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Quién es Mark Carney, el economista que asumirá la defensa de Canadá ante Trump

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Quién es Mark Carney, el economista que asumirá la defensa de Canadá ante el Trump (REUTERS/Blair Gable)

Mark Carney, el brillante economista que este lunes ganó las elecciones generales de Canadá, ha lidiado con retos como la crisis financiera de 2008 o el Brexit en el Reino Unido, pero ahora se enfrenta a su desafío más trascendental: plantar cara a Donald Trump y garantizar el futuro de Canadá.

Su victoria este lunes en las elecciones legislativas canadienses, cocinada en apenas cinco meses, ha sido un logro que pasará a los libros de historia.

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Cuando en diciembre, el Partido Liberal se rebeló contra su líder y primer ministro del país, Justin Trudeau, el apellido Carney era casi desconocido para muchos, nacido en una de las esquinas menos conocidas del país, los remotos Territorios del Noroeste, y criado en la dura y lejana ciudad de Edmonton.

Las encuestas daban por seguro que el líder del opositor Partido Conservador, Pierre Poilievre, se convertiría en el próximo jefe del Gobierno de Canadá.

La victoria de Carney en
La victoria de Carney en las elecciones legislativas canadienses, cocinada en apenas cinco meses, ha sido un logro que pasará a los libros de historia (Adrian Wyld/The Canadian Press/AP)

Pese a esos vaticinios, Carney presentó su candidatura para liderar el Partido Liberal y reemplazar a Trudeau.

El ex gobernador del Banco de Canadá (2008-2013) y del Banco de Inglaterra (2013-2020) ganó, se convirtió de forma automática en primer ministro de Canadá sin haber sido nunca diputado y convocó elecciones anticipadas.

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En pocas semanas, y gracias a las amenazas de Trump de anexionarse Canadá y sus agresivas políticas arancelarias, Carney sobrepasó a Poilievre, que llevaba casi tres años preparándose para derrotar a los liberales, y convirtió una derrota casi segura en la cuarta victoria electoral consecutiva del Partido Liberal.

En la madrugada de este martes, en un discurso ante sus seguidores tras confirmarse su victoria, Carney lanzó un mensaje de unidad, optimismo pero también combativo ante lo que espera al país.

Humildad es también reconocer que una de las responsabilidades de gobierno es preparar para lo peor, no esperar lo mejor. Como he estado advirtiendo desde hace meses, Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. No son amenazas vacías. El presidente Trump está intentando rompernos para que EEUU nos posea”, dijo.

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En un discurso ante sus
En un discurso ante sus seguidores tras confirmarse su victoria, Carney lanzó un mensaje de unidad, optimismo pero también combativo ante lo que espera al país (REUTERS/Jennifer Gauthier)

Su primer reto es sentarse ahora con Trump y negociar “entre dos naciones soberanas” la nueva relación económica y en materia de seguridad que los dos países tendrán en el futuro.

El 27 de marzo, tras semanas de ataques de Trump, Carney dio un golpe sobre la mesa: “La vieja relación que teníamos con Estados Unidos basada en la profundización de la integración de nuestras economías, seguridad y cooperación militar se ha acabado. No está claro qué será lo siguiente que haga EEUU, pero lo que está claro es que los canadienses podemos controlar nuestro destino”, sentenció Carney.

Palabras que otorgaron a Carney el respeto casi inmediato de muchos de sus conciudadanos que con una angustia existencial nunca experimentada en generaciones, buscaban un líder capaz de navegar el caos de la segunda llegada de Trump.

Una muestra es el escritor y académico Stephen Henighan que resumió el sentir de muchos en una columna en el periódico The Globe and Mail y en la que afirmó que Carney “ha mostrado confianza en la existencia de Canadá”.

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El primer reto de Carney
El primer reto de Carney es sentarse ahora con Trump y negociar “entre dos naciones soberanas” la nueva relación económica y en materia de seguridad que los dos países tendrán en el futuro (REUTERS/Jennifer Gauthier)

“Ha tranquilizado a los canadienses asegurando que sobreviviremos a los impulsos depredadores de Donald Trump… Muchos canadienses se han sorprendido de que un banquero moderado pudiera articular posturas nacionalistas con una autoconfianza tan discreta”, explicó el profesor de Estudios Españoles e Hispánicos en la Universidad de Guelph.

Trump es el más importante pero no el único reto al que se enfrenta este economista, un católico practicante -aunque no le gusta alardear de ello- de 60 años, casado y con cuatro hijos.

Carney tiene también que dar respuesta al profundo descontento de la población canadiense con muchas de las políticas de su antecesor y que han provocado un fuerte aumento del coste de la vida que amenaza la prosperidad de muchas familias, una vivienda inasequible para millones y una inmigración astronómica.

Le toca además respaldar con hechos la imagen de unificador que se ha ganado en las últimas semanas y detener las tendencias centrífugas de Alberta, en el oeste, y Quebec, en el este, y que pueden amenazar el concepto mismo de Canadá.

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Todo esto sin tiempo para aprender a ser un político. Pero Carney asegura que está listo.

Carney tiene también que dar
Carney tiene también que dar respuesta al profundo descontento de la población canadiense con muchas de las políticas de su antecesor y que han provocado un fuerte aumento del coste de la vida (REUTERS/Jennifer Gauthier)

Sé cómo gestionar una crisis y estoy listo para liderar”, declaró este mismo lunes palabras que complementa su esposa, la también economista Diana Fox Carney: “Creo que afrontar retos es una de las características que definen a Mark. Su actitud serena y tranquila bajo presión lo hace especialmente adecuado para este momento”.

(EFE)



North America,Government / Politics,OTTAWA

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Mujeres solteras, escritoras rebeldes y el peso de la tradición: de la guerra civil a los virales de TikTok

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En ‘Mujercitas’, Jo se enfrenta a un dilema cuando su mejor amigo, Laurie, le pide matrimonio

El 11 de noviembre, por obra y gracia de una archiconocida plataforma de comercio online china, se ha convertido en el Día del Soltero. Se presenta como una alternativa a San Valentín para caer en una vorágine febril de compras antes de los descuentos del Black Friday y las compras navideñas.

Y es que la cifra de solteros no es baladí. En EE. UU. según datos de 2023, el 29% de los hogares están compuestos por una sola persona. Más de la mitad de los de la Unión Europea son unipersonales, y en España, en 2024, uno de cada cuatro hogares pertenecía a solteros.

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En 2015 Kate Bolick publicó el libro Solterona: la construcción de una vida propia. En él reivindicaba la opción de permanecer sin pareja buscando inspiración en las escritoras Charlotte Perkins Gilman (que se casó dos veces, pero denunció las miserias del matrimonio en El papel pintado amarillo), Edna St. Vincent Millay (también casada durante 26 años, aunque ella y su marido tuvieron numerosas relaciones extramatrimoniales) y Edith Wharton (que se divorció tras 28 años de matrimonio).

Recientemente, se han viralizado en TikTok vídeos de mujeres muy felices de estar casadas y ser esposas tradicionales. Esta corriente antifeminista parece declarar que la mejor manera de que una mujer se sienta realizada es dedicándose en cuerpo y alma a su marido (no sabemos qué hará él para autorrealizarse, pero no parece que sea atender hasta los más mínimos deseos de su esposa).

Como contrapeso, se han viralizado también defensas de la soltería.

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Allá cada cual para elegir el estilo de vida que le haga más feliz. Pero este contexto sirve de excusa para volver la vista atrás, hacia Augusta Jane Evans, una escritora americana del siglo XIX que, aunque defendió la soltería en su novela Macaria (1864), refleja la complejidad del debate.

Portada de la primera edición
Portada de la primera edición de «Macaria, o los altares del sacrificio»

Macaria fue escrita durante la guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), la “guerra de Lo que el viento se llevó”. Evans era una apasionada partidaria del Sur (la Confederación), y creía firmemente que su bando saldría victorioso. También era una defensora de la libertad de las mujeres (blancas, ya que la emancipación de los esclavos no era un tema por el que mostrara ni la más mínima preocupación).

La guerra causó un número enorme de bajas de soldados: 620 000 fallecidos. Evans intuyó que muchas mujeres no encontrarían marido, dada la escasez de hombres resultante del horror bélico.

Y así, las protagonistas de la novela, Electra e Irene, aunque tienen posibilidad de casarse, permanecen solteras por elección propia, sacrificándose por la Confederación. Electra rechaza la proposición matrimonial de su mentor, mientras que Irene se opone a los deseos de su padre de casarla con su primo Hugh.

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Evans pone en boca de una de sus protagonistas las siguientes palabras:

“Electra, es muy cierto que las mujeres solteras enfrentan dificultades que un mundo feliz e irreflexivo no comprende. Pero las vidas solitarias no son necesariamente desdichadas; deberían ser, entre todas, las más útiles. Recuerda que la mujer que se atreve a vivir sola y a ser objeto de burla es más valiente, más noble y mejor que la que escapa de ambas cosas en un matrimonio sin amor. Es cierto que tú y yo nos sentimos muy solas, y, sin embargo, nuestro futuro nos depara mucho. Tú tienes la profesión que tanto amas y nuestra nueva escuela de diseño para ocupar tus pensamientos; y yo tengo mil demandas de mi tiempo y atención”.

Sin embargo, su siguiente novela, St. Elmo (1866), todo un éxito de ventas (un millón de ejemplares en solo cuatro meses en un país arruinado por la guerra), envió un mensaje radicalmente distinto.

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Retrato de Augusta Jane Evans
Retrato de Augusta Jane Evans Wilson en 1890

Edna Earl, la protagonista, aspirante a escritora, renunciaba felizmente a su ambición literaria para contraer matrimonio con el apuesto truhan St. Elmo Murray. Su futuro marido decretaba que “¡No se escribirán más libros! ¡No más estudios, no más ansiedades, no más penas! Y ese querido público que tanto amas incluso tendrá que buscarse la vida y pedirle a gritos una nueva mascota. Ahora me perteneces solo a mí, y yo cuidaré de la vida que casi has destruido con tu ambición desmesurada”. Evans se plegaba así al gusto por los finales felices en forma de boda de las lectoras de la época.

Curiosamente, Evans se casó con posterioridad a la publicación de su novela y tuvo un matrimonio muy feliz. No obstante, su nuevo papel como la señora Wilson hizo que su producción literaria disminuyera tras la boda.

Otra autora contemporánea a Evans, pero del bando del Norte, fue Louisa May Alcott, de fama mundial gracias a Mujercitas. Firme defensora del sufragio femenino (al que Evans, dicho sea de paso, se oponía), decidió no casarse para dedicarse a su carrera literaria. Afirmaba que prefería ser una solterona y “remar ella sola su propia canoa”.

Retrato de Louisa May Alcott
Retrato de Louisa May Alcott en el libro «Talks about authors and their work» 

También afirmaba que la libertad era mejor marido que el amor. Pero Alcott, cabeza de familia, sí que tenía a cargo a sus padres, su hermana viuda, sus dos sobrinos huérfanos y, tras la muerte de su hermana menor, a su sobrina recién nacida. Todos ellos le quitaron también muchas horas de trabajar en sus novelas, demostrando que las responsabilidades familiares no eluden a las mujeres solteras.

La escritora tenía intención de dejar a Jo, su alter ego en Mujercitas, igualmente soltera. Pero la presión del público la “obligó” a casarla. Su “venganza” fue hacerlo con el anodino (a gusto de sus juveniles lectoras) profesor Bhaer y no con su amigo y vecino Laurie.

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Podemos leer a Evans y Alcott como ejemplo de dos escritoras que en sus novelas y en sus vidas experimentaron las dificultades de la vida como mujer soltera. Visto que el debate sobre si una mujer debe casarse y tener hijos o no continúa muy vivo, queda claro que la cuestión de ser soltera es aún remar una canoa a contracorriente.

* Profesora ayudante doctora del departamento de Filologías extranjeras y sus lingüísticas, UNED – Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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[Fotos: Internet Archive; Alabama Department of Archives and History e Internet Archive Books Images]

The Conversation

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INTERNACIONAL

George Wendt’s mistaken jabs at John Boehner link ‘Cheers’ and Ohio politics

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There was no mistake when the beloved but forlorn accountant Norm Peterson chugged his way into the fictional TV bar «Cheers.»

«Norm!!!» hollered the regulars in unison, ranging from mail carrier Cliff Clavin to «Mayday» Sam Malone, the former Major League pitcher-turned barkeep.

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If only former House Speaker John Boehner, R-Ohio, or late Rep. Buz Lukens, R-Ohio, had been as recognizable to George Wendt, the actor who played Norm on the sitcom.

REMEMBERING REP. CHARLIE RANGEL — AND A VOICEMAIL I’LL NEVER FORGET

Wendt died last week at age 76. The portly, everyman, «Willy Loman» character Wendt created was one of the most iconic in the history of comedic television. Wendt’s portrayal of Norm earned him six consecutive Emmy nominations for Best Supporting Actor in a primetime series.

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But during Boehner’s first race for Congress in 1990, Wendt inadvertently manufactured a bizarre and permanent connection to the future Speaker of the House.

In 1989, Lukens represented Ohio’s 8th Congressional District. But WSYX-TV in Columbus, Ohio, secretly recorded Lukens at a McDonald’s speaking with the mother of a teenage girl. Lukens talked to the woman about getting her a government job. He hoped to keep her quiet about his sexual activities with her daughter.

During Boehner’s first race for Congress in 1990, Wendt inadvertently manufactured a bizarre and permanent connection to the future Speaker of the House. (Reuters/Yuri Gripas)

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Lukens denied any wrongdoing in public. He was charged and later convicted of contributing to the delinquency of a minor. The House Ethics Committee launched an investigation. But Lukens declined to step aside. That teed up a three-way Republican primary between Lukens, the former congressman who represented the district, the late Rep. Tom Kindness, R-Ohio, and Boehner. 

Boehner was a state legislator at the time. The scandal embroiling Lukens created a rare opportunity to head to Washington.

As strange as it seems now, Boehner was the least-known of the three Republican candidates in what turned out to be a brutal primary. But Boehner’s innate political acumen shone through – decades before he would ascend to the Speaker’s suite. 

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Despite the scandal, Lukens remained popular in the district. He had served as the congressman decades earlier and returned to the House when Kindness ran unsuccessfully for the Senate against late-Sen. John Glenn, D-Ohio, in 1986. So with the Lukens scandal, Kindness wanted his job back. And Boehner hoped to capitalize on the opportunity.

BY DAWN’S EARLY LIGHT: BATTLES TRUMP’S ‘BIG, BEAUTIFUL BILL’ WILL FACE IN THE SENATE

Can you top a name like that? «Congressman Kindness.» No wonder it was such a challenge for the upstart, future Speaker with the unpronounceable, Teutonic surname.

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But Boehner won. And even though he felled Lukens and Kindness, it was not a done deal that Boehner would win the general election.

Boehner ran against Democrat Greg Jolivette, the mayor of Hamilton, Ohio, the biggest city in the 8th Congressional District. Jolivette was best known for changing the name of «Hamilton,» to «Hamilton!» in the 1980s. He also ran Jolly’s Drive-Ins in Hamilton. Imagine 1970s hamburger joints where you can order from your car, bedecked in orange.

But we’re talking about «Cheers» here. Not «Happy Days.»

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Wendt was at the height of his popularity during the summer of 1990 as Boehner and Jolivette barreled toward a general election faceoff. So Wendt appeared on late-night TV on «The Arsenio Hall Show.»

Look him up, kids.

Hall’s syndicated show was never going to beat NBC’s «The Tonight Show with Johnny Carson» in the ratings. But the program scored major headlines in 1992, when future President Bill Clinton played saxophone on the show in an effort to appeal to a younger demographic, which gravitated to Hall rather than Carson.

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George Wendt as Norm Peterson

Wendt’s portrayal of Norm earned him six consecutive Emmy nominations for Best Supporting Actor in a primetime series. (Herb Ball/NBCU Photo Bank/NBCUniversal via Getty Images )

Clinton’s appearance was a seminal moment in American politics and may have helped him win the election. Certainly the most important political event on Hall’s show. Wendt’s appearance proved to be the second-most important.

Jolivette was Wendt’s brother-in-law. He periodically parachuted into Ohio’s 8th District to campaign for Jolivette and against Boehner. So Hall asked him about Wendt’s political involvement and Jolivette.

Wendt proceeded to essentially libel Boehner on the air. Wendt never mentioned Boehner by name. But Wendt mixed up Lukens and his sex scandal with Boehner. On national TV, no less.

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«The guy he’s running against had some problems a while back,» said Wendt, referring to Jolivette’s opponent, but mixing Boehner up with Lukens. «The guy from the 8th District had some convictions, some felony or a misdemeanor or something. So I think it’s time for a change. One thing’s for sure, I know, Greg’s not going to be a criminal.»

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Hall is an Ohio native. But he was apparently not versed in the Lukens scandal – even though it was a national story and commanded daily headlines. He didn’t inquire further or correct Wendt. After all, this was a late-night comedy and variety show. Not «Meet the Press.»

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A publicist for Hall blamed the issue entirely on Wendt, saying the host has no control over «what (guests are) going to say.»

Things then turned nasty when Boehner’s team put out a statement.

«We, like a lot of viewers, are confused about the conversation last night. We don’t know if they were talking about Congressman Lukens’ problems or perhaps the theft complaint filed with the Hamilton (Ohio) Police against Greg Jolivette,» said the Boehner campaign.

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American comedian and talk show host Arsenio Hall poses for a portrait sitting in his chair in Los Angeles, California, circa 1991.

American comedian and talk show host Arsenio Hall poses for a portrait sitting in his chair in Los Angeles, circa 1991.  (Bonnie Schiffman/Getty Images)

Jolivette’s campaign argued this was an old allegation and it wasn’t true. They then demanded that Boehner fire Barry Jackson, Boehner’s campaign manager. Jackson called the episode «cheap gutter politics.»

Boehner himself pinned the case of mistaken identity on Wendt. He believed the actor should have been more responsible for what he said on national TV.

Boehner didn’t fire Jackson. Jackson worked with Boehner for years and later served as his chief of staff when he became House speaker.

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Wendt’s gaffe was not fatal for Boehner. Even though there were nearly as many Democrats as Republicans registered in the 8th District in those days, it had elected Republicans for years. And Boehner vanquished Jolivette 61-39 percent in the general election.

The rest is history for Boehner.

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Fast-forward to today. Boehner took to X after the actor’s death. The former Speaker explained how Wendt was the brother-in-law of his opponent and «went on a late-night TV show and said some tough things.» 

Boehner said that Wendt was «confusing me with someone else. He called later to apologize and we had a great conversation. Raising a glass tonight to the man America will always remember as Norm.»

Or, as they might say on the show, «Cheers.»

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Politics,Congress,Senate,House Of Representatives

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Hay una decisión estratégica de Trump de ir contra las universidades

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-¿Cómo era el Estados Unidos al que llegó cuando fue a estudiar y cómo es el de hoy en el que vive y da clases?

Yo llegué en 1991 a Harvard a hacer mi doctorado, y era el Estados Unidos de Bush padre. Luego ganó Clinton. Era el Estados Unidos del fin de la Guerra Fría, triunfante donde se había acabado la historia, y la democracia y el capitalismo habían triunfado. Había caído la Unión Soviética. Dos años antes de que yo empezara las clases, se había caído el Muro de Berlín. Era un Estados Unidos muy seguro de sí mismo, que creía que no tenía ningún competidor internacional y que hablaba de un mundo donde iba a haber un nuevo orden liberal, donde iban a cambiar las normas. Yo era estudiante de doctorado, llegué con 23 años y me acuerdo de que me resultaban superaburridas las relaciones internacionales, que era básicamente cómo veía Estados Unidos al mundo, como que todo ya estaba resuelto.

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Sí, con Europa, ese era el momento de la conformación de la Unión Europea. Estados Unidos no se sentía desafiado por la Unión Europea y por supuesto mucho menos por los países comunistas que estaban en crisis. En 1989 fue Tiananmen (la rebelión y posterior represión en la mítica plaza de Beijing). En Estados Unidos había una gran apertura como política pública en participar a la gente de todos esos países. Nosotros, la América Latina dejamos de importar completamente porque se había acabado la Guerra Fría. Había un esfuerzo de traer a líderes de países pos comunistas en el proceso de democratización inminente que iba avanzando por el mundo.

Nada que ver. En este momento se ve a Estados Unidos tratando de entender lo que ve como el fin de su dominación mundial, el fin de su hegemonía con desafiantes, el principal, China en este momento y es como una especie de renovación de la Guerra Fría, pero con un mundo que se reorganiza y que no le pregunta a Estados Unidos qué es lo que hay que hacer.

-Usted dice que las guerras y la Guerra Fría generan nacionalismo. ¿Usted ve un fin de la dominación hegemónica?

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Hay algo de eso, de cómo puede ser que Estados Unidos haya dejado de ser la hegemonía, de cómo puede ser la decadencia del imperio americano. Eso se ve. Creo que la reacción, a diferencia de la posguerra, pareciera acelerar el proceso. En la posguerra hubo un momento de mucho nacionalismo y encierro, pero también de mucha inversión en la infraestructura, en la tecnología. Se inició una alianza entre las las universidades y el gobierno norteamericano que cambió dramáticamente a las universidades, cuya tarea primaria pasó a ser la investigación para que Estados Unidos se transformara en un foco de innovación. Se definían áreas prioritarias para que no las ganaran los soviéticos. Y ese fue un momento muy álgido para Latinoamérica, para nosotros porque el fue el gran momento de los estudios latinoamericanos.

-¿Hay una guerra de Donald Trump contra las universidades?

Es una guerra contra las universidades, pero un desinterés también. Demolieron el National Cancer Institute ¿Y cómo te ayuda en tu avance geopolítico a acabar con la investigación del cáncer? Cerraron o o casi deglutieron no sólo en las universidades, sino todas las instancias de investigación y ciencia en el gobierno directamente (la NASA y los Institutos de Oceanografía y Meteorología, por ejemplo). Es lo opuesto a lo ocurrido en la posguerra. La estrategia es «si Uds. no hacen lo que yo digo (y es lo que acaba de decir la ministra de Educación) nosotros los vamos a atacar». Entonces hay una concepción estratégica.

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-¿Y el votante, o sea, lo que conocemos como “la calle”, se interesa por lo está haciendo Trump con las universidades?

Me parece que él pensó que las universidades eran un objetivo fácil. Hay uno de esos programas cómicos de la noche que salían a defender a Harvard diciendo “claro, la mayor parte de los norteamericanos no tienen ninguna relación con Harvard, excepto que les hayan mandado una carta diciendo que no los admitieron.” Son poco simpáticas las universidades de élite, fíjate que no está atacando a las universidades públicas, está atacando a todas, pero lo que hace fuerte y lo que llega a la prensa son las universidades de élite. Y las universidades de élite no son muy populares, porque primero son muy exclusivas, caras.

-Usted diría que “la gente les tiene bronca”.

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La realidad que no ven es que afecta la investigación. Por ejemplo, Harvard tiene todo un sistema hospitalario que atiende gente y la gente no lo asocia con Harvard. Ciertas drogas o ciertos métodos o el GPS, el teléfono, todo esto sale de investigación de las universidades, pero la gente no hace esa conexión.

-Hay versiones de que hay una venganza personal de Trump contra Harvard porque habrían rechazado la entrada como estudiante de su hijo Barron entre otros enojos. ¿Qué opina?

Lo mismo dicen de Columbia. Pero Barron vive en las Trump Tower y va a la NYU. Y no me parece que por como la madre (Melania) lo cuida, hubiera podido ir a una universidad fuera de Nueva York porque él quiere vivir en su casa. De hecho, NYU tiene que haber hecho una excepción para dejarlo vivir en su casa. Me imagino por los riesgos que lleva a ser hijo del Presidente, no es que puede andar por cualquier lado. Pobre chico. Hay mucho de telenovelas de que Trump le sacó millones a Columbia porque era la plata que Columbia no le quiso pagar por un terreno que él le quiso vender a la universidad. La opción de atacar a Harvard y a Columbia, para mí es estratégica. Las dos universidades, hagas lo que hagas, siempre están en la tapa de los diarios, incluso cuando no se las menciona. Cuando es genérico el artículo incluso siempre usan la foto de Columbia.

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-Se compara el macartismo en los años 50, o las persecuciones tras los atentados a las Torres Gemelas de 2001 ¿qué semejanzas y diferencias encuentra?

Yo no estudio el macartismo ni lo viví, pero afectó, por lo que entiendo a las universidades de forma importante. Hubo mucha persecución a los científicos, el miedo que se escapara la bomba atómica. Sí me acuerdo del 9/11, y ahí hubo un proceso pesado para la gente de origen árabe, sobre todo viajar en avión, profesores que se fueron porque no podían ir en avión. No fue tan grave en las universidades, excepto tal vez el caso con los estudiantes de origen árabe.

-¿Fue igual lo que pasa en el gobierno primer gobierno de Trump?

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En el primer gobierno de Trump ya hubo esta cosa de que los chinos estaban espiando. No fue muy masivo. Pero recordemos que en su primera administración (Trump) no controlaba el Congreso. Llegó un poco como Milei acá, inesperadamente. Todo el primer período fue con gente que entraba y salía, y él no tenía un equipo, como ahora, formado que coincidiera en sus ideas y representara una coalición tan grande como lo es ahora, que controla el Congreso. Durante su primer mandato nombró muchos jueces, no solo en la Corte Suprema. Ayer salió criticar que por qué le habían aconsejado jueces que después no fallan en su favor. Me parece un cambio muy dramático en esta sensación de «el poder soy yo». Lo que es nuevo para las universidades y para todas las organizaciones de la sociedad civil que también se ven afectadas en esta batalla cultural o geopolítica es esto de que el Presidente esté ignorando los contrapesos o aceptándolos a regañadientes (el freno institucional). Es mucho el poder del Presidente.

-¿Esto es wokismo al revés?

Sí, el término wokismo es raro, pero como dijo alguien acá, wok es una cosa, una sartén china para cocinar. Hay universidades de derecha, no es que no haya, hay universidades cristianas. Hubo todo un movimiento para salirse del sistema educativo que esa gente está en la coalición de Trump, de la escuela en tu casa. Madres que se quedaban en la casa y les enseñaban a los niños y que rechazaban el sistema educativo. Hay todo un movimiento de ideas de derecha. Pero me parece que la idea es ser un movimiento que se marginaba del sistema y ahora lo que ellos quieren es tomar el sistema porque sienten que lo perdieron.

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-¿La democracia está en peligro en los Estados Unidos?

Sí. La democracia está siendo tensionada. El presidente, si bien por el sistema político democrático él fue electo, tiene actitudes autoritarias como la de ignorar las cortes, el Congreso, o pretender que el Congreso haga exacto lo que él dice, pero sobre todo la relación con las cortes judiciales, que son estratégicas. Hay mucha gente con miedo, como que el debido proceso, que es algo que caracteriza al estado de derecho, no necesariamente se está aplicando. Hay gente a las que se las deporta sin que haya cometido delito.

-¿Hay autocríticas sobre los excesos en el discurso progresista, al autoritarismo woke?

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Hay todo un movimiento ahora de mucha discusión, de varias dimensiones. Una es la dimensión burocrática, un proceso de burocratización de lo que se llamaba diversity, equity and inclusion (diversidad, equidad, inclusión),

Hubo un gran crecimiento de las burocracias universitarias a cargo de promover esto. Más allá de que tenía tal vez algún carácter, o sea, eso hubo eso hay una cosa de mucha crítica de que en vez de hacer cosas sustantivas, después otras que entonces, por ejemplo, esas burocracias generaban reglas que había que cumplir. Por ejemplo, aplicabas a un trabajo y había estos Diversity statements, tenías que escribir una carta explicando cómo eras diverso o te afectaba la diversidad y te das cuenta de que eso generaba malestar y era una regla que encima venía impuesta por la burocracia universitaria.

-Trump apuntó contra las marchas universitarias, los campamentos, las banderas pro palestinas, y ciertas agresiones a estudiantes (judíos)…

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No, hay financiamiento de muchos lugares en las universidades y es abierto Nosotros tenemos en Columbia un centro de estudios sobre Israel que tiene obviamente financiamiento pro-Israel. Tenemos otro, Edward Said, una gran figura de la historia Palestina. Otro de China. Hay de Brasil. Podes decir que muchos de los que se movilizaban eran palestinos. Después se sumó mucha gente, en parte la masividad, al menos en el caso de Columbia, tuvo que ver con que mandaron a la policía y entonces todos estos chicos, en su mayoría eran chicas, en todas las protestas….cuando sus amigos estaban presos, se transformó en una causa universitaria. Pero allá hay mucho menos tolerancia por la protesta en la calle que acá.

-Pero no sólo Trump dice que a las universidades las domina el Partido Comunista Chino y las acusa de antisemita.

No. Para nada. Para mí eso no es verdad. Hay distintas voces en las universidades. Yo conozco tres, que son Harvard, Yale y Columbia, porque son donde estudié y trabajé. Siempre hubo distintas voces. Los estudiantes no tienen la misma posición. Se discute, se debate y hay como una caricaturización de lo que sucede. Esa es mi perspectiva.

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María Victoria Murillo, académica argentina. Hoy es la directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos y profesora del Departamento de Ciencias Políticas y de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia.

Una académica argentina que es testigo de la transformación social y educativa de EE.UU.

Como una de los argentinos que tras hacer su carrera de grado en la Universidad de Buenos Aires viajó a estudiar a los Estados Unidos y navegó todas las instancias del sistema de las universidades más prestigiosos de ese país, María Victoria Murillo, “Vicky Murillo” para sus amigos, es testigo de la profunda transformación de ese país entre el fin de la Guerra Fría y el surgimiento de la nueva derecha que encarna Donald Trump. También de su guerra contra los principales centros de estudio hoy.

Tras pasar por Harvard, Yale y Columbia, vive hoy en Nueva York con su marido y su hija. Allí encara sus investigaciones, pero no deja de vincularse en lo personal y académico con su país. Es investigadora correspondiente en el CONICET (ad honorem) con sede en la Universidad de San Martín y profesora visitante en otras instituciones.

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¿Qué semejanzas y diferencias encuentra entre Trump y Milei, entre lo que ocurre e Estados Unidos y Argentina?

Me parece que Milei copia mucho a Trump. El gran parecido es que ambos vienen del mundo de la televisión. Son personajes de televisión. Uno vende que es multimillonario y el otro vende que es economista, lo cual en un país como Argentina es un asset (por un activo). Es una cosa muy valiosa dados los problemas eternos de la economía. Para la Argentina es importante y sobre todo por la ayuda financiera (de EE.UU. ante el FMI), que fue super importante.

Tal vez porque Milei está en su primer término, llegó más como Trump en 2016 por casualidad, por enojo. No tiene esa coalición, ese programa tan formado que hay detrás de Trump hoy. O sea, está más parecido Trump 1 que a Trump 2.

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-¿Y la a la democracia en Argentina cómo la ve?

Mira, lo he dicho varias veces, que la razón por que (la democracia en Argentina) es floreciente no es por sus instituciones, sino porque la gente se moviliza. Es ahí donde yo prestaría atención a si veo un cambio. No es que las instituciones sean tan fuertes, porque muchas veces las cambiamos, las doblamos, las ignoramos. Yo he escrito sobre la debilidad institucional. Eso no es nuevo. Lo que es nuevo es que la gente le ha puesto más límites a Milei que los políticos. Con lo de la universidad, con lo de los LGBT, como que cuando él se pasa, ahí siempre la gente sale a la calle. Y me parece que eso le va a poner por ahora más límites.

-Pero las elecciones en CABA ganó el candidato de Milei por la economía…

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No digo que no lo apoyen. Yo creo que, por ejemplo, en la gente que fue a la marcha universitaria debe haber montones de votantes de él. Pero justamente él dice, «Ah, bueno, esto mis votantes no lo quieren.» No son sus diputados ni sus senadores ni los senadores de la oposición los que lo hacen tirarse atrás. Fue la gente en la calle. El sistema en Estados Unidos es más dependiente de las instituciones. Los frenos son las instituciones. Te acepto que las formas (de Milei) son espantosas. Yo di una charla antes de venir donde decía a unos estudiantes, Trump es polite es re amable comparado con Milei. Milei no se puede creer las cosas que dice. Pero acá había problemas institucionales antes de Milei.

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Maria Victoria Murillo es profesora titular de Ciencia Política y de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales y directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Columbia, EE.UU. Es graduada de Ciencia Política de la UBA, y recibió su maestría y doctorado de la Universidad de Harvard. Tiene postgrados en la Russell Sage Foundation y fue becaria de la Fundación Fulbright. Trabaja sobre economía política, comportamiento electoral, debilidad institucional, y políticas públicas en América Latina. Publicó, entre otros La Ley y la Trampa (Siglo XXI Editores 2021) coautoreado con D.Brinks y S. Levitsky; Labor Unions, Partisan Coalitions, and Market Reforms in Latin America (Cambridge University Press 2001); Political Competition, Partisanship, and Policymaking in Latin America (Cambridge University Press 2009); Non-Policy Politics. Poor Voters, Richer Voters and the Diversification of Electoral Strategies (Cambridge University Press 2019) con Ernesto Calvo). Co-editó varias publicaciones, entre ellas, Discutir Alfonsín (Siglo XXI) con M. Pecheny y R. Gargarella.

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Al toque

Un/a líder: Michelle Bachelet

Una sociedad: la argentina.

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Un recuerdo: El nacimiento de mi hija.

Un placer: Hacer cerámica.

Un sueño: Viajar sin rumbo por America Latina

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Una pelicula: Good night and good luck.

Una serie: El Zorro y Seinfeld

Un libro: El hombre que amaba a los perros de (Leonardo) Padura

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Un desafío: Contribuir desde la academia a la consolidación de democracias que respondan a las necesidades de sus ciudadanos.

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