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Miles de fieles despidieron al papa Francisco en un funeral histórico y el Vaticano se prepara para elegir a su sucesor
Bajo un cielo sereno y ante la mirada emocionada de cientos de miles de personas, este sábado el papa Francisco se dejó despedir con ternura en un funeral que grabó su huella en la historia y en la fe colectiva.
La misa exequial, celebrada en la plaza San Pedro del Vaticano, reunió a más de 400.000 fieles, 50 jefes de Estado, 10 monarcas y más de 170 delegaciones de todo el mundo, en un tributo sin precedentes a la figura de Jorge Bergoglio, el primer papa latinoamericano.
Leé también: Desde este domingo los fieles podrán visitar la tumba de Francisco en la Basílica Santa María la Mayor de Roma
El féretro de Francisco, cargado de simbolismos, inició su recorrido en un papamóvil abierto que lo llevó por seis kilómetros a través de Roma hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde finalmente fue inhumado en una ceremonia íntima, presidida por el cardenal camarlengo Kevin Farrell y en presencia de familiares del jesuita argentino.
Fue el primer entierro de un pontífice fuera del Vaticano desde León XIII en 1903. En la explanada de la basílica, un grupo de migrantes, transexuales, pobres y presos —invitados especiales de Cáritas del Vaticano y de la Comunidad de Sant’Egidio— esperó el paso del féretro, cada uno con una rosa en la mano.
Portadores del féretro llevan el ataúd del Papa Francisco, durante su misa funeral, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el 26 de abril de 2025. REUTERS/Remo Casilli
Fue un gesto final que encapsuló el corazón del pontificado de Francisco: su mirada inquebrantable hacia los marginados, hacia los que no encuentran lugar en la fila de la historia.
Así, para que todo el que quiera despedirse de Francisco pueda hacerlo, desde este domingo, las puertas de Santa María la Mayor —una de las cuatro basílicas mayores de Roma— se abrirán al público.
Fieles de todo el mundo podrán visitar la tumba del jesuita entre las 7 y las 19 horas (hora local), en un acceso gratuito que promete largas filas y fuertes medidas de seguridad para ordenar la marea de devotos que ya comenzó a congregarse.
A las 16 de este domingo, los cardenales que deberán participar del próximo cónclave realizarán también su propio homenaje, en un gesto de cierre espiritual antes de enfrentar la decisión que marcará el futuro inmediato de la Iglesia.
La gente asiste a la misa funeral del Papa Francisco, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el 26 de abril de 2025. (Foto: REUTERS/Remo Casilli)
La despedida de líderes y fieles
El funeral fue también escenario de gestos políticos cargados de simbolismo. El presidente argentino, Javier Milei, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, protagonizaron un emotivo abrazo en plena plaza San Pedro. Luego, compartieron un almuerzo informal en Roma, reflejo del vínculo que tejieron en los últimos meses.
Durante la misa, las delegaciones internacionales se ubicaron siguiendo un riguroso protocolo, ordenadas alfabéticamente en francés. Argentina, país natal de Francisco, ocupó el primer lugar, con Milei acompañado por su hermana Karina.
El presidente de Argentina, Javier Milei, camina antes de la misa funeral del papa Francisco en el Vaticano. (Foto: REUTERS/Yara Nardi)
Mientras tanto, en Buenos Aires y otras ciudades del mundo, se multiplicaron los homenajes. En el estadio Nuevo Gasómetro, el club San Lorenzo —del cual Francisco era hincha fanático— preparó un sentido tributo durante su partido ante Rosario Central, vistiendo camisetas especiales en su honor.
El futuro: duelo, cónclave y expectativa
Al término del funeral, el Vaticano entró en un período de duelo de nueve días —el llamado novendiale—, durante el cual se celebrarán misas en honor a Francisco y se rezará por la guía divina antes de iniciar el cónclave.
Aunque aún no se anunció una fecha oficial, las reuniones informales entre los cardenales ya comenzaron.
Según fuentes de la Curia Romana, el próximo cónclave deberá enfrentar una elección crucial: continuar el legado reformista de Francisco o dar un giro hacia posiciones más conservadoras.
El cónclave es la ceremonia en la que se elige al papa de la Iglesia católica. (Foto: AP – Gregorio Borgia)
De los 252 miembros del Colegio Cardenalicio, solo 132 tienen derecho a voto, por ser menores de 80 años. Las negociaciones, en gran parte secretas y protegidas por avanzados sistemas antiespionaje, definirán al sucesor del papa en un contexto global complejo, donde la Iglesia Católica enfrenta desafíos inéditos.
Por ahora, el mundo católico guarda silencio, reza y espera. Mientras, en Roma, el eco de la última despedida de Francisco aún resuena en las calles, en las iglesias y en el corazón de las multitudes.
Papa Francisco, conclave, Vaticano
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Here’s why a flare-up between India and Pakistan over Kashmir matters
India and Pakistan have intensified their hostilities over the hotly contested Kashmir region following a massacre of 26 mostly Indian tourists, which New Delhi linked to Pakistan.
Pakistan denies it was behind Tuesday’s attack by gunmen on a group of tourists in Kashmir. Both sides have since escalated the tensions by exchanging diplomatic and trade sanctions against each other and raising fears of a military conflict.
INDIA VOWS TO HUNT TERRORISTS ‘TO THE ENDS OF THE EARTH’ AS TENSIONS WITH PAKISTAN RISE AFTER KASHMIR ATTACK
Here are five reasons why a flare-up between India and Pakistan matters:
The Kashmir attack could lead to an armed conflict between 2 neighbors
Under intense domestic pressure, India has hinted at the possibility of a limited military strike on Pakistan in response to what it called the «terror attack» with «cross-border links.» Pakistan has made it clear that it will respond militarily to an attack.
This raises fears that an escalation by any one side could lead to a wider war. The last time the two nations came to blows was in 2019, when a suicide car bombing killed 40 Indian soldiers in Kashmir.
In 2021, the sides renewed a ceasefire agreement along their border, which has largely held. That relative calm was broken on Thursday after a brief exchange of fire between their armies.
Kashmir is a nuclear flashpoint between the archrivals
Both India and Pakistan are armed with nuclear weapons. There are fears that any conventional war or skirmish between them could potentially turn into a nuclear exchange.
India and Pakistan fought two major wars, in 1965 and 1971, but in 1974, India conducted its first nuclear tests, raising the stakes in any military conflict. It triggered a nuclear race and Pakistan reached that same milestone in 1998.

Kashmiri villager women walk past the blown-up family home of Asif Shiekh, a militant who officials say is involved in the deadly attack on tourists in Pahalgam, at Monghama village in Tral, south of Srinagar, Indian-controlled Kashmir, Friday. (AP Photo/Dar Yasin)
Since then, India and Pakistan have had one major border skirmish in 1999 that killed at least 1,000 combatants. The fighting only stopped after the U.S. intervened.
A conflict could bring in China
India and China are geopolitical rivals whose armies clashed along the disputed Himalayan border in 2020. Ties between the Asian giants have improved since, but they still maintain large numbers of troops on their borders. Their borders are also contiguous to Pakistan’s, making it the world’s only three-way nuclear junction.
Beijing also controls a part of the Kashmir region that New Delhi says belongs to India.
On the other hand, China is also a main ally of Pakistan and has helped advance its missile programs, creating additional military concerns for New Delhi. Meanwhile, India maintains strong defense ties with the U.S., which has long sought to limit Beijing’s rise in the Indo-Pacific region.
Experts say any conflict between India and Pakistan is unlikely to stay strictly between them, as their strategic partners are likely to get involved.
Kashmir tensions can lead to a war over water
In response to the massacre, India suspended a crucial treaty that governs the flow of river waters into Pakistan. Pakistan said it would consider any attempt to stop the flow of water from India an «act of war.»
Under the Indus Water treaty, India is obliged to let six rivers flow freely to Pakistan. If India follows through and restricts the flow, it could have a devastating impact on Pakistan’s agriculture as it battles acute water shortages.
It’s also a major environmental issue. Water insecurity is a big concern in both India and Pakistan due to rapidly growing populations and climate change.
Attacks by militants and rights abuses in Kashmir test world’s response
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Rights groups — including the U.N. — have blamed New Delhi for rights violations, including civilian killings and arbitrary arrests, in Indian-controlled Kashmir as a result of an intense crackdown by Indian forces. It has hurt India’s human rights record and raised concerns that global powers are not doing enough to pressure New Delhi and hold it accountable.
Militants fighting against Indian rule have also killed scores of civilians, including Hindu pilgrims.
India has used military response against militants as part of its efforts to eradicate «terrorism,» saying it threatens regional stability.
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Cómo fueron los funerales de Juan Pablo II y Benedicto XVI

El papa Francisco, fallecido el lunes pasado en el Vaticano a los 88 años, fue despedido con un funeral que marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica. Jorge Mario Bergoglio dejó instrucciones claras para que su entierro reflejara los valores de sencillez y humildad que promovió durante su papado. Este cambio, que él mismo impulsó al aprobar nuevas normas litúrgicas, buscó alejarse de los rituales opulentos que caracterizaron los funerales de sus predecesores.
En abril del año pasado, el Sumo Pontífice aprobó una nueva edición del libro litúrgico para las exequias papales, conocido como el “Ordo Exsequiarum Romani Pontificis” (Rito de las exequias del Romano Pontífice). Este documento, publicado en noviembre pasado, establece directrices que simplifican los ritos funerarios de los pontífices, con el objetivo de destacar su papel como pastores y discípulos de Cristo, en lugar de figuras de poder terrenal.

Uno de los cambios más notables en las exequias papales fue la eliminación del uso de tres ataúdes, una práctica que había sido parte de los funerales de los pontífices durante siglos. Esta tradición, que simbolizaba la dignidad y el poder del papa, será reemplazada por un único ataúd, en línea con la visión de Francisco de un entierro más sencillo y acorde con los valores cristianos.
Esta decisión es parte de un esfuerzo más amplio por despojar a los funerales papales de elementos que puedan interpretarse como símbolos de riqueza o poder. En lugar de ello, se busca enfatizar el papel del papa como líder espiritual y pastor de la Iglesia Católica, siguiendo el ejemplo de Cristo.
La decisión de Francisco de reformar las exequias papales no solo reflejó su visión personal de la Iglesia, sino que también estableció un precedente para futuros pontífices. El impacto de estas reformas va más allá del simbolismo. Al simplificar los funerales papales, Francisco envía un mensaje poderoso sobre la naturaleza de la Iglesia y su misión en el mundo.
Sin embargo, el funeral de este domingo del primer papa latinoamericano llevó a recordar al de sus dos últimos antecesores que, por diferentes motivos, también quedaron en el recuerdo.
El 2 de abril de 2005, a las 21:37 horas, el Vaticano anunció oficialmente la muerte de Juan Pablo II, marcando el inicio de un periodo de “sede vacante” tras el fallecimiento del pontífice a los 84 años. Este suceso no solo significó el fin de un pontificado de 27 años, sino que también dio paso a un evento sin precedentes en el siglo XXI: el primer funeral de un Papa en esta nueva era. El entierro de Karol Józef Wojtyła, conocido como “el Papa bueno”, se convirtió en un acontecimiento de relevancia mundial, reuniendo a líderes de más de 80 países y representantes de ocho casas reales.
El estado de salud de Juan Pablo II había generado preocupación en las semanas previas a su fallecimiento. En sus últimas apariciones públicas, el deterioro físico del pontífice era evidente, al punto de que ya no podía articular palabras. Su muerte marcó el inicio de un complejo protocolo fúnebre en la Santa Sede, que no se había activado en casi tres décadas. Este proceso incluyó la organización de un funeral de Estado que congregó a miles de personas en la Plaza de San Pedro, en el corazón del Vaticano.
Entre el 2 y el 8 de abril -día del funeral- más de tres millones de fieles llegaron a la capital italiana para despedirse de Juan Pablo II.
El día del funeral se estima que en la plaza hubo cerca de medio millón de personas, y otro medio millón siguió el histórico evento por las pantallas ubicadas en diferentes partes de la ciudad.
El pontificado de Juan Pablo II dejó una huella imborrable en la historia contemporánea. Durante su mandato, el Papa polaco desempeñó un papel crucial en algunos de los cambios políticos más significativos de la segunda mitad del siglo XX. Su influencia fue especialmente notable en la caída del comunismo en Europa del Este, donde su apoyo al movimiento Solidaridad en su natal Polonia fue determinante. Este legado político y espiritual quedó reflejado en la magnitud de su funeral, que fue descrito como un homenaje global a su figura.
El entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien más tarde sería elegido como Benedicto XVI, ofició el funeral de su predecesor. En su homilía, que quedó grabada en la memoria colectiva, destacó la figura de Juan Pablo II como un líder espiritual de alcance global.
El evento no solo atrajo a cientos de miles de fieles, sino que también contó con la presencia de líderes políticos y religiosos de todo el mundo. Entre los asistentes se encontraban los Reyes Juan Carlos y Sofía de España, así como la Reina Margarita de Dinamarca, quienes representaron a las casas reales europeas.
La diversidad de los asistentes subrayó el impacto universal del pontífice, cuya labor trascendió las fronteras del catolicismo para influir en la política y la sociedad global.
El funeral de Juan Pablo II no solo fue un acto de despedida, sino también un evento cargado de simbolismo. La ceremonia se llevó a cabo en la Plaza de San Pedro, un lugar emblemático para la Iglesia Católica. La multitud que se congregó allí reflejaba la diversidad de los fieles que el Papa había inspirado durante su pontificado. Desde líderes mundiales hasta ciudadanos comunes, todos se unieron en un último adiós al hombre que había guiado a la Iglesia durante casi tres décadas.
Durante el funeral, celebrado en la explanada de la basílica de San Pedro, la multitud pedía su canonización inmediata, gritando en italiano: “¡Santo súbito!” (“¡Santo ya!”).
La ceremonia fue retransmitida por todo el mundo, como en Cracovia, su ciudad natal en Polonia, donde 800.000 personas la siguieron en pantallas gigantes.

El impacto de este evento se sintió más allá de las fronteras del Vaticano. La cobertura mediática global permitió que millones de personas en todo el mundo siguieran el funeral en tiempo real, convirtiéndolo en uno de los eventos más vistos de la historia. Este nivel de atención mediática subrayó la importancia de Juan Pablo II como una figura no solo religiosa, sino también cultural y política.
El entierro de Juan Pablo II marcó un precedente para los funerales papales en el siglo XXI. La magnitud del evento, tanto en términos de asistencia como de impacto mediático, estableció un estándar para futuros pontífices. Este funeral fue un reflejo del papel central que el Papa había desempeñado en la escena internacional, así como de la profunda conexión que había establecido con los fieles de todo el mundo.
A 20 años de aquel histórico evento, el recuerdo del funeral de Juan Pablo II sigue vivo como un testimonio de su legado. Su figura continúa siendo un símbolo de unidad y esperanza para millones de personas, y su funeral permanece como un ejemplo de cómo un líder espiritual puede trascender las barreras religiosas y políticas para dejar una marca indeleble en la historia.
El 31 de diciembre de 2022, a las 9.34, el papa emérito Benedicto XVI murió en su residencia del monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano. A diferencia de los otros pontífices, su fallecimiento no fue anunciado en la Plaza de San Pedro, sino por Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa del Vaticano.
Posteriormente, su cuerpo fue colocado en la capilla del monasterio en el que vivió tras su renuncia.
El funeral de Benedicto XVI, celebrado en la plaza de San Pedro del Vaticano el 5 de enero de 2003, no solo representó un momento solemne para la Iglesia católica, sino también un evento cargado de simbolismo histórico. Presidida por el papa Francisco, la ceremonia evocó inevitablemente el recuerdo de las exequias de Juan Pablo II, realizadas en el mismo lugar en abril de 2005.
La atmósfera que rodeó el funeral de Benedicto XVI fue notablemente distinta a la que se vivió tras la muerte de Karol Wojtyla. En 2005, la Iglesia católica enfrentaba la incertidumbre de un cónclave inminente y la expectativa global por la elección de un nuevo pontífice. En contraste, la despedida de Benedicto XVI se desarrolló en un contexto más sereno, reflejo de su carácter reservado y de su decisión de renunciar al papado en 2013, un acto sin precedentes en la historia moderna de la Iglesia. De hecho, solo asistieron delegaciones oficiales de Italia y Alemania, su país natal.

No obstante, no estuvo exento de complejidades, ya que su fallecimiento puso fin a una década de equilibrio entre dos figuras papales que convivieron en el Vaticano.
El papa Francisco, quien presidió la misa de réquiem, ofreció una homilía en la que centró sus palabras en reflexiones sobre Jesús crucificado y la labor pastoral, haciendo una alusión implícita a Benedicto XVI. En sus palabras, destacó “la conciencia del pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado”. Como cierre, expresó: “Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz”.
Durante los años de convivencia en el Vaticano, Francisco había descrito a Benedicto XVI como “un sabio abuelo” cuya presencia era una fuente de consejo y apoyo.
Ratzinger fue enterrado en las Grutas Vaticanas, en la tumba que antes ocupaban los restos de Juan Pablo II.
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