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INTERNACIONAL

Escándalo político en Italia: denuncias de corrupción hunden a la izquierda y abren el camino a la derecha de Giorgia Meloni

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Repentinamente estalló en Italia un escándalo de vastas proporciones que daña sobre todo al partido Democrático, la primera fuerza de la oposición de centroizquierda y que, naturalmente, consolida en el poder a la primera ministra de extrema derecha Giorgia Meloni y a su gobierno.

El “crack” sobrevino cuando faltan pocos días para una votación en la ciudad meridional de Bari, capital de la región Puglia, gobernada por los Democráticos. Unas elecciones primarias con vistas a los comicios locales que tienen lugar este año en Italia.

Trabajosamente se había logrado que el partido Democrático liderado por la joven Elly Schlein, de 38 años, aceptara una alianza política con el Movimiento 5 Estrellas, de estilo populista y guiado por Giuseppe Conti, un abogado que fue dos veces primer ministro de Italia. Conti es popular entre los italianos y ambiciona volver al Palacio Chigi, sede del gobierno, en las próximas elecciones generales italianas de 2027.

Una tendencia en Europa

Estos datos son importantes para los que creen que en esta crisis es mucho lo que se juega en una Europa en la que las derechas avanzan notablemente y en la que se esperan días difíciles porque Ucrania está perdiendo la guerra con la Rusia de Vladimir Putin, que hace amenazas directas, incluso evocando represalias atómicas.

Las causas directas del gran escándalo ha sido el destape de acciones ilícitas por parte de personajes del partido Demócrata principalmente en la sureña Bari y en Turín, en el Piamonte, una de las más ricas regiones italianas.

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El ex primer ministro italiano Giuseppe Conte destapó el escándalo. Foto: AP   El ex primer ministro italiano Giuseppe Conte destapó el escándalo. Foto: AP

Fue Conte el que destapó el escándalo. Desde el palco, este fin de semana pasado, cuando debían ser elegidos los candidatos en las primarias para nuevo alcalde de Bari. Aliados hasta entonces el partido Democrático y las 5Eestrellas de Conte, presentaban respectivamentea Vito Leccese y Michele Laforgia.

Arrestan a un líder del partido de Meloni

Al mismo tiempo, la policía italiana detuvo este martes en Palermo (Sicilia) a Mimmo Russo, un destacado dirigente de Hermanos de Italia (FdI), el partido de la primera ministra, Giorgia Meloni, por compra de votos, asociación mafiosa, extorsión y tráfico de influencias para favorecer a Cosa Nostra, la mafia siciliana.

Russo, candidato a la alcaldía por FdI en las elecciones de 2022 y concejal durante 20 años en cinco formaciones políticas diferentes, ofrecía en las campañas electorales dinero, empleos y vales de gasolina que los miembros de la mafia utilizaban para comprar votos en los barrios de la ciudad, según la denuncia de la Fiscalía de Palermo recogida por los medios locales.

Junto a Russo, fue arrestado el hijo de Filippo Marchese, un histórico y despiadado asesino de Cosa Nostra, que mediaba en la venta de votos y un empresario de la construcción que iba a verse beneficiado de la recalificación de un terreno verde agrícola para la construcción de un centro comercial a cambio del voto de sus trabajadores.

La información proporcionada por colaboradores de la justicia fue esencial para descubrir una trama en la que el ex concejal puso además a disposición de la mafia su influencia como presidente de la Comisión de Urbanismo de la Alcaldía de Palermo para que controlaran concesiones, autorizaciones y contratos.

El exponente político de Hermanos de Italia ofrecía además dinero a los clanes mafiosos para organizar fiestas vecinales que les servían para ampliar su influencia y mejorar su imagen en los barrios que controlaban.

También prometió a Cosa Nostra el uso de la oficina de servicios sociales para agilizar la salida de prisión de destacados delincuentes mafiosos, así como contratos en el hipódromo y hasta un empleo de cajera para la amante de Marchese, siempre a cambio de votos.

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Elecciones en Estados Unidos: Donald Trump, otra vez

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Una posible conclusión entre otras que deja la contundente victoria presidencial de Donald Trump es que reducir la inflación, un logro importante de la gestión de Joe Biden, no alcanza sin embargo para ganar elecciones. En el amplio pie de la pirámide los ingresos limitados y la frustración disuelven la seducción de los números macro.

No es un fenómeno excluyente de la mayor potencia planetaria. Apareció hace años también en Europa, donde el centro pierde espacio frente a extremos ultranacionalistas y líderes demagogos cada vez más vigorosos fortalecidos por similares motivos de la desilusión de las clases media que se sienten abandonadas y son determinantes en las urnas.

Lejos de sofisticados análisis, si se observa el eje central de la protesta de sectores sociales a lo largo de la campaña norteamericana, los más retrasados del interior profundo del país, pero también en las ciudades que se consideraban aseguradas para los demócratas, hubo un consistente reproche contra una economía que no contenía a esas masas de abajo. Un país a la postre caro.

«El 60% de los estadounidenses viven al día, tenemos más desigualdad de ingresos y riqueza que nunca. Los salarios semanales reales de los trabajadores, descontada la inflación, son en promedio más bajos que hace 50 años», describió el líder más rígido del ala progresista del oficialismo demócrata, Bernie Sanders. Son los trabajadores en su mayoría sin educación académica, un amplio sector de votantes que perdieron la carrera de las nuevas tecnologías.

Donald Trump, de regreso al poder y recargado. AP

David Brooks en The New York Times, ideológicamente en las antípodas de Sanders, remarca también el fenómeno. «Había un gran abismo de desigualdad ante sus narices y, de alguna manera, muchos demócratas no lo vieron. Trump es un narcisista monstruoso, pero hay algo extraño en una clase educada que se mira en el espejo de la sociedad y solo se ve a sí misma».

Trump se montó con habilidad en esa frustración, traduciendo su eventual triunfo como la fórmula para resolver la ecuación. Pero además corporizó con su estilo agresivo y caótico la furia general contra cómo se hacen las cosas. Un orco contra el sistema. El tamaño de ese enojo es posiblemente la gran novedad de estas urnas que unieron el voto blanco con el negro y el latino.

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«Una arrogante indiferencia»

La candidata demócrata careció de un discurso que reflejara ese trastorno. Fue la principal falla de la campaña de la vicepresidente que se centró en consignas culturales importantes pero elitistas como el aborto, el cambio climático o la cuestión de género, incapaces de competir con el principal tema de irritación del electorado. «Una arrogante indiferencia», le acachan sus críticos. Posiblemente la razón de la ausencia cerca de ocho millones de votantes que prefirieron quedarse en su casa.

Tampoco lo registraron las encuestas que fracasaron otra vez, aunque más allá de su ineficiencia debido posiblemente al voto oculto. Detrás del triunfo de Trump hubo un amplio voto femenino que ignoró el discurso misógino brutal del magnate y sus antecedentes de abusos con la ilusión de que retrocedería el tiempo, cuando los costos de la canasta familiar eran menores.

El país volvió a exhibir una fuerte polarización, 51 a 48 por ciento. Pero detrás de Harris se alinearon votantes con ingresos de 200.000 dólares anuales o más. Ahí ganó 52% a 44%. Al mismo tiempo perdió entre aquellos que perciben de 30.000 a 100.000 dólares, que en 2020 fueron clave en la victoria de Joe Biden. Ahora eligieron a Trump.

Son datos que muchos de los admiradores del magnate ultranacionalista deberían analizar con prudente cuidado escapando de las apariencias. No se debería perder de vista lo que estas elecciones enseñan respecto al boomerang que supone el descuido de la cuestión social.

Ese trasfondo le permitió al polémico líder republicano reproducir las condiciones que hicieron posible su anterior victoria, entonces a caballo de la crisis económica que desde el 2008 amontonó a legiones en las banquinas del reparto. Aunque el país es diferente hoy y Biden mejoró notablemente la economía, el mensaje de Trump describía una nación en ruinas, devorada por la inflación y la pobreza, invadida por migrantes escapados de las cárceles de sus países.

Nada de eso es verdad, incluso el número real de cruces ha caído precipitadamente. Pero el ex mandatario aprovechó con ese bulo algo que sí es cierto y es que los precios están altos y no todos los sueldos corrigieron los desequilibrios. Nada que sorprenda. Trump es un líder populista lejano de cualquier inspiración liberal y con instintos y seducciones muy familiares por nuestra región.

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La vicepresidente Kamala Harris, una derrota con muchas interpretaciones. Reuter La vicepresidente Kamala Harris, una derrota con muchas interpretaciones. Reuter

Esa estrategia lo deja en la presidencia con un extraordinario respaldo electoral: victoria en el Colegio Electoral, en el voto nacional y control del Senado y posiblemente Diputados. Plataforma suficiente para llevar adelante su plan de expulsar a 11 millones de indocumentados que culpa de todas las calamidades, reducir impuestos a los sectores más acaudalados o combatir a «los enemigos internos», que refiere a quienes lo cuestionan. Ya hay republicanos extremos organizando patrullajes ideológicos de los empleados de carrera de gobierno.

Además de la migración Trump arremeterá con un anillo proteccionista que castigará con aranceles de hasta el 60% las mercaderías de origen chino especialmente los autos eléctricos y 20% a los insumos o productos terminados que lleguen de todo el mundo.

Esas medidas no reducirán la inflación. Se calcula que agregarían un adicional de hasta 2% al actual nivel de costo de vida de 2,5% anual según la banca Morgan. Los mercados ya descuentan que se revertirá la baja de tasas que ha venido impulsando la Reserva Federal. Una mala nueva para el sur mundial debido a la previsible carrera de los inversionistas hacia los bonos norteamericanos y el alza del peso de las deudas de esas naciones.

Los precios cotidianos y las frustraciones alrededor de la economía como fenómeno político importan no solo porque ayudan a explicar la abrumadora victoria trumpista. Efectivamente EE.UU. era alrededor de 20% más barato antes de la pandemia de coronavirus cuando gobernaba Trump.

Joe Biden camino a su discurso en el cual afirmó que se debe respetar la decisión del pueblo. Mensaje a Trump. ReuterJoe Biden camino a su discurso en el cual afirmó que se debe respetar la decisión del pueblo. Mensaje a Trump. Reuter

Pero, además, conviene recordar que la crisis asociada a la enfermedad agudizó la concentración del ingreso y disparó extraordinarios efectos geopolíticos. El costo de vida en alza y los problemas de empleo debilitaron la gobernanza occidental que había sufrido ya un impacto con el gran tsunami económico y financiero de 2008. No es casual que en ese mundo vulnerable, Rusia haya lanzado su guerra contra Ucrania en 2022, el peor año del gobierno de Biden y de muchos europeos.

El autócrata ruso Vladimir Putin avanzó estimulado por la certeza de que del otro lado no existiría energía para contenerlo, atorado Occidente con ese extraordinario desafío. Contaba además con el benefició de que la OTAN había perdido estatura durante el anterior gobierno de Trump y operaba con “parálisis cerebral” según la didáctica síntesis de Emmanuel Macron.

Un mundo imprevisible

El escenario internacional, que no incluye a América Latina salvo por los migrantes y el narcotráfico, es posiblemente el que mayor incertidumbre despierta. Se explica la preocupación europea. El líder republicano, cercano a Putin o al ultranacionalista húngaro Viktor Orban, sugiere una visión planetaria en el otro extremo de lo que ha venido gestionando la Casa Blanca con Biden que recuperó tanto la economía de EE.UU. como su liderazgo internacional.

Trump con fervor insular repudia el multilateralismo, cuestiona la unidad europea, la globalización y festejó el brexit. También ha buscado con sus legisladores debilitar a Ucrania facilitando una victoria Rusa en la guerra, lo que preanuncia una modificación radical de los poderes en Europa del Este y Asia. Es improbable que Putin se conforme con lo que hasta ahora ha ganado militarmente en especial si tiene a Trump mirando a otro lado..

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La única continuidad será el asedio económico contra China, que inició el magnate en su anterior gestión durante la cual instaló con acierto a la República Popular como el principal desafío de EE.UU., una doctrina que acompañó la gestión demócrata. Pero no es claro cómo compaginará una eventual luz verde a Moscú con la dureza con Beijing que mira el escenario ucraniano con un ojo preciso en Taiwán. El mundo que viene con un piloto imprevisible y voluntarista.

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