El adelanto electoral para el próximo febrero en Alemania hará que, salvo sorpresa, el conservador Friedrich Merz, líder de la CDU, el partido que fue de Konrad Adenauer o de Angela Merkel, se convierta en los próximos meses en el nuevo hombre fuerte de Europa.
El canciller alemán, Olaf Scholz, perdió este lunes la moción de confianza a la que se sometió ante el Parlamento. Un revés que conmocionó a su círculo político y obligó a adelantar las elecciones generales anticipadas, que ahora están previstas para el próximo 23 de febrero.
Según coniciden diferentes encuestas publicadas en Alemania, Merz, que mide 1,90 metros y nació 1955, en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania empezaba a levantarse, es el favorito para suceder al actual jefe de gobierno.
Merz se convirtió con los años en multimillonario, aunque él se define como alguien “de a clase media alta”. Tan clase media que a sus reuniones viaja en su propio pequeño avión de hélice.
Merz no es Merkel, no es un socialcristiano. Es un hombre conservador de línea dura (pero ni siquiera da la mano a los dirigentes de la ultraderechista AfD) que creció en Renania del Norte – Westfalia, el más industrializado de los lander alemanes y uno de los más progresistas. Estudió leyes y a los 17 años ya era miembro de la CDU. Antes tuvo que repetir un año en el secundario porque sus calificaciones eran muy malas y llegó a abandonarlo por un tiempo por motivos disciplinarios.
Cuando era un niño fue enviado seis meses a vivir en una clínica de monjas para ser tratado de tuberculosis y perdió a una hermana en un accidente de tránsito cuando ella tenía sólo 21 años. Se le define como alguien distante (soberbio, según sus críticos), pero mucho más capaz que su antecesor Scholz para hacer relaciones personales.
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Fue artillero en la Bundeswehr (el Ejército de Tierra alemán) y es un líder que se mueve bien en las jerarquías duras. Lejos de políticos europeos de generaciones más jóvenes, el próximo líder alemán es alguien que se siente cómodo en las estructuras claramente jerarquizadas.
«Arrogante, despiadado y ambicioso»
Merz es considerado como alguien ingenioso en el debate político, cualidad que le reconocen hasta sus peores enemigos. Eso lo ha convertido en un parlamentario solvente, pero tiene un revés: los alemanes, se dice siempre, prefieren a políticos como Angela Merkel, amables. Y no a tribunos altaneros.
Un perfil publicado en la revista ‘Le Grand Continent’ llega a tildarle de “arrogante, demasiado ambicioso y despiadado” y a decir que “se deja vencer a veces por sus demonios”.
Pero fuentes de la CDU (su partido) en el Parlamento Europeo defienden que es un hombre “empático y que, aún viniendo de una familia rica y siendo multimillonario, pasó penalidades de pequeño porque quien después fue su padre fue alistado para la Segunda Guerra Mundial a los 17 años y pasó cuatro años como prisionero de guerra en Georgia, entonces en la Unión Soviética.
Merz, que llegará al poder con 69 años (mucho mayor que los anteriores jefes de Gobierno alemanes) no es muy popular. Según los últimos sondeos, sólo el 43,3% de los alemanes tiene buena imagen de su futuro líder. Por encima del actual líder y candidato socialdemócrata Olaf Scholz (32,7%), pero por debajo del también socialdemócrata y ministro de Defensa Boris Pistorius (52,1%).
Merz podía haber sido líder de Alemania dos décadas antes. Cuando en 2000 Wolfgang Schäuble se vio forzado a dimitir como líder de la CDU por un escándalo de financiación de su partido, una joven ministra nacida en la Alemania oriental, Angela Merkel, consiguió arrebatarle el liderato a un Merz al que todos daban por favorito.
Merkel, que se sentía amenazada por Merz, nunca lo nombró ni siquiera ministro. En 2009 este se hartó y dejó la política. Durante 10 años ganó mucho dinero y en 2018 volvió cuando Merkel anunció que no se presentaría a las elecciones de 2019. Cuando todo apuntaba a que heredaría la CDU, una de las ministras favoritas de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, le ganó el pulso. Sólo en 2022 fue elegido líder del partido.
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Merz es un conservador social (pocos derechos a colectivos LGTBIQ, mucho apoyo a políticas de Interior y mano dura con la inmigración). También es un capitalista que va más allá de ordoliberalismo alemán de concertación social y que dice que si el capitalismo no funciona en Alemania correctamente es porque los alemanes no son suficientemente capitalistas (ahorran demasiado, trabajan demasiado poco, tienen prestaciones sociales demasiado altas e invierten poco en los mercados de capitales, asegura).
Y por último es un europeísta convencido que cree que Europa debe asegurar su propia defensa sin depender de Estados Unidos.
El Papa argentino Jorge Bergoglio cumple este martes 88 años y afronta un peso de actividades más abrumador porque comienza el Jubileo del Año Santo 2005, cuando millones de fieles acudirán a Roma a pasar por las cuatro Puertas Santas de las basílicas, comenzando por la de San Pedro, y por una quinta Puerta que agregó el pontífice en una cárcel romana.
Francisco, como eligió llamarse en homenaje al santo el 13 de marzo de 2013, hace ya casi doce años, cuando fue elegido, está viviendo un buen momento de su salud pero su entrega a un trabajo excesivo le pondrá cada vez más límites. Es ya el segundo pontífice más longevo en la historia de la Iglesia, solo superado por Leon XIII, muerto a 93 años el 20 de julio de 1903.
Muy bien cuidado por los médicos del servicio sanitario del Vaticano y los especialistas del hospital católico Gemelli, donde fue operado dos veces e internado otras más, Bergoglio recibe diariamente tratamientos de fisioterapia para combatir los problemas de su rodilla izquierda que lo obligan a evitar las caminatas y a utilizar una silla de ruedas para desplazarse. Los feligreses se han acostumbrado a esta realidad.
El Papa lanza bromas pero no tanto en las audiencias. Cuando recibió hace unos días a una delegación de la Federación Motocicística Internacional, les dijo. “Recen por mí porque mi trabaja esta muy acelerado y mi moto ha envejecida y no funciona bien”. Les describió sus achaques, la pérdida de energía típica de los ancianos.
El lunes, tras un maratón agotador de su gira exitosa en Ajaccio, la capital de Córcega, que duró once horas, el encuentro final fue con el presidente francés, Emmanuel Macron.
Cuando subió al avión de regreso, Francisco tiró la toalla frente a los periodistas que lo acompañaron desde Roma y lo esperaban. Por primera vez en tantos viajes, les dijo que no podía dar el habitual encuentro en las alturas. Estaba agotado. Los periodistas lo consolaron presentándole una torta que celebró su cumpleaños número 88, gesto que consoló a Bergoglio y lo demostró con sonrisas y comentarios.
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Agenda nutrida
¿Podrá afrontar la lista de encuentros y otros obligaciones que suman una agenda que algunos vaticanistas consideran “sobrehumana” en el inminente Año Santo?
Cada vez más, el Papa usa un lenguaje coloquial en los ambientes vaticanos. Días atrás dijo que los clérigos ambiciosos que sobreponen la idea evangélica del servicio a aquella del poder, le «dan asco” porque quieren seguir una carrera eclesiastica.
Uno de los médicos dijo confidencialmente que el Papa “tiene una fibra fuertísima y una energía que, para un hombre de su edad, está más allá de lo común”.
Pero la edad avanza y las obligaciones del Año Santo, junto con las demás que se suman, serán una dura prueba a menos que el pontífice sea convencido de evitar someterse a tantas fatigas.
Francisco sostiene que “el diablo entra siempre por los bolsillos” y por esto es que es necesario ser “pobres que aman a los pobres”. Dice que los sacerdotes “no deben ser trepadores” y que cuando uno de ellos “comienza a ser un empresario” pierde la vecindad con “el pueblo, con la pobreza que lo hace similar a Cristo pobre y crucificado. El sacerdote empresario no es un servidor”.
El Papa ha creado el 7 de diciembre 21 nuevos cardenales, de los cuales 20 tienen menos de 80 años de edad. Se elevó así el número de los purpurados electores que elegirán al nuevo pontífice. La mayoría ha sido creada por el propio Francisco. Por razones de edad, 113 cardenales están excluídos de participar en el Cónclave que elegirá al sucesor de Jorge Bergoglio.
En Estados Unidos, a la cabeza de la Iglesia conservadora contraria a la línea reformista de Francisco, florecen los sitios tradicionalistas en Internet que dan indicaciones de quienes serán los cardenales candidatos en el próximo Cónclave y dan nombres concretos.
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La posible sucesión
Los italianos vuelven a sugerir sus favoritos. Hay dos que son los nombres principales. El secretario de Estado Pietro Parolín, de 69 años, recoge apoyo entre los bandos enfrentados. No es un bergogliano ni un antibergogliano. Podría conformar a todos si el Cónclave quedará paralizado por los enfrentamientos.
El otro italiano muy bien cotizado es el cardenal Matteo Zuppi, también de 69 años, presidente de los cardenales italianos. Abiertamente del campo progresista, el arzobispo de Bolonia, romano de nacimiento y sacerdote de la poderosa Comunidad San Egidio, ha sido enviado del Papa a Ucrania y a Rusia para mostrar la disposición del pontífice a una mediación que ayude a poner fin a la peor guerra sufrida por Europa desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial. .
En las listas de papables figuran muchos otros cardenales, aunque ninguno parece obtener el consenso que actualmente podrían empujar las candidaturas de los cardenales italianos Parolín y Zuppi.
Una hipótesis inevitable debido a la anciana edad del Papa, que circula con discreción, es la de un gesto de renuncia, que pondría a la Iglesia frente a la necesidad de una sucesión. No parece que esta opción sea inmediata.
Es cierto que Francisco podría elegirla (él mismo consideró la hipótesis en más de una entrevista) cuando sienta que los años pesan demasiado. Además la renuncia serviría para que el mismo Bergoglio pueda influir la elección de su sucesor.
El pontífice argentino dijo en una entrevista que si renunciara no sería Papa emérito, titulo que se dio a si mismo Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger cuando dimitió en febrero de 2013, sino Obispo de Roma renunciante y que podría vivir en la sede episcopal de la basílica de San Juan de Letrán.
Pero aclaró que eran puras especulaciones. Conviene no olvidar que Obispo de Roma, el primero de los cuales fue San Pedro, es el título fundacional, la condición para ser elegido Papa y que recibe el elegido en la votación que expresa la voluntad del Cónclave de cardenales.