Las protestas del campo europeo de los últimos días dejaron una consecuencia que afecta directamente a la Argentina. El gobierno francés exigió a la Comisión Europea que anunciara la suspensión definitiva de las negociaciones comerciales con el Mercosur. El campo europeo teme que ese acuerdo, que se negocia desde hace dos décadas, sirva para abrir toda la puerta del mercado europeo a los productos agropecuarios del bloque sudamericano, más competitivos en precio y en algunos rubros también en calidad.

La exigencia francesa no tuvo apoyos suficientes en la cumbre europea de este jueves en Bruselas para que los 27 aceptaran ponerla por escrito en el documento de conclusiones de la reunión, que no tiene ninguna mención a temas comerciales.

La Comisión Europea había repetido durante la semana que entendía que no era el mejor momento para cerrar un acuerdo (con las protestas del campo y a pocos meses de elecciones europeas) pero Francia quería un anuncio de suspensión formal que no llegó. Otros, como el presidente español Pedro Sánchez, hablaron tras la cumbre a favor de seguir negociando y de pactar si se dieran las condiciones.

Los franceses habían llegado a la cumbre sin ceder en sus posiciones. La portavoz del gobierno francés, Prisca Thevenot, había dicho que el acuerdo con Mercosur “no permite garantizar” una defensa de la “excepción agrícola francesa” y repitió que los productores de sudamérica trabajan con normas medioambientales o fitosanitarias más laxas que las europeas, lo que coloca a los productores europeos en situación de desventaja competitiva.

Es el nuevo argumento de París después de que la vuelta al poder en Brasil de Lula da Silva y la salida del ultraderechista Jair Bolsonaro los dejara sin la excusa de los últimos años.

Tras la cumbre europea, el presidente Emmanuel Macron volvió sobre la negativa francesa usando el mismo argumento: “Lo que es incomprensible, y que yo mismo no sé explicar, es que impongamos reglas para lo que producimos en Europa y dejemos importar productos que no respetan esas mismas reglas y que vienen de fuera de Europa”.

l francés abundó: “Por esa misma razón, hoy, con el estado actual del texto de Mercosur, Francia se opone, seguirá oponiéndose a este acuerdo de libre comercio con la región Mercosur”.

Francia, en realidad, se ha opuesto siempre. Lo único que ha ido cambiando en estas dos décadas, sin importar cambios políticos en París, es la excusa para no permitir que la Comisión Europea firme definitivamente el acuerdo. Los franceses son los que más ruido hacen, pero tras ellos esconden su rechazo al acuerdo países como Bélgica, Austria, Polonia, Luxemburgo, Irlanda o Países Bajos. Suficientes para formar una minoría de bloqueo en el Consejo de la Unión Europea que imposibilitaría la ratificación del acuerdo, aunque los negociadores llegaran algún día a un pacto.

El acuerdo con Mercosur, que estuvo a punto de ser firmado en 2007, en 2013, en 2019 y el pasado diciembre, es uno de los grandes ogros de los agricultores y ganaderos europeos junto a la transición ecológica. Sería el mayor acuerdo comercial para los dos bloques y uniría dos mercados que suman 780 millones de personas y unos intercambios comerciales que rondan los 50.000 millones de dólares al año.

nularía progresivamente los aranceles y prevé una importante cuota de importación en Europa de vacuno del Mercosur. También reconoce más de 400 denominaciones de origen de los dos bloques.

Al campo europeo no le gusta que el acuerdo prevea la entrada en Europa sin aranceles de, por ejemplo, 180.000 toneladas de azúcar o 60.000 toneladas de arroz al año, pero sobre todo rechaza la entrada de 99.000 toneladas de vacuno con un arancel del 7,5%, otras 60.000 toneladas de vacuno de menor calidad sin arancel y 180.000 toneladas de carne de ave, también sin arancel.

Los europeos alegan que esa producción en Mercosur está sujeta a menos normas medioambientales y fitosanitarias que le permiten ser más competitivas en precios y que esos productos del Mercosur expulsarían del mercado europeo a los productos locales, más caros.

La bronca pudo cristalizar el jueves cuando el francés Macron se reunió con la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Úrsula Von der Leyen, favorable al acuerdo. La diplomacia francesa no consiguió la suspensión oficial que buscaba y las negociaciones seguirán como estaban previstas, pero nadie espera ahora avances hasta que pasen los comicios europeos del 9 de junio.

Berlín, Madrid y Roma apoyan el acuerdo. España intentó por todos los medios que se firmara durante su presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea, que terminó el 31 de diciembre. No lo consiguió. Berlín sigue apretando. A principios de enero, cuando el jefe del gobierno alemán Olaf Scholz habló con el presidente Javier Milei por primera vez, le dijo que las negociaciones “deben concluir rápidamente”.