ECONOMIA
Desglose de la lista de Morgan Stanley de los principales valores europeos para poseer Por Investing.com
Morgan Stanley (NYSE:) ha revisado recientemente su selección de los principales valores europeos. La actualización incluye información sobre los nuevos valores añadidos, los criterios de elección de estos valores y su rentabilidad en comparación con importantes índices de referencia.
Desde el lanzamiento de Morgan Stanley’s European Top Picks en septiembre de 2021, estos valores se han comportado mejor que el mercado en general.
Los valores elegidos han producido una rentabilidad total 17,2 puntos porcentuales superior a la del índice MSCI Europe y 28,7 puntos porcentuales superior a la del índice MSCI Europe que otorga la misma ponderación a cada valor.
Los cambios más recientes en la lista de Morgan Stanley European Top Picks han añadido seis empresas: Barclays (LON:), Fresenius (ETR:) SE, Getlink, Rheinmetall (ETR:), Saipem (BIT:) y Total. Estas empresas fueron elegidas por sus sólidos resultados financieros, sus posiciones competitivas en el mercado y su potencial para obtener mejores resultados que el mercado en las actuales condiciones económicas.
Barclays, una importante empresa de servicios financieros con sede en el Reino Unido, se encuentra en una buena posición para beneficiarse de las subidas de los tipos de interés por parte del Banco de Inglaterra. La sólida base financiera del banco y sus activos de alta calidad lo hacen capaz de resistir las dificultades asociadas a unos tipos de interés más altos.
Además, la diversidad de operaciones de Barclays, que incluye una sólida división de banca de inversión, le permite aprovechar las oportunidades de crecimiento en distintas áreas de la industria financiera.
Fresenius SE está dispuesta a aprovechar la creciente necesidad de servicios sanitarios. Tras la crisis sanitaria mundial provocada por el COVID-19, es probable que la empresa internacional de asistencia sanitaria asista a un aumento de las intervenciones quirúrgicas programadas y otros servicios médicos no urgentes.
El amplio alcance del mercado de Fresenius SE en Europa y otras regiones ofrece diversas fuentes de ingresos, lo que la convierte en una opción fiable de crecimiento en el ámbito sanitario.
Getlink, la empresa que gestiona el túnel bajo el Canal de la Mancha, está llamada a beneficiarse del aumento de los viajes y el comercio entre el Reino Unido y Europa.
Con el aumento del movimiento internacional, se espera que la infraestructura de la empresa experimente un mayor uso.
Además, el compromiso de Getlink con las iniciativas de transporte ecológico está en consonancia con los objetivos de la Unión Europea de reducir las emisiones de carbono, lo que podría generar nuevas oportunidades de crecimiento.
Rheinmetall está preparada para beneficiarse de la creciente necesidad de sus productos de defensa debido al aumento de las tensiones geopolíticas y el énfasis en el gasto de defensa en Europa.
Se espera que la gama de productos de la empresa de tecnología de defensa, que incluye tecnología y vehículos militares sofisticados, reciba más pedidos a medida que los países de la Unión Europea refuercen sus fuerzas de defensa. Las sólidas relaciones de Rheinmetall con los gobiernos europeos y su reputación de innovación en tecnología de defensa contribuyen a sus perspectivas de crecimiento.
Saipem está llevando a cabo una reestructuración para prepararse para el crecimiento futuro. Con la recuperación del mercado mundial de la energía, es probable que la especialización de Saipem en perforaciones marinas e infraestructuras energéticas sea muy solicitada.
Además, los proyectos de energía renovable de la empresa de ingeniería y construcción coinciden con la creciente atención prestada a la sostenibilidad en la industria energética, lo que ofrece una prometedora vía de crecimiento futuro.
Total, una de las mayores empresas energéticas de Europa, cuenta con una sólida estructura financiera y una amplia cartera que incluye tanto fuentes de energía convencionales como inversiones en energías renovables.
La empresa está estratégicamente posicionada para gestionar el cambio de fuentes de energía, con inversiones en proyectos de energía solar, eólica y de hidrógeno.
Además, las sólidas operaciones de Total en la extracción de y gas garantizan su continua importancia en el mercado energético mundial, mientras que sus esfuerzos por reducir las emisiones de carbono la sitúan en una buena posición para adaptarse a futuras normativas.
Los Top Picks europeos de Morgan Stanley se eligen mediante un minucioso proceso que incluye un análisis detallado por parte de sus equipos de análisis de renta variable. Los valores elegidos son aquellos con una calificación de Sobreponderar, lo que significa que los analistas creen que estos valores se comportarán mejor que sus homólogos del sector. El proceso de selección también tiene en cuenta el clima general del mercado, las tendencias del sector y las características específicas de cada empresa.
La estrategia que subyace a la selección consiste en encontrar valores con una relación riesgo/beneficio favorable y un potencial de crecimiento significativo en distintas condiciones de mercado.
Los analistas de Morgan Stanley revisan periódicamente estas selecciones, actualizándolas cuando es necesario para reflejar los cambios en las condiciones del mercado y las noticias de las empresas. Este método garantiza que las Mejores Selecciones sigan siendo aplicables y coherentes con el clima de inversión imperante.
La incorporación de valores tanto defensivos como cíclicos muestra una estrategia equilibrada diseñada para proporcionar estabilidad y captar crecimiento en sectores que probablemente se recuperen o crezcan más.
Por ejemplo, Barclays y Total ofrecen exposición a los sectores financiero y energético, respectivamente, que se espera se beneficien del aumento de los tipos de interés y del cambio mundial en la producción de energía.
Además, empresas como Fresenius SE y Rheinmetall ofrecen oportunidades de crecimiento más conservadoras en sanidad y defensa.
Este artículo ha sido producido y traducido con ayuda de IA y revisado por un editor. Para más información, consulte nuestros Términos y condiciones.
ECONOMIA
El mal momento de Pablo Moyano: pierde influencia sobre gremios y sus paros son menos contundentes
Uno de los síntomas más elocuentes sobre el momento político del país es la reciente derrota interna de Pablo Moyano en el debate sindical sobre si es momento de ir al choque con Javier Milei o dialogar. El líder camionero parecía convencido de que iba a obtener respaldo para un paro general en diciembre, pero recibió una contundente negativa por parte de la cúpula de la CGT.
En realidad, no fue una situación muy sorpresiva: el fallido paro transportista del 30 de octubre había dejado en claro el escaso clima que había en el ámbito sindical como para escalar la conflictividad. De hecho, ese día Moyano y los sectores más radicalizados del sindicalismo habían quedado desairados: la adhesión a la medida fue baja, al punto que casi no tuvo consecuencias en la actividad comercial del país.
Pero, lo peor para Moyano, quedó en evidencia que el gremio de los colectiveros no compartía los motivos de la protesta: mientras el camionero y los dirigentes ferroviarios y aeronáuticos habían planteado el paro como una típica medida política contra las reformas de Milei, los colectiveros estaban en conflicto por una típica negociación salarial. Con la excusa de que se encontraban impedidos por la medida de conciliación obligatoria, le dijeron a Moyano que irían al paro, pero no el mismo día sino en la jornada siguiente, y finalmente pasó lo que todos sospechaban: se anunció un acuerdo salarial y el paro de colectivos se levantó.
El fracaso de aquel paro fue inversamente proporcional al tono de las amenazas que hicieron los dirigentes. «El gobierno no sabe dónde se está metiendo», había dicho Pablo Biró, dirigente del sindicato aeronáutico y uno de los enemigos preferidos del gobierno para debatir sobre la reforma de Aerolíneas Argentinas.
También, como un reconocimiento tácito de que la protesta había sido floja, ese día los seguidores de Moyano habían advertido que «recién estamos calentando motores» y que esa medida de fuerza debía ser interpretada como una etapa más en una escalada de crecimiento conflictivo. De hecho, se avisó sobre una masiva «marcha federal» y un nuevo paro, un anuncio que solamente fue recibido con entusiasmo por los estatales de ATE -que no pertenece a la CGT sino a la central izquierdista CTA- mientras los «gordos» liderados por Héctor Daer permanecían indiferentes.
Con semejantes antecedentes, hasta resulta raro que Moyano no haya revisado sus planes y haya insistido en una postura combativa con la que ni siquiera tiene el apoyo de su padre, el legendario Hugo Moyano.
Es por eso que, en este momento, una de las especulaciones del ámbito político es que se esté generando, deliberadamente, una puja interna que termine por fracturar nuevamente al movimiento sindical. Una fisura, por otra parte, que el gobierno de Milei ve como funcional a sus intereses.
Pablo Moyano y medidas de fuerza cada vez menos efectivas
«Hay que estar en la calle para seguir resistiendo y denunciando este modelo económico que tanto daño le está haciendo a los argentinos y no podemos mirar para otro lado», había advertido Moyano antes de que el secretariado de la CGT se reuniera el miércoles.
El característico tono combativo de Moyano parecía destinado a calentar el ambiente previo, porque volvió a criticar a quienes defienden la postura dialoguista con Milei y les pidió «que se hagan cargo de sus actos». En el sector de Moyano, el chiste de moda es que la sigla CGT quiere decir, en realidad, «Confederación General de Twitter», por la preferencia de los dirigentes de estar más activos con comunicados en las redes que con medidas de protesta callejera.
Lo cierto es que la fisura está ratificada después de la reunión del miércoles, en la que no solamente no se apoyó la convocatoria a un nuevo paro sino que se ratificó que «nuestra apuesta sigue siendo el diálogo, centrado en los ejes de desarrollo, producción y trabajo», al tiempo que calificaron al grupo de Moyano como un sector minoritario que está, en realidad, bajo la influencia política del kirchnerismo.
Esta división puede parecer extraña para quien recuerde el compacto frente sindical que había mostrado el sindicalismo en los primeros días de Milei. En enero, cuando contrariando los consejos de los políticos peronistas la CGT convocó a un paro general en plena temporada de vacaciones y además realizó una concentración frente al Congreso, era evidente que toda la clase sindical se sentía amenazada.
El gobierno acababa de anunciar su decreto de necesidad y urgencia donde se cambiaban normativas laborales concernientes a los despidos y se afectaba la financiación de las obras sociales. Además se preparaba el primer intento de ley bases, que implicaba una reducción del poderío político y financiero de los sindicatos y, para colmo, se incluía la primera versión de la reinstauración del impuesto a las Ganancias.
En aquel momento, el paro fue un éxito. Y los discursos de todos los dirigentes de la CGT estuvieron dirigidos más a los gobernadores y legisladores peronistas que al propio gobierno. Les advertían que no había que darles los votos a las reformas que proponía Milei, bajo riesgo de ser considerados traidores.
También había sido masivo el paro parcial del 9 de mayo, todavía con un Milei debilitado por no haber podido impulsar la ley bases, y en el momento en el que la recesión económica se hacía sentir con mayor magnitud.
En aquel momento, había además conflictos sectoriales, dentro de los cuales el de camioneros fue uno de los más notorios. El motivo era que el ministro Luis Toto Caputo había decidido no homologar las paritarias que convalidaran cifras demasiado encima de lo que el gobierno creía que iba a ser el sendero descendente de la inflación.
Ese conflicto finalmente se destrabó cuando Hugo Moyano acudió a la Casa Rosada y habló con Guillermo Francos. Se resolvió el problema al más puro estilo del peronismo tradicional: en los papeles, el gremio camionero aceptó un aumento menor al previsto, pero eso se compensaba con pagos de suma fija. De forma tal que en términos reales se cobraba lo pretendido, pero se evitaba darle al mercado la señal política de una paritaria a la que Caputo temía por su capacidad de «efecto contagio».
La CGT en un nuevo contexto político
Diez meses después de aquella expresión de combatividad sindical, muchas cosas parecen haber cambiado. Parte de ello es la situación económica, que le permitió a los gremios con mayor capacidad de negociación una recuperación salarial.
De hecho, según la estadística del Indec, los salarios del sector privado registrado -es decir, el rubro en el que figuran los sectores bajo convenio- tuvo una mejora nominal de 124% acumulada hasta septiembre, mientras que la inflación de ese período fue de 101%.
Y, ante la disminución que está mostrando el IPC, está ocurriendo uno de los efectos más buscados por el gobierno: que las negociaciones en las paritarias dejen de ser casi permanentes para empezar a espaciarse en período de tres o cuatro meses.
Pero, sobre todo, lo que ha cambiado es el contexto político: en el entorno de Milei convencieron al presidente sobre la conveniencia de hacer algunas concesiones a «los gordos» de la CGT para evitar un clima de conflictividad.
Y así fue que mientras algunas reformas se aprobaron -en particular, el regreso del impuesto a las Ganancias, vital para la consolidación del superávit fiscal-, quedaron relegados otros temas menos urgentes para la política económica pero importantes para la cúpula sindical, como la reforma en las obras sociales o el aporte de la cuota sindical.
De hecho, resultó sintomático que el PRO emitió un comunicado en el que lamenta que en el Congreso no haya tenido aprobación un paquete de reforma sobre «democratización sindical» y para cambiar aspectos de la justicia laboral.
No hubo un reproche explícito al gobierno, aunque se empiezan a acumular temas -como el fracaso de la iniciativa «Ficha Limpia»- en los que el macrismo insinúa que Milei prefiere no avanzar con tal de mantener espacio de negociación con el peronismo.
«Esta reforma que impulsamos desde nuestro bloque proponía medidas fundamentales para modernizar el sindicalismo argentino: poner fin a las reelecciones indefinidas de los dirigentes gremiales, eliminar la obligatoriedad de la cuota solidaria, exigir declaraciones juradas de bienes a los sindicalistas y garantizar mayor transparencia en el manejo de los recursos de los gremios», dice el comunicado del PRO, que se queja de la «oportunidad perdida».
Una fisura que es funcional a Milei
Al mismo tiempo que Milei exhibe esa disposición a dialogar con el sindicalismo «de los gordos», muestra también cierta comodidad en contar a Pablo Moyano entre sus enemigos.
A esta altura, es una estrategia política ya consolidada la de levantar el perfil de figuras que tienen alto grado de rechazo en el electorado «libertario», como forma de reforzar la fidelidad de su base de apoyo social.
Moyano es un ejemplo típico, al igual que el aeronáutico Pablo Biró, en quien el gobierno personificó los vicios y privilegios sindicales del gremio aeronáutico. Precisamente, unos días antes del desaire que sufrió Moyano con la cúpula de la CGT se había producido otro evento importante para Milei: el retroceso del sindicato de Aerolíneas.
Al percibir que la amenaza de la privatización no era un «bluff» sino una posibilidad cierta en la que Milei estaba dispuesto a avanzar, los sindicalistas de Aerolíneas aceptaron una tregua, suspendiendo los paros que irritan a los pasajeros en los aeropuertos, acotando sus pretensiones salariales y aceptando que se pongan en revisión algunos de los privilegios más alevosos en cuanto a viáticos y beneficios contenidos en el convenio.
En definitiva, la fisura dentro del ámbito sindical es percibida por el gobierno como algo beneficioso: por un lado, le resta fuerza a las convocatorias de manifestaciones o medidas de protesta. Y, al mismo tiempo, preserva un grupo de dirigentes radicalizados, con Moyano a la cabeza, con los cuales polemizar para satisfacción de los cibermilitantes libertarios.
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