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Las autopsias de los médicos de Gaza asesinados por tropas israelíes muestran que algunos recibieron disparos en la cabeza

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EL CAIRO — Los paramédicos y rescatistas muertos en un tiroteo israelí en la Franja de Gaza el mes pasado murieron principalmente por disparos en la cabeza o el pecho, mientras que otros tenían heridas de metralla u otras heridas, según informes de autopsia obtenidos por The New York Times.

Las tropas israelíes habían disparado contra ambulancias y un camión de bomberos enviados por la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina y la Defensa Civil, según relatos de testigos, vídeos y audios del ataque del 23 de marzo.

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Israel reconoció haber perpetrado el ataque, en el que murieron 15 hombres: 14 rescatistas y un empleado de las Naciones Unidas que pasó en coche tras recibir disparos de los demás.

Los soldados israelíes enterraron la mayoría de los cuerpos en una fosa común; aplastaron las ambulancias, el camión de bomberos y un vehículo de la ONU; luego los enterraron también.

El ejército israelí ha ofrecido explicaciones contradictorias sobre por qué sus tropas dispararon contra los vehículos de emergencia y ha afirmado, sin aportar pruebas, que algunos de los muertos eran operativos de Hamás.

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El ejército israelí afirmó estar investigando el asesinato.

El episodio provocó la condena internacional y los expertos lo calificaron de crimen de guerra.

Autopsias

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Las autopsias se realizaron entre el 1 y el 5 de abril, según los informes, después de que un equipo de trabajadores humanitarios recuperara los cuerpos de los hombres en el sur de Gaza.

El Times revisó los resultados de las autopsias de todos los hombres, excepto del empleado de la ONU.

Estas fueron realizadas por el Dr. Ahmad Dhair, jefe de la unidad de medicina forense del Ministerio de Salud de Gaza.

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Un palestino inspecciona el lugar de un ataque israelí contra una casa en Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, el 16 de abril de 2025. REUTERS/Mahmoud Issa

El Dr. Arne Stray-Pedersen, patólogo forense del Hospital Universitario de Oslo (Noruega), que había estado en Gaza a principios de marzo para capacitar a médicos en medicina forense, revisó fotografías de las autopsias y consultó con Dhair para escribir un informe resumido.

Los 14 hombres vestían sus uniformes de la Media Luna Roja o de la Defensa Civil, total o parcialmente, al momento de su muerte, según los informes de la autopsia.

Un video de parte del ataque muestra que, cuando las tropas israelíes comenzaron a dispararles, algunos paramédicos habían salido de sus vehículos y eran claramente visibles con sus uniformes, con bandas reflectantes en la espalda, brazos y piernas que brillaban intensamente bajo las luces de las ambulancias.

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Los informes de la autopsia indicaron que 11 de los hombres presentaban heridas de bala, incluyendo al menos seis con disparos en el pecho o la espalda y cuatro con disparos en la cabeza.

La mayoría había recibido múltiples disparos.

Un hombre presentaba varias heridas de metralla en el pecho y el abdomen; otros dos presentaban lesiones que, según los informes de la autopsia, eran compatibles con metralla, posiblemente relacionadas con una explosión.

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Si bien se pueden escuchar disparos continuos en el video y en las grabaciones de audio de parte del ataque, no está claro si hubo otra explosión que pudiera haber causado dichas lesiones.

A varios de los cuerpos les faltaban extremidades u otras partes del cuerpo, según los informes.

El cuerpo de un hombre estaba cercenado desde la pelvis hacia abajo, según el informe de la autopsia.

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Todos los cuerpos estaban parcialmente o muy descompuestos, según los informes de la autopsia y las fotos.

Esto dificultó la obtención de conclusiones adicionales, incluyendo si los hombres habían recibido disparos a quemarropa o desde mayor distancia, declaró Stray-Pedersen en una entrevista.

Tras examinar los primeros cadáveres a finales de marzo, Dhair declaró al Times y a otros medios de comunicación que una víctima presentaba marcas y hematomas en las muñecas, lo que sugería que tenía las manos atadas. Dhair advirtió que se necesitaba más investigación para determinar si ese era el caso.

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Los informes de la autopsia no mencionan si alguno de los hombres había sido atado.

Atados

Nebal Farsakh, portavoz de la Media Luna Roja, también informó que un paramédico fue encontrado con las manos y los pies atados.

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No respondió de inmediato a una solicitud de comentarios el martes.

Stray-Pedersen comenzó a asesorar sobre las autopsias después de que el Ministerio de Salud de Gaza solicitara la ayuda de NORWAC, una organización noruega de ayuda humanitaria, según un borrador del informe resumido.

En una entrevista, afirmó que él y Dhair continuarán analizando los resultados antes de emitir un informe final.

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«Estoy analizando específicamente cualquier posible patrón: si todos fueron asesinados de la misma manera o si algunos tienen heridas adicionales», dijo Stray-Pedersen.

En su declaración inicial tras el ataque, el ejército israelí afirmó que los hombres habían estado avanzando sospechosamente sin luces.

Se retractó de esta afirmación tras la publicación del vídeo, que mostraba a los vehículos claramente identificados haciendo destellar sus luces y deteniéndose antes del ataque.

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El primer informe del ejército israelí también indicó que nueve de los muertos eran militantes de Hamás o de la Yihad Islámica Palestina, otro grupo militante.

Posteriormente, revisó esa cifra, indicando que seis de ellos eran militantes de Hamás.

Ha dicho que no hará más comentarios hasta que se complete su investigación.

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c.2025 The New York Times Company

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INTERNACIONAL

Necesitamos algo de silencio para volver a conversar

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Imagen de la serie fotográfica «Removed», de Eric Pickersgill. Las manos vacías conservan la forma de los teléfonos celulares.

Lo primero que veo son sus manos entrelazadas jugando por encima de la mesa. Mi visión es óptima: estoy de frente a ellos, a quienes veo de perfil por mi ubicación en el bar. La mano derecha de ella y la mano izquierda de él se acarician a un ritmo propio sobre el blanco del mantel. No conversan, solo se tocan. Tampoco se miran a los ojos sino que están, por separado, distraídos en sus respectivos universos virtuales gerenciados por algoritmos. Lejos de la piel amada, la mano libre de cada uno de ellos sostiene la carcasa fría del celular, esa prótesis embrujada que supimos conseguir.

Con el pulgar scrollean la pantalla. No los vi sacar fotos del avocado toast y el budín de banana que compartieron esta mañana con el latte de costumbre. No postean, quiero decir, aunque advierto que mandan y responden mensajes de whatsapp y se muestran cada tanto entre ellos y con gesto amoroso alguna oferta de las que les aparecen en las redes. Las redes, foros en los que hasta hace un tiempo nos mostrábamos con fotos y textos en ese simulacro que fingía reproducir el comportamiento social de la conversación pero sin cuerpos presentes. Una puesta en escena que parecía acercarnos y que nos hizo creer en la democratización de la palabra; que nos dio falsa compañía durante la pandemia y que hoy solo replica a los que ponen plata y buscan plata.

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"A Conversation", de Vanessa Bell.
«A Conversation», de Vanessa Bell.

Ya no conversamos ni nos comunicamos, solo encontramos ahí marketing, ventas, banalidad y violencia extrema en ideas y discursos. Fuimos expulsados y casi no posteamos porque las redes dejaron de ser un espacio en el que compartíamos el devenir cotidiano de la humanidad y se volvieron un mercado en el que para que tu palabra se escuche tenés que agitar ruido y rendir como provocador o pagar para ser miembro gold de la red o para que el algoritmo se decida a mostrar tu haiku del día o la foto del emprendimiento con el que te ganás la vida.

Vimos nacer con estruendo plataformas efímeras y también vimos a otras redes agonizar o entrar en estado de putrefacción. Nos agotamos de comenzar de cero en cada plataforma nueva a la que nos sumábamos para no perdernos la diversión o el entretenimiento y con la intención de trasladar la agenda de la anterior. Aquello que formaba parte del espíritu original de la conversación virtual ya no existe. Nos quedamos sin charla en vivo ni charla a distancia, hay un vacío en la comunicación de las personas. El silencio es ensordecedor.

Así como en su momento retaceamos los cuerpos de la escena real atrapados por el magnetismo de las pantallas, todo indica que ahora asistimos a un llamado contagioso para el éxodo. Nos borramos de la conducción colectiva pero aún persiste una actividad: la del voyeur, el adicto, el que no puede dejar de perderse en lo irrelevante.

Las razones para la negativa a postear son miles. Algunas, según los especialistas: hartazgo y fobia a la exposición; miedo a la cancelación o a postear algo que resulte desubicado a los ojos de la mayoría, autocensura, un cambio de era generacional, la exigencia de opinar o expresarse sobre todo aún cuando no tenemos las herramientas para hacerlo, la agresividad como respuesta si tu posteo no representa las expectativas de los otros.

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Seguí vos.

Hoy nos quedamos sin la
Hoy nos quedamos sin la charla en persona y también sin la conversación a distancia. Imagen de la serie «Removed», de Eric Pickersgill.

Hace algunos años, el fotógrafo estadounidense Eric Pickersgill arrancó un proyecto artístico y casi antropológico, una serie de imágenes que lograban mostrar un hábito, una adicción y también un cambio de era. Se trata de fotos de personas de diferentes edades, culturas y géneros que están juntas pero no se hablan porque están cada uno en lo suyo. Las manos parecen contener un celular, pero el dispositivo no está.

Fue también en un café (aunque en Nueva York) cuando una imagen despertó su inquietud. Lo escucho contar así la experienca en un video que se encuentra en internet: “Había una familia sentada junto a mí en el café Ilium, se los veía totalmente desconectados los unos de los otros. No hablaban mucho entre ellos; el padre y las dos hijas estaban con su celular. Solo la madre no tiene o ha decidido dejarlo. Mira por la ventana, triste y sola en la compañía de su familia más cercana. De vez en cuando el padre levanta la cabeza para anunciar alguna información que ha encontrado online”.

Así comenzó a trabajar en la serie “Removed” y aunque las fotos tienen algunos años, como te decía, siguen siendo igual de perturbadoras. El celular en este caso ya no como prótesis sino como miembro fantasma; las manos siguen adaptadas al scrolleo infinito y la atención, dispersa. Estar con otros ya no es intercambiar palabras o emociones sino apenas compartir un espacio físico.

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"La conversación", de Henri Matisse.
«La conversación», de Henri Matisse. El antropólogo David Le Breton sostiene que la llegada de los teléfonos inteligentes hizo de la conversación una tarea imposible.

El título de la nota en el diario El País no dejaba lugar a dudas del apocalipsis emocional en que nos movemos. Se trata de un textual del antropólogo francés, quien en entrevista con el diario de Madrid señalaba que “Las redes sociales reducen el placer de vivir”. Durante la charla, a propósito de sus libros Caminar la vida y ¿El fin de la conversación? (aún sin traducción al español), Le Breton habla de la gente que camina enganchada a su móvil como zombis y habla de un mundo actual excesivamente tecnológico, violento, en el que vivimos juntos pero en soledad. “Nunca en la historia los jóvenes han sufrido más problemas de ansiedad, depresión y suicidio. Las redes sociales no aumentan el placer de vivir, sino que lo reducen”, asegura.

Es en ese contexto que sostiene que caminar (por supuesto, sin el celular encima) es un gesto de resistencia y habla de los peligros de una “humanidad sentada”, del modo en que las emociones han superado la razón (“vivimos en un mundo dominado por la ira y el resentimiento”) y, atención, habla de la soledad y de cómo las personas se diluyen ante las pantallas. Lo dice así:

“En realidad, cuando estás mirando la pantalla no estás en ninguna parte, te diluyes. Me gusta oponer conversación a comunicación: la primera es cara a cara, implica estar atento y mirarse a los ojos. Hay lugar para el silencio, la lentitud, la complicidad. La segunda es más dispersa y utilitaria. La pantalla supone una especie de burbuja: no hay una sensorialidad común”, dice.

En ¿El fin de la conversación? (en francés, La fin de la conversation ?), cuya bajada habla de “La palabra en una sociedad espectral”, Le Breton explica aquello de que con la llegada de los teléfonos inteligentes la conversación fue sustituida por la comunicación y dice que a diferencia de la charla, la comunicación es unilateral e individualista, y que al estar todo mediado por una pantalla la profundidad y el intercambio de ideas se convirtieron en tareas imposibles.

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Otra imagen de la serie
Otra imagen de la serie Removed, de Eric Pickersgill. En esta foto, el propio artista y su esposa.

Le Breton habla de los ruidos que se interponen en la posible conversación y en la capacidad de concentración de las personas -habla incluso del creciente ruido ambiente en los espacios públicos- y también del modo en que hoy se privilegia la documentación y el registro de los eventos más que la propia experiencia de ellos.

Nada que no sepamos o no veamos, aunque leer todo eso así, sistematizado, nos hace pensar si es acaso este carnaval de ruido lo que queremos tener alrededor, al lado, encima, por el resto de nuestras vidas.

De Józef Mehoffer: Boceto para
De Józef Mehoffer: Boceto para la pintura «Conversación».

Hace una semana, Orly Benzacar invitó a un grupo de personas del mundo de la cultura a la prestigiosa galería de arte que lleva el nombre de su madre (Ruth Benzacar) y que está cumpliendo 60 años de actividad. La intención era la de reproducir, de algún modo, una actividad que Ruth llevaba adelante en los primeros años de la galería: la tertulia. Una reunión de personas que no necesariamente tienen vínculos entre sí aunque comparten intereses y se reúnen para comer y beber algo y, sobre todo, para conversar animadamente en un escenario amable, bello.

Por estos días, dos grandes artistas (de obras muy diferentes entre sí) exponen en Benzacar: Eduardo Basualdo y Delia Cancela. “Yo soy rococó y él es barroco”, le dijo Delia Cancela a la periodista Celina Chatruc, de La Nación, el día de la inauguración de las muestras.

Delia es color, mujeres pájaro, flores, marcos dorados, aunque también hay gotas de sangre y palabras que hablan de sufrimiento y heridas. Basualdo es dramatismo, oscuridad (hay una suerte de cueva inquietante que puede y debe visitarse para experimentar esas tinieblas con mínimos resquicios de luz) y seres sin carne, o más bien, el cruce entre imágenes sombrías y casi radiográficas de esqueletos, por un lado, y colgajos de una tela gomosa que reproducen el efecto de una piel que ya no está.

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El contraste entre las obras es vibrante, intenso. La conversación que se dio esa noche (había escritores, artistas como Liliana Porter y Ana Tiscornia, activistas, curadores, chefs, cineastas, científicos y periodistas) fue rica y estimulante, aunque me fui con la sensación de que algo se percibía a media máquina.

Recién ahora, mientras lo escribo, advierto que posiblemente lo que sentí es que perdimos ritmo en tantos años de virtualidad y ensimismamiento, de modo que nos falta práctica para la conversación real y en voz alta. Como si tuviéramos que entrenar para volver a hablar pero, sobre todo, para volver a escucharnos.

"The conversation", de Mary Cassatt.
«The conversation», de Mary Cassatt.

Me gusta cómo piensa (y, sobre todo, cómo escribe) Kyle Chayka, experto en la cultura de internet de The New Yorker. Para Chayka, “la web de redes sociales tal como la conocíamos, un lugar donde consumíamos las publicaciones de nuestros semejantes y publicábamos a cambio, parece haber llegado a su fin”. Según explica el columnista, la explosión de la bizarreada y la presión para que todos nos desempeñemos como influencers dio como resultado que cada vez más gente se sienta intimidada ante el riesgo y la mayoría sean hoy consumidores pasivos.

Podríamos estar dirigiéndonos hacia algo que Chayka llama Posteo cero, “un punto en el que las personas normales (las masas no profesionalizadas, no mercantilizadas y no refinadas) dejen de compartir cosas en las redes sociales a medida que se cansan del ruido, la fricción y la exposición”. Dice Chayka que las redes sociales ya no tienen nada que ver con aquellas en las que había “un registro en tiempo real del mundo creado por cualquiera que estuviera experimentando algo”, un foro de conversación y reciprocidad, como señala en la misma nota Eleanor Stern, videoensayista de TikTok, para quien ese foro hoy se ha convertido solo en un espacio para escuchar y mirar.

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Para Chayka, justamente lo que hacía interesantes a las redes era la presencia de los “normalitos” (no expertos, personas comunes). El columnista da por cerrada esa etapa y escribe que Internet hoy se siente más vacío, “como un pasillo resonante, incluso cuando está lleno de más contenido que nunca”. En el ocaso de ese espacio que vibró con la vida de millones de personas, advierte que allí “como detritos en una playa que una vez estuvo concurrida, solo habrá marketing corporativo seco, bazofia generada por IA y basura de estafadores sedientos que intentan monetizar una audiencia menguante de voyeurs”.

Bastante triste (y qué bien escrito, por dios).

"Cicuta para los oídos", de
«Cicuta para los oídos», de Sebastián Hacher, fue publicado por Eterna cadencia.

“Los paisajes abiertos hacen que escuchemos a mayor distancia y que tengamos una perspectiva diferente de primer plano y de fondo. Como no hay motores ni ruidos blancos, el sonido tiene una fidelidad distinta a la de la ciudad, pero el recién llegado tarda en ubicar cada elemento en su lugar.(…) Después de un tiempo, el propio hábitat se mete adentro tuyo y te ayuda a construir una forma de estar en el mundo acompasada con el clima y las circunstancias. El paisaje te moldea”.

En estas semanas leí Cicuta para los oídos, publicado por Eterna Cadencia. Se trata del nuevo libro del periodista argentino Sebastián Hacher, en el que cuenta su experiencia de vida luego de haber elegido salir de la ciudad y mudarse al campo, lejos del ruido ansioso de la urbe. Escrita a la manera de lo que hoy algunos llaman novela de no ficción (con ciertos ecos de novelas como Los llanos, de Federico Falco, El tercer paraíso, de Cristian Alarcón y hasta Un amor, de Sara Mesa), Hacher despliega su talento narrativo en un relato sobrio, casi contenido, por el que se cuelan la belleza y las emociones.

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Lo hace a través de una forma de crónica que cuenta lo que puede ser el regreso a la naturaleza y sus ciclos, a la convivencia entre especies, con mascotas inesperadas y bichos y alimañas de toda clase; una vida austera y en los confines de la vida social, con una casa que requiere esfuerzo para la construcción de comodidades básicas pero también ofrece el espacio ideal para visitas amigas, aquellas con quienes la conversación viene interrumpida por la modernidad tecnológica y por la ansiedad como enfermedad de la era.

Claro que el hombre que se retira para habitar una vida precaria, el que comienza a bordar como una nueva forma de contar historias y quiere “ponerle mute al mundo” para encontrarse con él mismo, no contaba con un accidente y es que el ruido no se concentra en un solo lugar, de modo que podía extenderse y alcanzarlo. Eso es lo que sucede.

“El oído evolucionó para que podamos escapar de las fieras o convertirnos en una”, advierte el narrador. La pesadilla toma la forma de una casa enfrente de la suya, que pertenece a gente que no vive allí y que la usa esporádicamente. La música puede ser maravillosa pero también convertirse en un escándalo. Sus dueños pasan a ser “los vecinos musicales”, los que llegan para romper el silencio, la paz, el sueño y también, a la manera de una plaga, para destruir con malicia el escenario imaginado.

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“Hasta que empezó la temporada de pileta, nunca los había visto. Ahora son parte del paisaje. Pueden aparecer un miércoles a las seis de la tarde o un sábado a las dos de la mañana. Siempre suena Vilma Palma a un volumen demencial. (…) El sonido repetido día tras día a cualquier hora se naturaliza y se vuelve invisible. Quien haya vivido cerca de un tren, de la autopista o de un aeropuerto en algún momento deja de escuchar. Aquí no pasa. Las variables no son constantes: cinco o seis días de tranquilidad extrema y dos de caos no alcanzan para encapsular la herida, para volverla soportable”.

"Conversación interesante", de Federigo Zandomeneghi.
«Conversación interesante», de Federigo Zandomeneghi.

En Cicuta para los oídos hay un asesino y es el ruido, que persigue al protagonista hasta su refugio de vida natural. Reflexivo, angustiado, con ansias criminales, el narrador pasa por todas las caras de la desesperación ante la interrupción del silencio: borda, piensa, siembra, alimenta animales y dibuja (hay dibujos hermosos en el libro).

Y escribe, claro. Hacher escribe con una modulación elegante y sin estridencias que permite distinguir los matices de una voz y conmoverse casi como si el ruido nos hubiera abandonado definitivamente y pudiéramos, por fin, retomar la conversación, allí donde la dejamos.

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Trans bathroom policies have 10 days to go, Trump Education Department warns 5 Virginia school districts

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

The Department of Education is giving five northern Virginia school districts ten days to fix their transgender bathroom policies or face «enforcement action,» the agency said Friday. 

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Public school districts in Loudoun County, Fairfax County, Prince William County, Alexandria City and Arlington were all found to be in violation of Title IX after an investigation by the Education Department’s Office of Civil Rights that began in February, according to a press release shared Friday. 

The release cited a June ruling by the Supreme Court, which the department said acknowledged that a person’s identification as «transgender» is distinct from a person’s biological sex.

TRUMP ADMIN CRACKS DOWN ON OREGON AND VIRGINIA FOR DEFYING TITLE IX AND WOMEN’S SPORTS EXECUTIVE ORDER

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Sign outside a gender-neutral restroom.  (Istock/AndreyPopov)

«The investigation was based on complaints alleging that the [school districts] have similar anti-discrimination policies pertaining to ‘transgender-identifying’ students, which violate the sex-based protections of Title IX,» the release said.

«The [districts] are also the subject of several lawsuits, informal complaints and reports, which allege that students in the (districts) avoid using school restrooms whenever possible because of the schools’ policies and that female students have witnessed male students inappropriately touching other students and watching female students change in a female locker room.»

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Craig Trainor, the Department of Education’s acting assistant secretary for civil rights, blasted the Biden administration for tolerating such behavior, adding it’s time for «northern Virginia’s experiment with radical gender ideology» to come to an end. 

The Education Department’s non-compliance finding prompted the agency to issue a proposed resolution agreement whereby each school district can take corrective action to prevent any enforcement actions by the Trump administration. 

That action would require the districts to rescind any policies or regulations allowing students to access bathrooms, locker rooms or other intimate facilities on the basis of their preferred gender identity as opposed to their biological sex.

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SCANDAL-PLAGUED SCHOOL DISTRICT REFERRED TO DOJ AFTER ANOTHER TRANSGENDER LOCKER ROOM CONTROVERSY 

pro-transgender march

Activists march in support of gender identity-based bathroom access. The Biden-era policies they supported are now being opposed by the Trump administration. (Mark Kerrison/In Pictures via Getty Images)

The districts will also be required under the agreement to issue letters to each school it oversees within its district, explaining that any future policies related to bathrooms, locker rooms or other intimate spaces must separate students on the basis of sex and not gender identity.

The districts would also be compelled under the agreement to adopt «biology-based definitions» of the words «male» and «female» to be used in all practices and policies.   

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The Department of Education gave the school districts 10 days to voluntarily agree to these demands or risk «imminent» consequences, including a potential referral to the Department of Justice.

VIRGINIA SCHOOL DISTRICT ACCUSED OF RELIGIOUS DISCRIMINATION IN TRANSGENDER LOCKER ROOM CASE

«Today, we at Defending Education are incredibly gratified to learn that a group of Northern Virginia School Districts — many of which were ground zero for the social experimentation of transgender ‘inclusion’ in women’s sports, bathrooms and private spaces — are now facing the music for failing to adhere to the plain text and meaning of Title IX,» said Sarah Parshall Perry, vice president and legal fellow at Defending Education.

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«As a mother, as a Virginian and as former senior counsel to the assistant secretary for civil rights at the U.S. Department of Education, I am encouraged to see that this administration is taking the enforcement of long-standing civil rights laws seriously,» Perry continued. 

«Title IX was passed to guarantee women’s educational equality in its myriad manifestations. But intransigent schools in the commonwealth seem to have forgotten that.»

school hallway

The hallway of a school (iStock)

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The school districts all confirmed receipt of the resolution agreements issued to them by the Department of Education and are conducting a review to determine next steps. They all also expressed a commitment to following federal and state laws while simultaneously fostering a welcoming, inclusive and supportive environment for students.

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Cómo una ciudad fronteriza china mantiene a flote a la economía rusa

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El presidente de Rusia, Vladímir Putin, en un acto con estudiantes en el Instituto Tecnológico de Harbin, en la provincia nororiental china de Heilongjiang. (Mikhail Metzel, Sputnik, Kremlin Pool Foto vía AP)

Miles de toneladas de madera siberiana cruzan la frontera hacia China por la ciudad de Manzhouli, donde son procesadas para fabricar componentes de muebles y palillos, mientras grandes cargamentos de colza rusa llegan para su conversión en aceite de canola. El dinamismo en este cruce fronterizo refleja cómo las economías de ambos países han reforzado su interdependencia desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.

El comercio bilateral superó los 240.000 millones de dólares el año pasado, un incremento del 66% respecto al periodo previo al conflicto. China se ha consolidado como el mayor comprador de petróleo, madera y carbón rusos, y se encuentra próxima a convertirse en el principal destino del gas natural de Rusia. Además, los datos muestran que el intercambio no solo incluye materias primas: el flujo de productos manufacturados chinos hacia Rusia, como ropa, electrónica y vehículos, ha crecido un 71% desde el inicio de la guerra.

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Manzhouli mantiene un rol central en este intercambio. La ciudad, que cuenta con una línea férrea construida por Rusia en 1900, ve diariamente el paso de trenes y camiones cargados de materias primas. El eslogan económico oficial describe el modelo como “suministro ruso, procesamiento chino”, remarcando la función de Rusia como proveedor de materias primas para la industria manufacturera china, que supera ampliamente en escala a la rusa.

Cerca del 6% de la economía rusa ya depende de las exportaciones a China, una proporción comparable a la de Irán, otro país afectado por sanciones internacionales. A consecuencia de las restricciones impuestas por decenas de naciones a la economía rusa, Moscú ha reorientado su comercio exterior hacia el este, dependiendo cada vez más de su relación económica con Beijing.

En la actualidad, Rusia abastece a China de recursos como maderas de pino para construcción y mobiliario, abedul blanco para palillos, álamo para molduras y olmo resistente para soportes de minas de carbón, mientras importa del gigante asiático equipamiento industrial, bienes de consumo y automóviles. Según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la cuota de Rusia en la manufactura global es de solo 1,33%. China, en cambio, produce el 32% de los bienes manufacturados en el mundo.

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El presidente ruso Vladímir Putin,
El presidente ruso Vladímir Putin, derecha, y el vicepresidente chino Han Zheng, izquierda, visitan la Exposición China-Rusia en Harbin. (Sergei Bobylev, Sputnik, Kremlin Pool Foto vía AP)

Esta asimetría ha hecho que Rusia adopte un papel de proveedor de materias primas y consumidor de productos acabados chinos, consolidando en la frontera de Manzhouli el epicentro de una relación comercial estratégica marcada por el cambio de poder económico y la influencia de las sanciones internacionales.

La postura de China frente a la guerra en Ucrania ha fortalecido su relación con Rusia y generado fricciones con la Unión Europea (UE). Según directivos de ambos países, como el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, tras reunirse con su homólogo ruso, Sergey V. Lavrov, “las relaciones chino-rusas representan la relación entre grandes potencias más estable, madura y significativa en materia estratégica en la actualidad”. El suministro de drones y componentes por parte de empresas chinas para su uso en el conflicto destaca como muestra concreta de este apoyo.

Para la Unión Europea, esta colaboración ha suscitado preocupación. En una cumbre celebrada en Beijing, los dirigentes comunitarios solicitaron nuevamente a Xi Jinping, principal líder chino, que redujera la cooperación económica e industrial de China con Rusia en el contexto de la guerra. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advirtió que el posicionamiento chino en el conflicto sería “un factor determinante” para las futuras relaciones bilaterales y que el respaldo continuo de China a Rusia genera “inestabilidad e inseguridad en Europa”.

El desplazamiento de importaciones de China hacia productos rusos ha tenido consecuencias para terceros países, como Canadá. Tras posicionarse junto a Estados Unidos y respaldar el aumento de aranceles a productos chinos, Canadá vio cómo China sustituyó importaciones de materias primas, especialmente la colza, optando por proveedores rusos. En represalia, el gobierno chino impuso aranceles del 100% a las importaciones canadienses de aceite y harina de canola, además de iniciar una investigación comercial sobre el envío de colza canadiense.

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Estas medidas repercuten directamente en la estructura de las cadenas de suministro en Asia y contribuyen a realinear los flujos globales de materias primas, al tiempo que evidencian el uso de instrumentos comerciales para la presión política y la competencia por mercados estratégicos.

Empleados trabajan en una fábrica
Empleados trabajan en una fábrica de madera en Suifenhe, una ciudad china fronteriza con Rusia. REUTERS/Huizhong Wu

Las relaciones comerciales entre China y Rusia han mostrado señales puntuales de tensión, principalmente en el ámbito de las materias primas y el mercado automovilístico. Autoridades rusas prohibieron la exportación de pino recién cortado hacia territorio chino, imponiendo que la corteza se retire y los troncos sean aserrados en serrerías siberianas antes de su envío. Esta medida ha incomodado a empresarios chinos como Huang Baoqiang, gestor de un aserradero cercano a la frontera, que ve encarecido y complicado el acceso directo al recurso.

En respuesta a la competencia rusa en el sector energético, China introdujo aranceles a la importación de carbón ruso a principios del año pasado, tras el incremento de la producción de sus minas estatales. Estas acciones muestran que, pese al estrechamiento de la alianza, ambos gobiernos priorizan la protección de sus respectivas industrias cuando los intereses nacionales chocan.

Una estatua gigante de una
Una estatua gigante de una muñeca rusa Matrioska en una calle de Suifenhe, ciudad de la provincia china de Heilongjiang, fronteriza con Rusia. REUTERS/Huizhong Wu/Foto de archivo

El mercado automovilístico ruso ha experimentado una transformación significativa tras la retirada de los fabricantes occidentales después de la invasión a Ucrania. Los vehículos fabricados en China pasaron de tener una presencia marginal en 2021 a abarcar el 60% de las ventas en Rusia a finales del año pasado, según la consultora GlobalData Automotive. Ante el retroceso de las marcas occidentales, el gobierno ruso impuso desde el 1 de octubre una tasa de importación de 7.500 dólares a los automóviles nuevos, aunque dejó exentas las compras de autos usados por ciudadanos rusos.

Empresarios chinos en Manzhouli han aprovechado esta excepción. A poca distancia de la frontera, una sala de exhibición de autos usados, con una monumental puerta de bronce y un vestíbulo de 24 metros de altura, ofrece a los compradores rusos modelos casi nuevos de marcas como BMW, Land Rover, Volkswagen, y también de firmas chinas como Zeekr y Hongqi, permitiendo la exportación a Rusia sorteando el nuevo arancel. La ausencia de automóviles completamente nuevos y el aumento en la demanda de usados reflejan la rápida adaptación comercial ante las barreras regulatorias impuestas en el intercambio bilateral.

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