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Sexo, traiciones y una grave acusación: Donald Trump y un juicio histórico acusado de «asociación delictiva»

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La acusación lo quiso dejar en claro el primer día: el juicio contra Donald Trump – la primera vez en la historia que un ex presidente de EE.UU. está sometido a un proceso penal– no es un escándalo sexual sino que va mucho más allá de eso. A pesar de que en la trama se habla de infidelidad con una actriz porno, una conejita de playboy y de una serie de traiciones, la acusación contra el ex jefe de la Casa Blanca dijo este lunes que el caso es «un intento de interferencia en las elecciones de 2016», para ocultar a los votantes información negativa sobre el candidato a la Casa Blanca. Trump negó los cargos y se declaró inocente.

De traje oscuro y corbata azul, Trump, de 77 años, estuvo presente en el tribunal de Manhattan en el primer día del juicio por el caso del pago a la actriz porno Stephanie Gliffords, hoy de 45 años, cuyo nombre artístico es Stormy Daniels.

En sus alegatos los fiscales afirman que, cuando ya era presidente, Trump permitió a su compañía falsificar registros para esconder los desembolsos que le había hecho a Michael Cohen, abogado y hombre de confianza de Trump, quien fue quien pagó US$ 130.000 a Daniels para que no hablara sobre la relación durante la campaña.

La Fiscalía se preocupó por enmarcar el proceso no como un delito menor (la falsificación de documentos contables) sino algo más grave (la violación de la ley de financiamiento de campañas electorales). Podría llegar a ser condenado a 4 años de prisión y ver complicada así su carrera política, aunque si igualmente ganara las elecciones en noviembre podría aún gobernar desde la cárcel.

«Este caso se trata de una asociación delictiva. El acusado, Donald Trump, ha orquestado un plan para manipular las elecciones de 2016. Luego lo ocultó mintiendo repetidamente en sus documentos empresariales en Nueva York», sostuvo Matthew Colángelo, uno de los tres fiscales, en su alegato inicial.

La trama

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«Al final, estamos seguros de que no tendrán ninguna duda razonable de que Trump es culpable de haber falsificado documentos con la intención de ocultar una conspiración ilegal para socavar la integridad de los comicios», agregó dirigiéndose a los 12 jurados, mientras el magnate sacudía la cabeza.

Evidentemente, sin decirlo, la fiscalía buscó ligar lo que sucedió en las elecciones del 2016 con su accionar 4 años después, en 2020, cuando desconoció el resultado de los comicios que dieron ganador a Joe Biden y supuestamente buscó manipular a autoridades electorales, según otro juicio que se le sigue aparte.

«Donald Trump es inocente, no ha cometido ningún crimen», aseguró el abogado Blanche, quien luego atacó la credibilidad de Cohen y Daniels calificándolos de mentirosos consumados, motivados por el resentimiento y el dinero.

El expresidente estadounidense Donald Trump y Todd Blanche, su abogado. Foto BloombergEl expresidente estadounidense Donald Trump y Todd Blanche, su abogado. Foto Bloomberg

Daniels dice que conoció a Trump en 2006, durante un torneo de golf en un hotel y que él la invitó a la habitación, donde tuvieron sexo. Daniels dio detalles del encuentro y llegó a describir el pene del magnate como “un hongo”. Se vieron algunas veces más, aunque ella nunca dijo que la relación fuera “romántica”.

Los encuentros sucedieron cuando Trump ya estaba casado con Melania y tenían juntos entonces un pequeño hijo, Barron. Pero 10 años más tarde, en 2016, en plena campaña electoral, Daniels quiso publicar la historia y allí el magnate habría decidido acallarla con dinero que luego no asentó como corresponde.

Los fiscales argumentan que era un patrón de delito del magnate: cuando había algún problema o historia que pudiera afectarlo en sus ambiciones electorales, compraba el silencio con pagos que luego no registraba contablemente como gastos de campaña.

Según los fiscales, la conspiración comenzó unos meses después de que Trump anunciara su candidatura en 2015 en una reunión entre él, su abogado Cohen y el editor del tabloide National Enquirer, David Pecker.

Los tres «decidieron ocultar la información negativa sobre el magnate para ayudarlo a ser elegido» utilizando la práctica de «catch and kill» del tabloide: comprar exclusivamente los derechos sobre una historia para no publicarla jamás y evitar que la publique en otro medio, argumentó la fiscalía.

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Así, Pecker primero pagó 30 mil dólares a un portero de la Trump Tower para enterrar el rumor de una supuesta paternidad extramatrimonial, luego 150 mil dólares a la conejita de Playboy Karen McDougal para silenciar su relación previa con el magnate. Y también ayudó a Trump cuando Stormy Daniels se acercó al tabloide para revelar su antigua aventura con el magnate.

Pecker le hizo saber del tema a Cohen, el abogado y mano derecha de Trump, quien pagó de su propio bolsillo 130 mil dólares y luego fue reembolsado por su jefe con una serie de cheques asentados como “servicios legales” en lugar de registrarlos como gasto de campaña. Cohen y Pecker, que entonces eran amigos de Trump, lograron acuerdos con la justicia y ahora testifican en el juicio contra el ex presidente.

Este es uno de los cuatro casos penales que afronta el magnate. Con diversas estrategias, Trump ha intentado aplazar los juicios para que no afecten su campaña electoral. Sin embargo, este proceso, que podría culminar en junio, podría ser el único que tendría una sentencia antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.

Hasta ahora la catarata de juicios que afronta Trump no parece afectarlo demasiado en los sondeos y sus seguidores siguen firmes junto a su líder que consideran que todo es una “caza de brujas”. Pero cuando está empatado en las encuestas con Biden y necesita salir al terreno para hacer campaña, debe estar empantanado al menos 6 semanas en New York para estar sentado en el banquillo.



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Tragedia aérea en Washington: confirman que un argentino y su hijo murieron en el choque entre el avión y el helicóptero

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Un argentino y su hijo, nacido en Chile pero criado en una familia de argentinos, se encuentran entre las víctimas fatales de la tragedia en Washington del miércoles por la noche, cuando un helicóptero militar chocó a un avión de American Airlines cuando aterrizaba en la capital estadounidense, proveniente de Kansas, explotó y cayó al río Potomac.

En la tragedia murieron todos los involucrados, 64 personas que iban a bordo del avión y los tres tripulantes del Black Hawk, dijeron las autoridades y el propio presidente Donald Trump en una conferencia de prensa. “Tristemente no hay sobreviviente alguno. Fue una noche oscura para nuestra nación, una tragedia de proporciones horribles”, dijo el jefe de la Casa Blanca.

No se difundieron la lista oficial de víctimas. Según supo Clarín, entre los pasajeros del avión comercial se encontraba un argentino que había abordado con su hijo de 13 años el vuelo 5342 en Wichita, Kansas, donde el chico había ido para una competencia de patinaje artístico, el deporte que practicaba. El Gobierno argentino confirmó la muerte del hombre y también de su hijo en comunicación con este diario.

Entre los pasajeros había varios miembros de la comunidad de patín artístico de Virginia, que habían ido a Kansas para el campeonato 2025 Prevagen US Figure Skating y a un campamento de entrenamiento.

Alrededor de 20 de los pasajeros eran patinadores competitivos o entrenadores, alrededor de un tercio de los que estaban a bordo, según una persona involucrada profesionalmente en el deporte que habló con The Washington Post bajo condición de anonimato. La persona confirmó que la lista de patinadores artísticos a bordo incluía menores de edad.

Entre los fallecidos también se encuentran dos renombrados ex patinadores artísticos rusos, Evgenia Shishkova y Vadim Naumov, dijo el Kremlin.

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En un comunicado, la Federación de Patinaje Artístico de Estados Unidos, el organismo rector nacional del deporte, dijo que «varios» miembros de su comunidad estaban en el vuelo con destino a Washington desde Wichita, donde se llevaron a cabo los campeonatos nacionales la semana pasada. Un portavoz de la Federación de Patinaje Artístico de Estados Unidos se negó a especificar el número.

El padre, que se había recibido de contador en la Universidad de Buenos Aires y luego continuó sus estudios en Estados Unidos, era vicepresidente de una empresa de energía eléctrica con sede en Arlington, Virginia, muy cerca del aeropuerto donde ocurrió la tragedia. Había vivido varios años en Chile.

Su hijo, de 13 años, practicaba patinaje artístico y, más allá de concurrir al colegio estadounidense, era alumno de la Escuela Argentina, una institución en las afueras de Washington donde asisten hijos de argentinos los sábados por la mañana para continuar cursando la currícula del país y estar en contacto con su comunidad.

La madre y esposa, también argentina, estaba esperando en el aeropuerto Ronald Reagan que aterrizara el vuelo donde llegaba sus familiares cuando poco antes de las 9 de la noche, hora de Washington, se produjo el accidente y todo se transformó en desesperación. Hasta allí habían llegado las autoridades de American Airlines que estaban en contacto con ellos.

Poco a poco fueron dando información a los familiares que estaban en el lugar, que temían lo peor. Por la mañana les habían dicho que ya no había esperanzas, pero la lista oficial de fallecidos se difundió más tarde.

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