INTERNACIONAL
El caso Lewinsky, el escándalo sexual que jaqueó la presidencia de Clinton en EE.UU. y tuvo en vilo al mundo

Primero, fue Paula Jones
El caso Mónica Lewinsky no comenzó con Mónica Lewinsky sino con otra chica llamada Paula Jones, y lo hizo en el estado de Arkansas y no en Washington. El apuntado fue siempre el mismo, William “Bill” Clinton, primero gobernador de Arkansas y luego presidente de los Estados Unidos. Bill no podía controlar siempre sus manos ni su lengua cuando una señorita lo atraía. Entonces, solía descender a la vulgaridad. Su posición política prominente lo protegía, pero la sangre acumulada en sus fondillos descorría (literal) el velo que cubría la concupiscencia.
En mayo de 1994, cuando Bill era gobernador de Arkansas, estado racista si los hay, Paula Jones, exempleada estatal, presentó una demanda. Alegó que el 8 de mayo de 1991, mientras colaboraba en una conferencia en el Hotel Excelsior de Little Rock, la capital del estado, Danny Ferguson, un policía que pertenecía al equipo de seguridad del gobernador, le dijo que Clinton la quería ver en la suite de su hotel.
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Paula entendió que era una ocasión para avanzar en su carrera. Fue. Cuando la vio, Clinton, cuenta Paula, hizo movimientos inesperados, agresivos, que terminaron cuando se bajó los pantalones. Paula dijo que Clinton le pidió que le besara el pene erecto. “No soy ese tipo de chica”, le respondió. El gobernador se la vio venir y replicó: “Sos una chica inteligente; no digas nada”.
Los abogados de Clinton argumentaron contra la demanda de Paula un dislate de grandes dimensiones, pero que en los Estados Unidos fue tomado como válido: el gobernador ya había accedido a la presidencia del país y no podía cumplir sus funciones de gobierno si le daba bolilla a denuncias de este tipo. ¡Que no lo embromen! Clinton pidió inmunidad y el caso lo resolvió la Corte Suprema. En 1997, permitió que la tareas de recolección de pruebas continuaran.
Con ese visto bueno, la jueza Susan Weber Wright dictaminó que los abogados de Jones, para ayudar a probar su denuncia de acoso sexual, podían indagar sobre cualquier relación sexual que Clinton pudiera haber tenido con subordinados, ya fuera como gobernador de Arkansas o como presidente del país. El 5 de diciembre de 1997, los abogados de Jones presentaron una lista de mujeres como testigos que incluía a Mónica Lewinsky.
Mónica Lewinsky
Mónica llegó a Washington en julio de 1995 para trabajar como becaria en la Casa Blanca. Tenía 21 años, recién recibida del Lewis and Clark College, de Portland. En sus primeros meses en el cargo, Lewinsky conoció al presidente, pero no surgieron oportunidades de contacto personal cercano. En noviembre de 1995, Lewinsky fue asignada al Ala Oeste, es decir donde está el despacho del presidente, el Despacho Oval. Pronto se encontró a solas con Clinton. Él le preguntó si la podía besar y ella le dijo que sí. Ese fue el primero de 10 encuentros sexuales a lo largo de 16 meses. Bill Clinton y Monica Lewinsky. (Fotos: AFP).
Para abril de 1996, el presidente y la becaria ya se habían visto ocho veces. Fue entonces cuando reasignaron a Mónica a un puesto en el Departamento de Defensa, tal vez conscientes del peligro que representaban esos encuentros. En mayo de ese año, Clinton le dijo a Mónica que ya no quería seguir con la relación, pero siguieron viéndose a principios de 1997.
Por lo común se veían durante las mañanas de los fines de semana en el Despacho Oval o lugares cercanos como un estudio o un pasillo o un baño, cuando pocas personas, salvo la secretaria personal de Clinton, Betty Currie, se encontraban en el lugar. Aunque muchos encuentros privados no implicaban actividad sexual, cuando la había, generalmente se trataba de sexo oral al presidente y en tocamientos de los pechos y los genitales de la joven. En tres ocasiones, Lewinsky le practicó sexo oral mientras el presidente hablaba por teléfono. Lewinsky le dijo a Clinton que le gustaría tener relaciones sexuales, pero él se resistió. También interrumpió las sesiones de sexo oral antes de la eyaculación salvo sus dos últimos encuentros.
El silencio de Mónica
Cuando Clinton le volvió a decir a Lewinsky en mayo de 1997 que su relación sexual había terminado, ella redobló los esfuerzos iniciados el año anterior para conseguir la ayuda del presidente para encontrar empleo. Lewinsky recibió una oferta de trabajo del embajador ante la ONU, Bill Richardson, varios meses después, pero la rechazó. Prefirió las empresas privadas, recomendada por personajes influyentes cercanos al presidente.
Menos de dos semanas después de que el nombre de Lewinsky apareciera en la lista de testigos de Paula Jones, Clinton instruyó a Mónica sobre lo que tenía que decir: sus visitas al Despacho Oval eran para entregar documentos. Punto. La secretaria de Clinton, Betty Currie, fue hasta la casa de Lewinsky para llevarse los regalos que el presidente le había dado a la becaria. Currie los trasladó hasta su casa y los escondió debajo de su cama. La foto que tenía Lewinsky como becaria de la Casa Blanca. (Reuters / Departamento de Defensa)
A principios de enero de 1998, Lewinsky firmó una declaración para presentar en la demanda de Paula Jones, donde decía que su relación con el presidente no había sido nunca sexual. Al día siguiente, consiguió trabajo en la firma Revlon.
¿Quién mencionó por primera vez a Mónica como una de las “chicas de Clinton”?
Fue Linda Tripp, que había trabajado en la Casa Blanca con el presidente George Bush padre y se mantuvo en su puesto cuando Clinton asumió la presidencia en 1993. A Tripp, no le gustaba Clinton y mucho menos su cercanía con las empleadas. En 1996, ya pensaba en denunciarlo pero no lo hizo. Un año después, contó en un artículo de Newsweek que una voluntaria de la Casa Blanca, Kathleen Willey, le contó a su vez que Bill la había besado y acariciado en su despacho privado.
Tripp tenía más para contar. Se enteró que su entonces amiga, Mónica Lewinsky, mantenía una aventura con el presidente. Tripp le contó al periodista de Newsweek, Michael Isikoff, que mejor que la historia de Kathleen Willey era la de Mónica. Hasta comenzó a grabar en secreto sus conversaciones con Lewinsky en noviembre de 1997. El momento en el que el escándalo sale en la tapa de revistas y diarios noteamericanos. (Foto: Archivo)
En esas charlas grabadas, Tripp se enteró de que su amiga tenía en su armario un vestido azul que aún conservaba una mancha de semen de un encuentro sexual con el presidente ocurrido nueve meses antes. Tripp llamó a Isikoff y le contó. Hasta le sugirió que una prueba de ADN demostraría que era el semen del presidente. El periodista le dijo que no estaba en sus posibilidades conseguir una muestra del ADN de Clinton para hacer la comparación. Pero Tripp seguía obsesionada y buscó la forma dse convencer a su amiga Mónica de que no llevara el vestido azul a la tintorería.
El estallido del caso Lewinsky
A principios de enero de 1998, Linda Tripp se entrevistó con Kenneth Starr de la Oficina del Fiscal Independiente (OIC) y le contó todo el asunto Lewinsky-Clinton y dio las grabaciones privadas que había mantenido con Mónica. Entonces, todo estalló. Fue un escándalo y la fiscal General de los Estados Unidos, Janet Reno, autorizó investigar el caso Lewinsky.
El 16 de enero, Linda Tripp, en combinación con la fiscalía, fue a almorzar con Mónica al patio de comidas del centro comercial Pentagon City Mall. Allí la becaria fue arrestada por agentes del FBI que la llevaron hasta la habitación 1012 del Hotel Ritz-Carlton. La interrogaron durante 11 horas y la presionaron para que usara un micrófono y grabara sus conversaciones con el presidente Clinton. Le dijeron que si no lo hacía arriesgaba hasta 27 años de prisión por perjurio y obstrucción a la justicia. Lewinsky se negó. Bill Clinton y Mónica Lewinski durante un acto del partido demócrata en 1996. (Foto: captura de video WTN/AFP)
Clinton estaba al tanto de lo que ocurría. El 17 de enero, en el Despacho Oval, le confesó a su secretaria Betty Currie de su relación con Lewinsky. Le dijo sin avergonzarse: «Nunca estuvimos realmente solos. Se podía ver y oír todo». Y agregó: «Mónica me insinuó, y yo nunca la toqué, ¿verdad?».
El problema se agravó cuando la relación Lewinsky-Clinton fue difundida por la prensa hacia fines de enero de 1998. Bill dijo públicamente: “No tuve relaciones sexuales con esa mujer, la señorita Lewinsky».
A mediados de ese año el presidente se enteró de que su mancha de semen seguía presente en el vestido azul que Mónica lució en el Despacho Oval en febrero de 1997, y de que Lewinsky había firmado un acuerdo de inmunidad con los fiscales. Mientras, se reunieron pruebas: se tomó declaración a los agentes del Servicio Secreto y a amigos de Mónica, se examinaron correos electrónicos y registros telefónicos de la Casa Blanca, y se escucharon horas de conversaciones grabadas entre la empleada Tripp y Lewinsky.
Clinton y una relación “inapropiada”
En medio de la crisis por los ataques terroristas del 7 de agosto de 1998 en las embajadas estadounidenses en Sudán y Tanzania, que causaron decenas de muertos, el día 17 el presidente se enfrentó a un gran jurado federal (instancia judicial que determina si hay motivo para avanzar a un juicio). Se debatió si había cometido perjurio (mentir bajo juramento) en el caso Lewinsky y obstrucción de justicia en caso de Paula Jones. Bill Clinton y Mónica Lewinsky. (Foto: Archivo)
Clinton hizo algo extraño: declaró que no había mentido sobre su relación con Jones pero agregó que consideraba que el sexo oral no constituía “relaciones sexuales”. Y negó haberle tocado los pechos y los genitales en varias ocasiones a Mónica Lewinsky. A la noche, Clinton habló por televisión a todo el país y causó mucho desconcierto. No se refirió a las represalias por los ataques terroristas (represalias que se producirían el 20 de agosto) sino que afirmó: “Tuve una relación inapropiada con la señorita Lewinsky”. Luego se dedicó a criticar al fiscal Kenneth Starr por meterse en su vida privada.
En los días posteriores a su testimonio ante el gran jurado, aumentaron los pedidos de destitución. El jefe de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, Tom De Lay, aseguró que la destitución del presidente sería: “Lo más importante que haga en mi carrera política”. El presidente de la Cámara, Newt Gingrich, concluyó que sacar a Clinton de la presidencia era lo más justo.
36 cajas de pruebas
El 9 de septiembre, el fiscal Starr cargó en dos camionetas casi 36 cajas de pruebas sobre el escándalo Lewinsky y las llevó la Cámara de Representantes. Había un resumen de 453 páginas donde se describían once acusaciones contra el presidente. Los enemigos de Clinton disfrutaban, especialmente de los detalles explícitos (e innecesarios) del informe, desde que el presidente recibió llamadas oficiales mientras recibía sexo oral hasta un relato de cómo introdujo su cigarro en la vagina de Lewinsky.
Recomendar o no un juicio político recaía en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes. El día 5 de octubre su presidente, Henry Hyde, luego de una votación de 21 a 16, autorizó una investigación completa para el “impeachment” o juicio político.

Mónica Lewinsky abraza al expresidente norteamericano y su entonces amante, Bill Clinton. (Foto: Dirck Halstead)
El público en general, según se ha afirmado, interviene en política por medio del voto según el grosor de su bolsillo o la circunferencia de su abdomen. Pues las elecciones de medio término del 3 de noviembre trajeron buenas noticias para el presidente. La economía marchaba muy bien y el “affaire” Lewinsky no influyó en los votantes.
Clinton y Paula Jones finalmente acordaron resolver la demanda por acoso sexual que había causado todos los sufrimientos del presidente. Un problema menos. Quedaba Mónica.
La Cámara de Representantes aprobó el juicio político al presidente
Lo hizo con cargos que incluían perjurio y abuso de poder. Las encuestas realizadas a mediados de diciembre de 1998 indicaban que el público estadounidense apoyaba a Clinton, con un 60% en contra del juicio político.
“¡Escuchen! ¡Escuchen! ¡Escuchen!”, gritó el sargento de armas del Senado el 7 de enero de 1999. “Se ordena a todas las personas guardar silencio, bajo pena de prisión, mientras la Cámara de Representantes exhibe ante el Senado los artículos del juicio político contra William Jefferson Clinton, presidente de los Estados Unidos”.
El juicio comenzó el 14 de enero. Los alegatos iniciales se prolongaban hasta el día siguiente. Todo fue muy aburrido porque los senadores se empeñaban en explicar cuestiones de derecho procesal. Todo se desenvolvía en cámara lenta frente a la presidencia del juez de la Corte Suprema Robert Rhenquist. ESCÁNDALO. La humillación de Mónica y el silencio de Hillary.
Charles Ruff, en silla de ruedas, comenzó a hablar en defensa de Clinton. Ya era el 19 de enero, pocas horas antes de que el propio Clinton pronunciara su discurso sobre el Estado de la Unión. Ruff criticó a la acusación por manipular los hechos para favorecer su caso. Concluyó sugiriendo que los senadores tenían la libertad de “considerar su conducta personal desagradable”, pero que deberían preguntarse si “por primera vez en nuestra historia, las acciones de un presidente han puesto en tal riesgo el gobierno que solo hay una solución”. La tarea de concluir los argumentos iniciales del equipo del presidente recayó en Daryl Bumpers, exsenador del estado natal de Clinton, Arkansas. Bumpers resumió: «Cuando escuchás a alguien decir: ‘Esto no se trata de sexo’, se trata de sexo». Seguía la línea de la defensa, es decir, las cuestiones sexuales no se arreglan con un juicio político.
Mónica Lewinsky había recibido la orden de concurrir a la Cámara de Representantes. Fue a regañadientes. Se alojo en el Hotel Mayflower y habló con tres congresistas. Tras recibir garantías de que sus respuestas estaban amparadas por su acuerdo de inmunidad, Lewinsky respondió a las preguntas de los representantes. Estas abarcaban desde por qué conservaba su vestido manchado hasta qué creía que debería sucederle a Clinton (“Creo que debería ser censurado, pero no destituido”).
La decisión
El 27 de enero, el Senado se reunió para votar sobre una moción del senador demócrata Harry Byrd, de Virginia Occidental, para desestimar el juicio político contra el presidente. La moción fue rechazada. Casi inmediatamente después, se realizó una segunda votación sobre la moción para permitir que los fiscales presentaran a sus testigos, la cual fue aprobada.
Durante los primeros tres días de febrero, los fiscales tomaron declaración a Lewinsky y otros dos testigos. La declaración de Mónica se realizó en la suite de un hotel ante una multitud de más de 40 abogados y asesores del Congreso. Describió sus sentimientos actuales hacia el presidente como “ambiguos” y al resto de las preguntas respondió con un seco “sí” o “no”. El caso pasó a decisión del Senado, donde se resolvería el destino del presidente.
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Los alegatos comenzaron dos días después y los senadores se reunieron luego a puertas cerradas para considerar sus votos. Cada senador dispuso de quince minutos para hacer una declaración. La mayor atención se centró en un puñado de senadores cuyos votos no estaban claros. El republicano John McCain anunció que concluía que el presidente “subvirtió deliberadamente el estado de derecho” y que votaría culpable. El único demócrata cuyo voto estaba en duda, Russ Feingold, calificó el caso de “cerrado”, pero dijo: “Si debemos equivocarnos, optemos por evitar divisiones, optemos por respetar la voluntad popular”. Feingold votaría a favor de la absolución.
El viernes 12 de febrero de 1999, el presidente de la Corte Suprema, Rehnquist, declaró: «La pregunta es sobre el primer artículo del juicio político. Senadores, ¿qué opinan? ¿Es el acusado, William Jefferson Clinton, culpable o inocente?». Resultó ser inocente: 55 senadores, incluidos diez republicanos, votaron a favor de la absolución por perjurio. La votación sobre el segundo cargo, es decir el de obstrucción de justicia, fue empate, 50 a 50, pero aún muy lejos de los dos tercios necesarios para la condena.
Luego de estas votaciones, Clinton leyó una declaración durante dos horas. Expresó su esperanza de que «todos los estadounidenses nos dediquemos de nuevo a la labor de servir a nuestra nación y construir juntos nuestro futuro».
Bill Clinton, Monica Lewinsky
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Guerra en Gaza: denuncian que 21 niños murieron de desnutrición o hambre en las últimas 72 horas

Un hospital de Gaza informó este martes que 21 niños murieron de desnutrición o hambre en las últimas 72 horas en el enclave palestino, donde Israel está expandiendo sus operaciones contra Hamas entre una creciente condena internacional.
Los 2,4 millones de habitantes de Gaza se enfrentan a una grave escasez de alimentos y artículos de primera necesidad. Además, para ahondar aún más la crisis humanitaria, los centros de distribución de ayuda humanitaria son atacados regularmente.
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“Veintiún niños han muerto debido a la desnutrición y el hambre en diferentes zonas de la Franja de Gaza (…) durante las últimas 72 horas”, declaró Mohamed Abu Salmiya, director del hospital Al Chifa.
Un importante funcionario de seguridad israelí, citado en forma anónima por The Israel Times, dijo que el ejército no había identificado hambruna en Gaza, aunque afirmó que se deben tomar medidas para “estabilizar la situación humanitaria”.
El funcionario reconoció que hubo una caída significativa en la cantidad de ayuda que llega a los palestinos en la Franja, pero culpó a los organismos de las Naciones Unidas por no recoger y distribuir los alimentos y suministros. The Jerusalen Post, en base a una fuente militar, dijo que grupos de ayuda internacional tienen 950 camiones estacionados en el lado de Gaza de la frontera que no entregaron a los palestinos.
Fuerte condena de la ONU
En tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó el “horror” en Gaza, donde se alcanzó “un nivel de muerte y destrucción sin precedentes en la historia reciente”.
Previamente, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, acusó al ejército israelí de matar a 1054 personas que esperaban ayuda desde fines de mayo, 766 de ellas “cerca de las instalaciones de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) y 288 cerca de los convoyes de ayuda de la ONU y otras organizaciones humanitarias”.
Palestinos tratan de obtener alimentos donados en una cocina comunitaria en Khan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el lunes 2 de junio de 2025. (AP Foto/Abdel Kareem Hana)
Este martes, la Defensa Civil gazatí, en manos de Hamas, anunció que ataques atribuidos a Israel mataron a 15 personas, 13 de ellas en el campamento de Al Shati, en el norte de Gaza, que alberga a miles de desplazados.
El organismo también informó de la muerte de dos personas en Deir el Balah, en el centro del territorio, donde Israel anunció la expansión de sus operaciones y llamó a la población a evacuar.
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El ejército israelí declaró que sus soldados “identificaron disparos en su dirección, en la zona de Deir el-Balah y respondieron al fuego atacando el origen de los disparos.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), entre 50.000 y 80.000 personas se encontraban en la zona en ese momento. Casi el 88% de Gaza está hoy bajo orden de evacuación israelí o incluida en una zona militarizada israelí.
Crece la presión internacional sobre Israel
El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, dijo que la situación humanitaria en la Franja de Gaza es “moralmente inaceptable”, tras visitar el enclave palestino.
“Vimos hombres esperar durante horas bajo el sol con la esperanza de hacerse con una simple comida”, agregó.
El lunes, 25 países pidieron poner fin a la guerra en el territorio palestino. “La guerra en Gaza debe cesar inmediatamente”, escribieron en un comunicado los ministros de Relaciones Exteriores de 25 naciones, entre ellas el Reino Unido, España, Italia, Portugal, Canadá y Francia.
Los ministros consideraron que “el sufrimiento de los civiles en Gaza ha alcanzado nuevos niveles” y denunciaron “el rechazo del gobierno israelí a proporcionar asistencia humanitaria esencial a la población civil”.
Los países firmantes son: Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Islandia, Irlanda, Italia, Japón, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Países Bajos, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Portugal, Suecia, Suiza y Reino Unido.
La declaración también fue firmada por la comisaria europea de Igualdad, Hadja Lahbib.
(Con información de EFE, AFP y AP)
gaza, Israel
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Flashback: Biden challenged to take pre-debate drug test in 2024; his son now makes Ambien claim

NEWYou can now listen to Fox News articles!
Former President Joe Biden’s campaign dodged answering whether the president planned to take performance-enhancing drugs ahead of his debate against President Donald Trump just over a year ago, instead arguing that Trump and his campaign were spreading «desperate, obviously false lies» about the 46th president potentially taking drugs.
About one year after Biden’s ill-fated debate, former first son Hunter Biden claimed in a wild and expansive interview published Monday his dad’s poor debate performance was due to taking Ambien, a sedative-hypnotic typically used to treat insomnia.
«I know exactly what happened in that debate,» Hunter Biden said in the interview. «He flew around the world, basically, the mileage that he could have flown around the world, three times. He’s 81 years old. He’s tired as s—. They give him Ambien to be able to sleep.
«He gets up on the stage, and he looks like he’s a deer in the headlights,» Hunter added. «And it feeds into every f—ing story that anybody wants to tell.»
BIDEN AIDES PUSHED FOR EARLY DEBATE TO SHOW OFF BIDEN’S ‘STRENGTH,’ EXPOSE TRUMP’S ‘WEAKNESS,’ BOOK SAYS
About one year after former President Joe Biden’s ill-fated debate, former first son Hunter Biden claimed in an interview published Monday his dad’s poor debate performance was due to him taking the sleep drug Ambien. (Getty)
On June 26, 2024, the day before the debate, Fox News Digital reached out to the Biden campaign inquiring if Biden had any plans to use performance-enhancing drugs for the debate, but staffers twice avoided a direct answer to the question.
At the time, Trump was leading a rising chorus, which included lawmakers, demanding that Biden take a drug test before the showdown. Those advocating a screening suggested Biden may have been motivated by a desire to quell mounting concerns about his mental acuity.
«Donald Trump is so scared of being held accountable for his toxic agenda of attacking reproductive freedom and cutting Social Security that he and his allies are resorting to desperate, obviously false lies,» a Biden campaign spokesperson told Fox News Digital the evening ahead of that 2024 debate.
When asked in a follow-up email for a «yes» or «no» response, the spokesperson said the original statement answered the question.
«The accusation from Trump on drugs is a desperate, obviously false lie,» the response said.
Ambien is a sedative that slows brain activity to help a person fall asleep and would not act as a performance-enhancing supplement for a public debate.
FLASHBACK: THE DEBATE NIGHT AGAINST TRUMP THAT THREW BIDEN’S REELECTION CAMPAIGN INTO A FREE FALL

President Joe Biden speaks during the consequential debate June 27, 2024, in Atlanta. (Kyle Mazza/Anadolu via Getty Images)
ONE YEAR LATER: HOW JOE BIDEN’S DISASTROUS DEBATE PERFORMANCE FORCED HIS MEDIA ALLIES TO TURN ON HIM
Joe Biden spent days preparing for the debate at Camp David in Maryland with videos of his public gaffes and missteps haunting the campaign in the days leading up to the debate. Trump, meanwhile, led the charge in demanding Biden take a drug test to prove he was not taking performance-enhancing supplements ahead of the highly anticipated event.
«DRUG TEST FOR CROOKED JOE BIDEN??? I WOULD, ALSO, IMMEDIATELY AGREE TO ONE!!!» Trump posted to Truth Social in the lead-up to the debate.
Fox News Digital also reached out to the White House and Trump campaign asking if Biden or Trump, respectively, planned to take performance-enhancing drugs ahead of the debate. The Biden White House did not respond at the time, while the Trump campaign responded.
«Absolutely not,» then-campaign spokeswoman Karoline Leavitt told Fox News Digital at the time.
«President Trump has naturally elite stamina and doesn’t need performance-enhancing drugs, unlike Joe Biden, who many are saying will be drugged up for the debate like he was at the State of the Union,» Leavitt said at the time. «President Trump has repeatedly asked Joe Biden to participate in drug testing. What does Team Biden have to hide?»
BOOK REVEALS BIDEN ADVISORS DECLINED TO HAVE PRESIDENT TAKE A COGNITIVE TEST IN FEBRUARY 2024: REPORT
Hunter Biden’s recent explosive interview on «Channel 5 with Andrew Callaghan,» released on YouTube, fanned the flames of Biden’s presidency and exit from the 2024 federal election amid ongoing accusations that Biden’s mental acuity had cratered during his Oval Office tenure.

Hunter Biden, son of President Joe Biden, and wife Melissa Cohen Biden leave the J. Caleb Boggs Federal Building June 7, 2024, in Wilmington, Delaware. (Kevin Dietsch/Getty Images)
Biden entered the re-election cycle already racked by claims and concerns that his mental acuity had slipped, and he was not mentally fit to continue serving as president, which was underscored by special counsel Robert Hur’s report in February 2024 that rejected criminal charges against Biden for possessing classified materials, saying he was «a sympathetic, well-meaning, elderly man with a poor memory.»
Biden also brushed off accusations he was using any performance-enhancing supplements, including mocking Trump’s challenge that he take a drug test in an X post just before the debate showing him drinking a can of water.
«I don’t know what they’ve got in these performance enhancers, but I’m feeling pretty jacked up. Try it yourselves, folks. See you in a bit,» the X post said, accompanied by a photo of Biden drinking a can of water that said «Get real, Jack. It’s just water.»
The debate was an abject failure for Biden as he stumbled over his responses and appeared to lose his train of thought and slur words at times, opening the floodgates of criticism from longtime Democratic allies who called on Biden to drop out of the race and pass the torch to a younger generation to take on Trump.
A handful of former President Barack Obama’s allies and former advisors publicly helped lead the charge in calling on Biden to drop out of the 2024 race earlier in the summer, including David Axelrod, who said Biden was «not winning this race;» George Clooney, who called on the president to quit in a bombshell op-ed; and Jon Favreau, who served as former director of speech writing for Obama.
BIDEN CAMP DODGES ANSWERING IF PRESIDENT PLANS TO USE PERFORMANCE-ENHANCING DRUGS BEFORE DEBATE
Hunter Biden unleashed on the Democrats who turned their backs on his dad as he attempted to recover from the debate performance in his expletive-riddled interview Monday.
«F‑‑- you. What do you have to do with f‑‑‑ing anything? Why do I have to f‑‑‑ing listen to you? What right do you have to step on a man who’s given 52 years of his f‑‑‑ing life to the service of this country,» Hunter Biden said of Clooney.

President Joe Biden and former President Barack Obama (Kevin Lamarque/Reuters)
«They’re all going to insert their judgment over a man who has figured out, unlike anybody else, how to get elected to the United States Senate over seven times … and how to garner more votes than any president that has ever won, and they’re going to replace their judgment for his?» he added, assailing other Biden allies who encouraged Joe Biden to drop out of the race.
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Fox News Digital reached out to the former president’s office regarding Hunter Biden’s remarks and the campaign’s previous statements when asked about whether Biden would use performance-enhancing drugs ahead of the 2024 debate, but did not immediately receive a reply.
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