ECONOMIA
Vivir como en La Pampa, pero en Zona Sur: nuevo barrio cerrado de chacras y 100% agroecológico
A apenas 800 metros del kilómetro 58 de la ruta 19 y a exiguos 15 minutos del centro de Canning, la estrella de la zona sur en cuanto a emprendimiento inmobiliario se refiere, se gesta un proyecto de real estate de vanguardia, único dentro de la Provincia de Buenos Aires y –aseveración aún más aventurada mediante– de la Argentina. Inmerso en plena naturaleza campera, por su filosofía y su estilo productivo, el barrio cerrado Pampa San Vicente apuesta a convertirse en una urbanización que pone a la agroecología en el centro de la escena. «Un lugar para vivir y producir», según definen las cabezas del desarrollo.
Próximo a los crecientes barrios cerrados que se emplazan a lo largo del corredor, cuenta con 92 hectáreas de características distintivas de las que parten varios frentes: no solo habrá una zona destinada a la agroecología, a la venta de los productos y una verdulería orgánica; en sintonía, por estos lares también pululan especialistas en la materia que ya están ofreciendo capacitaciones de formación teórica-práctica a quien esté interesado relacionadas al arte de cultivar. De igual manera, tendrá un restaurante para consumir productos orgánicos y otro más «convencional» del que pronto arrancarán las obras.
A la par, con el fin de generar un anillo con más de 16.000 m2, se emprende por estos días la producción de frutales, huertas y viveros con vistas a los lotes residenciales. Y, en simultáneo, se siembran las 4 primeras manzanas: una con 200 frutales cítricos, pepita y carozo; la segunda contempla 300 vides de uva Tannat –contarán con bodega y producirán su propio vino, llamado «Pampa»– más media hectárea de zapallos y melones; una tercera con 1200 plantas de alcauciles de 1 hectárea y, en la cuarta, de mismo metraje, de maíz dulce.
Cómo será el primer barrio cerrado agroecológico de Buenos Aires
Con calles y obras civiles que ya fueron concluidas, la primera etapa del masterplan avanza fuerte y dio puntapié a la obra eléctrica subterránea. Están todos los perímetros y las calles hechas, los pilares de servicios terminados; también el acceso al barrio, «La Ferroviaria», que, laguna mediante, emula las viejas estaciones de trenes de finales del siglo XIX, y donde de momento funciona la administración y la zona de relación de los propietarios.
Por otro lado, desde las obras de arquitectura recrearon una vieja pulpería del año 1850, aproximadamente, que hoy actúa como oficina comercial y técnica del barrio, aunque más tarde será una despensa en la entrada a Pampa San Vicente. Y hay un proyecto para desarrollar una hostería, en un sector que puede ser in-out, cerca de una zona de vides, para que los turistas puedan interactuar.
El precio de los lotes promedian entre u$s52.000 y u$s58.000 para terrenos de hasta 2.500 m2, y los de mayor superficie valen entre los u$s75.500 y 135.000 dólares
«Lo único que nos falta, que se inicia en abril, es la obra eléctrica, todo cableado subterráneo», especifica Damian Garbarini. CEO de DG Negocios Inmobiliarios y team líder del proyecto. «Trajimos de la ruta la baja tensión, la luz de obra y ahora iniciamos tanto la media como la baja tensión subterránea», informa.
En otra área, lo convencional hace mella con el fin de no quedarse por fuera de las (grandes) ligas. Pero eso se dará en la etapa 2, se trata de un área de 4 hectáreas con cancha de fútbol 11, tenis y pádel, pileta de natación, SUM y un club house de 400 m2. Del mismo modo, un sector de picadero para las familias que tienen caballos y una guardería para no más de 7 «pingos».
Lotes de grandes dimensiones desde u$s52.000
Pero lo característico del barrio en cuanto a mero dato duro son las dimensiones de sus 150 lotes: cuenta con los de mayor superficie del corredor, de entre 2.000 y 10.000 m2 –la superficie cubierta mínima de construcción es de 150 m2–, con el propósito de que en cada casa pueda haber, además de huerta propia con espacio para aromáticas y frutales, un palenque diurno, aljibe o una piscina de bordes infinitos, por citar algunos diferenciales compatibles con el entorno.
Adquirir un lote a la fecha promedia entre u$s52.000 y u$s58.000 para terrenos de hasta 2.500 m2; los de mayor superficie, entre 50.000 y 10.000 m2, tienen un valor que oscila entre los u$s75.500 y u$s135.000, respectivamente. Ofrecen una financiación de 30 cuotas durante el período de obra e importantes descuentos por pagos de contado. En ese sentido, durante el 2025 se espera el lanzamiento de la etapa 2 y luego cerrar la etapa 3.
En adición, con el eje sustentable en primera plana y aplicado como premisa, cuentan con un departamento de arquitectura netamente preparado para poder contemplar proyectos sustentables, co-housing y nuevas formas de llevar adelante los proyectos. Pues los tres ejes de Pampa San Vicente son «ser amigables con el medio ambiente, productivos con espacios para ello y positivos en el impacto con la localidad y la región», apunta Garbarini.
El proyecto inmobiliario se gesta a apenas 800 metros del kilómetro 58 de la ruta 19 y a exiguos 15 minutos del centro de Canning
En consonancia, aparte de iluminación convencional, el barrio poseerá sectores comunes abastecidos por energía eólica y solar, bio-digestores, y el agua que se va a utilizar proviene de molinos y se acumula en tanques australianos que se ubican cada dos cuadras. Todo, en una de las zonas más elegidas para establecerse dentro del Gran Buenos Aires, dividiendo lo convencional y tradicional de cada parte del corredor.
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ECONOMIA
Luis Caputo sigue festejando superávits, pero en el mercado le reprochan aumento de la deuda del Tesoro
Luis Caputo se sigue dando el gusto: contra todos los pronósticos, continúa anunciando superávits fiscales -con el de octubre que se acaba de informar, ya van diez- y reafirmar el discurso oficialista de compromiso con el equilibrio de las cuentas, que tiene su correlato en la euforia del mercado de capitales.
De todas formas, no logra despegarse de la polémica, porque siempre hay algún argumento en el sentido de que el superávit no será sostenible en el futuro o que, en realidad, está ocultando costos bajo la alfombra.
En esta oportunidad, la duda que asoma es el superávit fiscal financiero -es decir, el que se considera después de restados los intereses de la deuda- debe ser realmente un motivo de festejo, cuando al mismo tiempos se siguen acumulando intereses capitalizados de las Lecaps que emite el Tesoro.
Luis Caputo festeja el superávit financiero
El superávit financiero fue de $523.398 millones, que según la estimación de Caputo equivalen a medio punto del PBI. Este es un argumento central en el discurso oficial, porque de ese superávit salen los fondos con los que se compran los dólares al Banco Central para garantizar el pago de los bonos emitidos en moneda extranjera.
En la vereda de enfrente, lo que plantean los críticos es que como la estrategia de refinanciación de deuda del gobierno implica una mayor emisión de bonos «cupón cero» -que no van pagando intereses durante la vida del bono y dejan todo el premio para el vencimiento final-, entonces hay una apariencia de mejora financiera que no es tal.
El dato que mencionan estos analistas para fundamentar su argumento es el incremento de la deuda total del Tesoro. Afirman que los intereses acumulados de las Lecap son mayores que el resultado fiscal. El último dato es $178 billones, lo que implica un incremento mensual de casi $10.000 millones. Si se considera la deuda consolidada del Tesoro y el Banco Central, se llega, expresada en dólares, a la suma de u$s386.000 millones, y en octubre se cortó una racha de tres meses de bajas.
En otras palabras, la crítica que se está escuchando en el mercado es que la mejora que se muestra en los números fiscales está, en realidad, oculta en el stock total de la deuda.
Es un tema en el que los expertos no terminan de ponerse de acuerdo, dado que los defensores de Toto Caputo afirman que ese incremento de la deuda en términos nominales no significa que crezca en términos de PBI. Y que, por lo tanto, es fácilmente «roleable».
Se termina el efecto licuadora
Lo cierto es que, a inicios de año, todos los analistas afirmaban que el equilibrio en las cuentas había sido logrado sobre la base de la «licuadora» más que de la motosierra y que, en particular, el ítem que posibilitaba el ahorro del gasto era la caída en las jubilaciones, por el efecto inflacionario.
Era un argumento válido, por cierto, si se considera que hubo meses, como febrero, en los que la masa del presupuesto destinada al pago jubilatorio registró una impactante caída real de 38% interanual.
Y, por ese motivo, el mercado no lograba desprenderse de un sentimiento escéptico: se veía al superávit fiscal como un efecto pasajero, que rápidamente se revertiría en la medida en que fuera cayendo la inflación. Para colmo, la reforma en la fórmula de indexación jubilatoria hiciera que, a partir de determinado momento, el gasto en ese rubro -por lejos, el más importante del presupuesto- empezara a crecer en términos reales.
La realidad es que, aunque se confirmaron los pronósticos y hoy la masa jubilatoria ya no sea el principal argumento del superávit -cayó un 7% interanual real en octubre y la tendencia es decreciente-, igualmente los números siguen siendo positivos.
Al mismo tiempo, las prestaciones de asistencia social para la franja más desfavorecida de la población tuvieron un crecimiento real de 83%. Es uno de los puntos que el gobierno más se ocupa de resaltar: primero porque es la respuesta política al kirchnerismo, en el sentido de que el equilibrio fiscal no implica falta de sensibilidad social; pero además porque ese punto era un requisito expreso pedido por el Fondo Monetario Internacional, cuya preocupación actual es que los planes de ajuste fiscal sean, además, políticamente viables.
No por casualidad, Martín Vauthier, uno de los colaboradores de Toto Caputo en el área fiscal, destacó que el superávit «se alcanzó con un programa sostenible, que incluye una fuerte reducción de gastos de estructura del Estado y erogaciones que no corresponden a las funciones de la Nación. Al mismo tiempo, jubilaciones y programas sociales sin intermediarios crecieron versus noviembre 2023″, aclaró en un tuit.
Cambio en el ranking de impuestos
Otro factor que los economistas escépticos habían marcado era que el superávit fiscal se vería en riesgo cuando empezara a mermar el aporte del impuesto PAIS, que en su mejor momento llegó a representar el 9% de la recaudación total. Como se trata de un tributo que desde septiembre recortó su alícuota y que está destinado a desaparecer el año próximo, muchos pusieron la lupa sobre su efecto en los ingresos del fisco.
Sin embargo, también en este punto el gobierno se salió con la suya: aunque la recaudación, en comparación interanual, sigue siendo menor a la del año pasado-un 4% en octubre- no se produjo el desplome que muchos temían. Más bien al contrario, la brecha está disminuyendo gracias al crecimiento de tributos vinculados con la reactivación de la actividad comercial e industrial, como el IVA, que ya prácticamente recauda lo mismo que hace un año, cuando estaba en su apogeo el «Plan Platita» de Sergio Massa.
Y, en otra situación sorpresiva, por tratarse de una época del año en la que suelen retraerse las exportaciones agrícolas, fue importante la contribución de las retenciones, que tuvieron un incremento real de 9% contra el año pasado.
Luis Caputo, con la motosierra prendida
¿Cómo se explica, entonces, el hecho de que otra vez haya habido un superávit primario -esta vez, por $746.921 millones- si ya no están presente el efecto «licuación» y está mermando el aporte del impuesto PAIS? La respuesta está en la «motosierra».
En octubre, volvieron a verse recortes importantes en los subsidios económicos, en las transferencias a las provincias y en los gastos de capital y funcionamiento. En otras palabras, se está notando el congelamiento de la obra pública, el drástico cierre del grifo financiero a las gobernaciones provinciales y el recorte en el funcionamiento de la burocracia estatal, incluyendo los salarios de los empleados públicos.
Liderando esa tabla de motosierra, los gastos de capital cayeron un impactante 70%. Le siguen las transferencias a provincias, que tuvieron un recorte real de 50%, mientras que el rubro destinado al pago de los salarios de empleados estatales disminuyó un 18%. Este es, después de las jubilaciones, el segundo rubro más voluminoso del presupuesto.
En tanto, otro punto crítico desde el punto de vista político, el de los subsidios a los servicios públicos, también tuvo un recorte real: de 6% en el caso de la energía y de 23% para el transporte público.
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