Murió el secretario de defensa de Margaret Thatcher, que creía que las islas Malvinas podían ser indefendibles. Sir John Nott, secretario de Defensa de Thatcher durante la guerra en el Atlántico sur, falleció ayer a los 92 años.
Sir Nott reveló después del conflicto que “no estaba muy consciente” de dónde estaban las Malvinas antes de la invasión.
En declaraciones a la BBC, le dijo: “Por supuesto, sabía que había allí algunos Royal Marines. Pero tuve que recordarme dónde estaban las Islas Malvinas, cuando los comerciantes de chatarra desembarcaron en Georgia del Sur. Tenía un globo terráqueo enorme en mi habitación en el Ministerio de Defensa. Me acerqué a él para redescubrir la posición geográfica de las Malvinas. Me horroricé un poco al ver lo lejos que estaban”.
En un artículo publicado en The Telegraph en 2012, Sir John rindió homenaje a las fuerzas armadas que lucharon en las Malvinas. Al describir la decisión de enviar un grupo de trabajo naval para recuperar las islas, dijo: “Los riesgos de enviar 31.000 hombres y mujeres al otro extremo del mundo eran enormes, y necesitábamos buena suerte y una buena planificación para lograrlo”.
“A pesar de todos los pequeños errores inevitables que siempre acompañan a cualquier gran empresa, la planificación del almirante Fieldhouse y su equipo en “Northwood fue, en general, inmaculada. Fue porque todo sucedió tan repentinamente –solo interceptamos la señal naval argentina el miércoles– que Whitehall quedó inutilizado”, prosiguió..
“Si hubiéramos recibido una mayor advertencia de una invasión, las lentas ruedas del gobierno, con la predilección del Servicio Civil por los cinturones y tirantes y por los comités interdepartamentales, bien podrían habernos asfixiado con burocracia desde el principio. Las cosas salieron mal, como siempre sucede, pero la logística funcionó”, escribió.
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Rechazaron su renuncia
Este era el estilo de este aristócrata, que murió en su casa londinense de Chelsea, rodeado por su esposa croata, su amor a primera vista en la universidad de Cambridge, y sus hijos.
Trabajó en la administración de Thatcher de 1979 a 1983, primero como secretario de Estado de Comercio y luego, como secretario de Defensa, desempeñando un papel crucial en el conflicto de las Malvinas en 1982. Margaret Thatcher compartía la aversión de Nott por la BBC, la UE, los alemanes y el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Sir John presentó su dimisión tras la invasión argentina de las islas, pero no fue aceptada. En cambio, permaneció en el cargo durante los cuatro meses que duró la guerra. Finalmente fue reemplazado por Michael Heseltine en enero de 1983, tras decidir no presentarse a la reelección.
En los días posteriores a la invasión argentina, Nott presentó dos veces su dimisión. Pero Thatche se negó a aceptarla. En ese momento, el ministro de Asuntos Exteriores, Lord Carrington, insistía en que él era quien debía rendirse y no se le podía persuadir para que revocara su propia decisión de dimitir.
Nott permaneció en su puesto como miembro del gabinete de guerra de cinco hombres. Aunque Thatcher y el jefe del Estado Mayor de Defensa, el almirante Lewin, tomaron las decisiones clave. Cuando pidió dimitir de nuevo al final de la guerra, Thatcher volvió a rechazar su petición.
Abandonó su cargo durante una entrevista con la BBC, cuando le preguntaban sobre los recortes presupuestarios a la marina. Nott, que ya estaba irritado por la conferencia Tory y deseaba volver a su granja, se levantó, se quitó el micrófono y se alejó diciendo: “Estoy harto de esta entrevista. De verdad, es ridícula”.
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Con una ironía similar, tituló sus memorias “Here Today, Gone Tomorrow (Hoy aquí, mañana se fue), que publicó en el 2002.
Miloska, su amor yugoslavo
John William Fredric Nott nació en 1932 en Bromley, hijo de Phyllis y Richard, un rico comerciante de arroz, cuya familia había sido militar profesional durante generaciones. Después de Bradfield College, siguió la tradición familiar y fue comisionado con el regimiento de los Rifles Gurkha y sirvió en Malaya durante tres años durante la insurgencia comunista. Luego fue al Trinity College, Cambridge en 1956, donde estudió economía y derecho. Ya tenía una carrera en política en mente.
Aunque se convirtió en presidente de la Cambridge Union, encontró la vida universitaria tediosa en comparación con sus entusiasmos. Disfrutaba más de los deportes de campo que de estudiar.
El principal beneficio de su estancia en Cambridge fue su matrimonio con Miloska, una llamativa y rubia ex comunista yugoslava. Se conocieron en la fiesta de compromiso de ella con un catedrático de Cambridge. Él le dijo a los cinco minutos que se iba a casar con ella. Cuatro días después de su propia propuesta, dos años más tarde, se casaron. Tuvieron tres hijos: Julian, un compositor de música para películas que escribió el tema principal de Peppa Pig, Sasha, esposa del ex diputado conservador Hugo Swire y una de las mejores cronistas sociales británicas, y William, que trabaja en la industria petrolera.
El mandatario de Panamá, José Raúl Mulino, dijo este jueves que los peajes del canal interoceánico no se van a rebajar tras la queja del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de que son una «estafa» y de que amenazara con reclamar la devolución de la vía a manos estadounidenses.
«No, la respuesta es no. Los peajes no se hacen al antojo de los presidentes (de Panamá) y del administrador» de la vía, se fijan en un «proceso público y abierto» en el que participan clientes y otros actores, declaró Mulino.
Así, el mandatario recordó que «hace unos años» en una de esas audiencias públicas para debatir los peajes de la vía «el reclamo, las posiciones de los países usuarios, frenó el aumento (del precio) e hizo una reconfiguración del peaje en función de lo que correspondía en ese momento y todo el mundo quedó de acuerdo».
El jefe de Estado, que asumió el poder el pasado 1 de julio, recalcó además que mientras el canal fue operado por Estados Unidos, «era una miseria lo que nos pagaban (al Estado panameño)».
El canal de Panamá fue construido por Estados Unidos, que lo inauguró en 1914 y lo administró hasta su traspaso al Estado panameño el 31 de diciembre de 1999, como quedó establecido en los Tratados Torrijos-Carter firmados el 7 de septiembre de 1977 en Washington por el líder panameño Omar Torrijos (1929-1981) y el presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981).
Mulino destacó además que esperará al 20 de enero, cuando Trump asume su segundo mandato, para hablar con el gobierno de EE.UU. de temas bilaterales importantes, como la migración ilegal, aunque aclaró que, entonces como ahora, «no existe ninguna posibilidad de hablar nada que busque replantear la realidad jurídico-política» de que el canal es panameño.
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En temas «migratorios hay mucho que hablar», sobre todo si EE.UU. «va a mantener el apoyo económico» al programa de repatriación de migrantes que hayan cruzado por el Darién, la selva fronteriza con Colombia usada a diario por transeúntes para llegar a Norteamérica, vigente desde julio pasado. «Cuando llegue el momento de evaluar su beneplácito podré enterarme», señaló el presidente panameño.
Trump anunció el miércoles que nominará como embajador en Panamá a Kevin Marino Cabrera, actual comisionado del condado de Miami-Dade y «un feroz luchador» de los principios de ‘Estados Unidos primero’».
Al respecto, Mulino alegó que no tiene «nada más que decir» hasta que «llegue el momento de evaluar su beneplácito» pues, hasta la víspera, «no tenía ni idea de quien era».
«Vi lo del muchacho embajador, menor que mi hijo. Me sorprendió. No tengo más nada que decir. Cuando llegue el momento de evaluar su beneplácito pues podré enterarme un poco más de su trayectoria, etcétera. Y eso toma todavía algunos meses», aclaró.
Sin injerencia de China
Mulino reiteró que en el canal de Panamá no hay «injerencias» de China, tras la insistencia de Trump sobre la presencia de soldados chinos. El presidente panameño también apuntó que esas afirmaciones «pueden ser temores geopolíticos».
«No hay chinos en el Canal. Tan sencillo como eso. Ni chinos ni de ninguna otra potencia están en el canal. Si hay algún chino por ahí es el que va a bordo de algún crucero o los que van a pararse en el centro de visitantes como turistas (…) Pero, reitero, no hay absolutamente ninguna injerencia ni participación china en nada de lo que tiene que ver con el Canal de Panamá. Pueden ser temores geopolíticos», apuntó.
Trump generó un gran revuelo el pasado fin de semana cuando amenazó con recuperar el control estadounidense sobre el Canal de Panamá si las autoridades del país centroamericano no reducen las tarifas que cobran para su tránsito.
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El presidente panameño repudió la amenaza en un mensaje institucional y dijo que la soberanía del canal transoceánico es innegociable, algo que recibió el respaldo de varios líderes latinoamericanos.