El gobierno alemán afrontó el domingo duras críticas tras el sangriento atropello en el mercado de Navidad de Magdeburgo, con la pregunta de si se podría haber hecho más para evitar que el sospechoso, un refugiado saudita, pasara a la acción.
Para acallar las críticas, el gobierno alemán prometió investigar los posibles errores que cometieron las autoridades para evitar el mortal atropello del viernes que dejó cinco muertos y más de 200 heridos.
«Las autoridades encargadas de la investigación aclararán todos los aspectos del caso», lo que incluirá «un examen exhaustivo de las pistas que existían en el pasado y de cómo se les dio seguimiento», declaró la ministra del Interior, Nancy Faeser, al dominical Bild am Sonntag.
«¿Por qué?», tituló este domingo el diario Bild, el rotativo más leído de Alemania, en un editorial.
¿Por qué no se actuó contra el médico de 50 años, sospechoso de causar la muerte de cinco personas y herir a más de 200 el viernes, a pesar de varias señales preocupantes?
Taleb Jawad al Abdulmohsen se presentó ante un juez el sábado y fue puesto en detención provisional.
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Según la revista Der Spiegel, los servicios secretos sauditas advirtieron hace un año a sus pares alemanes sobre el perfil de Al Abdulmohsen, después de que amenazara en X a Alemania por su trato de los refugiados sauditas.
La advertencia, sin embargo, fue desoída y el médico se vio cada vez más envuelto en virulentas teorías conspirativas.
El sospechoso acusó constantemente a Alemania de no hacer lo suficiente para proteger a los sauditas que huían de su país para escapar del islam rigorista, mientras acogía, según él, a musulmanes radicales de otros países con los brazos abiertos.
Advertencias
El sospechoso escribió en agosto en su cuenta de la red social X: «¿Existe un camino hacia la justicia en Alemania sin volar una embajada alemana o sin degollar aleatoriamente a ciudadanos alemanes? Busco este camino pacífico desde enero de 2019 y no lo encuentro».
En 2013, fue multado en Rostock por «alterar el orden público» y «amenazar con cometer delitos».
El médico también generó miedo dentro de la comunidad saudita exiliada en Alemania. Mina Ahadi, presidenta del Consejo Central de Antiguos Musulmanes, lo describió como un «psicópata conspirativo de ultraderecha» que odia a cualquiera que no comparte su odio.
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La policía alemana, tras una evaluación de «riesgo» el año pasado, consideró que no presentaba ningún «peligro especial», informó el diario Die Welt el domingo.
Un día antes de cometer el ataque, el sospechoso hizo caso omiso de una citación judicial en Berlín, donde estaba siendo procesado por su arrebato en una comisaría de policía que se negó a registrar una denuncia suya, informaron los medios alemanes.
Alice Weidel, líder de la extrema derecha alemana, criticó «la inacción de la administración que permitió el horror de Magdeburgo».
Su partido, Alternativa para Alemania (AfD), se sitúa en segundo lugar en los sondeos de cara a los comicios legislativos anticipados a finales de febrero de 2025.
El partido de ultraderecha AfD convocó una sesión extraordinaria de la Cámara de Diputados para debatir la «catastrófica» situación de seguridad del país.
Sahra Wagenknecht, la líder de BSW, un partido de la izquierda radical que defiende una línea dura contra la inmigración, exigió a su vez explicaciones después de que «se hayan ignorado tantas advertencias».
Los responsables políticos alemanes acudieron al lugar del ataque a lo largo del fin de semana, para homenajear a las cinco víctimas, cuatro mujeres de 45 a 75 años y un niño de nueve años.
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El presunto autor embistió a la multitud con un todo terreno BMW. El número de víctimas mortales podría aumentar aún más, ya que hay unas cuarenta personas gravemente heridas.
El jefe del gobierno, Olaf Scholz, pidió a los alemanes permanecer unidos. Pero el ataque de Magdeburgo aviva las críticas en plena campaña electoral.
Faeser será interrogada el 30 de diciembre sobre los fallos que pudieron provocar el ataque, en una muestra de la presión que enfrenta el gobierno a dos meses de las elecciones anticipadas a finales de febrero.
La comisión parlamentaria de control y la comisión de asuntos internos del Bundestag [la cámara baja del Parlamento] interrogarán también a varios altos cargos, indicó una fuente parlamentaria a AFP.
La oficina federal de la policía criminal (BKA) apoya las investigaciones de las autoridades de Sajonia-Anhalt, la región del este de Alemania de la que Magdeburgo es capital, precisó la ministra.
Las preguntas se multiplican desde el viernes sobre los motivos que empujaron al sospechoso, un médico saudita de 50 años, a cometer el ataque. Y sobre las preocupantes señales que el hombre envió desde hace años en Alemania, y que parecen no haber sido tomadas en cuenta.
Perplejo, un agente de aduanas saca de la maleta de un afgano una bolsa con pequeños y duros bloques de un color blanco nieve. ¿Es «yogur seco» como afirma el pasajero o el enésimo cargamento de droga que transita por el principal aeropuerto de París?
El funcionario lleva el producto sospechoso a una sala apartada y, con dificultad, desmenuza un trozo con el mango de un cuchillo. Frota el polvo con una lengüeta y la desliza en un detector. No hay reacción química. «No, no son estupefacientes», dictamina.
Pero la desconfianza está justificada en el aeropuerto de París-Charles de Gaulle, el mayor de Francia con 67,4 millones de pasajeros anuales, situado en el municipio de Roissy.
Desde hace meses notan un fuerte aumento de traficantes de drogas («mulas» en jerga policial). El fenómeno no es nuevo, pero este recrudecimiento coloca a las autoridades aeroportuarias bajo presión.
A finales de noviembre, la fiscalía de la zona ya llevaba acumulados 250 procedimientos contra mulas en 2024, lo que representa un aumento del 18% respecto al conjunto de 2023, según las cifras comunicadas a la AFP.
Este auge se explica por el aumento del consumo de cocaína sudamericana en Francia y, en general, en Europa. Ante la saturación del mercado estadounidense, los narcotraficantes se orientan hacia el Viejo Continente y aprovechan la mínima brecha para colarse.
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«Nunca vimos tanta cocaína en Roissy», afirma Simon Decressac, director de aduanas por la parte de pasajeros en este aeropuerto.
Aunque no quiere dar cifras de las cantidades incautadas este año, asegura que ha habido al menos un «aumento de dos cifras» respecto a los 700 kilos de cocaína interceptados en pasajeros en 2023.
En los vuelos procedentes de Colombia, la droga va generalmente escondida en maletas. Pero en Brasil suelen recurrir a mulas que ingieren cápsulas de cocaína comprimida y protegida por una envoltura de plástico duro (más fiable que los preservativos usados antes, que podían romperse y matar al portador).
El jefe de la división de aduanas a Roissy, Philippe Zeinulabedin-Rafi, precisa que el «90% droga pasa por rutas marítimas y terrestres». «Por vía aérea, realmente no tenemos más que una pequeña parte del espectro», afirma.
Pero con los controles más estrictos en puertos europeos y desde ciertos aeropuertos de salida, el narcotráfico busca «multiplicar los canales» para abastecer el mercado, explica.
«Hacer pasar pequeñas cantidades es al menos una garantía de que habrá cantidades que pasan regularmente», agrega.
El conjunto más importante de mulas detectadas en Roissy no procede de América del Sur, sino de África Occidental, una región usada como plataforma para el envío de droga desde Latinoamérica.
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Carne de cañón para los narcotraficantes, que les pagan miles de dólares para el viaje y las abandonan a su suerte si son arrestadas, las mulas son generalmente personas jóvenes, pobres y, en su mayoría, mujeres.
La semana pasada, una pasajera de 23 años procedente de San Pablo, poco habituada a viajar en avión, sufrió un ataque de pánico al no encontrar la salida de la terminal en el aeropuerto parisino. Llorando, se entregó a los agentes aduaneros que descubrieron que portaba 2,2 kilos de cocaína ajustados en una faja sobre su piel.
Los casos de droga ingerida o escondida por todos los orificios del cuerpo necesitan procedimientos médicos largos de parte de las autoridades aeroportuarias que retiene a varios agentes durante muchas horas.
Emmanuel Bizeray, jefe de los servicios aduaneros de una de las terminales del aeropuerto, aprovecha para «recordar a los consumidores que cuando esnifan cocaína, a menudo ha pasado por el ano de una persona a la que no conocen».