Connect with us

INTERNACIONAL

Rusia cierra una turbulenta campaña electoral tras la muerte de Alexei Navalny y la presencia todopoderosa de Putin

Published

on


El presidente ruso, Vladímir Putin, cerró este jueves la campaña electoral con el claro objetivo de perpetuarse otros seis años en el Kremlin, algo más que probable, según todas las encuestas, mientras aumentan los llamamientos para que Occidente no reconozca los resultados de los comicios presidenciales.

La campaña ha sido turbulenta, marcada por la muerte de Alexei Navalny en una remota cárcel en el Ártico, y con un Putin que ha estado centrado en reforzar su imagen de comandante supremo de las Fuerzas Armadas en medio de la ofensiva en el Donbás ucraniano. También se ha centrado en promover la importancia de acelerar la producción de la industria militar, donde trabajan, según algunos cálculos, 3,5 millones de personas.

«El mundo debe asumir de una vez por todas que Putin no es quien aparenta. En realidad es un usurpador, un tirano, un criminal de guerra y un asesino«, dijo Yulia Naválnaya, viuda del fallecido Navalny, en un artículo publicado esta semana en ‘The Washington Post’.

Los 112 millones de rusos convocados a las urnas podrán votar durante tres días -viernes, sábado y domingo-, una opción introducida durante la pandemia, que la oposición considera fraudulenta, al igual que el voto electrónico, que podrá ejercer un tercio del electorado.

Yulia Naválnaya, viuda del fallecido Navalny, habla ante el Parlamento Europeo. Foto: 
FREDERICK FLORIN / AFPYulia Naválnaya, viuda del fallecido Navalny, habla ante el Parlamento Europeo. Foto:
FREDERICK FLORIN / AFP


Putin se dirigió el jueves a los rusos por televisión para que acudan a votar en unos comicios que calificó de «paso hacia el futuro» y subrayó que los soldados que combaten en Ucrania «defendiendo la patria con valentía y heroísmo y participando en las elecciones, nos dan ejemplo a todos nosotros».

Victoria histórica de Putin, según sondeos

Pese a que más de la mitad de los rusos abogan por abrir negociaciones de paz con Ucrania y los éxitos en el campo de batalla ucraniano llegan con cuentagotas, Putin cuenta con una intención de voto de más del 80%.

Advertisement

La Administración presidencial había informado a la prensa de que buscaba una victoria histórica para respaldar el rumbo militarista del Kremlin y todo apunta a que la logrará, ya que Putin nunca había ganado unos comicios por más del 77 % de los votos.

 Putin cuenta con una intención de voto de más del 80 %. Foto: Reuters Putin cuenta con una intención de voto de más del 80 %. Foto: Reuters

La Comisión Electoral Central (CEC) sólo registró a tres candidatos, ninguno de ellos realmente opositor: el comunista Nikolái Jaritónov y el candidato de la Gente Nueva, Vladislav Davankov, que cuentan con un 6 % de intención de voto, y al ultranacionalista Leonid Slutski, que figura como tercero en discordia con un 5 %.


Al reformar las cláusulas de la Constitución que le impedían seguir en el Kremlin, Putin podrá presentarse de nuevo a la reelección en 2030, para cuando tendrá ya 77 años.

Votación en los territorios ocupados

La presidenta de la CEC, Ela Pamfílova, aseguró que «por primera vez» las elecciones se celebran en «una atmósfera internacional tan tóxica» y acusó a los países occidentales de «una cínica violación sin precedentes» del derecho al voto de los rusos que residen en el exterior.


«Esta no es simplemente una elección de presidente, está en juego el destino de Rusia, qué hacer en el futuro. Por cierto, en gran medida (estas elecciones) determinarán cómo se desarrollará el mundo. La transición del monopolio injusto a unas relaciones igualitarias entre países», proclamó.

También votarán las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Foto: AFPTambién votarán las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Foto: AFP

Pamfílova, que es acusada por la oposición de manipular los resultados electorales desde que asumió el cargo en 2016, adelantó que estos días también votarán las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y las regiones Zaporiya y Jersón, en alusión a los cuatro territorios ucranianos anexionados por Rusia.

Hasta 4,5 millones de residentes en las zonas ocupadas por el Ejército ruso podrán ejercer su derecho al sufragio, incluso aunque carezcan de ciudadanía rusa, de los muchos de ellos ya han votado por adelantado.

El factor Navalny

Advertisement

El momento más álgido de la campaña fue la muerte de Navalni en prisión -y de la que la familia y Occidente responsabilizan a Putin-, pero el Kremlin espera que dicho factor no manche su victoria.

«Considero que lo mataron. Fue una decisión premeditada. Creo que lo hicieron con veneno«, comentó a EFE Guennadi Gudkov, antiguo diputado ruso exiliado en Bulgaria.

Gudkov, que trabajó en el Servicio Federal de Seguridad (FSB), cree que las autoridades decidieron vengarse del opositor por «todas las humillaciones» a las que las sometió a lo largo de los años con sus denuncias de corrupción.

«El organizador fue Putin», señaló Gudkov, quien recordó que el plan inicial era que Navalny nunca abandonara la cárcel, pero cambiaron de idea tras admitir como un «gran error» el indulto concedido al magnate Mijaíl Jodorkovski en 2013.

No reconocer los resultados

Por todo ello, Naválnaya, el encarcelado opositor Vladímir Kara-Murzá y Gudkov se dirigen a los líderes, parlamentos y sociedades occidentales con una sola demanda: que no reconozcan unas elecciones «totalmente falsificadas», cuyo único objetivo es «retener el poder».


«Occidente no debe reconocer los resultados. Reconocer a Putin como jefe de Estado tras las elecciones será una muestra de debilidad», afirmó.

Advertisement

Aseguró que «nunca ha habido en Rusia elecciones tan criminales», ya que tienen lugar cuando las tropas rusas violan el derecho internacional y cometen «crímenes de guerra» en Ucrania.

«No pedimos que cierren las embajadas», dijo y añadió que, al menos, los países occidentales «no deben reconocer las elecciones como legítimas».



Source link

INTERNACIONAL

Richard Sorge, una vida de novela: a 80 años de la captura y ejecución del espía más notable de la Segunda Guerra

Published

on


El 7 de noviembre de 1944, a las 10.20 de la mañana, Richard Sorge fue ahorcado en la prisión de Sugamo. Frente al patíbulo, había un altar budista. De acuerdo a todos los testimonios “se mantuvo sereno y tranquilo”. Minutos antes, la misma suerte había corrido su amigo y colaborador en la red de espías Hotsumi Ozaki.

Curiosamente, ese día, era el 27° aniversario de la Revolución bolchevique, la causa a la que Sorge había ofrendado casi toda su vida. Pero cuyos jerarcas del momento, con Stalin a la cabeza se desentendieron de su suerte.

Ian Fleming, el creador de James Bond, consideró a Sorge como “el más formidable espía de todos los tiempos”. Un hombre que, en plena Segunda Guerra Mundial, tenía acceso a los más altos mandos de los gobiernos más temibles: el de Hitler en Alemania, el de Stalin en la URSS (para el que espiaba) y el de los ministros del Imperio japonés.

Sorge fue quien le avisó a Stalin que Hitler iba a quebrar sin complejo alguno el pacto de no agresión Molotov-von Ribbentrop firmado en 1939 y que iba a invadir la URSS. Había conseguido la información de una fuente inobjetable como todas las que manejaba: el agregado militar alemán en Tokio.

Stalin no le creyó (le atribuyen ironías como “¿por qué voy a atender a los avisos de un pervertido que organiza fiestas en Tokio”). Y el 22 de junio de 1941, el ejército alemán lanzó su demoledora ofensiva –la Operación Barbarroja– que en pocas semanas lo llevó hasta las puertas de Moscú.

Pese a que la paranoia de Stalin y sus asesores –responsables de múltiples masacres de su propia gente- los llevó a ese error, con millones de vidas como costo, Sorge igual siguió trabajando para su país. Y semanas más tarde, envió otro aviso, que esta vez sí fue atendido: “Japón no atacará”. No pudo hacer mucho más, lo detuvieron en octubre y su red fue desmantelada.

Advertisement
Richard Sorge, periodista alemán en Tokio y espía soviético. Foto: AFP

John LeCarre lo definió como “un comedian­te en el sentido de Graham Greene, un artista en el sentido de Thomas Mann».

Alto, rubio, de ojos azules, bebedor y mujeriego, su vida derrochaba glamour. Pero era un superdotado, culto, políglota. Periodista excepcional, llegó a Tokio como corresponsal del Frankfurter Zeitung. Y detrás de esa tapadera, armó la red de espionaje que le permitió infiltrarse en los más altos niveles de Japón y de Alemania: era el hombre de confianza íntima del embajador Ott (y amante de su mujer).

Los orígenes

Sorge nació el 4 de octubre de 1895 en Bakú, la capital de Azerbaiyán, por entonces parte del imperio zarista. Su padre –ingeniero- era alemán y su madre, rusa. Cuando tenía tres años, se trasladaron a Alemania y con Richard muy joven, este se enroló como voluntario en las filas del ejército del Kaiser durante la Primera Guerra Mundial. Recibió la Cruz de Hierro “por el valor en combate”, también sufrió heridas y arrastró desde entonces, una leve cojera… que no le impidió llevar su vida de película.

Lector infatigable y estudiante relevante –se doctoró en Ciencias Políticas en la Universidad de Berlín- luego de la Gran Guerra quedó envuelto en el desencanto de toda la población de su país, especialmente los jóvenes. Algunos derivarían hacia el nazismo, otros hacia las ideas socialistas en expansión desde el triunfo de la Revolución rusa. Sorge se vinculó a la Internacional Comunista-Comitern después de un encuentro en Frankfurt, hacia 1924.

Trabajaba como periodista para medios influyentes de Alemania y era una tapadera perfecta: accedía a los círculos más altos en cualquier lugar que necesitara. Aunque al principio se movió por Gran Bretaña y los Países escandinavos, luego lo destinaron a Shanghai –iba como corresponsal de Soziologische Magazine- allí fue el primero en avisar que Japón iba a invadir China. También, avisó del pacto Anticomintern que Alemania y Japón sellaron en 1936, una alianza que sería fundamental para el estallido de la nueva guerra.

Para la Internacional Comunista era clave contar con un espía de primer nivel y la reputación periodística de Sorge había crecido en Alemania, aún con Hitler en el poder desde 1933. Y hasta recibió el carnet de afiliado al partido nazi: el número 2.751.466…

Advertisement

Con la URSS envuelta en purgas, que liquidaron a todo su staff de oficiales y servicios secretos, y con Stalin cada vez más poderoso, aún así Sorge –observador lejano- no perdió su fe en el socialismo.

Enviado a Tokio como corresponsal de uno de los diarios más importantes de Alemania, el Frankfurter Zeitung- llevaba una vida doble, triple… múltiple. Se movilizaba en moto, leyó un millar de libros japoneses en las primeras semanas para empaparse de esa cultura, concurrió a todas las fiestas y recepciones. Se ganó la confianza del agregado militar alemán (y luego embajador) Ott, convivía con una mujer japonesa,, giraba con otras amantes –entre ellas, la mujer del propio Ott- y armó una formidable red de espías. Esta se inició con otro periodista: Ozaki Hotsumi, consejero del primer ministro Kone Fumimaro.

Josef Stalin y el político soviético Nikolai Bukharin, en una imagen de noviembre de 1930. Foto: AP Josef Stalin y el político soviético Nikolai Bukharin, en una imagen de noviembre de 1930. Foto: AP

“La vida de Sorge como espía era bastante atípica. Era un gran bebedor y un mujeriego empedernido. A menudo se le podía ver deambulando por Tokio en su motocicleta, yendo de bar en bar con otros periodistas y retozando con una interminable retahíla de amantes. En realidad, con esta actitud desvió las posibles sospechas que su actividad como agente secreto pudieran levantar, permitiéndole trabajar sin ser molestado durante siete años. De hecho, su casa estaba a unas pocas calles de las oficinas de la policía japonés encargado de controlar a los grupos políticos. Trabajando así, Sorge podía enviar información vital para el Kremlin”, describe una de sus biografías.

La red de colaboradores incluía un operador de radio alemán, Max Clausen, un periodista croata (Branko Vukelic, corresponsal de la agencia Havas) y a un conocido pintor japonés, Yotoku Miyagi, afiliado –en la clandestinidad- al comunismo de su país.

El historiador británico Owen Matthews, autor de una de las más recientes y completas biografías de Sorge, señaló que éste “fue quizás el único hombre sobre la tierra que pudo ingresar, al tiempo, al círculo íntimo de Hitler, el primer ministro japonés Fuminaro Konoe y Stalin. Es muy difícil pensar en un espía tan bien conectado. Sorge no solo estaba a un grado de separación de todos los actores de la Segunda Guerra Mundial; además, tenía trato directo y constante con importantes funcionarios alemanes y fue muy competente a la hora de establecer una relación directa con el embajador y con mucha gente que confiaba en él”.

Matthews también apuntó: “Quizás sin proponérselo, su imagen de fiestero y mujeriego, al que se le veía recorriendo Tokio de bar en bar en motocicleta, ayudó a disimular durante años su labor como espía. La inteligencia estadounidense calculaba que durante el tiempo que residió en Tokio tuvo aventuras con, al menos, treinta mujeres. La facilidad con la que conseguía adaptarse de un entorno a otro, de un lugar, mujer o amigo al siguiente resultaba asombrosa. Hombres y mujeres por igual encontraban irresistible su carisma autodestructivo”.

El periodista Richard Sorge logró llegar al círculo íntimo de Adolf Hitler. Foto: EFE  El periodista Richard Sorge logró llegar al círculo íntimo de Adolf Hitler. Foto: EFE

La caída

A pesar de que Stalin desoyó su aviso de la invasión nazi, Sorge igual siguió trabajando para la URSS. Y el 14 de septiembre de 1941, envió otro mensaje, que sería crucial en el devenir de la guerra: “Japón no atacará a la Unión Soviética si los alemanes no logran tomar Moscú”.

Esta vez, Stalin aceptó el aviso. Ordenó que las tropas apostadas en Siberia retornaran a Moscú y fueron decisivas para contener el avance nazi sobre la capital, cuando ya divisaban las cúpulas del Kremlin. “En diciembre, quince divisiones de infantería, tres divisiones de caballería, mil quinientos tanques y unos mil setecientos aviones fueron reubicados”, precisa el historiador británico Owen Matthews. Para febrero de 1942 los soviéticos habían ganado la batalla y los alemanes estaban en retirada. Fue un gran triunfo para Sorge; sin embargo, para ese entonces su exitosa carrera como agente secreto también había concluido.

Advertisement

También se escribió que Sorge alertó sobre el ataque japonés a Pearl Harbor, que provocaría el ingreso de Estados Unidos en la contienda. Pero esto no ha sido verificado. Y difícilmente se haya producido: cuando los japoneses destruyeron las costas en Hawaii, Sorge ya estaba detenido.

¿Cómo cayó? En una redada de la Kempeitai –la policía militar del ejército imperial- detuvieron al pintor Miyagi. Y este, en la mesa de torturas, confesó que Sorge comendaba una red de espías, informantes de la URSS. A Sorge se lo llevaron el 18 de octubre.

El desmantelamiento de la red recién fue publicado en la prensa de Tokio siete meses después, en mayo de 1942. Generó una crisis de confianza entre los servicios secretos y diplomáticos de Alemania y Japón. Y, de hecho, fue el final de la carrera para todos los jefes nazis asignados en Tokio, que le habían brindado su máxima confianza a Sorge con el embajador Eugen Ott y el siniestro jefe de la Gestapo, Josef Meisinger, conocido como “El carnicero de Varsovia”, a la cabeza.

En los tres años en los que Sorge estuvo encerrado en la prisión de Sugamo, Japón le propuso tres veces al régimen de Stalin el intercambio por prisioneros japoneses. La respuesta fue: “No conocemos a Richard Sorge”.

Pasarían otros veinte años hasta que finalmente la URSS, desaparecido ya el stalinismo aunque no el régimen comunista, admitiera los fabulosos servicios que Richard Sorge le había prestado a su país.

Homenajes

En 1950, Ishii Hanako-san, la amante japonesa de Sorge, pidió la exhumación de sus restos, que estaban en una fosa común del cementerio de la prisión. Los trasladó a una tumba en el cementerio de Tama, al oeste de Tokio, donde se encuentran desde entonces. Hanako-san escribió el epitafio: «Aquí descansa un valiente guerrero que consagró la vida a luchar contra la guerra y en favor de la paz en el mundo».

Advertisement

Pero también hay una inscripción oficial en idiomas alemán, ruso y japonés: “Al héroe de la Unión Soviética, Richard Sorge, 1895-1944”.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de Estados Unidos que habían ocupado Japón encontraron los detalles del caso Sorge y en 1949 publicaron el “Informe Sorge” durante una conferencia en Tokio, causando un gran impacto.

Recién en 1964, la URSS admitió que Richard Sorge fue uno de sus espías y Nikita Jruschov, antes de su propia caída, le concedió el título de “Héroe de la Unión Soviética”. Además, le otorgó una pensión vitalicia a su compañera Ishii Hanako-san, quien murió en el 2000. La República Democrática Alemana le dedicó calles y monumentos, tanto en Berlin como en Dresden, varios de los cuales subsisten luego de la unificación.

Continue Reading

LO MAS LEIDO

Tendencias

Copyright © 2024 - NDM Noticias del Momento - #Noticias #Chimentos #Politica #Fútbol #Economia #Sociedad