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Un libro en dos mil palabras: “El proceso”, de Kafka, una acusación sin causa y un descenso sin fin

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Un hombre es arrestado y arrastrado por un juicio interminable, sin reglas claras ni posibilidades de defensa. Publicado en 1925, es un clásico universal. Aquí te lo contamos

Algunos libros no se leen, se habitan. Nos envuelven con una atmósfera, una lógica propia que altera nuestras coordenadas más elementales. Tal es el caso de El proceso, novela inacabada de Franz Kafka publicada póstumamente en 1925, que narra el lento e inexorable hundimiento de Josef K., un empleado de banco que es arrestado una mañana sin saber por qué. Desde entonces, el protagonista intenta sin éxito comprender y defenderse ante un tribunal que nunca ve, en un proceso cuyo sentido y lógica escapan a toda razón. Esta es la historia que te vamos a contar-CON SPOILERS– en unas 2.000 palabras.

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El proceso

Por Franz Kafka

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En la primera edición de El proceso, en 1925, Max Brod -el amigo de Kafka que publicó su obra pese a los pedidos en contrario del autor- comentaba que el manuscrito no llevaba título. Sin embargo, contaba que Kafka -que había muerto un año antes- siempre se refirió al texto con esa denominación. Por regla general, Kafka se decidía por un título definitivo una vez concluida la obra. El proceso, entonces, podría haber sido sólo un título provisional.

Kafka, nacido en Praga en 1883, creó una obra única y perturbadora, donde la culpa y el absurdo son fuerzas que gobiernan al individuo. El proceso se ha interpretado como una alegoría, una crítica al poder burocrático o un retrato de la ansiedad existencial. Pero, más allá de las interpretaciones, lo que queda es una narración que nos atrapa desde la primera línea. La historia no tiene redención, sino una deriva: el proceso comienza, y de ahí en adelante, todo es descenso.

Vamos al texto:

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“Alguien tenía que haber calumniado a Josef K., pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo“. Así comienza la historia. Es su cumpleaños número treinta, vive en una pensión, trabaja como procurador en un banco. Pero ese día, en vez del desayuno que le lleva la cocinera Anna, entran dos hombres desconocidos. Uno se llama Franz. Visten de negro. No son policías ni muestran credenciales. Solo le dicen que está detenido, aunque puede seguir con su rutina. K. no entiende nada. Pregunta por la acusación. La respuesta es siempre la misma: “No estamos autorizados a decírselo”.

El escritor Franz Kafka
El escritor Franz Kafka

Franz y su compañero Willem lo escoltan, no lo agreden. Lo llevan ante un inspector que se presenta en una habitación de la pensión convertida en improvisado despacho. El inspector repite que todo está en marcha: “El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momento oportuno”. Pero no hay explicación, ni delito, ni instancia clara. K. se siente ofendido y ridículo. No es encerrado ni conducido ante un juez. Simplemente le dicen que el proceso ha comenzado y que será convocado. Esa es la nueva condición de su existencia.

Esa misma noche, K. se disculpa ante su casera, Frau Grubach, y luego va a la habitación de la señorita Bürstner, una vecina. Le cuenta lo sucedido, la escena del arresto, la presencia de los extraños. Bürstner, incrédula, escucha con interés. K., excitado, recrea el episodio, la imita, se agita, mueve los muebles como si interpretara una obra. Termina besándola. A la mañana siguiente, un tal Capitán Lanz, amigo de la casera, lo reprende por haber importunado a la señorita. K. lo ignora. El proceso ya ha entrado en su cuerpo.

Lo más inquietante: no lo trasladan ni lo encierran. El arresto no implica reclusión. K. puede continuar con su vida, ir al trabajo, hablar con su casera. –”Entonces estar detenido no es tan malo”, dice K. Pero todo está teñido de una nueva inquietud. El proceso ha comenzado y su sombra lo acompañará siempre.

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Una semana después, recibe una citación. Debe presentarse un domingo en un lugar impreciso. Encuentra finalmente la sala: un desván miserable, atestado de personas. El juez instructor le llama la atención por su retraso. K. responde con un largo alegato donde denuncia el carácter arbitrario del tribunal: “Fui detenido hace diez días, me río de lo que motivó mi detención, pero eso no es algo para tratarlo aquí. Me asaltaron por la mañana temprano, cuando aún estaba en la cama. Es muy posible ––no se puede excluir por lo que ha dicho el juez instructor–– que tuvieran la orden de detener a un pintor, tan inocente como yo, pero me eligieron a mí”.

Sus palabras son firmes, cada vez más enfáticas: “No hay ninguna duda de que detrás de las manifestaciones de este tribunal, en mi caso, pues, detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una gran organización. Una organización que, no sólo da empleo a vigilantes corruptos, a necios supervisores y a jueces de instrucción, sino a una judicatura de rango supremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes y otros ayudantes

El público, formado por gente de aspecto miserable, parece aprobar. Pero K. no obtiene respuestas. «Hoy se ha privado a sí mismo de la ventaja que supone el interrogatorio para todo detenido“, le reprocha el juez. K. abandona la sala frustrado: ”¡Pordioseros! Os regalo todos los interrogatorios“.

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"El proceso", de Franz Kafka
«El proceso», de Franz Kafka

En la segunda visita, el tribunal ya no lo espera. Las salas están vacías. Recorre pasillos, encuentra a la esposa del ujier, quien coquetea con él. La escena es ambigua. Aparece un estudiante, la alza y se la lleva. La mujer lo mira y le dice: “No, ¿en qué piensa usted? Eso sería mi perdición”. El poder judicial también tiene sus jerarquías internas, sus transacciones. K. apenas las roza.

K. empieza a perder el control de su vida. Visita cada semana el tribunal, que se esconde en los pisos superiores de edificios ajenos, mal ventilados y llenos de funcionarios indiferentes.

Aunque el proceso domina la vida de K., también lo afectan sus relaciones personales. Una figura clave es la señorita Bürstner, la vecina a quien K. confiesa su arresto. Tras el primer encuentro, ella lo evita.

Más adelante, cuando K. acude con su tío Karl al abogado Huld, conoce a Leni, la enfermera del abogado, que está enfermo del corazón. Ella se presenta como una figura abierta, sensual, casi provocadora. Lo conduce a un cuarto, se entrega de inmediato. «––Venga ––dijo ella, y lo atrajo a sí. Le besó la frente y sus manos“.

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Pero incluso ese gesto tiene algo ambiguo. Leni parece disfrutar su influencia sobre los acusados. Josef K. lo percibe: “––Para ella ––pensó K.–– no soy más que otro cliente del abogado”. En sus visitas posteriores, Leni se muestra cada vez más involucrada, lo cela, le da consejos, se infiltra en su proceso. Pero K. duda. No sabe si confiar en ella o si es parte del engranaje judicial. La intimidad también se vuelve sospecha.

El abogado recibe a K. en la cama.

Karl se preocupa por el prestigio del apellido, por la reputación. Pronto se desencanta de la pasividad de K. «––No te das cuenta de lo que está en juego ––le dice––. Te comportas como si fuera un juego de oficina». La tensión entre ambos se incrementa. Karl lo abandona, decepcionado, sin ayudar más. K. se queda solo, otra vez.

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Pero K. desconfía de Huld. Cree que el abogado solo prolonga el proceso. La escena más inquietante ocurre cuando conoce al comerciante Block, otro cliente de Huld, que ha estado procesado durante cinco años. Block se ha convertido en una sombra, un siervo. Se arrastra, obedece, vive con miedo. Cuando K. lo visita, lo encuentra arrodillado, siendo humillado por el abogado. «––Este hombre ––dijo Huld– ya no es un cliente. Es mío“. K. ve en Block su posible futuro. Decide cortar con Huld.

La rutina del proceso

El tribunal no emite dictámenes ni convoca nuevas audiencias. Pero el proceso sigue. K. no sabe cómo. Alguien escribe su expediente. Hay funcionarios que lo visitan, escribientes en habitaciones ocultas.

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Uno de los momentos más simbólicos ocurre en el banco donde trabaja. Al escuchar ruidos en un depósito, K. descubre a Franz y Willem, los dos empleados que lo detuvieron al inicio, siendo azotados por un guardián. Ellos le suplican: «––¡Ayúdenos, señor K., somos sus guardianes!“. El castigo, le explican, es por su queja formal contra ellos. Pero la escena se repite: al día siguiente, los vuelve a encontrar en la misma posición, como si el castigo no tuviera fin.

Esta repetición instala la idea de que la sanción no es una consecuencia, sino una estructura. Nadie sale. No hay redención ni aprendizaje. Solo ciclos. Kafka lo presenta sin subrayarlo, pero con brutal claridad.

Buscando otra vía, K. visita al pintor Titorelli, un artista oficial del tribunal. Vive en un altillo rodeado de niñas que lo espían. K. le pregunta si puede ayudarlo a obtener la absolución.

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El pintor le explica las tres formas de resolución posibles: la absolución verdadera (inexistente), la aparente (que lo mantiene bajo vigilancia) y la dilación indefinida. Esta última es la única accesible. Se le mantiene en libertad, pero el proceso sigue. “El proceso no se detiene, pero el acusado queda casi tan a salvo de una condena como si estuviera libre”, le explica Tirorelli. La culpa nunca desaparece.

Otro momento revelador ocurre cuando K. explora el desván donde se alojan las oficinas judiciales. Allí encuentra escribientes apilados, dormitorios improvisados, archivadores oscuros, sofocantes. Uno de ellos le explica que su expediente “debe ir bien” porque tiene poco volumen. K. pregunta por su contenido. Le responden: “––Los instructores lo leen, y si no entienden algo, añaden una nota”. No hay defensa ni acusación, solo texto acumulado, escrito sin sentido.

K. sube y baja escaleras, abre puertas, entra en salas de espera repletas. A veces le preguntan si es acusado o funcionario. Otras, lo confunden. La burocracia lo diluye todo: culpabilidad, jerarquías, hechos. Incluso el lenguaje se desvanece.

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Hacia el final, K. se encuentra en la catedral con un sacerdote. Cree que está allí para acompañar a un cliente del banco. Pero el sacerdote lo llama: “––¡Josef K.!“. Le revela que es el capellán de la prisión: “––Tú eres Josef K ––dijo el sacerdote […] ––Estás acusado”.

K. intenta justificarse: “––Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más?“. El sacerdote responde: ”––Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables“.

Entonces le cuenta una parábola: un hombre llega ante una puerta que da acceso a la Ley. Un guardián le impide entrar. El hombre espera años. Pregunta si podrá pasar. El guardián dice: «––Es posible, pero no ahora“. El hombre envejece, insiste, ofrece todo lo que tiene. Antes de morir, pregunta por qué nadie más ha pedido entrar. El guardián responde: “––Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues esta entrada estaba reservada sólo para ti. Yo me voy ahora y cierro la puerta”.

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K. pregunta si el guardián lo engañó. El sacerdote dice: «––No debes aceptar todo como verdad. Debes aceptarlo como necesario». La necesidad reemplaza a la verdad. El orden ya no se basa en justicia, sino en cumplimiento.

La noche antes de cumplir 31 años, dos hombres vestidos de negro llegan a buscarlo. K. los esperaba. “Se levantó en seguida y contempló a los hombres con curiosidad. ––¿Les han enviado para recogerme? ––preguntó”. Lo conducen sin violencia, pero con firmeza. Caminan por las calles hasta llegar a las afueras.

Allí, uno de ellos saca un cuchillo. K. comprende lo que va a ocurrir. No se resiste. Piensa: «¿Dónde estaba el juez al que nunca había llegado?“.

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El verdugo se lo pasa al otro, quien lo sostiene. El cuchillo cae. Kafka cierra así la novela: «––¡Como un perro! ––dijo, fue como si la vergüenza debiera sobrevivirle“.

Kafka nunca terminó esta novela. Pero eso es parte de su fuerza. El proceso no tiene resolución ni moraleja, porque el mundo que describe tampoco las tiene. Josef K. no es culpable de nada, pero eso no lo salva. Como escribió el propio Kafka: “La sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia”. Y una vez iniciado, es imposible escapar del proceso.

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EEUU afirmó que la vía diplomática con Irán sigue abierta y que los bombardeos no excluyen un posible acuerdo futuro

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La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt (REUTERS/Carlos Barria)

La Casa Blanca afirmó este jueves que mantiene abierta la comunicación con Irán y que la relación bilateral continúa en “una vía diplomática”, en medio de tensiones provocadas por recientes bombardeos del ejército estadounidense contra instalaciones nucleares iraníes el pasado fin de semana. Así lo expresó la portavoz Karoline Leavitt durante una rueda de prensa, al referirse a los intentos de Washington de alcanzar acuerdos tras la ofensiva militar.

El presidente Donald Trump quiere la paz, siempre la ha querido, y ahora mismo estamos en una vía diplomática con Irán. El presidente y su equipo, en particular el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, siguen en comunicación con los iraníes”, afirmó Leavitt frente a periodistas.

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El ataque del sábado por la noche tuvo como objetivo las plantas de enriquecimiento de uranio en Isfahan, Natanz y Fordow, según detalló la portavoz, quien subrayó que aunque existe disposición para dialogar, aún es temprano para definir una agenda concreta de contactos con Teherán.

Frente a las declaraciones del presidente estadounidense sobre eventuales acercamientos la próxima semana y la posibilidad de que un acuerdo ya no sea imprescindible tras los daños infligidos al programa atómico de Irán, Leavitt indicó que “acaban de realizar este ataque” y pidió paciencia antes de divulgar plazos oficiales.

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores del régimen iraní, Abbas Araghchi, negó firmemente las especulaciones de que Irán se dispone a reanudar las negociaciones nucleares con Estados Unidos.

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Abbas Araghchi. REUTERS/Umit Bektas
Abbas Araghchi. REUTERS/Umit Bektas

“Algunas especulaciones sobre la reanudación de las negociaciones no deben tomarse en serio”, dijo Araghchi en la televisión estatal. “Quiero dejar claro que no se ha llegado a ningún acuerdo, arreglo o conversación para iniciar nuevas negociaciones. Todavía no se ha establecido ningún plan para iniciar negociaciones”.

“No se ha llegado a ningún acuerdo o arreglo para reanudar las negociaciones. No se ha hecho ninguna promesa ni se ha mantenido ninguna discusión al respecto”, declaró Araghchi al canal estatal de noticias iraní IRINN.

“Hemos tenido una experiencia engorrosa con los estadounidenses: que traicionaron las negociaciones en mitad del proceso. Esta experiencia afectará sin duda a nuestras decisiones futuras. Pero esa decisión se tomará en última instancia en función del bienestar del pueblo iraní, no de las emociones ni de ninguna consideración superficial o temporal”, añadió.

Leavitt también informó que ha mantenido conversación “extensa” con Steve Witkoff y aseguró que la diplomacia estadounidense se coordina no solo con las autoridades iraníes, sino también con intermediarios claves como Qatar. Describió a la administración qatarí como un “aliado y socio increíble durante todo este proceso” y recordó que el emirato ha desempeñado un rol central como mediador, junto con Estados Unidos, entre Irán e Israel para propiciar el diálogo y promover un alto el fuego alcanzado el lunes.

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Washington mantiene contacto constante con aliados en la región del Golfo Pérsico y el mundo árabe, en línea con los esfuerzos por consolidar “un acuerdo con Irán sobre la alianza con el Estado de Israel”, explicó Leavitt. Aseguró que la relación entre Washington y Tel Aviv “nunca ha sido tan fuerte” y resaltó la expectativa de que más Estados árabes se sumen a los Acuerdos de Abraham, iniciativas de normalización de relaciones diplomáticas con Israel ya adoptadas por Emiratos Árabes Unidos, Sudán, Baréin y Marruecos.

El ayatollah Ali Khamenei habló
El ayatollah Ali Khamenei habló en un mensaje televisado este 26 de junio de 2025 (REUTERS)

Por otra parte, la portavoz de la Casa Blanca también criticó al líder supremo iraní, el ayatollah Ali Khamenei, porque consideró que ejecuta una estrategia para “salvar las apariencias”, tras sus declaraciones públicas en las que minimizó el impacto de los bombardeos estadounidenses sobre las instalaciones nucleares. “Vimos el video del ayatollah, y cuando se tiene un régimen totalitario, hay que salvar las apariencias”, afirmó Leavitt en referencia a la postura del líder iraní, quien sostuvo que el presidente Trump “exageró” el daño logrado por la ofensiva militar.

El gobierno estadounidense sostiene que, pese a la escalada militar, continúa priorizando el entendimiento diplomático con Teherán y sus aliados regionales, considerando la persistente inestabilidad en el Medio Oriente y la búsqueda de nuevas fórmulas de cooperación.

(Con información de AFP y EFE)

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North America,Government / Politics,Washington

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FBI investigating Iran strike leaker, Leavitt says: ‘They should be held accountable’

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NEWYou can now listen to Fox News articles!

Those who leaked a preliminary assessment — rejected by the White House — on the U.S. strikes on Iranian nuclear facilities will face justice for sharing the document, according to White House Press Secretary Karoline Leavitt. 

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President Donald Trump and multiple leaders are saying that the strikes destroyed three Iranian nuclear sites.  

A leaked report from the Defense Intelligence Agency, published by CNN and the New York Times, cast doubt on that though, saying that the strikes only set back Iran’s nuclear program by several months. CNN first reported the assessment’s findings, citing seven people who were briefed on the report. The outlet reported the findings were based on a battle damage assessment from U.S. Central Command. 

Leavitt pushed back on the early assessment’s credibility, claiming the report was «flat-out wrong.» 

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«Everyone knows what happens when you drop 14 30,000-pound bombs perfectly on their targets: total obliteration,» Leavitt said in a Tuesday statement. 

Secretary of Defense Pete Hegseth said Wednesday that the FBI is conducting an investigation to get to the bottom of the matter and who shared the document with the media. 

TRUMP SLAMS RUSSIA’S CASUAL THREAT TO ARM IRAN WITH NUCLEAR WEAPONS: ‘THAT’S WHY PUTIN’S THE BOSS’

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White House Press Secretary Karoline Leavitt speaks during a press briefing at the White House in Washington, Jun. 26, 2025. (Mark Schiefelbein/The Associated Press) 

Additionally, Leavitt told reporters that leaking classified information is a criminal offense and that those who fail to follow the law «need to be held accountable for that crime.» 

«This administration wants to ensure that classified intelligence is not ending up in irresponsible hands, and that people who have the privilege of viewing this top secret classified information are being responsible with it,» Leavitt told reporters Thursday. 

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«Clearly, someone who had their hands on this and it was a very few people, very few number of people in our government who saw this report,» Leavitt said. «That person was irresponsible with it. And we need to get to the bottom of it. And we need to strengthen that process to protect our national security and protect the American public.» 

Meanwhile, the U.S., Israel and Iran’s Foreign Ministry have all said that the three nuclear sites U.S. forces struck have encountered massive damage. 

EX-CLINTON OFFICIAL APPLAUDS TRUMP’S ‘COURAGEOUS’ IRAN CALL, DOUBTS HARRIS WOULD’VE HAD THE NERVE

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U.S. strikes three sites in Iran

U.S. struck three nuclear sites in Iran Saturday.  (Fox News)

Iran’s Foreign Ministry spokesman Ismail Baghaei told Al Jazeera Wednesday that the country’s nuclear facilities were «badly damaged,» and Israel’s Atomic Energy Commission said the U.S. strikes were «devastating.»

On Sunday, Chairman of the Joint Chiefs of Staff Gen. Dan Caine said that initial battle damage assessments suggest «all three sites sustained extremely severe damage and destruction.»

Trump issued a word of caution to Iran Wednesday, should it attempt to repair its nuclear program once more, and said the U.S. wouldn’t hesitate to launch another strike against Iran. 

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Trump personally called for the firing of one of the reporters who authored the story about the initial assessment, claiming in a Wednesday Truth Social post that the reporter should be «IMMEDIATELY reprimanded, and then thrown out ‘like a dog.’»

RUSSIAN LEADER CLAIMS MULTIPLE COUNTRIES PREPPED TO PROVIDE IRAN NUCLEAR WEAPONS FOLLOWING US STRIKES

Donald Trump at the White House

Trump lashes out at Israel and Iran with profanity for breaking ceasefire Tuesday.  (Tasos Katopodis/Getty Images)

Even so, CNN came to the defense of the reporter, Natasha Bertrand. 

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«We stand 100% behind Natasha Bertrand’s journalism and specifically her and her colleagues’ reporting of the early intelligence assessment of the U.S. attack on Iran’s nuclear facilities,» CNN said in a Wednesday statement. «CNN’s reporting made clear that this was an initial finding that could change with additional intelligence. We have extensively covered President Trump’s own deep skepticism about it.»

Fox News’ Brooke Singman contributed to this report. 

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En internet y en la vida real, Trump ofrece una ventana a su psique

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El martes, durante tres horas, el presidente Donald Trump reprendió a Israel e Irán con comentarios cargados de improperios en el jardín sur de la Casa Blanca.

Dijo a los periodistas que acababa de retar al primer ministro de Israel y compartió en las redes sociales una captura de pantalla de un mensaje privado del secretario general de la OTAN.

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La mayoría de los presidentes afrontan las crisis internacionales en privado; como mucho, publican una declaración cuidadosamente elaborada.

Ese nunca ha sido el estilo de Trump.

Con este presidente, el mundo entero tiene una visión de sus pensamientos, quejas y caprichos de un modo que a menudo recuerda al de un milénial enganchado permanentemente a internet.

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Sus publicaciones llegan a cualquier hora del día y de la noche —muchas autocomplacientes, unas triviales, otras enfadadas— y sus apariciones en la vida real a veces reflejan su personalidad en internet.

Todas son ventanas a su psique, un tesoro de información sobre las intenciones, estados de ánimo y vulnerabilidades del comandante en jefe.

Para los asesores de Trump, su arraigada propensión a compartir lo convierte en el “presidente más transparente y accesible” de la historia de Estados Unidos.

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“Una de las muchas razones por las que el presidente fue reelegido es su transparencia y su actitud de contar las cosas como son”, dijo Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca.

“Es reconfortante para el pueblo estadounidense tener un presidente que siempre dice lo que piensa y deja que el país sepa exactamente cuál es su postura”.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, habla con los periodistas mientras aparece en pantalla una imagen de la publicación del presidente Donald Trump en Truth Social sobre el paquete de recortes fiscales, en la sala de prensa James Brady de la Casa Blanca, el jueves 22 de mayo de 2025, en Washington. (AP Photo/Jacquelyn Martin)

Ya sea impulsivo, astuto o una combinación de ambos, su franqueza tiene ventajas, desde unir a su base hasta mantener a raya a sus oponentes o simplemente dominar la atención pública.

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Pero también hay complicaciones.

De manera inadvertida, puede desencadenar crisis diplomáticas, dejar a sus ayudantes y aliados fuera de sintonía con sus mensajes y, como ha ocurrido con sus reflexiones abiertas de las dos últimas semanas sobre bombardear Irán, convertir sus publicaciones y declaraciones públicas en una amenaza para la seguridad operativa.

Durante más de una semana, Trump coqueteó públicamente con la idea de bombardear Irán, con lo que ofreció a la opinión pública la rara oportunidad de ver a un presidente al debatirse en tiempo real con una acción militar de envergadura.

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“Tal vez lo haga, tal vez no”, dijo en un momento dado.

Concreción

Al final, los bombarderos B-2 y los cazas estadounidenses entraron y salieron de Irán sin que se disparara un tiro contra ellos.

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Pero cuando Trump ordenó los ataques, según las autoridades, los iraníes ya habían trasladado el material de sus instalaciones nucleares y las reservas de uranio enriquecido del país siguen sin aparecer públicamente.

Un informe preliminar clasificado de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos concluyó que los ataques solo retrasaron unos meses el programa nuclear iraní.

La disposición de Trump a compartir sus ideas sobre cualquier tema en casi cualquier momento también ha facilitado las cosas a los gobiernos extranjeros, que invierten inmensos recursos en intentar comprender lo que piensa y quiere el presidente estadounidense.

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Hoy en día, todo lo que realmente necesitan es una cuenta de Truth Social y una suscripción a las noticias por cable.

“Con Nixon, había que esperar a que salieran las grabaciones de la Casa Blanca para saber lo que pensaba realmente”, dijo Gary J. Bass, profesor de política de la Universidad de Princeton y autor de The Blood Telegram, sobre Nixon.

“Nixon podía estar lleno de rabia en privado, pero contenerse en público. Ahora, con Trump, hay tantas cosas que dice en voz alta en público o que publica en las redes sociales”.

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Pese a eso, lo que el presidente dice un día puede no ser su mensaje más tarde.

La afición del presidente a cambiar de opinión hace que sea especialmente difícil para los ayudantes que intentan mantenerse alineados con su mensaje.

Tras los ataques estadounidenses a Irán, el vicepresidente JD Vance y el secretario de Estado Marco Rubio dijeron en sendas entrevistas que Estados Unidos no tenía ningún interés en orquestar un cambio de gobierno en Irán.

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Unas horas más tarde, el presidente intervino y pareció abierto a esa posibilidad.

“No es políticamente correcto utilizar el término ‘cambio de régimen’, pero si el actual régimen iraní es incapaz de VOLVER A HACER A IRÁN GRANDIOSOS DE NUEVO, ¿por qué no habría un cambio de régimen?”, escribió en Truth Social.

Alineamientos

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Trump no ve con buenos ojos a los asesores que discrepan con él de forma pública, aunque sea sin querer.

Por eso, para muchos de ellos es más fácil no hablar públicamente sobre las políticas o la visión del mundo del presidente.

Este fenómeno no es nuevo para para Trump.

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Durante su primer mandato, el presidente publicaba obsesivamente en Twitter, ahora llamado X:

anunciaba decisiones políticas, despedía ayudantes y atacaba a sus oponentes.

Reformó radicalmente la forma en que los presidentes se comunican con el mundo, y obligó a cualquier persona interesada en la política estadounidense a configurar notificaciones automáticas cada vez que el presidente publica.

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El martes, las primeras alertas llegaron por la mañana temprano, porque el presidente se levantó con mucho que decir.

Publicó su primer mensaje en las redes sociales antes de las 6 a. m., una advertencia urgente a Israel:

“NO LANCEN ESAS BOMBAS. SI LO HACEN SERÁ UNA VIOLACIÓN GRAVE”.

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A continuación, salió de la Casa Blanca y se descargó ante los periodistas tanto contra Israel como contra Irán, cuando parecía que su frágil alto al fuego podía venirse abajo.

Incluso después de hablar con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y asegurar al mundo —a través de su plataforma en las redes sociales— que la tregua estaba intacta, Trump no había terminado de hablar.

Así que se dirigió a la cabina de prensa situada en la parte trasera del Air Force One mientras volaba a Europa para asistir a una cumbre de la OTAN y respondió a más preguntas de los periodistas.

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A continuación, Trump publicó más de dos decenas de publicaciones en las redes sociales en el transcurso de su vuelo de seis horas y veinte minutos a los Países Bajos.

Compartió una captura de pantalla del mensaje adulador que recibió de Mark Rutte, secretario general de la OTAN.

Volvió a publicar varios mensajes de personas que decían que merecía el Premio Nobel de la Paz, un galardón al que aspira desde hace tiempo, y atacó a los demócratas con apodos burlones.

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Tras aterrizar, cenó con sus colegas dirigentes de la alianza de la OTAN.

Ellos también esperan la última publicación en las redes sociales para saber qué hará a continuación.

Tyler Pager es corresponsal del Times en la Casa Blanca y reporta sobre el presidente Donald Trump y su gobierno.

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c. 2025 The New York Times Company

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