El ex presidente y hoy candidato republicano Donald Trump había preferido mantenerse en silencio tras el debate del jueves pasado, cuando su rival Joe Biden, de 81 años, tuvo un desempeño que muchos calificaron de “desastre”, en el que se lo vio rígido, por momentos incoherente, lo que hizo que inmediatamente se encendieran las alarmas por su edad y su capacidad mental, incluso desde las filas demócratas.

La estrategia del magnate parecía ser dejar que Biden y los demócratas se desmoronen solos en una lucha intestina, ya que el partido y los donantes comenzaron a presionar duramente para que el presidente renuncie a un segundo mandato y sea reemplazado por otro candidato más joven, posiblemente por la vicepresidenta Kamala Harris, de 59 años.

Trascendió incluso que Biden le había dicho a un asesor clave que estaba considerando la posibilidad de dar un paso al costado si en estos días no podía revertir el impacto del debate. Pero él, por ahora, se mantiene firme: ha dicho que no renuncia y que confía en revertir en los próximos días lo que él llamó “una mala noche”, complicada por un resfrío y el jet lag.

Pero pasaron los días y Trump no pudo contenerse. En un video publicado en su red social Truth Social, en el que se lo veía en un carrito de golf, el republicano dijo que Biden “es un viejo montón de basura” y que “acaba de abandonar la carrera”. Y agregó: “Lo he sacado yo”. Las imágenes mostraban una puesta de escena estratégica para exhibirse como un deportista (Trump tiene apenas 3 años menos que Biden), en contraste con las dudas sobre la salud del presidente.

Y luego el presidente arremetió con la que podría ser su futura rival si Biden renunciara a su candidatura. «Eso significa que ahora tenemos a Kamala, creo que ella será mejor (oponente). Es jodidamente mala y patética», dijo.

Luego siguió con sus comentarios despectivos sobre Biden poniendo en duda su capacidad para tratar asuntos con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, o el de China, Xi Jinping. “¿Se imaginan a ese hombre lidiando con Putin y con el presidente de China, que es un hombre feroz y duro?», cuestiona Trump.

La campaña de Biden emitió enseguida una respuesta sobre los comentarios hacia Harris, calificándolos de racistas y misóginos. «El pueblo estadounidense ya ha visto un mal tras otro por parte de Donald Trump. Ha visto una y otra vez su falta de respeto hacia las mujeres, su desdén hacia los estadounidenses negros y su total desprecio por nuestra democracia», dice el comunicado.

«No, Donald. Lo que está mal es quitarle derechos a las mujeres; perder unas elecciones y animar a una turba violenta a atacar el Capitolio; agredir a las mujeres; decirle a la gente que se inyecte lavandina; cometer 34 delitos (…) Gracias por permitirnos aclarártelo», apuntó, la portavoz de la campaña de Biden, Sarafina Chitka.

Harris aparece hoy como la favorita para ser una posible candidata para reemplazar a Biden. Es parte de la fórmula actual, y no sería demasiado complicado hacer el cambio en la Convención demócrata en agosto. Si bien su gestión como vicepresidenta ha tenido un bajo perfil y no ha conseguido logros destacados, la imagen de Harris creció en estos días, aunque por ahora tampoco le alcanzaría para ganar a Trump, según señalan las encuestas.

Ese es el principal problema para los demócratas: Biden puede estar viejo pero ya le ganó una vez la Casa Banca a Trump y también lo venció cargándose al hombro las legislativas de 2022 cuando todas las encuestas predecían un gran triunfo republicano. Y, al menos en el momento, no hay un líder que contundentemente mida más que él en los sondeos para ganarle al magnate.

Hija de un profesor jamaiquino y una científica india, Harris podría tener más llegada al electorado femenino (ha sido una ferviente defensora del derecho al aborto) y también del electorado afroamericano, pero todo es muy volátil.

Mientras tanto, la campaña de Biden intenta reparar los daños con urgencia. El miércoles el presidente se reunió con los gobernadores demócratas, incluidos algunos de ellos que suenan como sus posibles reemplazantes como Gavin Newsom (California), Gretchen Whitmer (Michigan) y Wes Moore (Maryland) y les afirmó que no renunciará. La idea era que ellos lo vieran en acción, en persona, para desmentir su incapacidad para tomar decisiones.

“El camino hacia la victoria en noviembre es la prioridad número uno», dijo el gobernador de Minnesota, Tim Walz, tras la salida de la reunión. «Hoy hemos visto al tipo al que todos creíamos que podía derrotar a Donald Trump y que finalmente lo derrotó», agregó. La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, aseguró que la charla la había dejado «plenamente confiada» en las habilidades del presidente para continuar con la candidatura.

Biden continuará la ofensiva con una entrevista este viernes en ABC (el presidente es reacio a dar reportajes) donde se lo verá en acción y sin discursos guionados. También tendrá actos de campaña el fin de semana para intentar mostrarse vigoroso.

Pero el clima para el demócrata asoma difícil porque la presión es mucha. Incluso importantes medios de comunicación como The New York Times y The Boston Globe, han dado la espalda a Biden pidiéndole la renuncia a la candidatura. Se sumó The Economist con una tapa lapidaria con un andador para ancianos con el escudo del presidente de los Estados Unidos: “No es forma de conducir un país”, dice el título. Y el artículo se explaya: «Un anciano confundido luchando por recordar palabras y hechos» y una «operación de su campaña para negar lo que decenas de millones de estadounidenses vieron con sus propios ojos».