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México: las ciudades fronterizas viven con temor a una recesión por las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles

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En cuanto el sol brilla sobre los kilómetros de la valla fronteriza que divide a Estados Unidos y México, los motores de los camiones de carga repletos de partes para automóviles y computadoras rugen a lo largo de los puentes fronterizos y trabajadores con ojos adormilados ingresan a las fábricas para ensamblar una multitud de productos destinados al mercado estadounidense.

Durante más de medio siglo, este ritmo diario ha ayudado a alimentar el latido de una máquina transnacional que generó más de 800 mil millones de dólares en comercio entre Estados Unidos y México tan solo en 2024.

No obstante, desde el año pasado, los aranceles del 25% con los que el presidente Donald Trump ha amenazado a México y Canadá han sumido a los centros de manufactura a lo largo de la frontera norte de México en el limbo, un estado que persiste a pesar de una prórroga de un mes a la que Trump accedió el lunes.

Los aranceles paralizarían la economía fronteriza mexicana que depende de fábricas que producen productos para Estados Unidos —refacciones y partes para automóviles, suministros médicos, componentes para computadoras y una gran variedad de productos electrónicos— y probablemente empujarían al país a una recesión, han advertido analistas económicos. Algunos trabajadores se preguntan cuánto tiempo más tendrán trabajo, mientras que los líderes empresariales dicen que la incertidumbre ya ha llevado a muchos inversores a empezar a apretarse el cinturón.

“Es un conflicto entre gobiernos y somos los más afectados”, dijo Carlos Ponce, un conductor de camiones de carga de 58 años, recargado en su vehículo en el cruce fronterizo aduanero entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas. “Mañana, ¿quien sabe?”.

Ponce, quien conducía un camión lleno de amortiguadores para automóviles, refirió que durante los últimos 35 años ha transportado mercancías a través de la frontera, tal como lo hizo su padre antes que él. Ahora, no está seguro de cuánto tiempo más continuará eso.

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La manufactura en plantas de ensamblaje orientadas a la exportación, conocidas como “maquiladoras”, es el corazón de la economía de Ciudad Juárez, donde el 97% de sus productos se destinan a Estados Unidos, según cifras de la Secretaría de Economía de México.

Una parte del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, en Ciudad Juárez, México. Foto Xinhua

Las fábricas nacieron en la década de 1960 en un intento por impulsar el desarrollo económico en el norte de México y reducir los precios para los consumidores estadounidenses. El programa de maquiladoras despegó tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994. El acuerdo fue reemplazado por un pacto similar, el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), negociado entre los tres países durante el primer mandato de Trump.

Lazos muy estrechos

Hoy, letreros de neón con el tipo de cambio dólar-peso destellan por toda la ciudad, un recordatorio de los estrechos lazos que unen a ambos lados de la frontera.

“Todo lo que pasa alrededor de Estados Unidos con su política económica, con su política social, con su política… de guerra y demás, todo eso que pasa nos afecta directamente, porque las empresas que están aquí en México dependen de lo que le vendan en Estados Unidos”, dijo Thor Salayandía, director de la planta de fabricación de autopartes de su familia en Ciudad Juárez. «Estados Unidos necesita a México para seguir manufacturando. Pero no lo están viendo así, de esa manera”.

Esta semana, tanto los trabajadores como los líderes empresariales respiraron aliviados cuando la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum anunció que había negociado con Trump para retrasar los aranceles un mes.

“Ahora, estamos ganando tiempo”, agregó Salayandía.

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Los trabajadores aquí ensamblan de todo: desde autopartes hasta paneles de computadora o camisetas estampadas con la bandera estadounidense, logotipos de equipos de fútbol populares en Estados Unidos y lemas como “Orgulloso de ser empleado federal”.

Las piezas pueden cruzar la frontera varias veces antes de que el producto final se venda a los consumidores estadounidenses. Esa interdependencia económica hace que a muchos les cueste imaginar un futuro sin ella. Una empresa estadounidense expuso que probablemente tendría que trasladar parte de su fabricación en la ciudad a Estados Unidos, pero a un costo muy elevado.

Las autoridades mexicanas inspeccionan una alcantarilla, que creen que es utilizada por personas para cruzar ilegalmente a Estados Unidos desde México, en Ciudad Juárez. Foto ReutersLas autoridades mexicanas inspeccionan una alcantarilla, que creen que es utilizada por personas para cruzar ilegalmente a Estados Unidos desde México, en Ciudad Juárez. Foto Reuters

Antonio Ruiz, oficial de cumplimiento de Tecma, una firma estadounidense que ayuda a las empresas extranjeras a establecerse a lo largo de la frontera, dijo que la suya estaba entre varias empresas que convocaron reuniones de emergencia durante el fin de semana, ya que los pronosticadores económicos advirtieron que los aranceles podrían llevar a México a una recesión.

“Es muy difícil estar preparado para algo que nunca ha sucedido”, añadió Ruiz. “Por más que uno quiera prepararse para esto, creo que lo mejor que puede hacer es simplemente prepararse para saber cómo afrontarlo a corto plazo».

Salayandía y los economistas advierten que cualquier tipo de impuesto podría provocar una cascada de desempleo y un aumento de los precios en ambos lados de la frontera. En México, dicen, también podría causar un aumento de la violencia en las zonas fronterizas al empujar a los desempleados a las manos de los cárteles de la droga, así como un aumento de la migración mexicana a Estados Unidos.

Manuel Sotelo, un líder de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (CANACAR) de México, quien es dueño de una flota de camiones que cruzan la frontera diariamente, ve las amenazas de aranceles más como un movimiento de poder político que una realidad económica futura.

“Los dos países entraríamos en una… supongamos que sí hubiera puesto el arancel del 25%. ¿Qué van a hacer en el Super Bowl sin aguacates?”, apuntó Sotelo, sentado frente a un escritorio cubierto de periódicos locales con titulares llamativos sobre los aranceles y con un muñeco cabezón de Trump colocado detrás de él.

Por otro lado, Sotelo reconoce que las conversaciones sobre los aranceles ya han causado algún daño. Él y otros líderes empresariales reportan que durante el último año han visto caer la inversión en Ciudad Juárez debido a la incertidumbre política, ya que los inversores dudan en canalizar su dinero a empresas que podrían colapsar de un plumazo en Washington.

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Si bien la elección de Trump ha sido el principal impulsor de esta incertidumbre, las elecciones de junio en México y una controvertida reforma judicial llevada a cabo por el partido gobernante de México la han acrecentado. Sotelo informó que el año pasado vio una caída del 7% en los negocios y espera que eso continúe hasta que se resuelvan las amenazas arancelarias.

Un colectivo de maquiladoras en la ciudad dice que al menos tres fábricas han detenido su producción.

“Cada vez que escuchamos estos discursos, de estos nuevos liderazgos políticos, gobernantes… pues ponen a temblar la frontera”, dijo Salayandía. “¿Y por qué la frontera? Porque es un termómetro global. En la frontera se producen los productos que van a todo el mundo. Esas empresas irán a buscar a otras partes del mundo donde day condiciones para seguir compitiendo”.

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El peligroso disparate de la inteligencia artificial en el que cayeron Trump y Biden

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La industria tecnológica de China recientemente le dio a la industria tecnológica de Estados Unidos —y con ella, al mercado de valores— un duro golpe cuando presentó DeepSeek, un modelo de inteligencia artificial que funciona a la par de los mejores de Estados Unidos, pero que puede haber sido desarrollado a una fracción del costo y a pesar de las restricciones comerciales a los chips de IA.

Desde entonces ha habido muchos intentos frenéticos de averiguar cómo lo hicieron y si todo fue legal.

Éstas no son las preguntas más importantes, y el enfoque excesivo en ellas es un ejemplo preciso de cómo nos tomaron por sorpresa en primer lugar.

La verdadera lección de DeepSeek es que el enfoque de Estados Unidos respecto de la seguridad y las regulaciones de la IA (las preocupaciones expresadas tanto por las administraciones de Biden como de Trump, así como por muchas empresas de IA) fue en gran medida absurdo.

Nunca iba a ser posible contener la propagación de esta poderosa tecnología emergente, y ciertamente no solo imponiendo restricciones comerciales a componentes como los chips gráficos.

Fue una ficción interesada, contada a líderes desconectados de la realidad por una industria que quería que el gobierno pusiera en desventaja a sus competidores.

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El personal del recinto prepara el escenario para una charla con Masayoshi Son, consejero delegado de SoftBank, y Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, durante un evento para presentar la IA a las empresas en Tokio, Japón, el 3 de febrero de 2025. REUTERS/Kim Kyung-Hoon

En lugar de realizar esfuerzos inútiles para mantener a este genio embotellado, el gobierno y la industria deberían estar preparando a nuestra sociedad para los cambios radicales que pronto vendrán.

El enfoque equivocado en la contención es un eco tardío de la era nuclear, cuando Estados Unidos y otros limitaron la propagación de las bombas atómicas restringiendo el acceso al uranio enriquecido, vigilando lo que hacían ciertos científicos y enviando inspectores a laboratorios y bases militares.

Estas medidas, respaldadas por alguna que otra demostración de fuerza, tuvieron un efecto claro.

El mundo no ha explotado… todavía.

Diferencias

Sin embargo, una diferencia crucial es que las armas nucleares sólo podrían haber sido desarrolladas por unos pocos científicos especializados y en la vanguardia de sus campos.

Por otro lado, la idea central que impulsa la revolución de la inteligencia artificial existe desde la década de 1940.

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Lo que abrió las compuertas fue la llegada primero de enormes conjuntos de datos (a través de Internet y otras tecnologías digitales) y luego de potentes procesadores gráficos (como los de Nvidia), que pueden calcular modelos de IA a partir de esos conjuntos de datos.

Otra diferencia: cada arma nuclear debe construirse con acero y material fisible.

Algunos modelos de IA, por otro lado, pueden caber en una memoria USB y pueden replicarse y desarrollarse infinitamente simplemente conectando esa memoria a una computadora portátil nueva.

Desarrollar inicialmente un nuevo modelo, como ChatGPT, es un proceso muy costoso, pero son los resultados, conocidos como pesos del modelo, los que son tan valiosos y tan replicables.

Empresas como OpenAI, que ha proclamado en voz alta que la IA representa una amenaza existencial para la humanidad, guardaron para sí estos pesos de modelos, para que otros no se aprovecharan de todo ese costoso trabajo de desarrollo para producir algo aún más poderoso.

¿Y qué pasaría si esas empresas con mentalidad proteccionista ganaran mucho dinero gracias a las medidas defensivas del gobierno estadounidense?

Bueno, ese es simplemente el precio de mantener a la humanidad a salvo, ¿verdad?

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Esas empresas tenían un aliado en el presidente Joe Biden, especialmente, dijo su subdirector de gabinete para políticas, Bruce Reed, después de ver “Misión: Imposible – Dead Reckoning Parte Uno”, una historia sobre una IA que se vuelve rebelde.

Después de haber firmado una orden ejecutiva que restringe la venta de esos chips cruciales a China, Biden firmó otra para establecer mandatos de seguridad y protección.

La administración Trump está operando bajo la misma lógica errónea.

Apenas un día después de asumir su nuevo mandato, el presidente y director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman (que acababa de prometer un millón de dólares al fondo inaugural de Trump) anunció un vasto proyecto de infraestructura informática.

Se llama StarGate y se anuncia como una apuesta multimillonaria para conservar la ventaja estadounidense en una industria en rápido crecimiento.

DeepSeek eligió el día siguiente como el momento para publicar un artículo que permitiera al mundo enterarse de su gran logro.

Al menos se están divirtiendo, supongo.

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La compañía dice que gastó sólo una pequeña fracción de lo que gastaron OpenAI y otros, porque pudo optimizar su software y entrenar su modelo de manera más eficiente.

Avances como ese han permitido que muchas otras tecnologías sean más baratas y estén más ampliamente disponibles.

Sin embargo, no todos creen en esa versión, especialmente dadas las dudas sobre el respeto de China por los derechos de propiedad intelectual y las restricciones comerciales.

¿Podría la compañía haber acumulado un alijo prohibido de chips Nvidia?

¿Pudo el coste de desarrollo del modelo haber sido mayor al que se reveló?

Algunas estimaciones así lo sugieren.

OpenAI dice que DeepSeek puede haber robado parte de su trabajo.

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Me siento destrozado por la empresa que creó un producto comercial acaparando una gran parte de Internet y luego afirmó que fue un «uso justo».

(El New York Times ha demandado a OpenAI y Microsoft para determinar si el uso de contenido noticioso en sus sistemas de inteligencia artificial constituye un uso legítimo).

Cualquiera que sea la forma en que DeepSeek haya hecho para traernos hasta aquí, tal vez nos obligue a darnos cuenta de esto, algo por lo que podamos estar agradecidos.

c.2025 The New York Times Company

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