Con la muerte de Matteo Messina Denaro, que durante 30 años logró escapar a la justicia, desaparece el último gran personaje de la llamada “mafia terrorista”, nacida en los años ’80 bajo el liderazgo de Salvatore “Totó” Riina, el legendario y feroz supercapo de Cosa Nostra.

Este histórico jefe de la mafia siciliana murió en las primeras horas de este lunes. Tenía 61 años. Y un cáncer fulminante de colon. Estaba en «coma irreversible» en la sala de reclusos del hospital San Salvatore de L’Aquila, donde falleció.

Messina era uno de sus íntimos en la gestión de la Comissione –la estructura orgánica de la organización criminal siciliana que existe en Italia desde hace más de 160 años–, que Riina manejaba con mano de hierro y el máximo de violencia para imponerle su voluntad.

Messina Denaro se transformó en picciotto (mafioso), cuando era muy joven. Su padre, capo mafioso de Castelvetrano, era “don Chicho”, hombre de confianza del líder de Cosa Nostra.

Prácticamente Matteo hizo una carrera meteórica en la Honorata Societá de aquellos años, que vivió dos guerras internas tormentosas que dejaron cientos de muertos y consagraron en el poder a los “campesinos” liderados por Riina.

“Totó” y los suyos partieron de los mandamientos de Corleone y tras los enfrentamientos sangrientos, “Totó” había cumplido una acción histórica en Cosa Nostra.

El método violento y organizado de Riina trasladó el principal poder mafioso de la campaña siciliana a las ciudades. Los vidani o campesinos mafiosos con base en Corleone, extendieron su poder a las zonas urbanas.

En los años ’50 del siglo XX se había iniciado el milagro económico que cambio para siempre la fisonomía de la Italia que emergió en gran medida destruida de la experiencia fascista y la derrota total en la Segunda Guerra Mundial.

La Cosa Nostra dirigida por Riina expandió la actividad primero incursionando en la especulación edilicia, pero el gran negocio fue el tráfico internacional e estupefacientes que fortaleció el poder mafioso.

El boom económico italiano acentuó en los años 80 y 90 la expansión de los negocios criminales que produjeron la reacción de las instituciones y del Estado encargados de contrastar la acción mafiosa. En 1982 se introdujo el delito de carácter mafioso y fue constituido el primer pool de magistrados antimafia.

La reacción de la Cosa Nostra fue la de atravesar la frontera de la acción terrorista con asesinatos de magistrados, policías, políticos y hasta hombres del Estado, como el general Carlo Alberto Dalla Chiesa, apenas nombrado Prefecto siciliano. Fue asesinado por un comando mafioso el 3 de setiembre de 1982, junto con su esposa y un carabinero de custodia.

La acción de dos magistrados, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, llevó en 1986 al maxiproceso de Palermo que dictó duras condenas contra los jefes mafiosos. Los delincuentes “arrepentidos” fueron utilizados también como base par las condenas de numerosos jefes mafiosos.

Ambos fueron asesinados junto con su escolta policial a mediados de 1992 con una estrategia abiertamente terrorista, utilizando explosivos. Entre los jefes mafiosos que llevaron adelante estos y otros asesinatos esta, según indican los procesos judiciales, Matteo Messina Denaro.

La estrategia terrorista dirigida por Riina culminó en el arresto del capo de los capos de Cosa Nostra en Palermo el 15 de enero de 1993.

Entre enero y abril la “Comisione” de Cosa Nostra se reunió media docena de veces para decidir el camino a seguir. Bernardo Provenzano, elegido después en reemplazo de Salvatore Riina, se manifestó finalmente partidario de continuar con las medidas militares para imponer el poder mafioso.

El 26 de mayo dos comandos de Cosa Nostra hicieron volar con una autobomba vecina a la Galleria degli Uffizi de Florencia uno de los museos más importantes de Italia y el Mundo. Una familia de padre, madre y dos hijas, más un estudiante universitario fueron asesinados. Cuarenta personas resultaron heridas.

El próximo fue provocar terror en Roma. Grupos mafiosos, en su mayor parte venidos de Sicilia, tantearon la posibilidad de cometer masacres terroristas en el estadio Olímpico y en el barrio de Trastevere, durante la popular fiesta de Noantri. Finalmente robaron varios autos, los llenaron de explosivos en la iglesia de San Giorgio al Velagro y en San Juan de Letrán, junto a la basílica que es sede del Papa como obispo de Roma.

Media hora antes que el 27 de julio 1993 explotaran las autobombas en Roma, se produjo otra explosión terrorista, haciendo explotar un automóvil robado y lleno de explosivos en via Palestro, en Milán.

Murieron cuatro bomberos que habían sido llamados y un inmigrante marroquí. Doce vecinos resultaron heridos. El 23 de junio de 1994 mafiosos de Cosa Nostra colocaron un autobomba destinado a estallar al paso de un ómnibus de carabineros junto al estadio Olímpico de Roma. Pero el comando electrónico no funcionó.

Otros dos atentados fallaron por mal funcionamiento de los explosivos.

Matteo Messina Denaro fue un protagonista de la estrategia terrorista, pero no se sabe bien cuál fue su papel en el cambio que siguió. La Cosa Nostra inició una nueva fase que sigue en desarrollo, basada en la “estrategia de la sumersión”.

Cuando Messina es arrestado en Palermo en enero de este año, la repercusión de su captura fue enorme porque caía el último de los jefes de Cosa Nostra responsables de la era de la “mafia terrorista”.

La Cosa Nostra trata desde hace años de reorganizarse y reconstruir un grupo dirigente que permita dar vida a la estructura de gobierno de la organización, especialmente la “Comissione”.

El profesor Enzo Ciconte, uno de los máximos expertos en organizaciones mafiosas de Italia, dice que “la mafia ha buscado cambiar el perfil, presentándose siempre menos como estructura militar pero insertándose siempre más en el mundo de la finanza y de las empresas”.

Ciconte señala que “todos destacan el papel de Messina Denaro en los homicidios y las masacres, pero ninguno ha recordado que es quién construyó grandes negocios para Cosa Nostra con la difusión de la energía eólica en Sicilia”.

“La mafia ahora es la que hace negocios con las empresas del norte. No ha desaparecido, se ha transformada”, concluye.

Un informe de la Dirección investigativa antimafia al Parlamento italiano puso de relieve que esta nueva mafia silenciosa y mercantilista privilegia un modus operandi donde los acuerdos de negococios no son estipulados por efecto de amenazas o intimidación, sino el fruto de pactos basados en las conveniencias mutuas”.