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Cuba y Venezuela: historia de dos calamidades y el mismo abismo

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Cuba se balancea más allá del borde del abismo y carente de una estructura opositora que construya una alternativa. El alto riesgo de colapso proviene de tensiones sociales que parecen estallar ahora, pero que han venido creciendo en el último lustro por un derrumbe terminal de la economía, el desabastecimiento crónico y la presión inflacionaria. Los apagones constantes, símbolo si se quiere en extremo gráfico de la decadencia del modelo, son el gatillo de una furia popular que desborda a un régimen envuelto en el desconcierto y la impotencia.

La nomenklatura comunista, sin armas para tramitar la crisis, opera con una notoria parálisis y ausencia frente al desastre. La burocracia oficialista se limita a repetir viejas consignas épicas y de repulsa al imperialismo. No advierte que por la rejilla de aquellas necesidades básicas insatisfechas se ha escurrido hace tiempo el valor simbólico de la revolución castrista.

El destino de esta circunstancia importa no solo por lo que sucede en la mayor de la Antillas. También por lo que esas fuerzas liberadas puedan provocar entre los regímenes regionales que se han mirado en el espejo cubano por décadas y lo han usado para contener y castigar a sus propias comunidades.

El ejemplo más significativo lo brinda el aliado venezolano travestido frente a la indigencia ideológica con los estilos de las dictaduras cívico militares de los ’70. Constatación de limitaciones, no de fortalezas. La ofensiva del neochavismo de Nicolás Maduro contra la oposición se asemeja a la calamidad cubana en un aspecto principal: el desgaste del régimen y el rechazo popular se han potenciado como nunca antes y definen la etapa.

En Bauta, Cuba, los efectos de los apagones. Foto APEn Bauta, Cuba, los efectos de los apagones. Foto AP

En ese sentido, en Cuba suceden novedades poco frecuentes en su historia. El pasado domingo se produjo una movilización multitudinaria en Santiago de Cuba, la segunda ciudad del país, que se extendió a otras localidades en demanda de alimentos y luz eléctrica. Pedían comida y poder iluminarse. Pero el gobierno culpó de inmediato a la Cia, el Pentágono y la Casa Blanca.

La protesta fue un eco de menor tamaño a la que conmovió al país en julio de 2021 y que también fue una movilización contra el ajuste de la economía, una ortodoxia inclemente que, como en Venezuela, agregó una dolarización que filtró a los sectores más empobrecidos.

Los pobres, los más afectados

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Los cortes de electrificad que se extienden a veces hasta 18 horas, en este contexto son más que una molestia. Esas masas con menores ingresos, sobre todo en el interior más precario del país, preparan sus pocos alimentos con cocinas eléctricas. No tienen otras alternativas.

La ausencia de combustible para mover las usinas tiene otra conexión con la crisis venezolana. El aliado caribeño ya no puede enviar los 100 mil barriles diarios que llegaban a La Habana prácticamente de regalo durante el auge chavista.

El efecto no es solo la falta de luz. El desperfecto encadena otras dificultades. Las escuelas se vacían porque los chicos no tienen como llegar a ellas debido a que sin naftas no hay transporte, un medio esencial especialmente en las provincias donde las distancias son importantes y la gente carece mayoritariamente de automóviles y en cualquier caso tampoco podría usarlos.

En Santiago de Cuba las consignas de la marcha eran básicas, se reclamó por “corriente (eléctrica) y comida». Pero reapareció el lema de “patria y vida” de la anterior protesta nacional de 2021. Ese repudio a “patria o muerte”, el clásico del castrismo, fue acompañado además de otros gritos desafiantes: “abajo el comunismo” y “abajo Díaz Canel”, Miguel, el presidente y delfín del cuasi jubilado Raúl Castro.

Una diferencia clave con aquel julio de 2021 ha sido la ausencia de la durísima represión de entonces. Aunque hubo ataques de la policía contra las manifestantes, se cortó internet para evitar la difusión del enojo y se apeló a la muletilla oxidada de la Guerra Fría que señalamos culpando de todo a EE.UU. Pero privo la moderación. Esa cautela frente a la protesta es un dato político. El régimen ha vuelto a pedir ayuda alimentaria a las Naciones Unidas, como hizo en febrero último. Un tardío darse cuenta.

Es interesante observar cómo describen esta crisis los pensadores en Cuba que fueron pilares intelectuales del proceso castrista. La conocida filosofa e historiadora marxista Alina López Hernández, quien vive con dificultades en la isla, sostiene que “en Cuba actualmente el dilema fundamental no se dirime entre ideologías, sino entre una ciudadanía excluida y un Estado represivo”.

“El Partido (comunista) en Cuba es hoy una organización ineficaz y desacreditada”, escribió en su blog CubaxCuba. La Constitución impulsada por Fidel Castro definió al PC cubano como «la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado». Alina Hernández retoma esa idead y afirma que hoy “la verdadera fuerza superior son el aparato de contrainteligencia y los órganos de Seguridad del Estado convertidos en represores de la ciudadanía”. Su descripción serviría también para caracterizar la decadencia del régimen venezolano.

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En Bauta, en la provincia cubana de Artemisa, sin luz. Foto AFPEn Bauta, en la provincia cubana de Artemisa, sin luz. Foto AFP

Pero esta historiadora desafiante sostiene algo más y central en la crisis cubana. Después de repudiar como “cobarde” al régimen por mentir sobre el involucramiento de EEUU. en las protestas, sostiene que la burocracia comunista “dejó de mirar hace tiempo a la ciudadanía. Por eso lo han sorprendido dos grandes estallidos sociales de los que no se siente culpable e intenta justificar a partir de factores externos… La gente protesta porque está pasando hambre”.

Cuba tuvo una oportunidad de desarrollo para emular los modelos comunistas asiáticos de apertura, particularmente el Doi Moi o Reconversión Multifacética de Vietnam, que en una generación convirtió a ese país en una potencia regional de libre mercado bajo control del PC.

Disidencias entre Raúl Castro y Hugo Chávez

Ese experimento seducía al menor de los Castro, pero lo sabotearon los halcones de su propio gobierno que no querían perder sus privilegios. También, otra vez Venezuela, conspiró en contra Hugo Chávez que detestaba la alternativa de un modelo capitalista aunque sea de estilo chino en el vecindario. Raúl Castro y Chávez nunca se apreciaron totalmente debido a esa discordia.

Tras la muerte del venezolano y el retiro de Fidel, esa posibilidad modernizadora tomó vuelo en 2014 de la mano de la gestión combinada del gobierno demócrata de Barack Obama y del Papa Francisco que alineó el Vaticano con la agenda de Washington.

El parto del deshielo y la reapertura de embajadas entre el imperio y la isla, modificaba todo el escenario. Casi de inmediato motorizó un auspicioso brote de clase media y un flujo importante de inversiones y, por supuesto, debate político. Con el turismo en crecimiento aparecieron proyectos de grandes hoteles y una iniciativa para transformar a la isla en el principal distribuidor de contenedores del Caribe desde una zona franca en el puerto del Mariel.

Como se sabe, el inefable Donald Trump derribó todo ese armado. El republicano acabó asociado con los halcones cubanos que celebraron el retroceso. Cuando en las elecciones de 2020 llegó Joe Biden a la Casa Blanca, ex vicepresidente de Obama, los cubanos aperturistas se entusiasmaron. No era para menos. El país venía de un descomunal desastre económico con una caída extraordinaria del PBI ese año de -10,9% y -10,8% en el indicador per cápita, el peor derrumbe en casi dos décadas.

Para mejorar el ambiente de inversiones y negocios, que suponía que llegarían en torrente al revivirse el deshielo, Castro ordenó unificar las dos monedas en curso en el país. Fue el inicio del actual doloroso proceso de ajuste que disparó la inflación y la cotización del dólar.

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Biden no siguió el camino de Obama y, en cambio, se desentendió de la tragedia de la isla para no irritar a los votantes anticastristas de Florida. Así, los cubanos que venían con aquel martirio económico a cuestas, se encontraron sin lo que tenían y tampoco lo que podrían haber tenido.

La consecuencia fue aquella primera protesta de julio de 2021 con la exigencia de libertad y democracia en el entendimiento razonable de que de ese modo se podrían resolver mejor las calamidades. Cuba nunca se recuperó. Como ha venido repitiendo por años Leonardo Padura «en Cuba hemos tocado fondo, más que la comida o la luz lo que más nos falta es esperanza».

© Copyright Clarín 2024



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Encuentran las dos cajas negras del avión que se estrelló en Washington

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Los investigadores recuperaron el grabador de voces de la cabina del piloto y el registrador de datos de vuelo, que serán analizados por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, a cargo de la investigación, informaron fuentes anónimas a CBS News y ABC News.

Más temprano, los investigadores señalaron que esperan tener dentro de 30 días las conclusiones preliminares sobre los motivos por los que se produjo el accidente.»Nuestra intención es tener un informe preliminar dentro de 30 días. El informe final se emitirá una vez que hayamos completado toda nuestra investigación y determinación de hechos», explicó Todd Inman, miembro del equipo de investigación, en una rueda de prensa en el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de la capital estadounidense.

Por su parte, la directora de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, en inglés), Jennifer Homendy, afirmó que los investigadores deben «verificar» la información, al tiempo que pidió no «especular» sobre las causas del accidente.

Su mensaje contrasta con la postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en una rueda de prensa previa en la Casa Blanca dijo no conocer los motivos pero insinuó que la culpa habría sido del piloto del helicóptero.

También, señaló sin pruebas a los gobiernos demócratas de Barack Obama (2009-2017) y de Joe Biden (2021-2025) por haber contratado a controladores aéreos, a su juicio, poco calificados siguiendo políticas de diversidad e inclusión.

La NTSB rechazó referirse a los comentarios de Trump e insistió que en este momento se desconoce si el accidente fue causado por un error humano o un error técnico.

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El siniestro ocurrió cuando un helicóptero militar, con tres personas a bordo, y un avión comercial Bombardier CRJ700 de American Eagle (filial regional de American Airlines), con 60 pasajeros y cuatro tripulantes, colisionaron el miércoles sobre las 20:48 hora local (01:48 GMT del jueves) en el momento de la aproximación de este último al aeropuerto Ronald Reagan (DCA) de Washington.

Las autoridades descartan que haya supervivientes del accidente aéreo, que es ya el más mortífero en Estados Unidos desde 2001.

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