ECONOMIA
Pelea por el atraso cambiario: Milei, enojado porque el FMI «no la ve» y lo presiona con una devaluación
Javier Milei dejó en claro que, entre todas las «batallas culturales» que está librando, la más difícil de ganar no es la de la necesidad de cortar el gasto público ni la que disputa contra la «agenda woke», sino contra la opinión, cada vez más extendida, de que su plan económico está incurriendo en un atraso cambiario que puede derivar en una devaluación.
Por segunda vez en un mes escribió personalmente una columna en el diario La Nación, para fijar su postura al respecto y responder los argumentos de los «econochantas». El título elegido es una muestra cabal del fastidio que le provoca el debate: «Atraso cambiario, el disco rayado de los economistas».
En su artículo, Milei repitió y profundizó, con terminología técnica, los mismos argumentos que antes había dado la columna anterior y en las entrevistas que le hicieron los medios internacionales. Es decir, que no cree en una ganancia de competitividad a través de una devaluación.
Además, su ministro de economía, Toto Caputo, también viene refiriéndose a ese tema casi a diario, y en una entrevista reciente afirmó que no es que el dólar esté atrasado sino que hay «precios que están adelantados», dando a entender que la apertura comercial presionará a una deflación en dólares para productos importados. Y, además defendió el boom de turistas argentinos en Brasil con un argumento más que polémico: que la Argentina «es un país riqúisimo» y, por lo tanto, no debería verse con extrañeza que un asalariado de clase media pueda pasar sus vacaciones en la playa de Copacabana.
Antes de eso, sus asesores argumentaron extensamente en las redes sociales por qué el plan de las «tres anclas» -fiscal, monetaria y cambiaria- no se parecía a ninguna de las experiencias históricas recientes y por qué, aunque los precios sean altos en dólares, esta vez la situación no tendrá un final traumático.
¿Por qué, después de todas esas argumentaciones, el presidente se empeñó en salir nuevamente a la arena del debate económico? Hay un dato sugestivo para responder esa pregunta: el día anterior, el Fondo Monetario Internacional hizo una declaración oficial respecto de la marcha del plan de Milei. Y ocurrió lo que se temía: detrás del lenguaje diplomático lleno de elogios a los avances contra la inflación, venía el mensaje entrelíneas sobre los «desafíos» que faltan, y que tienen que ver con una mayor coordinación fiscal, monetaria y cambiaria.
Todos entendieron lo que había ocurrido: la misión técnica que estuvo hace dos semanas en Buenos Aires revisó los números, discutió sin llegar a un acuerdo con el equipo de Toto Caputo y se fue con la misma idea con la que había llegado: que el modelo tiene un problema cambiario, y que ese modelo sólo se arregla con un salto devaluatorio.
Mientras tanto, lo máximo que puede ocurrir es que haya un acuerdo de corto plazo, por el FMI entiende que Milei no levantará el cepo en un año electoral, pero que ese acuerdo no implicará dólares frescos. Para eso, habrá que esperar a 2026, el momento en el que Milei aseguró que ya no regirán los controles cambiarios.
En el FMI tampoco «la ven»
Es comprensible el enojo de Milei: él creía que había una línea interna del FMI que «no la veía» y que se dedicaba a sabotear su plan, pidiéndoles mayores esfuerzos que los que les había pedido a Sergio Massa. Al comienzo, Milei celebró la salida de las negociaciones de Rodrigo Valdés, considerado el «villano» que lideraba la oposición al caso argentino, y creyó que cambiaría la postura del organismo.
Luego, celebró que, con la victoria de Donald Trump, el directorio del FMI sentiría una mayor presión para ayudar a los países amigos y flexibilizar las condiciones que se le piden a Argentina.
Sin embargo, constató una dura realidad: los funcionarios pasan, los gobiernos en Washington cambian, pero el FMI no altera su postura clásica: pone la lupa sobre la cuenta corriente, el indicador del que se habla poco, pero que en el fondo es el que más le importa -mide la diferencia entre la cantidad de dólares que entran y los que salen de la economía-.
Al principio, parecía que esa postura crítica era minoritaria. Al punto que Caputo se permitía mofarse de Robin Brooks, ex economista jefe en el Instituto de Finanzas Internacionales y estratega de divisas en el banco de inversiones Goldman Sachs, que pronosticaba una inevitable crisis devaluatoria.
«Argentina tiene un fetichismo extraño con su tipo de cambio del $/ARS. Se devaluó en diciembre, pero inmediatamente volvió a fijar el peso frente al dólar», afirmaba el economista, para furia del gobierno.
Pero luego se sumaron otras voces influyentes, como la de Alejandro Werner, experimentado ex director del FMI, quien escribió en un reporte: «Esta apreciación representa un riesgo significativo para el programa de estabilización basado en el tipo de cambio, especialmente considerando las reservas netas negativas del Banco Central y la lenta acumulación de reservas internacionales».
Werner cuestionó el principal argumento del gobierno, ese que afirma que ahora todo es diferente porque Argentina conquistó el superávit fiscal. Contrariando esa opinión, Werner recordó otros casos de la historia reciente -como Chile en los años ’80- en los que, incluso que las cuentas fiscales equilibradas, hubo países que terminaron devaluando su moneda después de un período extenso de déficit de la cuenta corriente.
Y, para colmo, a las críticas de estos expertos internacionales se sumó la advertencia del siempre influyente Domingo Cavallo, que sugiere que el actual esquema del cepo debe pasar a un sistema desdoblado, y afirma que son exagerados los temores sobre un efecto contagio a la inflación.
Apostando a la oleada de dólares
En otras palabras, Milei se dio cuenta de que ya no se trata de debatir sobre el retraso cambiario con economistas del bando «keynesiano» ni con ex funcionarios de gobiernos peronistas, sino que debe convencer, sobre todo, a los economistas e inversores de cuya opinión depende su propia estabilidad.
El argumento del presidente es que habrá que acostumbrarse a una «nueva normalidad» en la que el peso argentino será una moneda fuerte. Su argumentación es que esa es la reacción natural tras un plan de shock contra la inflación y el déficit fiscal. Y que, si se compara con períodos de estabilidad económica -como la convertibilidad de los ’90- habría margen incluso para que la cotización del dólar cayera al entorno de $700.
Mientras tanto, en el mercado no parece convalidarse su punto de vista: el dólar «contado con liquidación» subió un 1,4% en la primera semana de febrero. Es decir, ya supera la suba que tendrá el tipo de cambio oficial en todo el mes, de acuerdo con el nuevo «crawling peg».
Y la liquidación de exportaciones por parte de los productores agrícolas sigue sin mostrar entusiasmo, a pesar de la rebaja temporaria de las retenciones a la exportación. Y los expertos muestran preocupación, además, por la tendencia a la caída de precios del mercado internacional, tanto en el agro como en el petróleo.
Aun así, Milei confía en que Argentina recibirá tal «oleada de dólares» que lo natural sería que la moneda se siguiera apreciando. Y que, además, hasta podría vivir largo tiempo con déficit en la cuenta corriente.
Ese es el punto más polémico. El déficit argentino muestra un «rojo» todavía modesto, pero lo que preocupa es la tendencia: van siete meses consecutivos de déficit, que en total acumulan u$s7.465 millones. Y la sospecha generalizada es que el nuevo crawling peg de 1% -a contramano de una región que devalúa- puede agravar este panorama.
Pero, sobre todo, lo que preocupa es la propia historia argentina. Es un problema que afectó a gobiernos de todos los signos ideológicos: desde comienzos de los años 80, cuando se rompió la «tablita cambiaria» tras un déficit récord de 6% del PBI, pasando por la crisis del plan Austral que derivó en la hiperinflación de 1989 -con un previo déficit de cuenta corriente de 4%- y por el colapso de la convertibilidad -anticipado por el déficit de 4,8% en 1998.
Ya en este siglo, la llegada del cepo de Cristina Kirchner coincidió con la pérdida del superávit en 2010, y luego el daño del déficit de cuenta corriente se evidenció en toda su intensidad en 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, cuando un rojo de 5,2% del PBI llevó a la devaluación y al salvataje del FMI. Y, finalmente, cuando asumió Javier Milei se encontró con un déficit de u$s21.000 millones, equivalente a un 3,3% del PBI.
¿Déficit permanente de cuenta corriente?
Los economistas que estudiaron la historia de los acuerdos entre Argentina y el FMI llegaron a una conclusión interesante: el único punto que siempre el Fondo exigió a rajatabla fue el del equilibrio en la balanza de pagos.
Hoy Milei quiere convencer al Fondo de que su déficit de cuenta corriente podría llegar a ser permanente, dado que se compensará con la entrada de dólares por otras vías, como por ejemplo los proyectos de inversión en energía y minería.
«Es más, dada la caída del riesgo país observada desde que LLA ganó las elecciones, en la medida que la tasa de interés internacional caiga debajo de la doméstica, no debería sorprender que el país vaya a una cuenta corriente negativa. ¿Es de temer? Dado el equilibrio fiscal, no», argumenta el presidente.
En otras palabras, lo que Milei afirma es que se profundizará el fenómeno por el cual a las empresas argentinas les resulta más conveniente endeudarse en dólares -que luego venderá al Banco Central, ayudándolo a reforzar las reservas-.
Es, de hecho, lo que ocurrió en 2024, cuando las empresas -según una estimación de PwC- emitieron deuda por u$s13.200 millones, el nivel más alto en nueve años.
Pero los economistas ven este fenómeno con cierta aprensión: señalan que para que se sostenga el esquema se necesita un diferencial cada vez más alto de tasas en pesos, que se puede agravar por la misma política de restricción monetaria del Banco Central.
Lo cierto es que, mientras el gobierno argumenta que habrá que acostumbrarse a un dólar «barato», sigue sacrificando reservas del BCRA por la vía de intervenir en el mercado de bonos y, así, mantener a raya al «contado con liqui». Los economistas estiman que sólo en enero ese gasto rondó los u$s1.000 millones.
De momento, todo indica que el debate sobre el atraso cambiario, lejos de terminar, será el tema dominante de la campaña electoral. Para disgusto de Milei, el «disco rayado» suena a todo volumen, tanto en el mercado local como en las oficinas del FMI.
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ECONOMIA
Si bien la inflación cierra el primer trimestre con una desaceleración, Luis Caputo aún no puede bajarla al 2% mensual
Si bien la inflación aún no bajó el 2% mensual, una de las metas más ambiciosas del ministro de Economía, Luis Caputo, cierra el trimestre del año con una desaceleración evidente.
Las estimaciones privadas sitúan la inflación de marzo en torno al 2,5%, lo que marcaría una leve aceleración respecto de febrero y enero.
¿Cómo cerraría la inflación en el primer trimestre del año?
Así, el primer trimestre del año cerraría con una inflación acumulada de aproximadamente 7,3%. Si bien representa una baja moderada frente al 8% registrado en los últimos tres meses de 2024, la diferencia es notable en comparación con el 51% acumulado en el primer trimestre del año pasado.
La gran incógnita es si el Gobierno logrará perforar el umbral del 2% mensual y qué impacto tendrá en este proceso la negociación del programa económico con el FMI.
Por ahora, los especialistas se muestran optimistas y proyectan que la inflación podría ubicarse por debajo del 2% en los próximos meses, aunque el camino sigue siendo complejo.
En enero, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 2,2%, marcando una desaceleración respecto al 2,7% de diciembre. Fue el nivel más bajo desde mediados de 2020, en plena pandemia. Según el INDEC, los rubros que más aumentaron en ese mes fueron Restaurantes y hoteles (5,3%), impulsados por la estacionalidad de las vacaciones, y Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (4,0%), debido a subas en alquileres y tarifas.
Sin embargo, la tendencia descendente se frenó en febrero, cuando la inflación se ubicó en 2,4%, acumulando un alza del 66,9% en los últimos doce meses. En los dos primeros meses del año, los precios subieron casi 4,7%. El rubro con mayor incidencia en todas las regiones fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (3,2%), impulsado por el incremento en Carnes y derivados. La categoría con el mayor aumento fue Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (3,7%), a raíz de ajustes en alquileres y tarifas de servicios públicos.
¿Qué inflación proyectan en marzo?
Para marzo, las consultoras privadas prevén un IPC similar al de febrero o incluso con una leve aceleración, lo que indicaría que la batalla contra la inflación aún enfrenta obstáculos.
Rocío Bisang, analista de la consultora Eco Go, dijo que «por ahora estamos manejando una proyección del 2,5% para marzo, en línea o levemente por debajo de febrero». Y alegó que «si bien por la propia dinámica estacional, marzo suele dar por encima, febrero fue atípico y esperamos que algunos de los factores que presionaron en el mes, como la suba en carnes, no se repitan en marzo». Y en ese sentido, «la inflación en alimentos debería desacelerarse», señaló.
En sintonía, Camila Antequera, analista de la consultora Ferreres, comentó que «nuestra estimación preliminar de inflación de marzo ronda el 2,3% mensual». Y acotó que «esperamos que se note cierta aceleración en rubros que tienen estacionalidad, como es el caso de Vestimenta y Educación«. Concordó que «en Alimentos, la inflación podría bajar, ya que febrero fue un mes de alta inflación por las subas de la carne».
Florencia Iragui, analista de LCG, también planteó que «en marzo la estacionalidad juega en contra, pero otros factores podrían contrarrestar el efecto» como alimentos, por lo que «creemos que marzo estaría en torno a 2,4% el mismo porcentaje de inflación mensual que febrero».
Por su parte, Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Equilibra, alegó que «marzo es tradicionalmente un mes complejo en materia inflacionaria por el inicio de clases, por lo que esperaría que haya una inflación similar o mayor a la de febrero» y enfatizó que «es muy importante ver que pasa con la carne que tuvo una suba fuerte en febrero y algo de arrastre le va a pegar, con lo cual es probable que la inflación de este mes ronde en 2,5% o un poquito más».
«Depende lo que pase con alimentos y bebidas que si desacelera va a compensar el aumento que va a tener Educación», añadió.
Clara Alesina, economista de la Fundación Libertad y Progreso, recalcó que «la dinámica del IPC viene mostrando tasas de crecimiento muy por debajo de los registrados a comienzos de 2024 y hay que retroceder hasta mediados de 2020 para encontrar valores similares a los actuales».
«Pese a la tendencia decreciente, no se prevé una desaceleración en marzo. El inicio del año escolar y la reactivación de sectores clave podrían generar cierta presión estacional sobre los precios. Sin embargo, el ancla monetaria y fiscal aplicada por el Gobierno sigue operando como un factor de contención. Bajo estas condiciones, proyectamos que la inflación de marzo se mantendrá en niveles similares a los de febrero», auguró.
Leila García Kerman, de EconViews, indicó que «para marzo, prevemos una inflación ligeramente superior a la de febrero, que nos dio 2,2%, debido a la estacionalidad en algunas categorías, como Educación. Y, por otro lado, estimamos que alimentos podría llegar alrededor del 2%».
Inflación: ¿cuándo perforará el 2% que quiere Luis Caputo?
El objetivo del Gobierno es romper la barrera del 2%, pero pese a todas las medidas que viene tomando, como la baja del crawling peg al 1%, y la intervención en la brecha para contener el tipo de cambio, ese objetivo no termina de concretarse.
Consultada sobre cuándo vislumbran que la inflación podría perforar el anhelado 2% por el Gobierno, Bisang contó que «por ahora nuestras proyecciones apuntan a abril/mayo, con alguna diferencia de decimales».
No obstante, la especialista resaltó: «Queda pendiente igualmente ver que pasa con el acuerdo con el FMI y si trae cambios en el esquema cambiario«.
Antequera aseguró que, pese a la reducción del crawling peg al 1%, lo que impide hasta ahora perforar el 2% y «que presiona al alza la inflación son los servicios».
«El crawling peg impacta principalmente sobre los bienes que ya vienen subiendo por debajo del 2%. Pero los servicios, impulsados por las subas del salario real y las subas de los regulados, vienen por encima todavía».
En ese marco, dijo que «esperamos que perfore el 2% recién en el segundo trimestre».
De igual diagnóstico, el economista Federico Glustein afirmó que «la inflación no baja del 2% porque servicios sigue arriba de la general, hay que agregar la inercia sobre todo en tema alimentos y algunos estacionales, como Turismo y Educación».
«Creo que en abril/mayo podría perforar el 2% porque es momento de menor presión por actividad, más el ingreso de divisas por exportaciones que ayuda a estabilizar y reducir volatilidad», fundamentó.
Asimismo, Iragui esgrimió que «la recuperación de la actividad conjunta con mejores salarios son un desafío para la inflación; la baja del ritmo de crawling del 2% al 1% podría intentar alinear la inflación a ese porcentaje, pero con una visión de más largo alcance, podemos decir que, con la percepción de atraso cambiario, la reducción del crawling podría terminar perdiendo eficacia».
Mientras que Camilo Tiscornia, director de L&P, comentó que «a nosotros, en febrero, la inflación nos dio 1,9% y -por como se comportaron los alimentos- eso deja bastante arrastre para marzo, donde en nuestra medición es probable que el sector de Educación pegue un poco más. Es probable que la cifra inflacionaria de este mes sea más alta que en febrero, y este de vuelta arriba del 2%, por lo cual habrá que esperar abril o el segundo trimestre para que arranque con 1″.
Lautaro Moschet, economista de la LYyP, manifestó que «nos encontramos en una etapa del proceso de desinflación donde las oscilaciones serán más frecuentes, pero la tendencia debería continuar a la baja».
«Esto se debe a que el programa económico se centra en equilibrar el mercado monetario, estabilizando el valor del peso. En este escenario, es razonable esperar que la inflación siga moderándose. La reducción del ritmo de crawling peg establece un piso más bajo para la inflación, lo que permite proyectar una nueva desaceleración en el segundo trimestre», vaticinó.
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ECONOMIA
Así podés obtener ganancias en dólares con Mercado Pago de manera sencilla
Mercado Pago activó una función para que los dólares MEP adquiridos en la app generen intereses diarios: cómo funciona y cuánto se puede ganar
26/03/2025 – 09:12hs
Mercado Pago lanzó una nueva función de inversión que permitirá a sus usuarios ganar intereses con los dólares que compren e inviertan dentro de la plataforma, la cual forma parte del ecosistema de Mercado Libre.
Gracias a un acuerdo con el Banco Industrial (BIND), los dólares adquiridos mediante dólar MEP en la app podrán ser invertidos en un Fondo Común de Inversión (FCI) en esa moneda. Esto permitirá a los usuarios obtener una renta diaria con sus divisas.
¿Cómo invertir dólares en Mercado Pago?
Para acceder a esta opción, los usuarios deben comprar dólares a través de la app utilizando la modalidad Dólar MEP, un mecanismo legal que permite adquirir divisas mediante la compra y venta de bonos. Es importante destacar que Mercado Pago aplica una comisión del 1% sobre la operación de compra.
A partir de ahora, los dólares que se mantengan en la cuenta producirán diariamente intereses al ser invertidos en el FCI en dólares, gestionado por Industrial Asset Management y custodiado por el Banco Industrial.
¿Qué rendimiento ofrecen los dólares en la app?
Si bien el rendimiento en dólares es inferior al de los pesos, este FCI ofrece actualmente una rentabilidad estimada del 1,1% anual. Pese a que la tasa es más baja en comparación con las opciones en pesos, garantiza que el dinero en dólares conserve su valor y siga generando ingresos sin necesidad de ser movido.
La empresa resalta que esta inversión en dólares es de bajo riesgo, completamente digital y con liquidez inmediata, lo que permite retirar el dinero invertido en todo momento para utilizarlo o transferirlo.
Para utilizar esta función, los usuarios deben seguir estos pasos:
- Ingresá a la aplicación de Mercado Pago.
- Dirigite a la sección «Dólares» (ubicada dentro del menú «Ver más»).
- Comprá dólares a través del dólar MEP.
- Esperá 24 horas hábiles hasta que se acrediten en la cuenta (por normativa de parking).
- Activá la opción de inversión en dólares dentro de la app.
Requisitos
- Ser mayor de 18 años.
- Contar con la función de compra y venta de dólar MEP habilitada en Mercado Pago.
- Aceptar los términos y condiciones de la inversión.
- El monto mínimo para invertir es de tan solo 1 dólar, y no se cobran costos de mantenimiento en la cuenta.
¿Se puede solicitar un préstamo en Mercado Pago?
Mercado Pago brinda la opción de acceder a préstamos personales con una tasa de interés personalizada. No obstante, esta alternativa no está disponible para todos los usuarios, ya que la plataforma establece ciertos criterios para habilitar la línea de crédito.
Para saber si puedes acceder a un préstamo en Mercado Pago, debes ingresar a la sección «Créditos» dentro de la aplicación. La empresa informa a los usuarios cuando esta opción está disponible a través de un correo electrónico y una notificación en la app. Desde la plataforma aclaran que no es posible solicitar la activación de esta función a través de los canales de atención al cliente.
Para ser elegible, es necesario mantener un buen historial de uso de la línea de crédito. Esto implica realizar los pagos a tiempo y demostrar solvencia financiera.
Para solicitar un préstamo personal, sigue estos pasos:
- Acceda a la aplicación de Mercado Pago o Mercado Libre.
- Ingresá a la sección «Créditos».
- Elegí la opción «Simular préstamo».
- Ingresáa el monto que deseas y selecciona el número de cuotas, que pueden ser de hasta 12 pagos.
- Confirmá la solicitud. Si se aprueba, el dinero se acreditará automáticamente en tu cuenta de Mercado Pago.
- Los fondos estarán disponibles para usar en cualquier transacción que elijas.
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ECONOMIA
El rumor que crece en la City: dólar con flotación parcial para exportadores pero más regulado para turismo
«Un problema de stocks»: con esa expresión respondía Javier Milei en cada entrevista en la que le preguntaban por los requisitos pendientes para poder levantar el cepo cambiario. Y ese es uno de los temas centrales que se están negociando en este momento: cómo separar las obligaciones pendientes que el Banco Central tiene que los privados -el stock- respecto de la provisión de dólares para las operaciones actuales -el flujo-.
La resolución de ese tema es fundamental para definir el nuevo esquema cambiario que se negocia con el Fondo Monetario Internacional. Y es lo que lleva a los analistas del mercado a pensar que podría instaurarse un sistema de «flotación parcial» para las operaciones de comercio exterior, mientras se podría emitir un nuevo bono -similar al Bopreal- para saldar los montos pendientes por importaciones y por las remesas de dividendos por parte de empresas transnacionales.
Las señales enviadas hasta ahora dejan entrever que el gobierno no está tan preocupado por los flujos futuros de divisas, aun con el retraso cambiario acumulado en los últimos meses.
El argumento esgrimido por el propio ministro de economía, Luis «Toto» Caputo es que cambió el paradigma clásico porque la economía argentina ya no depende exclusivamente de la campaña agrícola para equilibrar sus cuentas.
El ministro espera una secuencia virtuosa en la cual ingresarán unos u$s25.000 millones en el trimestre abril-junio por la cosecha, pero a eso se agregará en el segundo semestre el grueso de la exportación petrolera, la nueva esperanza de la economía. Se estima que este año la balanza energética dejará, en términos netos, unos u$s8.000 millones.
Y, además, se debe agregar el ingreso de divisas por inversión externa directa, en el marco del RIGI. Los proyectos ya aprobados y en ejecución suponen la entrada de u$s12.000 milllones.
Y aunque las importaciones han crecido en los últimos meses cuatro veces más rápido que las exportaciones, en el mercado hay expectativa de que el cambio de estación empiece a jugar a favor.
Los dólares que vienen
En los últimos meses casi se extinguió el superávit comercial, lo que llevó a algunas dudas sobre cómo se financiaría un ritmo importador a más de u$s6.000 millones por mes -que es lo mínimo que requiere una actividad productiva en expansión-. Sin embargo, las encuestas como el REM que realiza en Banco Central entre economistas todavía refleja confianza en un holgado superávit comercial de u$s12.000 millones para fin de año.
Según estima la economista Marina dal Poggetto, el gobierno de Milei podrá obtener este año unos u$s20.000 millones más que lo que generó la economía en 2017, bajo la administración Macri. En aquel momento, se había acumulado en déficit de cuenta corriente del 5% del PBI -que derivó en la devaluación- mientras para este año se proyecta un rojo de 1%.
Claro, esa proyección optimista implica que realmente se haga efectivo el empuje exportador de la cosecha gruesa, algo que hasta ahora no se ha visto, ni siquiera con el estímulo de la reducción temporaria de retenciones a la exportación.
Lo cierto es que en los silobolsas todavía hay guardado un stock de soja de 11 millones de toneladas, equivalente a unos u$s4.000 millones. Y a pesar de que los consultores suelen recomendar aprovechar el precio actual -al que ven con pocas posibilidades de mejorar- y cerrar negocios con los valores de hoy, los productores siguen con la actitud opuesta: hay apenas un 4% de precio fijado.
El olfato de los productores
Los analistas del negocio agrícola afirman que la notoria disminución de embarques se debe, precisamente, a la ansiedad por conocer la «letra chica» del acuerdo con el Fondo. Más precisamente, si habrá un esquema cambiario flotante para el comercio exterior, que implica un tipo de cambio más conveniente.
Es un tema polémico, porque hay economistas que creen que, incluso en ese caso, el nuevo dólar estará por debajo de lo que actualmente cobran los productores por el «blend» -80% al oficial y 20% al «contado con liquidación»-, que quedaría sin efecto.
No es un tema menor: se estima que, en caso de anularse el «blend», el Banco Central podría volver a captar unos u$s18.000 millones anuales que actualmente se vuelcan en el mercado paralelo.
En todo caso, a la hora de conjeturar posibles escenarios de acuerdo entre el gobierno y el FMI, los economistas más influyentes aventuran una solución parecida a la que en algún momento había planteado Domingo Cavallo, en la que se desdoble el comercio exterior y las demás operaciones.
Por caso, Max Capital -cuyo director de research, Alejo Costa, trabajó como staff del FMI- desestima un sistema de bandas, mientras le asigna un 80% de probabilidades «una flotación libre solo para los flujos que actualmente operan en el mercado oficial, desplazando gradualmente otros flujos».
Otro bono para los del «carry»
Un esquema cambiario de ese tipo podría, desde el punto de vista del Gobierno, implementarse sin que se produzca un salto devaluatorio de magnitud, dado que los flujos entre exportaciones e importaciones «calzarían».
Restaría por definir si el tipo de cambio para el turismo se mantendría en las condiciones actuales o si cotizaría más alto, por ejemplo al nivel del CCL más las percepciones, como proponen algunos economistas. No es un tema menor, dado que, de sostenerse el ritmo del último verano, el turismo podría dejar un saldo negativo neto de u$s8.000 millones en el año.
En todo caso, el problema a resolver sería el del «stock», el principal miedo del gobierno, que teme que una gran masa de pesos quiera volcarse rápidamente al dólar.
Es por eso que se especula sobre un nuevo Bopreal, que sería destinado a saldar obligaciones atrasadas con los importadores, así como a darles salida a las empresas que hoy están obligadamente en el carry trade en pesos y que quieren enviar dividendos a sus casas matrices.
Según estimaciones de consultoras como Eco Go y Epyca, la cifra a cubrir estaría en torno de u$s7.000 millones. La solución del Bopreal ya se utilizó el año pasado, como forma de resolver el problema de los importadores que no podían acceder al mercado de divisas para saldar sus créditos comerciales. Se trata de un bono pagadero en dólares, que puede transarse en el mercado secundario.
¿Una neo convertibilidad?
Queda, finalmente la parte más importante de la resolución del «stock» para el BCRA: la capacidad de comprar la masa de pesos que giran en la economía sin respaldo de divisas. Y las últimas noticias en el sentido de que el acuerdo con el FMI podría llegar a u$s20.000 millones entusiasmaron a varios economistas sobre la posibilidad de resolver definitivamente ese problema.
En un comentado artículo, el empresario y consultor Antonio Aracre estimó que, con ese refuerzo, el Central lograría una liquidez en reservas brutas por u$s47.000 millones. Es una cifra que, medida al tipo de cambio oficial, coincide con la «base monetaria amplia» de $47 billones que el gobierno se comprometió a mantener congelada.
«¿Y eso qué significa? Que a mediados de abril el gobierno estaría en condiciones de imponer un régimen de convertibilidad de 1 dólar = 1.000 pesos», planteó Aracre, quien además recomendó a los productores agrícolas a acelerar las exportaciones, porque el nuevo cambio de equilibrio podría incluso estar más bajo que el que actualmente reciben con el «blend».
No todos están de acuerdo con esa visión, claro está. Hay economistas, como Miguel Kiguel, que cuestionan el argumento oficial sobre que el «excedente» monetario se limite a esos 47 billones. Sostiene que, si se piensa en un esquema de ese tipo, hay que pensar además en un potencial de u$s100.000 millones depositados en los plazos fijos en pesos.
No hubo, de momento, señales oficiales en favor de una neo-convertibilidad. En todo caso, lo que el mercado percibe es que lo que Toto Caputo no aceptará nunca es un régimen de flotación pura. Su posición había quedado clara ya antes de que asumiera como ministro, en un informe de la consultora Anker.
La advertencia de Caputo era que, a diferencia de lo que ocurre con otras variables de la economía, la demanda de pesos es difícil de predecir, porque depende de la confianza del público. Y ponía en duda que fuera suficiente con aplicar la receta ortodoxa de eliminar el déficit primario y dejar de emitir dinero para costear el gasto estatal.
«A modo de ejemplo, el programa con el FMI entre 2018 y 2019, a pesar de apuntalar el problema central del déficit fiscal, de terminar con el financiamiento monetario al Tesoro, de no haber emitido pesos desde junio 2018 y de haber mantenido constante el circulante en poder del público hasta casi el final del mandato, debió soportar los dos años de mayor inflación de la gestión», recordaba Caputo, desde la perspectiva de quien fue víctima directa de esa situación, al no lograr controlar al dólar en su breve gestión como presidente del BCRA.
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