ECONOMIA
SanCor paraliza la distribución, debe sueldos y el gremio activa juego político

El derrumbe de uno de los emblemas de la lechería nacional parece no tener fin y SanCor se acerca cada vez más al apagón operativo. Sus productos prácticamente desaparecieron de las góndolas y buena parte de ello responde a la parálisis casi total que evidencian sus centros de distribución, con las instalaciones de la firma en Don Torcuato, en el conurbano bonaerense, a la cabeza.
En ese punto, la unión de cooperativas cesanteó a más de 60 personas que piden ser reincorporadas, y ese reclamo originó que esta semana varios de los despedidos se movilizaran hasta la municipalidad de Tigre, la cabecera distrital, para solicitar la intervención de la intendencia en las acciones que viene tomando SanCor. Mientras tanto, la lechera sigue incumpliendo con los salarios y la mayoría de sus empleados cobran montos en cuotas ocasionales.
La empresa mantiene a gran parte de sus casi 900 operarios sin tareas y, mientras continúa sin avanzar con su concurso de acreedores, lo cierto es que la firma ha efectuado pagos salariales que oscilan entre el 30 y el 50% de los montos correspondientes a cada haber.
Según comentaron a iProfesional fuentes del ámbito lechero, la compañía incluso ha efectuado pagos esporádicos, con montos que en algunas semanas apenas si rozaron los $200.000, a sus trabajadores en plantas como Sunchales, sede central de la unión de cooperativas.
Hoy por hoy, la empresa ya procesa menos de los 70.000 litros diarios constatados a principios de marzo, una marca por demás de alejada de los 4 millones que SanCor supo mover en su mejor época.
Gremios: SanCor y las maniobras internas de ATILRA
«SanCor está muy complicada para hacer pagos a los pocos tamberos que todavía se animan a proveerle leche. Eso ha hecho que se derrumbe por completo la producción y eso es algo que queda reflejado en las góndolas y heladeras. La marca otra vez está ausente en casi todos lados. Y no hay una señal de que la situación se pueda revertir en el corto plazo», comentaron las voces consultadas.
«La situación con los que todavía trabajan para la empresa sigue muy tensa por los incumplimientos en los sueldos. La mayoría de los empleados está tratando de encontrar otro trabajo, pero sin salir de SanCor porque no les atraen las ofertas de retiro o indemnización. Además, se sienten solos en el reclamo, el gremio los abandonó por completo», añadieron.
En ese sentido, en el sector de la lechería dan cuenta de una suerte de «pacto de no agresión», presuntamente establecido entre la cúpula de la firma y el gremio ATILRA. De ahí la ausencia de medidas de fuerza en un momento crítico de la compañía.
En ese segmento se menciona que la falta de cruces entre el sindicato y la empresa láctea, tan comunes y prolongados en los últimos dos años, es producto del contexto interno que transita ATILRA. Ocurre que este año su líder actual, Héctor Ponce, buscará la reelección al frente del sindicato y la quietud sorpresiva que exhibe la organización respondería a un intento por reducir al mínimo cualquier resistencia de las compañías del rubro a la continuidad del gremialista.
«La conducción de ATILRA está haciendo su juego político pensando en que a partir de agosto podrían darse las elecciones en el sindicato. Para evitar cualquier ruido con todo el sector directamente ha bajado el nivel de conflictividad en SanCor», indicaron las fuentes.
Para enseguida añadir, como dato no menor, que entre los despedidos por SanCor se cuentan dos delegados fuertemente enfrentados con Ponce. «La desaparición del gremio en este momento de concurso de acreedores que atraviesa la empresa, con recorte de personal y sueldos impagos, es inseparable de las elecciones internas que llevará a cabo el sindicato», concluyeron.
SanCor y una parálisis productiva que se profundiza
A la par de perder más y más presencia en las góndolas de los supermercados, la empresa sigue sin conseguir fondos frescos para reducir su nivel de endeudamiento y, en simultáneo, enderezar la relación comercial con sus proveedores en Santa Fe y Córdoba.
Precisamente, en su planta en la cordobesa La Carlota, SanCor dejó de producir quesos duros casi a la par de la declaración del concurso, pero el acotado plantel de operarios se mantuvo asistiendo a las instalaciones más allá de la parálisis en la elaboración de esos productos.
La compañía posee una deuda valuada en alrededor de 400 millones de dólares. Mientras tanto, la compañía sigue bajando su capacidad operativa y, tras los ínfimos 200.000 litros de leche procesados a diario durante el pasado enero, ahora la unión de cooperativas mueve menos de 70.000.
A la par de este contexto, SanCor logró que la Justicia interceda y rehabilite los servicios de electricidad que se le habían suprimido también a inicios de febrero.
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ECONOMIA
Qué va a pasar con el dólar: 7 claves del nuevo mercado de cambios a partir de enero

El dólar volvió a ser protagonista de la economía argentina en el último año, con el condimento de una insistente compra de divisas a manos privadas, concentrada en los meses de septiembre de octubre, en medio de la contienda electoral. A continuación, las 7 claves que hay que saber de la divisa norteamericana en el arranque del 2026.
El dólar mayorista , a $1.455, acumuló un incremento de 423 pesos o 41%, unos diez puntos por encima de la inflación, que habría cerrado el año en torno a 31 por ciento. El dólar al público avanzó un 39% y quedó ofrecido a $1.480 en el Banco Nación. Esta evolución contrastó con la suba de solo 27% ocurrida en 2024, frente a una inflación del 117 por ciento.
El 11 de abril se produjo un evento “bisagra”, cuando el ministro de Economía Luis Caputo, junto con el presidente del BCRA, Santiago Bausili, liberaron las restricciones cambiarias para individuos, aunque se mantuvieron en buena medida para las empresas. Se prevé en el corto plazo, durante 2026, una salida total de los controles sobre el dólar, que se habían instaurado a partir del 1 de septiembre de 2019.
Desde el 14 de abril de este año, el Gobierno aplicó un esquema de bandas con un tope de $1.400 y un piso de $900, que se expandía a razón del 1% mensual. A pesar de que el régimen tenía implícito un retraso de la tasa de cambio en términos reales -dada una inflación que en ningún momento cedió del 1%-, en el balance anual la economía mejoró la competitividad medida estrictamente desde un plano cambiario, pues la devaluación le ganó a la inflación. Las bandas tendrán continuidad en 2026, pero con un esquema más flexible indexado por inflación.
Con la experiencia turbulenta de septiembre y octubre últimos, el nuevo régimen de bandas se actualizará según el último dato de IPC del Indec. Dado que el informe de inflación del mes presente se difunde al mes siguiente, las bandas se ampliarán según el IPC de dos meses atrás. Si el sendero de desinflación persiste, el dólar va a seguir aumentando marginalmente por encima de la inflación del mes en curso.
En este marco, el Índice de Tipo de Cambio Real que mide el Banco Central termino el año en los 95 puntos, muy cerca de un nivel de equilibrio teórico de 100 puntos que permite balancear el ingreso y salida de divisas por el intercambio de bienes y servicios con el exterior. En 2025 la mejora fue de unos 16 puntos, dada la evolución del tipo de cambio y los precios domésticos frente a la variación de estos indicadores en nuestros principales socios comerciales.
Después del 7 de septiembre, luego de la derrota de La Libertad Avanza en los comicios legislativos bonaerenses, hasta el 26 de octubre, cuando el oficialismo se alzó con la victoria en las legislativas nacionales, el mercado de cambios sufrió de una enorme presión compradora , que llevó al tipo de cambio a rozar los $1.500, para “testear” el techo de las bandas. Esto obligó a ventas del Banco Central en el segmento de contado por un total de USD 1.110 millones en tres ruedas entre el 17 y e 19 de septiembre, un récord en seis años.
En octubre, fue el Tesoro argentino el que debió efectuar ventas por más de USD 2.000 millones para apaciguar a la plaza antes de las elecciones, mientras que en los días precios a la votación se produjo la histórica intervención directa del Tesoro de los EEUU en el mercado doméstico, también con ventas por más de USD 2.000 millones, un hecho sin precedentes, pues el gobierno de Donald Trump actuó a través de bancos privados, sin la intermediación de entes oficiales argentinos.
Una asignatura que no se cumplió el último año fue la de la acumulación de reservas. Los activos internacionales del Banco Central quedaron en USD 41.165 millones: subieron USD 851 millones en diciembre (+2,1%), mientras que en el balance anual crecieron en USD 11.558 millones (+39%).
Sin embargo, este incremento provino del programa de financiamiento acordado con el FMI en abril, por USD 20.000 millones, de los cuales, USD 12.000 millones fueron desembolsados de inmediato para levantar el cepo» a “ahorristas” y otros USD 2.000 ingresaron en junio.
Además, la extraordinaria suba del precio del oro (+66% en 2025) significó un aporte de unos USD 3.400 millones, dada la tenencia de casi dos millones de onzas en las arcas públicas. A USD 4.324 la onza, el metal dorado representa más de USD 8.600 millones en las reservas.
“El BCRA no compró dólares en diciembre y durante el año 2025 solo compró USD 198 millones”, calculó el analista financiero Christian Buteler.
En este aspecto, el ministro Caputo adelantó:“Si vamos a lo que hemos mandado al Presupuesto 2026 y asumimos que la Base Monetaria se mantiene constante en relación a ese PIB, en términos nominales la Base estaría creciendo un 25% y eso nos permitiría comprar aproximadamente USD 7.000 millones sin esterilizar. Si se recuperará la demanda de dinero 2 puntos porcentuales del PIB, cosa que debiera ser lo natural, podríamos comprar USD 7.000 millones más sin tener que esterilizar”.
Con la vigencia de la Ley de Inocencia Fiscal, para 2026 quedó explícito el objetivo de incorporar al sistema parte de los USD 217.358 millones en efectivo que los argentinos atesoran, según el informe de Balanza de pagos, posición de inversión internacional y deuda externa del INDEC correspondiente al tercer trimestre de 2025.
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ECONOMIA
Importante banco de Wall Street pronostica oro a u$s5.000 y anticipa los ganadores del 2026

El escenario económico global está cambiando de piel y los viejos manuales de inversión ya no sirven para navegar el 2026. Según el flamante reporte de Goldman Sachs titulado «2026 Outlook: Ride the Power Race and Supply Waves», los inversores deben prepararse para un mundo dividido. El motor ya no es solo el crecimiento del PBI tradicional, sino una feroz competencia geopolítica y tecnológica entre Estados Unidos y China, centrada específicamente en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) y el control de la energía necesaria para alimentarla.
Esta «carrera de poder» está generando ondas de choque en los suministros de materias primas. No se trata solo de oferta y demanda clásica; se trata de seguridad nacional. La tesis central del banco es que la necesidad de asegurar recursos críticos para la tecnología y la defensa creará ganadores muy claros en el mercado de commodities. Mientras el mundo se fragmenta, los activos tangibles vuelven a cobrar un protagonismo que no veíamos en décadas, actuando como un seguro contra la incertidumbre.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro en este informe, aunque el metal precioso sea la estrella. La estrategia sugiere que la volatilidad será la norma y que los inversores deben ser selectivos. Otros bancos de inversión importantes, como Morgan Stanley y JPMorgan, también han advertido recientemente sobre cómo la transición energética y la infraestructura de datos (Data Centers) están tensando la red eléctrica de Estados Unidos.
Goldman Sachs pone números a esta tensión: el auge de la demanda de energía por parte de la IA está a punto de ajustar el mercado eléctrico estadounidense, elevando el riesgo de precios más altos y cuellos de botella que podrían, irónicamente, frenar el propio progreso tecnológico.
El Oro: la apuesta de refugio definitiva hasta los u$s4.900
La predicción más explosiva del informe de Goldman Sachs recae sobre el metal más antiguo del mundo. El banco mantiene una convicción alcista extrema («long gold call«), proyectando que el precio del oro podría escalar hasta los USD 4.900 por onza para diciembre de 2026. Esto representaría una subida del 14% desde sus niveles actuales, impulsada por un miedo racional: la diversificación de los bancos centrales de Mercados Emergentes (EM).
Pero el rally no dependerá solo de los bancos centrales; Goldman ve un riesgo al alza proveniente de los inversores privados. Hasta ahora, gran parte del dinero minorista se había mantenido al margen, seducido por las altas tasas de interés de los bonos del Tesoro o el boom de las acciones tecnológicas. Sin embargo, a medida que las tasas se estabilicen y la incertidumbre política crezca, se espera una «ampliación de la diversificación» hacia el oro físico y los ETFs. Es, en palabras sencillas, la póliza de seguro definitiva que todo portafolio debe tener ante un mundo cada vez más inestable.
Esta visión es compartida, con matices, por otros gigantes del sector. Estrategas de Bank of America y Citi han señalado en notas recientes que el oro ha dejado de correlacionarse estrictamente con las tasas reales de interés, comportándose más como una moneda de reserva alternativa. Si bien Goldman es el más agresivo con su target de casi 5.000 dólares, el consenso en la «City» es que el piso del metal es sólido.
Para el inversor minorista, el mensaje es claro: el oro no es solo para conservadores o pesimistas. En la estrategia de 2026, el oro juega un rol ofensivo y defensivo a la vez. Ofensivo, por la apreciación de capital esperada ante la escasez; y defensivo, porque actúa como contrapeso ante posibles correcciones en el mercado de acciones si la burbuja de la IA encontrara un obstáculo.
Metales industriales: la divergencia entre el Cobre y el Aluminio
No todos los metales correrán la misma suerte en esta nueva era económica. Goldman Sachs propone una estrategia de «par» (pair trade) muy específica para 2026 y 2027: comprar cobre y vender aluminio. La razón detrás de esta apuesta es la divergencia fundamental en sus cadenas de suministro. El cobre se enfrenta a restricciones severas en la oferta minera; no hay suficientes minas nuevas entrando en producción para satisfacer la voraz demanda que exige la electrificación global y la construcción de centros de datos para Inteligencia Artificial.
El cobre es el «cable» que conecta el futuro. Desde los vehículos eléctricos hasta las redes de alta tensión necesarias para los data centers, todo requiere cobre. Goldman anticipa que el precio alcanzará nuevos máximos históricos a medida que esta escasez se haga evidente. Es una cuestión física: la geología no puede responder tan rápido como la demanda tecnológica. Por el contrario, la situación del aluminio es radicalmente opuesta y representa la otra cara de la moneda en esta estrategia de inversión dual.
El aluminio, según el análisis del banco, sufrirá por un exceso de oferta. China, en su afán por asegurar su propia seguridad de suministro, está impulsando fuertemente su producción y su expansión en el extranjero. Este «empuje de ultramar» de China inundará el mercado, manteniendo los precios deprimidos.
Mientras el cobre escasea por falta de inversión previa, el aluminio sobra por una política de estado del gigante asiático. Esta dinámica crea una oportunidad perfecta para los inversores sofisticados: apostar al alza del metal rojo y a la baja (o evitar) el metal ligero.
Energía: El fin de los precios altos en petróleo y gas
En un giro que podría sorprender a muchos, Goldman Sachs pronostica un alivio significativo en los costos de energía tradicional para los próximos años. El banco recomienda una posición «corta» (apostar a la baja) en petróleo y gas, anticipando dos grandes olas de suministro. Para el petróleo, ven un superávit en 2026 que llevará los precios promedio del Brent y el WTI a rangos de USD 56 y USD 52 por barril, respectivamente. Esto se debe a una última gran ola de oferta que mantendrá al mercado saturado, contrarrestando los esfuerzos de la OPEP por sostener los precios artificialmente altos.
Esta visión bajista se extiende dramáticamente al gas natural. Goldman recomienda una posición corta en el gas natural europeo (TTF) para la segunda mitad de 2027. La razón es la llegada de la «ola de suministro de GNL (Gas Natural Licuado) más grande de la historia» entre 2025 y 2032. Se espera que nuevos proyectos de exportación, principalmente de Estados Unidos y Qatar, inunden el mercado global, reduciendo los precios del gas en Europa cerca de un 35% para mediados de 2027.
Esta proyección contrasta con los temores de crisis energética vividos en 2022 tras la invasión de Ucrania. Si Goldman tiene razón, estamos entrando en una era de energía abundante y barata, al menos en lo que respecta a hidrocarburos. Esto es una excelente noticia para las economías importadoras de energía y para la lucha contra la inflación global, pero es una señal de alerta roja para las acciones de empresas petroleras que no tengan costos de extracción ultra bajos. Citi, conocido por sus posturas bajistas en crudo, ha resonado con argumentos similares sobre la eficiencia y la transición energética mermando la demanda futura.
La estrategia, entonces, sugiere alejarse de los productores de energía fósil tradicionales como vehículo de crecimiento a largo plazo. La rentabilidad en el sector energético vendrá de la eficiencia y el volumen, no de los precios récord. Para el inversor, esto implica rotar carteras: salir de la apuesta pura al precio del barril y buscar valor en sectores que se beneficien de energía barata o, como se mencionó antes, en los metales críticos que son insustituibles por la tecnología actual.
Guía práctica: cómo aprovechar estas tendencias desde Argentina
Para el inversor argentino, acceder a esta estrategia global es totalmente posible gracias a los CEDEARs (Certificados de Depósito Argentinos), que permiten invertir en empresas extranjeras desde la bolsa local y en pesos, atados a la cotización del dólar CCL. Para replicar la tesis alcista en oro de Goldman, la opción más directa es buscar empresas mineras de primer nivel. Barrick Gold (GOLD) y Yamana Gold (AUY) son los vehículos clásicos disponibles en el mercado local. Si bien tienen riesgo operativo propio de una empresa, suelen amplificar los movimientos del metal físico.
Para capturar la oportunidad en el cobre, la joya del mercado es Freeport-McMoRan (FCX). Es una de las productoras de cobre cotizadas más grandes del mundo y su CEDEAR tiene buena liquidez en Buenos Aires. Invertir en FCX es una forma directa de apostar a la escasez del metal rojo y a la necesidad de infraestructura para la Inteligencia Artificial. Al comprar este activo, el inversor argentino se cubre de la devaluación del peso y, simultáneamente, se expone a un sector con vientos de cola fundamentales para 2026.
En cuanto a la visión bajista en petróleo, la estrategia desde Argentina es más defensiva. Si Goldman tiene razón y el petróleo cae a USD 50, las acciones de grandes petroleras podrían tener un desempeño inferior. El inversor local podría optar por subponderar (tener menos cantidad) de CEDEARs de energía como Exxon o Chevron en sus carteras, o bien tomar ganancias si las compró a precios más bajos. No obstante, para perfiles más agresivos, el sector tecnológico (NVIDIA, Microsoft, Google) sigue siendo la forma indirecta de jugar la «carrera de poder» de la IA que menciona el informe, ya que son estas empresas las que demandarán toda esa energía y cobre.
Finalmente, es vital recordar la diversificación. Goldman Sachs habla de «valor de seguro» en las commodities. En un portafolio argentino, típicamente expuesto a riesgos locales, tener un porcentaje (5% a 10%) en CEDEARs de mineras de oro o cobre funciona como un estabilizador. No se trata de poner todos los ahorros en una sola ficha, sino de entender que el mundo va hacia una escasez de recursos físicos estratégicos. Como siempre, se recomienda consultar con un Asesor Financiero (ALyC) regulado por la CNV para ajustar estas ideas a su perfil de riesgo y horizonte temporal.
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ECONOMIA
Aumentan las tarifas de luz, gas y agua en el inicio de 2026: cuál será el impacto en todo el país

El año 2026 iniciará con nuevos aumentos en las tarifas de luz, gas, agua y cloacas, de acuerdo con resoluciones oficiales que anticipan ajustes de entre 2,5% y 4% en promedio para los usuarios residenciales. Estas subas todavía no contemplan la eliminación de subsidios energéticos anunciada por el Gobierno nacional, una medida que podría llevar los incrementos, especialmente en el gas, a porcentajes de dos dígitos.
Según fuentes oficiales, el ajuste en las facturas de energía eléctrica en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, zonas bajo concesión de Edenor y Edesur, será de 2,5% en promedio. Para el resto del país, la actualización del precio mayorista de la electricidad llega a 3,2%, mientras que cada jurisdicción provincial o municipal determinará el monto final que pagarán los usuarios por el servicio de distribución.
El Gobierno nacional confirmó que el esquema de segmentación tarifaria vigente hasta 2025 será reemplazado por una nueva clasificación en solo dos categorías de usuarios residenciales. Además, los bloques de consumo subsidiado variarán según la estación del año, aunque estos cambios se oficializarán desde el 2 de enero de 2026. El nuevo modelo podría modificar sensiblemente la composición de las boletas y el acceso a los beneficios estatales.
El Gobierno autorizó subas de tarifas a nivel nacional y en el área metropolitana de Buenos Aires
En el caso del gas natural por redes, el incremento anunciado oscila entre 2% y 3%. La principal incógnita gira en torno al impacto de la quita de subsidios, ya que la actualización llevará el precio mayorista del gas a 3,79 dólares por millón de BTU, cuando actualmente para Metrogas se ubica en 2,95 dólares. Este ajuste podría redundar en subas superiores al 10% en determinadas regiones y categorías de consumo.
La política de actualización tarifaria mensual indexada por inflación se mantendrá al menos hasta abril de 2030, con el objetivo de garantizar que las empresas del sector preserven el valor real de sus ingresos y puedan sostener inversiones. El Ejecutivo nacional prevé que durante el primer trimestre de 2026 los entes reguladores del gas y la electricidad se fusionen en un único organismo, con directorio y control parlamentario, para unificar la regulación y supervisión del sector energético.
La tarifa de AySA aumentará un 4% mensual entre enero y abril de 2026
El servicio de agua y cloacas en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) también registrará subas relevantes. La administración de Javier Milei resolvió otorgar alivio financiero a AySA (Agua y Saneamientos Argentinos), la compañía estatal responsable del abastecimiento en la región, en el marco del proceso de privatización que se encuentra en estudio. La resolución 53 del ERAS (Ente Regulador de Agua y Saneamiento) establece que, en reemplazo del ajuste mensual del 1% aplicado durante 2025, las tarifas podrán incrementarse hasta 4% por mes entre enero y abril de 2026.
El retraso acumulado en las tarifas de AySA equivale a 21,05%, cifra asociada a aumentos que no se implementaron a lo largo del año anterior. Esta situación provocó una caída de ingresos estimada en 95.000 millones de pesos para la empresa, que fue compensada mediante la postergación de gastos e inversiones.
Estas subas todavía no contemplan la eliminación de subsidios energéticos anunciada por el Gobierno
Según lo previsto en la nueva escala tarifaria, la factura promedio de AySA antes de impuestos se ubicará en 30.489 pesos para usuarios de agua y cloacas en el valor zonal “alto”, en 27.689 pesos para el valor “medio” y en 22.248 pesos para el valor “bajo”. Las tarifas continuarán aumentando un 4% mensual durante los primeros cuatro meses de 2026, acumulando así un 17% de incremento en ese período.
A pesar de que se esperaba una audiencia pública en 2025 para definir un criterio uniforme de actualización de tarifas, el proceso no se concretó. La falta de consenso oficial dejó pendiente la discusión sobre el mecanismo definitivo que regulará los futuros incrementos.
El Gobierno nacional sostiene que estos aumentos buscan asegurar la sustentabilidad económica de los servicios públicos, en un contexto donde la quita de subsidios apunta a reducir el déficit fiscal y avanzar con la desregulación de los mercados. La transición hacia nuevos modelos regulatorios y la potencial privatización de empresas estatales como AySA figuran entre los principales desafíos de la gestión energética y de servicios para el año entrante.
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