ECONOMIA
Por qué el nuevo acuerdo firmado entre Argentina y el FMI es distinto a todos los anteriores

En la Argentina, cada nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) promete ser el definitivo. Como si fuera el N° 23 de la camiseta de Michael Jordan, se lo presenta con épico: «esta vez sí, esta vez vamos a encestar». Desde el retorno al Fondo en 2003, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, pasando por los programas stand-by y de facilidades extendidas firmados por Mauricio Macri en 2018 y Alberto Fernández en 2022, cada entendimiento con el organismo ha sido presentado como un punto de inflexión. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las promesas de estabilidad terminaron chocando con correcciones abruptas del tipo de cambio, inflación acelerada y tensiones fiscales sin resolver.
En 2025, un nuevo acuerdo vuelve a poner el tema en el centro de la escena. Pero esta vez, el contexto macroeconómico parece haber cambiado: tras un año de fuerte ajuste fiscal, contracción monetaria y recomposición de reservas, Argentina llega al nuevo entendimiento con el FMI con niveles de estabilidad cambiaria y financiera que contrastan con los antecedentes recientes. Los números ya no muestran un punto de partida en crisis, sino un experimento económico en marcha.
En 2003, el primer acuerdo reciente con el FMI
El primer acuerdo reciente con el FMI fue firmado en septiembre de 2003, durante el gobierno de Néstor Kirchner, en un contexto de incipiente recuperación tras la crisis de 2001-2002. Se trató de un Stand-By por u$s12.550 millones, con exigencias fiscales ambiciosas que se cumplieron holgadamente. A diferencia de otros acuerdos posteriores, no implicó una devaluación abrupta ni un salto cambiario: el dólar se mantuvo prácticamente estable, con una suba acumulada de apenas 1,3% entre agosto y diciembre de 2003.
Esta estabilidad se sostuvo gracias a superávit gemelos, tipo de cambio competitivo y una economía en crecimiento. Sin embargo, el acuerdo no resolvió las tensiones estructurales, y el país, años más tarde, volvió a caer en desequilibrios que lo llevaron nuevamente al FMI.
El primer acuerdo reciente con el FMI fue firmado en 2003, durante el gobierno de Néstor Kirchner
En junio de 2018, la Argentina volvió al FMI con un acuerdo Stand-By por u$s50.000 millones, el mayor préstamo otorgado hasta entonces por el organismo. El objetivo era restaurar la confianza, reducir el déficit y estabilizar la economía, pero el efecto fue el opuesto. En mayo, antes del acuerdo, el dólar cotizaba a $23,73; un mes después ya valía $26,62 (un 12,2% más), y para diciembre trepaba a $37,83, lo que implicó una devaluación del 42,1% en apenas seis meses. El shock cambiario desató una espiral de inflación, pérdida de poder adquisitivo y crisis política. A pesar del volumen del préstamo, no se logró frenar la corrida ni estabilizar expectativas. El acuerdo se renegoció a los pocos meses y terminó siendo un parche más, con fuertes costos económicos y políticos.
Tras el fracaso del acuerdo de 2018, el gobierno de Alberto Fernández negoció un nuevo programa con el Fondo en condiciones extraordinarias. En marzo de 2022 se firmó un acuerdo de facilidades extendidas —el primero desde 2001— para refinanciar los vencimientos del préstamo anterior. A diferencia del esquema anterior, este nuevo acuerdo ofrecía plazos más largos para el repago (entre 4 años y medio y 10 años) pero exigía compromisos más estructurales: consolidación fiscal «creíble», reducción sostenida del financiamiento monetario del déficit, eliminación de subsidios energéticos y acumulación de reservas como ejes centrales.
En diciembre de 2021, antes del acuerdo, el dólar oficial promediaba $101,93; en abril de 2022 ya valía $113,34, una suba del 9% en apenas cuatro meses. Si bien la devaluación fue más gradual que en 2018, no alcanzó para anclar expectativas ni evitar la presión inflacionaria. El tipo de cambio oficial siguió corriendo por detrás de la inflación y del mercado, lo que alimentó tensiones financieras, brechas crecientes y expectativas de un salto discreto.
A diferencia de acuerdos previos, el programa de facilidades extendidas firmado por el gobierno de Javier Milei con el FMI llega en un contexto único para la economía argentina: equilibrio fiscal, superávit financiero, inflación controlada y un drástico freno a la emisión monetaria. El préstamo de u$s20.000 millones a 10 años, con cuatro años y medio de gracia y una tasa de interés del 5,63%, tiene como objetivo fortalecer las reservas del Banco Central y respaldar la emisión monetaria en dólares, dando certidumbre a la estabilidad económica del país.
En abril, el dólar oficial promedió los $1.100,83, un aumento de solo 3% respecto al mes anterior ($1.068,97). Este comportamiento relativamente estable responde a la implementación de un nuevo régimen de bandas cambiarias móviles acordado con el FMI, que sustituye el sistema de crawling peg. Este régimen permite una flotación dentro de un rango de entre $1.000 y $1.400, actualizado mensualmente. Así, el nuevo acuerdo se enmarca en un proceso de normalización cambiaria, con la eliminación del cepo para personas humanas y una gradual flexibilización de restricciones para empresas e importadores.
A diferencia de acuerdos anteriores, marcados por devaluaciones abruptas y tensiones macroeconómicas, el de 2025 se inscribe en un contexto de estabilidad, donde la estabilidad cambiaria no es un objetivo a alcanzar, sino un punto de partida. Este acuerdo no está diseñado para evitar una crisis, sino para consolidar un régimen económico que, por primera vez en años, presenta signos claros de estabilidad.
Uno de los patrones más repetidos en los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional es el siguiente: se firma el acuerdo, se corrige el tipo de cambio y, acto seguido, la inflación se acelera. El acuerdo stand-by firmado por Mauricio Macri en 2018 es un ejemplo claro. En los tres meses previos al entendimiento, la inflación mensual promediaba 2,37%. Tres meses después del acuerdo, ese promedio subía al 3,57%. Ese año cerró con una inflación del 47,6%, y 2019 trepó aún más: 53 por ciento.

El patrón se repite: se firma el acuerdo, se corrige el tipo de cambio y la inflación se acelera
La secuencia se repitió en 2022, cuando el gobierno de Alberto Fernández refinanció el préstamo original. En la previa al acuerdo, la inflación mensual venía en torno al 3,27%, pero en los tres meses siguientes saltó a un promedio del 5,09%. El mandato completo de Fernández terminó con una inflación acumulada de 1.020%, reflejo de una dinámica que el acuerdo no logró frenar.
El acuerdo N°23, un punto de inflexión
El caso del «acuerdo Jordan N° 23» firmado en 2025 marca un punto de inflexión. A diferencia de los anteriores, no llega con una inflación desbordada ni con una economía al borde del colapso. Por el contrario, se firma en un momento de desaceleración inflacionaria: el promedio mensual previo al entendimiento fue de 2,76%, y las proyecciones oficiales apuntan a que continuará bajando.
Por primera vez en mucho tiempo, un acuerdo con el FMI no se celebra en medio del fuego, sino después de haberlo apagado. Y eso, en el historial argentino, ya es una anomalía.
Si la inflación mide el calor de los precios, la brecha cambiaria mide el pulso de la incertidumbre. En los últimos acuerdos con el FMI, ese pulso llegó acelerado. En 2022, cuando Alberto Fernández reestructuró el préstamo stand-by de 2018, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo ya superaba el 100%. En julio de ese mismo año llegó a tocar el 126%, reflejo de la falta de confianza en la política cambiaria y de una economía que no encontraba anclaje.

La brecha cambiaria mide el pulso de la incertidumbre
Incluso el acuerdo de Mauricio Macri en 2018, firmado en un contexto todavía menos volátil, no logró despertar demasiada tensión en ese frente: la brecha se mantuvo contenida entre el 2% y el 3%, aunque el impacto se sintió más fuerte en el plano inflacionario y fiscal.
En contraste, el acuerdo de 2025 encuentra una brecha cambiaria significativamente menor: 18% antes del anuncio, con expectativas de reducción hacia adelante. Esto no solo refleja un mayor control del mercado cambiario, sino también que, por primera vez en años, el acuerdo no busca apagar una crisis, sino consolidar un esquema con credibilidad.
Por último, si hay un terreno donde todos los acuerdos con el FMI suelen hacer foco, es el fiscal. En la historia reciente, cada entendimiento incluyó metas de reducción del déficit primario y compromisos de orden en las cuentas públicas. Pero en la práctica, esos objetivos casi nunca se cumplieron del todo. En 2018, el acuerdo con Mauricio Macri se firmó con un déficit primario equivalente al 2,3% del PBI y un rojo financiero del 4,9%. Cuatro años más tarde, el programa de refinanciamiento que firmó Alberto Fernández no mejoró mucho ese panorama: el déficit primario cerró en 2022 en 2% del PBI y el financiero en 3,8 por ciento.

Si hay un terreno donde todos los acuerdos con el FMI suelen hacer foco, es el fiscal
El acuerdo de 2025, en cambio, se diferencia de entrada: no se firma para «ordenar las cuentas», sino como respaldo a un esquema que ya muestra superávit. En el primer trimestre del año, el gobierno de Javier Milei registró un superávit primario equivalente al 3% del PBI anualizado y un superávit financiero del 0,9 por ciento
Mientras los acuerdos anteriores llegaron como promesas de disciplina futura, el actual se presenta como validación de un orden ya puesto en marcha. En este «Jordan N° 23» del vínculo con el Fondo, el déficit fiscal ya no es el problema: es la carta ganadora del plan económico.
Después de tantos acuerdos firmados en tiempos de crisis, este nuevo entendimiento con el FMI se presenta como una rareza en la historia económica argentina: llega con las cuentas ordenadas, la inflación a la baja y una brecha cambiaria en retroceso. Si los anteriores programas fueron intentos fallidos de encestar desde mitad de cancha con la tribuna en contra, el acuerdo de 2025 arranca con el tablero estabilizado y la pelota en las manos. Falta ver si esta vez, finalmente, la jugada sale bien. Porque incluso el Jordan N° 23 necesitaba equipo, estrategia y constancia para ganar el partido.
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ECONOMIA
El nuevo escenario para los productores agropecuarios tras el fin del cepo: acceso al dólar y el «fantasma» por las retenciones

El alivio de la cantidad de dólares que pueden obtener los productores no es suficiente, según los especialistas. En este sentido, si bien tienen una mayor facilidad, por ejemplo, al tener que cancelar una obligación negociable en moneda extranjera, esto no modifica el problema de fondo.
En este sentido, ante un escenario impulsado por la eliminación del dólar blend, la eliminación «parcial» del cepo para personas jurídicas, a diferencia de las personas físicas, y la amenaza de un posible retorno a las retenciones para después del 30 de junio, surgió un debate entre especialistas sobre el futuro del proyecto.
Cuál es el impacto del fin del dólar blend en el sector agropecuario
«Hoy el productor tiene mayor capacidad de compra de dólares billete«, explicó Mónica Ortolani al Canal E, al señalar que un productor puede acceder a 200 dólares con su maíz, unos 28 dólares más que antes del 11 de abril. Lo mismo sucede con el trigo y la soja.
Pero aclaró que este alivio es parcial: «Esto le da mayor poder de fuego si tiene que cancelar una obligación en dólares, pero no cambia el fondo del problema. Cada vez que el productor siembra, clava dólares en la tierra y debe honrar compromisos».
«El gran fantasma es la no renovación de la baja de retenciones por el decreto 38», advirtió y agregó Ortolani. Según la especialista, esto tiñe de rojo las expectativas para la soja, que ya fue la más castigada», agregó. En sus cálculos, sin esa quita, el precio de este cultivo podría caer a u$s260 por tonelada, lo que implicaría una pérdida de hasta USD 25.
«Ya lo anunció el Presidente. Creo que no va a renovar la baja, y el precio puede seguir cayendo», afirmó. Asimismo, para la directora de Tónica Online, el maíz es el producto estrella del momento: «Hoy paga un 12% más que su capacidad teórica de pago, prácticamente sin retenciones». Por eso, recomendó aprovechar los precios actuales para cancelar deudas, comprar insumos clave o incluso invertir.
También la experta señaló oportunidades en la prestación de servicios: «Algunos productores están evaluando brindar labores agrícolas. Las tareas se han encarecido en dólares, pero pueden ser un buen negocio para quien tenga maquinaria».
La oposición busca aprovechar la «pelea» de Javier Milei con el campo
El presidente Javier Milei encendió las alarmas en el campo la semana pasada, cuando anunció que a partir de julio las retenciones a las exportaciones del agro volverían a subir, tras la baja temporal que rige desde fines de enero. De esta manera, la soja volvería a pagar 33 por ciento de alícuota de derechos de exportación.
«Dijimos que eran transitorios, avisen al campo que si tienen que liquidar, que lo hagan ahora porque en julio le vuelven las retenciones», adelantó Milei en una entrevista radial que brindo la semana pasada.
Ante ese escenario, la oposición tiene presentados en el Congreso una serie de proyectos de ley para hacer permanente la baja que el Ejecutivo estipuló como temporal y que ya abrió el debate en la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados.
De hecho, en las últimas horas, desde Democracia para Siempre, la diputada santafesina Melina Giorgi, presentó un nuevo proyecto para establecer la reducción de las alícuotas en un 20%, pero a partir de enero de 2026 y hasta llevarlas a 0 en el 2030.
En el proyecto, la diputada advierte que el debate por el tema de las retenciones genera incertidumbre en los sectores productivos que no saben con certeza las reglas tributarias que lo regirán en el futuro. Según Giorgi, «la facultad casi discrecional de decidir sobre el aumento o la baja de los derechos de exportación de la que puede hacer uso el Presidente podría implicar, por un lado, un factor de presión sobre los productores y también una herramienta de manipulación de los precios de los productos gravados y por ende una injerencia en la libre fijación de precios por mandato de las leyes de oferta y demanda».
Tras advertir que los derechos de exportación «son uno de los impuestos más distorsivos», la diputada santafesina reconoce que la eliminación, sin más de las mismas, privaría al Estado Nacional de recursos que quizás hoy ya tienen un gasto al cual ser asignado.
Por eso, la diputada no impulsa la eliminación lisa y llana, porque sostiene que «en lo inmediato las retenciones no deben ser removidas sin considerar la sustitución de ese ingreso para el fisco». «Propongo en el proyecto reducir todos los derechos de exportación porque sería injusto si nos limitáramos solo a la producción agropecuaria, ya que contempla a la producción en general», explico Giorgi a iProfesional.
Según precisó la diputada, a través de la iniciativa se propone que empiece a regir desde enero de 2026 para permitir al Poder Ejecutivo diseñar el Presupuesto 2026, teniendo en cuenta esta reducción. En definitiva, el proyecto busca que los derechos de exportación dejen de existir, al considerar que se trata de «un impuesto regresivo que no afecta a todos los productores por igual, sino que afecta a los más pequeños».
Busca, además, que este instrumento sea regulado por una ley del Congreso «para darle a la producción reglas claras y que aquel que va a producir tenga la información y previsibilidad que tanto necesita». De todos modos, Giorgi justifica en ese sentido la reducción progresiva, al afirmar que «se debe mantener la sustentabilidad de la ecuación presupuestaria» y por eso se propone un esquema de reducción paulatino de 5 años, a iniciarse en el año 2026, en un 20% por cada año hasta lograr su eliminación total en el año 2031″.
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ECONOMIA
Caputo aseguró que el dólar irá «al piso de la banda», confirmó una reforma impositiva y habló de las metas del FMI

El ministro de Economía Luis Caputo participó este miércoles de un exclusivo seminario para inversores organizado por JP Morgan en Washington, donde las consultas giraron principalmente en torno al dólar, el nuevo esquema de bandas cambiarias, la acumulación de reservas y las reformas estructurales que el Gobierno tiene en carpeta.
El evento, realizado en el contexto de la Asamblea de Primavera del FMI -que reúne a ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales de todo el mundo-, tuvo lugar en el subsuelo de un hotel del West End de la capital estadounidense. Caputo llegó acompañado por el titular del Banco Central, Santiago Bausili, y por el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, para exponer ante una audiencia de unos 200 inversores.
Luis Caputo ante inversores: qué dijo del dólar, las reservas y las nuevas reformas del Gobierno
Si bien el encuentro se llevó a cabo bajo las reglas de Chatham House -que impiden divulgar declaraciones textuales para promover el debate franco-, algunos asistentes compartieron detalles de lo que dijo el ministro. Según estas fuentes, Caputo se mostró confiado en la dirección que tomó el Gobierno: «Seguirá trabajando en las reformas», aseguró, aunque dejó claro que muchas de ellas -como las vinculadas al régimen laboral, previsional e impositivo- podrían implementarse recién luego de las elecciones. «Ya las tenemos preparadas, pero probablemente las haremos después de las elecciones», expresó.
Al referirse al plan para reducir la carga impositiva, sostuvo que debe haber fortaleza en las reservas del Banco Central, antes de poner en marcha esa reforma estructural que está en el programa acordado con el FMI.
Explicó que la reforma tributaria abarcará las retenciones al campo y el impuesto al cheque, que las provincias tienen que hacer lo propio con ingresos brutos, y que más adelante, con la consolidación del programa económico, se avanzaría con la reforma jubilatoria y laboral.
El interés de los participantes se centró en comprender cómo funcionará la reciente política de bandas cambiarias anunciada el 11 de abril. Ante la consulta sobre si el Banco Central intervendría comprando dólares dentro de la banda, Caputo fue tajante: «no». Y agregó: «Si no pasa nada raro, lo natural es que se vaya al piso de la banda y así está armado el esquema».
Además, resaltó que el actual contexto monetario es favorable: «El nivel de monetización es bajo y hay una demanda fuerte de pesos», dijo, y explicó que el público sigue usando pesos para las transacciones cotidianas y dólares para el ahorro o compras mayores. «Vamos a darles la oportunidad de que sigan con eso».
En línea con lo que ya había manifestado en Buenos Aires, Caputo descartó un proceso de dolarización total, reafirmando la apuesta por un modelo bimonetario. Según explicó, ese sistema se adapta mejor al «gusto del argentino típico» y permite facilitar las operaciones tanto en pesos como en dólares.
Consultado sobre la exigente meta de acumulación de reservas que enfrenta el Gobierno (más de u$s4.000 millones hacia junio), el ministro no mostró preocupación. «Si el dólar se cae al piso y podemos acumular, vamos a acumular», señaló. Lo fundamental, insistió, es «seguir con el orden macro».
En ese sentido, el ministro remarcó que si pueden acumular ese total de reservas que tienen como meta, lo harán, pero resaltó que no harán nada para forzar el programa para cumplirla, añadieron fuentes que estuvieron presentes en la disertación del funcionario.
También ratificó que el acuerdo para establecer el esquema de bandas se había cerrado con el FMI en agosto del año pasado, aunque su implementación se postergó porque el Gobierno solicitó un paquete mayor de asistencia. Finalmente, se acordaron u$s20.000 millones, de los cuales u$s12.000 millones se desembolsaron de manera anticipada, un hecho sin precedentes en la relación con el Fondo.
Este miércoles también se le consultó sobre las declaraciones de Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU., quien días antes había dejado entrever la posibilidad de un crédito especial en caso de un «shock externo». Bessent había afirmado: «Creo que, si continúan con lo que están haciendo, si mantienen el rumbo, incluso estaría dispuesto a usar el fondo de estabilización cambiaria (ESF) para suavizar su ajuste, si fuera necesario».
Caputo, sin embargo, descartó que haya conversaciones en marcha en ese sentido. «Agradecemos que lo haya dicho, pero no», respondió.
Este respaldo implícito de Washington se suma a los gestos de apoyo que el Gobierno de Javier Milei viene recibiendo de distintos actores internacionales, en un contexto donde busca reforzar su credibilidad ante los mercados y sostener su plan de ajuste con respaldo político y financiero.
El respaldo del Tesoro de EE.UU. al Gobierno de Javier Milei
El secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, aseguró ante inversores que la Casa Blanca podría otorgarle al gobierno argentino una línea directa de crédito en caso de que hubiera un shock internacional.
«Si Argentina lo necesita, en caso de un shock externo y si Milei mantiene el rumbo, estaríamos dispuestos a utilizar el FSE«, dijo Bessent en referencia al Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro de Estados Unidos.
Las declaraciones, las realizó en una reunión cerrada ante inversores organizada por el JP Morgan en Washington.
En concreto, el gobierno de Estados Unidos estaría dispuesto a utilizar el Fondo de Estabilización Cambiaria o Exchange Stabilization Fund (ESF), para apoyar a Argentina si ocurriera algo que no fuera culpa suya, siempre y cuando Milei mantenga el rumbo de sus políticas económicas, dijo Bessent, según publicó la agencia de noticias Bloomberg. Un portavoz del Tesoro no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
En la misma reunión declaró que el actual enfrentamiento arancelario entre EE.UU. y China es insostenible y anticipa una desescalada de la situación.
Aunque las negociaciones formales aún no comenzaron, Bessent expresó optimismo sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo entre las dos potencias económicas.
Bessent también destacó que las dos economías más grandes del mundo se encuentran esencialmente en un estado de embargo comercial.
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ECONOMIA
Repuntó el consumo: crecieron las ventas en supermercados y se dispararon en los shoppings

Las ventas en supermercados registraron una mejora en febrero de 2025, con un aumento del 1,5% interanual a precios constantes en comparación con el mismo mes de 2024, según informó este miércoles el INDEC.
El repunte también se refleja en el acumulado del primer bimestre del año, que muestra una variación positiva de 2,8% frente al mismo período del año anterior. Sin embargo, el desempeño mensual marca algunas señales de enfriamiento: el índice de la serie desestacionalizada cayó 0,3% respecto a enero.
Las ventas en supermercado crecieron en la comparación interanual
Las ventas totales, a precios corrientes, alcanzaron los $1.796.116.400 en febrero, marcando una suba del 50,6% respecto al mismo mes del año anterior.
Los grupos de artículos con los aumentos de precios más significativos, de forma interanual, fueron:
- Indumentaria, calzado y textiles para el hogar (93,7%).
- Electrónicos y artículos para el hogar (82,5%).
- Alimentos preparados y rotisería (81,0%).
- Carnes (68,2%).
En cuanto a medios de pago, durante el segundo mes del año las tarjetas de crédito fueron el medio más utilizado, empleadas en el 44,4% de las ventas totales. Las tarjetas de débito estuvieron en segundo lugar, con el 27,8% de las ventas totales. En tercer lugar se ubicó el efectivo, que representó el 16,4% de las ventas totales.
El 97,1% de las ventas fueron hechas en los comercios, mientras que el 2,9% restante fue de las ventas de manera online.
Por el contrario, las ventas en los autoservicios mayoristas cayeron con fuerza en febrero: se retrajeron 9,1% en la comparación interanual, para acumular una merma del 9,8% en el primer bimestre del año. En tanto, se retrajo 1% en la serie desestacionalizada frente a enero.
Fuerte crecimiento de las ventas en shoppings
En tanto, las ventas en los shoppings crecieron 15% a precios constantes en febrero frente al mismo mes del 2024, mientras que acumulan en el bimestre un alza del 19,5% frente al mismo período del año anterior.
Según señaló INDEC, las ventas totales a precios corrientes en febrero de 2025 reflejaron que los rubros con mayor incremento, según su variación interanual, fueron: «Electrónicos, electrodomésticos y computación», 151,8%; «Amoblamientos, decoración y textiles para el hogar», 98,4%; «Otros», 98,1%; y»Diversión y esparcimiento», 86,0%.
En tanto, los rubros que lideraron las ventas a precios corrientes de los centros de compras fueron: «Indumentaria, calzado y marroquinería», que representó el 31,6% del total, seguido por «Patio de comidas, alimentos y kioscos», con 17,7%; el rubro «Electrónicos, electrodomésticos y computación», con 14,7%; y «Ropa y accesorios deportivos», con 13,4%.
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