Connect with us

INTERNACIONAL

Ucrania, una misión de francotirador y el mito del ‘buen asesinato’

Published

on


SUR DE UCRANIA — Lo que se debe entender acerca de una misión de francotirador es que, desde el segundo en que comienza hasta el segundo en que termina, todo lo que haces está destinado a asesinar a otro ser humano.

Pero casi nadie dice eso.

Es por eso que fue un poco sorprendente cuando, de pie en las escaleras de un edificio medio destruido en el sur de Ucrania, en medio de una misión con un equipo de francotiradores ucranianos, un soldado decidió explicarme sus cálculos morales a la hora de matar soldados rusos.

Expresó en voz alta lo que se suele mantener en silencio.

La línea del frente estaba aproximadamente a 1,6 kilómetros de distancia.

Los francotiradores observaban a través de las miras de sus rifles, en espera de que algo o alguien se moviera. Los disparos de ametralladora retumbaban a lo lejos. Tenía hambre y me comí un nugget de pollo frío que había comprado en una gasolinera muchas horas antes.

Advertisement

Llevábamos despiertos desde las tres de la madrugada, cuando un colega de The New York Times y yo nos metimos en dos camiones con el equipo de francotiradores y condujimos durante aproximadamente una hora —aunque pareció mucho más— por carreteras secundarias irregulares y puentes destrozados, hasta la línea del frente.

Un instructor de francotiradores enseña a soldados ucranianos en una escuela de francotiradores ad-hoc que entrena a voluntarios que luchan en el este de Ucrania, el 11 de septiembre de 2023. "La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que participan y por los que no", escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)Un instructor de francotiradores enseña a soldados ucranianos en una escuela de francotiradores ad-hoc que entrena a voluntarios que luchan en el este de Ucrania, el 11 de septiembre de 2023. «La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que participan y por los que no», escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)

Trece años antes, como cabo del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos, había dirigido un equipo de francotiradores conformado por siete infantes de Marina y un ayudante médico de la Armada en el sur de Afganistán.

Probablemente esa fue la única razón por la que los francotiradores ucranianos aceptaron llevarme con ellos.

Confiaban en el hecho de que yo había pasado por eso y que, incluso con la barrera del idioma, entendía lo que sucedía a mi alrededor:

órdenes de trabajo, el montaje de un escondite, la silenciosa monotonía y la intensa actividad que conlleva observar el mismo lugar durante horas o días con un rifle diseñado específicamente para matar a larga distancia.

El soldado en la escalera, un francotirador ucraniano que eligió ser identificado por su distintivo de llamada, Raptor, lucía especialmente cansado mientras se explicaba. Practicaba tiro competitivo antes de la guerra y se había convertido en un experto para disparar a blancos de papel y acero.

Un francotirador ucraniano apunta a una posición rusa distante en el sur de Ucrania, 15 de septiembre de 2023. "La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que están involucrados y por los que no", escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)Un francotirador ucraniano apunta a una posición rusa distante en el sur de Ucrania, 15 de septiembre de 2023. «La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que están involucrados y por los que no», escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)

Ahora era diferente: estaba disparándoles a personas.

A distancias tan largas, la bala tardaba varios segundos en encontrar su camino a través del aire, la tela y luego la carne.

El tiempo suficiente para que el culatazo del rifle se disipara y su ojo vigilante se reajustara en la mira, para enfocar el espectáculo de su propia violencia.

Advertisement

“No estoy orgulloso de esto”, comenzó a decir Raptor en un inglés deliberado.

Exhausto y cuidadoso de no atropellar lo que el soldado tenía que decir, no me atreví a tomar notas.

Sólo después de que hablamos, anoté algo: “Matar a alguien… no estoy orgulloso de esto”.

La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera distinta por quienes están involucrados y quienes no.

La invasión rusa a gran escala en Ucrania se ha caracterizado por su absoluta brutalidad —incluidas ciudades arrasadas por bombardeos y fosas comunes— y por la aceptación que ha llegado a tener gran parte del mundo hacia la muerte y la destrucción total.

Un francotirador lleva en su chaleco antibalas el parche "club de las dos millas", una referencia a la distancia desde la que puede matar, en un "escondite" en el sur de Ucrania. "La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que participan y por los que no", escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)Un francotirador lleva en su chaleco antibalas el parche «club de las dos millas», una referencia a la distancia desde la que puede matar, en un «escondite» en el sur de Ucrania. «La violencia en cualquier conflicto es procesada de manera diferente por los que participan y por los que no», escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)

Las cifras de víctimas —infladas, celosamente protegidas e imposibles de verificar— se intercambian como resultados deportivos entre Ucrania y Rusia.

Videos “snuff” de combatientes asesinados por drones, disparos y artillería circulan como una especie de moneda digital de la acción en el campo de batalla.

Nada de eso cambia la realidad de que generaciones enteras en Ucrania y Rusia están siendo diezmadas, muerte tras muerte.

Advertisement

Como en cualquier guerra, para amortiguar los efectos de su propia violencia, quienes combaten recurren a los imperativos jerárquicos del servicio militar moderno.

Los soldados ucranianos también entienden que perder la guerra es perder su país ante un invasor.

Un equipo de francotiradores ucranianos entrena en un campo de tiro en el oeste de Ucrania, 8 de septiembre de 2023. "La violencia en cualquier conflicto es procesada de forma diferente por los implicados y por los que no lo están", escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)Un equipo de francotiradores ucranianos entrena en un campo de tiro en el oeste de Ucrania, 8 de septiembre de 2023. «La violencia en cualquier conflicto es procesada de forma diferente por los implicados y por los que no lo están», escribe el periodista de The New York Times Thomas Gibbons-Neff, ex marine. (David Guttenfelder/The New York Times)

“No matamos porque seamos crueles, sino porque son nuestras órdenes, es nuestro deber”, dijo Raptor.

Su reflexión tenía un nivel de claridad que en mi caso me había llevado años encontrar.

¿Cómo podía hablar de orgullo y deber en medio de la acción?

No había tiempo para eso aquí, en medio de una guerra.

Pero allí estaba Raptor, frente a mí, luchando con algo de lo que no nos atrevíamos a hablar en Afganistán.

Estaba rompiendo la cuarta pared.

Advertisement

“Pienso en la gente que está del otro lado”, comentó.

“Puede que no quieran estar aquí, pero están aquí”.

Raptor estaba explorando un tema que suele evitarse en la cultura del francotirador.

Pocas veces durante mi despliegue me detuve a considerar a los talibanes, al menos en mis conversaciones con otros.

Nos condicionamos a pensar que los talibanes eran objetivos y poco más.

Nuestro tiempo giraba en torno a matarlos mientras ellos nos mataban a nosotros y antes de que nos mataran más.

Me llevó años darme cuenta de lo adoctrinados que estábamos todos.

Advertisement

Raptor ya comprendía —al menos lo suficiente como para articular sus reflexiones a un extraño en una escalera en medio del ruido sordo de ataques de artillería distantes— que estaba matando a un humano e intentaba explicar por qué.

“No quiero matar, pero tengo que hacerlo. He visto lo que han hecho”, continuó Raptor, con su propio propósito moral y marcial vinculado a las atrocidades que las fuerzas rusas habían cometido durante la guerra.

Para Raptor, la razón para apretar el gatillo era clara. A mí y a mis camaradas, tras todos estos años, la razón por la que elegimos matar todavía no nos queda clara.

En nuestro caso, nos encontramos en medio de una estrategia de contrainsurgencia mal concebida, apuntalando un gobierno corrupto que colapsó casi tan pronto como Estados Unidos se fue.

Nos estábamos protegiendo unos a otros.

Eso se convirtió en una ideología vinculante, esa fue toda la claridad que pudimos reunir del rompecabezas que nos entregaron nuestros políticos en Washington.

La transitamos exhaustos, articulando nuestras palabras, hasta que nuestros recorridos terminaron y nos dieron de alta.

Advertisement

Hoy nos sentimos incómodos con nuestros propios asesinatos, conscientes de los detalles y la violencia que cometimos bajo las brillantes banderas de “construcción de una nación”, o “ganar corazones y mentes”, o lo que sea que nos dijeran nuestros oficiales conforme pasaban las estaciones.

En la sombra de nuestros fracasos, nuestro silencio se cierne sobre todo.

Fue difícil no sentir celos de Raptor y su equipo, especialmente después de mi guerra perdida.

Ahí estaba la trampa, la vertiginosa seducción del “buen asesinato”.

La misión de Raptor terminó al anochecer sin que se disparara un solo tiro.

Y tras otro viaje de una hora en auto, llegamos al estacionamiento de la misma gasolinera donde había pedido mis nuggets de pollo esa mañana.

El cielo era de un negro aceitoso.

Advertisement

La única luz de la parada se filtraba a través de las rendijas de los sacos de arena que protegían las ventanas.

Raptor y el resto del equipo de francotiradores nos preguntaron si queríamos cenar.

Luego se disculparon, de la misma forma que lo haría un comerciante cansado que no había vendido nada, por un día sin ningún asesinato.

c.2023 The New York Times Company



Source link

Advertisement

INTERNACIONAL

La sentencia del escalofriante caso Pelicot en Francia: se espera que se dicte este viernes y puede haber penas de hasta 20 años de prisión

Published

on


El tribunal de Aviñón, al sureste de Francia, dictará mañana sentencia en el histórico macrojuicio sobre las violaciones bajo sumisión química a Gisèle Pelicot, con penas que pueden llegar hasta los 20 años para cada uno de los 51 acusados.

La Fiscalía pidió el pasado 27 de noviembre hasta 650 años de prisión por el total de los delitos, que incluyen tanto violaciones como agresiones sexuales contra la víctima, de 72 años, convertida en un símbolo feminista mundial por decidir que el juicio fuera público «para que la vergüenza cambie de bando».

La mayor pena solicitada, de 20 años (la máxima contemplada por la ley en Francia), es para su exmarido y cerebro del plan, Dominique Pelicot, de 72 años, quien desde el inicio del proceso reconoció todos los hechos y aseguró que su fantasía era «someter a una mujer insumisa».

Él abusó de ella y la puso en peligro de muerte de 2011 a 2020, drogándola e invitando a otros hombres a que la violaran.

Otro de los acusados, Jean-Pierre Maréchal, admitió en el juicio los delitos aunque jamás tocó a Gisèle Pelicot, sino que replicó los métodos del principal acusado con su propia esposa, quien también fue violada bajo los efectos de los ansiolíticos por ambos hombres.

La menor pena solicitada por la Fiscalía, de 4 años, es para otro hombre que solo está acusado de agresión sexual, sin cargos de violación.

Advertisement

El resto, con edades comprendidas de los 27 a los 74 años, se enfrentan a solicitudes de condenas que van de los 10 a los 20 años de cárcel por violación agravada.

Un símbolo

«Habrá un antes y un después», aseguró durante las vistas la fiscal del tribunal penal de Aviñón Laure Chabaud, sabedora de la importancia de este juicio. Por ello, pidió una «concienciación real y profunda sobre la noción de consentimiento» para los acusados y también para la sociedad.

Una mujer pasa junto a un lema que dice «Justicia para Gisele, justicia para todos» y un collage que representa a Gisele Pelicot pegado en un muro de la ciudad antes del veredicto. Foto Reuters

De hecho, en Francia el Código Penal define la violación como «cualquier acto de penetración sexual de cualquier tipo o cualquier acto buco-genital cometido contra otra persona»mediante «violencia, obligación, amenaza o sorpresa».

La noción de consentimiento no aparece en el ordenamiento jurídico francés y para que se tipifique el delito de violación debe haber penetración.

Por eso mismo las estrategias de varias defensas se basaron en tratar de elaborar argumentos enrevesados sobre qué prácticas sexuales desarrollaron sus acusados.

Las pruebas de todos los delitos están en los miles de vídeos y fotos que realizó el propio violador confeso Dominique Pelicot.

Advertisement

Los hechos que se juzgan ocurrieron entre 2011 y 2020, primero en la región de París y, a partir de 2013, en la casa a la que los Pelicot se mudaron al jubilarse, situada en Mazan, un pueblo de 6.000 habitantes cerca de Aviñón.

Dominique Pelicot contactaba a decenas hombres en internet y los invitaba a su domicilio, una vez que había drogado a su mujer con grandes dosis de ansiolíticos, que la dejaban incosnciente y cerca del coma, según los expertos médicos que declararon al inicio del juicio.

El principal acusado registraba esas violaciones, descubiertas en 2020 por la policía, después de haberlo detenido tras ser descubierto grabando bajo las faldas de unas mujeres en un supermercado de Carpentras.

Dominique Pelicot está acusado también en otros dos casos de violencia de género, uno por la violación y el asesinato de una mujer en 1991 y el otro por una tentativa de violación en 1999.

Continue Reading

LO MAS LEIDO

Tendencias

Copyright © 2024 - NDM Noticias del Momento - #Noticias #Chimentos #Politica #Fútbol #Economia #Sociedad