ECONOMIA
Monotributistas versus autónomos: los cambios urgentes que necesita el sistema impositivo argentino

A los argentinos muchas veces nos cuesta ponernos de acuerdo, pero existe algo en lo que todos coincidimos: nadie quiere ser autónomo. El Monotributo, con todos sus límites, es la última trinchera para no caer en un régimen tributario que parece hecho para castigar al que trabaja por su cuenta. Se viene la recategorización en julio y es un buen momento para pensar donde estamos parados y que mejoras se le podría realizar al régimen para evitar distorsiones.
Desde su creación en 1998 mediante la Ley 24.977, el Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes fue pensado como una herramienta de inclusión fiscal y protección social. Su objetivo era claro: formalizar a trabajadoras y trabajadores con bajos ingresos, brindándoles acceso a una cobertura previsional y de salud básica, mediante un sistema tributario simple y de bajo costo.
En el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) uno de los ítems es «armonización del Monotributo». A lo largo de los años, este régimen se convirtió en la puerta de entrada al sistema formal para millones de argentinos. Pero también, con el correr del tiempo y la persistente inflación, el Monotributo fue perdiendo su capacidad de adaptación a la realidad económica del país. Los parámetros que definen las escalas quedaron muchas veces desactualizados, haciendo que quienes deberían seguir dentro del régimen simplificado terminen expulsados hacia el sistema general de autónomos, mucho más costoso y complejo.
Aunque actualmente la inflación muestra signos de moderación, los topes del Monotributo siguen desfasados, especialmente si se los compara en dólares o frente a los regímenes de otros países. Hoy, la categoría más baja (A) permite facturar hasta $651.088 mensuales (unos u$s581), mientras que la más alta (K) tiene un tope anual de $82.370.281 (73.527 dólares).
El Monotributo tiene 11 categorías
En contraste, al momento de su creación, el régimen permitía facturar hasta $144.000 anuales, que equivalían a u$s144.000 (dado el 1 a 1 con el dólar). Si se ajustara ese monto por inflación (IPC), el tope máximo actual debería rondar los $108.630.755 (u$s96.968), lo que deja en evidencia el atraso relativo del sistema.
Este diagnóstico aparece también reflejado en el reciente acuerdo de Argentina con el FMI. Más allá de las metas fiscales y monetarias, el organismo internacional planteó una serie de reformas estructurales necesarias para el país. Entre ellas, destacó que el sistema tributario argentino es «excesivamente complejo y distorsivo», con más de 155 tributos, aunque solo seis de ellos concentran el 80% de la recaudación. En ese marco, se recomendó avanzar hacia un esquema más simple, progresivo y eficiente, que incluya una transición más ordenada desde el Monotributo hacia el régimen general y una revisión profunda del impuesto a las ganancias.
El régimen actual, ¿sigue siendo útil?
En este contexto, la pregunta que se impone es si el régimen actual, tal como está diseñado, sigue siendo útil o si se ha convertido en una trampa que impide crecer y formalizarse de forma sostenible.
La respuesta aparece con fuerza cuando se compara el Monotributo con su alternativa directa: el régimen de autónomos. Un monotributista de la categoría máxima, hoy, puede facturar hasta $82.370.281 al año y paga una cuota fija mensual de $1.050.323. Esa cifra incluye el impuesto integrado, el aporte jubilatorio (SIPA) y el aporte a la obra social.
Sin embargo, al exceder ese umbral, el contribuyente es expulsado del Monotributo y cae directamente en el régimen general, donde la carga impositiva se multiplica: pasa a tributar IVA (21% en la mayoría de los casos), Ingresos Brutos (del 3% en adelante según la jurisdicción) e Impuesto a las Ganancias, con alícuotas progresivas que alcanzan hasta el 35 por ciento.
Supongamos un profesional inscripto en la categoría K, con una facturación anual de $82.370.281. Bajo el régimen de Monotributo, paga una cuota fija mensual de $1.050.323, lo que representa aproximadamente $12.603.876 al año. Esto equivale a cerca del 15,3% de su facturación bruta anual. Sin embargo, si este mismo contribuyente excediera el límite del Monotributo y pasara al régimen general de autónomos, la situación cambiaría radicalmente. Considerando los impuestos, mencionados anteriormente, su carga tributaria total alcanzaría aproximadamente el 45% de su facturación, es decir, unos $37.066.626 anuales. Así, pasaría de pagar alrededor del 15% al 45% de su facturación en concepto de impuestos, en un salto abrupto y desincentivador.
La misma dinámica se observa en escalas menores. Un contribuyente de categoría H, con una facturación anual de $53.298.417, paga actualmente una cuota mensual de Monotributo de $340.061, lo que representa un total anual de $4.080.732. En términos relativos, este monto equivale apenas al 7,65% de su facturación bruta. Pero si al superar el tope se viera obligado a ingresar al régimen general de autónomos, bajo los mismos supuestos de carga impositiva, su carga escalaría fácilmente al 42% o más de su facturación, alcanzando en términos nominales alrededor de $22.385.334 anuales.
Estos ejemplos muestran con claridad que el problema no es solo el tope del Monotributo en sí, sino la enorme diferencia de carga tributaria entre uno y otro régimen, lo que desincentiva abiertamente el crecimiento y la formalización completa de los contribuyentes, Así, quien intenta crecer, pasa de ser un pequeño contribuyente a convertirse en un condenado tributario.
¿Cómo es el régimen simplificado en otros países?
Al observar los regímenes tributarios de otros países, surgen alternativas que podrían inspirar una reforma en el sistema fiscal argentino, especialmente cuando hablamos de la carga tributaria sobre pequeños y medianos contribuyentes.
El Flat Tax o «impuesto único» es una opción que muchos países han adoptado como alternativa al sistema progresivo tradicional. Este sistema tiene como principal virtud eliminar las distorsiones económicas que genera un sistema progresivo, generando un importante incentivo al crecimiento personal y empresarial, pues el esfuerzo adicional no se ve penalizado con tasas más altas. Esto evita lo que se denomina «enanismo fiscal», donde los contribuyentes prefieren quedarse en una categoría baja para evitar los costos tributarios que implican escalar.
En Estados Unidos, el flat tax se aplica de manera escalonada, con tasas que comienzan en el 10% para los primeros ingresos de hasta u$s11.600 y alcanzan hasta el 37% para ingresos superiores a 609.351 dólares.
Mientras la categoría máxima del Monotributo en Argentina permite facturar hasta u$s73.527, los límites de ingresos del flat tax estadounidense son considerablemente más altos, lo que facilita que los pequeños contribuyentes puedan crecer sin ser absorbidos por un sistema tributario que puede resultar penalizador.
El régimen tributario de Brasil para microempresas y pequeñas empresas, el Simples Nacional, permite la recaudación de impuestos en un solo formulario, simplificando la administración fiscal y reduciendo la carga burocrática. Las empresas tienen la ventaja de pagar un solo tributo que incluye impuestos federales, municipales y estatales.
La tabla de escalas del Simples Nacional comienza con una alícuota baja de alrededor del 4% para ingresos anuales de hasta u$s31.532, y sube gradualmente hasta un 19% para ingresos de hasta u$s840.859. Este sistema es muy favorable para las pequeñas empresas, ya que mantiene las tarifas accesibles y favorece el crecimiento dentro del régimen sin forzar a los contribuyentes a saltar a un sistema fiscal más complejo y costoso.
En el caso de Uruguay, el Monotributo es dirigido a quienes realizan actividades de pequeña escala, como las de trabajadores autónomos o emprendedores de bajo volumen de facturación. Al igual que el régimen argentino, se concentra en un único tributo que incluye tanto los aportes al sistema de seguridad social (BPS) como los impuestos nacionales vigentes.
Se divide en dos categorías principales: los unipersonales, con un límite de ingresos anuales de u$s28.155, y las sociedades de hecho, con un límite de u$s46.925. Si bien los topes de facturación son más bajos que los del régimen argentino, el sistema uruguayo es conocido por su simplicidad administrativa y la flexibilidad para pequeños contribuyentes. Además, la transición entre el Monotributo y el régimen general es más gradual, lo que da más tiempo para adaptarse a nuevas exigencias fiscales.
Los regímenes tributarios de Estados Unidos, Brasil y Uruguay ofrecen modelos interesantes para repensar el sistema fiscal argentino. El flat tax de Estados Unidos, con su simplicidad y foco en incentivar el crecimiento sin castigar el esfuerzo, podría ser una excelente alternativa para eliminar las distorsiones y desincentivos económicos del sistema argentino.
Por su parte, el Simples Nacional de Brasil muestra cómo un sistema unificado de impuestos, con tasas progresivas pero accesibles, puede simplificar la tributación de las pequeñas empresas sin sobrecargarlas. Y el Monotributo uruguayo, con su enfoque en la simplicidad administrativa y su capacidad de adaptarse a la realidad de los pequeños contribuyentes, es una opción a considerar para aliviar la carga fiscal y fomentar la formalización.
La clave radica en encontrar un sistema fiscal que no sólo sea más simple, sino que también impulse el crecimiento económico y la formalización, sin penalizar el esfuerzo de los contribuyentes.
A su vez, recordemos que aquellos que deseen usar los dólares del colchón no serán observados por su patrimonio si se pasan al régimen simplificado de Impuesto a las Ganancias, pero aún con una alícuota y carga tributaria muy grande. Sería bueno pensar en un régimen anterior al de ganancias similar al flat tax en Estados Unidos con una carga tributaria menor pero previsible y pagable.
El Monotributo argentino, aunque fue una herramienta útil en sus inicios, necesita de una urgente actualización, tanto en términos de su capacidad de adaptación a la inflación como en su diseño, para que los emprendedores no se vean obligados a optar entre mantenerse en la informalidad o enfrentarse a un régimen que castiga más de lo que acompaña.
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ECONOMIA
¿Es momento de comprar dólares?: la reflexión de De Pablo en la previa a las elecciones

El economista Juan Carlos De Pablo dijo ante empresarios que «lo que está pasando estos días es una pulseada de stocks, pero una pulseada contra el Tesoro americano parece medio boludo«.
También advirtió que no hace pronósticos, pero que ve «más probable que el Gobierno deje flotar el dólar que una devaluación con algún otro esquema de control, como una tablita».
La pulseada con el Tesoro de EE.UU. por el dólar
«Estamos viendo una pulseada en los mercados, pero a los que me llaman les digo: ‘calmate’. ¿Por qué? La pericia de los años dice: nunca te dejés llevar por la desesperación, ni para comprar, ni para vender el día posterior a que se conocieron los datos», afirmó
«Cuando habló Bessent, bastaron dos anuncios para que los mercados se calmaran, pero duró 3 días y recomendó la pulseada. Hay tipos que tienen pesos y los quieren cambiar por dólares», reconoció.
«Con el esquema de bandas, lo que tenía que hacer Bausili era vender cuando el dólar toca el techo de la banda, pero el mercado ve que vende reservas y se aviva, empieza a demandar dólares hasta vaciar de reservas al Banco Central. Pero ahora está el Tesoro americano vendiendo dólares, y pulsear contra el Tesoro americano parece boludo, yo lo digo en latín», enfatizó.
¿Devaluación o flotación?
Ante una pregunta de empresarios acerca de cómo ve la posibilidad de una devaluación después de las elecciones del domingo, De Pablo dijo que «Caputo dijo que no va a haber devaluación, ¿qué otra cosa puede decir?».
«Quienes piensan que va a haber una devaluación, tienen en la cabeza algún nuevo esquema de control cambiario, como una tablita u otro similar», consideró, y se mostró poco propenso a creer en esta posibilidad.
En cambio, jugó con la idea de que el Gobierno termine con el esquema de bandas y deje flotar el tipo de cambio. Si bien consideró posible esta opción, opinó que para que sea posible debería tranquilizarse el mercado antes.
Sobre una eventual dolarización, señaló: «No es una prioridad, ya estamos en una economía bimonetaria, y no se necesitaría solo los dólares para la base monetaria, sino también para los depósitos, por eso Cavallo puso el corralito».
Los impuestos y las empresas
«Los impuestos son todos distorsivos, por eso la discusión debe pasar por cuáles se eliminan primero», declaró De Pablo, y recordó los estudios de Iaraf que indican que solo 10 impuestos de 120 explican el 90% de la recaudación.
«Es necesario eliminar impuestos que tienen poca recaudación y todos esos trámites que son un peso para las empresas, y también al Estado le va a ir bien, porque va a concentrar recursos en lo importante», sostuvo.
«Pero es importante que los expertos y los Consejos Profesionales presenten propuestas en forma de proyectos de ley, porque la puja sectorial para ver quién se beneficia primero de la baja de impuestos va a ser terrible», consideró.
Por otra parte, explicó que «las empresas enfrentan carga impositiva nacional, provincial y municipal, así como todo tipo de problemas laborales».
«Se habla mucho de reformas laborales estructurales, pero tienen que cambiar cosas como que los fiscales y la policía no permitan bloquear el ingreso a una fábrica, o las decisiones de los jueces del Trabajo», advirtió.
Qué pasa con la economía real
Ante quejas de los empresarios sobre la importación de China, dijo que no se está verificando un aluvión de productos de ese país y que los mismos empresarios argentinos son los que pueden empezar a importar.
«El balance comercial de septiembre es muy interesante, porque subió un 40% la importación de bienes de capital, no automóviles. Eso quiere decir que alguien está ampliando una fábrica o haciendo algo», resaltó.
Concluyó que «el Gobierno tendrá que saber plantear el escenario que arrojen las elecciones del domingo, pero el país al día siguiente sigue y Milei también va a seguir siendo el Presidente.
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ECONOMIA
Un grupo empresario encabezado por Gustavo Scaglione es el nuevo dueño de Telefe

Telefe, el canal líder de la televisión argentina, cambió de manos tras un proceso de negociación que culminó con la adquisición por parte de un grupo liderado por el empresario rosarino Gustavo Scaglione. El negocio implica la incorporación del canal a su holding de medios, junto con otros activos audiovisuales.
La adquisición de la totalidad de las acciones de Telefe incluye también señales adicionales en localidades del interior del país, lo que amplía la escala de una operación que se cerró tras varios meses de negociación en los que la propietaria del canal, la estadounidense Paramount Global, decidió desprenderse de su control en el mercado local, como parte de una estrategia de desinversión de sus activos en la región.
“La adquisición de Telefe, una marca profundamente arraigada en la identidad cultural argentina, sella el inicio de una nueva etapa orientada al crecimiento y a la integración de ambas organizaciones, con el objetivo de fortalecer la producción y maximizar la competitividad del nuevo ecosistema multiplataforma que conformamos”, afirmó Scaglione.
A través de un comunicado, la emisora confirmó la transacción y señaló: “Telefe, con una diversidad de géneros y formatos que incluyen entretenimiento, ficción, deportes, noticias y múltiples líneas de negocio, alcanza cada vez a más audiencias mediante experiencias innovadoras y se mantiene como el referente del entretenimiento en Argentina”.

Scaglione se impuso como mejor oferente y se quedó con la mayoría operativa del canal. En el desembarco en el canal líder de TV abierta lo acompañan sus socios en el Grupo América, ya que Scaglione tiene participación accionaria en América TV, A24, FM Blue y La Red.
Si bien no se informó el monto de la operación, fuentes del mercado estimaron que ascendió a 94 millones de dólares. La cifra representa una diferencia significativa respecto de los USD 345 millones que el gigante global Viacom, dueño de Paramount, había pagado en 2016 por la emisora, lo que da cuenta de los cambios en la valoración del negocio audiovisual local.
Scaglione ingresará al control de Telefe con la intención de integrarlo dentro de un ecosistema de medios que ya incluye señales de televisión, emisoras de radio y servicios de streaming en todo el país. Tras la firma del acuerdo, se espera que el empresario tenga a cargo la conducción operativa del canal, lo que incluye la programación y estrategia de contenidos.

El comunicado confirmó que el actual CEO de Telefé, Darío Turovelzky, continuará desempeñándose en ese cargo. “La llegada de Gustavo Scaglione nos brinda una plataforma sólida para escalar nuestro negocio. En Telefe estamos comprometidos a seguir liderando y a crear contenidos que inspiren y conecten con las audiencias. Siendo fieles a nuestro ADN, en esta nueva etapa seguiremos desafiando los límites de la industria para potenciar nuestro ecosistema y consolidar un modelo de gestión innovador que impulse el desarrollo y el crecimiento de todas las marcas del grupo,” señaló Turovelzky.
“Con esta operación, Gustavo Scaglione concreta una de las transacciones más relevantes en la industria de los medios y la comunicación. Con la incorporación de Telefe, el holding se consolida como el más importante del país”, señaló el comunicado que oficializó la compra de Telefé.
El empresario lidera el Grupo Televisión Litoral, fundado en 1965 y que en la actualidad tiene al Canal 3 de Rosario, “El Tres”, como nave insignia. Junto a esa señal de aire que lidera la audiencia de la ciudad, el grupo maneja otros medios como la emisora Radio 2 AM 1230, la FM Vida 97.9, la emisora de clásicos Frecuencia Plus 93.1 y el portal digital Rosario3.com.
Además, el grupo liderado por Scaglione incluye medios en otras provincias, como el Canal 6 de San Carlos de Bariloche y su radio asociada en esa ciudad. También maneja Canal 8 de Tucumán, bajo la marca “El Ocho TV”, a partir de una adquisición realizada en 2023. En Bahía Blanca controla Canal 9, renombrada como “El Nueve TV” y afiliada al sistema nacional de televisión. En Salta es titular de Canal 11, que opera con programación local dentro de la red de medios del grupo.
Scaglione posee además la mayoría de las acciones de los diarios Uno Santa Fe, Uno Paraná y La Capital, además de las radios La Red, FM Del Siglo y LT8.

En relación con la salida de Paramount del mercado argentino, los analistas del sector de medios consideraron que obedeció a una combinación de factores: una baja proporción de ingresos del país respecto al total del grupo global, y una dedicación operativa que los inversores consideran desproporcionada.
La disputa para hacerse del canal comenzó a principios del año y contó con varios grupos interesados. Finalmente, la oferta de Scaglione se alzó como la ganadora.
ECONOMIA
Arriesgada maniobra de último minuto que hacen inversores que dicen no al dólar antes de elecciones

En la penúltima rueda previa a las elecciones del domingo, cuando la prudencia aconsejaría refugiarse en el dólar, una parte de la City porteña decide ir por el camino más arriesgado. Un selecto número de operadores vendió divisas para colocarse en instrumentos en pesos, apostando a un retroceso del dólar post resultado electoral.
La frase «Vendí dólares, que Dios y la Patria me juzguen», que se viralizó en X, refleja con ironía el clima de especulación -y nerviosismo- que domina las mesas porteñas.
Con el dólar MEP rondando los $1.592,99 y las LECAPs ofreciendo tasas efectivas anuales del 70%, algunos vieron una oportunidad de ganarle al tipo de cambio en el corto plazo. Todo depende de un solo factor: que el dólar no se mueva demasiado después del domingo.
Tasas en alza: Una invitación al carry trade
Por este motivo, el interés por las LECAPs volvió a acelerarse.
- La S31O5, que vence el 31 de octubre, ofrece una TNA de 53,94%, equivalente a una TEA de 70,96% y una tasa mensual (TEM) del 4,57%
- La S10N5 paga 52,63% TNA (68,14% TEA y TEM del 4,43%)
- La S28N5, que vence a fines de noviembre, rinde 52,48% (66,81% TEA y TEM del 4,36%).
Si el dólar permanece estable, se transforman en ganancias reales en moneda dura. En otras palabras, mientras el tipo de cambio suba menos del 4,5% mensual ($1.664,67), las LECAPs permiten ganarle al dólar.
El dólar de equilibrio, como brújula de los inversores
Con un MEP en $1.593, el punto de equilibrio -dólar breakeven- está cerca de los $1.664 dentro de un mes. Si el tipo de cambio se mantiene debajo de ese valor, el carry electoral resulta ganador. Pero cualquier salto por encima de esa marca borraría todo tipo de rendimientos.
Esta apuesta se sostiene sobre una expectativa concreta: que el Gobierno, con apoyo de Estados Unidos, mantenga la estabilidad cambiaria hasta después de los resultados del domingo.
Por qué la City se anima a vender dólares
La explicación tiene dos partes. Por un lado, el dólar paralelo ya incorporó buena parte del riesgo político. El blue ronda los $1.550 y el MEP apenas supera los $1.590. El mercado interpreta que el precio refleja el escenario más tenso posible, con lo cual el margen de suba parece más reducido.
Por otro lado, la intervención coordinada entre el Tesoro de Estados Unidos y bancos internacionales trajo algo de alivio.
Según confirmó el periodista Ignacio Olivera Doll, el miércoles los bancos JPMorgan y Citi fueron los mayores vendedores del mercado cambiario local en una operación que involucró entre 400 y 500 millones de dólares.
Fue la intervención más importante desde que irrumpió el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, y tuvo como objetivo sostener el tipo de cambio dentro de la banda de flotación.
Un esquema cada vez más cuestionado
Sin embargo, es importante destacas que la maniobra se da en un contexto extremadamente frágil -y arriesgado-. El esquema de bandas se encuentra al borde del colapso.
El tipo de cambio opera pegado al techo, el BCRA carece de margen para comprar reservas sin generar presión y las ventas externas se sostienen gracias al financiamiento del Tesoro norteamericano.
Distintas mesas de dinero advierten que el régimen cambiario perdió credibilidad. El mercado asume que sin dólares frescos, el Banco Central no puede intervenir con autonomía. La presencia de entidades extranjeras vendiendo en nombre del Tesoro norteamericano confirma la magnitud de la dependencia.
Por eso, la jugada de vender dólares y apostar a LECAPs es tan arriesgada. Se realiza en un contexto donde el ancla cambiaria se sostiene artificialmente y cualquier movimiento político podría desatar una corrección brusca.
El dólar linked como alternativa
Para los inversores que prefieren no jugarse por completo al peso, el bono dólar linked D31O5 aparece como una cobertura corta y con rendimiento interesante -si no se desploma el tipo de cambio-. El título cotiza a $143.250, rinde una TNA de 269,38% (equivalente a 450,78% TEA) y ajusta su capital según la evolución del tipo de cambio mayorista, que cerró en $1.487,08.
El bono paga el 31 de octubre, y sigue la huella del dólar hasta el 28 de octubre. Esto es, si el dólar mayorista se va a $1.500 el 29 de octubre y el día anterior el tipo de cambio comunicación A3500 se ubicaba en $1.470, el bono va a pagar este último precio del dólar.
El voto del mercado y el recuerdo del 2019
El Gobierno llega al tramo final del proceso electoral con apoyo externo, pero sin margen interno. El Tesoro Nacional no puede comprar dólares a estos niveles sin alterar el equilibrio frágil de reservas. La autoridad monetaria apenas logra sostener la banda, mientras los flujos se administran con lupa.
La intervención de Estados Unidos fue un salvavidas momentáneo, pero no una solución estructural.
Si el tipo de cambio se mantiene quieto, la ganancia será importante. Si se mueve, la pérdida será inmediata.
El paralelismo con las PASO de 2019 es inevitable. En aquel entonces, los inversores también habían armado posiciones en pesos buscando aprovechar tasas atractivas. El resultado electoral cambió el tablero de un día para otro y el dólar se disparó más del 25%.
La historia no se repite igual, pero puede rimar. Nadie ignora que cualquier movimiento inesperado podría desencadenar una reacción similar.
Carry electoral, una apuesta que roza la temeridad
En los pasillos de la City, los operadores más experimentados lo admiten sin vueltas. Apostar al peso en la semana previa a una elección presidencial, con el dólar en el techo de la banda y el BCRA sin poder comprar reservas, es una maniobra que roza la temeridad.
Sin embargo, el mercado argentino tiene memoria corta y alto apetito por el riesgo. Mientras el sistema aguante, la oportunidad existe.
Los inversores más osados la aprovecharán sabiendo que el margen es mínimo y que el desenlace puede cambiar de un día para otro.
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