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ECONOMIA

¿No era mejor lanzar un billete de $50.000 con una inflación al rojo vivo?: la razón de la decisión del BCRA

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Si bien el Presidente Javier Milei ya había adelantado semanas atrás la noticia, el Banco Central anunció una medida muy esperada por comercios, bancos y consumidores. A partir de junio se emitirán billetes de $10.000 y $20.000, hecho que intenta sincerar que el actual papel de máxima denominación de $2.000 ya no sirve para comprar varios artículos de consumo cotidiano. Pero, al mismo tiempo, se abre una serie de interrogantes: ¿Por qué no se empieza con uno de $5.000? ¿Por qué se debe esperar hasta mitad de año? ¿Por qué tampoco se anunció al esperado de $50.000?

Al respecto existen muchos motivos y trasfondos técnicos que explican la decisión oficial de haber empezado por los de $10.000 y $20.000, como son los tiempos de diseño, aprobación de bocetos, logística y evitar «cuellos de botella» en el manejo de efectivo de las transacciones.

«La emisión de estas denominaciones facilitará las transacciones entre los usuarios, hará más eficiente la logística del sistema financiero y permitirá reducir significativamente los costos de adquisición de los billetes terminados», informó el BCRA.

Esto se debe a que, con semejante inercia inflacionaria, con un registro de 211% en 2023, la emisión de mayores denominaciones permitirá usar una menor cantidad de papeles para adquirir los mismos bienes y servicios. Ello se traduce en manejar un menor volumen de dinero en comercios y bancos, y bajar los gastos de impresión y logística, tanto para el traslado como para el almacenamiento de todos los actores de la economía.

Y, al mismo tiempo, la entidad monetaria aclaró que «con el propósito de ahorrar costos y acortar los plazos de producción», el Directorio decidió utilizar diseños ya existentes pertenecientes a la familia «Heroínas y Héroes de la Patria» para los nuevos billetes.

Esta es la razón fundamental por la que se llegará a imprimir a los de $10.000 en junio, donde estarán las imágenes de Manuel Belgrano y de María Remedios del Valle, heroína de la Guerra de la Independencia. Un diseño que había sido pensado originalmente en la anterior gestión para el papel de $500, con el fin de reemplazar los motivos de los animales. Y ahora se adaptará con la nueva cifra.

El aspecto que ponen en duda los expertos es que se logre llegar para esa fecha a lanzar a la calle a los de $20.000, cuyo diseño sería nuevo, ya que se incorporará la imagen de Juan Bautista Alberdi, que no estaba contemplada por la gestión de Alberto Fernández para renovar los dibujos de los pesos.

Cabe recordar que el tiempo que se requiere para diseñar y lanzar un billete nuevo al mercado «desde cero» es de un mínimo de 6 meses, por los distintos procesos intermedios que se precisan, como hacer el boceto, lograr las aprobaciones del mismo y de las medidas de seguridad implementadas, conseguir el papel y la tinta pertinentes para su impresión, entre otras cuestiones.

Los billetes que circulan en la actualidad no alcanzan para realizar consumos cotidianos.

Los billetes de mayor denominación que circulan en la actualidad no alcanzan para realizar consumos cotidianos.

Billetes de $10.000 y $20.000: el lado B de los anuncios

Antes que nada, se rescata desde el mercado como positiva la decisión oficial de lanzar papeles de mayor cifra. De hecho, el nuevo de $10.000 tendrá 5 veces más de valor al que tiene la actual máxima denominación ($2.000). Por lo que desde ese lado, se mejorará y agilizará notoriamente, junto con el papel de $20.000, las transacciones cotidianas y el flujo de efectivo en comercios, bancos y el público.

«Es un primer paso para dotar de medios de pago más acordes a la realidad que tiene la economía, pero si se mira a mediano plazo, como para diciembre de este año, ya se debería pensar en lanzar para entonces los de $50.000 y $100.000, mas con los niveles de inflación proyectados para los próximos meses«, detalla a iProfesional Augusto Ardiles, ex director de la Casa de la Moneda.

Por su parte, para Lucio Garay Méndez, economista de Eco Go, esta medida anunciada por el Banco Central «es acertada y llega tarde. Es que si uno quiere llevar el uso de una moneda, por ejemplo, con 100 dólares, en un solo billete ya se tiene todo al alcance. En cambio, con los pesos uno tiene que llevar consigo 100 billetes, o si se tiene suerte y consigue a los de $2.000, debe llevar 50 unidades para comprar lo mismo que con uno de u$s100″.

Es decir, según su visión, «hay una cuestión de practicidad que se resuelve con la impresión de billetes de mayor denominación. Hace un buen tiempo que los nuevos billetes perdieron su valor y más con esta gran aceleración inflacionaria».

En cuanto al papel de $10.000, el reciclado del «viejo» diseño que iba a utilizarse para el de $500, para la renovación de la familia de animales y reemplazarlos por los «héroes de la Patria», implica como «lado B» que las medidas de seguridad contempladas para el mismo «sean demasiadas exigentes para un valor de un papel que será muy bajo a mitad de año cuando esté en la calle, ya que tendrá, por ejemplo, un hilo de seguridad patentado por una compañía mundial», menciona Ardiles.

En resumidas cuentas, los nuevos papeles de $10.000 y $20.000 hoy representan u$s8,93 y de u$s17,86, respectivamente, al tipo de cambio libre. Cifras que se acercan a los países de la región, cuyas denominaciones de más valor equivalen a alrededor de 30 dólares.

El billete de $1.000 representa el 55% de la cantidad de papeles que circulan, pero vale menos de un dólar libre.

El billete de $1.000 representa el 55% de la cantidad de papeles que circulan, pero vale menos de un dólar libre.

Por qué no se anunció al billete de $50.000

En este aspecto, uno de los puntos de discusión, que deja una sensación agridulce en algunos economistas, es el «no anuncio» del billete de $50.000.

«Honestamente, creo que deberían haber sacado billetes de mayor denominación. Creo que hay un tema de tipo logístico en esta decisión, que el Banco Central maneja bien. Incluso, creo que sería más conveniente cambiar en algún momento al signo monetario. Estamos con una escala de precios de tres ceros que se asemeja a la década los ´90, entonces hubiera sido conveniente eso», dice a iProfesiona Camilo Tiscornia, economista y director de C&T Asesores.

Es que el propio Milei había adelantado que la idea era lanzar papeles de $50.000, ¿qué pasó entonces?

La respuesta a ello tiene que ver, más que nada, con un aspecto operativo, si se pasaba de un salto abismal desde la actual máxima cifra de $2.000 hasta un papel de $50.000, seguramente, hasta que comiencen a circular masivamente los de $10.000 y $20.000, se hubiera producido un grave conflicto respecto al cambio a otorgar en las transacciones.

«Me parece bien que hayan empezado por los de $10.000 y $20.000 porque si hubieran lanzado desde el vamos a uno de $50.000 hubiera habido un problema en la economía real para dar cambio en los negocios, algo que le hubiera complicado el día a día de la gente», sostiene Ardiles a iProfesional.

Aunque, advierte que ya se debería estar pensando en emitir ejemplares de $50.000 y $100.000 para tenerlos en la calle en diciembre.

«Ahí está bien que tengan medidas de seguridad adecuadas, ya que cuando salgan a circulación van a tener valores de hasta 60 a 70 dólares por lo menos», acota Ardiles.

Los billetes de $10.000 y $20.000 estarán en la calle a partir de junio, gracias a que se

Los billetes de $10.000 y $20.000 estarán en la calle a partir de junio, gracias a que se «reciclarán» diseños previos.

¿Por qué no se emitieron papeles de $5.000?

Una de las preguntas que surgió es por qué no se imprimirán papeles de $5.000, ya que la distancia es amplia entre los actuales de $2.000 y los que seguirán en la familia actual de $10.000.

«El de $5.000 hubiera tenido sentido si lo sacaban rápido a la calle con adaptaciones a diseños anteriores para, por ejemplo, marzo. Pero recién al llegar para junio, con la inflación corriendo al 20% al 25% mensual no tiene ningún tipo de justificación ponerlo a la calle a mitad de año», reflexiona Ardiles.

Es que al ritmo actual de la inflación, para junio el valor real de este papel sería la mitad.

De esta manera, la estrategia del Banco Central sería, para el cambio para los pagos con $10.000 y $20.000, utilizar a la gran cantidad de unidades de $1.000, cifra que representa el 55% del circulante de todos los billetes, y también a los de $2.000.

«De hecho, entre enero y febrero Argentina va a recibir 500 millones de billetes de $2.000, impresos en la Casa de la Moneda de China. Así que creo que van a utilizar esos billetes como cambio para cuando se lance el de $10.000″, finaliza Ardiles a iProfesional.-





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ECONOMIA

El mercado ve difícil que se mantenga el superávitl si baja el impuesto PAIS y aunque vuelva Ganancias

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A la hora de buscar explicaciones para la desconfianza que está expresando el mercado respecto del plan de Luis Caputo, hay datos en la recaudación tributaria de junio que aportan claridad. Una vez más se evidenció que el superávit fiscal, lejos de estar asegurado, depende de medidas transitorias cuyo efecto ya no se verá dentro de pocos meses.

El más notorio es el impuesto PAIS, el gran anabólico de las cuentas fiscales, que el mes pasado aportó nada menos que un 7% de la recaudación total. Es, precisamente, el impuesto que el gobierno se comprometió a reducir en el corto plazo, al aceptar que su aplicación resulta distorsiva para la economía.

Por lo que ha insinuado el gobierno, ya en agosto se debería reducir su alícuota, que del actual 17,5% volvería al 7%. Y en teoría, el año próximo no debería seguir vigente, dado que tendría que salir de escena junto con el cepo cambiario. Al menos, ese fue el argumento que el propio Javier Milei había planteado el verano pasado, cuando en medio del debate por la ley Bases se negó al pedido de los gobernadores provinciales para coparticipar el impuesto PAIS.

La recaudación de impuestos en junio es clara respecto del impacto que tendrá el paulatino recorte de este tributo. Si ya se estuviera aplicando la reducción de 10 puntos en la alícuota, entonces la recaudación total habría disminuido en $445.000 millones, un 4% del total.

Esa cifra supera, por ejemplo, el monto del superávit fiscal primario obtenido en abril pasado. Y también habría sido superior al superávit de mayo, si no fuera porque ese mes se produjo, excepcionalmente, un alto ingreso por un efecto contable post devaluación.

Un superávit que sigue dejando dudas

Es así que quienes tienen dudas sobre la sostenibilidad del superávit se replantean la preocupación por la dependencia que Caputo está demostrando respecto de un impuesto que, de cumplirse con lo prometido, dejará de hacer su aporte justo en un momento recesivo, en el que otros tributos más directamente ligados a la actividad comercial -como el IVA, por ejemplo, ven disminuida su capacidad contributiva-.

Pese a la insistencia de Toto Caputo y Santiago Bausili por transmitir solidez en el plano fiscal, el mercado sigue expresando dudas sobre la sostenibilidad del superávit

En otras palabras, regresan las sospechas de que durante el segundo semestre, que es cuando típicamente aumenta las erogaciones del gasto público, ya no resulte posible sostener el superávit de las cuentas, si al mismo tiempo no se cuenta con la ayuda del impuesto PAIS.

Serán meses en los que, al contrario de lo que ocurrió hasta ahora, el gasto jubilatorio -por lejos, el de mayor incidencia en el presupuesto- empezará a crecer en términos reales por efecto de la nueva fórmula indexatoria. Y hasta los rubros que en otros años salvaron la recaudación, como las retenciones a la exportación del agro, ahora muestran menos pujanza: en junio representaron apenas un 3,8% del total, cuando en otras épocas aportaban cerca del 10%.

Ahora, para complicar más la situación, los analistas creen que, a partir de las nuevas medidas monetarias -que transfieren al Tesoro la responsabilidad de pagar a los bancos por su excedente de liquidez- se hará todavía más difícil el panorama, porque eso requerirá un mayor nivel de superávit primario.

Así lo plantea Jorge Vasconcelos, economista jefe de la Fundación Mediterránea, después de analizar el desafiante calendario de pagos para las arcas fiscales.

«Debería explicitarse cómo la mayor carga de intereses que habrá de enfrentar el sector público no habrá de complicar el cumplimiento de las metas fiscales. No es un tema menor, dadas las dificultades para bajar el riesgo país y la conexión que existe entre la continuidad del cepo y la necesidad del Tesoro de asegurarse licitaciones exitosas ante cada vencimiento de deuda», apunta el economista.

¿Se puede prescindir del impuesto PAIS?

En el último mes, el ingreso tributario se vio potenciado por el hecho de que el impuesto PAIS se aplicó también a las empresas que compraron el bono Bopreal con el objetivo de girar al exterior dividendos o utilidades.

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

El impuesto PAIS volvió a salvar la recaudación de junio, con un aporte extraordinario por el gravamen a los bonos Bopreal

Al permitir esa remisión de fondos al exterior, que hacía más de cinco años que estaba vedada a las empresas, el gobierno se aseguró el éxito en la colocación de este bono, con un volumen equivalente a u$s1.743 millones. Traducido a pesos, significa que los inversores entregaron $1,54 billón. Y, como todo está gravado por este tributo, quedaron en la caja de la AFIP $269.000 millones.

Es lo que permitió que en la recaudación de junio el impuesto PAIS haya dado un salto de 38,5% respecto de lo conseguido en mayo.

¿Qué tan grave es actualmente la dependencia del impuesto PAIS? Hasta hace dos meses, lo suficiente como para afirmar que, si no existiera, habría regresado el déficit fiscal. En este momento se está verificando un «oxígeno» proveniente del impuesto a las Ganancias, pero aún así hay dudas sobre la duración de ese fenómeno.

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Aunque baje el impuesto PAIS, ¿la vuelta de Ganancias podrá mantener el superávit?

Ocurre que Ganancias está reflejando el impacto del vencimiento del primer anticipo de las sociedades con cierre diciembre, por el período fiscal 2024. Eso le permitió crecer al punto de que en junio su participación fue el 22% de la recaudación total, cerca de su promedio histórico -cuando durante todo el año había promediado un 14%-.

Pero claro, ese efecto es de corta duración y no se volverá a verificar en los próximos meses. Es por eso que ahora la apuesta es a que en la caja de la AFIP empiece a notarse el impacto de la recientemente aprobada ley Bases.

Con el regreso del aporte que realizarán unos 800.000 trabajadores por el impuesto a los Ingresos -como se rebautizó a la cuarta categoría de Ganancias-, se espera que haya un ingreso tributario lo suficientemente alto como para disimular la pérdida que se producirá por la contribución del impuesto PAIS.

La calculadora de Impuesto a las Ganancias

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

El gobierno apuesta a que tras la reforma legislativa, Ganancias pueda compensar la disminución del aporte del impuesto PAIS

En los papeles, el regreso de Ganancias permitirá un incremento de 0,4% del PBI, lo cual, según los cálculos de Toto Caputo, disiparía las dudas respecto de la consecución del superávit fiscal. Claro que, a diferencia de lo que ocurre con el impuesto PAIS -cuya recaudación queda íntegramente para el Tesoro-, lo que ingrese por Ganancias se debe coparticipar con las provincias, que se quedan con 58% de la caja.

Pero el gobierno apuesta a que su jugada salga bien. La historia reciente demuestra que Ganancias es uno de esos impuestos que son relativamente inmunes a los momentos recesivos como el actual. A diferencia de tributos como el IVA, cuyo nivel de recaudación está directamente vinculado a la fase -expansiva o recesiva- del ciclo económico, Ganancias suele mantenerse, porque su ingreso depende del incremento nominal de los ingresos, que en una economía inflacionaria tiende a subir.

De todas formas, entre los analistas no hay consenso respecto de cuánto tiempo llevará para que la reforma legislativa sobre Ganancias deje ver plenamente su impacto en las cuentas fiscales. Y esas dudas se acrecentaron por la ralentización en la eliminación de subsidios estatales a la energía, en el marco de la preocupación oficial por acentuar la desinflación.

Tanto es así que todavía se escuchan dudas respecto de si, efectivamente, el impuesto PAIS desaparecerá el año que viene, aun cuando se avance en un desarme del cepo. Eso implicaría reducir la cuenta corriente -la del comercio de bienes- al tiempo que se abre la cuenta capital y financiera, algo que los economistas asocian a una mayor volatilidad del dólar y una economía más vulnerable a los shocks externos.

Mientras tanto, el dólar paralelo sigue batiendo récords a diario, indiferente a las declaraciones de los funcionarios sobre la solidez de la situación fiscal.



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