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ECONOMIA

Ganadores y perdedores de los cambios en el Impuesto a las Ganancias

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Los cambios en el Impuesto a las Ganancias incluidos en el paquete fiscal que el Congreso aprobó junto con la Ley de Bases trajeron mucha controversia porque implican que más gente comience a pagar el tributo.

Sin embargo, no todas son malas noticias para los contribuyentes, ya que hay varios que ahora pasarán a tributar menos. Incluso, muchos de quienes quedarán alcanzados tendrán la posibilidad de incorporar deducciones para reducir la base imponible del impuesto y pagar un monto más bajo.

«Con el nuevo esquema la recaudación tributaria, seguramente, aumentará pero se va a distribuir entre más personas. Se empieza a pagar con salarios más bajos y se incrementa la cantidad de gente alcanzada, pero baja la incidencia del impuesto para quienes ya pagaban», explica Cecilia Principi, tributarista del Estudio Castillo y Asociados.

Cuáles son las modificaciones en Ganancias

Desde enero de 2024, el Impuesto a las Ganancias tenía un régimen cedular para la mayoría de los empleados y el régimen general para directores, personal jerárquico (del sector público y privado) y autónomos.

En el impuesto cedular, había una deducción única de 180 salarios mínimos anuales que equivalían a $2.340.000 bruto por mes. No se podía deducir nada más salvo servicio doméstico y aportes a SGR. A partir de ahí se aplicaba una alícuota de entre el 27% y 35% sobre el excedente.

En el régimen general, sí se permitían las deducciones habituales pero con un piso mucho más bajo y con una escala que comenzaba en el 5 por ciento.

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Muchos de quienes quedarán alcanzados por Ganancias podrán incorporar deducciones para reducir la base imponible del impuesto y pagar un monto más bajo

Ahora, a partir de la vigencia de la nueva ley, se elimina el régimen cedular y todos tributan por el esquema general, con nuevas deducciones. Además, se modifica la tabla de alícuota de manera que cada escalón tiene límites más altos.

«La tabla se ‘estira’ y va a costar más que antes llegar a la alícuota máxima del 35%. Es muy importante el efecto porque el aumento de los tramos de la escala va del 190% al 440% en el último escalón. Realmente se va a notar la progresividad del impuesto, va a alcanzar a más personas pero de una manera suavizada», agrega la especialista.

Quiénes ganan y quiénes pierden con los cambios del impuesto

Con estas modificaciones hay claros ganadores y perdedores en el nuevo esquema.

Empleados con sueldos brutos entre $1.800.000 y $2.340.000 por mes. Este grupo antes no estaba alcanzado por el impuesto a las Ganancias y ahora sí. Por lo tanto, son los que salen perdiendo con el cambio. De todos modos, el monto que empiezan a pagar es bajo y, en ningún caso, supera el 3% de su ingreso neto (de bolsillo). Además, ahora podrán incorporar distintas deducciones que les permitirán reducir la carga del impuesto.

«Una buena noticia es que, en septiembre, habrá una actualización de los parámetros según el índice de precios al consumidor acumulado entre junio y agosto, por lo que el piso va a subir», aclara Principi.

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El caso anterior pero con cónyuge y 2 hijos a cargo. Si el empleado con sueldo bruto inferior a $2.340.000 incluye deducciones por cargas de familia, el nuevo esquema es casi indiferente e incluso, levemente mejor, ya que no pagan nada hasta un salario de 2.360.000 pesos.

Empleados con sueldos brutos entre $ 1.800.000 y $ 2.340.000 por mes. Este grupo antes no estaba alcanzado por el impuesto a las Ganancias y ahora sí

Empleados con sueldos brutos entre $1.800.000 y $2.340.000 antes no estaba alcanzado por el impuesto y ahora sí

Empleados con sueldos superiores a $2.340.000. En este caso, la situación varía según cada uno. Quienes no tienen ninguna deducción por realizar, con el nuevo esquema pagarán más hasta un nivel salarial aproximado de $3 millones. En cambio, a partir de ese nivel, el monto a abonar por mes será más bajo.

Además, como ahora se permite incorporar deducciones, se puede reducir la incidencia del impuesto declarando cargas de familia, gastos médicos, aportes al servicio doméstico y otros ítems.

Directores y personal jerárquico. En cambio, quienes no podían tributar bajo el impuesto cedular, sino que lo hacían por el régimen general, tenían un piso mucho más bajo ya que pagaban Ganancias sobre el excedente de $526.530 brutos si no tenían deducciones o desde $696.520 si eran casados con dos hijos.

A partir del nuevo esquema, el mínimo se unifica con el resto de los empleados y sube a $1.800.000 y $2.360.000, respectivamente, con una clara ventaja respecto al sistema del primer semestre de 2024.

Autónomos. Los trabajadores independientes se ven claramente beneficiados con los cambios, tanto en las deducciones como en la escala. «Hay una mejora muy importante, van a pasar ‘de la noche al día’ con este esquema», dice la tributarista. Es que, hasta ahora tenían que tributar a partir de un ingreso de $410.000 y ese mínimo sube a $1.160.000, sin deducciones, o $1.600.000 para casados con dos hijos.

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Cuánto pagaban y cuánto pagarán los empleados según su sueldo

En el caso de los empleados en relación de dependencia que cambian del régimen cedular al nuevo esquema general, las modificaciones con la nueva ley dependerán de su nivel salarial y de la posibilidad o no de incorporar deducciones para reducir la base imponible del impuesto.

Quienes antes no estaban alcanzados por Ganancias  (sueldos brutos inferiores a $2.340.000) ahora comenzarán a pagar a partir de un salario bruto de $1.800.000 pero serán montos bajos (ya que las alícuotas parten del 5% sobre el excedente).

Por ejemplo, en el caso de un trabajador sin ninguna deducción que cobra de bolsillo $1.500.000 ($1.807.229 bruto) debe abonar $300 por mes de Ganancias. Si esa persona puede deducir a su cónyuge o conviviente y a dos hijos menores, sigue sin pagar nada.

Para un sueldo neto de $2 millones ($2.409.639 bruto), sin deducciones, el pago mensual de Ganancias sube a $ 59.140 (el 2,96% del ingreso de bolsillo), un monto mayor a los $18.802 que venía pagando. Pero, esa carga impositiva se podría reducir con deducciones. Por ejemplo, si incluyera cónyuge y dos hijos, sólo abonaría $936, mucho menos que antes.

en el caso de un trabajador sin ninguna deducción que cobra de bolsillo $ 1.500.000 ($ 1.807.229 bruto) debe abonar $ 300 por mes de Ganancias. Si

Un trabajador sin deduccióones que cobra de bolsillo $1.500.000 ($ 1.807.229 bruto) debe abonar $300 por mes de Ganancias

Para sueldos más altos, la situación mejora en todos los casos, aún sin incluir ninguna deducción. Por ejemplo, con un salario de bolsillo de $2.614.950 ($3.000.000 bruto) antes abonaba $192.120 y ahora baja a $184.818 sin deducciones o $83.398 si tiene cargas de familia estándar.

Para montos salariales superiores también ahora tendrán un beneficio porque las alícuotas que pagan son más bajas. Recién llegan a la tasa máxima del 35% con un ingreso bruto aproximado de 4.950.000 pesos.

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«Los que van a perder son los solteros (sin deducciones) con un bruto superior a $2.340.000 y, a partir de los $3.000.0000, aproximadamente empiezan a tener un ahorro frente a la ley anterior.  En cambio, un casado con hijos siempre verifica ahorro (paga menos impuesto) versus ley anterior,  partiendo de sueldo de $2,34 millones en adelante, y ese ahorro se va reduciendo a medida que tiene mayores ingresos», concluye la especialista.

Todos estos valores regirán hasta agosto ya que en septiembre, los parámetros se actualizarán para acompañar la inflación (y la recuperación salarial).



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ECONOMIA

El año de la incertidumbre: 5 temáticas clave en 2025 por Wellington Management Por Investing.com

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El año 2025 se perfila como un año difícil de interpretar y un punto de inflexión en el devenir de la economía global. La incertidumbre se ha apoderado de los mercados financieros y los inversores buscan respuestas a las grandes preguntas que plantea el futuro.

¿Qué desafíos acechan en el horizonte? ¿Cuáles son las tendencias que marcarán el rumbo de la economía mundial en el próximo año?

John Butler y Eoin O’Callaghan, estrategas macroeconómicos en Wellington Management, han llevado a cabo un exhaustivo análisis del panorama económico global y han identificado cinco grandes temáticas macro que definirán el año 2025, ofreciendo una visión de las oportunidades y riesgos que se presentarán en los próximos meses:

1. El fin del escenario de «aterrizaje suave»

Nuestras previsiones apuntan a que 2025 será el año en que el mercado abandone el escenario esperado de aterrizaje suave. Aunque los aranceles están acaparando la atención del mercado debido al impacto de estanflación que podrían provocar, es importante subrayar el carácter extraordinario del contexto económico general. Nos dirigimos al 2025 viendo como casi todos los países implementan políticas de estímulo en un momento en que la inflación sigue por encima del objetivo (gráfico 1) y apenas hay margen de maniobra en la economía global.

Gráfico 1

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Dicho de otro modo, este conjunto de políticas más laxas no está diseñado para combatir una debilidad, sino que se aplica como medida preventiva antes de que se instauren los aranceles. Casi nunca hemos presenciado una política tan procíclica en esta fase del ciclo: tipos de interés más bajos, condiciones crediticias más favorables, un multiplicador monetario que mejora y una política fiscal más laxa, todo en un momento en que la tasa de desempleo global aún se encuentra cerca de su nivel más bajo de, como mínimo, los últimos 35 años.

2. Los tipos de interés, la política fiscal y la inflación pueden sorprender positivamente

Llegados a este punto, creemos que hay tres lecciones importantes que están siendo ampliamente ignoradas.

Los tipos de interés no son especialmente restrictivos, a pesar de la insistencia de los bancos centrales en afirmar lo contrario y de que los tipos de interés oficiales han estado muy por encima del promedio de los últimos 20 años (gráfico 2).

Gráfico 2

Los tipos de interés

Lo que hace que este ciclo sea particularmente inusual es que el desapalancamiento del sector privado ha impulsado tanto la recuperación como el descenso de la tasa de desempleo. De ahí que los hogares y las empresas sean menos sensibles a las subidas de tipos. Esta es una de las razones que explica por qué el ritmo de crecimiento global solo se ha ralentizado ligeramente por debajo del promedio de los últimos 20 años. Por ello, es posible que el tipo de interés neutral en las principales economías desarrolladas se sitúe por encima de lo que la mayoría espera.

Los estímulos fiscales tienden a aumentar cada vez que se celebran elecciones y se aprueban presupuestos estatales. Los gobiernos, al igual que los mercados, confían en que los bancos centrales les respaldarán. Por ello, los déficits fiscales se amplían en épocas de recesión para contrarrestar la caída de la actividad. El problema es que, en los periodos de bonanza, no se ha aprovechado el aumento del crecimiento nominal para reducir esos déficits (gráfico 3). Como los responsables políticos no están dispuestos a tolerar un incremento del desempleo, consideramos que los rendimientos de los bonos deberían ser estructuralmente más altos de lo que son.

Gráfico 3
déficits presupuestarios

China ha vuelto a dar aire a los mercados desarrollados al reducir los precios de las materias primas y la inflación de los productos, tal como ocurriera entre 1995 y 2007, si bien no parece probable que la situación vaya a mantenerse. La debilidad de China ha camuflado la elevada inflación subyacente en la mayoría de las economías desarrolladas y, a su vez, ha permitido a los bancos centrales recortar los tipos de interés a pesar de la tensión en los mercados laborales. Sin embargo, esta dinámica podría estar a punto de cambiar debido a la respuesta de China ante la debilidad de su economía nacional y a la negativa de Estados Unidos a permitir que China exporte su desinflación, lo que podría llevar a otros países a seguir su ejemplo. Por tanto, es probable que la inflación de los productos haya tocado suelo.

3. Un mayor crecimiento nominal debería beneficiar a los activos de riesgo

Con una política laxa, mercados laborales tensionados y tipos neutros más altos, las consecuencias son evidentes, incluso antes de que entren en juego los aranceles. El crecimiento real, el nominal y la inflación deberían ser mayores en 2025 que en 2024 tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes. Aunque cabe esperar que los bancos centrales recorten los tipos de interés menos de lo que anticipa el mercado, es probable que el crecimiento nominal se revise al alza. En condiciones normales, unas perspectivas de mayor crecimiento nominal son una señal positiva para los activos de riesgo, que deberían seguir despuntando. A nivel regional, los activos de riesgo de la zona euro y China son los más infravalorados en este escenario, por lo que tienen el mayor potencial de subida.

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4. El regreso de las primas de riesgo

La continua escalada de los déficits públicos y la determinación de los bancos centrales de evitar una recesión podría alterar la relación «esperada» entre crecimiento nominal y precios de los activos. En este escenario, es probable que los activos de riesgo se revaloricen hasta que el mercado comprenda que las autoridades están dispuestas a impulsar el crecimiento a costa de mayores presiones inflacionarias, momento en el que exigirán primas de riesgo más altas en los activos. Ésa es la mayor amenaza para los mercados de renta variable: un incremento de los rendimientos de los bonos causado por un aumento de la , y no por perspectivas reales de crecimiento económico. El riesgo de que el mercado imponga las medidas restrictivas que los bancos centrales no quieren o no pueden aplicar se vuelve aún más pronunciado si se materializa la amenaza de mayores aranceles y proteccionismo. Un deterioro en el equilibrio entre crecimiento global e inflación haría que los déficits públicos parecieran menos sostenibles y que la política acomodaticia de los bancos centrales se percibiera como más «irresponsable».

El resultado electoral en EE. UU. ha complicado aún más este panorama, ya que podría acelerar la velocidad a la que el mercado asimila estas consecuencias, pero también limitar potencialmente los beneficios. Evidentemente, muchos aspectos dependerán de factores clave, como la composición de la nueva administración y el ritmo de las decisiones políticas. Sin embargo, la conclusión es que EE. UU. probablemente añada más demanda —a través de la política fiscal— a las importantes perturbaciones de la oferta derivadas de los aranceles y la emigración, lo que aumentará el poder de negociación de los trabajadores actuales. Esto contribuye a nuestra temática estructural a medio plazo de ciclos más volátiles, crecimiento nominal impulsado por la inflación y tipos a largo plazo estructuralmente más altos, pero también amenaza con agravar las disparidades macroeconómicas regionales. El mercado sabe que los exportadores, sobre todo Europa y China, serán los perdedores relativos. No obstante, los países y los responsables políticos rara vez permanecen quietos, lo que genera aún más incertidumbre.

5. Una creciente diferenciación entre países y regiones

Otra temática clave para 2025 y los siguientes años será la creciente diferenciación entre países, con menor correlación entre mercados y una mayor divergencia en las políticas. A medida que la globalización adopta una forma más limitada, el conocimiento de los mercados locales gana relevancia para los inversores activos que buscan aprovechar las nuevas oportunidades que se generan.

  • China es el comodín. Es evidente que la imposición de importantes aranceles por parte de EE. UU. supondrá un duro golpe para el crecimiento, pero la reacción de China ante este movimiento será igual de importante. ¿Optará por exportar su exceso de capacidad a otras economías? En este escenario, el alza de la inflación en EE. UU. llevaría a una disminución de la misma en el resto del mundo. ¿Responderá China con una importante batería de medidas fiscales, monetarias y de divisas para protegerse de las potenciales consecuencias negativas? Probablemente. De no hacerlo, el riesgo de que se desencadene una crisis financiera es real.
  • La zona euro es especialmente vulnerable. El modelo económico de Alemania, el principal motor de la zona euro, se ha desmoronado tras haber perdido su capacidad de exportar bienes producidos con energía importada barata. La imposición de aranceles por parte de EE. UU. desbarataría aún más el modelo alemán y la probable respuesta del Banco Central Europeo (más recortes a un ritmo más rápido que la Reserva Federal) no es una solución sostenible a largo plazo. Las próximas elecciones alemanas de febrero serán decisivas. La última vez que este país representó un lastre para el crecimiento europeo, un gobierno de centroizquierda impulsó un programa de reformas. En esta ocasión, todo apunta a que será un gobierno de centro-derecha quien presente una propuesta fiscal. Es probable que, una vez más, una crisis estructural desencadene una respuesta fiscal destinada a estimular la demanda. La inflación podría volver a mostrarse persistente.
  • El Reino Unido representa el ejemplo perfecto de muchas de nuestras temáticas macro por su aparente disposición a aceptar una inflación más elevada. El nuevo Gobierno ya ha comenzado a relajar su política fiscal. A pesar de sus buenas intenciones para estimular el crecimiento a largo plazo, la política fiscal más laxa impulsará primero la demanda, a medida que el banco central reduzca los tipos y se suavicen las condiciones crediticias. El crecimiento nominal podría acelerarse aún más, por lo que los mercados han revisado a la baja el número de recortes de tipos previstos por el Banco de Inglaterra, especialmente frente a otros países. Aunque supone un gran riesgo de cola, el Reino Unido podría volver a subir los tipos a finales del año próximo.
  • La reflación en Japón sigue firme; sin embargo, su mercado de renta fija es el más vulnerable ante una recesión global, ya que se da por sentado que los tipos de interés en Japón permanecerán siempre por debajo del nivel neutral. Aunque el Banco de Japón podría subir los tipos más de lo que anticipa el mercado en 2025, prevemos que las políticas seguirán favoreciendo el crecimiento. Japón es un ejemplo de cómo la evolución demográfica puede transformar una deflación generada por el ahorro en una inflación impulsada por los salarios. La cuestión más relevante en este país serán sus políticas. Las recientes elecciones mostraron con claridad que al votante típico le preocupa cada vez más la inflación. Sin embargo, parece que no serán escuchados, ya que lo más probable es que la nueva coalición relaje la política fiscal para que los hogares puedan contrarrestar la inflación, en lugar de aplicar medidas que contribuyan a eliminarla.

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