La crisis interna en el gabinete del presidente de Colombia Gustavo Petro se agudizó este jueves, un día después de una insólita sesión del consejo de ministros transmitida en TV durante seis horas en las que afloraron críticas internas, pases de facturas y fuertes retos del mandatario a sus colaboradores. Como un primer efecto, ayer renunciaron dos ministros y la prensa hablaba de nuevas dimisiones en las próximas horas.
En la noche del martes y por primera vez los canales oficiales de la Presidencia emitieron una junta oficial en la que Petro, que venía golpeado ante la opinión publica tras ser humillado por su colega de Estados Unidos, Donald Trump, en la crisis de los deportados, reprendió a casi todos sus ministros por falta de avances en la ejecución de proyectos.
Petro disparó contra su gabinete acusándolo de tener una doble agenda, mientras la vicepresidenta, Francia Márquez, y su ministra estrella, Susana Muhamad, de Medio Ambiente, recriminaban al presidente por designar horas antes a Armando Benedetti como su mano derecha. El mandatario defendió con virulencia al político, de mala imagen pública e investigado por presunta corrupción en la financiación electoral del jefe de Estado y denunciado por violencia de género.
En junio de 2023, Benedetti amenazó a la hoy canciller, Laura Sarabia, de contar todas las intimidades de la campaña y estar dispuesto a ir a la cárcel si no le daban juego político.
Tras los remezones por la transmisión en TV de los disensos internos, este miércoles despuntó con la renuncia del ministro de Cultura, Juan David Correa, y del jefe administrativo de Presidencia y exvicecanciller, Jorge Rojas, uno de los hombres más cercanos a Petro. Rojas se fue dando un portazo al criticar la televisación del Consejo de Ministros y la llegada al poder de Benedetti. De acuerdo con la prensa, se espera que más ministros presenten a Petro su renuncia, alentados por el propio mandatario a irse si no estaban de acuerdo con su gestión.
A continuación, el jefe de la cartera del Interior, Juan Fernando Cristo, invitó a sus compañeros a dimitir, ahondando el caos en el gobierno. “Renunciemos hoy para dejar en libertad al señor Presidente de hacer los cambios” que considere, señaló Cristo.
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Ante las críticas a su decisión de emitir por TV la reunión del gabinete, Petro declaró ayer en las redes: “Decidí que se hiciera expuesto al pueblo para obtener respuesta del gabinete sobre el incumplimiento” de sus promesas de gobierno. “Se prefirió evadir las respuestas y lanzar el ataque caníbal y autodestructivo que es una tradición histórica no solo de la izquierda sino de Colombia”, reclamó. Pese a la polémica generada, Petro anunció que en adelante todos los consejos de ministros serán televisados.
Lo que para el presidente fue un acto de transparencia, terminó mostrando una fuerte grieta e inconformidad entre sus ministros, y reforzando críticas sobre su capacidad de ejecución de un programa que prometía “el cambio” en un país tradicionalmente gobernado por la derecha y los moderados.
El mandatario colombiano, Gustavo Petro (i), hablando con el encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos en Colombia, John T. McNamara (d). Foto EFE
“Como feminista y como mujer yo no me puedo sentar en esta mesa de gabinete de nuestro proyecto progresista con Armando Benedetti”, dijo al borde del llanto la ministra Muhamad en la sesión televisada. La vicepresidenta Francia Márquez cuestionó en otro momento a la nueva canciller Laura Sarabia, salpicada en la investigación del mayor escándalo de corrupción en el gobierno por el desvío de fondos públicos y envuelta en un caso por supuestas escuchas ilegales contra su niñera. “No comparto su decisión de traer a este gobierno progresista a estas personas”, sentenció Márquez.
Petro aludió a su tensión con Trump generada por la negativa de Colombia a recibir dos aviones militares con inmigrantes deportados. Aunque Colombia terminó por ceder, Petro dijo:“Trump cree que nos arrodillamos por la mercancía, pero nosotros no somos como él”. Petro también recalcó su postura contra el prohibicionismo en la política antinarcóticos y comparó la cocaína con el whisky, asegurando que la primera es ilegal porque se produce en América Latina. “La cocaína no es más mala que el whisky y lo que sí le cayó a Estados Unidos, que es el fentanilo, eso sí los está matando”, declaró.
En cuanto el sol brilla sobre los kilómetros de la valla fronteriza que divide a Estados Unidos y México, los motores de los camiones de carga repletos de partes para automóviles y computadoras rugen a lo largo de los puentes fronterizos y trabajadores con ojos adormilados ingresan a las fábricas para ensamblar una multitud de productos destinados al mercado estadounidense.
Durante más de medio siglo, este ritmo diario ha ayudado a alimentar el latido de una máquina transnacional que generó más de 800 mil millones de dólares en comercio entre Estados Unidos y México tan solo en 2024.
No obstante, desde el año pasado, los aranceles del 25% con los que el presidente Donald Trump ha amenazado a México y Canadá han sumido a los centros de manufactura a lo largo de la frontera norte de México en el limbo, un estado que persiste a pesar de una prórroga de un mes a la que Trump accedió el lunes.
Los aranceles paralizarían la economía fronteriza mexicana que depende de fábricas que producen productos para Estados Unidos —refacciones y partes para automóviles, suministros médicos, componentes para computadoras y una gran variedad de productos electrónicos— y probablemente empujarían al país a una recesión, han advertido analistas económicos. Algunos trabajadores se preguntan cuánto tiempo más tendrán trabajo, mientras que los líderes empresariales dicen que la incertidumbre ya ha llevado a muchos inversores a empezar a apretarse el cinturón.
“Es un conflicto entre gobiernos y somos los más afectados”, dijo Carlos Ponce, un conductor de camiones de carga de 58 años, recargado en su vehículo en el cruce fronterizo aduanero entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas. “Mañana, ¿quien sabe?”.
Ponce, quien conducía un camión lleno de amortiguadores para automóviles, refirió que durante los últimos 35 años ha transportado mercancías a través de la frontera, tal como lo hizo su padre antes que él. Ahora, no está seguro de cuánto tiempo más continuará eso.
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La manufactura en plantas de ensamblaje orientadas a la exportación, conocidas como “maquiladoras”, es el corazón de la economía de Ciudad Juárez, donde el 97% de sus productos se destinan a Estados Unidos, según cifras de la Secretaría de Economía de México.
Una parte del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, en Ciudad Juárez, México. Foto Xinhua
Las fábricas nacieron en la década de 1960 en un intento por impulsar el desarrollo económico en el norte de México y reducir los precios para los consumidores estadounidenses. El programa de maquiladoras despegó tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994. El acuerdo fue reemplazado por un pacto similar, el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), negociado entre los tres países durante el primer mandato de Trump.
Lazos muy estrechos
Hoy, letreros de neón con el tipo de cambio dólar-peso destellan por toda la ciudad, un recordatorio de los estrechos lazos que unen a ambos lados de la frontera.
“Todo lo que pasa alrededor de Estados Unidos con su política económica, con su política social, con su política… de guerra y demás, todo eso que pasa nos afecta directamente, porque las empresas que están aquí en México dependen de lo que le vendan en Estados Unidos”, dijo Thor Salayandía, director de la planta de fabricación de autopartes de su familia en Ciudad Juárez. «Estados Unidos necesita a México para seguir manufacturando. Pero no lo están viendo así, de esa manera”.
Esta semana, tanto los trabajadores como los líderes empresariales respiraron aliviados cuando la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum anunció que había negociado con Trump para retrasar los aranceles un mes.
Los trabajadores aquí ensamblan de todo: desde autopartes hasta paneles de computadora o camisetas estampadas con la bandera estadounidense, logotipos de equipos de fútbol populares en Estados Unidos y lemas como “Orgulloso de ser empleado federal”.
Las piezas pueden cruzar la frontera varias veces antes de que el producto final se venda a los consumidores estadounidenses. Esa interdependencia económica hace que a muchos les cueste imaginar un futuro sin ella. Una empresa estadounidense expuso que probablemente tendría que trasladar parte de su fabricación en la ciudad a Estados Unidos, pero a un costo muy elevado.
Las autoridades mexicanas inspeccionan una alcantarilla, que creen que es utilizada por personas para cruzar ilegalmente a Estados Unidos desde México, en Ciudad Juárez. Foto Reuters
Antonio Ruiz, oficial de cumplimiento de Tecma, una firma estadounidense que ayuda a las empresas extranjeras a establecerse a lo largo de la frontera, dijo que la suya estaba entre varias empresas que convocaron reuniones de emergencia durante el fin de semana, ya que los pronosticadores económicos advirtieron que los aranceles podrían llevar a México a una recesión.
“Es muy difícil estar preparado para algo que nunca ha sucedido”, añadió Ruiz. “Por más que uno quiera prepararse para esto, creo que lo mejor que puede hacer es simplemente prepararse para saber cómo afrontarlo a corto plazo».
Salayandía y los economistas advierten que cualquier tipo de impuesto podría provocar una cascada de desempleo y un aumento de los precios en ambos lados de la frontera. En México, dicen, también podría causar un aumento de la violencia en las zonas fronterizas al empujar a los desempleados a las manos de los cárteles de la droga, así como un aumento de la migración mexicana a Estados Unidos.
Manuel Sotelo, un líder de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) de México, quien es dueño de una flota de camiones que cruzan la frontera diariamente, ve las amenazas de aranceles más como un movimiento de poder político que una realidad económica futura.
“Los dos países entraríamos en una… supongamos que sí hubiera puesto el arancel del 25%. ¿Qué van a hacer en el Super Bowl sin aguacates?”, apuntó Sotelo, sentado frente a un escritorio cubierto de periódicos locales con titulares llamativos sobre los aranceles y con un muñeco cabezón de Trump colocado detrás de él.
Por otro lado, Sotelo reconoce que las conversaciones sobre los aranceles ya han causado algún daño. Él y otros líderes empresariales reportan que durante el último año han visto caer la inversión en Ciudad Juárez debido a la incertidumbre política, ya que los inversores dudan en canalizar su dinero a empresas que podrían colapsar de un plumazo en Washington.
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Si bien la elección de Trump ha sido el principal impulsor de esta incertidumbre, las elecciones de junio en México y una controvertida reforma judicial llevada a cabo por el partido gobernante de México la han acrecentado. Sotelo informó que el año pasado vio una caída del 7% en los negocios y espera que eso continúe hasta que se resuelvan las amenazas arancelarias.
Un colectivo de maquiladoras en la ciudad dice que al menos tres fábricas han detenido su producción.
“Cada vez que escuchamos estos discursos, de estos nuevos liderazgos políticos, gobernantes… pues ponen a temblar la frontera”, dijo Salayandía. “¿Y por qué la frontera? Porque es un termómetro global. En la frontera se producen los productos que van a todo el mundo. Esas empresas irán a buscar a otras partes del mundo donde day condiciones para seguir compitiendo”.