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INTERNACIONAL

La guerra con Hamas: de antisemita a pro-israelí, el giro de la ultraderecha europea

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La extrema derecha europea, en sus diferencias versiones, fue siempre antisemita. Desde los primeros movimientos fascistas de los años 20 y 30 del siglo pasado hasta la extrema derecha clásica en los años 80 y 90, esos partidos siempre atizaron el odio contra los judíos. Los partidos de extrema derecha fueron los que colaboraron con los nazis en la persecución de los judíos, como sucedió en Bélgica, en Francia, en Italia y en casi toda Europa.

La democracia cristiana, los liberales y los socialistas no se comportaron generalmente así. Durante el franquismo en España el régimen de Franco hablaba de la “conjura judeo-masónica” y Jean Marie Le Pen en Francia alegaba que el Holocausto era una exageración y que nunca hubo cámaras de gas en los campos de concentración.

Soldados israelíes recuperan una bandera en el sur del país. Foto ReutersSoldados israelíes recuperan una bandera en el sur del país. Foto Reuters

En los años 80 y 90 empezaron a cambiar esas costumbres políticas y desde el inicio de este siglo el cambio empezó a ser más claro. Hubo un pequeño giro. Israel empezó a tener gobiernos cada vez más a la derecha, cuyas políticas gustaban más a los partidos de extrema derecha europeos. Y hubo un giro mucho mayor. Los ultraderechistas europeos empezaron a odiar tanto a los inmigrantes árabes y musulmanes que pusieron su islamofobia por encima de su antisemitismo.

El 9 de octubre, dos días después de los ataques terroristas de Hamas en el sur de Israel, los diputados de la ultraderechista Marine Le Pen se manifestaron en París a favor de Israel y de la comunidad judía francesa. Los manifestantes, entre ellos muchos judíos, no tuvieron ningún problema en manifestarse junto a diputados racistas. Marine Le Pen dijo hace dos semanas que Israel debería “erradicar” a Hamas mientras su padre fue condenado décadas atrás por negar el Holocausto.

Contra árabes y musulmanes

La región belga de Flandes es otro ejemplo de ese giro, casi copernicano. Flandes cuenta con dos partidos de extrema derecha. El NVA, reaccionario y ultranacionalista, es similar a partidos como el VOX español o al ‘Hermanos de Italia’.

A su derecha está el Vlaams Belang, un partido neonazi, heredero de los movimientos políticos que durante la ocupación nazi de Bélgica colaboraron con la Gestapo en la persecución de los judíos belgas, su internamiento en el cuartel de Dossin (al norte de Malinas) y su deportación a los campos de concentración y de exterminio en el territorio del Reich alemán.

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Esos partidos fueron variando en las últimas décadas y descubrieron que atizar el odio contra los árabes y musulmanes eran mucho más rentable políticamente que el antisemitismo clásico que alimentaron durante décadas. Ese mismo fenómeno funciona en la extrema derecha de países como Suecia, Dinamarca, Noruega o los Países Bajos.

En Italia sucedió algo similar. En 2019 el líder ultraderechista Matteo Salvini fue recibido por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu con todos los honores cuando era ministro de Interior.

En aquella visita Salvini dijo que Jerusalén entera debería ser la capital de Israel, negando las resoluciones de Naciones Unidas que exigen su repartición entre israelíes y palestinos. En 2020 Salvini organizó una conferencia “sobre las nuevas formas de antisemitismo”, se acercó a las posiciones de Washington y se alejó de las de Moscú. Quería presentarse como un líder responsable, no como el energúmeno por el que se le tenía fuera de Italia.

En aquella conferencia líderes de comunidades judías hablaron contra el antisemitismo, pero también contra el racismo en general, ante la incomodidad de Salvini. Desde entonces niega haber sido nunca intolerante o racista, aunque las hemerotecas de la prensa italiana tienen muestras de sobra de sus salidas de tono racistas.

A aquella conferencia rechazó asistir la senadora vitalicia Liliana Segre, superviviente del Holocausto, porque Salvini no quiso que la conferencia fuera sobre antisemitismo pero también sobre racismo en general.



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INTERNACIONAL

Nicolás Maduro ahora insulta a Canadá porque sancionó a altos funcionarios del chavismo

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El gobierno de Nicolás Maduro sigue con su política de insultar a los países que condenan y sancionan a los altos cargos venezolanos, unos 312 hasta ahora, por haber cometido delitos de corrupción, lavado de dinero, represión, violación de los derechos humanos, narcotráfico y destrucción de la democracia y las libertades.

El último país en recibir el chorro de insultos chavistas ha sido Canadá, cuyo gobierno decidió sancionar a 5 magistrados y fiscales del Ministerio Público venezolano, que han promovido y avalado el fraude electoral de las presidenciales del 28 de julio, por las que Maduro se juramentará el 10 de enero en su tercera reelección.

Los cinco funcionarios sancionados por el gobierno de Justin Trudeau son: Caryslia Rodríguez: Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Juan Carlos Hidalgo Pandares: Juez del TSJ, Rosalba Gil Pacheco: Integrante del Consejo Electoral Nacional (CNE), Edward Miguel Briceño Cisneros: Juez TSJ y Luis Ernesto Dueñez Reyes: Fiscal.

Delcy Rodríguez, vicepresidente del gobierno de Maduro respondió así a las sanciones de Canadá: «Es un gobierno que no camina sino que se arrastra».

Rodríguez expresó que «es Canadá un gobierno que no camina sino que se arrastra sobre sus codos y rinde pleitesía ante quienes los humillan, hacen circo frente a sus opresores. Nosotros nos ocuparemos de la libertad y la independencia. Nosotros somos Bolívar en historia viva. Que ese título nos lleve a la independencia y la dignidad nacional».

Por su lado la cancillería venezolana emitió un comunicado en el que expresa su rechazo “de manera contundente las medidas extorsivas en contra de funcionarios venezolanos que pretende imponer Canadá”

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En el texto, señala que la nación canadiense con esta acción confirma una vez más su «papel servil» como esclavos de los intereses imperiales de Estado Unidos. Al mismo tiempo que catalogan de ilegales las medidas contra los funcionarios legítimos de la nación, por lo que, aseguran que esto no es más que, un intento fallido de presionar a Venezuela mostrando la humillación y el descrédito de Canadá.

El gobierno canadiense condenó por su parte que el régimen de Maduro lo acuse de actuar como «un peón disminuido y subordinado» al gobierno norteamericano.

En un comunicado, la ministra de Exteriores Mélanie Joly declaró que las sanciones contra los cinco funcionarios venezolanos señalan que «Canadá no se quedará quieta mientras el régimen de Nicolás Maduro sigue ignorando la voluntad democrática del pueblo venezolano».

Joly dijo que es necesario que los venezolanos negocien una solución pacífica a la crisis en la que se encuentra sumida el país y que Canadá está lista para trabajar con la región para apoyar ese diálogo.

«Pero también estamos preparados para usar las herramientas a nuestra disposición, incluidas las sanciones, para imponer costes a los que buscan prevenir la expresión total de los derechos democráticos venezolanos», añadió.

Las sanciones congelan los activos que los sancionados venezolanos puedan tener en Canadá y prohíben que personas y entidades radicadas en el país norteamericano, o canadienses en el extranjero, mantengan relaciones económicas con los sancionados.

Los 5 magistrados del fraude electoral forman parte de los 312 funcionarios venezolanos han sido sancionados desde 2017 por los Estados Unidos, Canadá, Unión Europea, Albania, Bosnia, Georgia, Islandia, Liechtensteins, Macedonia, Moldova, Montenegro, Noruega, Reino Unido, Ucrania, Suiza, Panamá, Bosnia Herzogovina, Serbia, Armenia e Islandia, países miembros del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y DEA, más los señalados por las Naciones Unidas de violación de los derechos humanos.

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