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INTERNACIONAL

El arresto de una supuesta espía china en el gobierno de Nueva York desnuda una trama de fraudes millonarios y una vida de lujos

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Un ex colaboradora de dos gobernadores de Nueva York fue acusada de actuar como agente secreta de China y de usar sus cargos para promover la agenda de Beijing a cambio de beneficios económicos por varios millones de dólares que financiaron dos compras de lujosas residencias y una Ferrari.

Linda Sun ocupó numerosos puestos en el gobierno de Nueva York, entre ellos el de jefa adjunta de personal de la gobernadora Kathy Hochul y de subdirectora de diversidad del ex gobernador Andrew Cuomo.

La mujer, de 41 años, fue arrestada el martes junto con su marido, Chris Hu, en su casa de Long Island, valuada en 4 millones de dólares. Hu también fue acusado de fraude bancario y conspiración para lavar dinero.

Si se prueban en la justicia, los cargos demostrarían que China ha logrado ejercer influencia en los niveles más altos del gobierno estatal de Nueva York durante casi una década.

Según la acusación, Linda Sun ayudó a un funcionario chino a espiar una conferencia telefónica y falsificó la firma de la gobernadora Hochul como parte de un lucrativo plan para promover los intereses de Beijing. La mujer enfrenta ocho cargos criminales, incluidos fraude de visas y conspiración para lavar dinero.

Los dos acusados se declararon inocentes ante un tribunal federal el mismo martes. La fianza de Sun se fijó en 1,5 millones de dólares. Los cargos fueron el último escalón de un esfuerzo de años por parte del Departamento de Justicia para erradicar a agentes de gobiernos extranjeros que buscan influir en la política estadounidense, incluida la reciente condena por corrupción del ex senador Bob Menéndez de Nueva Jersey que involucra actos oficiales que los fiscales dijeron que realizó para beneficiar a Egipto y Qatar.

El arresto de la ex funcionaria Linda Sun y de su marido causó revuelo en el gobierno de Nueva York. Foto: AP

Acusaciones

En los últimos años, Washington ha acusado a ciudadanos chinos no sólo de promover ilegalmente los intereses de Beijing, sino también de acosar e intimidar a disidentes del régimen chino. El año pasado, el Departamento de Justicia acusó a un par de hombres de crear una comisaría secreta en Nueva York bajo la dirección y el control del gobierno de Beijing.

“Como se alega, mientras aparentaba servir al pueblo de Nueva York como jefa adjunta de personal en la Cámara Ejecutiva del Estado de Nueva York, la acusada y su marido en realidad trabajaban para promover los intereses del gobierno chino y del PCC (Partido Comunista Chino)”, indicó el fiscal federal Breon Peace. “El esquema ilícito enriqueció a la familia de la acusada por una suma de millones de dólares”, agregó la acusación.

A partir de 2012, Sun ocupó varios puestos en los gobiernos de Cuomo y de su sucesora Hochul hasta que fue despedida en marzo de 2023 luego de que descubrieran “evidencia de mala conducta”, dijo un vocero.

De inmediato se pasó el caso a la policía federal. Sun, ciudadana estadounidense naturalizada y nacida en China, trabajó en el gobierno estatal neoyorquino durante unos 15 años.

Linda Sun ocupó varios cargos en Nueva York, hasta que fue despedida en 2023. Foto: REUTERSLinda Sun ocupó varios cargos en Nueva York, hasta que fue despedida en 2023. Foto: REUTERS

El puesto de Sun proporcionó a Beijing un medio para moldear y controlar las opiniones de los líderes de Nueva York sobre China, dijeron los fiscales. Afirmaron que impidió que los representantes de Taiwán se reunieran con los funcionarios de Nueva York. Beijing reclama la isla autónoma como su territorio.

Los fiscales no ofrecieron detalles sobre cómo Sun se conectó por primera vez con el gobierno chino. Sun y los funcionarios de Beijing se comunicaban frecuentemente a través de la aplicación de mensajería WeChat, a veces alardeando de haber detenido las reuniones con representantes taiwaneses, según la acusación.

“Valoro mucho mi relación con el consulado y he hecho muchas cosas para que la relación entre el Estado (de Nueva York) y el consulado florezca”, dijo Sun en un mensaje a un funcionario chino. En respuesta, el funcionario dijo que Sun era el “centro más importante que nos conectaba” con Cuomo.

A medida que la pandemia de Covid-19 se propagaba en 2020, Sun mantuvo en secreto a los funcionarios chinos bien informados sobre la respuesta sanitaria que estaba dando el Estado de Nueva York. En un momento dado, añadió subrepticiamente a un funcionario chino a una conferencia telefónica privada para miembros del gobierno de Nueva York sobre la pandemia, dijeron los fiscales.

Sun también habría enviado cartas no autorizadas que pretendían ser de funcionarios de Nueva York invitando a representantes del gobierno chino a visitar Estados Unidos. Los representantes chinos utilizaron las cartas para obtener visas. Sun incluso falsificó la firma de Hochul en una de las cartas.

A cambio, Sun probó la buena vida: el régimen chino le prodigó millones de dólares, pagaron sus viajes y le envió patos salados al estilo Nanjing para cenar, dijeron los fiscales.

La corrupción se canalizó al esposo de Sun, el propietario de una empresa de exportación de mariscos y una firma de consultoría financiera, a través de transacciones comerciales en China. Su esposo luego repatrió el dinero a EE.UU. Ella y su marido usaron el efectivo para comprar su casa de 4,1 millones de dólares en Manhasset, en Nueva York, un condominio en las islas de Hawai y autos de lujo, incluida una Ferrari 2024.

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INTERNACIONAL

El infierno de ser rehén de Hamas, contado por dos sobrevivientes argentinos: «Para ellos no éramos personas»

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Con un ritmo pausado, medido, que cuida el peso de las palabras y los recuerdos que ellas traen, Clara Marman hace el esfuerzo por narrar el horror de aquel 7 de octubre: esa mañana junto a su pareja, Luis, y un grupo de familiares fueron secuestrados por el grupo terrorista Hamas, que la tuvo a ella de rehén por más de 50 días. Cuenta cómo fue su lucha por sobrevivir al cautiverio sin perder la cordura. Hoy, su lucha es para lograr que la tragedia no quede en el olvido, así como las 101 personas que siguen secuestradas.

«El cautiverio es un infierno, pero la incertidumbre de no saber qué pasa con los seres queridos no permite seguir viviendo», resume.

Clara y Luis Har fueron los dos argentinos rehenes de Hamas que expusieron en la mañana del martes en un plenario de las comisiones de Derechos Humanos y Garantías y de Relaciones Exteriores. Luis fue secuestrado en el kibutz Nir Itzjak donde vivía Clara, los hermanos de ella Fernando y Gabriela, y su sobrina Mía, de solo 17 años.

Clara y Gabriela Marman fueron liberadas junto a Mía, en una tregua de alto al fuego entre Israel y Hamás, el 28 de noviembre donde se liberaron mujeres y niños a cambio de prisioneros palestinos. Luis y su cuñado quedaron detenidos 129 días, hasta que fueron liberados por por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI).

«Me es muy importante que el mundo escuche, que sepan lo que fue el 7 de octubre, el infierno que pasamos. Hay 101 rehenes que siguen pasando eso. Tuvimos suerte, por eso estamos acá. Es increible contarlo como suerte», comenzó a narrar Clara.

Según contó, ella había invitado a toda su familia a su casa para pasar el fin de semana, con motivo de un cumpleaños. A las 6 de la mañana comenzaron a escuchar las sirenas: la casa está a 3 kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza. Pensaron que sería una alarma de pocos minutos, pero se percibía que había algo raro.

«Empezamos a sentir que era algo distinto, empezamos a recibir por redes que había penetración de la frontera y que se iban acercando a nosotros. El refugio está preparado para misiles, pero no al ingreso de terroristas», narró.

Según contó, los terroristas entraron rompiendo las ventanas y a los tiros. Abrieron el lugar y se los llevaron para afuera, a los gritos. La casa estaba repleta de atacantes, que daban vuelta los cajones buscando llaves para llevarse los autos.

«Estaban drogados, los ojos dilatados. Es algo que no nos vamos a olvidar en mucho tiempo», comenta Luis, quien sigue el relato. «Nos hicieron subir a la camioneta, que estaba llena de armas, bombas, balas. Y nosotros sentados sobre eso. Cinco terroristas luego subieron encima de nosotros como si no estuviéramos. Para ellos no éramos personas», dice. Según su recuerdo, al costado iban viendo cómo los civiles se metían en sus casas para saquearlas, mientras que en la frontera amenazaban con lincharlos.

Luego llegaron a una ciudad, donde los hicieron entrar por un túnel oscuro. Los cinco miembro de la familia terminaron detenidos en una casa que estaba escondida detrás de la fachada de una obra en construcción. Allí estuvieron detenidos. En el caso de Clara, Mia y Gabriela fueron 53 días, Luis y Fernando estuvieron 129.

Según cuentan, cada día tenían la rutina de pensar qué día era para llevar un registro del tiempo. Era una de las formas de mantener la compostura. «Estar en cautivero es un infierno. Perder la noción del tiempo, pensar en qué pensar porque no se hace nada. Cada minuto es eterno. Uno trata de concentrarse en sí mismo, pensar cosas que le hacen bien, alejarse de esa realidad tan cruel que va viviendo. Para tener que algo podíamos controlar mi sobrina Mía y yo desde el primer día íbamos contando los días. Hoy es domingo 8 de octubre, primer día de rehenes», rememora.

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