ECONOMIA
La City duda de que el Gobierno levante rápido el cepo y critica errores no forzados de Caputo

«A veces da la impresión de que este gobierno cambió el déficit fiscal por la venta de dólares que no son del Banco Central, son de los ahorristas». La picante frase la soltó un cambista acostumbrado a batallar a diario en la city, que cuestiona el atraso cambiario.
Apunta a un secreto a voces que circula en la plaza financiera. Si las reservas netas son negativas en unos u$s 7.000 millones, de dónde saca el Banco Central resto para seguir interviniendo tan fuerte en la plaza.
El Gobierno contiene el dólar con reservas, mientras espera por el acuerdo con el FMI
La respuesta es obvia. Está utilizando la planta de los encajes que tienen los bancos por los depósitos en dólares, una costumbre poco recomendable para un esquema endeble como el que tiene el país.
El economista Carlos Melconian viene alertando sobre el escaso nivel de reservas y la política de mantener baja la brecha cambiaria a costa de intervenir en el mercado. «El régimen cambiario está en rojo, el Banco Central no puede continuar vendiendo dólares que no son de él», sostuvo.
En las últimas dos semanas, el BCRA vendió casi u$s1.500 millones para mantener a raya la cotización de los dólares financieros, que, aun así, subieron.
Es que, si bien el Gobierno destaca el logro de haber consolidado el equilibrio fiscal, la otra pata de la cuenta no cierra. Se siguen rifando divisas. En el caso del dólar blend, cada mes se pierden unos u$s1.200 millones que podrían robustecer las reservas.
A juicio de algunos referentes del mercado, el gobierno se enamoró de la baja de la inflación porque atrae votantes, pero a cambio descuidó el frente cambiario. Son los «errores no forzados» que se le empiezan a atribuir a Caputo, y cuya mención incomoda a un ministro de Economía que esperaba otro impacto del acuerdo con el FMI.
A esta altura de los acontecimientos, los u$s8.000 millones en dólares frescos que aportaría el organismo comenzaron a tener sabor a poco para los paladares exigentes del mundo del dinero.
Hay un convencimiento en la City de que con esa plata, que encima será destinada a saldar deuda del Tesoro con el Banco Central, no alcanzará para levantar el cepo cambiario a fin de año.
Los operadores consideran que el Gobierno no querrá correr el riesgo de que se produzca una corrida cambiaria de magnitud, y por eso baja la probabilidad de terminar totalmente con las restricciones cambiarias.
¿Qué falta para que Luis Caputo pueda levantar el cepo?
Importantes banqueros sostienen que para levantar el cepo lo que falta acomodar es el stock de dólares. Lo dicen Alejandro Butti, CEO del Banco Santander Argentina; y Fabián Kon, gerente general del Grupo Financiero Galicia.
Para Kon, «lo más importante es ir viendo que todas las semanas parcialmente se va levantando el cepo. Semana de por medio tenemos alguna regulación que flexibiliza algunas cosas. No nos olvidemos que hace un año no se podían pagar ni siquiera las importaciones. Hoy el flujo ya está prácticamente acomodado. Lo que queda por acomodar es el stock y para poder acomodar eso hace falta un ingreso de dólares, que en teoría debería venir con el acuerdo con el Fondo Monetario».
Butti, por su parte, sostuvo que «el problema del cepo no es estructural de largo plazo. Porque a largo plazo Argentina es un país que puede generar no solo una balanza comercial positiva, sino un flujo de dólares, una balanza de pago positiva. Con lo cual es más un tema de stock que de flujos. Los flujos están asegurados, siempre manteniendo la conducta fiscal. El tema del cepo es de stocks. Va a haber que buscar soluciones a los stocks, como se hizo al principio del Gobierno con la deuda comercial de importaciones».
En tanto, el economista Gabriel Caamaño señaló que el acuerdo con el FMI es clave para «planificar la salida del cepo y definir el nuevo régimen monetario y cambiario». Sobre la promesa del Gobierno de levantar el cepo cambiario, el economista señaló que «hasta ahora se ha hablado de unificar el tipo de cambio con el paralelo convergiendo al oficial, sin una devaluación adicional». Sin embargo, consideró que la falta de detalles sobre el nuevo esquema monetario y cambiario genera incertidumbre en el mercado, lo que presiona a los dólares financieros y obliga al Banco Central a intervenir con intensidad.
Caamaño explicó que la economía necesita un aporte exógeno de liquidez, es decir, financiamiento externo, para evitar que la salida del cepo se retrase demasiado. «El propio Gobierno lo reconoce cuando dice que necesita fondos del FMI para recapitalizar el Banco Central», afirmó. Y detalló que, si no se consigue ese financiamiento, el proceso podría ser más costoso, requiriendo una corrección cambiaria mayor y un uso más agresivo de la tasa de interés, lo que podría afectar el ritmo de desinflación y la actividad económica.
El presidente Javier Milei promete salir del cepo cambiario para fin de año. Y varias veces expresó que no debe cometerse el error del pasado: no hacerlo bien y tener que volver a implantar los controles cambiarios ante una corrida que no se pueda manejar adecuadamente.
La sangría de reservas del primer trimestre refleja lo difícil que es consolidar el balance del Central. Solo en esta primera parte del año, el stock bajó a cerca de u$s 26.000 millones, tras haber arrancado el año arriba de los u$s 32.000 millones.
Parece difícil que una liberación del tipo de cambio confluya a los valores del dólar oficial. La buena noticia es que hoy el mercado ve poco probable un salto mucho más allá de los niveles del dólar financiero, es decir, 1.300 pesos. Sin embargo, algunos creen que con un resultado electoral favorable y la salida del cepo, el tipo de cambio podría seguir apreciándose.
Falta saber, y eso es lo que puso nervioso a los inversores, qué pedirá el FMI a cambio. Esta vez no es un parche a un programa vigente, sino que es un Acuerdo de Facilidades Extendidas nuevo.
El mercado, a la espera de un nuevo esquema cambiario
La falta de definiciones sobre posibles nuevas reglas cambiarias es lo que más inquieta. Especialmente la evasiva de Luis Caputo al ser consultado sobre la continuidad del crawling peg del 1% para el tipo de cambio oficial. Al FMI claramente no le gusta que haya múltiples tipos de cambio y presionará para que todo desemboque en una unificación, posiblemente después de las elecciones.
Para los inversores también pasó a ser un tema crucial si finalmente se levantará o no el cepo y cuáles serán las nuevas reglas de juego.
El cepo vigente en este gobierno comprueba lo que ya todo el mundo sabe: con restricciones cambiarias, a la larga el Central se queda sin reservas. Y esto es un problema, incluso con un gobierno pro mercado y que hizo del superávit fiscal un culto.
El cepo y el futuro del régimen cambiario desvela a los inversores y es la pregunta que se repite una y otra vez en las reuniones con funcionarios del equipo económico y analistas locales.
La salida del cepo no es ya una opción, sino una obligación para el Gobierno. Se trata de la única manera de acelerar la baja del riesgo país y recuperar el acceso a los mercados crediticios. Seguir pagando los vencimientos de deuda en efectivo es factible en el corto plazo, pero se volverá mucho más complicado a partir del año próximo.
Por eso, todavía sigue sobrevolando el fantasma del default. Con reservas netas que siguen en terreno negativo y sin posibilidad de acceder a los mercados, la única opción posible es normalizar el esquema cambiario.
Sin embargo, el dilema de flotar o no flotar continúa sin resolverse. Y por ahora todo queda en el terreno de las especulaciones. La posibilidad de ir a un esquema de bandas cambiarias no parece el más adecuado, porque los inversores rápidamente buscan «testear» el techo, tal como lo pasó al gobierno de Macri con la «zona de no intervención» en 2019.
Ir a un esquema de flotación, si es que finalmente se va por ese camino, requerirá pasos intermedios. El más razonable es que gradualmente se vaya abandonando el «dólar blend», es decir, que los exportadores ya no puedan seguir liquidando un 20% a través del CCL para contener la cotización de los dólares financieros. También hay dudas sobre la continuidad del ajuste del oficial al 1% mensual.
Por eso, a pesar de que hace dos semanas el Ministerio de Economía filtró extraoficialmente que el aporte del FMI será suficiente para eliminar restricciones cambiarias en los próximos meses, las dudas crecen entre los operadores.
Y eso representa un dolor de cabeza para el Gobierno, especialmente en el año electoral.
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ECONOMIA
¿Se viene el asado brasileño?: esto anticipan expertos tras boom de importaciones de carne de cerdo

En las mesas, la carne vacuna representa mucho más que un alimento, es parte de la identidad cultural nacional, y, para la economía, es históricamente un pilar fundamental. Sin embargo, la apertura de los mercados internacionales abrió un debate que llegó hasta las góndolas de los supermercados y mostradores de las carnicerías: ¿puede la carne envasada importada competir en precio con la nacional? Esta pregunta surge en un contexto donde productos importados, desde tecnología hasta alimentos, comenzaron a ganar terreno gracias a políticas que eliminaron las restricciones comerciales.
El gobierno de Javier Milei implementó medidas que transformaron el comercio exterior y los hábitos de consumo de la ciudadanía. Desde diciembre del 2023, se redujeron aranceles y eliminaron las trabas a las importaciones, permitiendo la entrada de productos que antes debían enfrentarse a barreras significativas para entrar al mercado del país. Aunque estas políticas abarcaron desde indumentaria hasta tecnología, el impacto en alimentos también fue notable, sobre todo el envasados comopan lactal, pastas secas y conservas enlatadas.
Pese a eso, la carne vacuna envasada cuenta una historia diferente. Argentina, como país ganadero por excelencia, produce cerca de 3 millones de toneladas de carne bovina al año, de las cuales el 70% se destina al mercado interno, según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA). Este año, los precios de la carne local subieron significativamente: un kilo de roast beef en supermercados como Coto se consigue entre $8.500 y $10.000, si bien aún sigue consumiéndose, ahora se hace en menor cantidad.
Boom de carne porcina, ¿qué pasa con la carne vacuna?
Este aumento, que refleja una inflación acumulada y una menor oferta de hacienda, llevó a los consumidores a buscar alternativas más económicas, como el pollo o el cerdo. No obstante, la carne envasada importada no parece haber conquistado las góndolas del cliente promedio, como sí lo hicieron el pan o las pastas.
Obviando que, las importaciones de carne de vaca crecieron un 2.089% en comparación con el mismo período del 2024, dejando entrar 4.929 toneladas de alimento, esta solo representa el 2% del consumo local.
Aunque podría pensarse que esta apertura abarataría los precios, sobre todo de aquellos cortes que vienen de los países vecinos como Brasil, Paraguay y Uruguay, la carne importada se destina principalmente a la industria, como la fabricación de hamburguesas o embutidos, y no llega directamente al consumidor en los supermercados. Por lo tanto, su impacto en los precios al público es prácticamente nulo, y los cortes envasados en góndola siguen siendo, en su mayoría, de origen nacional.
Aun así, hay excepciones puntuales. En regiones como la Patagonia, se reportaron cortes de carne brasileña en supermercados, como en El Bolsón, donde productos que no cumplen con estándares europeos encontraron un mercado.
En el caso de la carne porcina, la situación es distinta: las importaciones, que crecieron un 435% en el primer cuatrimestre de 2025, alcanzando 19.403 toneladas, sí impactaron. Por ejemplo, la bondiola importada de Brasil se vende a unos $6.000 por kilo, frente a los $10.000 de la local, lo que representa una diferencia notable para el bolsillo.
Pese a estas excepciones, la carne vacuna nacional mantiene su predominio. Los consumidores argentinos, acostumbrados a la calidad de los cortes locales, no abrazaron masivamente la carne importada, que además no está ampliamente disponible en carnicerías ni supermercados. Asimismo, la estructura de costos locales, que incluye transporte, impuestos y márgenes de comercialización, hace que los productos importados no siempre logren traducir su menor costo inicial en un precio final competitivo. En el caso de la carne envasada, la logística de mantener la cadena de frío y los requisitos sanitarios encarecen el producto importado, reduciendo su ventaja.
Por eso, aunque la apertura comercial permitió que productos como el pan lactal, las pastas secas, los enlatados y la indumentaria ganen terrero por sus precios bajos, la carne de vaca de otros países no logró superar a la nacional en términos de precio, demanda ni disponibilidad.
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ECONOMIA
El riesgo país no afloja y expertos advierten que no alcanza con el superávit fiscal para generar confianza

Si de algo se ha jactado hasta ahora Javier Milei es de haber logrado que la población comprendiera la importancia del equilibrio fiscal y de cómo hay una relación entre el desfinanciamiento del gasto público y el alza de los precios en el supermercado. Sin embargo, en las últimas semanas empezaron a surgir cuestionamientos que apuntan, justamente, al centro de su discurso: cada vez más economistas dicen que con el superávit fiscal no alcanza.
Esas críticas podrían constituir un peligro político para el presidente, que en plena campaña electoral para las legislativas de octubre se propone profundizar la «motosierra» con el objetivo de asegurarse un superávit de 1,6% del PBI a fin de año.
Será un test para ver si la tolerancia social al ajuste del gasto público se mantiene tan elevada como hasta ahora han mostrado las encuestas de opinión pública. Por lo pronto, en la oposición creen que la lentitud -y disparidad- en la recuperación del consumo, así como el empeoramiento de los datos de empleo harán de contrapeso al alivio por la caída inflacionaria.
Y en el mercado financiero también se escuchan críticas, sobre todo por la tendencia del gobierno a asignarle al superávit fiscal una especie de «superpoder» que le permite neutralizar los efectos nocivos del déficit en cuenta corriente o de la incapacidad para acumular reservas que no procedan del «carry trade».
¿El superávit evita el endeudamiento?
Un argumento que usan los críticos es que el índice de riesgo país volvió a ubicarse encima de los 700 puntos. Y esto ocurrió a pesar de una sucesión de noticias positivas, como la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el levantamiento del cepo y el paquete de medidas para acumular reservas aun sin que el Banco Central intervenga en el mercado de divisas.
El gobierno llegó a culpar a la candidatura de Cristina Kirchner por el aumento en la percepción de riesgo. Sin embargo, la ex presidente está en prisión domiciliaria y el índice siguió subiendo.
No por casualidad, la propia Cristina aprovechó para subrayar ese dato y pronosticar que el programa económico de Milei colapsará por su dependencia de los «dólares alquilados» a los inversores externos. Y volvió a recargar las tintas sobre el ministro Luis «Toto» Caputo, a quien acusó de generar una crisis de deuda.
El contrapunto entre Cristina y Caputo es de larga data, y el ministro suele argumentar que la deuda va de la mano del déficit fiscal. En consecuencia, para Caputo ahora no hay riesgo de un aumento de la deuda. De hecho, la secretaría de Finanzas anunció que la deuda bruta de la administración central se había achicado por segundo mes consecutivo. Con la reducción de u$s11.901 millones en mayo, la deuda quedó en u$s461.019 millones.
Pero se trata de una cifra con polémica incluida, porque ese alivio se logró tras la entrada de los u$s12.000 millones del FMI y la emisión de un bono del Tesoro que se suscribe en dólares pero se paga en pesos.
En el momento más duro de su discusión con Cristina, Toto Caputo le dedicó este mensaje: «Toda la deuda de los últimos 20 años la generaste vos, guiada por el primate que tuviste de ministro de economía. Primero heredaste 2 puntos de superávit fiscal y los convertiste en 7 de déficit. Luego Macri te dejo casi equilibrio primario y lo volviste a llevar a 5 puntos de déficit».
Sin embargo, se está dando un fenómeno insospechado. Hasta los economistas más identificados con la línea ortodoxa, como Ricardo Arriazu y Domingo Cavallo advirtieron que no es lo mismo acumular reservas con dólares del superávit comercial que ir a pedirlos prestados en forma de «repos» o de bonos del Tesoro.
En otras palabras, que el superávit fiscal no es una garantía de que se pueda sostener el nivel de las reservas. Y esa es la explicación que muchos buscaron a la hora de analizar el nivel de riesgo país.
La lupa en la salida de dólares
Y es también un momento de críticas a la postura que tomó Milei de minimizar la gravedad del déficit de cuenta corriente -que algunos economistas proyectan en u$s8.000 millones para este año-. El argumento del presidente es que, como ahora hay superávit fiscal, la situación no es comparable a otros momentos de la historia reciente, en los que el rojo de cuenta corriente era el preámbulo de una crisis devaluatoria.
Pero la mayoría de los economistas ha criticado ese argumento. Y cada nuevo dato de la balanza comercial incrementa la preocupación. Para el segundo semestre, se prevé que la cuenta pueda volver a mostrar números rojos por la merma del aporte agrícola y la tendencia a mayor nivel de importaciones tras los recortes de aranceles. De hecho, el sector que lidera la suba importadora es el de productos para consumo final y los automóviles. Sumados, ambos rubros ya suponen un 21% del total de importaciones -hace un año era 14%-.
Así, muy lejos de la proyección oficial del gobierno, que espera un holgado superávit de u$s20.000 millones por la balanza comercial y la venta de servicios, se espera un déficit externo, al que contribuirán además una salida de u$s10.000 millones por turismo.
Y, además, el levantamiento del cepo hizo que regresara la compra de dólares por parte de pequeños ahorristas, que en apenas dos semanas de abril compraron u$s2.000 millones.
Estos datos son los que están ahora en la lupa de los analistas. Circulan informes que recuerdan casos internacionales –Chile de los ’80 es el que toman como referencia en el FMI- en los que, pese a haber superávit fiscal, no se pudo evitar una crisis creada por el desbalance externo.
Así, aunque Caputo se jacte en las redes sociales de que Argentina es uno de los cinco países del mundo con superávit fiscal -junto a Dinamarca, Noruega, Grecia y Australia-, el argumento empieza a tener un efecto decreciente en el entusiasmo del mercado.
¿Se sostiene el superávit?
A pesar de que ya lleva 17 meses consecutivos con superávit, el gobierno nunca ha logrado disipar la sospecha de que su equilibrio de las cuentas es apenas pasajero y que no logrará sostenerlo en el mediano plazo.
Al comienzo, ese argumento estaba basado en que la reversión del déficit no era más que una licuación inflacionaria de las jubilaciones. El rubro previsional es, por lejos, el de mayor peso en el presupuesto -casi un 40% del gasto primario- y durante los primeros meses de la gestión Milei fue el que tuvo el recorte más drástico. El peor momento fue febrero de 2024, cuando la caída del gasto jubilatorio fue de un impactante 38% real interanual.
La situación llegó al extremo inédito de que el propio FMI se asustó, y pidió explícitamente que el equilibrio fiscal se realizara de una forma socialmente sostenible. En aquel momento, el argumento de Toto Caputo era que la culpa era de la fórmula indexatoria heredada del gobierno anterior, y que la situación se corregiría cuando se aplicara la nueva, que ataría las jubilaciones a la inflación.
Y, efectivamente, con el cambio de fórmula y el freno en los precios, las jubilaciones empezaron a recuperarse, al punto de que ahora son uno de los rubros que más empujan al alza del gasto. En mayo, la masa jubilatoria creció un 16% en términos reales en comparación con el año pasado.
Además, la Asignación Universal por Hijo -el otro rubro fuerte en el gasto social- siempre se mantuvo por encima de la inflación. El último mes, su crecimiento real fue de 40%.
Ante esa situación, el gobierno cambió el foco del recorte, que se basa sobre todo el los subsidios a los servicios públicos -caen al 53,8% anual real- y las obras públicas -caen al 33,9% anual real-.
El test de la motosierra
Pero está quedando en evidencia que será necesaria más motosierra. Hubo algunos meses, a inicios de año, en que el gasto registró alzas. Ahora se está manteniendo, pero como contracara hay una disminución en la recaudación de impuestos.
La tendencia ya era evidente desde hacía meses, por la eliminación del impuesto PAIS y la baja en las retenciones al agro. Ambos rubros sumados representaban más de un 10% del total de pesos que ingresa a las arcas estatales.
Pero en mayo esa caída fue particularmente notoria, porque el año pasado había ingresado un monto extraordinario por Ganancias, que este año estuvo ausente. Igualmente, no es el único factor que explique el bajón en los ingresos tributarios. Más preocupante aun es que también haya disminuido el IVA, el impuesto por excelencia vinculado a la actividad comercial e industrial.
Es así que, por más que en el segundo semestre las retenciones al agro subirán su alícuota y que se espera una mayor recaudación como reflejo de la reactivación económica, el gobierno no quiere arriesgarse a depender exclusivamente de la caja de ARCA. Y por eso está en marcha un plan para que todos los ministerios y organismos dependientes de la administración central recorten sus gastos en un promedio de 10%.
Polémica por los intereses bajo la alfombra
No es la única polémica en torno a cómo se está logrando el superávit fiscal. Porque hay también cuestionamientos respecto de los criterios contables. Cuando se anuncia el resultado financiero -es decir, cuando se considera además los pagos por intereses de la deuda pública- el gobierno publica un dato superavitario del que muchos economistas desconfían.
Esto ocurre porque las Lecap que emite el Tesoro, a diferencia de otros títulos, no paga intereses durante la vida del bono sino que los capitaliza y se acumulan para el pago final. En consecuencia, las cuentas reflejan una caída en el pago mensual de intereses, pero que no corresponde a una caída real del nivel de endeudamiento. Algo así como «barrer intereses bajo la alfombra».
Por caso, en mayo, se contaron menos intereses que hace un año, aun cuando ahora el stock de deuda del Tesoro no cayó significativamente y, además, hubo un incremento real de las tasas de interés. Hablando en plata, ya hay más de $3billones de intereses capitalizados, más del triple de lo que se contabilizó como pagado en el mes.
Es por eso que los más críticos afirman que, de utilizarse otra contabilidad, actualmente habría un déficit fiscal financiero.
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ECONOMIA
Milei quiere apretar el acelerador y vender algunas «joyas de la abuela» bajar gasto y sumar dólares

Javier Milei aprovechó hasta el último minuto su gira internacional por Italia, España, Francia, Israel y, de nuevo, España. Y por poco queda en la historia no por razones espirituales, sino totalmente dramáticas. Estuvo en Jerusalén poco antes de que el gobierno de Benjamín Netanyahu lanzara una ofensiva a gran escala contra el poderío nuclear de Irán, que derivó en nuevos tambores de guerra en Medio Oriente, cuyo final y consecuencias geopolíticas suelen ser inciertos.
Es muy poco probable que el mandatario argentino tuviese pista alguna sobre lo que venía. Partió junto a su comitiva horas antes de que Israel lanzara la Operación ‘León’ Naciente, que atacó —entre otros objetivos— a plantas de enriquecimiento de uranio en Irán, que contragolpeó casi de inmediato y mostró su fuerza con los misiles hipersónicos.
Más allá de que Milei tuviese o no información de lo que se venía, en un hecho sin precedentes, firmó con el Primer Ministro israelí un Memorándum en Defensa de la Libertad y la Democracia contra el Terrorismo y el Antisemitismo. Allí, se comprometieron a «impulsar la defensa de las libertades y la democracia».
La gira internacional de Javier Milei: Israel y España, entre las claves
El sábado antes del retorno a Buenos Aires, Milei se reunió en la residencia oficial del embajador Wenceslao Bunge con empresarios españoles. Allí, les dijo que España debía volver a ser un jugador cada vez más activo en la economía argentina, sobre todo en sectores claves como la energía, la biotecnología y la banca, entre otros.
Mientras estaba en Madrid, se cocinaba otra «bomba», el escándalo por corrupción en la obra pública que pone en jaque al gobierno izquierdista de Pedro Sánchez, con quien Milei no se reunió.
El mensaje a los accionistas y directivos de compañías con fuertes inversiones en España fue claro: en la Argentina se abre una «oportunidad histórica, nunca vista», y las empresas ibéricas deberían tener un rol preponderante, «más fuerte aún que el que tuvieron en los 90». Infraestructura, energía, turismo, comercio e industria, fueron algunos de los ejes sobre los que se conversó.
Horas antes, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, les había dicho a empresarios españoles que las inversiones de España hacia la Argentina «tiene muchos caminos de oportunidades», y lanzado un dardo a los gobiernos argentinos anteriores: «No han fluido de la manera que deberían fluir», dijo.
Los empresarios españoles siguen con atención el proceso argentino. Les parece inédito, están encantados con Milei, pero tienen casi las mismas dudas que el resto de los hombres de negocios europeos y norteamericanos. ¿Será sostenible?, se preguntan.
Es que la gira de Milei se produjo mientras se conocía en Buenos Aires el fallo de la Corte Suprema que marcó el futuro de la expresidenta Cristina Kirchner. Queda aún la duda sobre cómo va asimilando esta decisión judicial la propia administración libertaria. Algunos dicen que Milei se sorprendió al recibir la noticia, y que al principio no tuvo claro cómo reaccionar públicamente.
Está claro que, desde el «martes negro» para el kirchnerismo, la expresidenta recuperó la centralidad política. Eso es negativo para el mundo empresarial, al que se le eriza la piel cada vez que ve que las «multitudes peronistas» tienen la oportunidad de recuperar su presencia en la calle. Por ahora, La Cámpora y sus «satélites» por izquierda ratificaron que irán este miércoles a Comodoro Py a como dé lugar. No importa donde notifiquen la prisión domiciliaria a la «jefa».
Es una mala señal para los hombres de negocio. Por eso, Milei quiere recuperar rápido la centralidad. Y, en materia económica, ya no parece alcanzar con la baja de la inflación y las «exitosas» colocaciones de deuda de Caputo y sus «Anker boys».
Se necesitan señales contundentes de que la cosa va en serio. Una forma de lograrlo es avanzar con anuncios que, por ahora, no han pasado de la zona de las promesas. Mostrarle al establishment que el Estado se seguirá achicando y habrá nuevas «oportunidades» para la inversión. «Hacen falta dólares y hay que echar mano de lo que hay», grafica el economista Martín Kalos, director de Epyca Consultores.
Dólares para reservas: El Gobierno prepara nuevas privatizaciones
«Las inversiones que nosotros permitimos entrar a través del RIGI, el régimen de incentivo a grandes inversiones, exceden el ciclo político», fue una de las señales transmitidas al sector privado europeo. «Lo único que tienen que mirar es si nosotros estamos ordenados macroeconómicamente, porque de ahí resulta todo», buscaron convencer los funcionarios argentinos que estuvieron en Europa.
Lo concreto es que el Gobierno monitorea casi 60 empresas públicas. «Todo está sujeto a revisión y lo que se pueda pasar al sector privado, sea con la modalidad privatización, o con un esquema mixto público-privado», pasará, le dijo a iProfesional un funcionario con recorrido entre Casa Rosada y Economía.
La necesidad tiene cara de hereje. Las urgencias por acumular reservas llevan a volver a concentrarse en la privatización de empresas estatales y la venta de «joyas de la abuela» para atraer divisas. Son «miles de millones de dólares», se entusiasman en el Ministerio de Economía.
Así, se decidió acelerar la privatización de centrales hidroeléctricas con las que se recaudarían 400 o 500 millones de dólares. Son Alicurá Cerros Colorados, El Chocón y Piedra del Aguila. Todas en Neuquén, la provincia donde se encuentra Vaca Muerta y que parece predestinada a ser grandiosa.
Por supuesto, la energética Enarsa, la de energía nuclear Nucleoeléctrica, Yacimientos Carboníferos Río Turbio, Trenes Argentinos, la empresa de logística aeroportuaria Intercargo, la de agua y saneamiento AYSA, el Belgrano Cargas y Corredores Viales, forman parte de las privatizables, aunque con distintas chances.
Por ahora, parece que el Belgrano Cargas y Corredores Viales (rutas) ganaron algunas posiciones. «Pero esto es dinámico, nada está escrito en piedra, salvo el equilibrio fiscal, la cero emisión de moneda y la decisión de seguir bajando impuestos», explican cerca del ministro Luis Caputo.
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