ECONOMIA
Shock en la City: se desploman los precios del dólar futuro y destruyen el fantasma del salto brusco

El dólar oficial opera este lunes 17 de noviembre con una suba de cinco pesos, a $1430, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negocia a $1410. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación se vende $1478 (-0,4%), y el MEP se ubica a $1448 (-0,2%). Por último, en el segmento informal, el blue se negocia con un retroceso de cinco pesos, a $1425.
El mercado cambiario argentino venía atravesando semanas de altísima sensibilidad, con dudas respecto del rumbo económico y temores de que el tipo de cambio pudiera desbordarse en el verano. Sin embargo, en cuestión de días, ocurrió un cambio drástico: los futuros del dólar cayeron por debajo de la banda superior que sigue la City para medir tensión cambiaria, un movimiento que casi nadie anticipaba. Esa baja implicó un quiebre fuerte en las expectativas y modificó por completo la lectura de corto plazo.
Este derrumbe no solo sorprendió por su velocidad, sino también por su consistencia a lo largo de toda la curva. La caída fue generalizada: desde los contratos de diciembre 2025 hasta los de mayo 2026, todos se alinearon con un escenario de estabilidad inesperada. Para un mercado acostumbrado a operar en modo defensivo, este cambio de clima es difícil de ignorar.
Las razones detrás del reacomodamiento son múltiples. Por un lado, la brecha cambiaria dejó de mostrar señales de estrés, algo que reduce de inmediato la presión sobre los futuros. Por otro lado, la política cambiaria del Banco Central comenzó a ganar credibilidad entre los operadores, que ahora asumen que el organismo tiene margen de maniobra para administrar la transición. Ese conjunto de variables ayudó a apagar la expectativa de correcciones bruscas.
Lo que domina ahora es una lectura más moderada: el dólar podría seguir subiendo, sí, pero dentro de un patrón gradual y administrado. El mercado dejó de pricear un salto disruptivo y, por primera vez en meses, la estabilidad futura se transformó en el escenario principal.
Cuánto espera el mercado: los precios proyectados desde diciembre 2025 hasta mayo de 2026
El cambio de expectativas se vuelve aún más claro cuando se observan los valores concretos que anticipan los contratos. Para diciembre de 2025, el mercado proyecta un dólar de $1451, un número que refleja calma incluso en un mes históricamente sensible. La lectura se mantiene en enero de 2026, donde el contrato opera alrededor de $1480, mostrando una transición suave entre ambos períodos.
El sendero continúa sin sobresaltos hacia febrero, cuando el dólar futuro aparece en $1520, otro valor que se acomoda dentro del corredor esperado y que sugiere estabilidad en pleno verano. En marzo, la curva sube apenas hasta los $1540, lo que indica que los operadores no anticipan tensiones fuertes en el trimestre de mayor actividad importadora.
Recién hacia abril aparece un incremento algo más marcado, con un valor estimado de $1580, aunque sin romper ninguna referencia crítica. Y en mayo de 2026, la curva se estira levemente hasta $1600, un precio que confirma la continuidad del ritmo moderado. Ninguno de estos valores sugiere un escenario de estrés.
El punto central es la coherencia de estos precios: reflejan una dinámica ordenada, sin saltos violentos ni expectativas de corrección abrupta. Esa alineación en toda la curva consolidó la sensación de que el mercado cambió de piel y dejó atrás la lógica de crisis permanente.
Impacto directo: menos remarcaciones, más previsibilidad y un clima económico más calmado
La caída de los futuros no es un dato aislado; tiene efectos concretos en el funcionamiento de la economía. Cuando el mercado deja de anticipar un salto del dólar, las empresas frenan las remarcaciones preventivas, que suelen amplificar la inflación en épocas de incertidumbre. Así, el tipo de cambio deja de ser un factor de presión inmediata sobre los precios.
La mayor previsibilidad también beneficia al comercio exterior. Para los importadores, una curva estable significa que pueden planificar compras sin el temor de enfrentar un dólar mucho más caro en semanas. Para los exportadores, implica que la competitividad no dependerá de un ajuste abrupto, sino de un movimiento paulatino del tipo de cambio. Esa estabilidad en la planificación es clave para cualquier negocio que opere con insumos dolarizados.
El sistema financiero tampoco queda afuera del impacto. Con expectativas más ancladas, la demanda de cobertura cambiaria extrema pierde fuerza, lo que reduce la tensión sobre los mercados paralelos. La menor presión sobre el MEP y el CCL contribuye a una brecha más manejable, que a su vez alimenta el círculo virtuoso de estabilidad.
Para el consumidor común, el efecto es más indirecto pero igual de importante: si el mercado no ve riesgo cambiario inmediato, es menos probable que se generen shocks de precios o movimientos bruscos en bienes sensibles. En un país donde el dólar es un termómetro social, bajar la tensión es esencial para sostener un clima económico más predecible.
Qué cambió realmente: reservas, brecha contenida y señales más sólidas del Banco Central
El giro en los futuros tiene fundamentos concretos que ayudan a explicar por qué el mercado decidió cambiar de postura. La recomposición de reservas netas por parte del Banco Central es uno de los factores más relevantes. Un organismo con más poder de fuego puede intervenir de manera más eficiente, y eso reduce el riesgo percibido por los operadores.
Otro punto clave es la brecha cambiaria contenida. Cuando los dólares financieros dejan de moverse en terreno explosivo, la percepción de riesgo disminuye rápidamente. Esa calma absorbió una parte importante de las tensiones que venían arrastrándose desde mitad de año, y además redujo la necesidad de apostar fuerte a contratos futuros para cubrirse.
La salida del cepo también fue un golpe de ordenamiento para el mercado. Un esquema más transparente y con menor segmentación del tipo de cambio permitió que las expectativas dejaran de estar condicionadas por múltiples precios. En un contexto más limpio, la curva de futuros volvió a desempeñar su rol natural como indicador de expectativas racionales.
Este reordenamiento no implica que los desafíos hayan desaparecido. La economía sigue enfrentando problemas de fondo, como una inflación persistente y un frente fiscal complejo. Sin embargo, el comportamiento de los futuros indica que, al menos en el corto y mediano plazo, el mercado no ve riesgo de descontrol cambiario.
Lo que mira la City ahora: reservas, tasas y disciplina fiscal
Aunque el mercado envió una señal optimista, los analistas advierten que la estabilidad futura dependerá de tres factores. El primero es la capacidad del Gobierno para sostener la acumulación de reservas. Si el Banco Central mantiene un colchón sólido, la credibilidad del esquema cambiario se fortalecerá aún más.
El segundo factor es la política de tasas. Mantener rendimientos reales positivos en pesos sigue siendo esencial para evitar una migración masiva hacia el dólar. Cualquier señal de relajamiento prematuro podría reactivar tensiones y empujar nuevamente los futuros al alza.
El tercer factor es el frente fiscal. Sin una política consistente que reduzca incertidumbre, el mercado puede recalibrar expectativas con rapidez. Por eso, los operadores estarán especialmente atentos a las señales políticas y a la relación entre Gobierno y Congreso durante los próximos meses.
Aun así, el dato hoy es claro: el mercado no pricea crisis. Y eso, en Argentina, no es poca cosa.
Un verano más tranquilo y un mercado que apuesta a la estabilidad
Los valores previstos —$1451 en diciembre, $1480 en enero, $1520 en febrero, $1540 en marzo, $1580 en abril y $1600 en mayo— muestran que el mercado espera un recorrido previsible, sin brusquedades y mucho menos dramático de lo imaginado semanas atrás.
No es una garantía de estabilidad duradera, pero sí una señal sólida de que los inversores dejaron de apostar al caos. En un contexto argentino donde el dólar suele ser sinónimo de alarma, este giro representa un alivio importante.
Por ahora, la City coincide en una lectura: el verano no será una amenaza, y el 2026 podría iniciar con un mercado cambiario más ordenado de lo esperado.
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ECONOMIA
Caputo negó que haya negociaciones con bancos de Estados Unidos por un rescate para Argentina

El ministro de Economía desmintió la publicación de The Wall Street Journal y aseguró que «es una operación más con la sola intención de generar confusión»
22/11/2025 – 09:43hs
El ministro de Economía Luis Caputo salió a desmentir categóricamente que el Gobierno haya mantenido conversaciones con bancos internacionales para avanzar en un crédito por u$s20.000 millones.
La versión había sido difundida por The Wall Street Journal, que señalaba que grandes entidades estadounidenses evaluaban reemplazar ese supuesto rescate por una línea de financiamiento mucho más acotada: un repo de corto plazo por u$s5.000 millones, destinado a cubrir vencimientos por u$s4.200 millones en enero de 2026. La publicación impactó de inmediato en los mercados: el riesgo país argentino saltó 5,6% en la jornada, unas 35 unidades, hasta ubicarse en 663 puntos básicos.
Luis Caputo negó una negociación con bancos por un rescate de u$s20.000 millones
Caputo respondió a través de su cuenta de X con un mensaje directo dirigido a desarticular la noticia: «Nunca hablamos con los bancos de un rescate, ni de 20 mil millones. Es una ‘operación’ más con la sola intención de generar confusión», aseguró, comentando un mensaje del periodista Eduardo Feinmann y calificando la información del diario estadounidense como falsa.

El mensaje de Luis Caputo sobre el posible ‘rescate’ de bancos de EE.UU.
Tras la publicación, los bonos soberanos retrocedieron y aceleraron el deterioro del indicador elaborado por JP Morgan, cuya baja es central para la hoja de ruta económica del oficialismo. La meta del Gobierno es llevar el riesgo país a la zona de 400 puntos básicos para lograr reingresar a los mercados internacionales de deuda, cerrados desde 2018, y refinanciar los compromisos en dólares del inicio de 2026.
Según The Wall Street Journal, el plan original presentado por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, consistía en dos pilares:
- Un swap de divisas por USD 20.000 millones con el Tesoro de EE.UU., y
- Una línea de crédito adicional por USD 20.000 millones provista por bancos privados.
El objetivo político del paquete era apuntalar al espacio de Javier Milei. Sin embargo -según el medio norteamericano-, la dinámica interna cambió tras las elecciones legislativas de octubre y el sector privado dejó de considerar seriamente la operación.
La publicación de Wall Street Journal que desmintió Luis Caputo
El diario detalló que «los bancos esperaban orientación del Departamento del Tesoro sobre qué garantías y colaterales podían utilizar para protegerse de posibles pérdidas. Ahora, los banqueros afirman que ya no se está considerando seriamente».
A partir de ese repliegue, las instituciones financieras habrían empezado a estudiar una alternativa menos ambiciosa: un préstamo repo de alrededor de USD 5.000 millones, con activos financieros argentinos como garantía y con el único fin de cubrir el vencimiento de enero.
Más allá de la controversia, lo cierto es que Bessent ya había adelantado en octubre la existencia de un proyecto paralelo, independiente del swap de u$s20.000 millones acordado entre la Casa Blanca y el Gobierno argentino. En aquel momento, lo describió como parte de una estrategia más amplia de asistencia del sector privado.
«Estamos trabajando en un fondo de u$s20.000 millones que estaría junto a nuestra línea de swap, conformado por bancos privados y fondos soberanos, que creo estaría más dirigido al mercado de deuda«, había declarado el funcionario en la antesala de los comicios. «En realidad venimos trabajando en esto desde hace semanas«, agregó ante periodistas en el Departamento del Tesoro.
Bessent sostuvo además: «Se trata de una solución del sector privado para los próximos pagos de deuda de Argentina. Muchos bancos están interesados y también varios fondos soberanos manifestaron interés».
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ECONOMIA
Más pizza, menos bife de chorizo: el Financial Times destacó la crisis de los restaurantes y la caída del turismo extranjero por la inflación en dólares

El Financial Times destacó en una nota este sábado la fuerte reducción de la asistencia a restaurantes por parte de los argentino y la caída del ingreso de turistas extranjeros al país, en el marco de una economía en que la inflación pasó de más del 25% mensual en diciembre de 2023 a cerca del 2% en los últimos meses, con un tipo de cambio que encareció los precios en dólares.
El medio británico contrasta el “auge” de los restaurantes durante la crisis inflacionaria de 2023, cuando los pesos “quemaban” y la gente se apuraba a gastarlos, incluso en comidas afuera, con la relativa estabilización económica, que ilustra con el caso de Ya Cabrón, un local de tacos en Palermo, que debió cerrar en junio, debido a la abrupta caída de la demanda. Nicolás Molano, su gerente, explicó que en los últimos dos meses atendían a 15 personas por día y algunos días llegaron a servir una sola mesa. “Intentamos todo, pero simplemente era insostenible”, explicó al medio inglés.
Según el FT, el cambio de fortuna del sector gastronómico refleja el impacto del programa económico del presidente Javier Milei. La desaceleración de la inflación, dice, permitió que muchos argentinos empiecen a ahorrar y a financiar compras importantes. Al respecto cita el dato del Indec de que las ventas de electrodomésticos aumentaron casi 400 % en el primer semestre 2025 sobre igual período de 2023. El alivio inflacionario, agrega, fue producto de un ajuste severo. Millones de personas restringieron gastos, los salarios reales cayeron, se recortaron subsidios a la energía y el transporte y 3 de cada 4 argentinos redujeron sus salidas a comer fuera, según una encuesta de marzo pasado.
La nota cita que según el FMI el PBI argentino crecería 4,5% este año, pero el nivel de actividad hizo pico en mayo y desde entonces se estancó y da incluso signos de contracción. Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGo, explicó al FT que, aunque la gente ya no siente que la plata “se quema en el bolsillo”, pero tampoco dispone de más recursos.
A su vez, la apreciación del peso y la pérdida de poder adquisitivo del dólar afectó otro pilar de ingreso de los restaurantes: el turismo extranjero, porque la Argentina -dice el FT- se convirtió en uno de los destinos más caros de América Latina, lo que provocó una caída del arribo de visitantes extranjeros. Al respecto, cita a Daniel Prieto, expresidente de la asociación de restaurantes y hoteles de Buenos Aires, quien reconoce que la estabilización era necesaria, pero “tiene daños colaterales, y nuestro sector es uno de los más afectados”.

El artículo precisa que entre julio y septiembre los restaurantes porteños atendieron a un 20 % menos de comensales en relación a igual periodo de 2023, antes de la gestión de Milei. No es un colapso, dijo Prieto, pero el gasto promedio por cliente también habría disminuido, presionando los márgenes de rentabilidad.
Al respecto, informes del Instituto de Estadística y Censos de CABA (Idecba) relevados por Infobae marcan que la estadía promedio de los turistas extranjeros se redujo de 14,2 días en el cuarto trimestre de 2023 a 13,2 en el tercero de 2025, mientras el gasto promedio en dólares aumentó de 77,5 a 84,9 dólares por día. En el caso de los turistas brasileños, el principal contingente, las variaciones fueron más abruptas: la estadía promedio se redujo a 10,9 a 8,9 días y el gasto promedio diario pasó de 85,6 a 106,7 dólares, un 24,6% más
El cambio de fortunas no se limitó a Buenos Aires. La nota del medio británico señala que en Mendoza las bodegas reportaron una fuerte caída de visitantes, pues el costo allí de un fin de semana largo “supera los miles de dólares”.
Además, el relativo fortalecimiento del peso empujó a los argentinos al exterior. en el primer semestre de 2025, precisa el FT, casi 62 % más argentinos tomaron vacaciones en el exterior que un año antes. También cita a Fidel Pérez, dueño de los bares BierHof y Casa Seis, quien dijo que los proveedores aumentaron el precio de la cerveza local “Patagonia” hasta tres veces por mes en 2024, llevando el precio de un vaso a casi 11.000 pesos “Llega un punto en que el cliente ya no lo acepta”, dijo Pérez, que cerró Casa Seis en agosto.
Un ejemplo aún más contundente citado en la nota es el del precio promedio de un bife de chorizo con guarnición en Buenos Aires: pasó de $7.200 en septiembre 2023 a $30.500, lo que expresado en dólares significó un aumento de 9,40 a a 21,90 dólares, un 133% más caro, dicen datos del gobierno porteño.

Según el artículo, la inflación crónica, agravada tras la pandemia por la emisión masiva de pesos para financiar el gasto público, impulsó desde 2022 una rápida expansión de la oferta gastronómica de gama media y alta en CABA, alimentada por la afluencia de turistas y el exceso de liquidez. Esos mismos restaurantes son ahora los más golpeados.
“Los márgenes han sido aniquilados”, dijo Marcelo Boer, propietario de las marcas de ceviche Barra Chalaca y La Mar y de la cadena Hells Pizza, al FT. Según Boer, muchos empresarios no previeron un cambio tan drástico al abrir, lo que llevó a un exceso de locales y por eso -anticipó- “un gran número se prepara para cerrar”. La ola de cierres se refleja en que ya hay locales disponibles a un tercio de lo que eran sus valores habituales.
Mientras, el consumo se desplazó a opciones más accesibles, como pizzerías y comedores baratos, que resisten mejor la crisis. Pero todos aumentaron sus precios, pues los costos laborales, de alimentos y de alquiler se mantuvieron altos, incluso cuando las presiones inflacionarias empezaron a moderarse en 2024.
La caída en cerca de un 20% del ingreso de turistas extranjeros agravó la cuestión. Alex Pels, propietario del restaurante de carnes Fogón, popular entre turistas, dijo al FT que el número de clientes disminuyó cerca de un 30 % en los últimos meses en relación a 2024 y reflexionó: “Los últimos años fueron históricos para el turismo y los restaurantes, pero era algo artificial; en algún momento, la fiesta iba a terminar”.
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ECONOMIA
La fábrica de las ollas indestructibles atraviesa su peor crisis: 30 despidos y producción frenada

El ajuste no es menor para una empresa que construyó su identidad sobre la fabricación nacional, la calidad artesanal y el empleo metalúrgico
22/11/2025 – 12:25hs
La abrupta caída del consumo interno y el avance de las importaciones empiezan a dejar huellas profundas en la industria metalúrgica. Una de las señales más contundentes es la situación que atraviesa Essen, la tradicional fábrica de artículos de cocina de fundición de aluminio —popularmente asociada con las «ollas indestructibles»—, que en los últimos días concretó el despido de 30 trabajadores en su planta de Santa Fe y comenzó a reemplazar buena parte de su producción local por productos terminados provenientes de China.
El ajuste no es menor para una empresa que durante décadas construyó su identidad sobre la fabricación nacional, la calidad artesanal y el empleo metalúrgico. Los 30 despidos, que representan alrededor del 10% del total del personal productivo, marcan un punto de inflexión en un sector golpeado por la recesión y la apertura comercial. La compañía confirmó que cerca del 45% de la producción local será sustituida por artículos importados, un cambio drástico que detuvo líneas de ensamblaje y redujo la demanda de componentes internos.
Un repliegue forzado por el derrumbe del consumo
El origen del conflicto se remonta a la retracción del consumo, que en los últimos meses impactó con fuerza en los bienes durables y, especialmente, en los productos de precio medio y alto que integran el segmento donde compite Essen. Las ventas de artículos de cocina vienen registrando caídas interanuales pronunciadas, afectadas por la pérdida de ingresos reales, la reducción del crédito al consumo y el encarecimiento del financiamiento en cuotas.
Con un mercado interno debilitado, la empresa optó por una estrategia de reducción de costos que incluyó la importación de productos terminados desde China, una alternativa que hoy se vuelve más económica que sostener la totalidad de la producción nacional. Para los trabajadores, sin embargo, la decisión representa una amenaza directa al empleo y un síntoma de un proceso de desindustrialización que podría profundizarse si las condiciones económicas no mejoran.
«Ha bajado la producción y los trabajadores lo ven día a día en sus puestos de trabajo», advirtió Oscar Infante, secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Venado Tuerto, quien denunció que la empresa estaría aprovechando la crisis para aplicar un programa de achicamiento estructural.
Según el gremio, las complicaciones comenzaron cuando Essen decidió frenar la fabricación de componentes que antes producían internamente, lo que dejó a operarios sin tareas asignadas y derivó en los despidos.
En Santa Fe, el reemplazo de piezas nacionales por partes importadas empezó a notarse hace meses, pero la decisión de elevar ese porcentaje al 45% implica un cambio profundo en el modelo productivo.
Para el gremio metalúrgico, el riesgo es claro: cada punto porcentual de sustitución por importaciones equivale a menos horas de trabajo local, menos puestos operativos y una mayor dependencia externa. En el caso de Essen, una empresa que supo ser emblema de la industria de fundición y que durante décadas hizo bandera de la fabricación nacional, el giro hacia productos importados tiene un impacto simbólico significativo.
Un síntoma de algo más amplio: preocupación por efecto contagio
La incertidumbre no se limita a Essen. Infante, el dirigente de la UOM, advirtió que otras empresas importantes de la región podrían atravesar procesos similares en las próximas semanas. Según señaló, la compañía Corven, otra de las grandes empleadoras metalúrgicas de Santa Fe, estaría evaluando la cesantía de alrededor de 40 trabajadores a raíz de la misma combinación de factores: demanda deprimida, costos internos crecientes y un flujo de importaciones más libre y competitivo.
El sindicato teme un «efecto contagio» en distintas ramas de la metalurgia, especialmente en aquellas que dependen de la producción en serie y requieren volúmenes sostenidos para mantener la rentabilidad. Las empresas que trabajan para el mercado interno enfrentan un escenario especialmente complejo: ventas en baja, dificultad para trasladar aumentos a precios y un dólar que, aun sin grandes saltos, permite a los importadores colocar productos a valores difíciles de igualar en la fabricación local.
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