esquema se considera razonable para el futuro, siempre y cuando se logren cambios en los factores que generan una litigiosidad incompatible con el desarrollo normal del mercado.

No obstante, ese modelo choca con el objetivo de aliviar el pasivo asociado a los millones de juicios que esperan sentencia. Analistas proponen para ese universo aplicar hasta el 31 de diciembre de 2025 la metodología de la Comunicación BCRA 14.290, que combina los rendimientos de caja de ahorro y plazos fijos, y luego, a partir de enero de 2026, empalmar ese índice con la fórmula incorporada por el Decreto 70/2023 (IPC + 3% anual).

La Comunicación BCRA 14.290 nació en 1991 para enfrentar los saldos judiciales surgidos de la hiperinflación de 1989 y 1990. Voceros apuntan que el mismo recurso resulta útil en el presente, al enfrentar las consecuencias de la inflación de los años recientes y la acumulación de litigios laborales. No disponer de un mecanismo de emergencia adecuado para estas circunstancias pondrá en riesgo la viabilidad de innumerables empresas e impactará sobre el empleo en el sector formal.

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El debate permanece abierto sobre cuál será el índice de actualización definitivo que los tribunales aplicarán para los juicios actuales. Tanto las empresas como las cámaras empresariales y las aseguradoras de riesgos laborales aguardan definiciones normativas que aporten previsibilidad a los pagos y permitan dimensionar el tamaño real del pasivo. Mientras tanto, el stock de juicios laborales sigue creciendo y compite por el centro de la agenda en la definición de la próxima reforma laboral.

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