ECONOMIA
Wall Street anticipa una caída de la actividad económica por la tensión cambiaria

Más allá de que el gobierno logre disiparlo con el auxilio que negocia con EEUU, el clima financiero ya provoca inquietud sobre el desempeño de la economía real y las perspectivas para el cierre del año.
Dos informes de bancos de inversión de Wall Street coinciden en ubicar a la actividad económica en el centro de sus advertencias, con un énfasis persistente en la posibilidad de una desaceleración provocada por la inestabilidad cambiaria y el deterioro de las condiciones políticas. En este escenario, tanto las estimaciones de crecimiento como la sustentabilidad del ciclo expansivo quedan bajo una fuerte revisión.
Un análisis de JPMorgan sitúa a la economía argentina frente a lo que define como una “fase técnica recesiva”. Según el documento, “la actividad mostró una leve contracción en el segundo trimestre de 2025, revirtiendo parte del crecimiento del primer trimestre”, lo cual se refleja de forma tangible en los principales indicadores de demanda interna y producción.
La entidad destaca que “el consumo privado cayó 4,4% en términos anualizados durante el segundo trimestre, tras un salto en el primero”, mientras que “la inversión fija bajó 2% anualizada”.
El informe considera que este comportamiento de la demanda interna marca el inicio de un período de menor dinamismo y subraya que la economía local ya siente el impacto de la volatilidad financiera y del endurecimiento de la política monetaria.
El comportamiento de la demanda interna marca el inicio de un período de menor dinamismo (JPMorgan)
Por su parte, Morgan Stanley también describe un estancamiento en los registros de actividad. Según el texto, “el consumo privado bajó 1,1% trimestre contra trimestre, mientras que la inversión cayó 0,5%” en el mismo período.
Desde la óptica de la entidad, la demanda interna funciona como un freno al avance del Producto Bruto Interno, “con la baja de las importaciones atenuando parcialmente la caída en el saldo neto de comercio exterior”. El análisis incorpora la presión generada por la “volatilidad cambiaria y de tasas”, además de la inquietud que aportan las perspectivas políticas en la antesala al proceso electoral.
La combinación de factores adversos preocupa a los analistas de Wall Street, quienes destacan la interacción entre la reacción oficial al desafío inflacionario, la respuesta de los mercados y el deterioro del clima social.

El informe de JPMorgan detalla que “el tercer trimestre será aún más complejo, con una expectativa de contracción del PBI de 4% anualizada”, y advierte que las cifras oficiales del Presupuesto para 2026, que pronostican una expansión del 5%, “reflejan más inflación que crecimiento real”. El documento subraya que la recuperación del año pasado responde en gran parte a “efectos estadísticos” y no a una mejora genuina de la producción y el consumo.
En línea con esta perspectiva, el informe de Morgan Stanley expresa que, aunque mantiene una proyección de crecimiento anual de 4,6% para este año, reconoce que “la tendencia para el segundo semestre es de mayor debilidad económica”. El análisis pone el foco en los riesgos de una recaída debido a la combinación de “incertidumbre política, volatilidad financiera y deterioro de las condiciones externas”, factores que incrementan la fragilidad del ciclo económico.
La combinación de “incertidumbre política, volatilidad financiera y deterioro de las condiciones externas”, factores que incrementan la fragilidad del ciclo económico (Morgan Stanley)
Ambos informes circunscriben el debate sobre la sostenibilidad del crecimiento a la capacidad del Gobierno para sostener el ajuste fiscal y la estabilidad cambiaria.
El diagnóstico de JP Morgan identifica riesgos elevados si la disciplina no se mantiene: “Cualquier reversión repentina en la confianza puede traducirse en salida de capitales y presión sobre el tipo de cambio”. Para el banco, la proyección oficial de una expansión en 2026 depende “de una secuencia de mejoras políticas e institucionales que aún no pueden darse por descontadas”.
La disonancia entre ambas visiones se expresa principalmente en el grado de pesimismo respecto al ritmo y magnitud de la caída proyectada:
- JPMorgan utiliza el término “recesión técnica” para describir el momento económico y anticipa una baja más pronunciada en los trimestres siguientes.
- Morgan Stanley conserva una cifra de crecimiento anual más elevada y otorga margen a una recuperación, aunque matiza esa previsión con advertencias sobre la volatilidad y el clima político.
El escenario financiero y político agrega condicionantes sobre el ritmo de reactivación. A la presión sobre reservas internacionales y a las exigencias fiscales, se suma el riesgo de inestabilidad por factores electorales. Morgan Stanley remarca que “la volatilidad cambiaria y la incertidumbre política son obstáculos centrales para cualquier proceso de normalización de la economía”.

En medio de ese diagnóstico adverso, algunos indicadores locales complementan el cuadro de los bancos de inversión. Un indicador elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) apunta a una probabilidad cercana al 100% de un cambio de ciclo en los próximos seis meses, lo que en términos técnicos implica el paso de una etapa de expansión a una de contracción económica. Este dato cobra notoriedad en el debate local y ratifica la visión predominante en los informes internacionales.
Por su parte, el presidente Javier Milei admitió la inminencia de una desaceleración de la actividad y declaró el pasado viernes en una presentación que el ciclo actual puede experimentar una “pequeña pausa”. Según sus declaraciones, las dificultades de los últimos meses tienen origen en la resistencia de lo que denomina “el Partido del Estado”, dejando claro que la gestión ya observa signos claros de bajo dinamismo en el frente productivo.
El foco de los bancos de Wall Street apunta al corto plazo, con sucesivas advertencias sobre posibles retrocesos en la actividad si no se consolida el proceso de estabilización macroeconómica y no se fortalece el marco institucional. La economía enfrenta un futuro inmediato marcado por la fragilidad y la exigencia de estabilidad en todos sus frentes.
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ECONOMIA
El impacto de la volatilidad cambiaria sobre los precios: qué podría pasar con la inflación

La inflación de septiembre muestra señales de aceleración en comparación con el mes anterior, en un contexto de marcada volatilidad cambiaria. En el corto plazo, el índice de precios se mantendría en torno al 2 por ciento.
De cara a octubre, la variación del dólar será el principal factor que marque la tendencia del costo de vida, aunque los recientes anuncios sobre un respaldo financiero por parte de EE.UU. contribuyen a moderar expectativas.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de agosto fue del 1,9%, manteniendo la cifra de julio. Los rubros con mayores aumentos el mes fueron Transporte (3,6%) por la suba en el precio de los vehículos y de los combustibles, Bebidas alcohólicas y tabaco (3,5%) y Restaurantes y Hoteles (3,4%). Sin embargo, tras las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, el precio del dólar comenzó un sendero alcista y en algunas ruedas llegó a superar los $1.500.
En septiembre, el rubro Alimentos y bebidas, el que mayor peso tiene en la medición del Indec, tuvo un repunte en precios e impactó en el índice general, según distintos relevamientos de consultoras privadas.
La Cámara Argentina de Supermercados apuntó contra los aumentos especulativos de sus proveedores como mecanismo de cobertura y pidió que se retrotraigan las subas
La Cámara Argentina de Supermercados apuntó contra los aumentos especulativos de sus proveedores como mecanismo de cobertura y pidió que se retrotraigan las subas. El mensaje estuvo focalizado en yerbateras, aceiteras y algunos molinos harineros, que hicieron remarcaciones de hasta 7 por ciento.
En los mayoristas detallaron que recibieron listas con incrementos del 7% en aceites, galletitas, hasta 8%; yerba, entre 2,7% y 7% dependiendo la marca; alcohol etílico, 5,5%; y golosinas, 6%. Por el contrario, una empresa de cuidado personal bajó 2,5% sus precios.

Otras fuentes del sector supermercadista aseguran que las ventas deprimidas impiden el traslado a góndolas de las variaciones del tipo de cambio, pero debieron quitar promociones y ofertas. Al mismo tiempo, destacan que los consumidores se están inclinando por hacer sus compras en comercios de cercanía, lo que reduce aún más su mercado.
La consultora LCG registró en la tercera semana de septiembre una inflación en alimentos de 1,6%, presentando un alza de 1,5 puntos porcentuales respecto a los 7 días previos. Los principales ajustes se observaron en productos de panificación, cereales y pastas (5,2%) y en lácteos y huevos (5,1%). Compensó la baja en verduras del 3,4 por ciento.
La proyección mensual de EcoGo asciende a 2,9% en septiembre, con incrementos relevantes en frutas y verduras (2,4 por ciento).
El aumento en el tipo de cambio impactó en frutas importadas (EcoGo)
“El aumento en el tipo de cambio impactó en frutas importadas, como la banana, traccionando la categoría ‘otras frutas’ al alza (4,5%). Los cítricos también incrementaron su precio, y anotaron una suba promedio del 1,5 por ciento. Las verduras se vieron impulsadas por el aumento en el precio de la papa, que trepó 1,7% en la semana, y elevó la variación promedio del mes a 7,9%”, destacó el informe de EcoGo.
Respecto a otros sectores que mostraron avances importantes en septiembre, Transporte y Comunicaciones y Educación subieron en cada caso 2,3%. Así, la consultora estima una inflación del 2,4 por ciento.
En términos generales, desde Equilibra, el economista Lorenzo Sigaut Gravina dijo: “Observamos una ligera aceleración en la inflación para septiembre, con una proyección actual del 2,2%. Más allá del respaldo del Tesoro de Estados Unidos, que sobre todo contribuye en el plano financiero, este apoyo, junto con la eliminación temporal de las retenciones a los productos agropecuarios, permitió reducir el riesgo país y ayudó a estabilizar el dólar, incluso con una leve baja”.
Todo parece indicar que la inflación de octubre estaría en torno al 2% (Sigaut Gravina)
Respecto a octubre, “en principio, las tarifas no registrarían ajustes significativos y si el dólar se estabiliza, las naftas no muestran subas y se limita el impacto de los aumentos estacionales de precios, como los asociados al cambio de temporada en indumentaria o a un feriado largo, junto con salarios que crecen cerca del 1,5%, todo parece indicar que la inflación de octubre estaría en torno al 2%. No obstante, cualquier presión adicional sobre el tipo de cambio podría acelerar ese ritmo”, explicó.
Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, dijo: “Creo que puede estar un poco por encima del 2% el IPC de septiembre. Después de las elecciones bonaerenses, hubo aumentos en varios rubros muy generalizados. En la tercera semana se vio algo de moderación”.

La posibilidad de un swap con EEUU, un crédito stand-by y la compra de bonos argentinos en dólares “ayudan a evitar más problemas porque mejora el futuro del tipo de cambio”, dijo el especialista de C&T Asesores Económicos.
El último reporte de JP Morgan apuntó: “Con la inflación de alimentos -un factor clave en el ánimo político- esperando moderarse, la cuestión central ahora es cuánto capital político será necesario para atravesar esta ventana de oportunidad y si el gobierno podrá capitalizarla plenamente”.
El economista Claudio Caprarulo, de Analytica, espera una inflación para este mes de 2,1%, impulsada por alimentos y bebidas. El promedio de cuatro semanas también es de 2,1%, con alzas relevantes en verduras (6,1%) y frutas (5,1%). Entre las categorías con menores aumentos, se encuentran café, té, yerba y cacao (0,8%) y los lácteos (0,5 por ciento).
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ECONOMIA
Los bonos argentinos registraron su mejor semana desde 2022 luego de la ayuda que anunció Estados Unidos

El repunte de los activos argentinos esta semana ha sido vertiginoso. El peso se disparó un 10%, las acciones han subido un 7% y los bonos soberanos en el exterior registran ganancias del 22 por ciento.
Todo —o al menos la mayor parte— fue orquestado por el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien salió al rescate del presidente Javier Milei al prometer un salvavidas financiero para ayudar al gobierno a defender el peso, garantizar los pagos de deuda y mantener en marcha su agenda de reformas de libre mercado.
Las ganancias, las mayores del mundo esta semana, siguieron a caídas aceleradas desatadas por la contundente derrota de Milei en elecciones bonaerenses a comienzos de mes, que llevaron a los inversores a poner en duda la viabilidad de sus ambiciosos planes para la nación sudamericana.

La sola promesa de un acuerdo con EEUU impulsó un salto récord de los bonos el lunes. Los detalles de la ayuda, que incluyen un swap por USD 20.000 millones, posible apoyo del Fondo de Estabilización Cambiario y compras directas de deuda del país, alimentaron aún más el repunte.
“La intervención de EEUU ha servido como un interruptor, al brindar a la administración de Milei mayor margen de maniobra antes de las elecciones de octubre”, según un informe de analistas de JP Morgan encabezados por Diego Pereira publicado esta semana. “Incluso con el fuerte rally de esta semana, Argentina sigue luciendo barata en un panorama de mercados emergentes extremadamente ajustado”.
El grado en que se materialice la ayuda de EEUU —o cómo beneficiará a Milei en las urnas— está por verse. Por ahora, sin embargo, parece haber puesto un piso a los activos argentinos antes de las elecciones legislativas del 26 de octubre, en las que los aliados de Milei deben tener un buen desempeño si el presidente quiere seguir avanzando con su amplia agenda de reformas. Hasta entonces, la posibilidad de un mayor apoyo estadounidense probablemente haga que los inversores pesimistas lo piensen dos veces antes de apostar contra las acciones, los bonos y la moneda del país.

Milei, economista libertario que implementó una terapia de shock de libre mercado para terminar con las crisis que han golpeado al país durante décadas, ha tenido cierto éxito en controlar la inflación desbocada. Datos publicados esta semana mostraron que la pobreza cayó a su nivel más bajo desde 2018 en el primer semestre del año, ya que sus políticas redujeron la inflación desde niveles de tres dígitos.
Pero la recuperación de Argentina tras las medidas de austeridad implementadas al inicio de su presidencia se ha estancado, y la actividad económica lleva tres meses consecutivos de contracción hasta julio. El desempleo sigue elevado. La indignación de los votantes por algunos recortes de gasto —y un escándalo de corrupción en ciernes que involucra a su círculo íntimo— le valió derrotas inesperadamente amplias en las recientes elecciones locales.
El salvavidas de EEUU detuvo la estampida de activos argentinos provocada por esos reveses, pero no resuelve todos los problemas de Milei. Los analistas afirman, en general, que el peso está sobrevaluado —una pieza clave de su plan para contener la inflación—, aunque pocos esperan que el gobierno permita que se debilite más antes de las elecciones legislativas.
Su administración también necesita recomponer las reservas, que han caído USD 4.000 millones, hasta USD 39.000 millones, desde el máximo alcanzado el 4 de agosto, luego de que el banco central vendiera más de USD 1.000 millones en apenas tres días la semana pasada para defender la banda cambiaria acordada con el Fondo Monetario Internacional. Cualquier recomposición de las arcas marcaría un giro para Milei, que hasta ahora había evitado emitir pesos que pudieran minar sus objetivos de desinflación.
“Si los responsables de política no logran reconstruir reservas y ajustar el régimen cambiario, Washington podría repetir el error del FMI de 2018-19, destinando miles de millones para defender un esquema insostenible mientras los acreedores aprovechan la ventana para salir”, escribieron en una nota el jueves economistas de la corredora local One618 liderados por Juan Manuel Pazos.
Con información de Bloomberg
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ECONOMIA
Fausto Spotorno: “La economía argentina salió de terapia intensiva, pero no del hospital”

La economía volvió a mostrar señales de vulnerabilidad desde abril, principalmente por las consecuencias de las decisiones políticas y la ausencia de consensos, más que por insuficiencias en la gestión para revertir el prolongado ciclo de alta inflación, aumento del déficit fiscal y pérdida de competitividad externa.
Los principales indicadores macroeconómicos exhibieron avances durante los primeros 21 meses de la presidencia de Javier Milei, con una reducción de la pobreza del 41,7% al cierre del gobierno anterior al 31,6% en el primer semestre de 2025, tras un pico de 52,9% doce meses atrás. Sin embargo, empresarios y dirigentes opositores perciben que estas mejoras aún no impactan en la microeconomía -es decir, en pymes y trabajadores-.
Además, a la escasa acumulación de reservas en el Banco Central, consecuencia de la prioridad oficial por atender pagos a importadores y bonistas en un mercado internacional todavía cerrado, se suma el impulso legislativo de iniciativas que elevan el gasto público sin financiamiento genuino, así como un resultado adverso para el oficialismo en las elecciones legislativas locales de la provincia de Buenos Aires. Estos factores provocaron inestabilidad en los mercados cambiarios, de bonos y acciones, y pusieron en riesgo la estabilidad del plan económico.
El firme respaldo que Milei y su equipo económico recibieron por parte del gobierno de Estados Unidos, con gestiones del presidente Donald Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, permitió en los últimos días un cambio de tendencia y preparó el terreno para un clima político y financiero más favorable, tanto de cara a las próximas elecciones legislativas de medio término como para profundizar el programa de ordenamiento macroeconómico y reformas estructurales en la segunda mitad del mandato.
“Las preguntas sobre la sostenibilidad del programa no vinieron tanto por el lado de cómo se financiarían los desbalances, sino por el riesgo de que, si el apoyo político se debilitaba, se volviera a déficits difíciles de financiar”
En este contexto, Infobae entrevistó a Fausto Spotorno, economista y director del Centro de Estudios Económicos de OJ Ferreres y del Instituto de Economía de la UADE, además de profesor en UADE y Ucema y miembro de la Fundación Norte y Sur, para analizar la coyuntura y sus expectativas para los próximos meses.
— Desde mediados de julio, la confianza en los mercados se deterioró, acentuándose en agosto y empeorando tras el resultado electoral en Buenos Aires. ¿A qué factores atribuye este cambio en el clima de los mercados?
— Lo que se generó en los mercados es lo que se llama una crisis de confianza. Las crisis de confianza ocurren cuando el mercado asume que el rumbo económico que antes consideraba sostenible ya no podrá mantenerse. Generalmente, esto sucede ante desbalances macroeconómicos que requieren financiamiento y, por determinadas razones, (cambios en los mercados, crisis financieras, etc.) se asume que ese financiamiento dejará de estar disponible.
Esto puede provocar salida de capitales, caída de activos y devaluación de la moneda. En este caso, la particularidad reside en que las dudas surgieron desde el aspecto político. Las preguntas sobre la sostenibilidad del programa no vinieron tanto por el lado de cómo se financiarían los desbalances, sino por el riesgo de que, si el apoyo político se debilitaba, se volviera a déficits difíciles de financiar, o incluso a una eventual reestructuración de la deuda.

— Muchos analistas atribuyen la reciente inestabilidad a factores políticos, pero al mismo tiempo destacan “errores” de política económica. ¿Por qué cree que ponen el foco en las decisiones económicas incluso cuando el trasfondo parece político?
—Hay un vínculo. Está claro que algunos efectos del programa tuvieron impacto negativo sobre una parte de la sociedad y sectores económicos. Eso no es sorprendente: los planes de estabilización suelen tener efectos negativos o costos en términos de actividad económica en algún momento.
Adicionalmente, se puede argumentar que algunos efectos recesivos se intensificaron por determinadas decisiones de política económica, como la forma de eliminar las LEFI o el intento de forzar hacia abajo el tipo de cambio al momento de unificar el mercado cambiario. No existe un plan de estabilización perfecto y, de ninguna manera, esas medidas explican la volatilidad total de los mercados.
“Algunos efectos recesivos se intensificaron por determinadas decisiones de política económica, como la forma de eliminar las LEFI o el intento de forzar hacia abajo el tipo de cambio”
Pero sí es cierto que los impactos negativos de un plan de estabilización, como el enfriamiento de la economía o la apreciación cambiaria en un contexto complicado para muchas personas y empresas, pueden derivar en efectos políticos.
Por eso, es fundamental contar con solidez política para respaldar el programa cuando se sienten sus costos de corto plazo, especialmente si la oposición política no es constructiva o, peor aún, es destructiva y tiene un historial de manejo irresponsable de la economía.
— En casi dos años de gestión, algunos indicadores macroeconómicos muestran mejoras: aumento del superávit comercial, reducción de la deuda pública, descenso de la inflación, baja en la pobreza y crecimiento del PBI. ¿No son estos logros suficientes para inspirar confianza en los mercados?
—Al parecer, no. A pesar de todo ello, es necesario completar el programa; aún restan desafíos. La inflación bajó pero no se eliminó, la economía se estabilizó aunque no crece, la inversión sigue baja, el problema de las Leliqs persiste, los dividendos de las empresas siguen “encepados”, el salario real recuperó niveles de finales de 2023 pero continúa debajo de los valores de 2017. Queda mucho por avanzar y los desafíos para Argentina aún son grandes. La economía salió de terapia intensiva, pero no del hospital.

Lo que está en juego ahora es la continuidad y sostenibilidad de estos logros, así como el avance en la resolución de los problemas que todavía persisten. Dado un gobierno políticamente frágil y una oposición que no presenta propuestas claras, más allá de oponerse, resulta razonable que existan dudas sobre la continuidad de todo el programa.
Los inversores en industrias y servicios analizan el futuro y, en este contexto, es esencial que el Gobierno, ganando elecciones o vía acuerdos, pueda al menos dar garantías de que se intentará avanzar hacia ese futuro.
— Han surgido críticas por la falta de acumulación de reservas internacionales. Sin embargo, el Gobierno privilegió el pago atrasado de deudas, la eliminación de restricciones como las SIRA y la capitalización del BCRA. ¿Considera que esa estrategia fue errónea o hay otros factores más relevantes?
—La situación en ese aspecto no es sencilla de resolver. Las alternativas eran pocas. El pedido de acumular reservas responde a que estas son una garantía para el pago de la deuda externa y ayudan a reducir la volatilidad del mercado de cambios. Sin embargo, la forma más genuina y tradicional de acumularlas es a través de un aumento en la demanda de dinero, provocado por ingreso de capitales, algo que se vio muy poco.
La otra opción es a través de superávit fiscal para evitar emisión monetaria, aunque lograr un mayor superávit es muy difícil, aunque se avanzó algo en esa dirección.
“La forma más genuina y tradicional de acumular reservas es a través de un aumento en la demanda de dinero, provocado por ingreso de capitales, algo que se vio muy poco”
La única alternativa posible para el Gobierno es comprar reservas con emisión monetaria, lo que traería más inflación de la esperada, menos crecimiento, porque se restringen dólares para importaciones, y un tipo de cambio más alto.
La cuestión actual es si esto puede hacerse de forma moderada, de manera que la inflación se desacelere más despacio y que el impacto negativo sobre la actividad por menos importaciones pueda compensarse con mejora en las actividades exportadoras o no transables, de modo que el efecto sea imperceptible.
Algunos consideran que es posible con una política muy cauta, como la subasta diaria. Otros piensan que es muy riesgoso, especialmente porque puede comprometer el proceso de desinflación debido a los rezagos de la emisión sobre la inflación.

Hay que tener en cuenta que quienes poseen títulos argentinos preferirían ver más reservas, que “garanticen” el pago de la deuda, mientras que probablemente el Gobierno prefiere un proceso de desinflación lo más rápido posible.
— ¿Ve factible una recuperación de reservas en un contexto de tipo de cambio real alto, pero con la aprobación de leyes que incrementan el gasto, debilitan el flanco fiscal y pueden llegar a acelerar tanto la inflación como la pobreza?
— Sí, es posible. Si resulta necesario acumular más reservas y se tiene un tipo de cambio real más alto, lo más probable es que la actividad económica se vea perjudicada, porque los insumos importados se encarecerán y, como sabemos, hay una fuerte correlación entre la expansión de la actividad y las importaciones.
Aunque si suponemos que la operación es tan delicada que la sola expansión de las exportaciones compense este efecto, lo que pondría en riesgo la ecuación sería que se inestabilice la situación fiscal. Para financiarlo, se requeriría aumentar tasas de interés o emitir más moneda: es decir, recesión o inflación, ambos escenarios negativos, sobre todo para los sectores más pobres.
— ¿El aval del Tesoro de Estados Unidos para ayudar al país a cumplir con los vencimientos de deuda en 2026 sería suficiente para estabilizar los mercados?
— De aquí a las elecciones, seguro ayudará. Pero en el fondo, Argentina necesita consolidar credibilidad en los mercados. Estos programas de asistencia son solo un puente hasta que los mercados internacionales vuelvan a confiar en el país como destino seguro para invertir, donde no se asumen riesgos innecesarios y se cumplen las reglas.
“Los programas de asistencia son solo un puente hasta que los mercados internacionales vuelvan a confiar en el país como destino seguro para invertir”
— ¿Qué impacto cabe esperar de la sorpresiva decisión de eliminar las retenciones para los cereales y oleaginosos hasta el 31 de octubre, en términos de reservas y recaudación?
— En números, la baja temporal de retenciones le costará al Gobierno unos USD 1.000 millones, considerando después el Impuesto a las Ganancias sobre las cerealeras. En cuanto a reservas, debería impulsar una acumulación inmediata de unos USD 7.000 millones, dada la velocidad de la liquidación reciente. Pero, esta liquidación ahora representará faltantes a futuro.
Pienso que ante la necesidad de estabilizar el mercado de cambios, se tomaron decisiones rápidas y se generó mucho ruido. Ese es uno de los riesgos de las medidas transitorias. Sin embargo, resulta clave entender que es necesario avanzar en la eliminación de retenciones a las exportaciones.
— Con la actual incertidumbre, que se mantendría al menos hasta las elecciones de medio término, ¿tiene sentido analizar los supuestos macroeconómicos presentados en el Presupuesto 2026?
— Algunos sí. Nosotros somos algo menos optimistas en general. Pero al final, si no es optimista el Gobierno, ¿quién lo será? El problema es que a veces un exceso de optimismo puede llevar a suponer que habrá recursos que finalmente no estarán.
— Desde su perspectiva, ¿la economía argentina ya entró en un nuevo ciclo recesivo y le costará salir?
— La economía llegó a un techo que no logra superar desde hace más de una década. Con la suba de tasas y los cambios en la estructura, hay sectores muy golpeados. Probablemente veamos un estancamiento de algunos trimestres, en vez de una recesión profunda.

Puede haber dos trimestres de caída, lo cual técnicamente es una recesión, pero pensamos que en la práctica será estancamiento con leves fluctuaciones, hasta que se termine de ordenar la macroeconomía y clarificar el horizonte.
— El Gobierno implementó baja de impuestos y retenciones, redujo aranceles de importación, promovió mayor apertura y mejoró el tipo de cambio real. ¿Por qué estas medidas no alcanzaron para mejorar el clima de negocios, en particular en el sector industrial?
— El principal inconveniente es que sectores que funcionan con márgenes altos, bajos volúmenes y fuerte protección necesitan transformaciones profundas para adaptarse a una economía con menor inflación y mayor apertura. Así como los mercados financieros no perciben con claridad que el proceso tendrá éxito, por desorden político y dudas sobre el consenso social, lo mismo se observa a nivel productivo.
“Transformar un negocio requiere inversión y decisiones de largo plazo, pero si existe incertidumbre sobre el futuro, las empresas retrasan esas transformaciones”
Transformar un negocio requiere inversión y decisiones de largo plazo, pero si existe incertidumbre sobre el futuro, las empresas retrasan esas transformaciones.
— Los indicadores sociales y de calidad de vida, como la pobreza y la creciente informalidad laboral, siguen mostrando cifras muy preocupantes. ¿Qué efecto cree que tendrá la coyuntura sobre estos indicadores y sobre la vida cotidiana de la población?
— Si la inflación continúa descendiendo, veremos mejoras en algunos indicadores, como la pobreza, sobre todo para quienes perciben ingresos más bajos. Sin embargo, los sectores medios podrían verse perjudicados por la baja del empleo industrial y cierto estancamiento del salario real formal.

Es crucial avanzar con una reforma laboral, ya que una economía con baja inflación exige otras reglas y nuevas demandas laborales. Algunas industrias cambiarán drásticamente y, por lo tanto, su requerimiento de trabajadores también. Eso puede causar tensión en el mercado laboral y una reforma es fundamental para suavizar esa transición.
— Mirando hacia la segunda parte del mandato de Milei, ¿cuáles son, desde su perspectiva, los escenarios más probables para la economía argentina y qué debería hacer el Gobierno?
— Creo que el Gobierno tiene que avanzar en cuatro ejes:
- Reformas laboral y tributaria, para permitir una mayor competitividad y facilitar transformaciones productivas.
- Fortalecimiento político, logrando consensos claros para avanzar.
- Mejorar la gestión en aspectos que no son prioritarios hoy pero lo serán, como infraestructura y procesos estatales ligados al sector productivo, lo que implica mejorar de forma definitiva la institucionalidad (Presupuesto, autonomía del Banco Central, etc.).
- Acceder a los mercados financieros internacionales es clave, además de eliminar lo que resta del cepo cambiario.
— Para cerrar, ¿podría compartirnos una reflexión final sobre el panorama económico y político argentino?
— Argentina está ante un proceso de estabilización y transformación. Lograr la estabilización no significa mantener la misma economía de siempre, pero sin inflación. Significa que muchas cosas van a cambiar: este país fue adicto al déficit fiscal, la emisión monetaria y el proteccionismo, prácticas que no benefician el desarrollo ni el crecimiento de la sociedad.
“Este país fue adicto al déficit fiscal, la emisión monetaria y el proteccionismo, prácticas que no benefician el desarrollo ni el crecimiento de la sociedad”
Pero no resulta fácil abandonar esos hábitos, ya que forman parte de características profundas del sistema político y económico local. Eso requiere transformaciones y cambios que pueden tener costos económicos iniciales para algunos sectores, pero que son indispensables si queremos alcanzar una economía más ordenada y pujante.
La cuestión de fondo es si, finalmente, habrá un consenso político y social suficiente para llevar adelante estas transformaciones.
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