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ECONOMIA

Con el actual precio del dólar, Milei da un mensaje para que el campo saque la soja de los silobolsas?

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En la foto, la situación parece inmejorable: con las compras por casi u$s2.000 millones realizadas en lo que va de abril, el Banco Central quedó a punto de tener reservas netas positivas y se encaminan a lograr en poco tiempo la meta que el gobierno le prometió al Fondo Monetario Internacional.

Esos números se complementan con las imágenes de los camiones entrando a la zona portuaria de Rosario: son unos 4.000 camiones por día -70% cargados con trigo y 30% con soja-, que alientan la expectativa de meses con altos ingresos de divisas.

Y el cuadro se completa con la euforia del mercado de capitales por las acciones y bonos argentinos, mientras el índice de riesgo país cae a su nivel más bajo de los últimos tres años.

Para quien tome en cuenta este panorama, no puede resultar sorpresivo que el presidente Javier Milei haya calificado como «una estupidez sin sentido» la sugerencia de que acelere el ritmo devaluatorio mensual –»crawling peg», en la jerga financiera-.

Su argumento es simple: el dólar paralelo está bajando, hasta casi igualar el dólar de los importadores -es decir, el mayorista más el impuesto PAIS, que hoy se ubica en $1.014-. Y la entrada de las divisas por la exportación agrícola harán que el dólar pierda todavía más fuerza.

El razonamiento oficial es que con una aceleración de la tasa devaluatoria no sólo se estaría yendo en contra de la tendencia del mercado sino que, además, se podría poner en riesgo el proceso de desinflación de la economía.

La entrada de camiones a la zona portuaria de Rosario llega a 4.000 por día, pero advierten que eso no necesariamente implica una venta inmediata

La entrada de camiones a la zona portuaria de Rosario llega a 4.000 por día

Sin embargo, cuando se observa la situación con más detalle, aparecen las dudas: ni la entrada de dólares está asegurada, ni la estabilidad cambiaria luce tan natural. Al menos, eso es lo que se observa tanto en el campo como en el mercado financiero.

Un arranque a baja velocidad

Lo cierto es que la «cosecha salvadora» está lejos de ser tal, y los productores agropecuarios no viven en absoluto un momento de euforia.

La entrada de camiones a la zona portuaria rosarina, que en dos semanas llegó a 30.000, es una cifra grande cuando se la compara con el desastroso panorama del año pasado, que estuvo afectado por una sequía histórica. En cambio, si se compara contra el 2022, que fue un año excelente en volúmenes de producción y exportación, ahí la cosa cambia. El ritmo de entregas de este año está un 25 por ciento abajo.

La situación climática no fue tan buena como se esperaba: en algunos casos por demora en la llegada de lluvias, en otras regiones por el exceso. Y, para colmo, las proyecciones en la cosecha de maíz se están revisando a la baja por culpa de la «chicharrita», una plaga que arruina los cultivos.

En realidad, los productores están en una actitud cautelosa, más dispuestos a guardar producto que a vender, salvo en las cantidades apenas necesarias para cubrir sus obligaciones financieras. De hecho, pocas veces se había llegado al momento de la cosecha con un nivel tan bajo de ventas con precio fijado.

Hablando en números, sobre una cosecha estimada en 50 millones de toneladas, apenas hay anotadas ventas por 800.000 toneladas. Es decir, apenas un 1,6%, lo que da la pauta de que los productores tienen la intención de retener la mayor cantidad de grano posible.

Esta situación que describen los productores parece contradictoria con la gran cantidad de dólares que está comprando el Banco Central. Sin embargo, hay una explicación: el ingreso de divisas de las últimas semanas no sólo se explicó por el sector agropecuario, sino que también hubo ventas extraordinarias en rubros como minería y energía.

Las proyecciones sobre entrada de divisas por la exportación agrícola se han moderado tras los reveses climáticos

Las proyecciones sobre entrada de divisas por la exportación agrícola se han moderado tras los reveses climáticos

Ni el precio ni el tipo de cambio

La realidad es que el humor que se percibe en el campo es que no es tiempo de vender sino de esperar. Y resulta elocuente el hecho de que uno de los productos más vendidos en los eventos agrícolas del año fue la silobolsa.

Y el motivo es simple: los productores consideran que hoy su ecuación de negocio no cierra, porque reciben un dólar de exportación a $899 -el resultado de liquidar el 80% al cambio oficial y el 20% al «contado con liquidación»- mientras deben importar sus insumos a un tipo de cambio importador de $1.014. Es decir, con una brecha de 13%.

Para colmo, no están satisfechos con el precio del mercado internacional: en el caso de la soja, la cotización de Chicago está en u$s433, bien lejos de los altos valores de los dos años anteriores.

Y, como se sigue aplicando la retención de 33%, el resultado es que al productor le queda en su bolsillo u$s222 después de liquidar en el mercado oficial y recomprar divisas en el paralelo. En otras palabras, retiene apenas un 51% del precio internacional, un promedio parecido al que le dejaba los programas de incentivo exportador de Sergio Massa, con la diferencia de que ahora tienen un dólar más alto para importar.

Los productores no dudan en calificar como «quebranto» el resultado de esta campaña, que para muchos cultivos dejará números en rojo. Y, para colmo, no hay buenas perspectivas climáticas para la próxima, dado que ya se está hablando de otro «año Niña» en 2025.

El mensaje de Milei a los productores

Es en ese marco que los analistas del negocio agrícola advierten que no hay que entusiasmarse más de la cuenta respecto del ingreso de divisas. Y que el hecho de que entren camiones al puerto rosarino no significa que inmediatamente haya liquidación de dólares.

Hay dos motivos en este momento que justifican la falta de urgencia para vender: uno es la expectativa de una recuperación del precio internacional para los próximos meses; el otro es la nueva especulación sobre el tipo de cambio.

«El gobierno te da una señal controvertida porque quiere que liquiden pero por otro lado te dice ‘en unos meses levanto el cepo y unifico el tipo de cambio'», sintetiza Javier Buján, directivo de Kimei Cereales, entrevistado en Canal Rural.

«El productor ve que Milei hasta ahora hizo lo que dijo, y si la señal es que unificará el tipo de cambio, entonces se ganará esa diferencia de brecha que hoy tiene. Todo eso frena la venta, es algo lógico por los precios de quebranto que hay ahora», agrega.

Milei salió a desarmar versiones sobre un mayor ritmo devaluatorio y dio a entender que el peso puede apreciarse más

Milei salió a desarmar versiones sobre un mayor ritmo devaluatorio y dio a entender que el peso puede apreciarse más

Es en ese marco que las declaraciones de Milei sobre la política cambiaria adquieren otra significación: no solamente le está hablando al FMI y al mercado financiero para alejar expectativas de devaluación. También le está enviando una señal al campo, para que no se especule con medidas cambiarias en el corto plazo.

Hoy la euforia inicial dejó paso a la cautela. Los analistas consideran que, en la medida que los productores agrícolas sigan esperando que haya una devaluación que lleve su precio de exportación al actual nivel del «contado con liqui» o más, entonces la exportación de granos y liquidación de divisas se dará a un ritmo mucho más lento de lo esperado, y los silobolsas volverán a estar llenos.

«Un mayor atraso, con precios que todavía se mueven a un ritmo muy superior al 2% mensual del crawl puede empezar a generar tensiones. Mayores expectativas de devaluación podrían incidir en menores liquidaciones y en renovadas presiones sobre las cotizaciones paralelas», observa un informe de la consultora LCG.

Las tajantes definiciones de Milei son una prueba de que el gobierno está dispuesto a pulsear en la pelea de las expectativas del mercado.





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ECONOMIA

El mercado ve difícil que se mantenga el superávitl si baja el impuesto PAIS y aunque vuelva Ganancias

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A la hora de buscar explicaciones para la desconfianza que está expresando el mercado respecto del plan de Luis Caputo, hay datos en la recaudación tributaria de junio que aportan claridad. Una vez más se evidenció que el superávit fiscal, lejos de estar asegurado, depende de medidas transitorias cuyo efecto ya no se verá dentro de pocos meses.

El más notorio es el impuesto PAIS, el gran anabólico de las cuentas fiscales, que el mes pasado aportó nada menos que un 7% de la recaudación total. Es, precisamente, el impuesto que el gobierno se comprometió a reducir en el corto plazo, al aceptar que su aplicación resulta distorsiva para la economía.

Por lo que ha insinuado el gobierno, ya en agosto se debería reducir su alícuota, que del actual 17,5% volvería al 7%. Y en teoría, el año próximo no debería seguir vigente, dado que tendría que salir de escena junto con el cepo cambiario. Al menos, ese fue el argumento que el propio Javier Milei había planteado el verano pasado, cuando en medio del debate por la ley Bases se negó al pedido de los gobernadores provinciales para coparticipar el impuesto PAIS.

La recaudación de impuestos en junio es clara respecto del impacto que tendrá el paulatino recorte de este tributo. Si ya se estuviera aplicando la reducción de 10 puntos en la alícuota, entonces la recaudación total habría disminuido en $445.000 millones, un 4% del total.

Esa cifra supera, por ejemplo, el monto del superávit fiscal primario obtenido en abril pasado. Y también habría sido superior al superávit de mayo, si no fuera porque ese mes se produjo, excepcionalmente, un alto ingreso por un efecto contable post devaluación.

Un superávit que sigue dejando dudas

Es así que quienes tienen dudas sobre la sostenibilidad del superávit se replantean la preocupación por la dependencia que Caputo está demostrando respecto de un impuesto que, de cumplirse con lo prometido, dejará de hacer su aporte justo en un momento recesivo, en el que otros tributos más directamente ligados a la actividad comercial -como el IVA, por ejemplo, ven disminuida su capacidad contributiva-.

Pese a la insistencia de Toto Caputo y Santiago Bausili por transmitir solidez en el plano fiscal, el mercado sigue expresando dudas sobre la sostenibilidad del superávit

En otras palabras, regresan las sospechas de que durante el segundo semestre, que es cuando típicamente aumenta las erogaciones del gasto público, ya no resulte posible sostener el superávit de las cuentas, si al mismo tiempo no se cuenta con la ayuda del impuesto PAIS.

Serán meses en los que, al contrario de lo que ocurrió hasta ahora, el gasto jubilatorio -por lejos, el de mayor incidencia en el presupuesto- empezará a crecer en términos reales por efecto de la nueva fórmula indexatoria. Y hasta los rubros que en otros años salvaron la recaudación, como las retenciones a la exportación del agro, ahora muestran menos pujanza: en junio representaron apenas un 3,8% del total, cuando en otras épocas aportaban cerca del 10%.

Ahora, para complicar más la situación, los analistas creen que, a partir de las nuevas medidas monetarias -que transfieren al Tesoro la responsabilidad de pagar a los bancos por su excedente de liquidez- se hará todavía más difícil el panorama, porque eso requerirá un mayor nivel de superávit primario.

Así lo plantea Jorge Vasconcelos, economista jefe de la Fundación Mediterránea, después de analizar el desafiante calendario de pagos para las arcas fiscales.

«Debería explicitarse cómo la mayor carga de intereses que habrá de enfrentar el sector público no habrá de complicar el cumplimiento de las metas fiscales. No es un tema menor, dadas las dificultades para bajar el riesgo país y la conexión que existe entre la continuidad del cepo y la necesidad del Tesoro de asegurarse licitaciones exitosas ante cada vencimiento de deuda», apunta el economista.

¿Se puede prescindir del impuesto PAIS?

En el último mes, el ingreso tributario se vio potenciado por el hecho de que el impuesto PAIS se aplicó también a las empresas que compraron el bono Bopreal con el objetivo de girar al exterior dividendos o utilidades.

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

Al permitir esa remisión de fondos al exterior, que hacía más de cinco años que estaba vedada a las empresas, el gobierno se aseguró el éxito en la colocación de este bono, con un volumen equivalente a u$s1.743 millones. Traducido a pesos, significa que los inversores entregaron $1,54 billón. Y, como todo está gravado por este tributo, quedaron en la caja de la AFIP $269.000 millones.

Es lo que permitió que en la recaudación de junio el impuesto PAIS haya dado un salto de 38,5% respecto de lo conseguido en mayo.

¿Qué tan grave es actualmente la dependencia del impuesto PAIS? Hasta hace dos meses, lo suficiente como para afirmar que, si no existiera, habría regresado el déficit fiscal. En este momento se está verificando un «oxígeno» proveniente del impuesto a las Ganancias, pero aún así hay dudas sobre la duración de ese fenómeno.

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Aunque baje el impuesto PAIS, ¿la vuelta de Ganancias podrá mantener el superávit?

Ocurre que Ganancias está reflejando el impacto del vencimiento del primer anticipo de las sociedades con cierre diciembre, por el período fiscal 2024. Eso le permitió crecer al punto de que en junio su participación fue el 22% de la recaudación total, cerca de su promedio histórico -cuando durante todo el año había promediado un 14%-.

Pero claro, ese efecto es de corta duración y no se volverá a verificar en los próximos meses. Es por eso que ahora la apuesta es a que en la caja de la AFIP empiece a notarse el impacto de la recientemente aprobada ley Bases.

Con el regreso del aporte que realizarán unos 800.000 trabajadores por el impuesto a los Ingresos -como se rebautizó a la cuarta categoría de Ganancias-, se espera que haya un ingreso tributario lo suficientemente alto como para disimular la pérdida que se producirá por la contribución del impuesto PAIS.

La calculadora de Impuesto a las Ganancias

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

En los papeles, el regreso de Ganancias permitirá un incremento de 0,4% del PBI, lo cual, según los cálculos de Toto Caputo, disiparía las dudas respecto de la consecución del superávit fiscal. Claro que, a diferencia de lo que ocurre con el impuesto PAIS -cuya recaudación queda íntegramente para el Tesoro-, lo que ingrese por Ganancias se debe coparticipar con las provincias, que se quedan con 58% de la caja.

Pero el gobierno apuesta a que su jugada salga bien. La historia reciente demuestra que Ganancias es uno de esos impuestos que son relativamente inmunes a los momentos recesivos como el actual. A diferencia de tributos como el IVA, cuyo nivel de recaudación está directamente vinculado a la fase -expansiva o recesiva- del ciclo económico, Ganancias suele mantenerse, porque su ingreso depende del incremento nominal de los ingresos, que en una economía inflacionaria tiende a subir.

De todas formas, entre los analistas no hay consenso respecto de cuánto tiempo llevará para que la reforma legislativa sobre Ganancias deje ver plenamente su impacto en las cuentas fiscales. Y esas dudas se acrecentaron por la ralentización en la eliminación de subsidios estatales a la energía, en el marco de la preocupación oficial por acentuar la desinflación.

Tanto es así que todavía se escuchan dudas respecto de si, efectivamente, el impuesto PAIS desaparecerá el año que viene, aun cuando se avance en un desarme del cepo. Eso implicaría reducir la cuenta corriente -la del comercio de bienes- al tiempo que se abre la cuenta capital y financiera, algo que los economistas asocian a una mayor volatilidad del dólar y una economía más vulnerable a los shocks externos.

Mientras tanto, el dólar paralelo sigue batiendo récords a diario, indiferente a las declaraciones de los funcionarios sobre la solidez de la situación fiscal.



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