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INTERNACIONAL

Tragedia en Brasil: lograron recuperar todos los datos de las cajas negras del avión que se estrelló en San Pablo

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Los responsables por la investigación del accidente aéreo con 62 víctimas ocurrido el viernes en el estado de San Pablo afirmaron este domingo que «ya se recuperaron todas las informaciones contenidas en las cajas negras del avión siniestrado». Ahora se sabrá qué le pasó a la aeronave en los minutos previos a desplomarse.

«En la mañana de este domingo conseguimos con el 100% de éxito la obtención de las informaciones de voz y de datos de las grabadoras (cajas negras) en los momentos que antecedieron al accidente», afirmó el el brigadier Marcelo Moreno, director del Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aéreos (Cenipa) de la Fuerza Aérea Brasileña.

En rueda de prensa, el oficial aeronáutico afirmó a los investigadores que «ahora comenzarán a analizar todos los datos extraídos para intentar descubrir las causas del accidente». Y agregó: «El trabajo apenas comienza. Los datos fueron obtenidos y validados».

Moreno no adelantó ninguna información de lo recuperado y se comprometió a entregar «en menos de un mes» un primer informe preliminar con los datos obtenidos y que puede esclarecer mucho el desplome del avión de la aerolínea Voepass el pasado viernes.

Los dos grabadores, uno de voz con las conversaciones en la cabina y otro de datos con todas las informaciones del vuelo, fueron rescatadas en la noche del viernes y enviadas este sábado al laboratorio principal del Cenipa en Brasilia.

Moreno dijo ayer que aún es prematuro comentar las diferentes hipótesis que vienen señalado los especialistas sobre las causas del accidente; la principal, es sobre la posible acumulación de hielo en las alas dela avión, que explicaría su caída.


«En este momento no podemos afirmar si eso fue decisivo o no», afirmó el militar, quien aclaró que la aeronave tenía certificación para viajar en esas condiciones y dispositivos para impedir la formación de hielo.


Según la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC), tanto la aeronave como los tripulantes estaban en condiciones regulares para operar y con todos los certificados exigidos actualizados.

Los equipos que trabajaron desde el viernes en las tareas de rescate concluyeron en la noche del sábado en la recuperación de los cuerpos de las 62 víctimas y su traslado al Instituto de Medicina Legal de San Pablo, en donde dos ya fueron identificadas.

El avión que se accidentó el viernes era un bimotor de modelo ATR-72-500 y fabricación francesa. Y cubría el trayecto entre la ciudad de Cascavel y San Pablo con 58 pasajeros y 4 tripulantes a bordo; y se accidentó cuando le quedaban unos 80 kilómetros para llegar a destino.

Pese a caer en un área residencial, el aparato se estrelló en los patios traseros de un conjunto de residencias sin afectar ninguna edificación ni dejar ninguna víctima en tierra.

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INTERNACIONAL

El infierno de ser rehén de Hamas, contado por dos sobrevivientes argentinos: «Para ellos no éramos personas»

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Con un ritmo pausado, medido, que cuida el peso de las palabras y los recuerdos que ellas traen, Clara Marman hace el esfuerzo por narrar el horror de aquel 7 de octubre: esa mañana junto a su pareja, Luis, y un grupo de familiares fueron secuestrados por el grupo terrorista Hamas, que la tuvo a ella de rehén por más de 50 días. Cuenta cómo fue su lucha por sobrevivir al cautiverio sin perder la cordura. Hoy, su lucha es para lograr que la tragedia no quede en el olvido, así como las 101 personas que siguen secuestradas.

«El cautiverio es un infierno, pero la incertidumbre de no saber qué pasa con los seres queridos no permite seguir viviendo», resume.

Clara y Luis Har fueron los dos argentinos rehenes de Hamas que expusieron en la mañana del martes en un plenario de las comisiones de Derechos Humanos y Garantías y de Relaciones Exteriores. Luis fue secuestrado en el kibutz Nir Itzjak donde vivía Clara, los hermanos de ella Fernando y Gabriela, y su sobrina Mía, de solo 17 años.

Clara y Gabriela Marman fueron liberadas junto a Mía, en una tregua de alto al fuego entre Israel y Hamás, el 28 de noviembre donde se liberaron mujeres y niños a cambio de prisioneros palestinos. Luis y su cuñado quedaron detenidos 129 días, hasta que fueron liberados por por las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI).

«Me es muy importante que el mundo escuche, que sepan lo que fue el 7 de octubre, el infierno que pasamos. Hay 101 rehenes que siguen pasando eso. Tuvimos suerte, por eso estamos acá. Es increible contarlo como suerte», comenzó a narrar Clara.

Según contó, ella había invitado a toda su familia a su casa para pasar el fin de semana, con motivo de un cumpleaños. A las 6 de la mañana comenzaron a escuchar las sirenas: la casa está a 3 kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza. Pensaron que sería una alarma de pocos minutos, pero se percibía que había algo raro.

«Empezamos a sentir que era algo distinto, empezamos a recibir por redes que había penetración de la frontera y que se iban acercando a nosotros. El refugio está preparado para misiles, pero no al ingreso de terroristas», narró.

Según contó, los terroristas entraron rompiendo las ventanas y a los tiros. Abrieron el lugar y se los llevaron para afuera, a los gritos. La casa estaba repleta de atacantes, que daban vuelta los cajones buscando llaves para llevarse los autos.

«Estaban drogados, los ojos dilatados. Es algo que no nos vamos a olvidar en mucho tiempo», comenta Luis, quien sigue el relato. «Nos hicieron subir a la camioneta, que estaba llena de armas, bombas, balas. Y nosotros sentados sobre eso. Cinco terroristas luego subieron encima de nosotros como si no estuviéramos. Para ellos no éramos personas», dice. Según su recuerdo, al costado iban viendo cómo los civiles se metían en sus casas para saquearlas, mientras que en la frontera amenazaban con lincharlos.

Luego llegaron a una ciudad, donde los hicieron entrar por un túnel oscuro. Los cinco miembro de la familia terminaron detenidos en una casa que estaba escondida detrás de la fachada de una obra en construcción. Allí estuvieron detenidos. En el caso de Clara, Mia y Gabriela fueron 53 días, Luis y Fernando estuvieron 129.

Según cuentan, cada día tenían la rutina de pensar qué día era para llevar un registro del tiempo. Era una de las formas de mantener la compostura. «Estar en cautivero es un infierno. Perder la noción del tiempo, pensar en qué pensar porque no se hace nada. Cada minuto es eterno. Uno trata de concentrarse en sí mismo, pensar cosas que le hacen bien, alejarse de esa realidad tan cruel que va viviendo. Para tener que algo podíamos controlar mi sobrina Mía y yo desde el primer día íbamos contando los días. Hoy es domingo 8 de octubre, primer día de rehenes», rememora.

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