Europa teme la guerra. Dirigentes nacionales y de las instituciones comunes del bloque, de la Unión Europea y de la OTAN, llevan semanas alertando de la posibilidad cada día más cercana y concreta de que la guerra por el ataque ruso a Ucrania se extienda por el continente. Esas advertencias van unidas a anuncios de aumentos importantes del gasto militar, a la vuelta en algunos países -y el debate por ahora en otros- del servicio militar obligatorio y a la firma de alianzas militares de Francia y Alemania con Ucrania, que está fuera de esas instituciones europeas, aunque quiere adherirse tanto a la Unión Europea como a la OTAN.
El aumento de esa retórica y de los anuncios de aumento de gasto empezó en febrero tras la Conferencia de Seguridad de Múnich, el cónclave anual que reúne a cancilleres, ministros de Defensa, jefes de servicios secretos militares y empresas del sector en la ciudad alemana para discutir sobre los escenarios de seguridad futuros.
En la reunión de este año los dirigentes estadounidenses empezaron a compartir con los europeos informes de inteligencia que advertían de un probable hundimiento del frente ucraniano a partir de abril y sobre todo en el próximo verano europeo.
Rusia está más preparada
Rusia dispone de una masiva capacidad de movilización de hombres y aunque decenas o cientos de miles mueran en Ucrania por ahora no tiene consecuencias políticas para el presidente Putin porque la mayoría no son los hijos de la clase más politizada de las grandes ciudades de la Rusia occidental, sino los hijos pobres de las minorías étnicas.
Rusia dispone también de una industria capaz de producir mucho más rápido lo esencial para una guerra de este tipo: tanques, misilería, artillería, obuses, fusiles de asalto, minas y material para fortificar posiciones.
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Ucrania no tiene apenas capacidad industrial militar (intenta desarrollarla en medio de la guerra) y la industria europea y estadounidense es incapaz de seguir el ritmo al que Ucrania dispara obuses de artillería. Un informe de la televisión pública francesa explicaba la semana pasada que toda la industria francesa es capaz de producir 20.000 obuses de 155 milímetros (el estándar de la OTAN que está usando Ucrania) al año, suficiente para que Ucrania dispare dos días si no quiere que los rusos avancen.
No hay forma industrial a muy corto plazo de entregar mucha más munición a Ucrania. No es un problema de dinero sino de capacidad industrial. En las mejores previsiones este año se podrán enviar como mucho 1,5 millones de obuses, con lo que Ucrania podría disparar poco más de 4.000 al día cuando necesita más del doble para controlar un frente que ya supera los 1.000 kilómetros de largo.
¿Cuáles serían los próximos blancos de Putin?
Ante esa situación, cuentan diplomáticos de las instituciones de la UE y de la OTAN, el temor es a un hundimiento del frente ucraniano y a que Rusia avance hacia Odessa y hacia Kiev, que Moscú pueda ganar la guerra antes de finales de año y que después, con su industria militar funcionando a pleno rendimiento, Putin decida atacar a Moldavia (tiene en la Transnitria, una región moldava de facto independiente, a más de 10.000 soldados). Y sobre todo decida probar, si gana Donald Trump las elecciones en noviembre, el compromiso de Estados Unidos con la defensa mutua que promete la membresía a la OTAN, atacando a una de las repúblicas bálticas, probablemente a Estonia.
Los europeos repiten los anuncios porque saben que no tienen tiempo, que necesitan formar cientos de miles de soldados (algunos países, como Polonia, anuncian planes para formar en supervivencia, protección civil y hasta uso de armas a miles de civiles, así como para construir miles de refugios antiaéreos por el temor a bombardeos) y disparar la fabricación militar.
Pero a corto plazo no hay en Europa capacidad militar convencional para impedir que Rusia se haga, si así lo desea Putin, con Estonia o Moldavia u otros países de la zona. Son militarmente escuálidos y en el caso moldavo ni siquiera es miembro de la OTAN y la UE.
Más allá del corto plazo, en Europa va creciendo el consenso de que Putin no pretende negociar nada y sólo quiere recuperar para Rusia una esfera de influencia y un territorio que ya fue ruso, por las armas, durante el Imperio Zarista y durante la época de la Unión Soviética: Ucrania, Georgia, Moldavia, Bielorrusia (aunque ya la controla a través del dictador Lukashenko) y hasta las repúblicas bálticas. Y que Europa debe estar preparada para dar una respuesta militar convencional si Estados Unidos se desentiende de la seguridad europea, algo muy probable si vuelve Trump.
Robert F. Kennedy Jr. no ha cejado en sus ataques a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) en las últimas semanas, afirmando que quiere despedir a los expertos de la agencia que han tomado medidas contra tratamientos que a veces han perjudicado a las personas o que se sitúan al margen de las prácticas sanitarias aceptadas.
Aún no está claro qué tanta influencia tendrá Kennedy en el nuevo gobierno del presidente electo Donald Trump, aunque algunos sugieren que podría actuar como zar de la política de la Casa Blanca sobre varias agencias federales de salud.
Trump ha expresado públicamente su apoyo a Kennedy en las últimas semanas, diciendo que le dejará “hacer lo que quiera en materia de salud”.
En su discurso de aceptación, Trump reiteró su apoyo a la intervención de Kennedy en asuntos sanitarios.
Algunas de las prioridades de Kennedy son relativamente comunes, como enfocarse en los efectos de los alimentos ultraprocesados sobre la salud.
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Sin embargo, otras amenazan con socavar la autoridad de la FDA para frenar tratamientos médicos inadecuados o advertir sobre productos que pueden dañar la salud pública.
Una portavoz de Kennedy no respondió a las solicitudes de entrevista.
Días antes de las elecciones, en una publicación en X que ha recibido 6,4 millones de visitas, Kennedy amenazó con despedir a los empleados de la FDA que han emprendido una “guerra contra la salud pública”.
Enumeró algunos de los productos que, según él, la FDA había sometido a una “agresiva supresión”, como la ivermectina, la leche cruda y las vitaminas, así como las terapias con células madre y el oxígeno hiperbárico.
Algunos de los productos que señaló se habían convertido en temas candentes para los votantes conservadores durante la pandemia de coronavirus, como la ivermectina, que resultó ser un tratamiento ineficaz contra la covid.
Robert Califf, el actual comisionado de la FDA, quien habló con frecuencia sobre los peligros de la desinformación en la pandemia de COVID-19, dijo en un acto celebrado el martes que estaba consciente de que los expertos no siempre tenían razón, pero que le preocupaba que se les ignorara ampliamente.
“Históricamente, creo que la falta de expertos ha sido, en toda sociedad, una causa de su desaparición”, dijo Califf.
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También señaló que las autoridades que están por encima de la FDA —incluyendo el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés)— rara vez interfieren en las decisiones científicas de la agencia.
Sin embargo, “está totalmente dentro de la ley que el presidente o el secretario del HHS anulen a toda la FDA”, dijo.
He aquí algunos de los temas planteados por Kennedy y las medidas que ha tomado la agencia.
Leche cruda
Beber leche cruda siempre ha sido arriesgado, según la FDA y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Esto se asocia regularmente a brotes de enfermedades por una larga lista de bacterias, que incluye una cepa de E. coli que puede causar insuficiencia renal y la muerte.
El brote de gripe aviar entre las vacas lecheras ha aumentado el riesgo para la salud pública, señaló Meghan Davis, profesora asociada de la Universidad Johns Hopkins, quien estudia las enfermedades infecciosas que afectan a animales y seres humanos.
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Desde que se detectó el brote por primera vez en marzo, el virus, conocido como H5N1, se ha propagado a casi 500 rebaños de 15 estados, según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU.
La leche cruda contiene altos niveles del virus, que también puede infectar a las personas.
Estudios recientes de la FDA y del Departamento de Agricultura han descubierto que la pasteurización inactiva eficazmente el virus.
Promover el consumo de leche cruda —o silenciar a la FDA para que no advierta de sus riesgos— es “probablemente una mala idea”, en medio de un brote de gripe aviar, afirmó Georges C. Benjamin, director ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Salud Pública.
Hacerlo “estaría bien hasta que se produjera el primer brote bacteriano en la población de niños que beben leche cruda y alguien muriera porque él exhortó a la gente a beber leche cruda”, dijo Benjamin.
En el brote actual no existe ninguna prueba para detectar la cepa H5N1 en la leche, y no todas las vacas presentan síntomas.
Además, la leche suele proceder de numerosas vacas, por lo que basta con que una de ellas esté enferma para que se produzca la contaminación.
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Los defensores de la leche cruda afirman que tiene más enzimas beneficiosas y probióticos diversos que la leche pasteurizada, y que su consumo se asocia a tasas más bajas de asma y alergias.
La FDA no decide quién puede vender leche cruda; eso lo hacen los estados.
Sin embargo, desde la década de 1980 la agencia se asegura de que la leche cruda no se envíe fuera de los 30 estados donde su consumo está permitido.
Los legisladores que se oponen a la regulación de los envíos han intentado durante años impulsar un proyecto de ley en el Congreso que permitiera la venta entre los estados donde es legal.
Davis dijo que le preocupaba que un aumento del consumo de leche cruda pudiera facilitar que el virus H5N1 se adaptara y se volviera más fuerte o transmisible entre los seres humanos.
La semana pasada, los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades publicaron un estudio que demostraba que algunos trabajadores agrícolas portaban anticuerpos contra la cepa, pero no sabían que habían sido infectados.
“Este es un virus con potencial pandémico”, apuntó Davis.
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Hidroxicloroquina
Al principio de la pandemia, bajo la presión de Trump, la FDA emitió una autorización de uso de emergencia para la hidroxicloroquina, un medicamento utilizado para tratar la malaria.
La agencia señaló en marzo de 2020 que se había demostrado en un laboratorio que el fármaco impedía el crecimiento del coronavirus y que algunos pacientes que lo tomaban decían que habían mejorado.
La autorización no duró mucho.
El 15 de junio, la FDA la revocó después de que un estudio de 821 personas descubriera una falta de eficacia.
El fármaco también conllevaba efectos secundarios graves, incluido uno que alteraba la actividad eléctrica del corazón.
La agencia concluyó que los beneficios potenciales no compensaban los riesgos.
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Con ello, la FDA mostró flexibilidad en un momento de crisis y dio marcha atrás cuando salió a la luz información importante, señaló Ashish Jha, ex asesor de Biden en la Casa Blanca sobre la pandemia de covid y decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad Brown.
“Eso es exactamente lo que uno querría que hiciera la agencia”, dijo.
Otros estudios también descubrieron que la hidroxicloroquina no funcionaba contra la covid, y un amplio análisis descubrió que las personas que la tomaban tenían un riesgo elevado de muerte.
Quelación
Kennedy tiene un historial de promover los posibles beneficios de la quelación, que es una terapia aceptada para eliminar metales pesados de la sangre tras una exposición grave, pero no para tratar el autismo.
Una entrada de blog publicada por Children’s Health Defense, una organización sin fines de lucro fundada por Kennedy, afirma que “muchos casos de autismo” son en realidad casos de envenenamiento por mercurio provocado por un conservante presente en algunas vacunas.
La entrada, que dice haber sido escrita en 2000 y publicada en 2017, habla de la promesa de los agentes quelantes —productos químicos que eliminan los metales tóxicos del organismo— como posible tratamiento del autismo.
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Un libro de 2015 editado por Kennedy que se centraba en teorías ampliamente desacreditadas sobre las vacunas y el autismo señala “pruebas de los beneficios de la quelación” a partir de un puñado de estudios pequeños.
Los médicos utilizan agentes quelantes para tratar algunas enfermedades como la intoxicación por plomo, dijo Jeffrey Brent, toxicólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado.
Sin embargo, agregó que dudaba que “ningún médico legítimo” pensara que la quelación fuera un tratamiento apropiado para el autismo.
La quelación también puede ser peligrosa.
Un niño de 5 años murió en 2005 de un paro cardiaco luego de que un médico del oeste de Pensilvania intentara tratar su autismo con quelación.
“Fue un problema enorme, y hay gente allá afuera que lo está fomentando”, dijo Brent.
“Seguro que ahora se sienten envalentonados”.
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Sin embargo, varias empresas han comercializado lo que describían como productos de quelación para una serie de usos no aprobados por la FDA, incluido el tratamiento del autismo, lo que llevó a la agencia a enviar cartas de advertencia a esas organizaciones en 2010.
El propio Kennedy se sometió a terapia de quelación después de que unos análisis de sangre revelaran que sus niveles de mercurio eran elevados.
Atribuyó estos niveles altos a su preferencia por comer atún, conocido por contener mercurio.
Células madre
Los tratamientos con células madre han generado entusiasmo en el campo médico en los últimos años.
Se han realizado estudios prometedores para tratar la diabetes tipo 1 y la degeneración macular.
Una terapia aprobada recientemente combina la edición genética y un tratamiento con células madre para la anemia falciforme.
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Sin embargo, en medio de la esperanza de tratamientos revolucionarios, clínicas deshonestas han promovido curas no aprobadas por la FDA para innumerables enfermedades.
Dado el contexto de la publicación de Kennedy en X, parecía referirse a las clínicas de células madre que la FDA tenía en la mira para hacer cumplir la ley, dijo Paul Knoepfler, profesor de biología celular y anatomía humana de la Universidad de California en Davis, quien monitorea los tratamientos con células madre cuestionables.
Scott Gottlieb, quien fue nombrado por Trump para encabezar la FDA durante su primer mandato, resumió el problema en 2017 diciendo que algunos “actores sin escrúpulos que se han aprovechado de la promesa clínica” de los avances en este campo vendían “productos no probados y, en algunos casos, peligrosamente dudosos”.
“En un entorno así, unos pocos elegidos, a menudo motivados por la codicia sin tener en cuenta la atención responsable al paciente, pueden promover tratamientos no probados, claramente ilegales y a menudo costosos, que ofrecen pocas esperanzas y, lo que es peor, pueden representar riesgos significativos para la salud y la seguridad de pacientes vulnerables”, escribió Gottlieb en un comunicado.
En 2017, investigadores de Stanford informaron que las personas que habían acudido a una clínica de células madre de Florida para someterse a intervenciones oculares salieron con una considerable pérdida de visión, aparentemente causada por las infusiones de células madre.
Al año siguiente, la FDA presentó dos mandatos judiciales permanentes contra clínicas de células madre de California y Florida que “han seguido haciendo caso omiso de la ley y, lo que es más importante, de la seguridad de los pacientes”, dijo Gottlieb en un comunicado en ese momento.
Las dos empresas demandaron a la FDA y perdieron sus casos en el tribunal de apelación.
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Un panel de tres jueces del Tribunal de Apelaciónes del Noveno Circuito de EE.UU. ratificó la medida de la FDA en una decisión del 27 de septiembre de este año, alineándose con la sentencia de un juez de Florida en 2019 que protegía la autoridad de la agencia para tomar medidas enérgicas contra un proveedor de células madre al que había considerado inescrupuloso.
En el caso de California, los jueces concluyeron que la FDA había ejercido correctamente su autoridad para supervisar dichos tratamientos.
Dada la posible influencia de Kennedy en el nuevo gobierno, tal vez pueda cambiar la dirección de la FDA en estos casos, dijo Knoepfler.
Teddy Rosenbluth y Emily Anthes colaboraron con reportes.
Christina Jewett cubre a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), lo que incluye prestar atención especial a los medicamentos, productos sanitarios, la seguridad alimentaria y la legislación del tabaco