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ECONOMIA

Economistas advierten que si se desarma el cepo, más turistas dejarán de usar dólares del colchón

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En la lista de obstáculos que tiene el gobierno para levantar el cepo cambiario se suele mencionar algunos problemas clásicos: el posible salto devaluatorio, la deuda con los importadores, la eventual pérdida de recaudación del impuesto PAIS y la inestabilidad de los depósitos en el sistema cambiario.

Hay, sin embargo, un problema del que se habla menos, pero que desde hace años constituye un dolor de cabeza para todos los gobiernos, sea cual sea su signo político y su grado de liberalismo o intervencionismo: el déficit de dólares por turismo.

Es una verdadera piedra en el zapato de Toto Caputo, que en el último balance cambiario -correspondiente a febrero- se encontró con dos realidades contradictorias: en la cuenta corriente, un superávit de u$s1.500 millones, lo cual permite oxigenar las cuentas del Banco Central, que está a punto de salir de los números «en rojo» en materia de reservas.

Pero cuando se pone la lupa en el sector servicios, todo cambia: hay un persistente déficit, si bien ha disminuido. El rubro «Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta» tuvo un resultado negativo deficitario por u$s266 millones. Y, en sí mismo, el número es un recordatorio sobre los problemas que podrían venir tras una liberación cambiaria.

Apenas tres meses antes, en noviembre del año pasado, ese rubro había arrojado un impactante déficit de u$s975 millones, algo que obligó al gobierno saliente a subir impuestos hasta un nivel casi prohibitivo para quienes compraran pasajes de avión o usaran la tarjeta de crédito en el exterior: la percepción por Ganancias, que hasta entonces estaba en 40%, se fue directamente a 100%. Ya antes se aplicaba otra percepción, de un 25% por el impuesto de Bienes Personales, más un 30% del impuesto PAIS.

En definitiva, el gobierno peronista, que había arrancado la gestión aplicando un 30% de impuesto al turismo, terminó la gestión con un 155%. El dato es, en sí mismo, un reconocimiento tácito de fracaso en el intento de que los argentinos recurrieran a sus propios «dólares del colchón» para costear sus viajes al exterior.

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El riesgo eventual del levantamiento del cepo: que vuelva a ser conveniente usar los dólares del BCRA y no los «del colchón»

Fue a fines de 2021, cuando se levantaron las restricciones post pandemia, que los viajeros decidieron tomarse la revancha por la imposibilidad de ir al exterior en los dos años previos. Ya se había incrementado la carga impositiva para encarecer la compra de los pasajes -que, por ley, sólo puede ser comercializada en pesos-, y entonces el Banco Central creyó que la forma de atenuar la salida de divisas sería terminar con la financiación crediticia: quien quisiera viajar, tenía que pagar al contado.

Sin embargo, esa medida tampoco funcionó: hacia fines de 2022, la salida de dólares por el rubro turismo ya se acercaba a los niveles pre-pandemia, cerca de los u$s7.000 millones netos al año.

Finalmente, ante la imposibilidad de frenar la salida, se puso el foco en aumentar la entrada de divisas de los extranjeros que llegaban al país, al reconocerles un tipo de cambio equivalente al paralelo, para que los turistas vendieran sus dólares en el canal oficial en lugar de dárselos a los «arbolitos» de la city.

Antecedentes inquietantes

¿Qué podría pasar ahora si se avanzara en la eliminación del cepo cambiario? Los antecedentes históricos son inquietantes: en 2017, durante la gestión macrista -y con Toto Caputo en funciones como ministro de Finanzas- se llegó a un nivel récord de u$s10.600 millones de déficit. En aquel momento se combinaba una absoluta libertad cambiaria, un régimen de libre flotación y un atraso cambiario provocado por el flujo de ingreso de capitales -la cuenta corriente llegó a marcar casi 6% de déficit-.

El hecho de que se hayan registrado fuertes salidas de divisas por turismo tanto en los gobiernos librecambistas como en los partidarios de los controles deja en cambio que la cuestión regulatoria es sólo parte de la explicación: el principal factor es el precio del dólar.

Así, durante la gestión de Cristina Kirchner, con la aplicación del primer cepo cambiario, se llegó en 2013 a un récord de déficit turístico por u$s8.730 millones. Al año siguiente, se produjo una brusca caída de 38%, y curiosamente esto ocurrió en un momento de «relajamiento» del cepo. Claro, el detalle fundamental era que en el verano de ese año, con Axel Kicillof recién asumido en su cargo de ministro, el dólar tuvo una suba del 25%.

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De la misma manera, durante la gestión de Mauricio Macri se había llegado a un nivel de casi u$s1.000 millones de demanda de divisas para el turismo en la previa a la disputa del mundial Rusia 2018. Coincidió justo con la devaluación post-acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y para cuando Guido Sandleris tomó la presidencia del Banco Central -sucediendo a Caputo, que a su vez había sucedido a Federico Sturzenegger– la salida de divisas había caído a la mitad.

En definitiva, hoy se percibe como un riesgo el proceso de atraso cambiario, que en el caso de las divisas para el turismo podría ser más acentuado en caso de levantarse el cepo.

El ministro Luis Caputo anunció que está relativamente próxima la unificación cambiaria

El ministro Luis Caputo anunció que está relativamente próxima la unificación cambiaria: los economistas advierten por la cuenta de servicios del balance de pagos

Viajando con dólares del colchón

¿Entonces, cuál sería el tipo de cambio que mantendría el actual nivel de déficit turístico debajo de los u$s300 millones mensuales en vez de dispararlo a su promedio de u$s700 de los últimos años?

Los economistas que analizan el tema cambiario creen que si, tras un desarme del cepo, el tipo de cambio oficial saltara hasta el actual nivel del dólar paralelo -es decir, unos $1.020 del MEP-, se produciría una fuga masiva de dólares por el canal turístico.

Claro, hoy quienes quieran comprar pasajes o usar la tarjeta de crédito en el exterior deben abonar $1.400 por dólar. Es decir que tendrían un gran efecto de abaratamiento en caso de que se eliminara la aplicación del impuesto PAIS y se dejara de cobrar la percepción de Ganancias.

«El tipo de cambio de $1.000 alcanza y sobra para mantener el superávit en la balanza comercial. Pero en la de servicios tiene un problema más grande. El gobierno lo vio claramente, y por eso ni bien asume puso un dólar turista a $1.350. Porque sabía que perdía 700 millones de dólares por mes en la cuenta de servicios, particularmente en la de turismo. Es la cuenta más sensible del tipo de cambio», afirma el economista Martín Tetaz, entrevistado en Ahora Play.

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En tanto, la consultora LCG destaca que gracias a la devaluación sectorial se pudo frenar el flujo que el año pasado llevó a un déficit de u$s6.621 millones por esa vía. Afirma que el ahorro de divisas por turismo debería ser palpable este año, en la medida en que se mantenga la actual situación cambiaria.

Pero el propio gobierno está generando la expectativa de un desarme del cepo en el corto plazo. Lo cual no solamente implicaría la unificación cambiaria, sino también la supresión del impuesto PAIS, que está ligado a los controles cambiarios.

Es por eso que el interrogante que se plantea en el mercado es si el tipo de cambio post cepo implicaría, para el turismo externo, un abaratamiento en términos reales.

Hasta ahora, la apelación del gobierno a que los argentinos usen «los dólares del colchón» ha funcionado a pleno en el rubro turístico, dado que resulta mucho más conveniente usar las divisas propias -o venderlas en el paralelo para pagar los pasajes en pesos- antes que usar la tarjeta de crédito y pagar un sobrecosto de 40%.

Ese es el equilibrio frágil que permite una suma relativamente baja de déficit en la hipersensible cuenta de servicios del balance cambiario. Y es uno de los factores que, ante el desarme del cepo, podrían cambiar el panorama.





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ECONOMIA

Supermercados venden menos que hace 1 año pese a la menor inflación y activan guerra de promos

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En tres semanas de febrero, las ventas de los supermercados siguen para abajo. Menos que en enero, pero la tendencia bajista no se detiene. En las fábricas de alimentos tienen datos parecidos: se nota una leve mejora en los productos más básicos del consumo masivo, pero todavía continúan pinchadas las ventas de artículos de segunda y tercera prioridad en los hogares, desde congelados a lácteos. Lo mismo sucede con los productos de limpieza.

Los datos provisorios de la consultora Scentia son concluyentes: transcurridos 20 días de este mes, las ventas en las grandes cadenas de supermercados se encuentran un 3,5% por debajo de las mismas semanas de febrero del año pasado.

Se trata de un escenario pobre desde el punto de vista del consumo masivo: febrero de 2024 había sido un muy mal mes, con retrocesos de dos dígitos a nivel interanual, producto de la devaluación y el salto inflacionario.

A diferencia de lo que sucede en otros rubros, donde se evidencia una mejora en los ratios de consumo, las góndolas «no la ven». Al menos todavía.

Inflación: cae el poder adquisitivo de las familias

Un informe de Empiria le puso números al retroceso del denominado «ingreso disponible». Es decir, el dinero que cuentan las familias, una vez abonados los servicios básicos (luz, gas, agua potable).

Según la consultora dirigida por el exministro Hernán Lacunza, el ingreso disponible de las familias del AMBA se encuentra un 13% por debajo del que existía en noviembre de 2023, a la salida del gobierno anterior.

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Esa caída había sido más profunda durante el primer semestre del año pasado y fue mejorando a medida que pasaron los meses, la inflación desaceleró y el Gobierno dejó de aplicar sucesivos ajustes en las tarifas de los servicios públicos.

Sin embargo, la mejora en los ingresos de los trabajadores fue más lenta de lo esperado. Sobre todo de los que se desempeñan de manera independiente y los empleados públicos.

Un reporte de la consultora Nielsen agrega un dato, en esa misma dirección: «El ingreso disponible mejora, pero sigue un 40% por debajo de 2017», dice un informe conocido antes del fin de semana.

Suben las ventas en cuotas, pero caen las operaciones «de contado»

En un contexto así, todo lo que son ventas de «contado» siguen resentidas. En cambio, se expanden las ventas en cuotas, o financiadas con créditos bancarios.

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Un dato es ilustrativo: ACARA —la cámara de concesionarias de autos— informó este último viernes que el 46,7% de las ventas de cero kilómetros se pactan mediante préstamos prendarios o financiamiento de las propias terminales automotrices.

Representó un crecimiento del 200%, versus lo que sucedía en enero del año pasado.

En el caso de los vehículos usados, el crecimiento de las prendas fue del 141%, aunque con un impacto inferior al de los 0 km. Solo uno de cada diez usados se vende con financiamiento bancario.

Otro de los rubros ganadores con la reaparición del crédito fue el de los electrodomésticos. Hasta mayo del año pasado, la caída de ventas en este sector había tocado un piso del 50%. Nada menos. La falta de dólares para producir e importar y la incertidumbre provocaron un crash del consumo.

La estabilidad y la desinflación fueron determinantes para el resurgimiento. A tal punto que en algunas grandes cadenas ya detectan una mejora en las ventas del 30% a 40%, respecto del año pasado.

¿Qué esperan supermercados y consultoras para 2025?

«El 2024 marcó un punto de inflexión en el consumo masivo en Argentina, con una caída histórica que impactó en todas las categorías y canales de venta. Para 2025, si bien se espera una recuperación parcial, el consumidor argentino seguirá siendo estratégico en sus decisiones de compra, priorizando el precio y la relación costo-beneficio», apuntó Javier González, Líder Comercial de NielsenIQ Argentina.

Las empresas fabricantes de alimentos tienen en cuenta este diagnóstico. También las grandes cadenas de supermercados y los mayoristas.

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Los fabricantes se esmeran por conservar el «market share», y dan pelea con sus productos en las góndolas.

La entrada de importados, en esta franja, no es determinante. El mercado de los alimentos en la Argentina es bien competitivo, y el ingreso de productos de afuera se focaliza en el segmento del consumo premium.

Distinto es el caso de las cadenas comerciales. Pelean para que la clientela se mude hacia otras propuestas: ya sea los mayoristas o bien los comercios de barrio.

Para lograrlo, se lanzaron a tejer acuerdos con los bancos y las administradoras de tarjetas de crédito. También con algunas billeteras digitales.

Es común que, según el día, las distintas cadenas ofrecen descuentos de hasta 30% en las compras con determinadas tarjetas bancarias. Las entidades financieras están motorizando estos acuerdos para recompensar muy fuerte a los clientes con cuentas sueldo, la crema del negocio.



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