Los reyes de España insistieron. Quince días después de haber sido recibidos con balas de barro por algunos vecinos, furiosos y desesperados, de los pueblos valencianos arrasados por las inundaciones del 29 de octubre, Felipe VI y la reina Letizia regresaron este martes a Valencia, la región más desangrada por la riada que provocó, sólo en esa provincia, 219 muertos.
Eran las 11:38 cuando el rey, sonriente, comenzó a estrechar la mano de la gente que lo esperaba en la plaza de Chiva, la localidad de unos 16 mil vecinos que quedó destrozada por el desborde del barranco del Poyo.
Había aplausos y empujones para llegar a tocar a los reyes que, mansos y gentiles, se entregaron a la devoción de los vecinos. Hasta se pusieron en cuclillas para recibir el dibujo y la cartita que una nena de campera fucsia le entregó a la reina Letizia.
“Escuchar, estar compartir. Estar con ellos. Seguir manteniendo aquí la atención”, dijo la reina Letizia que era el mensaje que traían a la gente de los pueblos arrasados por el agua.
También se escuchaban gritos contra el presidente regional valenciano, Carlos Mazón, que, como en la primera visita de los monarcas a la zona cero de las inundaciones, acompaño a la comitiva. Esta vez, el gobierno nacional estuvo representado por el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Angel Víctor Torres. El presidente Pedro Sánchez, que también fue agredido e insultado cuando estuvo con los reyes hace poco más de dos semanas, se encuentra en la reunión del G20 en Brasil.
En Chiva, a Mazón le gritaban “¡Asesino!” y “¡Dimisión!”. Varios vecinos pedían su renuncia por la triste gestión que su gobierno realizó de la mayor catástrofe climática que España sufrió en lo que va del siglo y que, sólo en la provincia de Valencia, aún falta encontrar a 11 desaparecidos.
Chiva estaba en el itinerario inicial previsto por la Casa Real para el recorrido de los reyes del 3 de noviembre. Pero la balacera de barro que algunos vecinos de Paiporta -la primera escala de la visita- descargaron, no sólo contra Felipe y Letizia sino también contra el presidente del gobierno y contra Mazón, obligó a suspender la caminata por las calles inundadas de lodo.
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El rey de España visitó Valencia y lo recibieron tirándole barro
En aquellos días, la gente no podía disimular su enojo por las alertas tardías que recibió la población al anochecer del día de la Dana, como se conoce al fenómeno atmosférico que provocó las lluvias torrenciales y las inundaciones que arrasaron con pueblos de la Comunidad Valencia, de Castilla La Mancha y de Andalucía. “Cuando sonaron los celulares con la advertencia, había personas con el agua a la altura del pecho”, siguen lamentando quienes lo vivieron.
Los vecinos rechazaban, además, que la visita oficial de los reyes y del presidente a las localidades devastadas fuera cinco días después de la catástrofe y cuando aún había zonas que no habían recibido ningún tipo de ayuda del gobierno regional o nacional.
“Felipe, hay gente muerta por ahí, tío”, le decía un joven al rey.
“¿Por qué se han ido los que tenían que estar? -le preguntaba otro vecino al monarca por Pedro Sánchez y por Mazón, que llegaron con los reyes pero no se quedaron con ellos hasta el final-. Si hubiesen venido el primer día y se hubiesen puesto las botas, el pueblo los hubiese apoyado”.
Desde el puente
Quince días después, el recibimiento a Felipe VI y a Letizia fue muy distinto.
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“Hay que estar cerca de los ciudadanos en todo momento”, dijo el rey este martes.
En Chiva, él y la reina se asomaron al puente sobre el barranco del Poyo, cuyo desbordamiento fue el origen letal de la tragedia, y caminaron por uno de los costados del barranco, frente a casas agrietadas por el daño que les provocó el agua.
En este pueblo hubo derrumbes y unas 130 familias fueron desalojadas por peligro de desmoronamientos en sus viviendas.
Aquí también se duela la muerte de dos hermanitos, Rubén e Izán, de 5 y 3 años, que la correntada arrebató de los brazos de su papá cuando la riada entró en el living de su casa y los arrastró.
A 45 minutos de Chiva está Utiel, una localidad de unos once mil habitantes donde la inundación provocó seis muertes. Hay 400 vecinos todavía desalojados.
Entre vítores de “¡Viva el rey! ¡Viva!” y “¡Viva Utiel!”, Felipe y Letizia recorrieron el Paseo de La Alameda del pueblo y saludaron a los guardias civiles que están tratando de que las calles vuelvan a ser transitables.
De allí, los reyes fueron conducidos a Letur, en la provincia de Albacete, donde murieron seis personas y ya hubo que demoler siete edificios.
Tres veces en Valencia
Es la tercera vez que el rey Felipe VI visita la zona afectada. La semana pasada lo hizo solo, con traje camuflado de fajina, y recorrió los puestos de los militares que están colaborando en la recuperación de los pueblos afectados.
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El viernes, en el Parlamento regional valenciano, el presidente autonómico dio su versión de cómo se gestionó la tragedia. Algunos partidos políticos, como Compromís, postulan someterlo a una moción de censura.
Pero Carlos Mazón se niega a renunciar y propuso, en vez, cambios cosméticos en su gabinete. Reemplazó, por ejemplo, a su consejera (ministra) de Turismo, que fue muy criticada por la falta de empatía hacia los familiares desesperados que durante los primeros días se agolpaban en la morgue improvisada para tener noticias de las personas desaparecidas. Y nombró al teniente general retirado Francisco José Gan Pampols al frente de una vicepresidencia que acaba de crear: la vicepresidencia para la Recuperación Económica y Social.
“Sacar el tema del ámbito político y concentrarse en el aspecto técnico de la reconstrucción para que los valencianos vuelvan a su vida cotidiana lo antes posible”, dijo Gan Pampols que es su propósito.
La Dana en la Comisión Europea
Los coletazos de la gestión de la tragedia climática llegaron hasta Bruselas, donde la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico de España, Teresa Ribera, es candidata a presidir, como comisaria, una de las vicepresidencias de la Comisión Europea.
Ribera fue designada por la presidenta europea, Ursula von del Leyen, como vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva, además de responsable de la cartera de Competencia.
El Partido Popular español, sin embargo, está haciendo todo lo posible para bloquear su nombramiento. La considera responsable del mal manejo de la Dana.
Ribera se presentará el miércoles en el Senado para dar explicaciones sobre la gestión de la catástrofe provocada por la riada.
Muros alambrados, joyas con botones de pánico, autos blindados y rastros de sangre en las calles. Chile enfrenta un aumento del crimen organizado que deterioró su reputación como uno de los últimos países seguros de América Latina.
Junto con Argentina, Costa Rica y Uruguay, Chile registraba hasta hace poco más de una década una de las tasas más bajas de homicidios de la región (2,5 por cada 100.000 habitantes), de acuerdo con la oficina de la ONU contra la droga y el delito.
Sin embargo, ese indicador se disparó desde 2012 hasta situarse en 6,7 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022, aún por debajo del promedio de América (15), el continente con más crímenes de ese tipo en el mundo, señalan los últimos datos disponibles del organismo.
Lejos de los números, en Recoleta, un barrio bohemio de clase media en el norte de Santiago, el miedo pasa de boca en boca.
«Ahora se ve sangre en las calles, casquillos de balas, cuchillos tirados. No estábamos acostumbrados y hoy es muy cotidiano», afirma a AFP Lina Bilbao, de 45 años, presidenta de una junta de vecinos.
Los bares y viviendas lucen diferentes en comparación a dos años atrás. De manera paulatina se multiplicaron las ventanas con barrotes, los muros alambrados y las cámaras de seguridad.
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Incluso se ven carteles con números de emergencia en caso de riñas y robos, según observó la AFP durante un recorrido.
Bandas del narcotráfico
Para las autoridades, el aumento de la criminalidad está estrechamente ligado a bandas como el Tren de Aragua, de Venezuela, y Los Pulpos, de Perú, implicadas en secuestros, tráfico de drogas, trata de personas y asesinatos a sueldo.
Son «organizaciones criminales que el país no tenía, que se expandieron en distintas partes de América Latina», señala a la AFP el viceministro del Interior Luis Cordero.
Básicamente se distinguen de los grupos criminales locales por delinquir «con mayor violencia», enfatiza.
Alarmada por «las noticias» sobre «delincuencia, robos y secuestros», Sofía Carvajal, una diseñadora de 29 años, se sumó a una tendencia en ascenso: accesorios con botones de pánico.
Camino a un punto céntrico de Santiago, donde se provee de telas para su negocio, exhibe un collar con un cuarzo azul revestido de plata. Dentro de la gema está un diminuto chip que, al oprimirse, envía la ubicación en tiempo real a contactos de emergencia.
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Recuerda que hace dos años su hermano fue asaltado pistola en mano. Desde entonces, ella se desplaza a pie más rápido y usa ropa desgastada para no llamar la atención.
«Hay inseguridad. Ya no camino tranquila en la calle. Si le pasó al de al lado, me puede pasar a mí», señala a la AFP.
Junto al naciente mercado de las joyas con botones de pánico, se consolida la industria del blindaje en Santiago, una capital de ocho millones de habitantes y ciudad con más homicidios al año en Chile.
Una de las empresas especializadas, Blindatek, pasó de adaptar 30 vehículos en 2020 a 200 el año pasado, según su gerente, Rodrigo Rivera.
PA su taller acuden desde empresarios hasta funcionarios, algunos todavía en ‘shock’ por el robo violento de sus autos. De 2014 a 2023, los robos con violencia aumentaron un 25%, según cifras oficiales. Son clientes «que han tenido experiencias traumáticas (…) y que se están protegiendo porque el poder de fuego que hay en las calles ha aumentado», señala Rivera.
Falta de policías preparados
Con el auge del crimen organizado, Chile se estrelló con una realidad: la falta de una policía preparada para hacer frente a estructuras que se disputan barrios enteros.
Como era un país que se consideraba seguro, «se postergó el desarrollo de las instituciones de seguridad y justicia», opina Jorge Araya, exdirector de Seguridad Pública del ministerio del Interior.
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Ante una ciudadanía que clama mano dura, el gobierno del socialdemócrata Gabriel Boric se vio obligado a fijar como prioridad el combate a la criminalidad.
Al tiempo que reforzó la fiscalía con una unidad anticrimen de 200 agentes, anunció la creación de un ministerio de Seguridad, que comenzará a funcionar este año.
Por lo pronto, los homicidios parecen ir en descenso: de los 1.330 casos registrados en 2022 pasó a 1.248 el año siguiente, según el ministerio público.
Aun así siguen siendo cifras escandalosas para este país de unos 20 millones de habitantes.
«A Chile le costó un poco asimilar este nuevo crimen. Pero así como el crimen se adapta, las intervenciones del Estado también se tienen que adaptar», asegura el viceministro Cordero.