El centro de Milwaukee, en Wisconsin, está prácticamente tomado por fuerzas de seguridad. Se ven vallas de concreto y rejas, chequeos de posibles bombas en los autos y despliegue de la Guardia Nacional y servicio secreto en todos los rincones que rodean al Fiserv Forum, el lugar donde más de 50.000 personas se congregaron este martes para celebrar el segundo día de la Convención Republicana y la nominación del candidato presidencial Donald Trump, que se salvó milagrosamente el sábado de un ataque a balazos.

En medio de este clima, la tensión se agravó esta tarde cuando se supo que un hombre armado con cuchillos fue abatido por la policía en las cercanías del evento y también con las noticias de que la inteligencia de Estados Unidos estaba rastreando un posible complot iraní para asesinar a Trump en las semanas previas a que fuera baleado en Pennsylvania, aunque la amenaza no tenía relación con el ataque del sábado.

A primera hora de la tarde agentes de policía de Columbus, Ohio, que habían llegado hasta esta ciudad cercana para auxiliar a las fuerzas locales mataron a tiros a un homeless que los amenazaba con cuchillos en un parque ubicado a unas cuadras del centro de convenciones donde este martes hablaron varios líderes republicanos como el gobernador de Florida Ron DeSantis, el senador Marco Rubio y la ex embajadora ante la ONU Nikki Haley, en medio de la algarabía de delegados y voluntarios trumpistas.

Un testigo que vio la escena dijo a la prensa que el hombre estaba gritando con dos cuchillos en la mano y los esgrimía ante unos 5 oficiales de policía que patrullaban en bicicleta, que abrieron fuego y lo mataron. El hombre era un homeless que se alojaba en unas carpas en un parque cercano donde hay un campamento de “sin techo”.

No había ningún indicio de que buscara en realidad matar a alguien, pero las fuerzas de seguridad ahora están bajo fuerte escrutinio luego de que fracasaran estrepitosamente en detener al joven de 20 años que se subió a un techo y que disparó contra Trump con un rifle semiautomático, a pesar de que varias personas lo habían visto y habían advertido a la policía sobre la actitud del sospechoso.

La investigación no vincula al autor del ataque, Thomas Matthew Crooks, con ningún grupo local o internacional sino que aparentemente habría actuado solo.

Antes de este atentado, según se supo este martes, las agencias de inteligencia estadounidenses estaban rastreando un posible complot iraní para asesinar a Trump, lo que hizo que se ordenara al Servicio Secreto mejorar la seguridad del expresidente antes de su acto de campaña al aire libre en Butler, Pennsylvania, dijeron las autoridades.

Pero a través de su embajador en la ONU, Irán negó un complot para asesinar a Trump.

Sin embargo, las medidas adicionales que se tomaron no impidieron que Crooks se subiera al techo de un depósito cercano para dispararle a Trump, rozándole la oreja derecha.

La campaña del republicano fue informada en su momento por el Servicio Secreto de un aumento general en las amenazas contra Trump, pero no de ningún peligro específico relacionado con individuos o grupos iraníes. No estaba claro qué le dijeron al propio Trump, si es que le dijeron algo.

No trascendió de donde habían obtenido la información de inteligencia ni cómo habían llegado a la conclusión de un presunto ataque. Pero la intensificación de la campaña electoral, con actos públicos cada vez más frecuentes, ofrecía más oportunidades para un ataque.

Varios funcionarios de seguridad nacional dijeron que, aunque la amenaza se tomó en serio, no parecía estar completamente desarrollada por la inteligencia.

De cualquier manera, varios funcionarios dijeron que el Servicio Secreto había aumentado recientemente «recursos y activos» adicionales, aunque se negaron a describir específicamente qué cambios se habían hecho.

El hecho de que la seguridad del acto de Butler ya estuviera reforzada debido a la amenaza aparentemente no relacionada plante más preguntas sobre el fracaso del Servicio Secreto para para proteger a Trump.

Mientras tanto, Trump sigue generando fuertes dosis de entusiasmo entre sus seguidores, que lo ven ahora como un “héroe”. Por las calles de esta ciudad, de medio millón de habitantes recostada sobre el lago Michigan, se ven delegados partidarios, funcionarios, asesores y miles de simpatizantes que quieren ver de cerca a su líder. El merchandasing trumpista del Make American Great Again inunda los alrededores.

Tras el atentado, el magnate ha dicho que quiere unir al país y busca dar ese mensaje en la Convención. Una señal en ese sentido fue haber invitado a Nikki Haley, que fue su más fuerte rival en la interna republicana y que lo había criticado con dureza. La ex embajadora de la ONU aceptó el convite y fue una de las protagonistas de la noche.