ECONOMIA
Paradoja: baja el precio del dólar que inversores pactan a futuro, mientras crecen voces de alerta

El precio del dólar se encuentra bajo la lupa del mercado, ya que, por un lado, desde economistas hasta empresarios argumentan que está atrasado respecto a otras referencias de la economía, al tiempo que advierten por los problemas de Luis Caputo para acumular resrevas.
En concreto, diversos economistas salieron a cuestionar la actual política económica del Gobierno, sustentada en colocar deuda pública para acrecentar el nivel de las reservas, para poder cumplir con el objetivo acordado con el FMI a mediados de abril.
Por ejemplo, se licitaron Bopreales serie 4 (BPO28), en el que el monto máximo previsto era de hasta u$s3.000 millones, pero este miércoles terminó recibiendo y colocando u$s810 millones. Y el 2 de julio realizará otra licitación.
Además, entre otras medidas oficiales para el ingreso de dólares, se comenzó a alentar el uso del «dólar colchón» por parte de los ahorristas sin control del fisco; y se flexibilizó la restricción cruzada para no residentes, en el que se eliminó el período mínimo de seis meses de permanencia de los fondos.
Al respecto, el economista Juan Carlos de Pablo, advirtió que este tipo de medidas cambian las reglas de juego «le mete un ruido innecesario al mercado cambiario».
Otro economista, como Sebastián Menescaldi, director asociado de Eco Go, también había advertido que «no es sustentable» acumular reservas de esta manera.
«La pata floja hoy del programa económico es la forma de acumular reservas. En la actualidad, se está haciendo con deuda en pesos, pero pagando una tasa muy elevada, si efectivamente la inflación se desploma. Esto se puede hacer en bajas cantidades, pero no para poder conseguir el rollover (renovación) de la deuda», advierte Menescaldi a iProfesional.
Es decir, este experto considera que el Gobierno debería comprar reservas, pero a través de dinero que «no venga por algo de ocasión al país, sino para hundirse» en inversiones concretas.
La paradoja es que, mientras crecen las luces de alerta, la cotización del billete estadounidense viene cayendo; no solo en el mercado tradicional: la caída también se observa en el mercado de futuros.
Este miércoles, por ejemplo, el dólar mayorista descendió 20 pesos para cerrar a $1.142, la referencia más baja de todo el mes.
En tanto que en el mercado de futuros y opciones del Matba-Rofex, el valor negociado para el tipo de cambio mayorista para fines de diciembre ha venido cayendo en los últimos días: esta semana bajó más de 2% y se ubica en $1.323 para dicha fecha.
Cabe recordar que en pleno mes de abril, apenas se conoció el final del cepo cambiario para individuos y una banda de flotación entre $1.000 a $1.400, con un ajuste mensual del 1%, el dólar mayorista para fin de año se negociaba a $1.456. Hoy se ubica 133 pesos menos.
De hecho, coincide con el reciente relevamiento internacional FocusEconomics, donde se encuestaron a más de 40 economistas de bancos y consultoras mundiales, cuyo consenso para Argentina es que el tipo de cambio para diciembre será de $1.338.
De esta manera, mientras economistas dudan de la sostenibilidad de endeudarse para sumar reservas, en paralelo disminuye el precio de dólar proyectado para los próximos meses.
Qué pasará con el precio del dólar, según economistas
La incertidumbre que tiene el mercado es que el precio del dólar luce «barato» y eso se está observando en el incremento de importaciones y caída del superávit comercial.
En cifras, en el primer cuatrimestre de 2024 el saldo positivo fue de u$s6.113 millones, mientras que en 2025 se redujo a u$s916 millones.
«Esta situación está creando ventajas, desventajas e incertidumbre. Entre las ventajas, el acceder a bienes y servicios más baratos, que actúan como vector de precios y mejoran el nivel de consumo; entre las desventajas se encuentra la mejor producción local con efecto negativo sobre la mano de obra industrial. Por el lado de la incertidumbre, está el qué va a pasar con el dólar si el saldo de la balanza comercial no repunta y si la Argentina no logra salir fuerte al tomar deuda en el mercado de capitales», advierte Walter Morales, presidente de Wise Capital.
Por lo que completa: «Ojo que puede haber una presión cambiaria y/o el BCRA deberá salir a comprar dentro de la banda».
El lado positivo es que la suma de reservas, aunque sea por medio de emisión, puede permitir descender el riesgo país.
Respecto a esta política de sumar reservas por medio de emisión de deuda remunerada, Maximiliano Gutiérrez, economista del IERAL de la Fundación Mediterránea, afirma: «Para adquirir divisas, el Estado tiene que comprarlas ya sea pagándolas con deuda remunerada o emitiendo pesos, es decir, deuda no remunerada. La decisión depende de la conjetura sobre si existe o no una demanda de dinero suficiente como para que permita absorber los pesos que se inyectarán para comprar los dólares».
Por lo tanto, considera que, «si bien el contexto de escasez de pesos daría espacio para la emisión monetaria sin generar presiones inflacionarias, el optar por el camino de la deuda remunerada resulta más conservador. La estrategia muestra prudencia y prioridad en bajar la inflación».
Por qué baja el dólar que pactan inversores, pese a las críticas
Un aspecto a tener en cuenta es que el precio del dólar futuro que se negocia para los próximos meses también depende de manera directa al valor y movimiento actual del tipo de cambio. Por ende, la baja que afronta en la actualidad puede revertirse, o no, en los próximos días o semanas, según el escenario económico y político que se presente.
«El mercado de futuros está siempre conectado con el nivel que muestra el spot (contado) que, ante una baja, estimula un reacomodamiento de los precios en los futuros. Es decir, rara vez se desacoplan de la tendencia, y no siempre miden expectativas sobre ese tema. Durará lo que dure la calma en el contado», afirma Gustavo Quintana, analista de PR Cambios, a iProfesional.
Al mismo tiempo, diversos analistas destacan que el Gobierno estuvo interviniendo en los últimos meses en los mercados de futuros para controlar las expectativas cambiarias.
«En mayo, el Banco Central actuó fuerte en el futuro a diciembre. En junio actuó menos porque el mercado futuro se encuentra tranquilo. Pero el mercado futuro está tranquilo hoy, no implica que en los próximos meses siga igual. La tranquilidad se debe a que la demanda por futuros está calma», dice a iProfesional Jorge Colina, economista de Idesa.
En ello coincide Andrés Salinas, economista e Investigador de la Universidad de La Matanza (Buenos Aires), al afirmar: «La tranquilidad del mercado se debe a que, primero, el BCRA estuvo interviniendo durante mayo y junio en el mercado de futuros, con operaciones que alcanzaron volúmenes récord, algo que hizo que las tasas cayeran».
En segundo lugar, Salinas agrega que el agro se encuentra liquidando la cosecha en estos meses, que si bien se encuentra en un volumen «por debajo del histórico para el mismo periodo, esto sigue siendo una fuente de dólares que contribuye a la calma».
Igualmente, alerta que el Banco Central «no logra acumular reservas, lo que podría generar algún tipo de incertidumbre, pero el mensaje de la autoridad monetaria y su objetivo es claro: bajar la inflación».
Por su parte, Isaías Marini, economista de ONE618 (ex Fondo Consultatio), concluye a iProfesional: «Los riesgos de un salto brusco o de mayor volatilidad del tipo de cambio se han mitigado. El crédito en dólares regresó y funcionará como soporte tras el fin de la cosecha gruesa».
Además, indica que «la posibilidad de ingreso de flujos del exterior también representa otra fuente de divisas y, por último, el riesgo político de cara a las elecciones se mitigó con los buenos resultados que viene teniendo La Libertad Avanza (LLA) en las legislativas provinciales y sin la figura de Cristina Kirchner como candidata en la provincia de Buenos Aires».-
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ECONOMIA
Desde ropa barata de Shein hasta autos eléctricos: devaluación no frenó fiebre importadora y habrá récord

La volatilidad del dólar «que flota» hizo ruido a nivel político, pero no parece haber hecho mella en el «festival de importaciones», que incluye la fiebre por la ropa barata china de Shein, hasta autos eléctricos y compras de tecnología vía Amazon.
Al menos, eso es lo que se desprende de la última encuesta REM, en la que bancos y consultoras, que respondieron justo en plena corrida cambiaria, mantuvieron sus proyecciones sobre un flaco saldo comercial para el año.
Los expertos previeron, en promedio, que las compras desde el exterior terminarán el año en u$s75.115 millones, lo que implica una pequeña baja de 0,3% respecto de la cifra que se había previsto el mes anterior. Esto implicaría que, hasta fin de año, habrá un promedio mensual de importaciones por u$s6.360 millones. Es una cifra que supera en 25% el promedio mensual del año pasado.
Del otro lado del mostrador, se espera que las exportaciones apenas mejoren un 2,4% respecto de 2024.
El hecho de que la variación en las proyecciones de los economistas haya sido tan pequeña en el último REM llama la atención, dado que se realizó con un dólar mayorista de $1.307, mientras a fines de junio las proyecciones se habían hecho con un tipo de cambio de $1.205.
Es decir, una corrección devaluatoria de 8,4% en un mes no logró alterar la perspectiva sobre la competitividad de la economía argentina.
Y es un dato que no sólo contradice los intentos de Toto Caputo por llevar tranquilidad al mercado -con el argumento de que se mejoró en términos relativos porque los países vecinos revaluaron sus monedas mientras el peso se devaluó- sino que, además, mantiene la preocupación sobre el déficit de cuenta corriente que será necesario financiar.
Un superávit que adelgaza
Puesto en números, el deterioro de las expectativas es elocuente: a inicios de año, la expectativa del mercado era que la balanza comercial dejara un saldo positivo de u$s12.144 millones. Pero, mes a mes, los expertos fueron retocando a la baja su previsión de exportación, y al alza la de importación, en el marco de una política de revaluación del peso.
En definitiva, en un semestre la previsión de saldo comercial se redujo a la mitad: u$s6.507 millones, producto de ventas por u$s81.662 millones e importaciones por u$s75.115 millones.
Y, si bien ya no es sorpresa la velocidad que están tomando las importaciones -que, además del tipo de cambio, tienen el incentivo de bajas arancelarias y desregulaciones-, lo que sí llama la atención es el pobre desempeño exportador. Si no fuera por el rubro petrolero, que crece a una impactante tasa de 74% interanual, las exportaciones habrían caído respecto del año pasado.
Para peor, la situación se complica todavía más si se considera que la gran esperanza del gobierno para el segundo semestre era que el rubro petrolero viviera un boom de ventas que compensara por el bajón estacional de exportaciones del campo. Sin embargo, las últimas noticias que llegaron desde Vaca Muerta han traído preocupación: la caída de los precios del mercado global ha impactado sobre el principal yacimiento argentino, de manera que se están desinflando las expectativas originales.
Hablando en plata, se esperaba que la balanza neta del rubro energético dejara un saldo de u$s8.000 millones en todo el año. Pero la merma en la producción de las últimas semanas, admitida por los principales ejecutivos del sector, ha hecho que se tema por un recorte de hasta u$s2.000 millones en esas ventas.
¿Se puede pagar la cuenta?
¿Está mal que, mientras las exportaciones se estancan, las importaciones argentinas vayan en este segundo semestre a un nivel promedio de u$s6.360 millones por mes? Es una pregunta que genera respuestas dispares en el mercado, porque lo que se discute no es sólo si el monto es pagable, sino en qué se gastan las divisas escasas.
Los economistas coinciden en la regla del «tres a uno», según la cual, por cada punto del PBI que crece la economía, las importaciones deben subir tres puntos. Ante una expectativa de que la variación del PBI este año sea de 5,5%, entonces se consideraría normal una suba de hasta 17% en las importaciones, para asegurarle a la industria los insumos necesarios para incrementar su producción.
Pero la realidad es que la relación pasó a ser de «cinco a uno» y, sin embargo, no hay industriales que se muestren contentos. Más bien al contrario, se quejan de que los rubros que están liderando las importaciones no son los que hacen crecer a la producción nacional, sino que se concentra en productos finales para consumo.
Es así que la Unión Industrial Argentina denunció que ese sector pierde empleos a un ritmo de más de 1.500 puestos por mes.
Hubo casos puntuales de alto impacto, como la suspensión del 80% de la producción en la planta de Villa Constitución de Acindar, por la caída de las ventas en el mercado interno. Pero el sindicato denunció que, además, había otro factor preocupante: la producción local está siendo desplazada por la importación desde China, que es realizada incluso por la propia Acindar.
Y en la industria textil, uno de los más impactados por la apertura arancelaria, se denunciaron casos de «dumping» que llevaron la participación de productos importados a 67% del mercado, cuando el promedio de la última década fue de 55%.
Manija importadora
No es fácil la disyuntiva para Toto Caputo. Por un lado, es consciente de que con el escenario actual se promueve la importación mientras se ralentiza la producción local. Y, además, cuenta con la presión del propio Fondo Monetario Internacional, que está insinuando la conveniencia de un tipo de cambio más alto.
En uno de sus últimos reportes, contrariando el discurso del gobierno -que afirmaba que el déficit de la cuenta corriente era un síntoma positivo porque implicaba que la economía en crecimiento requería muchas importaciones- había sugerido que, considerando su débil cobertura de reservas y sus dificultades de acceso al mercado financiero internacional, Argentina debería contar con un superávit de cuenta corriente de 1,4% del PBI, como forma de evitar eventuales turbulencias.
Hablando en plata, el superávit de cuenta corriente que sugiere el FMI se ubicaría en torno de u$s10.000 millones, mientras que las proyecciones de los economistas hablan de un déficit en torno de u$s14.000 millones.
Sin embargo, las perspectivas de que la situación cambie son bajas: por un lado, el gobierno no sólo no reniega de la apertura comercial sino que la defiende, tanto por motivos ideológicos como prácticos: el ingreso masivo de productos importados a bajo precio ayuda a mantener a raya la inflación.
Por otra parte, las señales del mercado en los últimos días, con subas de tasas de interés y con intervención oficial en el mercado de futuros del dólar refuerza la visión de que el gobierno, por más que predique la libre flotación de la moneda, no quiere que antes de las elecciones se repitan episodios como el de fin de julio.
Es decir, no habrá una suba del dólar que desincentive las importaciones. Más bien al contrario, es probable que se replique el escenario de los momentos de atraso cambiario, cuando muchos importadores adelantan compras para acumular stock, ante la previsión de que dentro de unos meses los precios podrían encarecerse.
Otra apuesta a la soja
Con estos datos a la vista, no resulta extraño que el gobierno haya ratificado la baja de retenciones a la exportación agrícola. En el balance, se trata de un sacrificio fiscal de 0,1% del PBI, pero que se vería compensado por una aceleración en las ventas del campo para el segundo semestre.
Después de todo, los expertos calculan que todavía queda más del 40% de la cosecha sin vender. Y, aunque los precios del mercado global son poco estimulantes, los productores han recibido una mejora en el precio doméstico, en parte por el «efecto retenciones» y en parte también por la propia devaluación.
Es así que la soja, que hasta junio promediaba los $325.000 por tonelada, llegó en los últimos días a tocar un pico de $395.000. En el caso de que esta situación fuera lo suficientemente estimulantes como para que los silobolsas se vaciaran, esto implicaría un aporte, sólo por la soja, de unos u$s8.200 millones, correspondientes a 23 millones de toneladas todavía sin vender.
Pero claro, se trata de un cálculo hipotético, que dependerá de la expectativa de los productores: si creen que luego de las elecciones habrá otro ajuste cambiario -como están insinuando los economistas más críticos-, entonces es posible que el ritmo exportador se ralentice.
Y el comportamiento del mercado cambiario de la última semana -el dólar retrocedió un 3,5%, perdiendo casi la mitad del recorrido que había hecho en junio- podría abonar esa postura tradicionalmente conservadora de los productores agrícolas.
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ECONOMIA
Cuál es el atractivo sueldo de un chofer de colectivo en agosto 2025

La Unión Tranviarios Automotor (UTA) y las cámaras empresarias del transporte alcanzaron un acuerdo paritario que establece aumentos salariales para los choferes de colectivos de corta y media distancia del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). El entendimiento contempla una suba del 11,5% que se aplicará en forma escalonada entre julio y noviembre de 2025, en el marco del convenio colectivo de trabajo 460/73.
La negociación estuvo atravesada por múltiples factores. Entre ellos, el esquema de subsidios estatales que condiciona la estructura de costos del sector y una interna sindical que históricamente genera tensiones dentro de la UTA. Sin embargo, la firma del acuerdo entre la conducción gremial y las cinco cámaras empresarias del transporte permitió desactivar, al menos por el momento, la posibilidad de medidas de fuerza.
Como ocurre en otras ramas sensibles al impacto social, el proceso de negociación salarial contó con la intermediación del Gobierno nacional. La audiencia clave fue convocada por el Ministerio de Capital Humano y se llevó a cabo de forma virtual. Participaron funcionarios del área, encabezados por el secretario de Conciliación, Guido Arocco.
El entendimiento, una vez cerrado entre las partes, quedó supeditado a la homologación por parte del Ministerio de Economía. Si bien el titular de esa cartera, Luis Caputo, está enfocado en temas cambiarios y financieros, su equipo técnico interviene en la validación de los acuerdos sectoriales, en línea con los lineamientos del plan económico del Gobierno.
Una de las variables de control del programa económico es la evolución del salario. Según fuentes oficiales, se estableció un techo de incrementos del 1% mensual, aunque con excepciones. En algunos casos, las negociaciones incluyen sumas no remunerativas que luego se integran al salario básico. También hay sectores, como el bancario, donde los haberes se ajustan mensualmente por el índice de inflación. En otros casos, como el de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el Poder Ejecutivo decidió no homologar lo acordado entre el gremio y las empresas.
Sueldo de choferes de colectivos: participación de las cámaras y el sindicato
En representación del sector empresarial participaron las principales cámaras del transporte automotor urbano: la Asociación Argentina de Empresarios del Transporte Automotor (AAETA), la Cámara Empresaria del Autotransporte de Pasajeros (CEAP), la Cámara Empresaria del Transporte Urbano de Buenos Aires (CETUBA), la Cámara del Transporte de la Provincia de Buenos Aires (CTPBA) y la Cámara de Empresarios Unidos del Transporte Urbano de Pasajeros de Buenos Aires (CEUTUPBA).
Por parte del sindicato, asistieron el secretario General de la UTA, Roberto Fernández, y el secretario Adjunto, Jorge Kiener. Según voceros gremiales, el acuerdo alcanzado permite «sostener el poder adquisitivo de los salarios» y, al mismo tiempo, «otorga previsibilidad a los empresarios del sector».
Escala salarial: cómo evolucionarán los sueldos los choferes de colectivos
El incremento pactado se implementará en tramos mensuales, lo que implica una progresión en los haberes básicos sin contemplar adicionales como presentismo o antigüedad. Las cifras fijadas para el salario básico de los choferes entre julio y noviembre de 2025 son las siguientes:
- Julio: $1.588.000
- Agosto: $1.600.000
- Octubre: $1.612.000
- Noviembre: $1.682.000
Este esquema se da en un contexto de alta volatilidad económica y busca establecer un sendero previsible tanto para los trabajadores como para las empresas del sector. Las cámaras empresarias valoraron que el acuerdo se haya alcanzado en un marco institucional y con participación del Estado como garante de cumplimiento.
Condiciones del acuerdo y perspectivas
El convenio tiene validez únicamente para los choferes que prestan servicios en el AMBA, donde rige un esquema de subsidios que difiere del aplicado en otras regiones del país. Esta diferencia suele generar tensiones en el sector, especialmente cuando se negocian aumentos en jurisdicciones con menor financiamiento estatal.
Desde el gremio indicaron que el nuevo entendimiento no solo contempla una mejora nominal de los salarios, sino que permite anticipar posibles discusiones futuras, al establecer un esquema de actualización por varios meses. Además, señalaron que el acuerdo quedó sujeto a que las empresas abonen los aumentos en tiempo y forma, condición considerada clave para evitar eventuales medidas de fuerza.
Repercusiones en el sector y rol del Estado
El acuerdo alcanzado con la UTA se enmarca dentro de una serie de negociaciones que el Gobierno nacional sigue con atención. La participación estatal busca evitar interrupciones en un servicio esencial como el transporte urbano de pasajeros, que tiene un impacto directo sobre la movilidad diaria de millones de personas en el AMBA.
El papel del Estado como mediador en las paritarias del sector transporte se ha intensificado en el actual escenario económico. Si bien se promueve una política de moderación salarial en línea con los objetivos del programa económico, en sectores sensibles como el transporte público se habilitan excepciones para asegurar la prestación del servicio.
En este contexto, la homologación del acuerdo por parte del Ministerio de Economía aparece como un paso formal necesario para su aplicación efectiva. Una vez ratificado, el aumento será de cumplimiento obligatorio para las empresas incluidas en el convenio colectivo correspondiente.
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ECONOMIA
Alivio para Caputo: faltan pesos, suben tasas, se frena el dólar y revive el carry trade

La falta de pesos en el mercado financiero vuelve a sentirse. La escasez empuja nuevamente al alza las tasas de interés, lo que ayuda a contener el precio del dólar e incentiva el carry trade. De este modo, se acentúa el efecto de la política monetaria contractiva que impulsó recientemente el Banco Central para absorber sobrantes de pesos que se iban al dólar y sumaban tensiones cambiarias.
El repunte de tasas de interés que se registró ayer, iniciado por las cauciones bursátiles y extendido en el resto de los instrumentos financieros en moneda doméstica, captó la atención del mercado. Muchos aprovecharon los rendimientos de hasta 50% nominal anual, lo que nuevamente ayudó a contener a las cotizaciones del dólar, que retrocedieron por quinta jornada consecutiva.
La Tasa Nominal Anual (TNA) de las cauciones bursátiles trepó hasta 44% en un lapso de la jornada, aunque al cierre quedó en 35%. De acuerdo con los operadores, esto contribuyó al incremento del resto de los rendimientos en pesos. En el caso de las Lecap, por ejemplo, las de vencimientos más cortos operaron con tasas de hasta 4,1% efectiva mensual.
Si bien aún no son tasas extremadamente elevadas, como las que llegó a tocar el mes pasado (hasta 77% de TNA en las cauciones), no dejan de ser rendimientos muy altos, significativamente por encima de la inflación y de las proyecciones del mercado para el tipo de cambio, en un contexto de bandas cambiarias en el que el BCRA no permitiría que avance por encima del límite superior.
Este escenario incentiva (aún más) las estrategias de carry trade, maniobra en la que los inversores o ahorristas venden divisas para apostar por instrumentos financieros en pesos, con la expectativa de que el tipo de cambio avanzará menos que las tasas de interés (o, menor aún, caerá) y, de esta manera, en determinado momento desarmar la posición para recomprar más dólares.
Por qué suben las tasas de interés en pesos
El economista Gustavo Ber afirma que el repunte de las tasas de interés viene de la mano de las necesidades de liquidez, en un mercado con escasez de pesos tras el aumento de los encajes bancarios (la porción de los depósitos privados que los bancos no pueden utilizar) que dispuso el BCRA. El repunte de los rendimientos de las cauciones, afirma, «desplaza hacia arriba toda la curva de los instrumentos en pesos».
«El Central volvió a sacarle las rueditas a la bicicleta. Ahora, dejó de ofrecer pases para que los bancos se arreglen solos. Es el tercer intento en esto. Por esto, aumentaron los rendimientos de las cauciones e impactó al alza en las tasas de interés de todos los instrumentos en pesos», afirma el analista Martín Genero en diálogo con iProfesional.
De acuerdo con Genero, el BCRA, al ofrecer a los bancos herramientas de liquidez, define las tasas y marca una pauta para el resto del mercado. Con la no participación, como hizo en los últimos días, los bancos tienen que prestarse fondos entre ellos con las tasas que surjan a partir de la oferta y demanda. Ante la alta demanda por necesidad de liquidez, repuntan las tasas de interés.
Los analistas coinciden en que, si bien este escenario incentiva la demanda de estos papeles, contiene al tipo de cambio y agrega atractivo a estrategias de carry trade, el movimiento alcista de las tasas de interés sería transitorio y pronto deberían estabilizarse en niveles más bajos para que sean sostenibles y consistentes con la necesidad de no afectar tanto a la actividad económica.
Más incentivo al carry trade
«La calma cambiaria de estos días y las suculentas tasas de interés en términos reales (en un contexto sin crisis de crédito) motivaron la rotación de carteras hacia las curvas de instrumentos en pesos, dejando rezagadas a las estrategias en dólares en lo que va del mes», resalta el equipo de research de Portfolio Personal Inversiones.
En ese sentido, precisa que en el acumulado de los primeros días de agosto los bonos en pesos ganaron hasta 5%, lo que contrasta con el leve avance de hasta 1% de sus pares soberanos en dólares. En estos niveles de tasa real, cercanos al 13,5%, y con un tipo de cambio real comparable con el de abril del año pasado, remarca, los inversores encuentran atractivo en demandar tasas en pesos.
«En nuestra cartera sugerida para agosto, aumentamos la ponderación de instrumentos en pesos dentro del posicionamiento de perfiles de inversión agresivos (revirtiendo la baja de fines de junio). En esta oportunidad, aplicamos 25% en la Lecap ‘S15G5’ (a la espera de algún premio en la licitación de deuda del Tesoro), 50% en la ‘T13F6’ y 25% en el ‘TZXD7’», detalla el bróker de bolsa.
Esta semana, JP Morgan recomendó nuevamente demandar títulos de deuda argentina en pesos para estrategias de carry trade. El banco estadounidense, que a finales de junio había recomendado a sus clientes desarmar posiciones en pesos argentinos tras cerrar su propio carry trade, en el último informe privado del martes pasado sugirió comprar bonos duales (Botam) que vencen a finales del próximo año.
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