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Trump dice que Harvard es un «chiste» y la pelea pone a prueba los límites del poder de la Casa Blanca

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El presidente Donald Trump dijo que la prestigiosa universidad de Harvard es un «chiste» y no debería recibir más fondos federales, en una nueva arremetida este miércoles contra los centros de educación superior de élite de Estados Unidos.

Harvard se ha negado a acatar las exigencias del gobierno de Trump, que en represalia anunció la congelación de 2.200 millones de dólares de fondos federales y amenazó con retirarle sus ventajas fiscales. Además, exigió una disculpa de parte de la universidad.

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«Harvard ya ni siquiera puede considerarse un lugar decente de aprendizaje y no debería figurar en ninguna lista de mejores universidades del mundo», escribió Trump este miércoles en su plataforma Truth Social.

«Harvard es un chiste, enseña odio y estupidez, y no debería recibir fondos federales», añadió.

En un largo posteo, sostuvo que «todos saben que Harvard «perdió el camino».

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Y agregó: «Harvard ha estado contratando a casi todos progresistas, izquierdistas radicales, idiotas y cerebros de pajarito que sólo son capaces de enseñar FRACASO a los estudiantes y a los llamados ‘futuros líderes’”.

El presidente republicano acusa a Harvard y a otras universidades de permitir el antisemitismo en sus campus, y su gobierno les ha pedido una serie de medidas, como una «auditoría» de las opiniones de estudiantes y profesores, como condición para evitar que les retire las subvenciones.

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Harvard, a diferencia de la universidad de Columbia en Nueva York, se ha negado a cumplir estas exigencias.

En una carta a estudiantes y profesores, el rector de la universidad, Alan Garber, aseguró el lunes que Harvard «no abandonará su independencia ni sus derechos garantizados por la Constitución».

Al igual que otros campus estadounidenses, Harvard fue escenario de protestas estudiantiles contra la guerra de Israel en Gaza, y ha estado en el punto de mira de la Casa Blanca desde que Trump volvió al poder en enero.

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Los límites del poder de la Casa Blanca a prueba

En esta pelea _donde de un lado está la universidad más antigua y rica del país, con una marca tan poderosa que su nombre es sinónimo de prestigio, y del otro, Trump, decidido a ir más lejos que cualquier otra administración para reformar la educación superior en el país_, se poner a prueba los límites del poder del gobierno y la independencia que ha hecho de las universidades estadounidenses un destino para académicos de todo el mundo.

I»ngresa para crecer en la sabiduraía», dice en la entrada de la univeridad. Foto: Reuters

Ambas partes se están preparando para este enfrentamiento.

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Ninguna universidad está mejor posicionada para dar pelea que Harvard, cuyo fondo de dotación de 53.000 millones de dólares es el más grande del país. Pero al igual que otras grandes universidades, Harvard también depende de la financiación federal que impulsa su investigación científica y médica. No está claro cuánto tiempo podría continuar Harvard sin el dinero.

Y desde ya la negativa de Harvard parece estar envalentonando a otras instituciones.

Después de aceptar inicialmente varias demandas de la administración Trump, la presidenta interina de la Universidad de Columbia adoptó un tono más desafiante en un mensaje al campus el lunes, diciendo que algunas de las demandas «no están sujetas a negociación».

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En su declaración, Claire Shipman dijo que leyó sobre el rechazo de Harvard con «gran interés.»

«Las demandas del gobierno son ilegales»

«Harvard es obviamente una institución particularmente poderosa. Y su decisión tiene el potencial de galvanizar a otras universidades en algún tipo de resistencia colectiva», indicó David Pozen, profesor de derecho de Columbia que argumentó que las demandas del gobierno son ilegales.

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Trump amenazó el martes con escalar la disputa, sugiriendo en las redes sociales que Harvard debería perder su estatus de exención de impuestos “si sigue promoviendo ‘enfermedades’ políticas, ideológicas que apoyan/inspiran terroristas”.

Manifestación propalestina, en Harvard. Foto: AP Manifestación propalestina, en Harvard. Foto: AP

El impasse plantea preguntas sobre hasta dónde está dispuesta a llegar la administración. Sin importar cómo se desarrolle, es probable que se produzca una batalla legal. Un grupo de profesores ya ha presentado un desafío legal contra las demandas, y muchos en el ámbito académico esperan que Harvard presente su propia demanda.

En su carta de rechazo, Harvard señaló que las demandas del gobierno violan los derechos de la Primera Enmienda y otras leyes de derechos civiles.

Para la administración Trump, Harvard representa el primer gran obstáculo en su intento de forzar cambios en las universidades que, según los republicanos, se han convertido en focos de liberalismo y antisemitismo.

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El conflicto está tensando la relación de larga data entre el gobierno federal y las universidades que utilizan dinero federal para impulsar avances científicos. Durante mucho tiempo visto como un beneficio para el bien común, ese dinero se ha convertido en una fuente fácil de influencia para la administración Trump.

El dinero federal es una inversión y no un derecho, escribieron funcionarios federales en una carta a Harvard la semana pasada, acusando a la escuela de no cumplir con las obligaciones de derechos civiles que son una condición para la ayuda federal. Argumentaron que Harvard ha permitido que la ideología política sofoque la creatividad intelectual.

"Manos fuera de Harvard", reza un cartel en el Campus. Foto: Reuters «Manos fuera de Harvard», reza un cartel en el Campus. Foto: Reuters

La campaña de Trump ha apuntado a escuelas acusadas de tolerar el antisemitismo en medio de una ola de protestas propalestinas en campus en todo el país.

Algunas de las demandas del gobierno tocan directamente ese activismo, pidiendo a Harvard que imponga una disciplina más estricta a los manifestantes y que examine a los estudiantes internacionales para detectar a aquellos que son «hostiles a los valores estadounidenses.»

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Otras demandas ordenan a Harvard que cese todos los programas de diversidad, equidad e inclusión y que termine con las prácticas de admisión o contratación que consideren «raza, color, origen nacional o sus equivalentes».

El presidente de Harvard, Alan Garber, dijo que las demandas exceden la autoridad del gobierno.

En un mensaje al campus, escribió que “ningún gobierno, independientemente de qué partido esté en el poder, debería dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden seguir».

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Algunos conservadores han sugerido que si Harvard quiere independencia, debería seguir el ejemplo de las universidades que renuncian a la financiación federal para estar libres de la influencia del gobierno.

Hillsdale College, una pequeña escuela conservadora en Michigan que es uno de los ejemplos más prominentes, bromeó en las redes sociales que Harvard podría convertirse en el “Hillsdale del Este”.

«No aceptar dinero de los contribuyentes debería ser el próximo paso de Harvard», dijo la escuela.

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Ese es un escenario poco probable, pero Harvard puede tener que encontrar otras formas de capear los recortes de financiación del gobierno. Harvard generalmente destina alrededor del 5% del valor de su dotación a las operaciones de la universidad cada año, representando aproximadamente un tercio de su presupuesto total, según documentos de la institución.

La universidad podría extraer más de su dotación, pero las universidades generalmente tratan de evitar gastar más del 5% para proteger las ganancias de inversión. Al igual que otras escuelas, Harvard está limitada en cómo gasta el dinero de la dotación, gran parte del cual proviene de donantes que especifican cómo quieren que se use.

El gobierno no ha dicho públicamente qué subvenciones y contratos están siendo congelados, pero si la universidad tiene que sobrevivir con poco financiamiento federal por un período prolongado, probablemente requerirá recortes.

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«Todas las universidades necesitan estar planificando para esta situación y pensando en cómo pueden sobrevivir en una forma más austera en los próximos años, si llega a eso», dijo Pozen.

Entre los que aplaudieron la decisión de Harvard se encontraba el expresidente Barack Obama, quien la calificó como un rechazo al «torpe intento del gobierno de sofocar la libertad académica».

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«Esperemos que otras instituciones sigan su ejemplo», comentó en las redes sociales.

Una declaración del Club Republicano de Harvard imploró a la universidad que llegara a una resolución con el gobierno y «regresara a los principios estadounidenses que formaron a los grandes hombres de esta nación».

Con información de AFP y Collin Binkley de Associated Press

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Donald Trump,Universidad de Harvard

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Cómo opera el Cártel de los Soles, la organización narcocriminal vinculada al chavismo y designada como grupo terrorista por EEUU

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Cómo opera el Cártel de los Soles, la organización narcocriminal venezolana designada como grupo terrorista por EEUU

El Cártel de los Soles es una organización criminal, señalada el viernes por autoridades estadounidenses como una red de narcotráfico, integrada por altos mandos de las Fuerzas Armadas venezolanas.

Según las investigaciones, su estructura se apoya en el aparato militar, la participación de redes civiles y el respaldo institucional del régimen chavista, lo que le permite controlar rutas internacionales de drogas, ejecutar operaciones de lavado de dinero y mantener alianzas con otras organizaciones criminales en América Latina.

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El nombre “Cártel de los Soles” proviene de las insignias doradas en forma de sol que portan los generales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en sus uniformes. La expresión fue utilizada por primera vez en 1993, cuando los generales Ramón Guillén Dávila y Orlando Hernández Villegas fueron investigados por tráfico de drogas.

En sus primeras etapas, la implicación de oficiales militares consistía en aceptar sobornos a cambio de permitir el paso de cargamentos. Con el tiempo, esta participación se profundizó hasta convertirse en un involucramiento directo en el transporte, almacenamiento y distribución de estupefacientes.

De acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el cártel utiliza infraestructura estatal venezolana, incluidos aeropuertos, puertos marítimos y convoyes oficiales, para movilizar cocaína hacia el Caribe, Centroamérica, África Occidental y Europa.

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Diosdado Cabello figura en los
Diosdado Cabello figura en los informes como una pieza clave en la estructura del cártel (EP)

Estas operaciones son coordinadas por oficiales de alto rango y, según las autoridades estadounidenses, cuentan con respaldo institucional del régimen venezolano que facilita la logística, reduce los controles fronterizos y garantiza impunidad.

En su más reciente decisión, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos clasificó al Cártel de los Soles como organización terrorista transnacional, e incorporó a sus integrantes a la lista de Nacionales Especialmente Designados (SDN), lo que permite imponer sanciones económicas y restricciones internacionales.

La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado declaró que Estados Unidos empleará “todos los recursos a disposición para evitar que Nicolás Maduro continúe lucrando con la destrucción de vidas estadounidenses y la desestabilización de nuestro hemisferio”.

No se trata de una acusación reciente. En 2008, el Departamento del Tesoro estadounidense ya había sancionado a tres altos funcionarios venezolanos: Hugo Carvajal, ex director de inteligencia militar; Henry de Jesús Rangel Silva, ex ministro de Defensa; y Ramón Emilio Rodríguez Chacín, ex ministro del Interior, por colaborar con la guerrilla colombiana de las FARC en operaciones de narcotráfico.

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Hugo Carvajal, ex jefe de
Hugo Carvajal, ex jefe de inteligencia de Venezuela, se declaró culpable en EEUU por conspiración con las FARC para traficar cocaína. El Departamento de Justicia estadounidense señaló que Carvajal operó como líder del Cartel de Los Soles desde al menos 1999 (REUTERS)

En marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó cargos contra Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y otros altos funcionarios del régimen chavista, acusándolos de liderar el Cártel de los Soles. Según los fiscales federales, el grupo opera al menos desde 1999 y habría utilizado el poder político y militar para desarrollar un sistema de narcotráfico de alcance internacional.

Diosdado Cabello figura en los informes como una pieza clave en la estructura del cártel. Se lo acusa de facilitar rutas de narcotráfico y de usar su posición de poder para blindar legalmente las operaciones y afianzar su influencia política.

Otro nombre mencionado en las investigaciones es el de Tareck El Aissami, ex ministro del Petróleo y ex vicepresidente. Fue detenido en 2024 y acusado por la Fiscalía chavista de liderar una red de corrupción ligada a la estatal PDVSA, cuya estructura habría sido utilizada para financiar operaciones vinculadas al narcotráfico.

En marzo de 2020, el
En marzo de 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó cargos contra Nicolás Maduro acusándolo de liderar el Cártel de los Soles (REUTERS)

Las autoridades estadounidenses describen al Cártel de los Soles como una red que se sostiene sobre tres elementos fundamentales: el control territorial ejercido por los cuerpos armados, la protección institucional desde el Ejecutivo venezolano y la utilización de empresas públicas y privadas para el blanqueo de capitales.

En marzo de 2025, un portavoz del FBI declaró que las investigaciones en curso buscan desmantelar totalmente la estructura financiera y operativa del grupo, y que están bajo análisis los vínculos comerciales, empresariales y políticos que sostienen el sistema delictivo.

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Estados Unidos también ha documentado relaciones operativas entre el Cártel de los Soles y otras organizaciones criminales como el Tren de Aragua y el Cártel de Sinaloa.

Estos vínculos incluyen colaboración logística, protección cruzada y participación conjunta en la distribución de drogas. Tanto el Tren de Aragua como el Cártel de Sinaloa han sido designados por Washington como organizaciones terroristas internacionales.

El Tren de Aragua, surgido en Venezuela, ha extendido su actividad a más de una docena de estados de EEUU y a diversos países latinoamericanos. Se lo vincula con extorsión, tráfico de personas, narcotráfico, robos y violencia armada.

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El director del FBI, Kash
El director del FBI, Kash Patel (EFE/Jim Lo Scalzo)

Durante una audiencia en el Senado, el director del FBI, Kash Patel, afirmó que estas estructuras criminales representan el lado oculto de otros delitos como el tráfico de personas y el terrorismo. Añadió que la prioridad de la administración estadounidense es intensificar la persecución internacional de estas redes mediante acciones judiciales, cooperación con gobiernos aliados y sanciones financieras.

Ni el Ministerio de Comunicación del régimen chavista ni el propio Nicolás Maduro respondieron a las solicitudes de comentarios. En declaraciones anteriores, Maduro rechazó las acusaciones, las calificó como parte de una campaña de desprestigio y pidió a Estados Unidos que enfoque sus esfuerzos en controlar el consumo interno de drogas en lugar de responsabilizar a Venezuela.



Crime,Diplomacy / Foreign Policy

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Necesitamos algo de silencio para volver a conversar

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Imagen de la serie fotográfica «Removed», de Eric Pickersgill. Las manos vacías conservan la forma de los teléfonos celulares.

Lo primero que veo son sus manos entrelazadas jugando por encima de la mesa. Mi visión es óptima: estoy de frente a ellos, a quienes veo de perfil por mi ubicación en el bar. La mano derecha de ella y la mano izquierda de él se acarician a un ritmo propio sobre el blanco del mantel. No conversan, solo se tocan. Tampoco se miran a los ojos sino que están, por separado, distraídos en sus respectivos universos virtuales gerenciados por algoritmos. Lejos de la piel amada, la mano libre de cada uno de ellos sostiene la carcasa fría del celular, esa prótesis embrujada que supimos conseguir.

Con el pulgar scrollean la pantalla. No los vi sacar fotos del avocado toast y el budín de banana que compartieron esta mañana con el latte de costumbre. No postean, quiero decir, aunque advierto que mandan y responden mensajes de whatsapp y se muestran cada tanto entre ellos y con gesto amoroso alguna oferta de las que les aparecen en las redes. Las redes, foros en los que hasta hace un tiempo nos mostrábamos con fotos y textos en ese simulacro que fingía reproducir el comportamiento social de la conversación pero sin cuerpos presentes. Una puesta en escena que parecía acercarnos y que nos hizo creer en la democratización de la palabra; que nos dio falsa compañía durante la pandemia y que hoy solo replica a los que ponen plata y buscan plata.

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"A Conversation", de Vanessa Bell.
«A Conversation», de Vanessa Bell.

Ya no conversamos ni nos comunicamos, solo encontramos ahí marketing, ventas, banalidad y violencia extrema en ideas y discursos. Fuimos expulsados y casi no posteamos porque las redes dejaron de ser un espacio en el que compartíamos el devenir cotidiano de la humanidad y se volvieron un mercado en el que para que tu palabra se escuche tenés que agitar ruido y rendir como provocador o pagar para ser miembro gold de la red o para que el algoritmo se decida a mostrar tu haiku del día o la foto del emprendimiento con el que te ganás la vida.

Vimos nacer con estruendo plataformas efímeras y también vimos a otras redes agonizar o entrar en estado de putrefacción. Nos agotamos de comenzar de cero en cada plataforma nueva a la que nos sumábamos para no perdernos la diversión o el entretenimiento y con la intención de trasladar la agenda de la anterior. Aquello que formaba parte del espíritu original de la conversación virtual ya no existe. Nos quedamos sin charla en vivo ni charla a distancia, hay un vacío en la comunicación de las personas. El silencio es ensordecedor.

Así como en su momento retaceamos los cuerpos de la escena real atrapados por el magnetismo de las pantallas, todo indica que ahora asistimos a un llamado contagioso para el éxodo. Nos borramos de la conducción colectiva pero aún persiste una actividad: la del voyeur, el adicto, el que no puede dejar de perderse en lo irrelevante.

Las razones para la negativa a postear son miles. Algunas, según los especialistas: hartazgo y fobia a la exposición; miedo a la cancelación o a postear algo que resulte desubicado a los ojos de la mayoría, autocensura, un cambio de era generacional, la exigencia de opinar o expresarse sobre todo aún cuando no tenemos las herramientas para hacerlo, la agresividad como respuesta si tu posteo no representa las expectativas de los otros.

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Seguí vos.

Hoy nos quedamos sin la
Hoy nos quedamos sin la charla en persona y también sin la conversación a distancia. Imagen de la serie «Removed», de Eric Pickersgill.

Hace algunos años, el fotógrafo estadounidense Eric Pickersgill arrancó un proyecto artístico y casi antropológico, una serie de imágenes que lograban mostrar un hábito, una adicción y también un cambio de era. Se trata de fotos de personas de diferentes edades, culturas y géneros que están juntas pero no se hablan porque están cada uno en lo suyo. Las manos parecen contener un celular, pero el dispositivo no está.

Fue también en un café (aunque en Nueva York) cuando una imagen despertó su inquietud. Lo escucho contar así la experienca en un video que se encuentra en internet: “Había una familia sentada junto a mí en el café Ilium, se los veía totalmente desconectados los unos de los otros. No hablaban mucho entre ellos; el padre y las dos hijas estaban con su celular. Solo la madre no tiene o ha decidido dejarlo. Mira por la ventana, triste y sola en la compañía de su familia más cercana. De vez en cuando el padre levanta la cabeza para anunciar alguna información que ha encontrado online”.

Así comenzó a trabajar en la serie “Removed” y aunque las fotos tienen algunos años, como te decía, siguen siendo igual de perturbadoras. El celular en este caso ya no como prótesis sino como miembro fantasma; las manos siguen adaptadas al scrolleo infinito y la atención, dispersa. Estar con otros ya no es intercambiar palabras o emociones sino apenas compartir un espacio físico.

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"La conversación", de Henri Matisse.
«La conversación», de Henri Matisse. El antropólogo David Le Breton sostiene que la llegada de los teléfonos inteligentes hizo de la conversación una tarea imposible.

El título de la nota en el diario El País no dejaba lugar a dudas del apocalipsis emocional en que nos movemos. Se trata de un textual del antropólogo francés, quien en entrevista con el diario de Madrid señalaba que “Las redes sociales reducen el placer de vivir”. Durante la charla, a propósito de sus libros Caminar la vida y ¿El fin de la conversación? (aún sin traducción al español), Le Breton habla de la gente que camina enganchada a su móvil como zombis y habla de un mundo actual excesivamente tecnológico, violento, en el que vivimos juntos pero en soledad. “Nunca en la historia los jóvenes han sufrido más problemas de ansiedad, depresión y suicidio. Las redes sociales no aumentan el placer de vivir, sino que lo reducen”, asegura.

Es en ese contexto que sostiene que caminar (por supuesto, sin el celular encima) es un gesto de resistencia y habla de los peligros de una “humanidad sentada”, del modo en que las emociones han superado la razón (“vivimos en un mundo dominado por la ira y el resentimiento”) y, atención, habla de la soledad y de cómo las personas se diluyen ante las pantallas. Lo dice así:

“En realidad, cuando estás mirando la pantalla no estás en ninguna parte, te diluyes. Me gusta oponer conversación a comunicación: la primera es cara a cara, implica estar atento y mirarse a los ojos. Hay lugar para el silencio, la lentitud, la complicidad. La segunda es más dispersa y utilitaria. La pantalla supone una especie de burbuja: no hay una sensorialidad común”, dice.

En ¿El fin de la conversación? (en francés, La fin de la conversation ?), cuya bajada habla de “La palabra en una sociedad espectral”, Le Breton explica aquello de que con la llegada de los teléfonos inteligentes la conversación fue sustituida por la comunicación y dice que a diferencia de la charla, la comunicación es unilateral e individualista, y que al estar todo mediado por una pantalla la profundidad y el intercambio de ideas se convirtieron en tareas imposibles.

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Otra imagen de la serie
Otra imagen de la serie Removed, de Eric Pickersgill. En esta foto, el propio artista y su esposa.

Le Breton habla de los ruidos que se interponen en la posible conversación y en la capacidad de concentración de las personas -habla incluso del creciente ruido ambiente en los espacios públicos- y también del modo en que hoy se privilegia la documentación y el registro de los eventos más que la propia experiencia de ellos.

Nada que no sepamos o no veamos, aunque leer todo eso así, sistematizado, nos hace pensar si es acaso este carnaval de ruido lo que queremos tener alrededor, al lado, encima, por el resto de nuestras vidas.

De Józef Mehoffer: Boceto para
De Józef Mehoffer: Boceto para la pintura «Conversación».

Hace una semana, Orly Benzacar invitó a un grupo de personas del mundo de la cultura a la prestigiosa galería de arte que lleva el nombre de su madre (Ruth Benzacar) y que está cumpliendo 60 años de actividad. La intención era la de reproducir, de algún modo, una actividad que Ruth llevaba adelante en los primeros años de la galería: la tertulia. Una reunión de personas que no necesariamente tienen vínculos entre sí aunque comparten intereses y se reúnen para comer y beber algo y, sobre todo, para conversar animadamente en un escenario amable, bello.

Por estos días, dos grandes artistas (de obras muy diferentes entre sí) exponen en Benzacar: Eduardo Basualdo y Delia Cancela. “Yo soy rococó y él es barroco”, le dijo Delia Cancela a la periodista Celina Chatruc, de La Nación, el día de la inauguración de las muestras.

Delia es color, mujeres pájaro, flores, marcos dorados, aunque también hay gotas de sangre y palabras que hablan de sufrimiento y heridas. Basualdo es dramatismo, oscuridad (hay una suerte de cueva inquietante que puede y debe visitarse para experimentar esas tinieblas con mínimos resquicios de luz) y seres sin carne, o más bien, el cruce entre imágenes sombrías y casi radiográficas de esqueletos, por un lado, y colgajos de una tela gomosa que reproducen el efecto de una piel que ya no está.

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El contraste entre las obras es vibrante, intenso. La conversación que se dio esa noche (había escritores, artistas como Liliana Porter y Ana Tiscornia, activistas, curadores, chefs, cineastas, científicos y periodistas) fue rica y estimulante, aunque me fui con la sensación de que algo se percibía a media máquina.

Recién ahora, mientras lo escribo, advierto que posiblemente lo que sentí es que perdimos ritmo en tantos años de virtualidad y ensimismamiento, de modo que nos falta práctica para la conversación real y en voz alta. Como si tuviéramos que entrenar para volver a hablar pero, sobre todo, para volver a escucharnos.

"The conversation", de Mary Cassatt.
«The conversation», de Mary Cassatt.

Me gusta cómo piensa (y, sobre todo, cómo escribe) Kyle Chayka, experto en la cultura de internet de The New Yorker. Para Chayka, “la web de redes sociales tal como la conocíamos, un lugar donde consumíamos las publicaciones de nuestros semejantes y publicábamos a cambio, parece haber llegado a su fin”. Según explica el columnista, la explosión de la bizarreada y la presión para que todos nos desempeñemos como influencers dio como resultado que cada vez más gente se sienta intimidada ante el riesgo y la mayoría sean hoy consumidores pasivos.

Podríamos estar dirigiéndonos hacia algo que Chayka llama Posteo cero, “un punto en el que las personas normales (las masas no profesionalizadas, no mercantilizadas y no refinadas) dejen de compartir cosas en las redes sociales a medida que se cansan del ruido, la fricción y la exposición”. Dice Chayka que las redes sociales ya no tienen nada que ver con aquellas en las que había “un registro en tiempo real del mundo creado por cualquiera que estuviera experimentando algo”, un foro de conversación y reciprocidad, como señala en la misma nota Eleanor Stern, videoensayista de TikTok, para quien ese foro hoy se ha convertido solo en un espacio para escuchar y mirar.

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Para Chayka, justamente lo que hacía interesantes a las redes era la presencia de los “normalitos” (no expertos, personas comunes). El columnista da por cerrada esa etapa y escribe que Internet hoy se siente más vacío, “como un pasillo resonante, incluso cuando está lleno de más contenido que nunca”. En el ocaso de ese espacio que vibró con la vida de millones de personas, advierte que allí “como detritos en una playa que una vez estuvo concurrida, solo habrá marketing corporativo seco, bazofia generada por IA y basura de estafadores sedientos que intentan monetizar una audiencia menguante de voyeurs”.

Bastante triste (y qué bien escrito, por dios).

"Cicuta para los oídos", de
«Cicuta para los oídos», de Sebastián Hacher, fue publicado por Eterna cadencia.

“Los paisajes abiertos hacen que escuchemos a mayor distancia y que tengamos una perspectiva diferente de primer plano y de fondo. Como no hay motores ni ruidos blancos, el sonido tiene una fidelidad distinta a la de la ciudad, pero el recién llegado tarda en ubicar cada elemento en su lugar.(…) Después de un tiempo, el propio hábitat se mete adentro tuyo y te ayuda a construir una forma de estar en el mundo acompasada con el clima y las circunstancias. El paisaje te moldea”.

En estas semanas leí Cicuta para los oídos, publicado por Eterna Cadencia. Se trata del nuevo libro del periodista argentino Sebastián Hacher, en el que cuenta su experiencia de vida luego de haber elegido salir de la ciudad y mudarse al campo, lejos del ruido ansioso de la urbe. Escrita a la manera de lo que hoy algunos llaman novela de no ficción (con ciertos ecos de novelas como Los llanos, de Federico Falco, El tercer paraíso, de Cristian Alarcón y hasta Un amor, de Sara Mesa), Hacher despliega su talento narrativo en un relato sobrio, casi contenido, por el que se cuelan la belleza y las emociones.

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Lo hace a través de una forma de crónica que cuenta lo que puede ser el regreso a la naturaleza y sus ciclos, a la convivencia entre especies, con mascotas inesperadas y bichos y alimañas de toda clase; una vida austera y en los confines de la vida social, con una casa que requiere esfuerzo para la construcción de comodidades básicas pero también ofrece el espacio ideal para visitas amigas, aquellas con quienes la conversación viene interrumpida por la modernidad tecnológica y por la ansiedad como enfermedad de la era.

Claro que el hombre que se retira para habitar una vida precaria, el que comienza a bordar como una nueva forma de contar historias y quiere “ponerle mute al mundo” para encontrarse con él mismo, no contaba con un accidente y es que el ruido no se concentra en un solo lugar, de modo que podía extenderse y alcanzarlo. Eso es lo que sucede.

“El oído evolucionó para que podamos escapar de las fieras o convertirnos en una”, advierte el narrador. La pesadilla toma la forma de una casa enfrente de la suya, que pertenece a gente que no vive allí y que la usa esporádicamente. La música puede ser maravillosa pero también convertirse en un escándalo. Sus dueños pasan a ser “los vecinos musicales”, los que llegan para romper el silencio, la paz, el sueño y también, a la manera de una plaga, para destruir con malicia el escenario imaginado.

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“Hasta que empezó la temporada de pileta, nunca los había visto. Ahora son parte del paisaje. Pueden aparecer un miércoles a las seis de la tarde o un sábado a las dos de la mañana. Siempre suena Vilma Palma a un volumen demencial. (…) El sonido repetido día tras día a cualquier hora se naturaliza y se vuelve invisible. Quien haya vivido cerca de un tren, de la autopista o de un aeropuerto en algún momento deja de escuchar. Aquí no pasa. Las variables no son constantes: cinco o seis días de tranquilidad extrema y dos de caos no alcanzan para encapsular la herida, para volverla soportable”.

"Conversación interesante", de Federigo Zandomeneghi.
«Conversación interesante», de Federigo Zandomeneghi.

En Cicuta para los oídos hay un asesino y es el ruido, que persigue al protagonista hasta su refugio de vida natural. Reflexivo, angustiado, con ansias criminales, el narrador pasa por todas las caras de la desesperación ante la interrupción del silencio: borda, piensa, siembra, alimenta animales y dibuja (hay dibujos hermosos en el libro).

Y escribe, claro. Hacher escribe con una modulación elegante y sin estridencias que permite distinguir los matices de una voz y conmoverse casi como si el ruido nos hubiera abandonado definitivamente y pudiéramos, por fin, retomar la conversación, allí donde la dejamos.

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Trans bathroom policies have 10 days to go, Trump Education Department warns 5 Virginia school districts

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

The Department of Education is giving five northern Virginia school districts ten days to fix their transgender bathroom policies or face «enforcement action,» the agency said Friday. 

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Public school districts in Loudoun County, Fairfax County, Prince William County, Alexandria City and Arlington were all found to be in violation of Title IX after an investigation by the Education Department’s Office of Civil Rights that began in February, according to a press release shared Friday. 

The release cited a June ruling by the Supreme Court, which the department said acknowledged that a person’s identification as «transgender» is distinct from a person’s biological sex.

TRUMP ADMIN CRACKS DOWN ON OREGON AND VIRGINIA FOR DEFYING TITLE IX AND WOMEN’S SPORTS EXECUTIVE ORDER

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Sign outside a gender-neutral restroom.  (Istock/AndreyPopov)

«The investigation was based on complaints alleging that the [school districts] have similar anti-discrimination policies pertaining to ‘transgender-identifying’ students, which violate the sex-based protections of Title IX,» the release said.

«The [districts] are also the subject of several lawsuits, informal complaints and reports, which allege that students in the (districts) avoid using school restrooms whenever possible because of the schools’ policies and that female students have witnessed male students inappropriately touching other students and watching female students change in a female locker room.»

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Craig Trainor, the Department of Education’s acting assistant secretary for civil rights, blasted the Biden administration for tolerating such behavior, adding it’s time for «northern Virginia’s experiment with radical gender ideology» to come to an end. 

The Education Department’s non-compliance finding prompted the agency to issue a proposed resolution agreement whereby each school district can take corrective action to prevent any enforcement actions by the Trump administration. 

That action would require the districts to rescind any policies or regulations allowing students to access bathrooms, locker rooms or other intimate facilities on the basis of their preferred gender identity as opposed to their biological sex.

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SCANDAL-PLAGUED SCHOOL DISTRICT REFERRED TO DOJ AFTER ANOTHER TRANSGENDER LOCKER ROOM CONTROVERSY 

pro-transgender march

Activists march in support of gender identity-based bathroom access. The Biden-era policies they supported are now being opposed by the Trump administration. (Mark Kerrison/In Pictures via Getty Images)

The districts will also be required under the agreement to issue letters to each school it oversees within its district, explaining that any future policies related to bathrooms, locker rooms or other intimate spaces must separate students on the basis of sex and not gender identity.

The districts would also be compelled under the agreement to adopt «biology-based definitions» of the words «male» and «female» to be used in all practices and policies.   

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The Department of Education gave the school districts 10 days to voluntarily agree to these demands or risk «imminent» consequences, including a potential referral to the Department of Justice.

VIRGINIA SCHOOL DISTRICT ACCUSED OF RELIGIOUS DISCRIMINATION IN TRANSGENDER LOCKER ROOM CASE

«Today, we at Defending Education are incredibly gratified to learn that a group of Northern Virginia School Districts — many of which were ground zero for the social experimentation of transgender ‘inclusion’ in women’s sports, bathrooms and private spaces — are now facing the music for failing to adhere to the plain text and meaning of Title IX,» said Sarah Parshall Perry, vice president and legal fellow at Defending Education.

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«As a mother, as a Virginian and as former senior counsel to the assistant secretary for civil rights at the U.S. Department of Education, I am encouraged to see that this administration is taking the enforcement of long-standing civil rights laws seriously,» Perry continued. 

«Title IX was passed to guarantee women’s educational equality in its myriad manifestations. But intransigent schools in the commonwealth seem to have forgotten that.»

school hallway

The hallway of a school (iStock)

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The school districts all confirmed receipt of the resolution agreements issued to them by the Department of Education and are conducting a review to determine next steps. They all also expressed a commitment to following federal and state laws while simultaneously fostering a welcoming, inclusive and supportive environment for students.

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